Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Amarte es mi pecado por EvilQueen

[Reviews - 12]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Magui llegó a la parroquia y saludó a todas las hermanas que se cruzó en su camino hasta despecho de la Madre Peggy. Dio un par de golpecitos a la puerta y espero mientras movía la cabeza al ritmo de la canción que estaba tarareando.

Recibió el permiso de la Madre Superiora para entrar y lo hizo. Saludó a la monja con una sonrisa y no se sentó hasta que se le invito a hacerlo.

--¿Qué te trae por aquí? --preguntó la señora con una bella sonrisa-- ¿viniste con el Padre Rogers?

Magui no se había percatado de que la señora no llevaba cofia hasta que se disculpó para colocársela. Entonces la miró, de verdad era hermosa. Tenía ojos grandes y castaños, más oscuros que los de ella. El cabello oscuro con canas que lo adornaban aún era abundante en la mujer y pensó que en su juventud debió haber sido perfecta. ¿Qué tenía ese lugar que todos allí eran bellos?

--No. --contestó Magui una vez que la mujer volvió con su cofia puesta-- Justo de eso quería hablarle. Steve no podrá venir.

La mujer alzó ambas cejas y le dejo una mirada de intriga. Magui ante el acto que le demostraba que la religiosa necesitaba respuestas prosiguió.

--Tuvo mucha fiebre anoche y preferimos que descanse en casa.

--¿Preferimos?

Magui se mordió la lengua antes de continuar --Sí, Tony y yo --dijo sin más-- él me ayudó a cuidar de Steve.

--Oh, ya veo --comentó Peggy antes de hacer una pausa que a Magui le pareció bastante larga. --Me alegra que esos dos sean unidos otra vez.

Magui la miró extrañada.

--Ellos eran muy amigos cuando jóvenes, eran inseparables --relató Peggy mientras Magui pensaba que si esa mujer supiera lo unidos que eran no le causaría tanta ternura que se volvieran a juntar.

--Pero, en fin --continuó la religiosa-- mándale mis bendiciones al Padre, aquí estaremos rezando por él. Y dile que no se preocupe, tenemos la visita del Padre Wilson y estoy segura de que estará gustoso de dar la misa.

Magui le sonrió y salió del despacho acompañada por la monja. Iba camino a la salida del convento cuando oyó que saludaban a la Madre Superiora y, por cortesía, se giró para saludar ella también.

--Padre Wilson, gracias a Dios está aquí con nosotras hoy --Magui observó al susodicho y era una prueba más para darle validez empírica a su hipótesis. --Resulta que el Padre Rogers no podrá venir hoy debido a su salud, su sobrina acaba de informarme.

El moreno se giró a ver a Magui luego de aquello

--Tu eres la famosa Magui.

La chica se sobresaltó, si había oído sobre ella era porque la apreciaban o porque causaba molestas. Nunca había punto medio con sus disparates.

--Soy Sam Wilson, amigo de tu tío.

--Es un placer.

--Dile al testarudo de Steve que no se preocupe, que yo me encargaré de lo que haga falta en lo que se recupera. --Magui rió debido a aquella forma del Padre para referirse a un colega, le pareció extraño pero gracioso. --Y dile que pasaré a visitar esta noche, le daré la extremaunción.

Magui carcajeó ante aquello mientras la Madre Peggy se persignaba y regañaba al Padre por jugar con aquel sacramento y con algo tan profundo como lo era la muerte.

 

 

--¿Cómo te sientes? --preguntó Tony una vez que Steve bajó por completo la escalera.

--Algo mareado --contestó con la misma voz ronca de antes-- ¿qué haces aquí?

Preguntó el rubio sin rodeos mientras seguía los pasos de Tony que parecía ir por un café.

--Vine a cuidarte ayer, tenias fiebre y casi matas a Magui del susto --dijo mientras servía una taza y se la entregaba a Steve-- De nada.

Steve posó su vista en la taza como si del objeto más interesante se tratara --No tiene azúcar --informó el moreno-- no se como te gusta… en realidad sí, pero hagamos de cuenta que no.

El sacerdote dio un suave resoplido que acompañó a una sonrisa.

--¿Cómo se te ocurre caminar bajo la lluvia? Ya no tienes veinte años --regaño Tony.

--Mi auto se quedó --dijo Steve mientras le colocaba azúcar a su taza.

--Dos cucharaditas y media y un poco le leche --dijo el castaño en lo que dejaba la botella con el lácteo al lado de Steve para que, acto seguido, este se sirviera-- algunas cosas no cambian.

Steve volvió a sonreír mientras negaba con su cabeza. Era muy difícil luchar contra él mismo, sobre todo con Stark ahí. Las pruebas de Dios son muy difíciles a veces, pero el debía resistir frente a toda adversidad.

Se quedaron en silencio en lo que Steve desayuna. Tony leía el periódico y respondía algunos mensajes; y Steve solo daba sorbos a su taza mientras, de vez en cuando, acomodaba la manta que tenía en espalda.

Tony no permitió que Steve moviera un dedo. El castaño se dedicó a limpiar las cosas y acomodar el sofá donde había dormido la noche anterior mientras escuchaba las reiteradas quejas de Steve por no dejarlo ayudar.

Steve se terminó dando por vencido y se sentó en la cocina a esperar que Tony terminara con todo. Echó una hojeada al periódico, pero no pudo ver mucho ya que Tony atravesó el umbral del arco de la cocina con sabanas dobladas en una mano y un objeto colgando de la otra.

--¿Qué es esto?, estaba en el sofá --preguntó mostrándole el objeto a Rogers.

El religioso levantó la vista del papel solo para ver la cadena de su reloj entre los dedos de Stark.

--Pequeña reliquia --comentó observándola y haciendo el intento de abrirla con la única mano libre que tenía.

--Es mío --gritó Steve mientras le arrebataba el objeto de las manos haciendo que el castaño quede sorprendido-- es importante y no me gusta que ande de mano en mano --aseguró.

Stark se encogió de hombros y se dirigió a guardar las mantas en el mueble de donde las había sacado.

Steve enredó la leontina entre sus dedos y sujetó el reloj con fuerza llevándoselo a los labios como si intentara protegerlo.

El sonido de la puerta lo hizo volver la mirada al umbral esperando la presencia de la recién llegada.

--Traje una caja de donas, podemos repetir el café --dijo la chica con una sonrisa gigante-- Buenos días, Steve ¿te sientes mejor?

Steve asintió lentamente con el reloj aun en sus manos, cosa que Magui pudo evitar notar. Esto la hizo sonreír.

--Que delicia --comentó Tony mientras tomaba una dona de la caja y la engullía con mucho deseo.  

--Son sus favoritas --le comentó Steve a Magui mientras ella veía divertida a ese hombre comer dulces como si fuera un niño.

--Fui a la parroquia --comentó Magui cambiando de tema--. Me dijeron que no te preocupes, Sam te cubrirá --le dijo la chica a su tío como si estuviese hablando de misiones secretas y no de hacer llegar la palabra del Señor a la gente del pueblo.

--¿Conociste al Padre Wilson? --esta vez no era con tono de corrección. Se había rendido, Magui no respetaría de esa manera las investiduras religiosas nunca.

La chica asintió mientras llevaba una dona cubierta con chocolate a su boca --Por cierto --comentó luego de tragar--, te manda saludos y dijo que vendrá esta tarde a darte tu ultima bendición --Steve lanzó una pequeña carcajada mientras negaba con su cabeza. Acto que no pasó inadvertido para Tony que, molesto por la reacción de Steve, preguntó:

--¿Quién es Sam?

Magui sonrió de lado y vio a Stark de reojo. Había notado ese tono que dejaba escapar dejos de aquel sentimiento que no nombraría para no ser regañada.

--Es un viejo amigo --respondió Steve sin darle mucha importancia.

Tony hizo una mueca de inconformidad. Iba a decir algo, pero el sonido de su celular avisó una llamada que debía responder. Se disculpó y se dirigió hacia la sala para poder hablar tranquilo.

Magui siguió al castaño con la mirada hasta asegurarse que ya no se encontraba en la misma habitación que ellos. Una vez que lo hizo, se dirigió a Steve.

--Lo siento, Steve --dijo casi en un susurro para no ser oída--, te juro que no sabía a quien más llamar. Nada de esto estaba premeditado, entré en pánico y lo llamé. Lo que menos quiero es incomodarte.

Steve le sonrió de manera cálida y ella entendió que no estaba molesto por la decisión de acudir a Tony.

--Esta bien, no tienes porque excusarte --le respondió el rubio en el mismo tono de voz que ella había empleado antes--. Yo te pido perdón por asustarte.

Magui se sintió tranquila. Las cosas parecían volver a la normalidad de a poco, incluso se ponían cada vez mejores.

Tal vez con mucho esfuerzo y el destino a su favor, podía volver a unirlos. “No, no debes meterte”, decía la vocecita en su cabeza. Pero como si de una caricatura se tratase, otra vocecita le decía que sí hiciera algo, que se trataba de la felicidad de Steve y Tony. Se notó confundida, prácticamente sintió el peso del diablillo y en angelito en sus hombros izquierdo y derecho, respectivamente.  

--Tengo que irme --anunció Tony.

--No quieres quedarte a almorzar? --invitó Magui--, prepararé algo.

--Me encantaría, bonita --dijo el ingeniero-- pero me esperan en casa.

La sonrisa de Magui se borró y buscó a Steve confundida, el rubio tenía la cabeza gacha y no parecía querer explicarle algo.

--No dudes en llamarme si me necesitan, aquí estaré --dijo Stark antes de salir.

Una vez cerró la puerta, Magui volvió a la cocina con la misma cara de intriga que antes.

--Está en pareja --anunció Steve al ver la cara de la morena.

“Tal vez no me entrometo”, pensó. El diablillo y el angelito estaban de acuerdo.

 

Esa tarde pasó de manera tranquila, como si tío y sobrina nunca hubiesen discutido. Sam los visitó luego de dar la misa del día y se quedó a cenar con ellos. Lo único que podría rescatarse, era que Magui había vuelto al diario de Anna. Ya no sentía culpa por investigar y sabía que no podía haber más secretos que el que había descubierto, o eso esperaba. Leyó muchas más frases dirigidas a Steve y sus decisiones, supo que su madre opinaba igual que ella y se preguntó como hubiese sido la vida de Steve si ella no se hubiera marchado, tal vez lo hubiese hecho entrar en razón y nada sería un caos.

Leyó notas de su madre a su padre y sonrió pensando en ellos y en donde se encontrarían ahora, tal vez la observaban. Le gustaba convencerse de eso, aunque era estúpido.

Las paginas siguieron pasando y Magui sonrió con lo que encontró. Corrió a su guitarra y tocó una melodía fácil y pegadiza; adaptó la carta escrita en rimas que su madre había dejado y la convirtió en una improvisada canción. Era sencilla y básica, por lo que no le llevó mucho tiempo. Pensó que la practicaría en la mañana y, si le convencía, se la enseñaría a Steve. Después de todo, era para él.

 

 

--Vamos a desayunar afuera --invitó el rubio una vez que Magui bajó para alimentarse--. Tómalo como agradecimiento por no dejarme morir --remató el rubio.

Magui acepto, ya había cumplido con su plan de la mañana y había decidido que sería esa la primera canción que cantaría en la apertura de esa noche. Ambos se alistaron y salieron. Por suerte, habían hecho arreglar el automóvil el día anterior así que no estaban sin vehículo, aunque a ninguno de los dos les molestaba ir en bus o a pie.

Pararon en una pequeña cafetería que se encontraba en una de las calles principales del pueblo. Eligieron una mesa junto a la ventana que daba a la vereda y esperaron al camarero.

Una señorita castaña que portaba camisa blanca y pantalón negro al cuerpo los recibió y les entregó el menú.  No se fue sin antes darle una mirada de deseo al rubio que tenía enfrente, cosa que no pasó desapercibida para Magui. “Es un sacerdote, irrespetuosa”, pensó la morena al darse cuenta de que la mesera seguro había notado eso, pues Steve no iba a ningún lado sin su alzacuellos y su rosario de madera en el pecho.

Los dos posaron su vista en la carta viendo que pedirían. Magui quería un croissant, era los más parecido a sus amadas medialunas que ese lugar podía ofrecerle. Por el rabillo del ojo, la chica vio que su tío levantó la vista a la ventana, notó que iba dirigida disimuladamente a una pareja de hombres que luego entraría al local donde ellos estaban. Con el mismo disimulo, Steve miró por arriba de su hombro cuando los hombres se sentaron en una mesa tres hileras atrás de ellos.

--Nos hemos cruzado, has decidido mirar a los ojitos azules que ahora van a tu lado. --canturreó Magui aun con los ojos en la carta haciendo que Steve volviera su vista hacia ella. Obviamente, se refería a los recién llegados.

Steve rio por lo bajo --te juro que tengo el nombre de la banda en la punta de la lengua --mintió buscando cambiar de tema y apelando a un juego que habían comenzado semanas atrás cuando Magui se adueñó de toda elección musical.

--La oreja de van Gogh --le dijo haciendo que Steve chasquee los dedos en señal de que lo tenía, pero no había llegado a decirlo--. Algún día enterarás mis referencias.

Steve la abucheó en tono de broma por alardear de esa manera. La chica negó con la cabeza y fijó su vista en los recién llegados.

--Así que, ¿él es su pareja?

El rubio volvió a mirar por encima de su hombro y volvió la vista a Magui para luego asentir.

--¿No te da curiosidad?

--No --respondió de manera tajante.

La chica lo miró y recibió esos ojos azules con expresión de advertencia encima. Steve creyó que con esa mirada bastaría, pero no fue así. Un escalofrió recorrió su espalda cuando vio en los ojos de su sobrina esa chispa que antecedía un accionar deliberado, la misma que solía tener Anna.

--Magui, no.

--Magui, sí. --dijo la morena para después levantarse y dirigirse a la mesa donde Tony se encontraba con su actual pareja.

Steve escondió el rostro entre sus manos y lanzó un grito que fue ahogado entre sus palmas. Pasó los dedos por su cabello en señal de frustración. Se separó de la mesa con pesadez y siguió la dirección que había tomado su sobrina.

 Algunas mesas más allá, una pareja disfrutaba de un momento relajado. Mientras esperaban ser atendidos charlaban sobre sus cosas y reían a gusto uno con el otro.  

--Buen día, señor Stark --Tony levantó la vista y se encontró con esa morena de sonrisa blanca y mirada inocente que, a pesar del poco tiempo de conocerla, ya apreciaba.

--Buen día --saludó el ingeniero--. ¿Qué te trae por aquí?, ¿estas con Steve? --preguntó de manera inquietante.

--Sip, vine a desayunar con mi tío --respondió ella con la misma sonrisa de antes.

En lo que ella terminaba de contar aquello, el rubio se apareció tras ella.

--Buen día --dijo en modo tosco sin mirar a ninguno de los hombres en la mesa--. ¿Volvemos a nuestra mesa? --expresó esta vez dirigiéndose a Magui.

--Espera --dijo ella con un puchero en los labios --ni siquiera tuve la oportunidad de presentarme con el señor…

--Doctor --corrigió el otro hombre --Doctor Stephen Strange.

--Un gusto Dr. Strange --dijo extendiéndole la mano, acto que el hombre aceptó--. Mi nombre es Magalí Torres Rogers y él es mi tío, Steven Rogers.

--Ella es mi cantante estrella --añadió Tony.

--Un gusto a los dos.

Steve miró a Magui esperando que se dejara de hacer tonterías de una vez por todas. Pero solo fue ignorado, otra vez. La chica tomó una silla de la mesa al lado y la colocó en el lateral vacío de la mesa donde la pareja estaba sentada.

--No les molesta que nos unamos, ¿verdad? --Tony negó divertido ante la interrogación de la pelinegra. Había estado observando la graciosa escena muy calladito porque valía oro. Steve estaba sumamente incomodo y sus mejillas parecían prenderse fuego, esa niña le iba a sacar canas verdes en cualquier momento.

Una vez que Magui se acomodó sin problemas, Tony invitó a Steve a sentarse frente a ella, acción que el hombre aceptó una vez que notó que su sobrina no se movería de donde estaba.

--¿A qué área de la medicina se dedica, Doctor? --preguntó Magui con un tono altanero que la hacía verse mayor.

--Soy neurocirujano --contestó el susodicho.

--Wow, eso es impresionante. ¿Por qué no estudiaste algo así, Steve?

Steve se ahogo con el café que hace poco había llegado. ¿Por qué rayos le preguntaba eso?, ¿Insinuaba que su carrera no era igual de impresionante?

--No quiero decir que tu vocación no sea igual de impresionante --refutó ella adivinando lo que pensó su tío, pero… ¿Qué hubiese hecho de no ser sacerdote? --de ponto esa pregunta le llegó a la mente y olvidó todo lo demás.

--Supongo que artes visuales.

Magui se sorprendió, no sabía que Steve tenía ese tipo de talento, supuso que el arte estaba en la familia. Strange soltó una pequeña risita que hubiese pasado inadvertida si ella no lo hubiese mirado con una expresión molesta.

--No conocía ese lado tuyo, Steve. Supongo que no te molestaras cuando te diga que quiero ser música y no neurocirujana.

Steve y Tony rieron.

--Aprecio las carreras artísticas --dijo Strange en forma de excusa--. No comparte mucho con mi formación, pero me gusta mucho la corriente filosófica que enseñan.

Magui lo miró sorprendida, no esperaba que a ese estirado de ciencias exactas le gustara la filosofía.

--Yo también amo la filosofía, sobre todo la ética Kantiana --dijo ella sorprendiendo a todos en la mesa--. ¿Qué?, digamos que no había precisamente libros teens en el hogar donde viví dos años.

Stephen y Magui charlaron tendidamente sobre sus gustos por el filósofo alemán ante la mirada atónita de Steve. “Traidora”, pensó mientras entrecerraba los ojos para verlos con recelo.  

--Wow, parece que se entienden --dijo Tony cuando notó que los, hacía un momento, extraños llevaban discutiendo temas que no comprendía hace casi quince minutos.

--Eso parece --comentó Steve sin dejar de mirarlos.

--¿Te sientes mejor? --preguntó el castaño

--Sí --respondió Steve dirigiéndole la mirada y dedicándole una sonrisa--. Gracias por ayudar a Magui, y perdón si te causé algún proble…

No pudo terminar porque Tony posó su mano sobre la suya, que estaba apoyada en a mesa.

--Saben que pueden contar conmigo --sonrió y acarició la mano de Steve con pulgar como si se olvidara del resto.

Steve miró de nuevo sus manos entrelazadas y levantó la vista hacia Tony. Sintió la necesidad de tomar esa mano y depositar besitos en ella para luego, sin soltarla, salir corriendo de allí. Pero una patada de aviso debajo de la mesa y la voz del doctor lo devolvió a la realidad.

--Tony, ¿tú qué opinas? --preguntó Strange.

Tony quitó su mano rápidamente --Lo siento, no estaba prestando atención.

Steve notó la mirada de Magui clavándosele en la cara, ella le había dado la patada para que volviera en sí. ¿Tan obvio había sido?, que vergüenza.

--Lo noté --contestó Strange de modo rudo a lo que antes había dicho Stark.

Wow, eso se estaba poniendo incómodo. Retirada.

--Bueno --dijo Magui levantándose de la silla--. Supongo que es hora de volver. Tengo que calentar mi voz --mintió para que nadie preguntara nada.

Steve dejó el dinero de sus ordenes en la mesa luego de forcejear con Strange sobre quien pagaría. Esa guerra de orgullos pareció interminable, pero al final, el neurocirujano terminó cediendo.

Salieron del local y el sol de finales de julio los abrazó violentamente.

--Creo que Stark recibirá un castigo por mirarte bonito --rio divertida Magui rodeando el auto para entrar por el asiento del copiloto.

-- No digas esas cosas.

--Tal vez lo castigue teniendo sexo violento --dijo ella adentrándose en el vehículo.

--¡Magui! --reprendió su tío mientras la chica latina se reía a carcajadas.

Una vez iban camino a su casa, Magui corrió la vista del camino para hablar con Steve.

--El tipo me resultó agradable --le dijo refiriéndose a Strange

Steve solo la miró sintiendo otra vez esa estúpida sensación de traición, pero no podía evitarlo.

--Ya le encontraremos algo malo --Steve frenó el auto sobre la banquina haciendo que Magui lo mire extrañada.

--No, Magui. No le encontraremos algo malo, ni buscaremos algo, ni nos incumbe --dijo el rubio ya exasperado--. Deja de buscar una forma de unirme con Tony porque no queda nada de lo que fuimos, yo tomé mi decisión. ¿Puedes respetarla?

Magui miró al frente con el ceño fruncido. --Solo quería verte feliz, Steve-- masculló la chica--. Como cuando él te cuido por tu fiebre.

Steve la imitó al mirar hacia el frente y pasó una de sus manos por su cara.

--Mira, no recuerdo mucho de lo que pasó debido a la fiebre --confesó--, pero te aseguro que estoy bien ahora y no quiero que eso cambie. Tomé mi decisión hace mucho y elegí esta vida. Elegí a Dios.

--Esta bien, si eres feliz… --Magui le dio una mirada tranquilizadora y le sonrió-- Igual, hay una ultima cosa que quiero hacer por ustedes.

--No, Magui --se quejó el rubio como si toda su charla hubiera sido en vano.

--Te prometo que es lo ultimo y será disimulado --Steve la miró--. Es un regalo de mamá.

 

 

Sean muy bienvenidos a esa gran apertura --dijo Magui parada frente al micrófono --Espero lo estén disfrutando, mi nombre es Magui y voy a cantar para ustedes esta noche.

Los gritos y aplausos la hicieron sonreír. La inauguración era un éxito, el bar estaba repleto. Había gente del pueblo y de sus alrededores. Incluso, habían llegado desde la capital para conocer el nuevo atractivo de Tony Stark.

Ella había invitado a sus conocidos y allí estaban Pietro y Matt sentados en la misma mesa. Le hubiese encantado que Wanda estuviera también pero no se le permitía salir para algo tan mundano.

Volvió a echar una mirada hacia su público y divisó a Steve en una mesa junto a la que estaban Tony y Stephen. Steve estaba intrigado por lo que ella le había contado hace apenas unas horas. Le había explicado que se trataba de una letra que Anna había dejado a la cual le había puesto música. Ahora podría escucharla, dado que Magui le aseguró que abriría con esa canción.

Magui sonrió otra vez, hacer lo que amaba y ser adulada era un gran placer. Se cruzó la correa de su guitarra al hombro y volvió al mic para hablar.

--Esta canción es obra de mi mamá, va dedicada a alguien muy especial. Que lo disfruten.

Steve se incorporó en la silla, entendió que esa canción era la que Magui le había mencionado antes y quería recibir muy atento el ultimo regalo de Anna para él.

Anda ve, cuéntale tú amor
Dile que lo amas abre el corazón
Él es el que te quita el sueño
Él es el que te quita el sueño

Steve escuchó aquellas primeras palabras y alzó la vista buscando el cielo. Si Magui era insistente con el tema, Anna lo había sido el doble. Sonrió al pensar que tal vez ella le había enviado a su hija para terminar su trabajo. Siempre le gustó saber a su hermana como un ángel que los cuidaba y guiaba sus pasos. “Un consuelo tonto”, se decía a veces, pero como hombre de fe se lo repetía hasta sentirlo.

 

Anda ve, cuéntale tú amor
Dile que lo amas abre el corazón
Él es el que te quita el sueño
Él es el que te quita el sueño

Giró su rostro hacia el castaño y se chocó con los ojos se Tony sobre él. El ingeniero no bajó la mirada ante aquel cruce, solo siguió con su vista melancólica hacia el rubio que estaba sentado solo en la mesa de al lado.

 

Su amistad se ha transformado
En un fuego apasionado
De un amor acalorado
Una chispa que ha brotado

Steve fue quien cortó el contacto, no porque le causara incomodidad o porque se sintiera intimidado. Sino porque la letra de aquella canción lo desestabilizó un poco. Supuso que Tony se daría cuenta que había sido escrita para ellos, que narraba su historia.

 

Hoy tú rumbo a cambiado
A una isla sin pasado
El jazmín más perfumado te ha mareado

Sonrió al recordar que Anna le decía ese tipo de cosas. “Tienes la flor más perfecta y le temes a las espinas” le dijo ella en una de sus tantas conversaciones que solían durar hasta altas horas de la madrugada.


Suerte, hermano, tenté fe.

Magui lo miró directo a los ojos cuando esa frase salió de su garganta, ese era el mensaje que Anna le dejaba desde el más allá. Ella no creía en las casualidades, si había encontrado esa letra por algo era.

Steve, por su parte, sintió todo su cuerpo erizarse, podría jurar que escuchó a su hermana diciéndole esas palabras al oído. Pero eso era imposible, una ilusión remota pero muy bella, porque lo hizo sentirse seguro otra vez. Pensó que si Anna no hubiese marchado las cosas serían muy diferentes. Ahora, por más que Magui tuviera ese aura que lucharía hasta verlo feliz, él no podía dejar lo que tanto esfuerzo le llevó. Aquella coraza ya estaba formada.

Anda ve, cuéntale tú amor
Dile que lo amas abre el corazón
Él es el que te quita el sueño
Él es el que te quita el sueño

Aplaudió sonoramente al igual que lo hicieron todos los presentes. Pero él era el único al que una lagrima le rodaba la mejilla.

 

 

Magui bajó del escenario con la intención de tomar un poco de agua, se dirigió hacia la mesa donde su tío había estado segundos atrás y tomó la botella que él había comprado. Al terminar su número, Magui vio a su tío salir en dirección a la calle, no supo porque ni le pareció extraño, tal vez iría a tomar aire. Lo que sí le causó curiosidad fue que, solo unos minutos después, Tony se retiró en la misma dirección.

--Linda canción --dijo Strange desde la mesa donde estaba. Magui le sonrió y se acercó a él.

--Es obra de mi mamá --dijo con orgullo--. Habla sobre un amor hermoso que aún perdura.

El doctor levantó una ceja --creí que era una carta de aliento para alguien que teme confesarse.

--Eso es solo una parte.

--¿Entonces es una historia real? --preguntó el neurocirujano mirándola de manera seria.

--Eso no lo sé --mintió--. Pero si lo fuera sería hermosa.

Magui sonrió ante la mirada aun seria del doctor. Vamos, ese hombre no era tonto; cuando Steve y Tony están juntos la tensión se puede cortar con cuchillo y él debió haberlo notado.

--¿Tu tío? --preguntó haciendo que ella diera un respingo. Comenzó a hacer como si lo buscaba por todo el salón y se encogió de hombros.

--Tal vez fue al baño

--O salió --musitó

--No lo cre… --Magui no pudo terminar porque en menos de un segundo el doctor se levantó de su silla y se encaminó en la dirección que Rogers y Stark habían tomado.

Magui resopló, pero no le dio mucha importancia. Su tío y Tony no estarían haciendo otra cosa que hablar… ¿cierto? No lo pensó más y volvió al escenario para seguir con otra canción.

 

 

Steve salió por la puerta del bar y se encaminó al callejón que había al lado de este. Necesitaba tomar un poco de aire, sentía una ansiedad horrible que le recordó a sus épocas de adolescente donde las calmaba con un cigarrillo. Por suerte había podido dejar de fumar hacía ya mucho tiempo, pero en ese momento necesitada dar una calada.

La situación ya lo sobrepasaba, no podía estar cerca de Tony sin que todo se vaya por la borda, no podía verlo de la mano de Strange sin que le diera acidez por los celos. Si esto era una prueba para afianzar su fe, estaba seguro de que pronto se volvería loco.

Se recostó contra la pared y cerró los ojos buscando meditar. Suspiró cuando notó que se acercaba. No era necesario verlo para saber de quien se trataba pues, cuando él estaba cerca la sensación era la misma siempre. No había cambiado desde hace 16 años.

--Lindo show, ¿no? --preguntó Tony recibiendo por respuesta solo el asentimiento del rubio--. Anna dejó una bella letra.

Steve soltó una risita melancólica “Lo último que hizo por nosotros”, pensó y se sintió peor al descubrir que también sería lo ultimo que Magui haría, se lo había prometido. Él no tenía el valor suficiente para tomar una iniciativa solo, nunca la tuvo y menos ahora que se encontraba dividido en dos.

Tony se recostó a su lado y levantó su rodilla haciendo que la planta del pie quedara contra la pared. Ahí estaban, ya no eran unos niños. No pudo evitar pensar en cuantos callejones se habían besado a escondidas del mundo y un escalofrío le recorrió el cuerpo. Esos tiempos en los que se habían amado hasta desgastarse era parte de un hermoso pasado. De repente, lo que había ido a asegurar volvió a su cabeza y dudó si formularlo, pues hasta a él le causaba melancolía.

--Somos nosotros --comentó el castaño--, los de la canción de Magui, ¿verdad?

Otra vez, Steve solo asintió sin dirigirle la mirada.

--Pero no le hiciste caso --dijo Tony en un susurro--. No abriste tu corazón, me dejaste solo.

Steve cerró los ojos con fuerza y volvió a suspirar. No le gustaba el rumbo que tomaba la conversación.

--¿Por qué no peleaste por mí? --exclamó Tony al no recibir respuesta.

--Basta, Tony. No lo hagas más difícil.

--Yo sí peleé por ti. Pero tu… --dijo logando que Steve por fin se girara a mirarlo-- solo te dejaste presionar por tu padre.

--¡Basta, Tony! --dijo Steve en tono cebero para luego colocarse frente al castaño haciendo que este se pegue aun más a la pared--. Te lo advierto.

--¿Qué?, ¿te da miedo que te digan la verdad? --continuó Stark desafiante--. Sabes que todo esto --comentó tocando el rosario del sacerdote con su dedo índice-- no es más que una fachada. Te escondes porque eres un cobarde.

Steve colocó sus manos contra la pared haciendo que Tony quede acorralado.

--Ya para, Stark --dijo. El castaño quedó estático, la cercanía de esos brazos marcados lo hacía temblar. Recorrió uno de ellos hasta el pecho del cura, el cual comenzaba a acercarse cada vez más, debido a que Steve decidió acortar la distancia entre ellos. Levantó la mirada hasta el rosto del rubio, su corazón latió más fuerte aún cuando sintió la respiración del otro tan cerca de suyo. Cerro los ojos para recibir ese contacto tan esperado, el que tanto había deseado. Sintió el aliento de Steve chocar contra sus labios, lo que le provocó una cosquilla inusual que lo enloqueció. Por fin estaba así, solo tenía que romper la milimétrica barrera que separaba sus labios.

--¿Tony? --escuchó la voz de Stephen buscándolo en la entrada del bar.

Empujó a Steve y pudo notar como este tomaba su cabello rubio en señal de frustración. Se irguió un poco y espero hasta que la respiración se le normalizara antes de llamarlo.

--¿Qué haces aquí? --preguntó el doctor una vez que entró en el callejón.

--Solo teníamos una charla de viejos amigos con el Padre --aseguró Tony mientras su novio le tomaba las manos.

Stephen buscó a Steve para que afirmara lo que Tony le había dicho. Steve, por respuesta, miró el suelo y asintió.

Strange volvió a sentir esa tensión que ya lograba molestarlo. No era normal.

Con sus dedos, tomó el rostro de Stark para que este desviara su vista del sacerdote y se enfocara en él. Aún con una mano en su mentón le deposito un beso en los labios consciente de que el rubio los estaba mirando, en un claro acto de marcar territorio.

Steve, ante aquello, apretó con fuerza la mandíbula y corrió la mirada. Carraspeó logrando que la pareja se separara y luego de disculparse se retiró.

Caminó de nuevo hacia el bar y buscó a Magui entre el tumulto de gente. La encontró sentada con Pietro y Matt riendo sobre algo que hablaban. Sonrió y se sintió afortunado de tenerla. Dudó un poco, ella era muy madura por todo lo que había vivido, pero de ahí a escuchar sus problemas había un paso gigante. Se recriminó por aquello, ella no era Anna y él ya no tenía dieciocho para llorar en hombros ajenos. Debía resolver sus conflictos solo.

Notas finales:

Hola! Todavía no puedo creer que aprobé mi examen. Me queda uno más en dos semanas, pero será problema de mi yo del futuro.

La canción de este capitulo pertenece a una novela que pasaron hace dos años en Argentina. Se llamó Las Estrellas y trataba de cinco hermanas. Esta canción la cantaba una de ellas a su hermana mayor quien, se había enamorado de una chica y no quería aceptarlo. Yo las re shippeaba, ahre. Le cambie los géneros a la canción para que encajara y les dejo el link del video por si quieren escucharla. PD: Aguante Flozmín!!

Encontré una actriz que me convenció como Magui. Se trata de Bailee Madison, hizo el papel de una joven SnowWhite en Once Upon a Time, entre otras cosas.

Canción: https://www.youtube.com/watch?v=tTfRQzJ4Eg8

Sin más que agregar, gracias por leer. Espero sus comentarios!

Nos leemos. 


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).