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EL ROBO por juda

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Lautaro cayó rendido sobre el pecho de Thiago y el pelinegro lo abrazó mientras le besaba la cabeza y acariciaba su espalda.

-Sr. Perez, usted puede llegar a matarme.

Lautaro abrió los ojos y pensó en la ironía de esas palabras.

-No Sr. Belasgui, usted me cae bien, lo protegería, nadie lo matará. -le contestó mientras lo besaba suavemente en el pecho y lo acariciaba.

Era reconfortante estar sobre ese cuerpo y sentirse tan a gusto!

Thiago suspiró y lo abrazó con más fuerza.

-¿A donde iremos ahora?

-Cerveza? -preguntó Lautaro levantando el rostro para mirarlo con esa sonrisa rectangular que hacía que al Sr. Belasgui le fallara una sístole en pleno latido del corazón.

Se besaron sin apuro, llenando el vehículo de sonidos tranquilos y dulces.

Se sentaron para vestirse y vieron al chico encargado de cobrar el estacionamiento dentro de su caseta, observando de soslayo el vehículo.

-Se habrá dado cuenta? -preguntó Lautaro sonriente.

-Según con la cara que me mire, lo averiguaré, tengo que ir a pagar mi cuota mensual, no demoro -le aclaró mientras terminaba de acomodarse la ropa y salía.

Lautaro se pasó al asiento del copiloto y los observó divertido, el chico le decía algo mientras se sonreía y le daba un golpe de puño amigable en el hombro y desde donde estaba, y a pesar de la escasísima luz que había en el estacionamiento, pudo ver cuando Thiago se ponía rojo hasta las orejas.

-Y? -preguntó Lautaro cuando el pelinegro ingresó al vehículo.

-Me felicitó por el espectáculo -comentó molesto mientras arrancaba el auto y salía en medio de una carcajada del peligris.

Se fueron a un bar tranquilo que tenía música en vivo, una mujer cantaba una canción triste sentada a un piano y Lautaro se sintió tan a gusto que le picó un poco la pena de saber que pronto debería huir y ya no podría compartir esos momentos con el pelinegro, así que decidió sacarle el mayor provecho a ese tiempito que tenía con él.

Se sentaron al final en unos sofá largos y mientras tomaban cerveza, Lautaro se acurrucó casi sobre el pecho de Thiago mientras el pelinegro lo apretaba contra él. No eran dos hombres, sino un capullo y era hermoso poder observarlos. Estaban en silencio disfrutando de la música y de la compañía del otro.

-Sr. Belasgui ¿quiere que vayamos a un hotel por una revancha? -preguntó el peligris levantando la mirada y pasándole suavemente la lengua por el contorno de la mandíbula.

-Es tarde, Sr. Perez, mañana tengo que madrugar. ¿Pero cree que podamos reunirnos para almorzar juntos?

Lautaro suspiró y se acurrucó aun más sobre ese pecho.

-Me encantará reunirme con usted para compartir ese almuerzo.

-Sr. Perez, recuerda que le conté que vivo con mi madre?

Lautaro sonrió.

-Si.

-Mi santa madre se fue a visitar a unos parientes. ¿Cree que pueda ir a mi domicilio así comemos ahí y de paso me deja que se la chupe nuevamente?

-Fuck Sr. Belasgui! usted me calienta! -le contestó mientras le mordía el lóbulo de la oreja y le masajeaba la entrepierna.

Estaban sentados juntos en un sofá amplio y frente a ellos había una mesa con un mantel que prácticamente llegaba hasta el piso.

Ante el horror de Thiago, Lautaro se deslizó bajo la mesa y desde ahí le sugirió que llamara a la mesera para que pidiera la cuenta, que él no demoraría mucho.

A Thiago le tembló la mano en el aire mientras llamaba a la muchacha, el peligris le había abierto el pantalón, sacado la polla y se la estaba chupando sin piedad, tragándosela entera.

La chica tardó casi cinco minutos en regresar. Trajo el importe de la cuenta, Thiago tenía la billetera en la mano y temblaba notablemente.

Sacó los billetes y se los extendió, cuando ella quiso agarrarlos, él no los soltó sino que los apretó con fuerza mientras llevaba el pecho hacia la mesa y largaba un jadeo largo. Los billetes temblaron en el aire.

Ella retrocedió un paso.

-Sr. se siente bien??? -preguntó asustada y Thiago abrió los ojos enrojecidos mientras tragaba duro.

-Perdón, estoy bien, creo que me bajó la presión, pero estoy bien. Gracias.

La muchacha tomó los billetes sin dejar de observarlo preocupada. El hombre tenía el rostro de un rojo furioso y respiraba de manera anormal.

Thiago intentó una sonrisa y cuando ella se fue, Lautaro apareció limpiándose la comisura de los labios.

***

Cuando llegó al departamento Lisandro había dejado la luz del salón prendida y tenía una nota adherida con un imán al refrigerador diciéndole que le había guardado comida.

Se sentó en silencio a cenar mientras miraba la pizarra, en 5 días más sería el atraco.

Le quedaban 5 días para disfrutar de la polla de Thiago. Recordó su sonrisa de dientes de conejito y sonrió él también mientras se tocaba la pija.

Ya estaba todo listo, las armas descansaban en unas cajas de herramientas. 

Sacó de su mochila la máscara que se había comprado y la puso junto a las otras.

5 días.

La cuenta regresiva había comenzado.

Terminó de cenar, se dio una ducha y se fue a su habitación, en media hora dormía profundamente.

***

Soñaba que tenía a Belasgui encima.

Se agitó y lo llamó:

-Thiago.

Se despertó cuando una mano le tapó fuertemente la boca.

Abrió los ojos y en la oscuridad vio el contorno de Mario sobre él, con las piernas le apretaba los brazos al cuerpo y se estaba haciendo una paja frente a su rostro.

-No me quieres dar el culo y te haces el importante así que no me das muchas opciones. Vos y tus hermanos me tienen podrido -le decía agitado mientras la mano subía y bajaba violentamente. -Dices algo o te niegas, y no sólo me voy a la mierda, sino que me aseguraré que el atraco les salga para el orto y que la policía sepa sus nombres y características físicas... ¿te gustaría volver a la cárcel, bebé? Esta vez ya no estaré para protegerte el culo! Vos crees que van a poder realizar el robo a este banco sin mi? Crees que el subnormal de tu hermano podrá con la nueva tecnología? Sólo yo puedo hacerlo así que te aguantas y disfrutas de la regada que te daré. Te voy a soltar y te quedas calladito -agregó mientras lentamente sacaba la mano, se agitó sobre él, le acarició el cabello sacándoselo de la cara y mientras le apretaba el cuello y ponía la pija rozándole la boca, eyaculó en ella, casi metiendole el glande por entre los labios.

Salió de encima del peligris riéndose.

Tranquilamente se desplazo hacia su colchón y se recostó.

Lautaro respiraba fuerte, se levantó sacándose el semen de la boca y la cara, escupiendo lo que tenía en la lengua y fue al baño para lavarse.

Regresó y se acostó en su colchón.

-Mario?

-Mm?

-No te descuides, sorete... porque te voy a matar.

El alto largó una risita aguda en tono de burla, pero a la media hora se levantó y decidió dormir en el salón. Lautaro seguía despierto. Aun le rechinaban los dientes por la bronca. 

Lo iba a matar. 

Disfrutaría matándolo. 

No lo haría antes del atraco, no lo haría durante el atraco, pero encontraría el tiempo y lugar correcto para que el imbécil dejara de existir.


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