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EL ROBO por juda

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Viernes.

Salieron los 4, tenían que comprar tinturas para el cabello (todos deberían ser pelinegros para no llamar la atención).

Leonel buscaría el mejor lugar para estacionar el auto el día del atraco y luego llevaría el vehículo al mecánico para un acondicionamiento completo. Luego del robo, el camino sería largo, ya tenían pensado a que ciudad huir y eso les llevaría unas 5 horas de viaje.

Lisandro tenía que buscar camperas grises que no tuvieran marcas ni dibujos.

Mario se encargaría de comprar las herramientas necesarias para desactivar las alarmas y Lautaro haría un depósito por cajero automático para poder charlar con algún policía.

El peligris le informó al hermano mayor que se quedaría dando vueltas un rato por ahí y comería afuera, que regresaría para la reunión que harían a las 4 de la tarde.

Estaban parados al lado del vehículo, los otros dos miembros de la banda ya habían desaparecido por distintos lugares. Lisandro se quedó mirándolo. Lautaro esperó una respuesta y se le tensaron todos los músculos. No recibía ni un si ni un no, así que se dio media vuelta para tomar su mochila del asiento trasero del auto cuando... PLAF!

El parchazo en la nuca le hizo dar 3 pasos hacia adelante, se dio media vuelta asustado.

-¿En que andas Lautaro?

-Daré una vuelt...

PLAF!

-En qué andas pendejo del orto? soy tu hermano, te conozco! No quiero que te descuides, no metas en líos a la banda.

-Nunca los metería en problemas.

-¿Conociste a alguien?

Silencio.

PLAF!

-Lisandro!!!!

-CONOCISTE A ALGUIEN PENDEJO DE MIERDA?

Lautaro bajó la cabeza y recogió su mochila.

Miró nuevamente a su hermano y Lisandro tenía dos dedos sobre el puente de la nariz, una mano en la cadera y negaba con la cabeza.

-Lautaro, por favor, no puedes involucrarte sentimentalmente con nadie, nos quedan un par de días y nos vamos. No vas a meter a nadie más a la banda!!!

-No, Lisandro!!! No estoy comprometido sentimentalmente con nadie, conocí a una persona y quiero estar con él un poquito hasta que nos vayamos.

-Qué sabe él?

-Nada!!!

-Lautaro!

-TE JURO, LISANDRO! No sabe nada! Ni siquiera sabe que me iré!!!

Silencio.

El hermano mayor seguía mirándolo.

El peligris retrocedió sin darle la espalda.

-Nos vemos esta tarde.

-Cuidate pendejo del orto -le susurró Lisandro y Lautaro sonrió, se dio media vuelta más tranquilo y el último parchazo en la nuca lo tiró 5 pasos más allá, sin voltear apuró la caminata.

Siempre alababan que tenía un cuello largo y elegante, pero estaba convencido que era porque su hermano se lo había estirado a base de parchazos desde que eran chicos.

Llegó al banco.

Estaba en el cajero automático y puso un código que lo trabó (solían usar ese código entre los hackers cuando tenían la necesidad de boicotear el sistema). Lautaro le pidió ayuda al guardia de seguridad, era una mujer muy joven de casi 20 años. Engrosó aun más su voz grave y la miró profundamente mientras le explicaba que no sabía qué había pasado con su depósito, ella intentó ayudarlo pero no pudo destrabar la máquina así que se comunicó con los empleados de administración para que vinieran a solucionar el problema, mientras tanto se quedó junto al peligris a conversar. Ella intentaba ser profesional, pero Lautaro era un seductor por naturaleza.

-¿Trabajas todos los días aquí? es la primera vez que te veo, suelo ver sólo hombres en la parte de seguridad.

-Hay varias mujeres, lo que pasa es que trabajamos generalmente a la noche -le contestó ella sonriéndole.

-Deberían poner más personal femenino, ustedes tienen un carisma especial, tu tienes aparte una belleza extraordinaria, perdón por decirlo, sé que no necesitas la aprobación de un hombre para demoler el mundo con tus ojos pero no puedo evitarlo.

La chica bajó el rostro y se puso colorada hasta las cejas.

-Es raro que no te haya visto antes, soy cliente de este banco.

-Soy nueva, recién me estoy acondicionando.

-Ya me parecía, tu rostro no pasa desapercibido. Supongo que el personal femenino es nuevo.

Ella no debería estar dando tanta información, pero el peligris de voz profunda la tenía hipnotizada.

-Si -murmuró sonriendo -somos nuevas.

-Me dejarías invitarte a tomar algo? Ahora estoy viajando, pero ¿podrías la semana que viene? Si tienes el turno nocturno podría buscarte cuando salgas.

Lautaro giraba de vez en cuando para mirar si llegaban los de administración, necesitaba llegar al final de esa charla y saber si había mujeres en el tuno en el que pensaban asaltar, y no es que pensara que las mujeres fueran más fáciles de reducir, lo que les jugaba a favor es que ERAN NUEVAS!!! tenían que sacarle provecho a ese detalle.

Vio cuando Thiago se acercaba y susurró rápido.

-Dime cuando trabajas a la noche y vendré para buscarte, si estás de acuerdo por supuesto.

-El lunes a la noche -se apresuró a decir ella sonriente.

-Sr. Perez, ¿está con problemas con su depósito? -preguntó Thiago  mientras llegaba y los miraba a ambos, ¿estaban demasiado cerca?

-Lo dejo Sr. Perez -le dijo ella sin dejar de mirarlo fijamente.

-Gracias por su ayuda, señorita.

-Sr. Perez, pase por mi escritorio, ahí haremos su depósito, creo que el cajero está con algún desperfecto.

-Es que el dinero ya está adentro, el cajero me dio error cuando quiso darme el comprobante! -contestó Lautaro, todavía mirando a la mujer.

Cuando ella se alejó, giró y miró a Thiago.

Thiago estaba rojo y una vena gruesa le latía en el cuello.

Inconscientemente elevó los hombros y se tensó, por un segundo esperó el parchazo en la nuca, era casi la misma reacción que tenía Lisandro cada vez que se mandaba una cagada.

-¿No quiere pasar por mi escritorio para llenar el formulario y que su depósito llegue a la cuenta indicada?

-Si, por supuesto -susurró Lautaro sin dejar de mirar la vena que latía.

Siguió a Thiago que caminaba rápido, llegó a su cubículo y se sentó, todavía un tanto encogido sobre sí mismo.

Thiago sacó una carpeta poniéndola en el escritorio con tanta fuerza que varios bolígrafos saltaron y cayeron al piso.

Lautaro se levantó como resorte e iba a levantarlos cuando una mano empujó la suya.

-Deja, sientate -le ordenó el pelinegro en un susurro mientras levantaba lo que había caído y los tiraba con fuerza dentro de un cajón.

El peligris volvió a su lugar.

Se aclaró la voz.

Se acomodó el cabello.

Thiago llenaba el formulario haciendo tanta presión con el bolígrafo que creía que se rompería la hoja.

-E-e-estás enojado? -preguntó por fin y Thiago lo miró con tanto odio que sintió que la nuca le ardía ante el parchazo próximo.

-Le estabas coqueteando a ella también???

-No!

-¿Escuché mal o la estabas invitando a salir?

Mierda, Thiago tenía radares en vez de orejas.

-¿¿¿Cómo crees??? estaba siendo amable porque ella lo fue primero. Es una mujer muy cortés.

-Y parece que tu también te querías deshacer en elogios. Evidentemente ella fue MUY cortés.

Lautaro no respondió, lo escuchaba respirar con fuerza.

-Firme aquí Sr. Perez su dinero será depositado en la cuenta que indique.

Lautaro llenó el formulario y se levantó.

No sabía si darle la mano o no. Tenía miedo de hacer algo y que Thiago lo mordiera.

Giró para salir.

-Hasta luego Sr. Perez, ¿o no se despedirá? hace un momento parecía ser una persona muy cordial... demasiado cordial!

-Hasta luego Sr. Belasgui -contestó haciendo una pequeña reverencia. -lo veré luego, ¿verdad?

-Por supuesto! A menos que quiera salir corriendo detrás de la señorita de seguridad!

Lautaro no sabía si sonreír o no, Thiago celoso daba miedo!

Retrocedió chocando con la silla y se marchó.

Llegó al bar y llamó a su hermano mayor.

-Lautaro!

-Lisandro, estaré en la reunión de la tarde, pero necesito que durante el almuerzo vayas comunicando que hay policías mujeres nuevas.

-¿Dónde estás?

-En el bar de la esquina del banco.

Lisandro cortó la llamada y supo que su hermano andaba cerca.

A los segundos lo vio ingresar, venía junto a Leonal, los dos traían anteojos oscuros y gorras.

Se sentaron junto a él y pidieron café.

-Cuenta -exigió Leonel y Lautaro les dio las buenas nuevas.

El factor "falta de experiencia" les jugaba a favor, eran mujeres muy jóvenes, seguramente recién salían de la academia y habían cometido el error de ponerlas como seguridad del banco.

Sería mucho más fácil reducirlas en el caso que quisieran intentar algún tipo de ataque.

Lisandro sonreía satisfecho, todo estaba yendo viento en popa.

"mujeres policías nuevas" "banco con bóveda" "nuevo integrante especializado en alarmas"

Si!!!

Todo saldría a las mil maravillas, estaba entusiasmado.

Por debajo de la mesa, Leonel le apretó la mano y cuando lo miró, le guiño un ojo sonriente. Su hermano/amante también tenía la misma ansiedad.

Si!!!

Todo saldría a las mil maravillas.


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