Tony siempre se aseguraba de estar bien vestido cuando salía de su casa: traje y corbata, zapatos lustrados, lentes de diseñador. Las revistas siempre alababan su buen gusto en el vestir. Pero, esa mañana, eligió un look totalmente diferente, aunque hecho con mucho más amor.
Como ya no trabajaría en las Industrias Stark, consideró que sería exagerado seguir usando trajes tan serios; así que para iniciar su nueva vida como padre soltero, se puso una camisa discreta blanca, pantalones de franela gris y mocasines cómodos. Conservó los lentes de Prada (no podía verse atractivo sin ellos), pero por lo demás, decidió renovar su guardarropa y comprar prendas más casuales, y más apropiadas para una vida casera como la que pensaba llevar.
“De todas formas aún luzco hermoso” se dijo a sí mismo al verse al espejo. Satisfecho, tomó una caja que había dejado preparada la noche anterior y bajó al estacionamiento, controlando la hora en su reloj. No quería hacer esperar a Peter.
(…)
A la señora Danbury, directora del orfanato, se le hizo muy difícil no revelarle a Peter más detalles de los necesarios con respecto a la visita de Tony. Quería que fuera el propio Stark quien le diera la noticia, por lo que cuando le avisaron que había llegado, se levantó de su escritorio con gran alivio.
-Por fin… dile que pase, que pase de inmediato. Iré a buscar a Peter.
Por supuesto, el niño sabía por qué Tony Stark mostraba interés en él. Todos los chicos del orfanato, a cierta edad, comenzaban a entender su situación, y con mucho tacto se les explicaba en que consistía la adopción. Sin embargo una cosa era “saber” que los adultos iban a ese lugar a buscar hijos, y otra cosa era entenderlo y asumirlo en carne propia. Peter era muy joven y habían preferido no ilusionarlo hasta que todo estuviera listo, pero como la adopción ya era un hecho era momento de decírselo. Y nadie mejor para eso que su propio padre, que entró a la oficina de la directora con una gran caja.
-¿He llegado muy pronto? ¿Y Peter?
-La directora fue a buscarlo. Quédese tranquilo, señor Stark, regresarán enseguida- lo animó la secretaria. Tony asintió y dejó la caja a un lado, pero no fue capaz de sentarse y en vez de eso se puso a caminar como un león enjaulado por la oficina, mientras oía los apresurados latidos de su corazón. Se paró junto a la ventana y respiró hondo.
“Cálmate, o tampoco este corazón te va a durar”.
Unos pasos veloces llamaron su atención y volteó a ver, en el momento exacto en que la puerta se abría y entraba Peter, que parecía haber llegado corriendo. El niño sonrió de oreja a oreja.
-¡Señor Stark!- gritó con una alegría imposible de ocultar, para acto seguido correr hasta él y abrazarlo.- ¡Vino como lo prometió!
-Por supuesto… ¿cómo pensaste que te fallaría?- respondió cariñosamente, devolviéndole el abrazo y procurando que no se le nublara la vista.- Ven, sentémonos aquí un rato… hay muchas cosas que tenemos que hablar. Pero primero dime, ¿cómo has estado desde mi última visita?
-¡Bien! Bueno, lo extrañé a usted, pero disfruté mucho con esos cómics que me regaló. Me gusta leerlos, y además los compartí con mis amigos.
-Eso está muy bien, ¿sabes? Compartir. Se nota que eres un niño de corazón generoso.- Peter pareció encantado con el elogio, y se subió al sillón con las piernas cruzadas para estar más cerca de él. Se lo veía ansioso.
-¿Vamos a ir al parque a jugar como la última vez?
-Mmm… puede ser. Pero primero déjame que te cuente a que he venido.- Hizo una pausa.- ¿Recuerdas que una vez hablamos sobre el motivo de mis visitas a este orfanato?
-Sí, claro.- Aunque dijo que sí, sonaba dubitativo. Tony prosiguió.
-Empecé a venir porque quería tener un hijo, y deseaba adoptar a un niño. No tenía ninguna preferencia por alguien en particular; mi idea era conocerlos a todos, y después de haberlos conocido pensar seriamente sobre quién sería el indicado.
-¡Oh…!- por su expresión desolada Tony comprendió que Peter creía que él había elegido a otro, y se apresuró a sacarlo de su error.
-Peter, ¿a ti te gustaría ser ese hijo que he estado buscando? ¿Te haría feliz venir conmigo y convertirte en un Stark?
-¿Yo?- su tono anteriormente temeroso se volvió feliz en un segundo, mientras una sonrisa iba creciendo más y más en su cara.- ¿Usted me quiere adoptar?
-Sí.- El mayor le tendió la mano al sorprendido niño y se la apretó brevemente, sin poder serenarse del todo pero haciendo su mejor esfuerzo.- En el tiempo que hemos pasado juntos me di cuenta de lo especial que era para mí, y definitivamente quiero que seas mi hijo. Sé que podríamos ser una gran familia, y llevarnos excelente. Por eso no he venido en los últimos días, necesitaba cumplir con algunas formalidades que son necesarias para adoptar. Ahora que ya terminé, todo lo que me quedaba por hacer era venir y preguntarte si estás de acuerdo…
-¿Con… con ser su hijo de verdad? ¿Legalmente?
-Sí, con eso. ¿Estás de acuerdo, pequeño?
Peter gateó hasta él y volvió a abrazarlo, sollozando en silencio por toda respuesta. Tony se quedó impactado por la profundidad de sus sentimientos, tan fuertes y transparentes que costaba creer que tuviera diez años; durante un buen rato permaneció allí quieto, brindándole su apoyo físico, y solo se apartó un poco cuando sintió que el llanto menguaba. Le ofreció un pañuelo para que se limpiara la cara y luego lo sermoneó en plan de broma para que se relajara.
-¡Si lloras tanto, pensaré que no te gusta la idea de ser mi hijo!
-¡Claro que sí!- reclamó con la voz más aguda de lo usual, producto de la emoción. Con bríos renovados, se restregó los ojos para hacer desaparecer las lágrimas y luego encaró a Tony.- Yo siempre quise que fuera mi padre, pero pensé que si lo decía sonaría estúpido…
-Bueno, no es estúpido- aseguró.- De hecho, me encanta saber que ambos quisimos lo mismo desde un principio. Ser una familia. Ahora podemos serlo.- Los dos rieron y entonces Tony recogió la caja, entregándosela.- Es un regalo para ti. Pensé que te gustaría para guardar algunas de tus cosas.
Peter rompió el papel que envolvía la caja y sacó una mochila increíble de ella, llena de bolsillos y cierres; el diseño en relieve tenía forma de ruedita de luz azul que realmente brillaba, y con una sonrisa enorme exclamó:- ¡Es como el reactor ARK de Ironman! ¡Es increíble!
-¿Te gusta? Busqué bastante hasta hallar una que…
-¡Me encanta, me encanta! ¡Muchas gracias, papá!- gritó antes de quedar petrificado por su audacia. Tony, también quieto y con los ojos muy abiertos, no podía creer lo que acababa de escuchar. Pero como adulto que era se recuperó más rápido de la impresión, y abrazó a Peter con mucho más cariño que antes si era posible.
-No sabes cuan feliz me haces al llamarme “papá”, Peter. Gracias, gracias por abrirme tu corazón. Te prometo que nunca te defraudaré, estaré siempre a tu lado pase lo que pase.
Peter se sonrojó y se guardó unas lágrimas, pues no quería preocupar sin sentido a su padre. Su padre, Tony Stark. La idea era tan enorme que la felicidad no le cabía en el pecho, y cuando subió las escaleras hasta su habitación para recoger sus cosas lo hizo dando saltitos y riendo como un loco. A esa hora la mayoría de los niños estaban desayunando, por lo que no se cruzó con muchos y le dio tiempo a pensar en como quería despedirse de todos. Con mucha parsimonia comenzó a guardar en la mochila ARK sus valiosos cómics y su figura de acción de Spiderman, cuando la puerta se abrió y entró Wade Wilson. Wade, de quince años, con el cabello rapado y marcas en el rostro por una enfermedad, era el terror de todos los niños, pero a él le caía muy bien y lo saludó con la misma actitud afable de siempre.
-¡Hola, Wade! ¡No vas a creer lo que acaba de pasarme!
-Déjame adivinar. ¿Tiene que ver con ese hombre, no? Stark. El que viene cada dos por tres a visitarte con regalos.
-¡Sí! ¿Cómo lo supiste?- preguntó con auténtica inocencia, provocando que Wade levantara una ceja. A veces se le olvidaba que Peter no era más que un niño.
-Lo vi llegar en su auto, y luego vi que la directora venía por ti. Es fácil sacar conclusiones cuando las cosas están claras.- Se sentó en el suelo y miró las maletas a medio armar sobre la cama.- ¿Te vas con él?
-El señor Stark me adoptó, ¿sabes? ¿Puedes creerlo?- exclamó riendo a carcajadas.- Yo tenía la esperanza de que lo hiciera, pero no quería decirlo por si salía mal. Pero me adoptó de verdad. Me quiere. Y yo lo quiero a él- confesó, orgulloso.- Lo quiero un montón, lo quiero 3000- afirmó, poniéndose rojo ante la mirada de Wade. El mayor, sin embargo, no hizo ningún comentario mordaz y solo se paró para palmearle el hombro. Si su sonrisa no era muy profunda, Peter no lo notó.
-Me alegro por ti. De verdad, es genial saber que saldrás de este basurero y tendrás una familia… bueno, un padre, que cuidará de ti como te mereces.
-Wade, ¿vas a venir a visitarme? Aunque me vaya quiero seguir viéndote, eres mi mejor amigo- pidió Peter con unos ojos de cachorro que ignoraba poseer. Wade se mordió el labio.
-Ya veremos, Peter. Ya veremos. Pero ahora no pienses en mí, piensa solo en lo bien que la pasarás cuando llegues a tu nueva casa.- El menor asintió y se dio vuelta parloteando sobre todo lo que le gustaría hacer al llegar, pero cuando volvió a mirar tras de sí Wade ya se había marchado. Desconcertado se asomó al pasillo para ver si estaba allí, pero solo vio a Tony acercándose.
-¡Peter, ahí estás! No podía quedarme esperando, así que decidí subir y ayudarte con las maletas. ¿Te parece bien?- inquirió, a lo que Peter respondió afirmando y tomándolo de la mano con cariño.
-Me parece súper bien… papá.
A Tony se le derritió el corazón de ternura al oír a Peter diciéndole “papá”, y sospechó que pasaría mucho tiempo hasta que lo oyera como algo normal. Mientras lo ayudaba a guardar su ropa y juguetes, y reían a cada rato por cualquier cosa, se preguntó por qué había tardado tanto en darse cuenta de lo mucho que lo necesitaba en su vida.