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Feeling. Cherik por midhiel

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Este capítulo va dedicado a @KiKaLoBe

 

París

 

Dos semanas más tarde, Charles dejó el hospital con la recomendación de guardar reposo absoluto. Los jóvenes le acondicionaron su alcoba con una televisión y una mini biblioteca con sus libros favoritos para que se entretuviera.

 

Erik permanecía la mayor parte del tiempo a su lado. No porque desde que Genosha fuera destruida no tuviera un lugar a dónde ir sino porque quería permanecer en Westchester con Charles y con su hijo, y preocuparse de que estuvieran a salvo y se sintieran contenidos.

 

Cuando volvieron a la mansión, Scott acababa de recibir el alta médica. Afortunadamente no había sufrido heridas graves durante el enfrentamiento y Peter había recuperado la conciencia y, según los estudios, no sufriría secuelas. En una semana más lo dejarían regresar a casa. Erik lo visitaba a menudo en el hospital y platicaban juntos como padre e hijo.

 

De la que no se tenían noticias era de Jean. Charles preguntó por todos y en especial por ella al entrar en la mansión y Kurt tuvo que decirle la verdad. Se angustió pero prefirió controlarse por su propio estado y el de la criatura.

 

Charles comenzó a recibir controles diarios domiciliarios para que no abandonara la cama y en el quinto mes, descubrieron que esperaba una niña. Cuando llegó al sexto, una noche, se oyeron golpes en la puerta principal. Scott abrió y se encontró con Jean. Se abrazaron llorando, ella pidió perdón entre lágrimas y quiso ver a su mentor con urgencia.

 

Charles estaba sentado en su cama platicando con Hank, que prefirió retirarse al saber que la joven había llegado. Todavía le costaba enfrentarla tras la pérdida de Raven, aunque ahora sabía que ella no había tenido la culpa sino Cassandra Nova. La conocía porque Charles les había explicado brevemente de quién se trataba para que estuvieran todos alertas en la casa.

 

Por el pasillo, Jean se cruzó con Erik y bajó la cabeza, arrepentida. Erik la miró sin mostrarle rencor pero sin hablarle tampoco, y siguió su camino hacia la escalera.

 

La joven entró y corrió a la cama para abrazar a Charles. Había tanto que deseaba decirle, especialmente que lo amaba y rogarle su perdón.

 

-Todo está bien, mi pequeña Jean – susurró su mentor al oído y deshizo el abrazo para observarla -. No fue tu culpa, sino de ella.

 

-Cuando peleábamos, la leí, leí quién era, qué quería con usted y me estremecí – hipó la joven mientras trataba de secarse los ojos -. Finalmente se esfumó pero sé que no pude vencerla. Ella quedó en otra dimensión, no sé cuál ni cómo, sin embargo, no está aquí ni tampoco está muerta.

 

-¿Qué ocurrió contigo después de la lucha? – se interesó Charles. Lo preocupaba Cassandra pero también el bienestar de su pupila más amada.

 

-Quedé suspendida en el espacio – recordó Jean y suspiró -. Tanto mi cuerpo como mi mente. Desperté dos días atrás en un bosque desolado. Tenía todavía la ropa manchada con sangre y lo recordé todo. Lloré, lloré mucho – gimió -. Después enfilé hacia aquí.

 

Charles la abrazó de cuenta nueva, con mucha fuerza como cuando no era más que una niña desamparada.

 

-Ya regresaste a tu hogar, Jean.

 

-Este ya no es más mi hogar – sollozó ella, dando rienda suelta a sus temores -. Muchos me odian aquí y tienen razón. Hice mucho daño.

 

-Yo no te odio, jamás podría hacerlo y Scott te ama – le respondió Charles con calma -. Este es tu hogar, Jean, eres la niña que crie, eres una hija para mí y un padre jamás abandona a sus hijos.

 

La joven fue desahogándose con el abrazo y el llanto. Cuando Charles la sintió mejor, se separaron y se observaron de frente.

 

-Leí a Cassandra – mencionó Jean angustiada -. Lo culpa a usted y quiere vengarse matando a su hijo.

 

-No permitiré que la toque – determinó Charles con vehemencia y sus pupilas azules echaban chispas.

 

-¿La toque? – repitió Jean sorprendida -. ¿Es una niña?

 

Charles asintió sonriendo.

 

-Felicitaciones – se alegró la muchacha y le apretó la mano.

 

Charles se dio cuenta de lo valiosa que podía ser la ayuda de Jean y decidió ser completamente sincero con ella.

 

-Ella se comunicó conmigo cuando estaba en el hospital desde el plano astral. Me reveló su identidad y que quería vengarse a través de mi hija.

 

-¿Cómo cree que buscará vengarse?

 

-Según me lo dijo, buscará la manera de provocarme un aborto – explicó el telépata con la mano apoyada sobre el vientre. El solo pensarlo lo estremecía y Jean sintió escalofríos -. Voy a necesitar de tu ayuda. Sé que Cassandra volverá a comunicarse conmigo o contigo antes de preparar su venganza.

 

-Pero ella no está en esta dimensión.

 

-Por eso debemos hacerle frente en el plano astral, tú y yo.

 

-¿Puede hacer usted ese viaje en su estado? ¿No sería peligroso para la criatura?

 

-No combatiré, de ninguna manera, pero sí protegeré mentalmente a mi hija.

 

Jean lo miró sin entender.

 

Charles sonrió.

 

-Estoy estableciendo un vínculo con ella – se acarició el vientre -. A partir del quinto mes, percibo sus ondas cerebrales con más fuerza y me animo a establecer contacto con su mentencita. Le hablo suavemente, la tranquilizo y a veces le canto. Ya se acostumbró a mi voz y me responde.

 

La joven rio con ternura.

 

Charles rio también.

 

-Estoy convencido de que juntos, tú y yo, podremos vencer a Cassandra y que ella no tendrá oportunidad de acercarse a mi hija, pero necesito que estés preparada. Yo podría entrenarte un rato cada día.

 

-No dude que así lo haré – prometió Jean resuelta -. Quiero pagar lo que le hice a usted y les hice a todos.

 

-No fue tu culpa – rebatió su mentor.

 

Jean se mordió el labio inferior. No podía convencerse porque el remordimiento por sus acciones, especialmente la muerte de Raven, era demasiado potente.

 

-¿Cree que algún día Hank, Ororo y Kurt me perdonen? – preguntó con dolor -. Y Peter, ¿qué hay de él? ¿Me perdonará? ¿Y Erik por lo que les hice a usted, a Raven y a Peter, que es su hijo?

 

-Peter ya está en casa, restablecido – aseguró Charles y le hizo una caricia en la mejilla para calmarla -. Jean, como mutantes, en especial los que tenemos más experiencia, sabemos lo que es la manipulación porque nos hemos enfrentado a fuerzas muy poderosas, que muchas veces nos superaron, y a las que pudimos vencer recién después de un tiempo. Además, pienso que buena parte de lo que ocurrió fue mi culpa y lo sabes.

 

-¡Pero fui yo quien causó el daño! – exclamó Jean alterada. La culpa la hacía perder el control.

 

Charles la tranquilizó con una sonrisa.

 

-Cuando comprendas la dimensión del poder al que te enfrentaste, te darás cuenta de que no había mucho que pudieras hacer para evitarlo. Cassandra se alimentó de tu confusión y manipuló de cierta manera a la Fuerza Fénix para que te alteraras y dejaras estallar tu poder.

 

-Usted trata de consolarme.

 

-Sí – confirmó Charles asintiendo -. Pero esta vez lo estoy haciendo por medio de la verdad. Cuando eras una niña, transformé tus recuerdos para que te sintieras mejor, hoy, en cambio, todo lo que te estoy diciendo es cierto.

 

La joven bajó la mirada, mientras meditaba silenciosamente. Era difícil convivir con tanta culpa y si su mentor le estaba diciendo la verdad, sería una manera terapéutica de lidiar con el remordimiento. Pero también existía otra cuestión y es que ella quería cooperar porque adoraba a Charles y deseaba proteger a su hija.

 

Su mentor tenía una fe ciega en ella y Jean, en medio de la soledad y la confusión que la seguían carcomiendo, se propuso convencerse de que Charles no estaba equivocado.

 

………………..

 

Sentado en el costado de la cama, Erik escuchó atento la explicación de Charles horas más tarde y solo cuando su pareja terminó el relato, se decidió a opinar.

 

-No estoy de acuerdo con que realices ese viaje mental en tu estado, Charles – dejó en claro, serio y determinante -. Sería riesgoso para tu salud y fatal para la criatura, es débil todavía, la tensión que pudiera provocarte bien podría llevarte a perderla.

 

-No utilizaré la violencia contra Cassandra – argumentó el telépata -. Solo voy a crear una barrera mental alrededor de nuestra hija para protegerla de su ataque, será Jean quien la enfrente con mi entrenamiento. Además ya demostró que puede hacerlo sola.

 

Erik sacudió la cabeza, sin convencerse.

 

-El esfuerzo sería demasiado para ti y te provocaría demasiada tensión, Charles, vamos que lo sabes. Crear una barrera mental y mantenerla contra la agresión de esa loca y poderosa, no será nada fácil. Me preocuparía si no estuvieras embarazado, imagínate ahora que sí lo estás.

 

-Erik – trató de hacerlo entrar en razón.

 

Magneto se levantó de la cama y caminó hacia las puertas del balcón cerradas. Miró el paisaje en lontananza y volteó hacia él.

 

-Perdí a Nina en el pasado, no perderé una hija otra vez.

 

Charles aspiró profundo. Le dolía recordar esa pérdida tan traumática para su amante. De hecho, cuando supieron que se trataba de una niña, él se alegró pensando que de alguna manera, Erik compensaría esa angustia aunque eso era un decir porque nadie se recupera por completo de la muerte de un hijo.

 

-¿Qué otra solución hay? – suspiró el telépata, dándose por vencido.

 

Erik no sabía qué contestarle.

 

De repente sintieron un estruendo en el techo y alzaron la vista hacia el cielorraso. En un rincón, vieron una mancha gris que parecía de humedad pero que se iba expandiendo velozmente. Erik corrió a ubicarse junto a la cama interponiéndose entre Charles y la aparición.

 

Una figura traslúcida surgió de la mancha y bajó hasta el suelo. Allí se corporizó hasta convertirse en Cassandra Nova, con su traje negro impecable, su cabello platinado y la mirada vacua.

 

Rápido, Charles se colocó el índice sobre la sien para concentrarse y proteger a la criatura mientras que Erik se focalizaba en controlar todo el metal que hubiera cerca.

 

La mummudrai permaneció impávida.

 

Charles sintió una energía que intentaba invadir su mente pero que no provenía de Cassandra sino de alguien más, que él conocía bien. Antes de que pronunciara su nombre, la puerta se abrió y Jean Grey se presentó en el umbral, con los ojos llameantes y su cuerpo chispeando, no parecía ser más ella sino la Fuerza Fénix con toda su potencia.

 

-Eres una cobarde, Cassandra – espetó Charles, lleno de rabia -. No tienes el poder suficiente para atacar en este plano, solo te manifiestas como una ilusión óptica – al oírlo, Erik lanzó contra ella un velador de bronce, que la traspasó para luego estrellarse contra la pared. Sí, definitivamente la mummudrai no había terminado de corporizarse -. ¡Deja en paz a Jean Grey!

 

-¿Escuchaste, querida? – la incitó Cassandra con la voz melosa -. Cree que yo te manipulo y que no tienes la capacidad para decidir tus propias acciones, aun desprecia tu verdadero poder.

 

-¡Deja de manipularla! – ordenó Charles furioso. Sintió una punzada en el vientre y se dobló de dolor -. ¡Déjame en paz! Jean, por favor.  .  .

 

Erik corrió a su lado pero más allá de abrazarlo para tranquilizarlo, no había mucho que pudiera hacer. Volteó hacia la joven que tenía la mirada de fuego dirigida hacia el estómago abultado de su mentor. Charles se retorció con un grito en los brazos de su amante.

 

-¡Jean, déjalo! – suplicó Erik aunque estaba claro que no era ella sino la Fuerza Fénix controlada por Cassandra. Si seguía haciéndole daño no tardaría en provocarle un aborto -. ¡Déjalo! – ordenó y le envió varios elementos metálicos, que había en la habitación.

 

Sin inmutarse, Jean los dejó caer el suelo antes de que la rozaran.

 

La mummudrai sonreía con victoriosa crueldad.  El fin de Charles y de su hija nonata estaba cerca.

 

Erik arrancó de cuajo las cerraduras de puertas y ventanas de la recámara, desplomó la araña de cristal que coronaba el techo para hacerse de su estructura de bronce, y los tornillos de los sillones. Todo el metal del dormitorio permaneció flotando en el aire.

 

En medio del dolor, Charles se concentró para entrar en la mente de su pupila pero el poder de la joven había crecido y no le permitía conectarse con ella.

 

“Jean, mi pequeña Jean,” la llamó inútilmente.

 

Controlándola desde el plano astral, Cassandrá elevó las barreras que protegían la mente de Jean para que el telépata no se introdujera en ella. Charles lo comprendió y decidió dirigirse a la cabeza de su amante.

 

“Erik, necesito que te focalices en Cassandra, no en Jean. Atácala para que se desconcentre.”

 

Magneto viró la mirada hacia la mummudrai y apuntó los elementos metálicos en dirección a ella. Cassandra entendió lo que buscaba hacer pero no se preocupó porque ningún objeto de esta dimensión podría dañarla mientras ella permaneciera en el plano astral. Sin embargo, al pensar en lo que Erik quería hacerle, se desconcentró unos segundos, el tiempo suficiente para que Charles aprovechara para conectarse con Jean.

 

“Escucha, pequeña,” le pidió con toda la suavidad de la que fue capaz en ese momento de angustia. “Tú vales más que todo lo que ella pueda decirte o mostrarte, tú eres Jean Grey, la mutante más poderosa que he conocido y que lejos de hacer daño, siempre has buscado proteger a los que amas.”

 

“¡Salga de mi cabeza!,” le ordenó Jean enojada y su mentor se dio cuenta de que no era ella misma sino Cassandra la que le daba la orden y prosiguió. “¡Salga!”

 

“No lo haré, mi pequeña, porque no voy a dejar que ella lastime a mi hija ni te lastime a ti. Sabes muy bien lo que significas para mí, Jean, a pesar de todo lo que Cassandra pueda decirte, tú sientes el amor genuino que te tengo.”

 

De los ojos encendidos de Jean comenzaron a brotar lágrimas. Se sentía tocada por las palabras de su mentor porque sabía que eran sinceras, y también enojada e impotente por la presión que la mummudrai ejercía en su cabeza. Trató inútilmente de quitársela de encima. Cassandra no se iba a dejar vencer con facilidad así que concentró toda su energía en seguir consiguiendo que la joven lastimara el vientre de Charles contra su voluntad.

 

Erik no tenía la telepatía de ellos pero se daba cuenta de lo que ocurría y que una distracción de Cassandra sería suficiente para ayudarlos a vencerla. Por eso le envió un recipiente metálico, que ella no se preocupó en evitar pero que fue suficiente para que se desconcentrara un segundo.

 

Charles aprovechó la ocasión y envió el escudo mental protector con el que cubría a su hija hacia la mente de Jean para ayudarla. Cassandra sintió el bloqueo y le soltó una descarga para alejarlo pero Charles se focalizó más. Jean advirtió lo que su mentor estaba haciendo por ella.

 

-Gracias – le murmuró a Charles con una sonrisa y, acto seguido y con un esfuerzo enorme, dirigió su energía contra la mummudrai.

 

Cassandra no se esperaba el ataque y su figura se debilitó. Charles aumentó su escudo y Jean, sintiéndose protegida por él, la agredió con más fuerza.

 

Charles percibió que la mente de la joven se debilitaba y también la de Cassandra. Ambas luchaban y se estaban venciendo. Finalmente oyeron una explosión. Erik cubrió a Charles con su cuerpo en la cama. Cuando pasados unos minutos alzaron la cabeza, descubrieron que tanto una como la otra habían desaparecido.

 

Charles buscó a Jean mentalmente pero no la encontró. Se frotó la barriga y sintió que la criatura estaba sana mental y físicamente. Lloró y Erik lo abrazó con más fuerza.

 

 

………………….

 

El paradero de Jean se convirtió en un misterio nuevamente. Pasaron los meses sin tener noticias y todos quedaron desconsolados, en especial Scott, pero Charles les aseguraba que su mente seguía activa en alguna parte aunque no pudiera localizarla aun con Cerebro.

 

La gestación continuó sin inconvenientes y tres meses después del último ataque infructuoso de Cassandra, Charles dio a luz a una niña por medio de una cesárea programada en una clínica especializada en genética mutante.

 

Seis meses después de la desaparición de Jean, Charles y Erik decidieron tomarse un merecido descanso de la responsabilidad enorme que tenían como líderes de su gente y optaron por disfrutar de un mes de vacaciones en París. Era un día soleado y Erik dejó a su amante sentado en su silla ruedas junto a una mesa de un café típico parisino al aire libre, para buscar el tablero de ajedrez portátil del coche que tenían rentado para recorrer la ciudad a sus anchas. Regresó junto a la mesita y se sentó enfrentado a Charles, que todavía lucía una barriguita hinchada y la curva se le dibujaba en la posición distendida en la que se encontraba sentado. Magneto abrió el tablero.

 

-Ya te lo dije, Charles – comentó, sonriéndole encantador -. El aire de París te sienta de maravilla, hasta te ves más guapo.

 

Charles rio, mitad divertido y mitad orgulloso con el cumplido. Es que esa sonrisa de Erik simplemente lo derretía.

 

-Elige – pidió Magneto mientras le presentaba los dos puños cerrados.

 

Sin dejar de reír, Charles le acarició los dedos de la mano izquierda. Erik la abrió y dejó ver un peón blanco: Charles había ganado y tendría el honor de iniciar la partida. Entre sonrisas melosas, comenzaron a ubicar las piezas.

 

De repente, un ruidito junto al telépata demandó la atención de los dos. Se trataba de la niñita, que acaba de despertar y estaba haciendo pucheros. Charles la alzó de su moisés, que reposaba en una silla junto a la suya, y la acurrucó contra su pecho. Era muy parecida a Erik físicamente porque había heredado las facciones del rostro, era espigada y tenía los dedos largos y finos, pero su color de ojos era idéntico al del telépata y también su carácter pacífico. Cuando hacía muecas, podían notársele en las comisuras rasgos de la sonrisa de tiburón de su padre. Charles reía mientras la arrullaba. Erik los observaba a ambos extasiado.

 

-¿Cómo está nuestra pequeña Anya? – preguntó Magneto.

 

Charles volteó hacia él y le sonrió.

 

-Con hambre como sus padres. ¿Me pasas el biberón y encargamos algo para comer y beber?

 

-¿Té con los emparedados de queso que pedimos ayer? – indagó Erik, mientras corría el cierre del bolso de mano que habían ubicado en otra silla con los elementos para la niña, y sacaba un biberón, una toallita, un termo con agua caliente, leche y todo lo necesario para que Charles la alimentara -. Hoy se me antoja un café con uno de pollo.

 

Charles no le respondió porque estaba demasiado concentrado en los objetos que Erik le pasaba para preparar el alimento de Anya. También mecía a la niña en sus brazos para que se relajara.

 

Sin perder la sonrisa, Erik los observaba a los dos y cuando la pequeña comenzó a succionar con ganas la tetilla, rio. No había nada más emocionante que verla comer, bueno, en realidad, verla comer era tan emocionante como luchar por sus ideales y amar a su telépata y, a decir verdad, para Magneto no había nada más emocionante ahora que haber conseguido una familia con Charles y saber que ya no volverían a separarse.

 

Tan enfocados estaban los dos en Anya que no distinguieron la estela dorada en forma de ave, que se dibujaba en el cielo. Desde el espacio Jean los estaba cuidando y regresaría pronto.

 

Charles lo sabía en el fondo de su corazón y también sabía que no podía pedir mayor felicidad que la que tenía en este momento.

 

…………..

 

¡Hola! Aquí llegó este pequeño fic a su fin. ¿Qué les pareció esta locura antes de ir al cine? Fue una idea que me surgió mientras espero ansiosa el estreno de la película. Espero que les haya gustado y muchas gracias por leer, votarla y comentar, que me hacen el día.

 

Midhiel

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 


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