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¡Pobre! por jotaceh

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Notas del capitulo:

Hola a todos!!!

Espero que estén muy bien y que todos sus sueños se estén cumpliendo!

Hoy les traigo... amor e intriga... un poco de pena, pero romance!!

Espero les guste!

Nos leemos! Los adoro!

Día 61: Más de un problemas

 

Le dejé claro a Ricardo que prefería la amistad de Julieta, por lo que estaba seguro que no lo vería de nuevo. Fui a clases con normalidad, tan solo que al entrar a la escuela fui intervenido por Emilia y Cristián. Me arrastraron hasta el patio, detrás de las graderías de la cancha. Parecía como si me hubieran secuestrado.

-¿Qué les pasa? ¿Por qué están tan desesperados? –

-Carmen no nos responde las llamadas hace tres días, ¿le ha sucedido algo? –mi amigo estaba preocupado.

-Que yo sepa no, ¿por qué no han ido a la casa? –

-Si hemos ido y hemos gritado como locos, pero nadie atiende –la muchacha también parecía descolocada.

-Yo no los he escuchado –ah verdad que he estado afuera estos días. ¿Desde cuándo soy tan suelto?

-Es como si quisiera esconderse de nosotros, y eso destruye nuestros corazoncitos. ¿Podrías averiguar? –ambos me colocaron cara de perritos apaleados, por lo que accedí a ayudarles.

¿Qué había pasado en el paraíso? No quise alarmar a los chicos, pero mi mamá se aburre rápido de sus parejas. De hecho, ya me parecía raro que esa idea del trío haya durado tanto tiempo. Pobres muchachos, van a sufrir su primera pena de amor.

Pero eso no fue lo único extraño que ocurrió ese día, porque mientras estaba sentado en una banca del patio, mirando cómo las nubes comenzaban a unirse en el cielo, se me acercó Roberto. Sabía que íbamos al mismo colegio (porque es el único público del pueblo, y porque me lo había dicho también), tan solo que no nos habíamos topado antes.

-¿Qué? ¿No tienes amigos? –fue lo primero que me dijo cuando se sentó a mi lado.

-Sí los tengo, pero últimamente están más centrados en sus problemas… -me refería a Cristián, porque… mierda, no me quedan más amistades en la escuela.

-Pensé que eras un apestado, ¿no te molestan o sí? –

-No, y eso que saben que soy gay. Antes creía que si se enteraban me iban a hacer bullying, pero no fue nada de eso, al contrario, todos me aceptaron muy rápido –

-Es que creo que ya lo sabían de antes, ¿qué novedad era? –se rio en mi cara.

-¿Me estás diciendo que se me nota? –

-Claro, hay que ser muy estúpido para no notarlo. Mira, si hasta te sientas como una princesa –en ese momento traté de separar las piernas para ser “más masculino”.

-¡Por favor! Como si eso fuera algo malo. Mejor que se me note, así saben los chicos que pueden coquetearme –me arrepentí y esta vez crucé las piernas como toda una libertina.

-¿Te pueden coquetear? ¿Por qué? ¿Ya lo han hecho? –se puso serio.

-Sí, fíjate que sí. Uno me llenó la casa de flores –

-Ah, mira que interesante. No sabía que ya tenías novio –parece que se enojó, porque dejó de mirarme y se centró en el patio y los niños que corrían por él.

-Es un viejo con plata que dice que se enamoró de mí, pero no podemos estar juntos porque… bueno, es el papá de una amiga. Además, que es mucho mayor y eso estaría mal –

Roberto siguió sin mirarme, aunque cruzó los brazos como si estuviera más molesto aún.

-Parece que solo te gusta la gente con plata –

-¿Qué? ¿Me estás diciendo puto? –me alteré. No, en realidad no, solo quería asustarlo, por lo que fingí.

-¡No! ¡Jamás te diría eso! –abrió los ojos como búho por la impresión, y me miró de inmediato, de hecho, hasta me tomó de los hombros, como para asegurarse que estaba tomándole atención.

-Estaba drogado, pero creo que no mentía, en realidad pienso que me gustas –

Como un poder divino vino a mí la coquetería. Es como si estuviera en nuestras venas, en la sangre Soto. ¡Mamá! Que ahora te entiendo, no es que quieras ser puta, es que te nace. Y yo que la he tratado tan mal.

Hubo un momento de silencio. Él me miraba fijamente como si esperara a que le dijera más, mientras yo me preguntaba: ¿Terminaré a los cuarenta soltero y con una relación poliamorosa con dos críos de escuela?

No dijo nada más, solo cerró los ojos y acercó sus labios a los míos. Me besó con desespero como si estuviera obsesionado con el sabor de mi boca. Yo me quedé viendo y es que me sorprendió, nunca pensé que lo haría ahí, en medio del colegio, con todos mirándonos.

-En realidad me gustas – dijo después del beso.

-Qué osado, menos mal que nos vio ningún profesor –

-¿Pero te gustó? –

-Claro, podríamos besarnos más seguido –sí, tiene buena técnica y como hace tanto que no lo hacía, creo que estoy ansioso por volver a tener a alguien con quien practicar.

-¿Nos vemos después de clases? –

-Ok, vamos a mi casa que tengo que preguntarle algo a mi mamá y después podemos ir a caminar por ahí –

-Genial… es una cita entonces –se levantó de pronto y se fue caminando de espalda como para no dejar de mirarme, tan solo que tropezó con un enano de primero y casi se cae.

Sonreí el resto del día y es que todo estaba saliendo bien con Roberto. Él es guapo, un tanto rudo y lo mejor de todo, es que tiene mi edad. ¿Cómo fui tan tonto de creer que podría tener algo con Ricardo? No, es mucho mejor la carne fresca. No… No…. ¡Sácalo de ahí! ¡Deja de pensar! Mierda, me fue imposible no recordar a Rafael.

Como lo habíamos acordado, al terminar las clases me junté con Roberto. Nos fuimos caminando en medio del campo, tocando las ramas de los árboles y viendo cómo las vacas comían bajo la luz tenue del sol, que con mucho esfuerzo se colaba entre las nubes. Y de pronto, sin previo aviso, me tomó de la mano y comenzamos a caminar así, como si fuéramos una pareja.

-¿Y esto? – le sonreí.

-Solo quería hacerlo, ¿te molesta? –

-Claro que no –

Me gustaba, en realidad me gustaba andar así y es que su mano era tan grande, como si trabajara en la construcción o algo así. No sé, me mata esa cualidad en un chico, es como si pudiera saber el tamaño de su… de su… Qué calor hace en pleno invierno. Esto del calentamiento global está avanzando tan rápido.

Llegamos a mi casa, y aunque algo me decía que no tenía que hacer pasar a Roberto, lo hice. Mi mamá o mi abuela iban a hacerle un cuestionario al pobre, pero prefería que lo hicieran de inmediato y no seguir aplazando la agonía.

-¡Ya llegué! –grité tras cerrar la puerta. -¡¿Hay alguien?! –

No hubo respuestas, parece que no estaba ninguna de las mujeres. Tenía que platicar con Carmen sobre Cristián y Emilia, pero me resigné a hacerlo en la noche. Quería aprovechar de pasar al baño antes de volver a salir con el chico, tan solo que la puerta estaba cerrada.

-¿Hay alguien? –

No hubo respuesta.

-¿Hay alguien? –

-Sí, soy yo, estoy ocupada –escuché la voz de mi mamá.

-¿Estás bien? –algo me causó curiosidad, su voz era muy débil.

-Sí, no te preocupes –tan solo que tras decir eso escuché un golpe muy fuerte desde dentro. Se había caído.

-¿Mamá? ¿Qué pasó? –comencé a golpear, necesitaba que abriera para ayudarla, tan solo que no me respondía.

-A ver, córrete – Roberto se acercó y sin preguntar nada, comenzó a empujar contra la puerta. Con mucha fuerza, después del tercer golpe, lo logró.

Entré desesperado para encontrarme con Carmen desmayada en el suelo sobre un enorme charco de sangre. Se estaba desangrando.

-Llamaré a la ambulancia – escuché.

Creo que durante todo ese día no dije nada más. Solo atiné a levantar la cabeza de mi mamá y colocarla en mi regazo mientras le acariciaba. ¿Qué sería de mí si le sucediera algo? Muchas veces es infantil, no piensa las cosas antes de hacerlas, todo el mundo habla de nosotros en el pueblo por la reputación que tiene, incluso ahora ha tenido una relación con mis amigos, pero es mi mamá y sea como sea la amo. Es la misma mujer que siempre me ha abrazado cuando tengo pena, que me regalaba un chocolate cuando veía que no me estaba yendo tan bien en el colegio, porque prefería verme feliz antes que regañarme para hacerme sentir peor. Mientras la esperaba en urgencias, solo pensaba en lo triste que sería mi vida sin ella. Porque, siendo muy sinceros, puedo sobrevivir sin Rafael u Olivia, pero jamás sin Carmen.

 

 

 


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