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Hogwarts High School por Sh1m1

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Harry estaba en una nube, una nube blandita y luminosa. Desde su cita en Hogsmeade Draco no dejaba de buscarle y querer pasar tiempo con él.

Su sueño se estaba haciendo realidad, era cierto que Draco a veces era un poco seco y se le quedaba mirando como si Harry fuera un poco extraño, pero otras, otras le miraba de un modo que le hacía temblar las piernas.

Nunca había pensado que Draco pudiera ser una persona tan reservada, pero realmente hablaba bastante poco de sí mismo, y Harry se moría por saberlo todo de él, qué cosas le gustaban, cuál era su grupo favorito, le había sorprendido que no quisiera ser jugador de Quidditch.

Tenía tantas preguntas.

Draco le había propuesto estudiar juntos esa tarde, y él estaba impaciente, todo el tiempo que pasaban separados no dejaba de pensar en él.

Le vio en la puerta de la biblioteca, pero su humor cambió cuando le vio hablando con un chico de Ravenclaw, debía ser de algún curso más bajo que ellos, y era muy guapo.

Notó un pellizco de celos, y Harry realmente nunca se había considerado celoso, pero Draco estaba sonriéndole y hablándole como si entre ellos hubiera algo más.

Cuando el Ravenclaw le puso ojitos Harry se coló en la conversación.

—Hola, ya he llegado.—Draco lo miró con molestia, pero cambió su expresión rápidamente.

—Ya nos veremos, Altair—dijo Draco despidiéndose con una de esas sonrisas tan bonitas, Harry estaba tan molesto, él había pensado que Draco no tenía interés en nadie más.

El tal Altair emitió una sonrisa muy cargante, y Harry tuvo suficiente de esos dos, agarró a Draco y lo metió en la biblioteca, harían deberes como habían acordado.

El rubio le siguió y se sentaron, no se sabía cuál parecía más molesto. Harry no le miró en toda la hora que estuvieron en aquella mesa sentados.

Intentaba decirse a sí mismo que no pasaba nada, que solo estaban hablando, que Draco estaba allí con él, pero no conseguía quitarse el malestar de encima.

Estaban recogiendo, sabía que debía callarse, que no tenía que decir nada, pero el picor de la duda le hizo hablar.

—¿De qué conoces a ese Ravenclaw?—preguntó al fin, y en cuanto lo hizo se arrepintió, la cara de Draco no era muy agradable.

—Nuestros padres son amigos—dijo escueto.

Harry sentía que allí había más de lo que Draco estaba diciendo, y sintió que todo ese malestar iba a acabar transformándose en lágrimas. Sería tan ridículo que se pusiera a llorar delante de él por algo así.

—¿Te gusta?—La voz le salió demasiado lastimosa, Draco le miró durante un rato sin decir nada.

Pero hizo algo que él no había esperado, se inclinó sobre él y le besó, suave, muy suave. Y la nube que le había estado sosteniendo volvió a hacerse gruesa y mullida.

—Me gustas tú—le dijo cuando se separaron.

Draco se había sentido muy molesto cuando Porfes les interrumpió a Altair y a él, desde el verano anterior donde le había vuelto a ver reconocía que el chico de Ravenclaw le había interesado. Tenía todo lo que a él le gustaba, era realmente guapo, su sonrisa era de esas que enamoraban a todos, era de una familia a su nivel, y se bebía los vientos por Draco desde pequeño. Este comprobó que había crecido estupendamente y que no le importaría tener algo con él. Pero Altair se había hecho el difícil, llevaba todo el curso lanzándole indirectas pero a la hora de la verdad desaparecía.

Le sorprendió cuando se lo encontró en la puerta de la biblioteca, habían estado hablando hasta que había llegado el gnomito muy enfadado, luego había estado toda la hora callado. Ya tenía que haberse dado cuenta de que algo le pasaba, porque parecía sufrir de incontinencia verbal.

La pregunta le pilló por sorpresa, al parecer había resultado muy evidente el interés entre él y Altair.

Se dio cuenta de que iba a tener una escena del todo desagradable cuando ese chico estaba a punto de ponerse a llorar. Odiaba que lloraran, era incómodo y Draco no sabía qué hacer.

Aún quedaban dos semanas hasta el baile, y todo aquello acabaría, él podría centrarse en Altair, y olvidarse de ese chico molesto de ojos llorosos.

Pero de momento tenía que aguantar, así que hizo algo sin pensar mucho más que en que le daría algo de tiempo sin tener que lidiar con lágrimas y reclamos.

Le besó, aquello tendría que servirle para dejarle tranquilo, ¿no?

Había servido, nada de lágrimas y un gnomito sonriente, tampoco fue el beso del siglo, no más que un toque de labios.

Aunque por más que quiso no pudo encontrarlo desagradable, ni cuando este le devolvió el beso. Incluso tuvo la loca idea de profundizarlo más, pero gracias a Merlin recobró el raciocinio y siguió con su plan.

—Solo me gustas tú—dijo volviendo loco de felicidad al chico, este se le abrazó y Draco le acarició la cabeza.

Que pasaran esas dos semanas rápido, porque todo aquello se estaba convirtiendo en una cosa demasiado bizarra, hasta el punto de que cuando ambos se separaron le seguía sintiéndolo contra su cuerpo.

 

 

 

 

Notas finales:

 


¿Le damos con la zapatilla a Draco?


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