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Hogwarts High School por Sh1m1

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Ron estaba sentado en la cama de su dormitorio que por mucho que Mcgonagall insistiera ya le iba pequeña. Soltó un suspiro cansado, dirigió la mirada una vez más a la aberración sobre ella. 

 

 

Si es que ya le parecía raro que todo estuviera yendo tan bien.

 

Después del beso bajo las gradas, habían venido más besos, muchos más besos. Entendía el concepto "nube" que Harry había tratado de explicarle, la suya era morena y se llamaba Blaise y hacía que con un solo toque, una sonrisa o sus ojos brillantes Ron se elevara del suelo.

 

 

 

Había avisado a su madre con muy poco tiempo, como ella le había gritado en una carta vociferadora, para luego darle la enhorabuena por asistir. Era viernes cuando llegó una gran caja marrón, pero jamás esperó encontrar lo que había en su interior.

 

Harry y Neville fueron a la ayuda de su amigo cuando emitió un gemido ahogado.

 

—Mi incipiente vida sentimental ha muerto, poned eso en mi tumba, por favor—dijo Ron de manera dramática.

 

—¿Qué ha pasado?—dijo Neville asustado.

 

—Esto, esto ha pasado.—Ron sacó un trozo de tela de un color parduzco, llena de encajes un tanto desgastados. Pero si el aspecto era malo el olor no era mucho mejor.

 

—¿Qué es eso?—preguntó Harry con la nariz arrugada.

 

—Mi sentencia de muerte.—Con todo lo grande que era el pelirrojo cuando hablaban de drama, él era el rey.

 

—¿Esto es una túnica de gala?—preguntó Neville sorprendido.

 

—Mi madre dice que como no esperaba que fuera a ir al baile no ha tenido tiempo de encontrar otra cosa.

 

 

—Bueno, tampoco está tan mal...—dijo Harry intentándole dar ánimos a Ron.

 

—Ah, ¿sí? Enséñame la tuya.

 

Harry no quería enseñarle su túnica, Remus había cosido una vieja túnica de gala de Sirius, amoldándola a las hechuras más pequeñas de él. A pesar de todo, era infinitamente más elegante que la de Ron y por la cara de Neville, que tenía una nueva, moderna y elegante túnica tampoco se la iba a enseñar.

 

 

—Vamos, seguro que podemos hacer algo con esto—dijo Harry que era incapaz de verle el punto negativo a algo. No después de haberse reconciliado con Draco. Nada podía enturbiar su optimismo ni siquiera aquella abominación de túnica.—Además, seguro que a Zabini esas cosas le dan igual.—Neville le dio un codazo en las costillas a Harry que a veces no era consciente de cuando se excedía en creer en la bondad de las personas.

 

 

—Blaise, no se me acercará jamás con esta cosa bizarra en lo alto—se quejó Ron con la cabeza entre las piernas.

 

Por su parte Neville comenzó a aplicarle cuanto hechizo sabía al trozo de tela que parecía ser inmune a cualquier tipo de variación.

 

—¿Qué es ese olor?—Entró quejándose Seamus—. Huele a pis de gato—El quejido lastimero de Ron fue seguido de una lluvia de cojinazos contra su otro compañero de habitación.

 

—¿Pero qué he dicho?—se quejó Seamus saliendo de una montaña de plumas.

 

 

—No pienso ir al baile—dijo con determinación Ron.

 

 

 

Blaise estaba esperando frente al retrato de la Dama Gorda que daba al interior de Gryffindor. Su túnica de gala impecable, su pelo lucía realmente espectacular y sus cejas estaban completamente restituidas.

 

Pero su cara no mostraba ninguna muestra de felicidad, más al contrario, estaba bastante enfadado.

 

Ron le había dado plantón, llevaba dos días muy extraño y ahora no se había presentado en la entrada al Gran Comedor donde se realizaba el baile.

 

Aquello era inadmisible, jamás, jamás de los jamases alguien le había dejado plantado.

 

Se sentía estúpido allí delante del retrato de aquella horrible mujer que no le dejaba pasar.

 

Sabía que estaba allí escondido riéndose de él, si las cejas le habían crecido estaban por caérsele de nuevo pero por el monumental cabreo que no hacía más que escalar y escalar.

 

—Ronald Weasley sal ahora mismo de ahí o te arrepentirás.

 

Los cuadros al rededor estaban abarrotados de mirones, y Blaise se estaba cansando. Nadie había salido de allí, porque obviamente estaban en el baile, todo el mundo estaba en el baile.

 

—Chico, va siendo hora de que te vayas o avisaremos al profesor Snape para que ponga orden a los maleducados de sus chicos—le amenazó la señora. Pero en ese momento la esquina del marco se abrió y apareció el rostro de Ron.

 

Estaba en pijama, el muy desgraciado estaba en pijama.

 

—¿Qué se supone que estás haciendo?—le recriminó Blaise.

 

—No voy a ir, Blaise—confesó Ron.

 

—¿Y desde cuándo has decidido eso?—Efectivamente le estaba dando plantón, había tenido la vaga esperanza de que el chico estuviera medio muerto incapacitado para no asistir con él al baile, no que decidiera no ir voluntariamente.

 

Blaise entró a la sala común sin pedir permiso, y a sus espaldas iba un muy cabizbajo Ron.

 

—¿Piensas explicarme por qué?—dijo con los brazos cruzados en mitad de tanto rojo que estaba dañando sus ojos.

 

 

—No puedo...ir, lo siento.

 

—Eso no es una "explicación"—dijo Blaise—¿Habías planeado esto?—Su voz sonó más insegura de lo que había querido.

 

El suelo se le movía bajo los pies al pensar que había sido engañado como él había querido hacer con Ron, solo que ya no quería hacer eso. Desde hacía tiempo que no quería hacer eso, cuando al fin se habían besado Blaise se sintió mejor de lo que hacía tiempo se había sentido.

 

Ron era bastante malo besando, pero aprendía muy rápido, y entre sus brazos se había sentido tan bien, tan... bien. No sabía explicar cuál era el matiz diferente con los otros chicos con los que había estado. Quizás fueran sus ojos dulces al mirarlo, sus nariz acariciando su cuello, su risa contra su oído. No sabía lo que era, pero era y ahora estaba dejando de ser.

 

—¿Qué? No, para nada, yo quería ir contigo...—le corrigió rápidamente el pelirrojo—. Ven, te lo enseñaré.

 

Subieron por unas escaleras de caracol a lo que era un dormitorio compartido ¿compartido? ¡Qué mal gusto tenían esos Gryffindor! 

 

Se acercaron a una de las camas que debería de ser la de Ron y encima de ella estaba la túnica más horrorosa que Blaise hubiera visto en su vida.

 

—¿Entiendes por qué no puedo ir?—dijo Ron muy avergonzado.

 

—¿Tus padres te odian?—dijo Blaise realmente horrorizado.

 

—Pues realmente he empezado a pensar que soy su hijo menos favorito, sí.

 

—Pero eso no explica por qué no me lo has dicho, ¿sabes lo que he sentido al no verte aparecer?

 

Ron parecía completamente abatido, y aunque le daban unos impulsos muy locos de consolarle, se contuvo.

 

—Lo siento, me sentía muy avergonzado.—Se dejó caer sobre la cama—Pero mírate, y mírame, quizás sea lo mejor, tú te mereces a alguien mejor que ... 

 

Blaise se arrojó sobre él tapando su boca.

 

—Lo que yo merezca o deje de merecer es asunto mío y solo mío... y yo me merezco al novio que he elegido.

 

Los ojos color cielo claro de Ron le miraban completamente sorprendidos, y a Blaise le costó volver a concentrarse debido a la postura que había adoptado.

 

Se arremangó la túnica para poder sentarse a horcajadas sobre el Gryffindor al que había dejado sin palabras.

 

—¿Tu novio?—preguntó al fin.

 

Blaise solo asintió, no era bueno pidiendo las cosas, su estilo era más impositivo, como el hijo único de una mujer demasiado rica que pasaba demasiado poco tiempo con su hijo.

 

Pero contuvo el aliento, hasta que vio sonreír a Ron, y como le besaba. Eso era un sí.

 

Tras una sesión demasiado ardiente de besuqueo para dos adolescentes calenturientos en unos dormitorios completamente solos, Ron tenía abrazado a Blaise que ya no llevaba su preciosa túnica de gala.

 

Novios, novios, eran novios. Volvió a besarle, aquella noche se presentaba horrible y había acabado de un modo maravilloso. Novios.

 

—Ahora levanta tu pecoso culo de aquí, y llévame al baile—ordenó Blaise.

 

—Blaise, esa túnica no va a salir de este dormitorio, no pienso hacer semejante ridículo ni avergonzarte a ti.

 

Blaise se levantó ligero de la cama, se apuntó a su propia túnica, y la modificó. Ya le había mostrado como la suya era imposible de cambiar, y ahora ambas eran igual de horribles.

 

 

—Uno hace el ridículo, dos marcan tendencia—dijo con los ojos brillantes que tanto le gustaban a Ron.

 

En este caso fue el pelirrojo el que se abalanzó sobre su novio para otra ronda de besuqueo, quizás llegaran un poco tarde, pero llegarían.

 

 

 

 

 

 

 

Notas finales:


¿Novios? Ay, madre, novios. A veces me sorprendo hasta de lo que yo escribo jajajja.

Bueno en fin, primera pareja oficial.

Hasta mañana.

Shimi.


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