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La esperanza de amar por darkwinter

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Ambos se encontraban recostados en la cama, Hao a espaldas de Yoh besándolo, recorriendo con sus manos cada centímetro del abdomen del contrario, separándose por la necesidad de aire, Yoh se giró acomodándose sobre el pecho de su amante.

-Te amo-dijo antes de quedarse dormido, Hao suspiro tomando la sabana y tapándose ambos.

Yoh miraba el lugar sorprendido, no sabía que los demás días de la semana era un antro y los sábados cerraban el bar para las peleas, según Hao, lo hacían para evitar peleas entre el público, el pelicorto quiso experimentar y ordeno una piña colada, Hao ordeno cerveza oscura, el pelilargo no terminaba aun su cerveza e Yoh ordeno otra piña colada.

-Si te emborrachas, no te llevare cargando- el pelicorto entrecerró los ojos antes de tomar su bebida.

-Mentira, si lo harías- sonrió y continúo bebiendo. De repente, un grito rompió el ambiente, varios oficiales de policía bajaron las escaleras en fila con pistolas eléctricas en mano, el pánico no se hizo esperar, la gente corría de un lado a otro en completo caos, algunos siendo electrocutados, Hao tomo fuertemente la mano de Yoh tratando de abrirse paso a la salida, un policía se interpuso y Hao le propino un duro puñetazo mandándolo directo al piso, sin embargo, un hombre llego corriendo frenético empujando a Yoh sin fijarse ,separándolos.

-¡HAO!-exclamo tratando de llegar a él, pero la gente enloquecida no se lo permitían.

-¡YO…!-antes de poder reaccionar recibió un disparo eléctrico cayendo al piso, Yoh al ver esto trato de llegar con él a toda prisa, empujando a todos a su alrededor, siendo detenido por un oficial, quien lo tomo de brazo inmovilizándolo para esposarlo, trato de liberarse sin conseguirlo, fue llevado a rastras a la patrulla donde lo metieron con otras personas. Desesperado, buscaba a Hao, tratando de ver desde la ventana las otras patrullas intentando encontrarlo, el policía subió al vehículo encendiendo y iniciando el camino a la comisaria. Al llegar los llevaron a la sección de celdas, lo encerraron con otro sujeto, volvió a buscar y por fin lo encontró, a unas celdas cercas de la puerta, llego un oficial llevándoselo a quien sabe dónde, Hao era un año mayor que él pero aún era menor de edad, preocupado aguardo hasta su regreso, no tenía noción del tiempo, ya había tardado bastante, entonces lo vio regresar, su rostro reflejaba malestar y preocupación, las horas pasaron venían por alguien y luego lo regresaban, algunos estaban molestos, otros parecían angustiados, llego su turno, fue conducido a una sala de interrogatorio donde un detective esperaba, lo sentaron esposándolo a la mesa.

-¿Nombre?- pregunto viéndolo seriamente.

-Yoh- respondió reusándose a decir su apellido, con una ligera esperanza de escapar, no sin antes ayudar a Hao.

-Yoh ¿Qué?-guardo silencio, el detective suspiro molesto.

-Sabes, puedo conseguir tu apellido de otras maneras- llamo a alguien, murmurándole al oído a lo cual asintió marchándose, sus esperanzas se vinieron abajo al verlo entrar y entregarle un papel al detective.

-Yoh Asakura, tus abuelos en Izumo levantaron una denuncia por tu desaparición, ya fueron notificados y vienen en camino-sintió una bandeja de agua helada caerle encima, prefería ir a prisión o a cualquier lugar, volver con ellos seria el peor infierno posible, el detective le seguía haciendo preguntas como ¿Qué hacía hay? ¿Cómo dio con el lugar? Y cosas por el estilo, al terminar lo llevaron de vuelta al área de celdas, al pasar en la de Hao, logro zafarse del oficial y golpear los barrotes, el pelilargo alzo la mirada y su rostro cambio al verlo.

-Yoh- se acercó a los barrotes tomándolo de la mano, el momento no duro mucho e Yoh fue llevado a su celda, de vez en cuando se miraban, tratando de darse ánimos con una sonrisa. Se las había arreglado para dormir un poco siendo despertado por el sonido de la reja abriéndose venían por él, fue llevado a una sala de espera dejándolo solo, ya imaginaba la escena, ese par entrando, Yohmei no perdería el tiempo comenzando a regañarlo y Kino se quejaría de su comportamiento, no, no iba esperar para verlos, se dirigió a la puerta entreabriéndola, no había nadie vigilando, salió y se dirigió a las celdas. Hao miraba furioso el techo, “al ser aún menor de edad servicios infantiles se harán cargo de ti”, el ya no era un niñito, sabia valerse por su cuenta,  igual a un adulto, golpeo la pared sobresaltando a su compañero de celda el cual se mantuvo su distancia y ni siquiera se atrevía a mirarlo, la puerta se abrió y su ira desapareció, Yoh se dirigió a toda prisa a los barrotes y el pelilargo de un salto también.

-Estaba tan preocupado, ¿te duele algo?, ¿no tienes otras heridas?- preguntaba tomándolo de la mano entrelazando sus dedos.

-No, ¿y tu?- Yoh bajo la mirada, Hao se percató de su mueca de disgusto, con su mano disponible le acaricio el rostro con suavidad apartando algunos mechones.

-Mis abuelos……….ya me encontraron…..estarán aquí dentro de poco- apretó su agarre pegando la cabeza a los barrotes, Hao paso a acariciarle la nuca, si tan solo pudiera salir de la celda, sin embargo, ¿serían capaces de escapar?, eran dos ovejas rodeadas de lobos, antes de poder poner un pie afuera de la comisaria ambos serian capturados. La puerta se abrió revelando tres siluetas, una alta y las otras dos pequeñas.

-Así que, aquí estabas Yoh- la voz de un hombre mayor resonó en lo ancho del pasillo, el pelicorto se negaba a mirar, sabía perfectamente quien era, Yohmei junto con su esposa Kino acompañados de un oficial.

-Este berrinche tuyo termina aquí, volveremos a casa- hablo firme Kino, se mordió el labio de rabia reusándose a soltar a Hao, su amado a diferencia de el si miraba al par ancianos con repudio, Yohmei se percató devolviéndole la mirada, al hacerlo lo observó detenidamente palideciendo, como si hubiera visto a un fantasma, se acercó al oído de su esposa susurrándole algo y ella alzo las cejas de sorpresa.

-Yoh ¿quieres hacer esto más difícil o qué?- cuestiono la anciana, Yoh rezongo molesto soltando lentamente a Hao, se dirigió a ellos con un porte idéntico al de un prisionero comino a la silla eléctrica, la puerta se cerro y el pelilargo golpeo los barrotes impotente cayendo de rodillas.

-Tu comportamiento infantil nos avergüenza, debes madurar de una vez…….-Yohmei lo regañaba mientras firmaba unos papeles, sin  embargo, la atención de Yoh estaba colocada en un cúter en un lapicero, sin pensarlo dos veces lo tomo sacando la hoja llevándola directo a su garganta.

-Volver con ustedes seria ir al infierno, prefiero morir-el oficial trataba de acercársele despacio e Yoh retrocedía, apretó aun mas el filo sobre su piel sintiendo el corte, se mantuvo firme a pesar del miedo generado ante la idea de morir, el anciano no mostraba mucha preocupación, mas bien lucia calculador.

-Yoh, ese chico de haya adentro te importa ¿verdad? -quedo paralizado al pensar en Hao, dejo de ejercer presión concentrándose en su abuelo asintiendo.

-Tengo algunos contactos, puedo cobrar algunos favores y hacer que lo dejen libre sin ninguna retención, tu ya sabes que quiero a cambio- Yohmei aguardo por la respuesta de su sobrino, Yoh frunció el ceño apretando fuerte el cúter, su abuelo estaba usando a Hao para chantajearlo, antes de explotar de ira se detuvo a pensar, Hao aun era menor de edad, perdería lo ultimo que le queda, su departamento, su trabajo en la tienda naturista, su libertad.

-¿Cómo se que no mientes?- Yohmei le hizo una seña al oficial pidiéndole ir a buscar a alguien, este dudoso por la situación fue volviendo a los pocos minutos con alguien, Yohmei enfrente de Yoh le pidió la libertad de Hao seguido de algunas instrucciones, el hombre asintió, Yoh con un gruñido arrojo el cúter aceptando no poner más resistencia.

Afuera la nieve empezaba a caer, los tres se dirigieron a un carro donde el chofer los esperaba, subió resignado mirando por la ventana, justo en ese momento Hao salió de la comisaria, ambos se vieron por última vez. El carro se marcho estacionamiento emprendiendo el camino a Izumo, en el trayecto solo hubo silencio, Yoh nunca separo la vista de la ventana conteniendo unas cuantas lágrimas, le dolía, perdió, ese par gano, por muy malo que fuera, deseaba que el carro derrapara por la nieve y chocaran o cayeran por un acantilado, no lo importaba salir gravemente herido o muerto, después de largas horas de viaje llegaron, los dos bajaron primero y luego Yoh de mala gana.

-De nuevo aquí- los siguió a la entrada resignado.

 

 

 

 

 

 


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