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La esperanza de amar por darkwinter

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Lentamente abría los ojos, por segundos desconcertado hasta recordar los sucesos de la noche pasada, miro el reloj en la pared, eran las once, por primera vez en mucho tiempo pudo dormir más tiempo, siempre despertaba cuando salía el sol o antes, se sentó estirándose descubriendo la foto a lado, la tomo viéndola por unos segundos después pegándola a su pecho, se levantó esperando encontrarse con Hao quien no se encontraba, al entrar en la cocina vio una nota en la mesa junto con dinero.

-“Yoh, he salido a trabajar, usa el dinero para comprarte algo de comer, hay una llave de repuesto debajo de la maceta en la entrada,  vuelvo en la tarde”-al terminar de leerla la coloco de nuevo en la mesa, al regresar al cuarto noto sobre la cajonera ropa doblada, de aseguro para él, desayuno lo mismo de anoche, tomo la llave de repuesto y salió hacer las compras, pensaba en algo que podría cocinar para los dos, Hao le estaba dando cobijo y no le parecía justo solo quedarse sentado sin hacer nada así que tomó la decisión de hacer tareas domésticas, lo primero le cocinaría algo delicioso, el problema era que no sabía cocinar. En su camino se topó con una librería, entro y se dispuso a buscar recetarios, compro dos los cuales le convencieron, después de sentarse en una banca a leerlos fue a comprar los ingredientes. Hao entro siendo recibido por un delicioso aroma, Yoh se encontraba en la cocina leyendo un recetario mientras algo se preparaba en una cacerola.

-Volviste- dejo el libro a un lado acercándose un poco a Hao.

-Quise cocinar algo para los dos-dijo con una sonrisa.

-No debiste molestarte-correspondió a la sonrisa del otro, ambos se sentaron, el pelicorto sirvió los platos, espero a que Hao diera el primer bocado antes de probarlo él.

-Le falto sal- Yoh bajo la cabeza algo decepcionado.

-Pero el resto está bueno, cocinas muy bien- animado lo probo, al terminar Hao noto que el departamento estaba más limpio.

-También limpiaste-comento viendo toda habitación.

-No puedo quedarme sin hacer nada, después de permitirme vivir aquí contigo.

-No tienes que preocuparte por eso.

-Pero no es justo, debo compensártelo.

Yoh apretó el dobladillo de su ropa, Hao se quedó pensando, no tenía ningún problema en que le cocinara o hiciera la limpieza, sin embargo, debía de serle aburrido pasar todo el día sin hacer algo, aun si saliera a caminar para distraerse.

-¿Tienes algún pasatiempo?-la pregunta tomo por sorpresa al pelicorto.

-Oír música.

-¿Qué cantante?

-Bob.

Hao asintió sin tener idea de quien era, entonces Yoh comenzó una larga explicación de quien era y porque le gustaba su música, al finalizar volvió asentir medio entendiendo el punto de todo mejor yéndose a bañar, al salir de nuevo noto a Yoh sonrojarse, enserio ¿tanta pena le daba?

Mientras el agua caía sobre su nuca, pensaba no pudiendo evitar recordar la primera vez que escucho a Bob, como ese día su padre le presto sus auriculares con el sentado sobre su regazo, una lagrima escapo de su ojo siendo ocultada por el resto del agua, todo transcurrió como la noche pasada, así mismo el día siguiente. Decidido a dar una caminata poniéndose su chaqueta roja aun cuando el clima era templado, caminaba disfrutando del día, llegando a la zona donde había tiendas, mirando los aparadores tranquilamente, pero su tranquilidad se acabó al mirar a lo lejos una pareja de policías patrullando la zona, se cubrió la cabeza con la capucha de la chaqueta y se fue de ahí, no podía arriesgarse a ser reconocido. Llego a una calle con pequeños locales y su sorpresa fue grande al mirar a Hao adentro de una tienda naturista sentado al lado de la caja registradora, tal vez se había dejado llevar bastante con su imagen de luchador clandestino.

La campana de la puerta sonó sacándolo de sus pensamientos solo para encontrar a Yoh al pie de la puerta.

-Hola- lo saludo con timidez.

-Yoh ¿Qué haces aquí? - se levantó aproximándosele.

-Yo salí a caminar y al pasar te vi, así que también trabajas aquí.

-Así es, sin embargo, hay días sin ningún cliente.

-Perdón, pero ¿Cuánto te pagan de “eso”?

Hao con una sonrisa se acercó a Yoh susurrándole la cantidad dejándolo boca abierto.

-Entonces, ¿para qué otro empleo? – cuestiono aun con la cantidad sonando en su cabeza.

-Es más un pasatiempo, aparte, no está de más tener un dinero extra- respondió calmadamente, de pronto, unos ruidos provenientes del almacén, la puerta se abrió dejando pasar a un joven de cabello azulado.

-Yoh él es el dueño del local, Horokue Usui o también Horo-Horo-el nombrado sonrió uniéndoseles.

-Hola ¿Qué tal?, soy Horo-Horo, tu…..-hizo una pausa viéndolo detenidamente.

-Chaqueta roja, Hao ¿él es el chico que siempre está en tus peleas? -por aquella pregunta Horo-Horo se ganó una mirada peligrosa por parte de Hao y una interrogativa por parte de Yoh.

-El..¿sabe?-Hao asintió sin quitar su mirada.

-De hecho, nos conocimos después de una de sus peleas-el peliazul rio nervioso rascándose la nuca.

-Si no hubiera sido por mí, ese borracho te hubiera roto la cara.

-Si, la verdad si…oye Hao ¿podrías ir por la comida?, y le traes algo a Yoh.

Yoh trato de negarse accediendo al final por la insistencia de Horo-Horo, así ese día la paso en la tienda volviendo amigo del peliazul.

-Nos vemos, Hao ,Yoh- se despidieron después de cerrar la tienda, ambos caminaban junto cuando pasaron a lado de una librería la cual llamo la atención del pelicorto y por un breve momento deteniéndose llamando la atención de su acompañante.

-Entremos-casi como una orden los entraron, Yoh fue a la sección de fantasía donde miro varios libros decidiéndose por uno.

-Gracias-Hao sonrio al ver cierta emoción en el muchacho de cabello corto y siguieron su camino.

A partir de entonces todo se volvió una vida cotidiana, con Yoh cocinando la cena y en ocasiones la comida yendo a dejársela al trabajo, como también hacer el aseo y demás, pronto se acostumbraría a ver a Hao desnudo ya no sonrojándose en su presencia. Los días pasaron y llego el sábado, Hao trabajaba en la tienda naturista de domingo a viernes, pero en ocasiones le daba el domingo libre,teniendo el sábado para prepararse y el domingo para reponerse.

-Yoh, ¿te gustaría acompañarme? – le pregunto guardando algunas cosas en una mochila, como respuesta Yoh asintió. Hao tenía que llegar una hora antes de que empezaran las peleas, llegando donde siempre, Hao toco la puerta diciendo la clave y que venía acompañado, al entrar aún no había mucho público, algunas personas encargadas de preparar el cuadrilátero lo saludaron, se dirigieron a los camerinos encontrándose con algunos luchadores en el camino, algunos los miraban curiosos por la presencia de Yoh y otros desviaban la mirada, entraron el en camerino designado a Hao, se trataba de un cuarto de tamaño mediano, con un solo foco en el techo, un espejo en la pared de enfrente y una silla, el pelilargo arrojo la mochila sin ningún cuidado al suelo sacando de ella un par de vendas comenzando a envolverlas entre sus manos.

-Me ayudas a atar mi cabello-le paso una liga de cabello e Yoh procedió a recoger los mechones cafés en una cola de caballo, una vez termino salió para reunirse con el resto del público, Hao pelearía después del segundo encuentro, aun así, a diferencia de las ocasiones pasadas, se sentía preocupado por el, no hace mucho le había explicado las reglas del sitio para las peleas.

Nada de golpes a la entre pierna ni picar los ojos del oponente.

No introducir algún arma o objeto filoso para herir al oponente.

Todo lo que pase en la arena, se queda en la arena, nada de peleas fuera de ella.

Con esto en mente Yoh fue a una esquina a esperar el enfrentamiento de Hao, sin ningún interés en las peleas previas.

 

 

 

 

 


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