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Acecho Nocturno por Nami Nkz

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-Hey... marimo...- Susurró a su oído suavemente, sentado a horcajadas sobre su estómago. El celular del peliverde vibraba a su lado marcando las 6:17 de la mañana mientras una melodía alta y muy odiosa resonaba en toda la habitación. -Marimo... La alarma lleva mucho tiempo sonando... - Gimió en su oído.

-Déjame en paz... - Gruñó volteándose para darle la espalda a su pareja e intentó volver a dormir, ignorando la irritante melodía que resonaba en el fondo. Sintió el peso del rubio sobre uno de sus costados y pronto la lengua de éste sobre su oreja. Suspiró cuando sus dientes comenzaban a hacer presión en su piel y antes de que ésta aumentase decidió por fin responder a la llamada de su compañero. 

-Marimo estúpido... - Susurró enamorado cuando Zoro le miró directamente a los ojos aún soñoliento. Tomó el rostro de su amado entre sus fríos dedos y rozó ambas narices. - Lo que tengo que hacer para despertarte... - El moreno cerró sutilmente sus ojos y sus labios se unieron rápidamente. - Eres tan lindo... - Ésta vez él fue quién cerró sus ojos.

-Cierra la boca. - Respondió alejando el rostro del rubio del suyo bruscamente con su mano abierta. Rápidamente Sanji se sentó en su cadera disgustado con una tierna expresión. - Tú eres el lindo. -El muchacho rió sutilmente dejándose caer a su lado, aprovechando su flexibilidad.

-Me pediste que te despertase a esta hora... me preguntó que irás a hacer. - Preguntó de forma irónica. 

-Tengo que estar a las 8 en la corte, estúpido. - Dijo incorporándose lentamente en la cama. 

-Solo era para que recordaras. - Rió abrazando al moreno por la espalda. - Me prometiste que nos ducharíamos juntos. - Acarició su pecho desnudo con la punta de sus dedos y el peliverde se estremeció. 

-¿Hace cuánto estás despierto? Estás muy frío. - Tomó una de sus manos entre las suyas, llevándola hasta su boca, dónde besó la punta de sus dedos fríos. - Dicen que las personas de manos frías tienen buen corazón. - Suspiró.

- Me pregunto si tienes razón...- Mordió su oreja, luego de apoyarse de sus hombros.

-¿Aún quieres que nos duchemos juntos? -Preguntó sujetando su cintura. 

-¿Crees que cambiaría de opinión? - Abrazó su espalda y el moreno dió una palmadita en uno de sus muslos. 

-Adelántate, ahora voy.- 

-Te estaré esperando, marimo. - Caminó con un baile improvisado hacia el baño, deteniéndose por un segundo en el marco de la puerta, mirándole intensamente. Más tarde se levantó y caminó unos segundos alrededor de la cama, escuchando el sonido del agua chocando contra el piso propio de la regadera. Agitó sus hebras verdes y mandó a volar la ropa que poseía encima a excepción de los bóxers.

Entró al baño cerrando la puerta tras de sí, dejó la toalla que había tomado antes en la habitación y abrió después la puerta deslizable en la que se escondía detrás Sanji. El rubio estaba lavando ya su cabello, mirándolo rápidamente antes de cerrarlos debido al shampoo. 

Tiempo después, el ojiazul fue el primero en salir, con una toalla amarrada en la cintura y otra más pequeña alrededor de su cuello secando su cabello. Se vistió adecuadamente aún con la toalla en su cabeza, ordenó un momento la habitación y esperó pacientemente al marimo, acostándose en la cama frente al televisor. Cuando éste salió dejó la habitación y se dirigió a la sala, esperando que dieran las 7am. 

-¿Vas a acompañarme? -Preguntó cuando vió a Zoro abriendo el refrigerador de lejos, tomando una bebida de dentro. 

-¿No puedes ir por tu cuenta? - Respondió mordiendo una manzana, que luego de la botella que dejó en la mesa de al lado tomó y limpió. - Me iré dentro de poco. Tú no tienes por que hacerlo.

-Unos minutos de diferencia. - Se cruzó de brazos. 

-El Baratie no está muy lejos de aquí. En tal caso tendrías que acompañarme tú a mí - Rió.

Se levantó y caminó en dirección del peliverde, que aún con su manzana le recibió en brazos. Se frotó contra sus manos, que acariciaron su cabello y su rostro con amor; poco después el mismo dirigió las manos de Zoro hasta su cintura, acercando sus rostros y rozando sus narices, seguidos de sus labios suavemente.

-Tengo que irme, cook. - Intentó separarse de Sanji, pero éste no se lo permitió.

-Quedate un poco más...- Se acercó susurrando en su oído intentando seducirle. 

- Vaya... se me hace tarde. - Apartó como

 pudo a su fogoso rubio, que se quedó apoyado en la mesa de la cocina. - Te veré más tarde. ¿Está bien? - Besó a su rubio y se retiró de allí, no sin antes tomar la carpeta con documentos muy importantes.

El rubio solamente le vio salir apoyado en la mesa a su lado, a los lejos encontró su cajetilla de cigarros y se vio atraido a ella rápidamente junto con su encendedor. Se acercó a la ventana mas cercana para evitar que todo su departamento oliera a tabaco. Luego de darle la ultima calada a su cigarrillo, volvió a su habitación para vestirse con su ya tan conocido traje negro elegante. Mas tarde salió en camino a su trabajo cuando su reloj marcaba las 7:28 am.

En el trabajo, la rutina para él era la misma. Debía guiar a todos los cocineros en cuanto a las órdenes de cada mesa, antes de ser entregadas por los meseros que se desplazaban con habilidad entre ellos para evitar chocar y arruinar el trabajo de los cocineros. Por la tarde una mujer con alta reputación había reservado una mesa junto a un par de acompañantes.

Su deber era dejar a aquella hermosa dama completamente satisfecha con su trabajo y con el de sus compañeros. Obviamente no sería una tarea difícil para él, de no ser por los recientes dolores de cabeza y mareos que habían incrementado con el paso de los días y de los cuales no entendía la causa.

–Ugh…– Se apoyó en los lavabos masajeando sus sienes mirando su reflejo en los espejos enomes del sanitario para empleados. Todo dentro del restaurante era un auténtico desorden y el dolor de cabeza le impedía concentrarse; sentía como su buen día estaba lléndose al diablo. 

Al final, no fue tan malo y la mujer se retiró del restaurant feliz y satisfecha junto con sus acompañantes. Suspiró aliviado y a la vez estresado por el dolor de cabeza que seguía atormentándole. Algunos de sus compañeros le dieron ánimos y otros le felicitaron, pero él tan solo quería llegar a casa y no separarse de su almohada en un buen tiempo; al ver esto, un compañero suyo se ofreció para llevarle a casa.

–Siento que estoy molestándote, lo siento. – Se acomodó apenado en el asiento del copiloto. Su compañero simplemente negó con la cabeza acompañado de una pequeña sonrisa.

–Descuida. Todos hemos tenido un mal día. – Se alzó de hombros, introduciendo las llaves en el auto, haciéndolo arrancar.

No supo cuando llegaron, estuvo a punto de quedarse dormido durante todo el camino.

 

 

Cuando llegó a casa, todo estaba extrañamente quieto y en silencio, además de que todas las luces estaban apagadas. Quiso sentarse en el sillón un momento y ver televisión a esperar a que su amado llegase y poder estar con él unos momentos, sin embargo ahí se quedó por unos cuantos minutos que fueron suficientes para acabar con su paciencia.

De repente creyó escuchar un sonido seco detrás suyo; era el rubio, con los cabellos desordenados y vestido ya con su pijama buscaba el camino bajo la oscuridad para llegar a la cocina. Se extrañó y le llamó por su nombre.

–¿Qué pasa, Sanji? –

–Tenía sed. – Respondió a secas, tallándose los ojos. 

–¿Estabas dormido ya? ¿Te he despertado cuando he entrado? Disculpa…– Se acercó a él, tomándolo en brazos tratando de mimarle un poco, el ojiazul se dejó hacer.

–Estaba despierto desde antes. – Susurró.– Sólo quiero volver a dormir…– Se quejó bajito, disfrutando de las caricias del moreno en su cabello. 

–Estás muy desanimado. ¿Qué ha pasado? – Se separó de él, con dirección a la cocina donde complació los deseos de su rubio sirviéndole un vaso de agua fresca mientras su amado se sentaba en los sillones cercanos a él. 

–No me siento bien, Zoro…– Se recostó entre los cojines del sillón, abrazándose a ellos. Tomó el vaso que le ofreció y tomó de él la mitad del contenido de golpe. El peliverde le miró por unos momentos, en los que terminó por olvidarse de la sesión caliente que había anteriormente imaginado en su cabeza. 

–Vamos a dormir, rubia. Acompáñame. – Se incorporó y se dirigió a la habitación con el cocinero llendo detrás suyo. –Mañana no debes a trabajar si no puedes. – Al llegar, Sanji fue el primero en regresar a la cama, que era iluminada por el pequeño televisor. 

–El restaurant depende en gran parte de mí. – Dijo deprimido, acomodándose entre las sábanas. – Sólo quiero un sueño reparador por ésta noche. – Sonrió mirándole con uno solo de sus bonitos ojos azules abierto, el otro aún que descubierto de su cabello, permanecía unido a la almohada.

–Voy a cambiarme y regreso contigo, ¿Está bien? – Dijo gentil quitándose la corbata y el saco.

–Regresa pronto, marimo. – Suspiró con una sonrisa mientras volvía a acomodarse entre las mantas, ésta vez quedándose el ambiente completamente en silencio.

Notas finales:

Espero lo habéis disrutado :3


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