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STREEPER por juda

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Tres semanas después, Alex se casaba con Martina. 

Primera semana después del último enfrentamiento.

Bastian aun tenía en el cuerpo las huellas de la última pelea.

A veces se paraba frente al espejo y se pasaba la mano sobre  el puño que tenía marcado a la altura del estómago. ¿Habría sido todo mejor si nunca lo conocía?

La primera noche en el club, cada vez que entró a la habitación número 3 a bailar, tuvo miedo de encontrarlo.

La segunda noche en el club, cada vez que entró a la habitación número 3 a bailar, tuvo la esperanza de encontrarlo.

La tercera noche en el club, cada vez que entró a la habitación número 3 a bailar, lo extrañó.

La cuarta noche en el club, cada vez que entró a la habitación número 3 a bailar, lo hizo drogado, para soportar el hecho de que ya no lo vería, para aguantar el asco que sentía cuando otros se babeaban sobre él.

El primer viernes atendió sexualmente a 7 hombres. La sonrisa rectangular era su mejor aliada y la construcción más cínica que había construido en su vida.

Cuando llegó el domingo, se felicitó, no había llorado por él ni una vez (tampoco se sentía como si hubiese vivido, en una de esas estaba muerto y aun no se percataba de lo sucedido).

Era cuestión de que el tiempo fluyera, eso lo sabía muy bien, ya lo olvidaría.

Segunda semana después del último enfrentamiento.

Logró que Raul se fuera de su departamento. El rubio pequeño regresó a su propia casa de mala gana.

La bolsita de cocaína se terminó. Compró otra. También tuvo que comprar otros pantalones un talle más chico. Necesitaba comer más o perdería clientes, a nadie le gustaba un esqueleto en boxer bailando.

Esa semana tuvo un nuevo cliente que fue a verlo tres noches seguidas. Tenía una sonrisa particular y reía con estridencia cuando se ponía nervioso. Ser seductor con él, le costó el doble, en algún momento había perdido también su capacidad de sobrellevar su trabajo.

Javier salió del hospital y se mudó a su departamento.

El viernes de esa semana, atendió sexualmente a 6 hombres y ninguno fue la sombra de él.

Su nuevo cliente también apareció esa noche y cuando estuvieron en el cuarto le pidió que sólo lo dejara tocarlo, que todo era nuevo para él. V estaba acostumbrado a las peticiones extrañas, se paró en medio del cuarto, con las piernas separadas, los brazos cruzados y soportó que el hombre le pasara la mano por la espalda, el pecho y el culo, mientras se masturbaba.

El sábado se sintió mejor, la bolsita de cocaína estaba aun sin terminar y pensó que era un logro. El dolor que tenía en el pecho, había comenzado a disminuir, "ya lo estoy olvidando" se mentía de vez en cuando.

El domingo fue día de recaída: Javier lo convenció para que fuera un fin de semana de "novios", a la mañana salieron a desayunar, regresaron y se metieron en la cama, el pequeño se subió a horcajadas sobre él y lamió los lugares estratégicos que hacían que V se excitara enseguida, se complacía de conocerlo tanto. Cuando estuvo lo suficientemente duro, se autopenetró y cabalgó sobre él, besándolo con fuerza. V intentaba que el sexo no fuera demasiado duro, no podía concentrarse lo suficiente por mirar la herida cerca del hombro que aun parecía tan fresca, intentaba bajar la intensidad de las penetraciones que se estaba autoprovocando Javier, pero era imposible. Cómo se frena a un niño de 19 años???

A la tarde fueron al cine y al salir decidieron que la cena la harían entro los dos, para eso necesitaban mercadería así que al anochecer fueron al supermercado y tras caminar por entre las góndolas durante unos dos o tres minutos... se lo cruzó en uno de los pasillo. 

Él iba abrazado a ella. Ni siquiera lo miró.

Javier sintió como el cuerpo de su amante se tensaba y vio a Alex. Tomó por la cintura a Bastian y siguieron caminando. El rubio alto intentó cruzárselo de nuevo, lo buscó por entre los pasillos con desesperación disimulada, pero sólo consiguió ver a la novia una vez más, el pelinegro ya no estaba con ella.

-Se ha ido, lo vi cuando salía -dijo Javier en voz alta.

-Qué? quien?

-Si crees que no me he dado cuenta que lo estás buscando, entonces supones que soy medio estúpido. Ya se fue. -le recriminó y lo soltó para seguir caminando solo.

Se sintió frustrado, no por Javier, sino por no haber podido al menos intercambiar un saludo con Alex. Aun temblaba, dejó que el chiquillo se alejara para poder caminar hacia otro lado, estuvo tentado de salir y buscarlo en el estacionamiento. Pero ella estaba ahí y... después de todo... el pelinegro no había regresado al club y eso significaba que la novedad por el "culo con pija" se había evaporado.

Era hora que él también pasara la página, pero como se hacía???

Alex se había marchado antes porque lo había visto?

Sonrió para si mismo, era patético saberse tan masoquista, quería una última mirada, una palabra, una caricia del tipo que le regalaba los momentos más hermosos para revertirlos con escenas violentas. La última vez lo había golpeado mucho y aun así, necesitaba que lo mirara.

Javier terminó de hacer las compras enojado y salieron sin dirigirse la palabra.

Cuando estuvieron juntos en el departamento, el chiquillo hizo una escena de celos, luego una rabieta, lloró, gritó, le tiró algunas cosas por la cabeza y terminó con V sobre él, penetrándolo con violencia en la mesa del comedor.

Después de la sesión de sexo de reconciliación, se olvidó de la cena, se acostó y durmió más tranquilo. Nunca escuchó cuando V se levantaba y volvía a buscar su bolsita de polvo blanco. Necesitaba anestesia. Aspiró un poco como para poder bajar el nivel de ansiedad, se preparó un cigarro de marihuana y bajó para fumarlo, sentado en el cordón de la vereda. No vio el auto estacionado al frente y mucho menos al pelinegro que lo observaba.

Tercera semana después del último enfrentamiento.

El cliente nuevo que se había convertido en un asiduo visitante le preguntó si hacía servicio de acompañante.

-Si -respondió V mientras seguía bailando para él. -Te pueden pasar las tarifas en la barra. -le guiñó un ojo y sonrió.

-Me gustaría que me acompañaras a la boda de un amigo, cobras por hora?

V seguía girando y pasándose la mano por el cuerpo.

-No se preocupe, estimado cliente, usted es cliente de la casa, se le hará precio.

-Aparte de acompañarme, puedes luego ir a cenar conmigo?

-Si usted paga por las horas que estaremos afuera, no habrá ningún inconveniente. Es más, en la barra le darán el precio de un paquete completo -susurró mientras se acercaba mucho y le guiñaba un ojo.

El cliente trago saliva.

-Hablaré afuera, pero quiero que no tomes turnos para el sábado a la noche, es seguro que pagaré para que estés conmigo.  

V sonrió y el hombre quedó absorto con esa rectangularidad.

En algún momento de su historia supo tener una novia que le decía que su propia sonrisa era extraña, le decía que la de él parecía un corazón, pero aquella rectangularidad era casi marciana, lograba que se excitara de sólo verla.

Siempre había sido liberal, sus compañeros de oficina y sus amigos lo conocían bien, pero estaba seguro que si llegaba con ese adonis a la boda de su amigo, sería la envidia de todos.


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