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Fictober MCM por shiki1221

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Día 3: Demonio

―¿Por qué demonios tengo que perder mi tiempo en esto? ―preguntó Charasuke con fastidio mirando a su padre.

―Es todo un honor realizar este trabajo, hijo ―respondió el mayor con seriedad.

―Tengo que bañarme al aire libre, bajo el chorro de agua fría que cae de un maldito río que ni limpio ha de estar. ¡Y es de madrugada! ―gritó temblando.

El joven moreno estaba temblando de frío bajo las cristalinas aguas provenientes del río mencionado anteriormente. Llevaba puesto sólo una yukata de color blanco. Un atuendo precario y para nada protector del frío de la noche. Pues la luna aun reinaba en el cielo. El amanecer era próximo, pero aún faltaba bastante para la llegada del mismo. Sin embargo, debía cumplir con el ritual de purificar su cuerpo para realizar las ceremonias en su templo.

―No te quejes ―ordenó su padre cruzado de brazos―. Es parte de tu deber como miembro de la familia Uchiha.

―¡¿Por qué?! ―cuestionó molesto sin dejar de abrazarse a sí mismo en un inútil intento de darse algo de calor―. Podemos rezar sin arriesgarnos a contraer una hipotermia, papá.

―Es parte de las tradiciones y muy necesario para enfrentarnos a demonios y espíritus malignos ―explicó con cansancio su padre―. Te lo he repetido miles de veces. Debemos purificar nuestros cuerpos antes de purificar las energías malignas.

―Puras tonterías ―murmuró enojado.

―Debo irme a atender lo demás. Recuerda que debes bañarte bien e ir al templo a orar para reforzar el sello del Kyubi ―ordenó el patriarca Uchiha.

El adulto se dio la vuelta y regresó a su hogar. Generalmente siempre llegaban muchas personas pidiendo su ayuda. Él como monje del pueblo se encargaba de cualquier problema con maldiciones y demás asuntos relacionados a la magia negra. Por ello desde muy temprano tenía las puertas de su casa abiertas para cualquier consulta. Mientras dejaba a su hijo menor con el deber legado de su hermano mayor. Itachi fue quien anteriormente se encargó de aquel sello, el cual era lo único que podía evitar el renacer del temido demonio Kyubi.

―No existe tal cosa como demonios ―murmuró Charasuke saliendo del agua helada―. Estúpido Itachi. Este era su deber, no mío ―protestó.

Pese a sus protestas caminó rumbo al sitio donde debía rezar. Frente del templo había un pequeño altar con una estatua de un zorro demonio de nueve colas. Según la leyenda allí estaba sellado su alma y era deber de la familia Uchiha rezar para mantenerlo prisionero. Generación tras generación cumplían esa tarea para proteger a todos del odio de la bestia. No obstante, el menor estaba más que cansado de esa vieja historia. Lo hacían bañarse a la intemperie, madrugar y orar por horas. Podía perdonar esas cosas, pero había un detalle especialmente molesto de su vida como sacerdote.

―Por culpa de una estúpida piedra debo permanecer virgen ―se quejó mirando con molestia la estatua―. Estoy seguro que mis antecesores se inventaron la historia para hacernos famosos. No tengo pruebas, pero estoy seguro ―dijo admirando en detalle el talismán sobre la superficie del zorro de piedra―. ¿Qué clase de demonio se dejaría sellar por un montón de calvos vírgenes? Apuesto a que te hicieron su zorra, ¿verdad? ―preguntó a la estatua como si pudiera responderle―. Un grupo de viejos calvos con años reprimiendo sus pervertidos deseos te sometieron. Qué patético ―bromeó.

Si iba a tener que rezarle de nuevo a esa tonta roca, al menos lo haría divertido. O eso pensó…

―¿Cómo osas llamarme “zorra”, niño insolente? ―preguntó una voz gruesa y profunda.

―Debo estar alucinando ―exclamó sorprendido mirando hacia todos lados―. Itachi si estás jugándome una broma quiero que sepas que ya no caigo en esos trucos. No me asustaras usando a la zorra ―dijo tratando de sonar firme.

―Lo sigues repitiendo ―afirmó con molestia la voz desconocida.

La estatua comenzó a romperse dejando ver cabello, o mejor dicho un pelaje de color anaranjado oscuro. Charasuke vio el talismán principal desprenderse y caer al suelo al igual que los demás amuletos colgados cerca del zorro. De inmediato, retrocedió y se ocultó tras un árbol no creyendo lo que veía. La roca se rompió hasta dejar ver a un enorme zorro. Jamás había presenciado algo similar y dudaba de sus propios ojos. Veía claramente una energía diabólica surgiendo de su cuerpo y rodeándolo. Su padre le había hablado al respecto de la energía espiritual, pero ante su propia incapacidad de verla la creyó un cuento para engañar a los crédulos.

―Creo que es hora de cumplir con mi deber como Uchiha ―susurró Charasuke mirando al zorro―. ¡Escapar por mi vida! ―gritó alejándose de allí.

Debía llegar donde su padre y pedirle ayuda. Él seguramente era experto en el tema y sabría cómo volver a meterlo en la piedra. Corrió lo más rápido posible maldiciendo la yukata ceremonial que siempre detestó ponerse luego del baño. Se ilusionó con la idea de haber sido olvidado por el demoniaco ente, pero se equivocó. Nada más parpadear tenía al enorme animal frente suyo. Era tan grande como un camión, por lo que ganarle en fuerza bruta estaba descartado. Lo desgarraría nada más recibir un zarpazo. Y ni se diga de poder espiritual. Pues era muy ignorante en ese asunto, pese a que le enseñaron los hechizos, jamás los puso en práctica.

―Me pregunto qué debería hacer contigo ―comentó mientras su figura se reducía drásticamente hasta cambiar a la figura de un joven casi de la misma edad de Charasuke.

Sus cabellos negros rebeldes combinando con la fiereza de aquellos ojos rojizos fijos en su persona. Era un demonio ansioso de causar destrucción en el mundo como en antaño, pero primero quería encargarse del monje. Ese mocoso que mediante sus burlas y frases de mal gusto consiguieron darle la fuerza para destrozar el sello. Se acercó hasta tenerlo acorralado contra un árbol.

―Antes te quejaste de tener que conservarte virgen ―murmuró cerca de su rostro―. Podemos arreglar eso ―avisó antes morder su cuello.

Uchiha soltó un grito de dolor. Cerró un ojo a causa del mismo sintiendo como si estuviera bebiendo de su sangre. Se sentía mareado. Ese maldito zorro estaba haciendo algo que no alcanzaba a comprender, pero pensó deprisa en sus opciones. Si quería escapar del demonio debería usar su memoria.

―Eso es algo que yo mismo arreglaré ―respondió el monje llevando la mano a su bolsillo.

―¿No te han enseñado a cerrar la boca? ―preguntó mientras lo sujetaba fuertemente del cuello.

―Me lo preguntan seguido ―contestó con una sonrisa falsa antes de golpearlo con su puño en el rostro.

―Es inú… ―iba a decir hasta que sintió su rostro ardiendo mientras tenía una clara marca de quemadura.

―Lo sería si no fuera porque tengo el talismán en mi mano ―explicó Charasuke sonriendo de lado―. Si esta cosita te mantuvo sellado tendrá efecto sobre ti aún.

―Al igual que la marca en tu cuello ―respondió el demonio apartándose al recibir el ataque de más talismanes en su dirección.

―¡Charasuke! ―gritó su padre acercándose a socorrerlo.

El menor de los Uchiha se sujetó de la marca en su cuello sintiendo como todo su cuerpo quemaba dolorosamente. Profirió varios gritos preso de la agonía.

―Mi nombre es Menma, recuérdelo ―se presentó el demonio―. Pronto volveré por mi presa ―anunció con una sonrisa maliciosa mostrando sus afilados y ensangrentados colmillos.

 

Fugaku no pudo ir tras él al estar ocupado sujetando a su hijo menor. Sin embargo, sabía que no tendría que perseguir a aquel demonio. No sabía lo que podría buscar en Charasuke, pero fuera lo que fuera pronto lo sabrían. Pues aquella marca no la hizo por simple decoración. Y cuando volvieran a verse nadie sabía lo que podría suceder entre ellos.

 


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