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56. Secretos Silenciados (02) por dayanstyle

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Jun Hoe se sentía como un tonto. Estaba de pie en la puerta de la habitación de invitados, tomando profundas respiraciones y luego tragándolas. Pasando una mano por su cara, Jun Hoe sabía que tenía que estar allí ayudando a Jin Hwan. Lo sabía. Pero cuando llegó el momento de pagar o callarse, había huido.

Le había tomado toda la noche repasar las cosas en su mente. Su voz interior le decía que podía hacer esto. Que podía manejar lo que fuera que le sucediera a Jin Hwan. «Sólo hazlo», sus entrañas le habían gritado. Jin Hwan era un pequeño, asustado y lastimado hombre, un hombre que parecía no poder defenderse de quien lo estaba lastimando a pesar de ser un shifter. Eso sólo le decía a Jun Hoe que quien estaba atacando a Jin Hwan era más poderoso que el pequeño lobo.

Ese solo pensamiento lo había llevado a salir de la casa e ir al hospital.

Jongin le había dicho que Jin Hwan era su pareja. Que el destino había decidido que deberían pasar el resto de sus vidas juntos, aunque Jun Hoe pensaba que eso era un poco profundo. Había hecho un examen de conciencia sobre esa situación. Le había dado vueltas una y otra vez en su mente durante toda la noche y durante la mañana.

Había llegado a la conclusión de que Jongin tenía razón. Había venido aquí para empezar de nuevo. ¿Quién decía que Jin Hwan no era exactamente lo que necesitaba?

¿Quién decía que no tendría una gran vida con el pequeño hombre? El hecho de que él nunca había tenido una relación con un chico antes no significaba que no iba a estar con el chico.

Pero allí estaba, demasiado asustado para ver el cambio de Jin Hwan a lobo. ¿Cuán cobarde era eso? Era aterrador como el infierno, pero Jun Hoe sabía que Jin Hwan lo necesitaba. Tendría que superar su miedo y hacer lo que tenía que hacer.

Tomando una firme respiración a sus pulmones, Jun Hoe se apartó de la pared y abrió la puerta. Si iba a hacer esto, entonces tenía que aceptar a Jin Hwan en todas sus formas, y no sólo… Jun Hoe se congeló a medio paso y a medio pensamiento.

Cuando dejó a Jin Hwan en la habitación, el hombre era humano. Ahora... ahora había un lobo acostado en la cama, aunque era un muy pequeño lobo, pero no obstante era un lobo. Jun Hoe estaba esperando ver una criatura descomunal con dientes afilados y una muy mala actitud. Eso había sido parte de su indecisión.

Nunca antes había visto a un shifter lobo y la imaginación de Jun Hoe se había desbocado a todo tipo de imágenes grandes y aterradoras.

Pero mientras miraba la cama, se dio cuenta de que Jin Hwan no era nada de eso. De hecho, Jin Hwan sólo se veía como un perro grande. Acercándose a la cama, Jun Hoe lo recorrió con la vista. El lobo era gris con algo de marrón oscuro en su pelo. Su pecho subía y bajaba a un ritmo rápido. El chico parecía que estaba hiperventilando mientras dormía.

¿Eso era normal? Por otra parte, nada de esto era ni de cerca normal. Se habría dicho que los hombres no podían cambiar a lobos, pero al ver a Jin Hwan en la cama, Jun Hoe sabía que había estado equivocado.

 

Los ojos de Jun Hoe se deslizaron sobre el pelo. Se veía tan suave que Jun Hoe se vio tocándolo antes de pensarlo mejor. Tenía una abrumadora necesidad de tocarlo, sentirlo, saber cómo se sentía esa suave piel bajo sus dedos.

Su mano se deslizó a través de lo que parecían nubes mientras acariciaba al lobo dormido. Dios, el pelo era realmente tan suave como parecía. Podía imagínense a sí mismo acariciando a Jin Hwan durante horas —en cualquier forma. Probablemente era un alivio para el lobo. Pero era de una extraña manera, muy relajante para Jun Hoe. El acto de acariciarlo calmaba una parte de él que estaba en constante agitación. Le trajo una sensación de paz a su interior. Pasar los dedos por la suave piel, casi parecía un acto íntimo. Estaban solos ellos dos, en su propio pequeño mundo ahora.

¿Alguna vez había sentido tanta paz?

 

Mientras observaba a Jin Hwan dormir, Jun Hoe podía ver por qué el chico era vulnerable a los ataques. Joder, él era pequeño. Se veía como que Baekhyun —el que trabajaba en la cafetería— pudiera vencer a Jin Hwan. Y solo eso hizo que su necesidad de proteger a su —Jun Hoe tragó— pareja, se envolviera como una apretada banda a su alrededor.

Jin Hwan necesitaba a alguien que lo cuidara. Y dado que a Jun Hoe le habían dicho que Jin Hwan era su pareja, entonces ese era su trabajo. «Joder». Mierda más extraña le había sucedido en su vida. ¿Por qué no estar acoplado a un lobo?

En realidad sonrió ante ese pensamiento. Sí, podría hacerlo. ¿Por qué no? Jun Hoe se sentó en el borde de la cama, con ganas de hablar con Jin Hwan, pero recordó el consejo del médico. Su pareja necesitaba al menos doce horas de sueño.

Sólo habían pasado cinco minutos.

 

Además, Jun Hoe dudaba que Jin Hwan pudiera hablar en su forma de lobo.

Brevemente pensó en pedirle a Jongin que enviara a alguien para vigilar a Jin Hwan para poder ir a trabajar un poco, pero Jun Hoe rápidamente desestimó la idea. Si Jin Hwan se despertaba, él quería ser al que su pareja viera, no a un extraño.

El chico probablemente iba a estar muerto de hambre después de tantas horas de sueño, por lo que Jun Hoe decidió cocinar. Eso siempre lo ayudaba a que su mente aceptara las cosas. No estaba tan seguro de que iba a funcionar esta vez, pero Jun Hoe sabía que no iba a estar aquí durante las siguientes doce horas sólo viendo a Jin Hwan dormir.

Incluso en su propia mente, eso era espeluznante como el infierno. Levantándose de la cama, Jun Hoe se dirigió a la cocina. Quería hacer algo delicioso para cuando Jin Hwan despertara. El hombre necesitaba ganar un poco de peso.

Estofado seria lo perfecto para llenar el estómago de Jin Hwan, por lo que tomó todas las cosas que iba a necesitar y se perdió en su trabajo. Pero su mente continuamente regresaba al lobo durmiendo en el pasillo.

Jun Hoe había estado casado durante cinco años y nunca se había sentido tan doméstico. Con nadie con quien hubiera estado antes de su matrimonio tampoco le había dado esa sensación. Su mente comenzó a divagar, y pensó en Jin Hwan junto a él, ayudando a preparar la cena, los dos acurrucados en el sofá viendo una película.

Esos eran los pensamientos que nunca habían entrado en su mente antes. Jin Hwan hacía que Jun Hoe pensara en un montón de cosas que nunca había contemplado, pero ahora le entretenía.

 

Qué tan diferente era tener una pareja, en comparación con tener una esposa, para un hombre.

Y Jun Hoe no podía encontrar el lamentar nada de lo que estaba pensando o sintiendo.

Jun Hoe se había quedado dormido en la pequeña silla que había metido al dormitorio cuando oyó movimiento. Abrió los ojos para ver a Jin Hwan, en su forma humana, sentado y mirándolo con intensos ojos color chocolate.

—¿Cómo te sientes? —Jun Hoe preguntó mientras estiraba sus largas extremidades.

—Mucho mejor —dijo Jin Hwan mientras metía la sábana alrededor de su delgada cintura. El hombre se veía simplemente adorable. Su cabello castaño desgreñado estaba por todos lados, y su rostro aún tenía la apariencia de recién despertado. El cuerpo de Jun Hoe estaba reaccionando a la inocente manera en la que Jin Hwan lo miraba. Estaba duro y apretado, su entrepierna palpitaba con los muchos pensamientos que habían comenzado a formarse en su mente.

Una fuerza invisible jaló a Jun Hoe de su asiento y se acercó más a la cama. Se quedó mirando fijamente a su pareja mientras Jin Hwan inclinaba la cabeza hacia atrás y lo miraba a los ojos. —¿Aún estás enojado conmigo?

—No —Jun Hoe respondió con honestidad—. Pero si mantienes más secretos de mí, voy a ser un hombre muy infeliz contigo.

Jin Hwan asintió. El chico parecía hacer mucho eso. Los ojos de Jun Hoe parpadeaban a los labios de Jin Hwan. El   chico estaba lamiéndolos y eso hizo que el pene de Jun Hoe estuviera aún más duro de lo que ya estaba. Recordó lo que se sentía el tener esas bellezas envolviéndose alrededor de su pene.

También se dio cuenta cuán desnudo estaba Jin Hwan. Su pecho estaba desnudo, Jun Hoe parpadeó de nuevo. No tenía ninguna definición en absoluto, pero Jun Hoe descubrió que le gustaba el sólido y plano pecho de Jin Hwan. Él no quería a nadie construido como él lo estaba.

Su pareja se deslizó, apartándose, cuando Jun Hoe se acercó más. Se subió a la cama, rozando sus dedos por el cabello de Jin Hwan y jalando la cabeza del hombre, capturando esos húmedos labios.

Jin Hwan dejó escapar un gemido gutural, y Jun Hoe sintió que el sonido recorrió su cuerpo como fuego. Quería al hombre. Él quería joder a Jin Hwan y hacer al chico suyo. Ese era un pensamiento salvaje y loco, pero el impulso hizo que Jun Hoe se moviera hacia adelante mientras rodaba suavemente a Jin Hwan debajo de su enorme cuerpo, cubriendo a Jin Hwan.

Él veía los dulces ojos marrones mientras sus dedos seguían masajeando el cuero cabelludo del hombre. — Entonces, ¿soy tu pareja?

Jin Hwan asintió.

—No quiero que asientas, Jin Hwan. Quiero escuchar las respuestas.

—Sí —Jin Hwan respondió rápidamente.

—¿Cuándo ibas a decirme? —Jun Hoe preguntó mientras besaba a Jin Hwan a lo largo de su mandíbula y por su cuello, lamiendo el sabor salado y sintiendo su pene crecer más fuerte.

—C… cuando se me ocurriera una manera de decirte sin que te volvieras loco.

Jun Hoe se rio. —Creo que eso era inevitable.

—¿Estás enojado?

 

Esa era la segunda vez que Jin Hwan quería saber si Jun Hoe estaba enojado con él. Sabía que había estado siendo abusado, así que pensó que el miedo estaba inculcado en él. Eso era algo que iban a tener que trabajar. —No. —Jun Hoe pasó la mano por el liso pecho de Jin Hwan—. ¿Estás seguro de que estás curado?

—Sí.

 

«Bien». Jun Hoe se giró de espalda, jalando el desnudo cuerpo de Jin Hwan arriba de él. La sábana se deslizó a un lado y el duro pene de su pareja quedó expuesto dentro de un nido de rizos oscuros. Maldición, quizás debería de haberse quitado sus pantalones antes de meterse en la cama.

Por debajo de su pareja, Jun Hoe alcanzó la cintura de su pareja y luego se los quitó. Ahora estaba tan desnudo como Jin Hwan y el contacto de piel contra piel era increíble.

Jun Hoe jaló a Jin Hwan hacía abajo, trazando la suave plenitud de los labios de Jin Hwan con la lengua. Sus labios tocaron ligeramente los de su pareja, provocándolo, persuadiéndolo hasta que el hombre se abrió para él, y luego la lengua de Jun Hoe entró y exploró.

Un ansioso gemido salió de los labios de Jin Hwan, y Jun Hoe se lo comió mientras su pene latía ante el sonido. Dios, nunca había tenido a un amante que se sintiera tan perfecto en sus brazos. Había estado casado durante cinco años, y nunca sintió ese nivel de deseo o necesidad.

Su cuerpo dolía por Jin Hwan. Mientras besaba a su pareja, Jun Hoe acariciaba con sus dedos la espalda de Jin Hwan, sintiendo el fuego crecer lentamente entre ellos. Creció hasta que   sintió   las   llamas   del   deseo   recorrer  su cuerpo, prendiéndole fuego.

Lubricante. Necesitaba lubricante.

Mucho lubricante porque Jun Hoe planeaba deslizar su pene en el culo de Jin Hwan.

Jun Hoe intentó ser sutil al respecto al llegar a su mesa de noche, pero terminó golpeando todo.

Jin Hwan se apartó con una sonrisa en su hermoso rostro.

—¿Qué estás haciendo?

 

El brillo de la risa en los ojos marrón de Jin Hwan era impresionante. Jun Hoe dio una tímida sonrisa mientras señalaba.

—Tratar de conseguir el lubricante del cajón.

 

—Oh. —Jin Hwan parecía un poco desconcertado  y luego Jun Hoe pudo realmente ver la luz en los ojos del hombre. Jin Hwan se inclinó y abrió el cajón, buscó hasta que tomó la botella de lubricante en la mano.

Jun Hoe la tomó y mojó los dedos con el transparente gel, y llevó la mano atrás de Jin Hwan y jugó con el agujero del hombre.

Jin Hwan era masilla en los brazos de Jun Hoe mientras yacía sobre su pecho, empujando su pene contra el abdomen de Jun Hoe. Su pareja no tenía ningún problema haciendo saber a Jun Hoe lo que le gustaba. Los pequeños sexuales sonidos estaban llenando el cuarto, y él ni siquiera había empujado un dedo dentro del chico. Nunca antes alguien había reaccionado tan intensamente al toque de Jun Hoe.

«Amo eso».

 

Su dedo jugó un poco más con el pequeño brote y luego Jun Hoe empujó su dedo a través del resistente músculo hasta que su dedo estuvo hasta el nudillo profundamente en el culo de Jin Hwan. Estaba tan jodidamente apretado que Jun Hoe podía imaginar cómo su pene se sentiría enterrado profundamente dentro del cuerpo de su pareja.

Él comenzó a moverse a un ritmo constante, asegurándose de golpear la glándula de Jin Hwan tan a menudo como podía. Jin Hwan gemía su aprobación, por lo que Jun Hoe deslizó un segundo dedo dentro del apretado cuerpo del hombre. —Jode mis dedos, bebé. Móntalos como si fuera mi pene en tu culo.

Jin Hwan comenzó a empujarse hacia atrás, empalándose en los dedos de Jun Hoe. Rápidamente pasó a un tercer dedo, queriendo que Jin Hwan estuviera completamente estirado, Jun Hoe no estaba seguro de poder aguantar mucho más.

Jin Hwan estaba volviendo el joder sus dedos en una fantasía orgásmica hecha realidad. Jun Hoe sólo podía ver al hombre, fascinado de cómo Jin Hwan rebotaba hacia arriba y hacia abajo, con los ojos cerrados mientras se humedeció los labios.

«Qué jodida vista».

 

—Necesito joderte —Jun Hoe le dijo a Jin Hwan, que se detuvo. Sacó sus dedos libres y luego tomó el lubricante, recubrimiento su pene a fondo. Agarrando la base, Jun Hoe vio cómo su pareja lentamente bajaba tomando toda su longitud. Su pene estaba siendo tragado por el culo de Jin Hwan, y Jun Hoe tenía que apretar los dientes para luchar por el control.

Cerró los ojos un momento, saboreando la sensación del hombre sentándose en su pene. Sus dedos se aferraron a las caderas de Jin Hwan cuando él plantó sus pies en la cama. Cuando Jin Hwan se inclinó hacia adelante, Jun Hoe atrapó uno de los pezones del hombre en la boca, provocando el brote hasta que alcanzó su punto máximo entre los dientes.

—Muérdeme —Jin Hwan rogó desvergonzadamente, presionando su pecho con más fuerza contra la boca de Jun Hoe.

Jun Hoe sabía que el hombre no estaba pidiendo dolor. Quería el placer que provocar al pezón le traía. Chupó, mordió lentamente y lamió, perdido en la dulce exploración del cuerpo de Jin Hwan.

La espera lo estaba matando, pero Jun Hoe no iba a moverse hasta… Jin Hwan comenzó a montar el pene de Jun Hoe y él estaba malditamente cerca de perder la cabeza. — Móntame duro, bebé —Jun Hoe le ordenó a Jin Hwan, su voz oscura y áspera.

Jin Hwan comenzó a moverse más rápido, y Jun Hoe se empujaba hacia arriba. Jun Hoe debería de haber tenido miedo de su necesidad por Jin Hwan, una necesidad tan profunda que era insoportable. Pero no lo tenía. Le dio la bienvenida. Por primera vez en su vida, Jun Hoe no se sentía como si estuviera con alguien sólo para estar con alguien.

Quería estar con Jin Hwan. Infiernos, lo estaba deseando como si fuera una maldita droga. Él gimió, duro y salvaje cuando comenzó a empujarse con fuerza dentro del culo de Jin Hwan, haciendo que su pareja gritara, pidiendo su liberación.

Jun Hoe estaba respirando con dificultad, con la piel sensible. La sensación de Jin Hwan deslizándose arriba y abajo de su cuerpo, acariciándolo, casi lo vuelve loco. La cabeza de  Jin Hwan  se  enterró  en  el  cuello  de  Jun Hoe,  su   propia respiración jadeante en su pecho mientras el hombre se oía como si estuviera luchando por respirar.

La sensación de los labios de Jin Hwan sobre la sensible piel del cuello de Jun Hoe, hizo que Jun Hoe cerrara las manos en un esfuerzo por encontrar control donde no parecía haber ninguno.

Y luego Jin Hwan mordió su cuello.

 

Jun Hoe gritó mientras llenaba el culo de Jin Hwan, inundando el sensible y delicioso tejido, acariciándolo mientras un millón de rayos de electricidad recorrían su cuerpo. Jun Hoe se sintió caer, ahogándose dentro de su pareja cuando Jin Hwan dio un pequeño gruñido, apretando en su culo el pene de Jun Hoe.

Cuando se corrió entre ellos, sintió la masa pegajosa y sabía que su pareja también había llegado. La cabeza del Jun Hoe cayó en la almohada tragando el aire que tanto necesitaba. Jin Hwan estaba lamiendo su cuello, un pequeño gemido sordo salía de él.

—Maldición —Jun Hoe dijo mientras pasaba sus manos por la espalda de Jin Hwan—. Sólo... maldición.

Jin Hwan se apartó, sonriéndole. —Eso fue, fantástico.

 

Jun Hoe se rio, jalando a su pareja a sus brazos. Le gustaba ver la sonrisa de Jin Hwan. El hombre era guapo, pero se volvía impresionante cuando se llenaba de felicidad.

—Sí, bebé, lo fue. —Jun Hoe agarró fuerte el culo de Jin Hwan—. Así fue.

 

Jin Hwan movió su culo. —No estuvo mal para mi primera vez.

Jun Hoe gimió. Eso imaginó. Ahora podía ver que tenían otra cosa que trabajar con Jin Hwan sobre decirle cosas cuando más importaba.

Él no iba a sentarse aquí y darle un sermón al chico, no después del sexo alucinante que acababan de tener.

Y en secreto, alababa su ego el saber que era el primero de Jin Hwan. Iba a ser también el último del chico, porque Jun Hoe no iba a dejar ir al hombre. Le dio una palmadita en el trasero a Jin Hwan. —He hecho algo de comer. Hay que ducharse y vestirse. Sentarse a la mesa de la cocina desnudo no es una buena cosa.

Jin Hwan se movió hacia adelante, y el flácido pene de Jun Hoe salió del cuerpo de su pareja. Ambos gimieron. Podía ver que el sexo con Jin Hwan iba a ser a menudo. Jun Hoe amaba cómo el hombre se sentía, su capacidad de respuesta, y los lindos ruidos que hacía mientras Jun Hoe lo jodía… Bien, si no dejaba de pensar en ello, no dejarían la cama.

—Ducha —dijo Jun Hoe y Jin Hwan obedeció. Vio cómo su pareja se dirigía al baño y le encantó cómo el pequeño culo se balanceaba de un lado a otro. Dios, iba a vivir dentro del culo de Jin Hwan.

El pequeño hombre sólo le había mostrado el cielo y Jun Hoe ahora era adicto.

Esperó hasta que Jin Hwan terminara antes de darse una ducha rápida. Una vez que los dos estuvieron completamente vestidos, Jun Hoe le dio a su pareja un recorrido por la casa. No era muy grande, pero era la casa de Jun Hoe, un santuario en el que amaba vivir.

Y ahora era un paraíso también para Jin Hwan. Se lo había comprado a un tipo llamado Chen. Le había dicho a Jun Hoe que había estado desocupada durante años, y el hombre aun no le daba el precio a Jun Hoe.

 

Ahora que miraba a su alrededor, Jun Hoe podía imaginar a Jin Hwan estando aquí. A él le gustaba la idea. Imágenes de despertar al lado del hombre cada mañana y sentarse juntos en la sala a ver televisión empezaron a llenar la cabeza de Jun Hoe.

—¿Jin Hwan?

Su pareja se giró y lo miró con ojos inocentes.

—¿Sí?

 

Jun Hoe abrió la boca para preguntarle a Jin Hwan si se quedaba a vivir con él cuando alguien llamó a la puerta. — Espera. —Jun Hoe estaba irritado como el infierno por la interrupción. Abrió la puerta, dispuesto a decirle a quien quiera que fuera que desapareciera cuando vio al tío de Jin Hwan de pie en su porche.

¿Cómo infiernos hizo para saber dónde vivía?

 

 

Jongin vio los papeles que Niel le había dejado sobre su escritorio para él. Había muchas más propuestas de lo que había previsto. Estaba por lograr que su pueblo se viera normal.

Con las peticiones delante de él, tendría su pueblo floreciendo en un momento. Tomó el teléfono en su escritorio y marcó a Moon Doo Joon.

—Construcción Moon.

—Soy Jongin.

—¿Qué puedo hacer por ti, Jongin? —preguntó Doo Joon. Jongin podía oír el ruido de fondo y sabía que  el equipo de construcción estaba extendiendo el bar que había necesitado reparación desde hace años.

El nuevo propietario lo estaba arreglando, Jongin estaba contento con la elección. El antiguo dueño del bar, fue arrestado por dejar que menores de edad bebieran allí.

«Qué idiota».

 

—Tengo un gran proyecto del que necesito hablar contigo. Necesitamos un ayuntamiento.

Doo Joon hizo un ruido bajo de silbido. —Ese es un gran proyecto. Voy a contratar más hombres. ¿Tienes algo en mente? ¿O lo diseñaremos desde el principio?

Jongin ya sabía cómo quería que se viera el lugar. La Villa Kim tenía un ambiente pintoresco y quería que siguiera así. Él no quería nada moderno. Esa era una de las cláusulas de los contratos que había entregado a los nuevos propietarios de negocios.

No se les permitía hacer nada que hiciera que la Villa Kim dejara de verse como el pueblo pequeño y acogedor que era. El Ayuntamiento no sería diferente. —Tengo algo en mente, pero tendrás que dibujarlo.

—Estaré allí esta tarde después de recoger a Yoseob del trabajo. Te parece bien, ¿verdad?

—Me parece perfecto.

 

Justo cuando colgó el teléfono, Baekhyun entró en la oficina, Jongin sonrió. Había tenido algunos raund con Chanyeol sobre que dejara a Baekhyun trabajar. Por supuesto, Jongin tuvo que morder la bala y permitir que las parejas salieran de la Casa.

Sabía que quedarse en la Casa los había vuelto locos durante años.

 

Ahora, sólo un puñado de guerreros custodiaban la Casa. La mayoría ahora estaban recorriendo la Villa Kim, manteniendo un ojo en las parejas mientras trabajaban. Jongin no quería que sus centinelas consiguieran trabajo. Su único trabajo era proteger a las parejas de la Casa. No le molestaba cuanto ayudaban a los demás, pero si alguno de ellos no mantenía a las parejas a salvo...

—¿Qué puedo hacer por ti, Baekhyun? —Jongin se inclinó hacia adelante, dándole a la pareja su expresión más seria.

—¿Cómo hago para tomarme un día por enfermedad en el trabajo?

Le tomó a Jongin un segundo entender lo que decía Baekhyun. —¿Quieres llamar al trabajo y decir que no irás?

Baekhyun se sonrojó. —Chanyeol quiere llevarme de compras. Esperaría hasta este fin de semana, pero tengo que trabajar durante los próximos seis días. —Baekhyun mordió el labio inferior y luego cerró la puerta de la oficina—. ¿Me hace una mala persona querer pasar el día con mi pareja?

Jongin se cubrió la boca con la mano escondiendo una sonrisa. —No, todo está bien. —Conocía al pequeño Baekhyun, Jongin había comprado la cafetería hace años. Técnicamente era el jefe de Baekhyun. Nunca le dijo a nadie lo que había hecho. Sólo Niel sabía que Jongin era el dueño—. No vas a  hacer  un  hábito de  reportarte  y  no ir, ¿verdad?

Baekhyun rebotó en su lugar, sus rizos castaños cayendo sobre sus hombros. —No lo haré. Lo juro.

Jongin movió la mano hacia el hombre. —Entonces ve y diviértete con Chanyeol. Voy a llamar a la cafetería y avisarles que no irás.

—¿Harías eso por mí?

—Por supuesto.

 

Baekhyun dejó la oficina de Jongin con una gran sonrisa en su rostro. Una vez que el hombre se hubo ido, Jongin dejó escapar una risa. El tipo era muy fácil de complacer.

 

 

 continuará....

 


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