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56. Secretos Silenciados (02) por dayanstyle

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—El Pit —dijo Jun Hoe cuando contestó el teléfono en el trabajo.

—Sólo quería avisarte que nos encargamos de Seung Chul. Le acompañaron afuera del pueblo.

—Gracias, Jongin. Te debo una. —Jun Hoe se sentía aliviado como el infierno. Sabía que Seung Chul no estaba, pero al escucharlo de Jongin era mejor.

—Consíguele a Jin Hwan la ayuda que necesita e incluso nosotros podemos hablarle.

—Ya hablé con él. Va a ver a Zelo después del trabajo.

—Zelo es un buen hombre. Él ayudará a Jin Hwan a atravesar esto. —Jongin colgó. Si había una cosa que Jun Hoe podía decir de Jongin, era que despreciaba el abuso. Al   igual que Jun Hoe.

Él sostenía el teléfono y se apoyó contra la pared, gracias a su buena estrella Seung Chul no había matado a Jin Hwan.

—¿Estás bien, jefe? —Taeha preguntó desde atrás de la caja registradora—. Sé que no nos conocemos bien, pero, ya sabes, si hay algo que necesites, es tuyo.

Jun Hoe sabía que había una razón por la que seguía teniendo a Taeha alrededor. Cierto como el infierno que no era por sus habilidades para el trabajo. Era un buen chico. A pesar de que tenía que perseguir al chico la mitad del tiempo para que estuviera en la caja que era donde debería de estar, Taeha era muy bueno con los clientes. Se dio cuenta que la gente regresaba, con una sonrisa amable y hablaban con Taeha como si fuera de la familia. El chico tenía el don de la palabra. —Gracias, pero estoy bien.

Aún tenía que encontrar a alguna persona que se encargara de sus libros. Aliviaría a Jun Hoe sobre eso. Por más que tratara de mantener las cosas equilibradas, se acumulaban. Aún necesitaba ordenar el inventario, no estaba seguro de lo que ya tenía.

Tener un negocio, requería mucho tiempo.

 

—Oh, hay una entrega para el almuerzo —dijo Taeha—. Sé que no hacemos entregas, pero esta es para el cuerpo de bomberos local. No creí que te molestara.

—No, sólo tenla lista, y yo lo llevaré. —Quizás tenía que empezar a hacer entregas. Más y más personas estaban llamando y pidiendo. Eso significaba contratar a un chofer para las entregas. Eso mejoraría el negocio, Jun Hoe tenía que pensar más sobre eso. Sin embargo, iba a hacer que funcionara. Era su sueño e iba a asegurarse de que fuera exitoso.

Una vez que Taeha tuvo las órdenes juntas y la nota lista, Jun Hoe salió a la calle. Se dirigió a la puerta del conductor y maldijo. Ahora no era un buen momento para tener una ponchadura. Iba a tener que cambiar el maldito neumático, pero no tenía tiempo ahora.

Jun Hoe tomó prestado las llaves de Taeha y utilizó el pequeño carro del chico para hacer la entrega. Jun Hoe sentía como si estuviera conduciendo en una lata de atún. Sólo esperaba como el infierno poder salir del carro. Ni siquiera estaba seguro de cómo había entrado.

 

Afortunadamente, se las arregló para salir del carro cuando llegó a la estación.

Entró en la estación de bomberos, mirando a su alrededor. Nunca había estado aquí antes. La zona de recepción tenía una alfombra gris con azul y sillas de color rojo a un lado. Había algunas plantas decorando el lugar y un cuadro en la pared. Era agradable y limpio.

—¿Puedo ayudarte? —un hombre le preguntó desde el mostrador frente a la puerta.

—Tengo una entrega del Pit. —Jun Hoe dejó la bolsa sobre el mostrador.

—Déjame ir por el dinero. Ahora vuelvo. —Observó al hombre salir y Jun Hoe se quedó allí, mirando alrededor. No se veía como había imaginado que se vería una estación de bomberos. No esperaba una recepción tan bonita y brillante.

Ni siquiera esperaba una recepción. Le gustó.

 

—Aquí tienes —el hombre dijo cuando regresó.

 

— Koo Jun Hoe —dijo Jun Hoe extendiendo la mano. Si iba a vivir en la Villa Kim tenía que conocer a los residentes—. Propietario del Pit.

El hombre le dedicó una amplia sonrisa. —Jefe de bomberos Song Seung hyun. —El chico le dio la mano a Jun Hoe—. Solo Seung hyun.

—¿Tu nombre es realmente de Oso? —preguntó Jun Hoe.

 

El hombre se carcajeó. —¿Tu nombre es realmente de Sacerdote?

Jun Hoe le dio la razón al hombre. —Me tienes ahí.

 

Seung hyun pagó la comida y se despidió de Jun Hoe mientras caminaba hacia la puerta principal. Se sentía bien. Muy bien.

 

Había conocido al jefe de la estación de bomberos. Conocer a los residentes del pueblo le hacía sentir como si perteneciera aquí. En la ciudad, Jun Hoe había sido sólo otro rostro entre muchos.

Aquí, en este pequeño pueblo, se sentía como si fuera parte de la comunidad. A él le gustaba eso. Jun Hoe miró el carro de Taeha y gimió. No deseaba volver a entrar en esa lata de a atún. Por eso era propietario de una camioneta.

Una vez que estuvo de regreso en el trabajo, Jun Hoe se dispuso a cambiar el neumático. Iba a llevar el neumático reventado al taller de Eli y averiguar qué sucedió. Podría haber sido un clavo o algo así, pero se había asegurado de comprar neumáticos de alta calidad. Le habían garantizado que los clavos no podían penetrar las paredes. Si tenía uno, Jun Hoe iba a hablar con el hombre que se los vendió.

—Oye, Jin Hwan llamó —dijo Timoteo cuando Jun Hoe entró para lavarse las manos—. Dijo que tiene que trabajar tarde y quería saber si querías ir con él cuando llegaras.

—¿Pueden encargarse del fuerte? —Había alguien que vendría por lo del trabajo de la contabilidad, pero su pareja era lo primero. También odiaba dejar a estos dos solos.

—Lo mantendremos —dijo Timoteo.

 

Jun Hoe giró los ojos hacia el cielo mientras salía. En lugar de tomar su camioneta, caminó. El sol caliente de la tarde se sentía bien en su rostro mientras se dirigía hacia la florería. Como de costumbre —y por costumbre— Jun Hoe escaneaba las calles.

No vio a nadie que pareciera sospechoso, por lo que entró en la florería. Su corazón se aligeró más cuando vio a Jin Hwan de pie detrás el mostrador, hablando con un cliente. También se sentía orgulloso como el infierno cuando vio   el anillo de boda de Jin Hwan. Esa pequeña franja de oro blanco les decía a todos que Jin Hwan estaba fuera de los límites.

Eso podría ser un poco posesivo, pero Jun Hoe amaba que Jin Hwan le perteneciera. Recorrió la tienda y esperó a que Jin Hwan terminara con su cliente antes de acercarse al mostrador.

—Pudiste haberte acercado —dijo Jin Hwan mientras inclinaba la cabeza hacia atrás para mirar a Jun Hoe a los ojos—. No oculto el hecho de que soy gay.

 

—No es eso —dijo Jun Hoe dándole a su pareja un beso—. Estabas ocupado con un cliente. No interfiero. Esa persona merece tu atención. Sólo soy un chico en busca de obtener un beso del hombre que ama.

Jin Hwan besó a Jun Hoe de nuevo. —Uno de estos días voy a despertar y darme cuenta de que era sólo un sueño.

Jun Hoe se aclaró la garganta, sin saber cómo responder a eso. —¿Por qué tienes que trabajar horas extras?

Jin Hwan dejó inmediatamente el papeleo que estaba frente a él y luego le sonrió a Jun Hoe. —Hay una orden para una gran boda que tengo que tener lista. Incluso con la ayuda de HeeChul, va a tomar un montón de mi tiempo.

Jun Hoe tenía la sensación de que Jin Hwan estaba tratando de evitar ir a ver a Zelo. Esto no iba a suceder. Jun Hoe sabía que su pareja necesitaba asesoramiento. El hombre seguía llorando en sus sueños, y él había comenzado también a estremecerse. Iba a tener que hablar con Zelo para ver cómo podía llevar a Jin Hwan sin tener que forzar al hombre.

—Comprensible. —Realmente no, pero ¿qué podía Jun Hoe hacer? Jin Hwan ya había sido suficientemente intimidado, y Jun Hoe no era el tipo de hombre que forzara a alguna persona a que hiciera algo que no quería hacer. Pero no dejaría que su pareja se saliera de esto tan fácilmente—. ¿A qué hora crees que terminarás esta noche?

Jin Hwan pasó la mano por su camisa y Jun Hoe podía verlo temblar. «Maldición». No quería volver a ver a su pareja sintiendo miedo nunca en su vida. Jun Hoe jaló al hombre a sus brazos, haciendo lo único que pudo pensar. Quería que Jin Hwan se sintiera seguro. —Sabes que te amo, ¿verdad?

Podía oír el tembloroso suspiro que su pareja soltó mientras asentía. —Lo sé.

Jun Hoe no estaba seguro de qué más podía hacer.    —¿Qué tal si vengo una vez que termine y veo si puedo ayudarte?

—No estoy seguro de cómo podrías, pero está bien.

 

Tres horas más tarde, Jun Hoe estaba de regreso. Entró en la tienda y se quedó boquiabierto. Nunca había visto tanto lila y crema antes. El lugar parecía que había explotado con los malditos colores. Allí también había falsos collares de perlas por todas partes. Se sintió un poco abrumado. ¿Qué sabía sobre las flores?

«Absolutamente nada». Olían bien y eran lindas. Eso era todo lo que sabía. Dio un paso más allá de las flores y las cintas, preguntándose qué infiernos esperaba Jin Hwan de él.

—Aquí estas —dijo Jin Hwan mirando a Jun Hoe aliviado de que por fin hubiera llegado—. ¿Puedes darme el collar de perlas detrás de ti?

Jun Hoe se dio la vuelta, sin ver el collar al que Jin Hwan se refería. Había muchos de ellos en el mostrador. ¿Por qué no podía su pareja usar uno de esos?

Quizás debería de haberse quedado en el trabajo. Este material era confuso.

Jin Hwan vio que su pareja se veía confundido, por lo que le dio al hombre un descanso y en su lugar le hizo llevar las cajas atrás. Él realmente no tenía que terminar esto, pero Jin Hwan estaba muerto de miedo de ir a hablar con Zelo.

Cuanto más se acercaba el momento de hablar con el consejero, más nervioso estaba. Incluso anoche tuvo una pesadilla en la que Seung Chul estaba de pie en la habitación con ellos mientras Jin Hwan hablaba sobre todos los pequeños secretos de su tío.

Simplemente no podía hacerlo. Jin Hwan no podía volver a revivir el horror que había vivido. Una vez fue suficiente.

¿Qué bien podría salir de eso?

 

—Todas las cajas están dobladas y tiradas —dijo Jun Hoe mientras caminaba de regreso a la tienda. Jin Hwan miró a su pareja. Él realmente no quería decepcionar al chico. No lo quería. Pero derramar sus entrañas no era algo que Jin Hwan pudiera hacer.

Y no sabía cómo decirle eso a Jun Hoe.

 

Jin Hwan levantó la mirada cuando alguien entró en la tienda. Estaba aliviado por la distracción. Eso evitaría que Jun Hoe le preguntara sobre ir con Zelo... por un momento. — Disculpa el desorden —Jin Hwan gritó—. Tómate tu tiempo y echa un vistazo.

—En realidad estoy aquí para verte —dijo el hombre mientras se dirigía al mostrador, sacando la mano—. Soy Zhang Zelo.

 

—Necesitamos café —HeeChul dijo mientras agarraba el brazo de Jun Hoe y lo jalaba hacia la puerta—. Montones y montones de café.

Jin Hwan vio a ambos abandonar el barco. Él iba a estrangularlos.

—¿Necesitas ayuda? —Zelo preguntó, señalando con la cabeza el lío en el mostrador.

—No —dijo Jin Hwan un poco cortante. Él no estaba tratando de ser un imbécil, pero estaba enojado de que Zelo hubiera aparecido.

—No va a desaparecer, Jin Hwan. Puedes enterrarlo tan profundamente como quieras, pero el dolor de lo sucedido seguirá resurgiendo.

Jin Hwan no estaba mirando a Zelo, pero oyó al tipo. Joder, si Zelo no estaba diciendo la verdad. Jin Hwan hacía todo lo posible por enterrar lo que le había pasado, pero seguía resurgiendo en sus sueños. No había conseguido una buena noche de sueño desde hace mucho tiempo. Estaba cansado de estar cansado. Jin Hwan estaba cansado de todo esto. Él sólo quería olvidar.

—Tu tutor te lastimó, Jin Hwan. Tu familia. Tu tío. Tienes que enfrentar eso.

Jin Hwan salió de detrás del mostrador, apretando los puños a los costados. Podía sentir la ira de lo que Seung Chul le hizo hervir en su interior. Su tío había traicionado su confianza y Jin Hwan quería hacerle daño a alguien. —No tengo que enfrentar una maldita cosa —dijo con los dientes apretados—. Déjalo en paz.

 

—Has mantenido el secreto el tiempo suficiente. ¿No te parece que es tiempo de…?

 

—¡No! —Jin Hwan gritó—. No quiero hablar más de eso. No quiero pensar en eso. —Jin Hwan maldijo cuando sintió lágrimas en sus ojos—. No quiero recordar, Zelo. Déjalo ir.

—¿Y qué, Jin Hwan? —Zelo preguntó con calma, a pesar de que Jin Hwan estaba furioso—. No duermes muy bien. Puedo decirlo por los círculos oscuros bajo los ojos. Tu pareja está preocupado por ti. No puedes seguir embotellando esto. Tarde o temprano, va a afectar tu relación con Jun Hoe.

Jin Hwan dio un paso atrás, pensando en su pareja. —No quiero arruinar mi relación. —Jun Hoe era lo mejor que le pudo suceder a Jin Hwan. El hombre era como su red de seguridad, su fortaleza. Si perdía eso...

Zelo dio un paso más cerca, apoyando los dedos en el hombro de Jin Hwan, con un ligero toque. —Entonces deja que te ayude. El mayor error que puedes hacer es ignorar lo que te pasó.

Jin Hwan envolvió con sus brazos su cintura, sintiendo como si se estuviera ahogando mientras asentía. No podía perder a Jun Hoe y no podía permitirse que lo que le pasó afectara su relación. Levantó lentamente la cabeza para ver la preocupación en los ojos de Zelo. —¿Por dónde empezamos?

 

 

—Deja de estar tan preocupado —dijo HeeChul mientras se dirigían a la cafetería—. Zelo cuidará muy bien de él.

—No me gusta dejarlo con un extraño —admitió Jun Hoe. HeeChul hizo un sonido pffst. —Zelo es un medio demonio.

Si alguien entra en la florería en busca de problemas, se encontrarán con una sorpresa muy desagradable.

 

Jun Hoe se detuvo y miró boquiabierto a HeeChul. —¿Él es qué? —Jongin le había dicho acerca de los shifter. El hombre no había dicho nada sobre los demonios. ¿No eran los demonios malos? Se dio media vuelta y regresó a la florería. ¿Cómo HeeChul pudo dejar a Jin Hwan con un demonio?

—Espera. —HeeChul tomó el brazo de Jun Hoe.

—Dejaste a mi pareja con un maldito demonio,  HeeChul. ¿Cómo pudiste? —Su cabeza le daba vueltas ante la idea de que los demonios realmente existen, pero su necesidad de proteger a Jin Hwan anulaba su miedo.

—Zelo nunca le haría daño a Jin Hwan. Él es un jodido consejero, Jun Hoe. ¿Crees que es una treta para atraer a víctimas desprevenidas a su red?

Jun Hoe jaló la mano de HeeChul y corrió hacia la florería. Esa visión no le sirvió de nada.

—Ya basta —dijo HeeChul al saltar frente a Jun Hoe para detenerlo—. Nunca dejaría a Jin Hwan en manos de alguien que le hiciera daño.

Jun Hoe estaba tentado a sacar a HeeChul fuera de su camino, pero había conocido a la pareja de esa persona. No sería una cosa sabía de hacer. —Me gustaría que me hubieras dicho que era un demonio antes de que hablara con Jin Hwan.

—Está bien —dijo HeeChul—. Entonces olvida lo que dije.

 

Jun Hoe entrecerró los ojos hacia el hombre. —Demasiado tarde.

—Vamos a tomar un café. Dale a Jin Hwan algún tiempo con Zelo y luego vamos a ir a verlos.

Jun Hoe no estaba seguro de poder sentarse durante media   hora,   mientras  que  su pareja  hablaba   con un demonio. ¿A qué clase de pueblo se mudó? Él había llegado a un acuerdo con que su pareja fuera un shifter lobo. ¿Y ahora esto? —¿Qué más necesito saber?

—Nada —dijo HeeChul rápidamente mientras empujaba a Jun Hoe para que empezara a moverse—. No hay nada que necesites saber en este instante.

Jun Hoe no estaba seguro si quería que HeeChul le dijera o dejar las cosas en paz. Decidió que averiguar que los demonios existían era más que suficiente por una noche. Entrando con HeeChul a la cafetería, decidió comprarle algo de beber a su pareja. Él no estaba seguro de lo que a Jin Hwan le gustaba.

Decidió llevarle a su pareja un té caliente. Eso debería ayudarle después de una sesión con el consejero. Jun Hoe también estaba preocupado de que su pareja quedara exhausto al recordar el pasado. Sabía que iba a ser doloroso como el infierno.

—Está bien —dijo HeeChul, una vez más, mientras se acercaba al mostrador—. Pasé por algo similar. Confía en mí, un consejero ayuda.

Jun Hoe se quedó mirando a HeeChul con una luz completamente nueva. ¿El hombre había sido abusado? Pensaría que Siwon mataría a cualquiera que incluso pensara en hacerle daño a la persona.

—¿Puedo ayudarles?

 

HeeChul se rio. —Hey, Baekhyun. Él es Jun Hoe. —HeeChul hizo un gesto con la mano en su dirección—. Es dueño del Pit.

Jun Hoe vio al escuálido hombre. Había conocido a Baekhyun antes. Esta no era la primera vez que Jun Hoe venía a la cafetería. —Nos hemos visto.

 

—¿Quieres lo de costumbre, Jun Hoe? —Baekhyun preguntó, dejándole a Jun Hoe el café con leche antes de que le contestara el chico. Bueno, si no quería lo de costumbre, de todos modos lo estaba recibiendo. El tipo era un poco peculiar, pero a Jun Hoe le agradaba.

Una vez que Baekhyun le dio su café, Jun Hoe le pidió el té de Jin Hwan. Tenía la sensación de que esta iba a ser una noche larga.

—¿Eres Koo Jun Hoe?

 

Jun Hoe se giró y vio a un hombre de cabello castaño de pie cerca de él. Estaba parpadeando rápidamente, como si tuviera algo en sus ojos. —¿Quién quiere saber?

—Soy el hombre que se supone con el que te reunirías acerca del trabajo de contabilidad. —Extendió la mano—. Choi Joon Hoon.

Jun Hoe estrechó la mano del hombre. —¿Niel te envió?

 

Joon Hoon negó con la cabeza. —Fue Jongin quien me envió. Dijo que necesitabas a alguien para desenterrar tu oficina.

El Alfa seguía sorprendiendo a Jun Hoe. El hombre tenía una apariencia tan letal, tenía un aire que hacía que cualquier persona cuerda lo pensara dos veces. Pero también era alguien que siempre cumplía su palabra, incluso cuando Jun Hoe no tenía ni idea de cómo Jongin siquiera sabía que necesitaba un contador.

—Tú... uh...

 

—Es un shifter —dijo HeeChul en un tono bajo y luego miró a Joon Hoon—. ¿De qué tipo?

«¿De qué tipo? Jesús». Primero Jun Hoe descubrió que los lobos shifter existían, y entonces los demonios. Ahora él    estaba descubriendo   que   había    diferentes   razas de shifter. Realmente no quería saber nada más.—Impala —dijo Joon Hoon con orgullo.

 

Jun Hoe contuvo la risa antes de que se escapara de sus labios. ¿Un impala? ¿En serio? ¿Un impala no era uno de esos pequeños lindos ciervos con los cuernos trenzados? Cuando Jun Hoe miró a Joon Hoon, tuvo que admitir que encajaba con el chico. Era bajito, delgado y vestido impresionantemente. No estaba seguro de que lo último tenía que algo que ver con que fuera un impala, pero al hombre le gustaba su ropa de diseñador.

No es que Jun Hoe supiera cómo se veía la ropa de diseñador, pero sabía cuando algo era caro cuando lo veía.

—Ríete y me aseguraré de que tus libros estén tan jodidos que nunca puedas ponerle orden —dijo Joon Hoon con un puchero—. Puedo ser pequeño pero no soy alguien con quien meterse.

Jun Hoe levantó las manos, tuvo éxito en contener la sonrisa. —No voy a molestarte. Confía en mí, te necesito en mi oficina más que… no importa. —Ni siquiera estaba seguro de cómo terminar la frase sin sonar morboso o un imbécil—.¿Puedes empezar mañana?

 

—Llegaré muy temprano. —Joon Hoon se abrió paso entre ellos y ordenó su bebida.

Jun Hoe tenía la sensación de que el hecho de que Joon Hoon fuera pequeño, no quería decir que no fuera peligroso.  Iba  a tener  que  aprender  a mantener  la  boca cerrada o el hombre lo enterraría aún más profundo en papeles de lo que ya estaba.

No era un pensamiento agradable. Así que tomó sus bebidas y se acercó al sofá rojo en una esquina y se sentó, preguntándose cuánto tiempo necesitaba darle a Jin Hwan y Zelo.

 

continuará...

 


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