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—Acorde al rumor del hijo ilegitimo del emperador, se dice que tenia sangre de los dioses. Por estas razones este era amado por ellos, en realidad seria algo así como un semidios.
El legendario emperador inmortal, capitulo 20
—Tú eres a quien contemplo, no importa la decisión que escojas el camino será tu destino y lo que más desees se hará realidad. Midèn, es tu nombre y su significado es cero... Tú eres el-
Tras escuchar aquellas palabras mencionadas por una dulce y muy cálida voz de mujer, Zero solo pudo abrir sus ojos sintiendo los rayos del sol dando justo en su rostro, miró hacia la ventana de su habitación de la academia notando que el sol parecía tener un brillo especial ese día. —Midèn... ¿Qué tonterías estoy soñando? Ese estúpido libro me afectó. —Hablo con un tono de voz molesto mientras su mano se dirigía a su ya habitual ceño fruncido para masajearlo en un intento de calmar su tan bien habitual mal humor. —Al menos dormí bien.
Levantó sus brazos en un signo de querer despertar más rápido de su sueño al tiempo que cerraba sus ojos, en ese momento sintió como si se encontrara en otro lugar, un frío viento rozó sus mejillas con algo de fuerza y de inmediato abrió sus ojos notando que se encontraba en su habitación.
—"Hoy estoy actuando como un estúpido" —Pensó con total cansancio, le esperaba un día largo, esos días era los que más odiaba. Con rapidez se alistó sabiendo que Cross debía estar desesperado como siempre, después de que Yuuki se fuera era como si quisiera ganarse su perdón a modo que solía estar detrás del cazador todo el tiempo. —Cross, iré a la asociación. —Mencionó mientras arreglada su abrigo de color negro.
—Zero... Yo... Bueno, solo quería decirte que debes cuidarte mucho con las misiones, ya sabes cómo han estado últimamente los casos de ataques.
Su "padre" adoptivo realmente salía diciendo eso luego de participar en el plan de Kuran, luego de hacer todo para proteger a la ahora princesa Kuran, cuando no le importaron los sentimientos de "su hijo"
—Si tengo cuidado o no, no debería importante, nosotros no somos nada así que no veo porque debes preocuparte por mí.
Se sentía ridículo con solo dirigirle las palabras a esta persona. Sin decir nada más empezó a caminar a la salida esperando que la misión de este día no fuera difícil, aunque se encontrara indispuesto era su deber como cazador.
— "Mi deber es..."
Pensó por unos momentos mientras sus pasos se aceleraban por salir del lugar sentía como si estuviera escapando en esos momentos, ¿Algún día se sentiría mejor?, ¿Si no fuera cazador su mente solo repetiría todo una y otra vez?
>>Desde que nací...<<
Ahí estaba de nuevo recordando al estúpido libro de portada azul y sin continuación, ya hace unas semanas que lo había encontrado en la biblioteca de academia, pero al buscarlo en otras bibliotecas la respuesta siempre era "No" como si ese libro no existiera, aun si llevara el ejemplar que poseía, esa seguía siendo la respuesta.
Camino hasta estar lo suficientemente cerca al tren que lo llevaría a la asociación, era más rápido que fuera caminado, pero no tenía ganas de hacerlo, últimamente estar rodeado de cazadores incluso de su maestro era tedioso. No esperaba que lo aceptaran después de todo, pero aun así recibir todas esas miradas de disgusto le empezaba a molestar demasiado. Trato de no pensar mucho en eso y sin más entro buscando un puesto donde podría estar solo, lastima que sus planes se arruinarían a los segundos de haberse sentado.
—Disculpe, joven. —Su mirada se dirigió a la dueña de esa obvia voz femenina. Miro a la chica de cabellos plateados como el suyo y unos ojos azules que llegaban a impactar por el brillo que parecían poseer. — ¿Puede sentarse ? Te vi un poco solo y pensé que seria divertido si nos hacíamos compañía en una mañana tan linda.
Siguió mirando a la chica que sin esperar una respuesta se sentó a su lado eso lo había molestado en gran medida ¿Para que pregunta si de todos modos lo hará? Soltó un bufido al tiempo que la desconocida sonreía como si estuviera presenciado algo sumamente gracioso. Quería decirle que borrara esa maldita sonrisa de su rostro, pero antes de que lo hiciera, la de cabellos plateados hablo.
—Sabes... Ustedes dos realmente son parecidos, También le pediste un deseo, ¿no? —Que mierda estaba diciendo, la miró con su típica expresión de odio. —Ya casi estamos llegando y pronto llegarás a tu verdadero destino, realmente te deseo mucha suerte. —La de ojos azules le miró con cierta nostalgia reflejada en su sonrisa. ¿Llegar? Sin duda esta mujer debía estar demente, apenas se habían subido. —Esta es como nuestra despedida, mira. —Zero dirigió su mirada por la ventana notando la estación donde debía bajarse. —Fue bastante gratificante conocerte...
Se levantó dejando ver aquel extraño vestuario nada normal ¿Cosplay? Tal vez por eso era tan extraña.
—Por favor cuídate mucho. —En ese momento se levantó con la idea de salir del ya parado tren, no quería seguir escuchando a la tal parece loca chica y menos quería enterarse porque habían llegado tan rápido a la estación. Cuando por fin salió escucho una palabra que lo hizo detenerse completamente. —Midèn, confió en que eres el indicado.
El cazador se volteo para enfrentarla pero solo vio una luz blanca dando justo al frente de sus ojos ¡¿Qué mierda?! ¿Por qué oía a personas gritar que debía volver? ¿A quién le gritaban?
— ¡¡¡JOVEN!!!
— ¡Por favor, vuelva!
— ¡Deme su mano, lo ayudare a subirse!
—¡¡¡Sal de las vías, el tren está llegando!!!
Miro a las personas que poseían aquella expresión llena de terror... Él era el que se encontraba parado en las vías esperando el final de su vida. Trato de moverse, pero tras varios intentos no podía, era como si algo no lo dejara ir a ningún lado o como si sus pies estuvieran pegados a ese sitio.
— ¡CUIDADO!
El grito desgarrador de una señora lo hizo mirar al frente, nunca espero que su manera de morir sería esta... Una extraña y fácil situación, bastante inexplicable por el modo que en un abrir y cerrar de ojos llegó a estar posicionado ahí. Toda su vida pensó que moriría en una misión de alto rango o, aunque le doliera en manos de Kuran Kaname... Este realmente era el final, su destino.
— "Me niego a todo esto, ser usado y luego morir"
- ¡Me niego a aceptarlo! – Grito mientras el vehículo se encontraba al frente, pero a diferencia de lo que creía, el dolor jamás llegó.
En realidad, todo se a su alrededor se encontraba blanco ¿así se sentía morir? Ese frío viento volvió a golpear su mejilla como cuando despertó, pero esta vez era constante.
— ¿Qué está pasando?
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—Hoy el cielo de Latian es realmente brillante. —Una anciana de hermosos ojos azules y cabellos castaños hablo mientras unas cuantas chicas con vestidos iguales asentía a cada cosa que decía. —Mis lindos nietos aún se encuentran haciendo sus deberes, ¿verdad?
—Si, emperatriz madre.
La señora de vestuario extravagante suspiro al escuchar esa respuesta, siempre recibía la misma respuesta, ¿Era demente pensar que recibiría otra? A veces pensaba que su amado hijo realmente era un ser despreciable. Todo el dolor por el cual habían pasado los dos había marcado completamente a ese pequeño que alguna vez adoro comer dulces y correr tras pequeños dragones. Sus deseos en el pasado eran tan diferentes a los actuales, ella esperaba que su frio hijo fuera cariñoso con sus nietos, pero al final parecía tener la misma personalidad de su difunto padre.
—¡Abuela!
La anciana escuchó aquella aniñada voz acercándose con gran velocidad a ella, una pequeña de cabellos rubios y ojos tan rojos como la sangre saltó hacia su persona sin ningún cuidado. La penúltima nieta había llegado tan enérgica como siempre.
Sophronia, segunda hija de la fallecida concubina favorita, una pequeña que apenas tiene siete años. Tan enérgica que podría cansar a miles de los sirvientes reales, hasta ella admitía que a veces la pequeña se pasaba totalmente con sus juegos o corriendo por todo el bloque norte del gran palacio.
—Sophronia, tu abuela ya no esta tan joven como para resistir que te tires encima, mi pequeña y dulce nieta. —Las dos rieron ante la mirada de las sirvientas asignadas para la amable anciana. Para nadie era un secreto que todos en el palacio aborrecen a las hijas del emperador, en especial a esa niña. — ¿Y tu hermana? ¿Dónde está Calantha? —La pequeña bajo la mirada mostrando estar llena terror. —Ya veo... Ya vendrá luego, vayamos a comer y a charlar juntas, luego ella vendrá con nosotras.
Cuando la niña estuvo distraída una de las sirvientas le susurro en el oído que la primera princesa estaba siendo castigada por haberse tropezado delante de su majestad. Una madre nunca debería sentir decepción de su amado hijo, pensó la emperatriz mientras caminaba con una expresión difícil de interpretar.
En otro lado del mismo palacio se encontraban un niño de cabellos negros y ojos rojos, junto a un joven que se veía más grande quien tenía el mismo color de cabello, con la diferencia de que este poseía unos lindos ojos azules. Venían conversando tranquilamente ignorando a todo aquel que detenía a hacer una reverencia frente a ellos.
En el reino Latian todos sabían algo, no importaba cuánta sangre azul tuvieras, todos los hombres nacidos en ella jamás mostrarían amabilidad o si quiera modales con los sirvientes o guardias. Los príncipes reales eran un claro ejemplo, a pesar de lo ya dicho, eran completamente amados por su pueblo.
—Hermano mayor, viste como la hermana se tropezó delante de nuestro padre ¡fue tan penoso! Por eso juntarse con niñas es como una vergüenza. —El menor de los príncipes habló fuertemente mientras su hermano el gran príncipe heredero, Argus, soltaba una pequeña y encantadora risa al recordar la escena.
—No deberías reírte de las desgracias ajenas, es la primera ley de los dioses. —Hablo con sarcasmo luego de terminar de burlarse de aquel intento de princesa elegante que había hecho su hermana menor durante el desayuno. —Por cierto, Eryx, ¿Por qué la llamas hermana? No dijo el emperador que ninguna mujer de este palacio merece ese detestable título.
—Yo...
—No vuelvas hacerlo, es una orden de príncipe heredero y hermano mayor.
El menor de los asintió y guardó silencio mientras llegaban al pabellón donde se encontraban sus habitaciones. A su pequeño hermano menor le faltaba entender varias cosas aun, una de ellas es nunca desafiar las palabras de su padre.
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—El legendario emperador inmortal. —El de cabellos plateados había encontrado aquel libro mientras buscaba algo de ciencia o historia con que calmar su mente o algo que lograra hacerlo dormir. Su insomnio cada día empeoraba al punto de que no lograba conciliar el sueño incluso por dos días de seguido. —No pierdo nada con leerlo, de todas formas, creo que no poder dormir tanto como solía hacerlo. —Habló luego de sentir interés gracias al nombre del tal parece protagonistas.
Al principio creía que ese libro con insípida portada trataba de un dios griego, pero grande fue su sorpresa al encontrarse leyendo una historia llena de tragedia, amor, drama y muerte. El protagonista no solo sufrió durante toda la primera mitad del libro, este chico dulce de los primeros dos capítulos terminó siendo el villano perfecto. No solo se encargó de matar a su padre, también mató a sus cinco hijos y tiempo después a su medio hermano.
La parte más trágica de su historia para Zero, fue cuando leyó que tras la muerte de la última hija del emperador de Latian, la madre de este cometido suicidio, ella bebió veneno y mientras agonizaba en los brazos de su desconsolado y sádico hijo murmuró:
>>Estoy decepcionada de ti<<
Aquellas fueron las últimas palabras de la emperatriz madre. Lo que más le había sorprendido a nuestro joven cazador fue que al parecer al autor del estúpido libro azul no le había bastado con dos masacres realizadas por el emperador, también hizo una tercera luego de la muerte de su amada madre, la diferencia es que esta vez se aseguró de matar a cada uno de los sirvientes.
—"Mi destino desde un principio fue este"
El de ojos amatistas se imaginó aquel escenario lleno de cuerpos, él tembló al relacionarlo con la historia de su familia, sus padres...
En realidad, solo recuerda cosas puntuales de la historia, como los personajes y por supuesto la actitud sádica de aquel sujeto, pero lo que más recuerda es que al pasar la página al leer una frase que lo mantuvo pensativo, ya no había nada. Tras aquello estuvo buscando en otras bibliotecas y hasta librerías, pero el legendario emperador inmortal no daba señales de ser un libro existente.
Él se olvidó el tema luego de un día.
—Midèn.
—Midèn.
—Midèn
Aquello estaba molestando de gran manera su extraño sueño llenos de recuerdos del maldito libro azul. Pudo sentir como una mano tocaba su frente.
—Midèn, debes despertar. —Parecía la voz cálida de una mujer. —Mi dulce hijo es tan flojo, como conseguirá una buena esposa si sigue así. —En ese momento Zero abrió sus ojos encontrándose a una mujer de ojos dorados y una muy dulce mirada. —Me alegra que despiertes Midèn ¡Oh! Lo siento cariño, a mamá siempre se le olvida llamarte Zero, como tanto te gusta.
Abrió sus ojos como platos al mirar a la mujer con vestuario extraño y luego notar todo a su alrededor.
— "¡¿DONDE MIERDAS ESTOY?!"
Continuará...