Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

El camino de las leyendas por Kaiku_kun

[Reviews - 1]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Gloria se encontraba sentada dentro de la tienda de Roxy, junto a Morpeko. No había tenido esperanza de encontrar a su novia allí cuando volvió de salir en la radio de Artejo, pero le pareció que estar en su ambiente de alguna forma le haría sentir mejor. Que aún estaba allí.


Habían pasado tres días desde que Cynthia y ella abrieron la caja de los truenos a través de aquella transmisión de Rose. Había recibido unas pocas noticias de lo que estaba ocurriendo en las ciudades, sobre todo provenientes de entrenadores y líderes que habían llegado más tarde: Rose estaba controlando bastante bien un pánico generalizado en las ciudades, y había puesto su antiguo cuerpo de seguridad de Macrocosmos a la disposición de la población. Montó campamentos a lo largo de la costa oeste (la más deshabitada y alejada de la mayoría de gigantes) y guio a los ciudadanos por los caminos más seguros, todo sin salir de Artejo. El exilio estaba siendo un éxito, aunque estaba siendo lento. Gloria esperaba que para cuando Giratina hiciera su estelar aparición, la mayor parte de las ciudades estuvieran vacías. Por lo menos Ciudad Pistón, la peor situada si realmente habían acertado con lo de la Antigua Atalaya.


Los líderes y antiguos aspirantes habían acudido bastante rápido a la llamada. Cuando Gloria llegó, algunos ya empezaban a crear el círculo de tiendas al alrededor de la de Roxy. No faltaba ningún líder de gimnasio, aunque Berto explicó, con extraño alivio, que no consiguió que Sally se moviera de su pueblo natal.


—Nos vendrá bien tenerla allí, puede ayudar en las evacuaciones —comentó Gloria en su momento.


—Por lo menos podré hacer la mía y que sea de provecho —se quejó Berto—. Sally es muy pesada, ¡no me deja en paz ni para comer! Sólo hay entrenamiento del suyo y punto.


—Pues yo creo que te está ayudando mucho, estás más centrado —repuso Paul, con una buena sonrisa—. No tienes esa mala cara que tenías cuando me derrotaste aquella vez.


Berto le miró intensamente un instante, luego bufó y se fue a hacer guardia cerca de la atalaya.


Todo el mundo tenía turnos para patrullar la zona de la Antigua Atalaya. Las noches, cuando los fantasmas aparecían, eran tensas y solía necesitarse de más de un líder y varios aspirantes para hacer las patrullas. Cynthia también participó en varias rondas, sustituyendo a Alistair.


El joven líder de pueblo Ladera estaba todo el tiempo que sus fuerzas le permitían al pie de la torre en ruinas, donde detectaba que estaba Dusknoir. Gloria y Sonia se pasaron varias veces durante las dos primeras noches a verle, esperando que ese Pokémon se dejara ver, pero no sucedió. Alistair tenía la teoría de que quería ahorrar energía para cuando la Negra Noche empezara, aunque ninguno tenía del todo claro qué papel iba a jugar. Quizás ayudara a volver a Roxy.


Se estaba haciendo de noche por tercera vez desde que Gloria estaba en el enorme campamento que se había formado a su alrededor. Ella estaba en la tienda de Roxy de nuevo, observando la Atalaya. Podía ver a Alistair sentado al pie de la torre. Paul estaba dando de comer a sus Pokémon, excepto a Zamazenta. ¿De qué se alimentarían Zacian y él? Nunca daban señales de querer salir de sus Pokéball.


—Paul.


—Dime.


—Creo que necesitaremos a los legendarios para esto. ¿Cuento contigo?


—¡Siempre! —respondió, con su sonrisa radiante habitual.


Gloria sonrió. A veces se le olvidaba que tenía que hacerlo, con la tensión que se respiraba en el ambiente.


—¿Cómo crees que deberían actuar? —preguntó Sonia, que se acercaba a ellos.


—No lo sé —dijo Gloria, dejándose caer dentro de la tienda.


—¡Son Pokémon muy fuertes e intuitivos, ellos seguro que sí lo saben! Ya salvaron Galar de la primera Negra Noche, ¿no?


—Tenían a dos entrenadores muy fuertes con ellos, también, y creo que vosotros cumplís con esa premisa —añadió Sonia, con confianza.


Gloria aceptó aquel comentario como suyo. Era tan de su estilo: entrar a todo trapo con un plan a medias y esperar a que la intuición hiciera de las suyas. Solía funcionar, siempre armaba un plan de la nada y acababa funcionando por su insistencia y fortaleza. Pero todos los acontecimientos desde que se reencontró con Roxy le indicaban que aquello no podía ser todo, que necesitarían algo más que fuerza bruta y ser avispados para vencer a Giratina.


—Joder, me estoy volviendo como ella —se quejó en susurros—. Le doy vueltas a todo.


Por desgracia para ella, no hubo tiempo para pensar. Un trueno sacudió el cielo justo después de que un rayo cayera sobre la Antigua Atalaya. Una alarma empezó a sonar de inmediato, una llamada a las armas.


—¡Alistair! —gritó Gloria, que corrió en su ayuda inmediatamente. Paul, Sonia y algunos líderes y entrenadores se agolparon al alrededor de la base de Alistair. Éste estaba sorprendentemente intacto—. ¿Estás bien?


—S-sí, sólo ha sido un susto… —musitó, mirando la Atalaya. Empezaba a relucir color morado—. Dusknoir va a aparecer ahora.


Mientras hablaban, Cynthia ordenó formación y sacó a su Roserade y a su Lucario. Gloria se aseguró de sacar de allí a Alistair mientras liberaba a Cinderace y a Boltund para sumarse a la multitud de Pokémon que estaban listos para atacar si algo pasaba.


—Gracias —susurró Alistair, mientras Sonia le dedicaba unos momentos a asegurarse de que estaba bien.


—Has hecho mucho, no intentes combatir en ese estado —casi le ordenó Gloria.


Alistair no protestó, así que la campeona volvió hacia sus Pokémon.


Todo el campamento aguantó la respiración hasta que por fin el famoso Dusknoir hizo acto de presencia. Gloria vio sus esperanzas reducidas a cero cuando vio que el Pokémon no sólo llegaba solo sino que su único y tétrico ojo no era del color normal, sino del mismo morado de todos aquellos Pokémon poseídos, semanas atrás.


—¡¡Giratina le controla, atacad con todo!! —gritó con rabia.


Fuego, rayos, hielo, agua, rocas, ese Dusknoir recibió de todo menos una agradable bienvenida, pero tan pronto como cada ataque llegaba hasta él, un escudo igual de morado que toda la maldita región lo desviaba o lo absorbía. Sin embargo, no parecía que el Pokémon se quedara impasible ante los ataques, estaba haciendo algo más.


—¡¡AL SUELO!! —gritó Cynthia.


La campeona de Sinnoh se dio cuenta justo a tiempo que ese Dusknoir iba a ser la puerta de entrada de Giratina. Un rayo le encadenó con la luz morada de la Atalaya y lanzó una onda expansiva que tumbó a todo el campamento como si fueran unos bolos cualesquiera. Finalmente, el último de los focos de luz morada se alzó en el cielo y un enorme portal de tonos oscuros se creó encima de la torre, que se desmoronaba en su intento de detener tal energía.


La criatura más grande que Gloria había visto nunca, mucho mayor que Eternatus en su forma Dynamax, empezó a asomar por el portal. Lleno de horribles apéndices, un rostro anguloso y terrorífico de colores llamativos, rodeado de esa energía oscura que caracterizaba el fenómeno Dynamax. Y, con Giratina, llegó también otro problema:


—¡Los Pokémon salvajes de la zona nos atacan!


Entre la confusión y el esperpento de la aparición de la bestia, nadie se fijó hasta que estuvieron rodeados que los Pokémon del tipo Fantasma de la zona estaban siendo controlados también. Ahora estaban en inferioridad, y Dusknoir parecía ser su jefe más cercano.


Gloria no sabía qué hacer, ni a dónde mirar. Alternaba impotente entre el Dusknoir invencible, los fantasmas que acosaban al campamento (a los que empezaban a sumarse dragones) y Giratina mismo, que estaba a punto de acabar de cruzar entre ambos mundos.


Entonces, mirando hacia arriba, vio un mísero puntito, mucho más rápido que Giratina, cruzar por el portal, apenas una mosca. La figura se fue haciendo más grande conforme descendía y perdía el control.


—¡¡ES ROXY!! —chilló Gloria.


El primer rayo de energía de Giratina abrió un boquete en la cornisa que delimitaba con el lago Axew. A ella no le importó. Lanzó gritos a Paul, a Sonia y a Nerio para que la siguieran hacia el lado opuesto de donde se realizaba la batalla. Cynthia fue la primera en escucharla, y vio justo antes de que desapareciera entre los árboles al Pokémon caer.


Los cinco se dirigieron al bosque, donde inmediatamente se dispersaron para buscar. Gloria oyó a Roxy pedir ayuda enseguida, pero su voz desapareció rápidamente con el estruendo de los rayos de Giratina.


—¡¡Roxy!! ¡¿Dónde estás?!


Corrió casi a ciegas por el bosque, con sus Pokémon alumbrando lo que podían, y se reencontró con sus compañeros enseguida.


—Le he perdido la pista, no la oigo. ¡Hay demasiado ruido!


—Necesitamos más luz… —pensó Cynthia.


Gloria se puso a mirar a su alrededor. «Ramas rotas en las copas de los árboles», se dijo, cuando las vio. Siguió el rastro tan rápido como pudo, hasta que vio a Roxy tumbada boca abajo al lado de un Pokémon y un hombre desconocidos.


—¡¡ROXY!!


Gloria y Nerio la rodearon inmediatamente. Apenas estaba consciente, musitaba algo de dar agua.


—¡Es Helio! —exclamó Cynthia, sorprendida, cuando vio al hombre inconsciente.


Roxy dejó de hablar, pero Cynthia le hizo caso y les intentó dar agua a los tres. Roxy parecía solo herida, pero sus demacrados acompañantes parecían haber vivido en un desierto durante meses.


—Tenemos que llevarles inmediatamente a un lugar seguro, no pueden quedarse aquí —dijo Cynthia—. Necesitamos un hospital.


Gloria no procesaba, solo miraba a Roxy, sin tener ni idea de qué hacer con ella. Se estaba aguantando las ganas de llorar porque el estrés aún estaba allí a pleno rendimiento.


—Si ese bicho nos ve en un taxi volador, lanzará uno de esos rayos y adiós muy buenas —dijo Paul.


Cynthia encontró la Pokéball del Pokémon desconocido. Le metió dentro, sin recibir queja de nadie. No iba a ser tan fácil cargar con el tal Helio y Roxy.


—Por lo menos tenemos que volver al campamento —decidió Gloria—. No podemos dejar a todos nuestros compañeros a su merced.


—Si nos quedamos allí con dos heridos será peor —dijo Sonia—. Intentaré llevarme por lo menos a este tal Helio al hospital de Pistón, o de Artejo si acaso.


Paul y Cynthia cargaron con el desconocido y Nerio y Gloria con Roxy. Los Pokémon de Gloria fueron un buen faro al que seguir mientras corrían dando traspiés de vuelta al campamento. Las explosiones y el estruendo de los combates sonaban algo más lejanos, lo que quizás aún les daría tiempo para dejar que Roxy tomara un descanso.


Cuando salieron del bosque, sólo quedaba un cuarto de la Antigua Atalaya en pie, y el Dusknoir seguía tal cual le habían dejado, resistiendo todos los ataques. Pero Giratina sobrevolaba el Lago Axew hasta su centro y los fantasmas se estaban dispersando.


—¡Por fin! ¡¿Dónde estabais?! —exclamó Cathy sin mirar. Cuando lo hizo, cambió totalmente de discurso—. Ponedles a salvo, ¡nosotros les contendremos!


A la luz de la batalla y las fogatas que había por todo el campamento, Gloria intentó fijarse en su novia: a parte de algunos rasguños por haber nadado entre las ramas de los árboles, no parecía seriamente herida. Sólo parecía que necesitara un descanso, aunque su rostro mostraba mucho sufrimiento. ¿Qué debía de haber pasado con ella?


—Aún quedan taxis voladores —dijo Sonia—. Y parece que Giratina no está por la labor de buscarnos. Me los llevo a Pistón.


—Voy contigo —se sumó inmediatamente Gloria.


—No, no puedes, te necesitan aquí —contestó, mientras metían a Helio y a Roxy en la cabina—. Eres de las más fuertes en este campamento, y yo no tengo nada que aportar. Yo me voy y vosotros os quedáis.


Aquello era una sentencia, y además tenía razón. Nerio le puso una mano en el hombro, mientras Gloria rompía a llorar en silencio. Le dio un beso en la frente a Roxy y dejó que Sonia se subiera para irse de una zona tan peligrosa como la que estaban.


—Hasta pronto —dijo la profesora. Gloria sólo pudo asentir.


*  *  *


La Negra Noche ya había empezado. En cuanto Roxy tocó el portal hacia el Mundo Distorsión, tanto Finsternis como su abuelo habían desaparecido de su vista. Finsternis se disculpó:


—Tenía que hacerlo, apenas me queda tiempo.


—Lo sé.


Los poderes de Finsternis en su propio limbo eran bastos. Podía detectar las emociones con facilidad y sabía cuándo alargar o acortar cada momento a su antojo, manipulando su interior, para que las almas tuvieran su tiempo, incluso las que seguían vivas, como Roxy. Por eso supo que no podía permitir que ella y su abuelo tuvieron un instante más de duda. Cuando Roxy se giró de nuevo, no encontró a nadie, y se vio forzada a seguir adelante.


Finsternis y su viejo compañero se trasladaron casi al instante a otra pared falsa: la entrada al mundo de los muertos.


—Tienes que pasar tú primero —le dijo el Pokémon.


—Lo sé.


La caverna que era el limbo de Finsternis empezó a sacudirse con fuerza y la propia figura del Pokémon delante del anciano se volvió un borrón irreconocible: Giratina ya había poseído su cuerpo y amenazaba con borrar tanto su identidad como el alma que residía en su interior.


—Nos veremos al otro lado —dijo sencillamente.


Finsternis no contestó a la despedida, sólo parpadeaba en una forma sin sentido, un fantasma sin revelarse del todo, luchando contra el control de Giratina. El abuelo de Roxy se hundió en el mundo de los muertos en silencio y sin sufrimiento, desapareciendo para siempre. Finsternis luchó con todo su ser para seguir su mismo camino en cuanto se encontró solo.


Llevar su propia alma desde su limbo hasta el mundo de los muertos fue la lucha por un metro de distancia, en un choque de voluntades y de identidades que habrían destrozado a cualquiera.


Finsternis sólo tenía que reencontrarse con su compañero…


*  *  *


Gloria no tuvo tiempo de llorar ni de apenarse. En cuanto se volvió hacia el campamento, sólo existía Giratina, el Dusknoir y el ejército de fantasmas en retirada. Volvió a primera línea, al lado de Cynthia y el resto de líderes para hacer frente al lugarteniente de Giratina.


—Giratina y su ejército se retiran hacia el este, pero Dusknoir no se mueve. El portal ya está desapareciendo. ¿A qué espera? —se preguntó la campeona de Sinnoh—. Estaría mejor protegido estando cerca de su general.


Los ataques que le lanzaban siguieron rebotando en su escudo, pero él mismo no se movía. Prácticamente se encontraba solo.


—¿Y si se está resistiendo al control? —se cuestionó Paul.


Como si su pregunta hubiera sido respondida, el Dusknoir empezó a retorcerse y, de repente, todos los ataques empezaron a impactar en él.


—¡Algo le ha debilitado, no dejéis de atacarle!


«El plan de Roxy», se dijo Gloria, intuyendo que aquello no era casual.


Pero ahora que Dusknoir recibía ataques, también los estaba empezando a devolver, y aquellos Bola Sombra eran particularmente poderosos. Además, un aullido brutal proveniente de Giratina hizo que, por lo menos todos los humanos, se arrodillaran intentando bloquear el intenso sonido. A Gloria la visión se le tornó borrosa de lo que le vibraba la cabeza, pero pudo ver como el portal de la Atalaya desaparecía y Giratina se sacudía en el cielo, creando con él una tormenta muy parecida a las de los nidos Dynamax, que por desgracia también empezó a incluir árboles, roca, polvo, como si la bestia tuviera su propio centro de gravedad.


—¡Tiene que desaparecer! —gritó Gloria, cuando el aullido de Giratina cesó—. ¡Dusknoir es lo que le vincula a este mundo!


Un Bola Sombra estalló delante de sus narices y salió volando de espaldas hacia las lonas de una tienda. Cinderace y Boltund estaban en un estado mucho peor.


—Tenéis que descansar —dijo, devolviéndolos a sus Balls. Sin pensar, sacó la de Zacian—. Necesito tu espada. Ayúdame.


Lanzó la Ball en el aire y Zacian apareció ya armado. Al cabo de unos segundos, sin pedirlo, Zamazenta estaba a su lado. Ambos, en su aspecto más poderoso, apartaron a todos sus aliados sólo con su presencia. Dusknoir les atacó sin ningún tipo de control, pero no les fue muy difícil a los legendarios absorber esos ataques.


—¿Estás bien? —preguntó Paul, que había ido a por su amiga.


—Sí, es solamente un rasguño.


—Creo que no tenemos que darles órdenes, ellos saben lo que hacen.


Ambos legendarios miraron un instante a Giratina, que seguía retorciéndose en el aire y, quizás, entendieron todo lo que estaba pasando. En respuesta, lanzaron un poderoso aullido, quizás para marcar territorio, pero tuvo un efecto demoledor: la luna en el cielo de Galar cruzó toda la luz morada que cubría la región e impactó directamente en los tres contendientes.


—Joder si saben lo que hacen, quién tuviera su poder —rezongó Berto.


Ningún entrenador ni ningún otro Pokémon fue capaz de moverse ni de participar en aquello: los legendarios crearon unas esferas de energía luminosas que recordaban mucho al ataque Fuerza Lunar, pero en lugar de impactar en el Dusknoir, le envolvieron. Tanta luz acabó por cegar a todos los presentes, que apartaron la mirada. Cuando la luz lunar se deshizo y el morado volvió a cubrir del todo Galar, Dusknoir no estaba. Alistair se acercó al lugar donde había estado unos segundos atrás.


—Dusknoir ha muerto —sentenció.


Gloria esperó, igual que todos los que la habían oído profetizar el futuro de Giratina, que todo se detuviera. Pero no fue así. Giratina siguió flotando en el aire, acumulando seguidores y escombros a partes iguales, pero parecía que no flotaba con la misma voluntad. Había dejado de gritar y de disparar rayos, aunque su tormenta oscura seguía fluyendo.


Y el combate había terminado.


—¿Qué tenemos que hacer? —preguntó uno de los antiguos aspirantes.


Todos esperaban una respuesta de Gloria, y ella se había quedado sin planes. Lo único que se le ocurría era pedir ayuda a Roxy, que estaba de camino a Pistón. Ella tenía que saberlo todo.


—Necesitamos formar una estrategia. Parece que hemos inutilizado parte del poder de Giratina, pero nos falta información —verbalizó Cynthia entre Gloria y sus más allegados—. Y estamos al mando de un pequeño ejército sin objetivo.


—Nuestra prioridad sería mantener a raya a Giratina para que no contacte con los gigantes —dijo Cathy—. Estando cerca los unos de los otros podría significar el fin de Galar.


—Necesitamos provisiones para curar a nuestros Pokémon —añadió Paul.


Aquello representaba un verdadero problema. Gloria no tenía ni idea de por dónde empezar, y no podían simplemente dejar a toda aquella gente sin un objetivo.


Por suerte, cuando levantó la vista, se encontró con alguien que hacía semanas que no había visto en ninguna parte.


—¿Así que esto es la Antigua Atalaya? Vaya, pensaba que sería más… como una atalaya. Me ha costado encontrar este sitio…


—¡¡Lionel!!

Notas finales:

La curiosidad del capítulo: hasta este mismo capítulo ni se me había pasado por la cabeza incluir a Lionel en la historia.


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).