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El camino de las leyendas por Kaiku_kun

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Un Lunatone cinco veces más grande de lo habitual visto de tan cerca inspiraba un cierto temor, definitivamente. Pero Roxy ya estaba acostumbrada a combatir el Dynamax. No dudó un instante a salir de detrás de su espacio protegido y a unirse a Morpeko contra el Pokémon salvaje.


—¡Roxy!


—¡Vamos, ella sola no podrá! ¡Necesita nuestra ayuda!


—¿Cómo demonios ha activado la piedra el Lunatone él solo? —renegó Morris, siguiéndola.


Roxy tuvo el impulso de apartar a Morpeko del combate para hacerse cargo, pero sabía que hacerlo sólo haría que ella se enfadara aún más. Ninguna de las dos rehuía el combate. La humana miró al Pokémon, pero ésta no lo hizo de vuelta. Seguía mirando fijamente a su ahora enorme enemigo.


Morris y Gloria se apuntaron al combate al instante siguiente. Gloria mantuvo a su pájaro en combate y Morris sacó a Barbaracle, para tener ventaja de tipo. Roxy hizo lo mismo sacando a Liepard, dándole un descanso a Toxicroak.


Roxy prácticamente actuó sin pensar, de forma mecánica. Sabía tan bien qué hacer en esos casos que no prestó atención a sus propias órdenes. Miraba constantemente a Morpeko, analizándola, viendo qué movimientos hacía.


El Lunatone no se quedó quieto mientras, claro. La había tomado con su primer rival, y no dejaba de usar su tipo Roca para echarle encima todas las piedras posibles, a veces incluyendo su masivo cuerpo. Con el espacio tan reducido que había, era difícil maniobrar y escapar de sus ataques. A cambio, atacar al gigante resultaba más fácil.


—Tenemos que darle varios golpes seguidos muy eficaces para distraerle de Morpeko —dijo Roxy a Morris y Gloria—. Ella usará su Rueda Aural, Liepard un Tajo Umbrío. ¿Qué tenéis vosotros?


—Barbaracle puede lanzar su Concha Filo, pero es un Pokémon lento, no sé si llegará a tiempo.


Gloria no habló, actuó. Corviknight obedeció sus órdenes y lanzó un Ala de Acero a su parte central de roca. Roxy tuvo que aguantarse para no gritarla y la siguió con su ataque. Morpeko la siguió, y quizás eso fue el error fatal: Lunatone supo que Barbaracle no atacaría antes que ella, así que jugó al golf con Morpeko de pelota, derribó a Barbaracle como si fuera un bolo y el pequeño ratón cayó de la plataforma hacia el pasillo de donde habían venido.


—¡¡MORPEKO!!


—¡Ve a buscarla, nosotros retenemos al bicho este! —le ordenó Morris.


Roxy se dejó caer por el cañón de la forma más obstinada, ignorando el peligro de muerte que corría al hacerlo. Había visto a Morpeko medio desmayada en el camino por el que habían llegado. «Mierda…». Fue un fugaz pensamiento quedó opacado por la sorpresa de encontrarse a lomos de su Liepard, salvándola de una caída de quince metros de altura. El Pokémon aterrizó como si simplemente hubiera usado unos muelles para frenar la caída.


—Gracias compañera —le dijo, acariciando a Liepard en la cabeza, entre sus orejas. Ésta no se dio por satisfecha con salvar la vida de una persona, que salió corriendo de vuelta al combate contra Lunatone a salvar a los otros dos humanos.


Roxy se quedó sola con Morpeko. Había vuelto a su estado saciado, probablemente por primera vez en días. Estaba claramente agotada. Roxy la tomó en brazos, con un potente nudo en la garganta que no podía desenredar.


—¿Por qué has hecho todo esto? —le susurró—. Te dije que nos cuidaríamos mutuamente. Te he fallado…


Roxy se sentó en la ladera por la que había descendido con Liepard, abrazando a Morpeko con delicadeza, con su cabeza cerca de su corazón. Viéndola en ese estado, todo lo que podía llegar a pensar era que la había abandonado de alguna manera, que no había sido una buena compañera desde su derrota en la Liga.


El alboroto del combate que se sucedía encima de su cabeza empezó a atraer la atención de otros Pokémon. Dos Falinks corretearon hasta Roxy y Morpeko, manteniéndose a una distancia prudencial. Algunos Solrock y otros Pokémon de tipo Lucha también aparecieron, con intención de enfrentarse al Lunatone gigante, pero la escarpada pendiente y su sentido de combates individuales les impedía irrumpir como si nada en la colina para luchar contra el monstruo, pues sabía que ya había Pokémon enfrentándose a él.


Muchos posaron la vista sobre Roxy. Ella, pese a lo derrotada que estaba emocionalmente, aún tenía tres Pokémon con los que hacer frente a aquella horda. Estaba acorralada, pero le daba igual. Podía salir del apuro con un fogonazo de Grimmsnarl si era necesario.


Pero no lo fue. Los Falinks se acercaron un poco más, observando a la derrotada Morpeko, y luego dieron media vuelta y formaron como un batallón de soldados, sin dejar su hilera, de espaldas a Roxy y su Pokémon, en completo silencio. Esa inesperada defensa aplacó a aquellos que querían combatir contra ellas dos y Roxy por fin rompió a llorar de verdad, como hacía años que no hacía, a lágrima viva, cabeza con cabeza con Morpeko, agradeciendo no tener que forzar a ninguno de sus Pokémon a luchar por un poco de paz con su amiga.


Roxy ni siquiera intentó decir algo. Sabía que no le iba a salir nada coherente. Sólo que todo saliera de su interior, esperando que en ese caos de lágrimas y pensamientos pudiera deducir todo lo que le estaba pasando y, sobre todo, lo que le estaba pasando a Morpeko (quien parecía hipar en sueños también). Pero sólo quería estar con ella.


No se dio cuenta de que el combate había acabado hasta que una sombra se deslizó sobre su cabeza: el Lunatone dynamaximizado flotaba hacia el sur de la ruta, soltando humo como un buque en llamas, atacando enloquecido a todo lo que se encontrara por el camino. Roxy vio a Gloria volar encima de su Corviknight, sin atacarle. No había ni rastro de Morris.


Decidió que ya era suficiente de llorar. Ya lo había hecho, no podía esperar a que pasara el peligro sin que ella hubiera movido un dedo. Sin soltar a Morpeko, agradeció a los Falinks su gesto desinteresado dándoles comida y salió corriendo trazando de vuelta todo el camino lleno de marcas de los combates de Morpeko, sin perder de vista en ningún momento al Lunatone salvaje.


Por el camino encontró a su Liepard, que parecía ilesa, pero cansada.


—Tendrás que aguantar un poco más, amiga —dijo, aún hipando un poco.


Prácticamente volvieron al inicio de la ruta. Lunatone se había estrellado contra la primera colina, cerca de la muralla, pero aún atacaba. Medio ecosistema de Pokémon salvajes le devolvió el golpe, junto a varios entrenadores.


Entre ellos estaban Nerio, Gloria y Roy. Sintió el impulso inmediato de salir corriendo hacia la dirección opuesta sólo para que no tuvieran que verla en un estado tan lamentable. Su hermano fue el primero que la vio, justo cuando por fin el Lunatone volvía a su estado normal. Su rostro tenso por el combate se tornó en seria sorpresa cuando vio a su hermana con los ojos rojos de haber estado llorando y a su Morpeko en brazos.


—Toma a un Corviknight a la entrada del castillo y ve al Centro Pokémon.


—Pero el…


—¡¡LARGO!!


Nerio lo hizo con su mejor intención, y Roxy lo sabía, pero los demás presentes le gruñeron (cada uno a su manera) ante la orden. Roxy salió corriendo de la ruta, buscando los taxis aéreos. También devolvió a Liepard a su Ball, para que descansara y no resultara un viaje incómodo.


—Eh, espera, voy contigo.


Roxy se giró de golpe, asustada. Gloria, con su propio Corviknight a su espalda, la miraba con preocupación. Roxy volvió a sentir el nudo en su cuello. Acomodó mejor a Morpeko para liberarse de ello.


—No hace falta —dijo, empezando a montar en el taxi.


—No vas a esperar sola en un Centro Pokémon —dijo firmemente. Roxy suspiró, cansada. Sonaba a su tipo de firmeza. No dijo nada a Gloria—. Nunca te he visto así…


Miró a Gloria un segundo, furiosa, bajó la cabeza, frustrada, y luego ordenó que volaran hacia Pueblo Crampón. La campeona no consideró que la hubiera dejado plantada, porque la siguió desde tierra con su bici.


El viaje fue breve, pero despejó la mente de Roxy. El silencio obligatorio en el carro le ayudó a ordenar las ideas. Había llorado por primera vez en años. Hacía desde la muerte de su abuelo que no pasaba. Y había sido por el miedo que estaba sintiendo de perder a Morpeko de cualquier forma. Sus heridas, mirándolo bien, no eran tan graves como había pensado, pero que Morpeko siguiera durmiendo no era una buena señal. Podía tener algo roto y ella no saberlo.


El Centro Pokémon se tomó las heridas de Morpeko como una urgencia. Roxy explicó lo que había pasado en la ruta 8, aunque todo el mundo sabía por qué habían ocurrido. No sólo sabían que Morpeko había huido, sino que las noticias ya se hacían eco del Lunatone que se había dynamaximizado. Roxy se las miraba como si no hubiera estado allí, con su habitual inescrutable rostro, mientras esperaba a que los médicos dijeran algo de su Pokémon. Gloria, que se había sentado a su lado al llegar de su persecución en bici, estaba en silencio, esperando a que su amiga dijera algo.


Con una legión de fans y gamberros del Team Yell, Masías y Jazz Loza llegaron al Centro Pokémon a toda prisa. La noticia de la más que temprana vuelta de Roxy a Crampón también había volado.


—¿Qué ha pasado? —preguntó Jazz.


—Es una larga historia —musitó.


—No te vas a escapar tan fácilmente de la conversación, chavala —renegó Masías—. Hemos venido hasta aquí por algo, y tienes una cara horrible.


—Morpeko se ha peleado con media ruta 8 hasta que ese Lunatone se ha dynamaximizado por accidente mientras luchaba con ella —habló rápidamente la campeona. Los Loza tuvieron que parpadear para absorber toda la información—. Hemos tenido que intervenir.


—Vaya, la ruta de los Gladiadores —suspiró Masías—. No me extraña que parezca que  la hayan apisonado. Irse sola allí…


Roxy no miró mal a nadie esta vez. Había sido un alivio que Gloria tomara el relevo. Pero para nada iba a explicar qué había pasado con ella misma. Aunque los Loza ya tenían un buen historial de haberla visto llorar (otra historia larga) y lo notarían enseguida que se fijaran en su mirada. Quizás los únicos aparte de Gloria y Nerio que podrían darse cuenta.


—Calmaremos a los demás por ti —le dijo Jazz a Roxy, al cabo de unos instantes—. Necesitas estar con Morpeko. Nos vemos luego.


Masías quiso insistir en el tema, pero su hermana mayor se la llevó casi a rastras del Centro Pokémon. Roxy la conocía y sabía que no se le había escapado nada. Se apostaba lo que sea que, además de con Morpeko, había querido dejarla a solas con Gloria. Quien, por cierto, seguía con su muy poco habitual cara de preocupada.


—¿Te encuentras bien? —le preguntó.


—No.


Silencio.


—Oye, esto… se arreglará. Lo sabes, ¿no?


Roxy quiso gritarle que qué sabía ella, que al cuerno con su positividad, pero simplemente no tenía ánimos, y no quería montar una escenita en pleno Centro Pokémon.


Por suerte, la enfermera que atendía ella solita todos los nuevos pacientes se aproximó a ellas dos.


—Morpeko está bien, pero tiene fiebre y tenemos que evaluarla. Va a estar un par de días en el Centro para recuperarse.


—Bien —dijo Roxy solamente.


—No —añadió la enfermera, que conocía esa respuesta—. No te vas a quedar esperando aquí. No tenemos espacio para que pases dos días y te conviene que descanses en buenas condiciones. —Roxy la amenazó con la mirada, prácticamente—. Puedo llamar a los Loza o a tu hermano para que me ayuden a sacarte de aquí si hace falta.


—Ya me la llevo yo —intervino a toda velocidad Gloria, haciendo las veces de diplomática atemorizada por el posible arranque de Roxy—. ¡Ta luego!


Roxy fue arrastrada en contra de su voluntad al exterior del Centro Pokémon… lo cual fue la peor decisión que pudieron haber tomado para la líder de Gimnasio: un estallido de vítores a ambas mezclado con «Tía, ¿cómo estás?» y «¿Podemos hacer algo por ti?» les taponó las orejas. Los hermanos Loza estaban intentando mantener el orden, pero no estaba surtiendo mucho efecto.


—Me temo que hablar, lo que se dice hablar… —se lamentó Gloria con una mueca incómoda.


Por suerte, la llegada de otra estrella les distrajo un poco: Nerio acababa de entrar en escena, con cara de malas pulgas. Fue recto a Roxy y la tomó del brazo, mientras le decía a Gloria:


—Varios líderes de Gimnasio esperan fuera para darte la brasa con lo del Dynamax.


—Voy.


Ella se fue sin pensárselo, pues era quien se conocía mejor que nadie el problemón que no hacía tanto había habido con los Dynamax aleatorios de la región. Le disparó un casi inaudible «hasta luego» a Roxy y se fue.


Nerio sacó rápidamente a su hermana del follón y por fin pudieron caminar hasta su casa con tranquilidad.


—Ha sido un viaje corto —dijo.


—Sabía que no se había podido ir muy lejos —añadió Roxy.


—¿Qué harás?


—No lo sé.


Nerio asintió. Era una situación complicada de manejar si Roxy no contribuía. Llegaron a casa en silencio y él se fue directo a su habitación, a pensar en sus composiciones. Pero antes de eso, le dijo:


—Descansa un rato. No harás nada productivo hasta que pegues un sueñecito.


Y luego se encerró. A Roxy no le quedó más remedio que hacerle caso, porque en el medio día que había pasado había agotado la energía de dos días. Y era mejor dormir que obsesionarse con la salud de Morpeko.


Así pues, se quitó los clips para el pelo, se tapó con una manta y rezó a los legendarios protectores de Galar para que le evitaran una pesadilla.


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