— ¿Qué se supone que están haciendo? —preguntó un molesto Ron al ver a sus dos amigos tan juntos.
— ¡Cállate Ron! —murmuró la castaña mientras leía un pedazo de pergamino que sostenía con una mano.
El pelirrojo se acercó a ellos a grandes zancadas.
— Oye Harry, tienes talento para esto —Harry sonrió triunfal ante el claro alago de su amiga.
— ¿Qué es eso? —intentó de nuevo preguntar un muy furioso y celoso pelirrojo.
— Nada que sea de tu incumbencia — contestó Hermione, levantándose y entregándole el pergamino a Harry.
Ron trató de echar un vistazo al pergamino, pero Harry lo enrolló inmediatamente. Después miró con furia a la castaña.
— ¿Qué tanto están escondiendo? — preguntó en tono más calmado ya que su anterior tono no ayudó en nada.
— Ya te dijimos que nada —expresó Hermione desesperada— mejor acompañame a la biblioteca, olvidé sacar un libro que necesito para la clase de Pociones —Ron aceptó y siguió a la castaña, no sin antes brindarle una mirada desaprobatoria a su amigo. Harry sonrió ante lo ingenuo e inocente que podía ser su amigo, aunque él también era un tanto "igual".
— ¿Qué es esto? —preguntó Ginny prácticamente arrancándole el pergamino de la mano. Harry se sobresaltó e intentó arrebatárselo, pero ella ya lo leía. —Desearía poder hablarte, desearía... —balbuceó— ¡Harry! Esto es... —Harry le arrebató el pergamino de las manos.
— Nada que te importe —masculló y se dirigió a las escaleras que daban a los dormitorios.
Ginny lo miró alejarse y luego enrojeció de rabia al saber que sus varios intentos de conquista no habían provocado ni un poco al chico de ojos verdes.
Por su parte, Harry, después de esconder el pedazo de pergamino en su baúl se recostó sobre su cama, pasó sus brazos tras su cabeza y se quedó mirando fijamente al techo ingeniando qué más podía escribirle al rubio que poco a poco se estaba volviendo dueño de sus más profundos sueños.
En eso escuchó que Neville entraba a su habitación con una sonrisa de oreja a oreja, miró a Harry con sus ojos llenos de felicidad y después de dirigió a su propia cama.
— ¡Estás bastante feliz! —exclamó Harry con cierta alegría al ver a su amigo así de contento.
— Si, Harry —aceptó— estoy muy feliz.
— ¿Se podría saber por qué? —Harry no era muy devoto de querer enterarse de las vidas privadas de sus compañeros, pero por alguna razón especial sentía que sus propios sentimientos se conectaban con los de su compañero de habitación. Se incorporó para sentarse en el borde de su cama.
— ¿Prometes no decirle a nadie?—tanteó Neville algo nervioso y ligeramente sonrojado, Harry se limitó a asentir y esperar a que su amigo le contara la causa de su inminente felicidad—. Bueno... yo — comenzó balbucendando— comencé a hablar con un chico y bueno... él no es lo que parece, de hecho, es amable, carismático, gracioso...y...
— ¡Y te gusta! —completó el pelinegro sonriendo burlonamente. No es que le causara gracia, la realidad es que era la primera vez que veía así a Neville y eso de alguna manera le agradaba demasiado.
Neville se sonrojó cual tomate y asintió un par de veces como si Harry no pudiera darse cuenta de su respuesta.
— ¿Y él te corresponde? —preguntó Harry después de un momento. De nuevo Neville asintió y Harry se sintió tan celoso de él que terminó por desviar la mirada, temiendo que el otro, aunque distraído pudiera descubrirlo—. Eso es genial —murmuró después de un rato. Su rostro después de mostrarse tan feliz ahora se veía un tanto sombrío; la sola idea de pensar que Malfoy tal vez nunca le correspondería como él lo esperaba le hizo sentirse frustrado y un poco, solo un poco, imbécil.
— ¿Qué pasa? —Preguntó Neville al leer el semblante de su amigo.
Ya que estaban sincerándose Harry no dudó en decirle la verdad: — Hay alguien que me gusta... igual es un chico y pienso... tal vez yo le guste también, pero... —Neville lo miró triste— yo quiero algo más... no sólo una relación de pasajera, ¡Quiero algo serio! —confesó firmemente.
— Entonces debes arriesgarte — aseguró Neville llegando hasta él y poniendo una mano sobre su hombro— puede ser que él no te quiera igual pero como lo sabrás si no te arriesgas.
— Lo mismo me dijo Hermi —aceptó un poco avergonzado por ser de nuevo tan idiota—. Sabes —miró con intensidad a su amigo— Hermi y yo creamos un plan, bueno... ella me dijo todo lo que debo hacer. El plan es enviarle mensajes y presentes para comenzar a conquistarlo, la verdad yo quería ir y abalanzarme sobre él, hacerlo mío de las mil y una maneras que te puedas imaginar— Neville enrojeció mucho—, pero Hermi dice que no, que debo ser más cauteloso, más precavido así que se le ocurrió que comenzara enviándole mensajes dónde le escribiera lo que pienso de él. Ella dice que tengo talento natural para escribirle las cosas que siento... yo... yo sólo escribo lo que siento — Harry se quedó callado un instante como analizando más a fondo lo que acababa de decir.
— Harry —esta vez puso ambas manos sobre sus hombros— eso que sientes no es gusto —Harry levantó la mirada sorprendido— eso es amor y que me parta un crucio si miento —el moreno liberó una ligera pero honesta sonrisa de su boca, su amigo tenía razón, ya estaba hundido y no tenía más opción que seguir adelante.
Esa noche Harry decidió enviar la primera nota junto a una elegante caja de los más exquisitos chocolates que pudo haber encontrado. Sonrió al pensar que cara podría Malfoy cuando leyera su nota: ¿Se alegraría? ¿Se molestaría?, ya no importaba, él estaba decidido a conquistar a Draco Malfoy, sí o sí. Aunque de eso dependiera la reputación de la honorable familia Potter.