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Mi sobre protector hermano mayor por koru-chan

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[Epílogo]


El “excesivo” amor de mi hermano mayor


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Con los auriculares adheridos en mis orejas, la música sonaba en un volumen elevado. La punta del grafito garabateaba en aquella hoja manchada mientras movía mi pierna zurda llevando el ritmo de aquella dura balada roquera. Cuando la música amainó y el sonido alto cambió a una tonada sutil y ligera, pegué un brinco tras oír un golpe y el cierre de un cerrojo. Alcé la cabeza desprendiéndome de aquellos ostentosos aparatos inalámbricos viendo la elegante figura de mi novio apegado contra la madera de la puerta. Lucía cansado enfundado en sus holgadas vestimentas deportivas y aquel cabello húmedo. Me observó un par de segundos y, tras suspirar ―como quien llega a un lugar seguro y confortable―, se abalanzó a mi cama cubriéndose con una de las tantas mantas sobre la colcha blanca mal estirada.


―¿A qué hora llegaste?―giré mi silla quedando frente a la cama. Éste había cerrado sus ojos y su ceño se había fruncido ligeramente. Las rueditas de la silla sonaron contra el piso lustroso mientras me deslizaba hacia el colchón.


―Hace un buen rato―frunció sus labios y abrió sus ojos―. Te llamé. Tú padre llegó y me dejó pasar. No se esquivó cuando dijo que “seguro estabas oyendo música y dibujando algo en uno de tus tantos cuadernos”.


―Lo siento―junté mis palmas con una risita colada entre mis labios―. Te juro que estaba atento a tu llegada, pero me distraje, además―me escabullí bajo la manta y JiMin se carcajeó atrapándome entre sus piernas. Besé su cuello juguetón; olía a perfume, shampoo y jabón. En realidad, no habíamos planeado nada con Park aquel día. Éste solía venir a mi casa a dormir con frecuencia, así que nuestra rutina era improvisada y monótona como si fuésemos una pareja de años. Lo que si planeábamos, era el sexo. Ambos vivíamos con nuestras familias y, la mayoría de las veces, era… complicado, mas nos las arreglábamos fácilmente. Pero, habían ocasiones en las cuales era imposible planear esas “situaciones”.


¿Le podía echar la culpa a Park JiMin por provocarme y, así, poder desligarme de aquel pecado?


Me afirmé de mis rodillas quedando entre sus muslos. Mordí mi labio inferior tras observar aquel bonito cuerpo; su camiseta―varias tallas más grande―se había subido por su abdomen y sus pantalones se habían deslizado hasta mostrar parte de su ropa interior. Volví a su rostro y besé sus gorditos labios.


Sabía que la calentura no nos había encontrado en el mejor momento; mi padre estaba en casa y mi hermano y mi madre llegarían pronto. Pero de los besos tiernos pasamos a los acalorados y, con ello, los toques de mis manos se aventuraron, sin tapujo, a deslizarse por aquellas curvas irreales que detallaban su cuerpo.


―… ¿Además?―susurró.


―… Pensé que ibas a llegar más tarde―dije embelesado volviendo a besar sus labios con apetito mientras delineaba mis dígitos por sus caderas.


―Creo que deberíamos parar―acotó más como un pensamiento al mismo tiempo que jadeaba sobre mi boca mientras yo, desvergonzado, metía mi mano dentro de su ropa interior. Estiré mis labios para lamer los ajenos los cuales se encontraban entre abiertos y brillantes. Rápidamente descendí mi boca por su mentón hasta detenerme en su cuello. Éste siseó gustoso―… No tuvimos la última clase y me quedé ensayando. De hecho, podría haber llegado más temprano―jadeó mientras acariciaba mis bíceps más desarrollados tras los meses que llevábamos saliendo.


―¿Por qué no llegaste más temprano?―hablé bajito cayendo por aquel torso sintiendo como aquellas pequeñas manos revolvían mis largos y alborotados cabellos sobre estimulado por los roces húmedos de mi boca codiciosa y mi mano juguetona que sólo querían más de esa piel caliente y tersa. Acaricié uno de sus muslos mientras deslizaba mi nariz bajo su ombligo―. Podríamos haber hecho algo más que esto―vi como―el ahora de cabellos purpura deslavado―mordió su labio inferior cuando hundí mi rostro en su ingle.


―Kook―jadeó agudo desordenando―aún más―mi cabello mientras hundía su cabeza en el almohadón―… a-alguien puede entrar―me alejé de él frotando su entrepierna con mi diestra mientras desviaba mi mirada hacia la puerta.


El cerrojo estaba abierto. Salí de abajo de las mantas yendo a presionar el botón sobresaliente del pomo. Afuera se escuchaban carcajadas que no sólo eran de mi hermano. Arrugué mi nariz, quizá había invitado a Namjoon y habían llegado hace poco porque yo había estado sólo gran parte de la tarde. JiMin llegó con mi padre y, éste, seguro, estaría preparando la cena la cual estaría lista cuando mi madre llegase; para ello, faltaba más de una hora...


SeokJin estaba ocupado con quien sea con quien estaba; mi padre estaba en lo suyo y no subiría. Teníamos un tiempo a “solas” que no estaba dispuesto a desechar.


Miré al hombre sobre mi cama, su pecho subía y bajaba, sus mejillas estaban ruborizadas y su boca, semiabierta, brillaba; roja e hinchada. Si en algún momento pensé en detener mis actos, ahora, toda esa escasa lucidez había terminado en el tacho de basura. Tomé nuevamente aquella posición entre sus piernas y, sin perder tiempo, halé la goma de su ropa interior y bajé ambas prendas liberando aquella dura carne. Le sonreí y me cubrí, jocoso, con la manta.


Dios, debiésemos ser discretos, pero estaba caliente y la cabeza se me nublaba escuchando los jadeos bajitos de aquel hombre mientras mi mano masturbaba su pene que ardía entre mi palma. Sisee sintiendo como mis dedos se humedecían y como su clímax estaba cerca.


Mierda un poco más…


Me deslicé bajo la manta, la cual tapaba nuestros cuerpos, hasta quedar frente a aquel falo. Tomé el pene de la base viendo como pequeñas gotitas salían de este y, tras humedecer mis labios, lo engullí entero. Succioné la cabecita y jugueteé con mi lengua en torno a la longitud mientras Observaba a JiMin quien abrió su boca sorprendido por mi acto. Bajé y subí entorno aquella suave carne llenando el cuarto de lascivos soniditos húmedos. Park cubrió su boca con sus manos mientras se retorcía entre las cobijas al mismo tiempo que, poco a poco, yo iba acelerando el ritmo. Sabía que no aguantaría más; y cuando éste tomó con brutalidad mis cabellos e, inconscientemente hundió aún más mi cabeza en su ingle, sabía que se correría…


―¡Hermanito!, dice mi padre que―la puerta se abrió de golpe y yo me tuve que tragar el semen de JiMin. En micro segundos vi como el rostro de mi novio pasaba de uno placentero a uno asustado por aquella desagradable sorpresa. Me erguí procurando cubrir su entrepierna con mi cuerpo mientras este ordenaba sus ropas. ¿A quién podríamos engañar? Nos habían pillado; ambos estábamos con la cara roja, agitados y en una posición bastante explicita. Miramos a mi hermano quien se quedó parado en el marco de la puerta analizando la escena en un semblante mudo―… bajes―terminó su frase cortado tras descubrirnos.


―¡¿Qué mierda estás haciendo?!―le gruñí levantándome de aquella desordenada cama―. ¡Cómo mierda se te ocurre entrar a mi habitación de esa puta forma, Jin! ¿No puedes tocar la maldita puerta?


―¿Qué mierda estás haciendo tú? ―respondió con una pregunta mientras permanecía estático bajo el umbral aferrado al pomo con ira. Miré a Park quien, avergonzado, se sentó a la orilla de la cama mirando la escena sin saber que hacer.


―Nada―entoné mordaz.


―¿Nada?


―Buscaba unos audífonos, ¿contento?―dije cruzándome de brazos. Estaba claro que mentía, Jin lo sabía, pero ¿qué mierda quería que le dijera?


―Buscabas… ¿qué?―miró a JiMin―. ¿Qué estaban haciendo...?―parecía ido, como si estuviese en un trance.


―… Que no encontraba mis audífonos. Vamos a ver una película―recalqué firme.


―Ah, ¿y los audífonos se te perdieron en la ingle de tu novio?―entonó fino, rojo del cólera. Lo miré molesto.


―¿Sabes? Le estaba chupando el pene a mi novio. ¿Ahora estas feliz?―vociferé cansado de su entrometida personalidad―. Acaso, ¿no puedo tener privacidad? ¿Por qué no te largas, de una maldita vez? O acaso, ¿quieres detalles?―su rostro me miró despavorido, casi como si no me reconociera. Y sin agregar algo más, éste salió asqueado del cuarto azotando la puerta la cual no se cerró a pesar del fiero golpe. Miré el cerrojo y, claro, había tozos de papeles en la abertura del marco obstruyendo el correcto cierre. Hijo de…


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Después de ese “incidente”, Jin no me dirigió la palabra; ni me miró, ni me molestó. Era como si, en automático, ya no existía para él. ¿Y todo por decir que le estaba chupando el pene a mi novio? Según SeokJin, yo me había vuelto dramático cuando salí del “closet”, pero él era el que se había vuelto realmente dramático.


―… ¿Debería disculparme?―murmuró pensativo JiMin mientras caminábamos por la acera en dirección a mi casa. Al tema le habíamos dado vueltas varias veces e incluso, ni siquiera habíamos intentado algo sexual tras lo ocurrido; al menos, él no me dejaba ir más allá después de ese día. Park estaba preocupado. Pero yo no quería dar mi brazo a torcer.


―¿Cómo? No. ¿Por qué harías eso?―dije cortante. Éste suspiró y yo tiré de su mano para que se detuviera y me mirase. Lucía afligido…


Entendía a JiMin.


El bailarín, se metió en mi familia como se metió en la mía: Como un flechazo a primera vista. Park tenía un carisma, una personalidad brillante y una amabilidad irreal. Mi entorno lo adoraba y, el hecho de que se quedase varios días a dormir en casa había ayudado a que, inevitablemente, terminase siendo el quinto miembro de nuestra familia. Ni siquiera NamJoon―la sombra de Jin―quien frecuenta, periódicamente, nuestra morada se ganó ese reconocimiento―. Te vas a quedar hoy, ¿no?―miré a JiMin y acaricié su mentón con el dorso de mi índice tras ver una negativa en sus ojos. Éste vivía a dos horas de la universidad y solía quedarse con nosotros gran parte de la semana. Para él era un alivio estar en el centro e incluso poder caminar al campus, pero últimamente no se estaba quedando conmigo... Todo por culpa del entrometido de Jin―… ¿Sabes?, él debería disculparse con nosotros por ser tan indiscreto―esbocé con molestia volviendo a tirar de su diestra para que volviésemos a retomar la marcha.


Cuando llegamos frente a la casa vimos como el futuro médico de la familia bajaba por el pórtico jugueteando con sus llaves en un transitar cansino. JiMin y yo íbamos platicando y, tras oírnos, nos miró escasos segundos e hizo como que no nos reconoció―cuando sí lo había hecho―siguiendo su andar hacia su auto estacionado junto a la berma―. JiMin, ¿me esperas?―el chico junto a  mi asintió sin acotar palabras. Éste sabía lo que iba hacer y me observó marchar a paso firme y decidido hacia el automóvil―. ¡Hey, Jin! Espera―lo llamé justo cuando iba a entrar a su auto. Golpeteo sus uñas en la superficie del techo, me miró fugaz y luego ingresó en este ignorándome. Gruñí rodeando el auto, abrí la puerta del copiloto y me senté viendo como éste me observaba reprochando mi acto.


―Bájate. Tengo que ir a recoger unas cosas y luego voy a la universidad.


―¿Ah, sí? ¡Qué coincidencia! Voy a esa misma dirección. Me llevas, entonces―dije jocoso haciendo el amago de colocarme el cinturón.


―¿Crees que soy estúpido?―me abstuve de responder aquella obviedad―. Vienes llegando con tu noviecito ese―sonreí al oír aquella forma despectiva de llamar a JiMin. Jin se llevaba realmente bien con mi novio―claro, cuando yo no estaba en medio―normalmente jugaban videojuegos y se divertían mucho.


―… Así que nos viste―murmuré irónico sabiendo que el me ignoraba últimamente. Pero siempre estaba bajo su mirada silenciosa.


―Jungkook―bufó.


―Habla conmigo―volteó su mirada hacia la ventana y tras unos segundos, suspiró.


―… Sé que soy una molestia y que me detestas, pero te amo. Soy tu hermano mayor y quiero cuidarte―dijo buscando mi mirada expectante―. Saber que te andas besando con un sujeto o… “haciendo cosas indebidas”, me duele porque son situaciones que no puedo imaginar de ti. Dios, para mi aún eres mi pequeño hermanito de cuatro años que tomaba de la mano para que no se cayera. Entonces, ahora… No lo sé. Me es difícil verte.


―Yo tampoco puedo pensar en ti de esa forma. En serio, es algo que no se piensa; se sabe, pero no se quiere saber. Así que, debes evitarte malas pasadas. Deja de intentar pillarme desprevenido, ¿quieres? Necesito privacidad―abrí la puerta alzándome del acolchado, cerré esta, pero me afirmé del marco de la ventana buscando su rostro aún dentro de aquel transporte―. Por cierto, está de más decir esto, pero ya tuve sexo con JiMin―su rostro se desfiguró.


―Lo mataré―me carcajeé.


―… Y no fui el pasivo―me miró sorprendido mientras le guiñaba un ojo―. Recuerda que también te amo―caminé hacia la acera rodeando el frente del auto descubriendo a mi novio con su mirada expectante. Le sonreí


―Lloraré―salió del auto―…Te voy abrazar.


―No te atrevas―retrocedí viendo como se acercaba con los ojos vidriosos. Al final lo dejé apretujarme contra su cuerpo. Busqué a Park por algo de ayuda, pero éste, quien estaba sentado en los escalones del pórtico, se levantó sonriéndonos de forma brillante y se acercó envolviéndonos con sus brazos mientras saltaba eufórico. Estuvimos así como media hora mientras varias personas, que transitaban por el área, nos miraban con curiosidad.


―Te salvaste, Park―los tres nos despegamos de aquel gesto y tomé la mano de Minnie entrelazando mis dedos. Éste le prestó atención al mayor―… Estuve a punto de acabar contigo, pero me enteré que eres el pasivo en esta relación… Así que, todo está bien con nosotros―el chico de cabellos purpuras miró al mayor, pestañó sin entender y luego desvió sus bonitos ojos a mí y murmuró:


―Ah… Sí, claro―cómplice respondió.


―Bien, nos vemos. Dile a mi padre que vendré a cenar con Nam―dijo entrando al auto. Meneo su diestra como despedida mientras lo colocaba en marcha y partía a su destino.


―… Le mentiste―articuló al bailarín mientras tiraba de su palma y tomaba su bolso olvidado en aquellos escalones de piedra.


―No le iba a decir la verdad. Después te miraría con odio por “desvirgar a su hermanito”―el chico se carcajeó―. Le cuesta entender este “mundo gay” así que jamás entenderá que no existe un pasivo o activo en una relación.


―Okey, acepto esa respuesta―le sonreí viéndolo ingresar a mi casa. Mi padre aún no llegaba, así que tal vez podríamos calentar un poco el asunto…


Me acerqué tras su espalda y besé su cuello―... Primero comamos y luego lo otro, bebé―lo abracé por la cintura y apoyé mi mentón en su hombro mientras caminábamos hacia la cocina, también moría de hambre.


Jamás podría decir en voz alta esto, pero SeoKJin―a pesar de su entrometida y sobre protectora personalidad―me ayudó a poder dar ese paso que me costaba; me impulsó a poder verbalizar mi oculto enamoramiento por aquel bailarín que jamás creí que se podría cumplir. Jin era un horrible hermano, pero era mío y así de loco y enfermo, lo quería.

Notas finales:

Gracias por llegar hasta el final.


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