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Mi sobre protector hermano mayor por koru-chan

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Capítulo seis


Todo se había arruinado


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Estaba temblando.  


¡¿Qué había hecho ese idiota?!


Salí del local con un paso firme y duro. No tuve reparos en nada ni en nadie; sólo quería alejarme de aquel lugar y, si golpeaba a alguien en el camino, me importaba una mierda. Con el pecho elevándose y descendiendo visiblemente, me detuve frente al estacionamiento y busqué el auto de Jin. Mi corazón no dejaba de latir como si hubiese corrido una maratón cuando sólo había caminado hasta el coche. Con desespero abrí la puerta y la cerré dejando todo el bullicio atrás. El silencio me envolvió. Cubrí mi rostro con mis palmas mientras mi frente la afirmaba sobre el manubrio. Estuve un par de segundos así iluminado, únicamente, por el tablero frontal. El silencio se hizo tan sepulcral que sólo podía sentir mi respirar agitado; claro, hasta que aquella quietud fue interrumpida por unos pasos rítmicos, quienes, con cautela, se detuvieron cerca. Oí curioso y, tras un golpeteo en el cristal del piloto, alcé mi cabeza. Era mi hermano con… JiMin. Sentí como mi cara ardió y como mis oídos me palpitaron una y otra vez de forma súbita posiblemente preparándome para huir, de nuevo, si era necesario…


Bajé el vidrio mirando a ambos con mesura.


―Iré por los demás y nos vamos―informó el mayor.


Miré al pelirosa parado ahí y decidí que iba a ignorar lo que había pasado. Al menos podía negar todo hasta el final y echarle la culpa a SeokJin por inventar cosas. “―Así nos tratamos los dos; nos gusta hacernos bromas”. Pensé patéticamente.


―Sube―le dije al de cabello rosado cuando nos quedamos solos―. Los iremos a dejar. Soy el conductor designado―sentí que mi voz salía estúpida. Quizá algo―demasiado―forzada.  Oí como el chico intentó abrir la puerta trasera y no pudo. Chisté desbloqueando estas que, tras el pánico, me había terminado encerrando en ese pequeño espacio. JiMin sonrió tras mi torpeza―y visible nerviosismo―mientras escuchaba como se acomodaba en los asientos traseros. En el proceso, tomé mi mochila y sustraje un estuche donde saqué un par de anteojos y me los calcé descuidadamente mientras miraba al frente anhelando que el resto se apresurara. Suspiré observando el espejo retrovisor amoldando mi cabello cuando choqué con los ojos avellana del bailarín. Aparté mi vista sutil y éste habló.


―Nunca te había visto con anteojos―acotó.


―Evito usarlos, aunque no veo mucho sin ellos. Me cuesta acostumbrarme. Pero mientras más pasa el tiempo, más siento que dependo de ellos para ver claramente.


―Que pretencioso―negué con una sonrisa colada en mis labios―. Si tienes que usarlo por salud, hazlo. De igual forma se te ven bonitos―elogió.


―¿… Gracias? Lo haré, aunque me siento raro con ellos―me miré en el espejo del auto, pero de inmediato giré mi rostro cuando su tono suave llamó mi atención.


―¿Me los prestas para probármelos? También uso anteojos, pero para leer y esas cosas―me los quité y se los tendí. Éste se calzó el marco redondo y se miró en el reflejo de su teléfono. Acomodó su flequillo deslavado e hizo varias poses alzando su teléfono frente a su rostro. Demonios, se veía malditamente bien. Mordí mi labio observándolo. Pero cuando mis ojos descendieron hacia su boca, y la piel de esta estaba ligeramente rojiza, recordé que lo había visto besándose con un chico hace pocos minutos. Me sentí desanimado viendo, por el rabillo del ojo, como se quitaba los cristales―. Tienen bastante aumento―asentí avergonzado.


―Astigmatismo y miopía―entoné alzando, nuevamente, el marco contra mi rostro―. Esta es mi tercera receta―él hizo un sonido de asombro y bajó su cabeza hacia su teléfono. Al parecer había recibido un mensaje. Lo vi textear y acomodarse en el respaldo del asiento mientras me debatía en el si debía pedirle disculpas por lo que había dicho Jin. Quería que él olvidara el asunto. Mierda, pero a mí me gustaba... mucho. Entonces, ¿yo también me tenía que olvidar de él? Ya estaba seguro que él no sentía nada por mí, por lo que no quería arruinar nuestra escasa cercanía. Debía arreglar esto para salvar lo poco y nada que tenía, pero, ¿por dónde empezar? ¿Qué le había dicho Jin, realmente?―… JiMin―susurré. El más bajo me miró tras mi murmuro tembloroso.


―Ahí vienen―dijo apuntando al frente. Me giré observando como mi hermano traía a cuestas a un borracho y alegre Tae, pero no había rastros de HoSeok.


―Falta Jung―murmuré cuando la puerta de atrás se abrió y el cuerpo de mi amigo fue posado.


―Él ya se fue. Me acaba de mensajear―dijo su compañero de clases alzando su teléfono en el acto.


―¿Cómo que se fue?―mi hermano miró al bailarín una vez que tomó el puesto del copiloto―le puede pasar algo. Dame su número lo voy a llamar.


―No te preocupes, él es así. Conoce a alguien y se va con él… o ella―Jin me miró reprendiéndome de forma muda.


―¿Qué?―murmuré con el ceño fruncido. Respondió con un resoplido. Estaba molesto por algo que ni siquiera me competía. Lo ignoré. Era ridículo. ¡Yo estaba molesto con él por lo que me había hecho! Hice andar el auto con la mandíbula apretada.


―Vamos a dejar a Park primero y luego a Kim―habló serio el copiloto mientras miraba por el espejo retrovisor al castaño medio dormido sobre el hombro de su amigo de años.


―… ¿Cuál es tú dirección?―cuestioné al pelirosa. Nunca había ido a su casa. Sólo sabía que estaba cerca a la de V. Ligeramente me sentí emocionado por aquel nuevo descubrimiento que iba a tener.


―Déjame en casa de Tae―me desinflé tras oír su voz―. Así cuido que llegue bien a su cama y luego me voy caminando.


―¿Seguro?―pregunté en un susurro triste cuando en ese momento tomábamos la autopista para conectar hacia el área donde los dos vivían.


―Sí, es mejor que lo dejemos juntos―entonó el futuro médico de la familia. Suspiré. Era una estupidez, pero con mi hermano interfiriendo, sentí que todo se había ido al carajo entre JiMin y yo.


.


―¡Hey, no azotes la puerta!


―¡Me importa una mierda tu puta puerta!―le dije aventándoles las llaves con ira. Y antes que subiera el pórtico de la casa, el pelicastaño me tomó del brazo y me hizo voltear de forma brusca.


―¿Qué te pasa?


―¿Qué me pasa?―jadeé―. Me pasa que eres un entrometido de mierda, eso me pasa―bufé cruzándome de brazos―. Ahora, JiMin ni me va a dirigir palabra alguna.


―¿Y por qué no te va a dirigir la palabra?―gruñí entrando a la casa caminando directo a la cocina. La mañana estaba iniciando porque en el segundo piso se oía movimiento y luces que se encendían.


―¡Por lo que le dijiste! No… te correspondía―estaba tan avergonzado.


―Ah, por favor―resopló sacando una botella de agua del refrigerador mientras veíamos aparecer a nuestro padre―... Fue un empujón. ¡Me transformé en cupido! Y, ¿así me pagas? ¿Siendo tan grosero y tan mal agradecido?


―Si, claro “cupido”―gruñí tomando, con ira,  una bolsa abierta de pan blanco. Saqué dos rebanadas y las metí en el tostador eléctrico mientras abría la nevera para sustraer un recipiente con queso y otro con jamón―… ¡Cagaste todo! Mierda, todo se fue a la puta basura.


―Chicos, ¿en serio? Es temprano. Discusiones no, por favor―intervino nuestro progenitor somnoliento quien miraba la cafetera sin una gota de café. Con su taza aferrada en su diestra nos contempló antes de continuar―… ¿Por qué no se van a dormir?―Jin lo ignoró. Y con sus brazos cruzados se sentó frente a la mesa redonda para reposar su cuerpo tras el respaldo de la silla con notable cansancio por la falta de sueño.


 ―Yo sólo te ayudé―dijo cansino mirándome con desafío.


―¿Disculpa? ¿Cuándo he pedido tu ayuda?


―… Niños―entonó con advertencia nuestra madre quien apareció en el área perfectamente vestida con su uniforme corporativo―. Sus voces se oyen hasta el segundo piso. ¿Cuál es el problema?―gruñó.


―El problema es JiMin―entrecerré mis ojos hacia el sujeto mientras mi madre, intrigada lo miraba para que continuase―… y JungKook. Éste se ha puesto más dramático que nunca. Asumo que es una cualidad gay―entre cerré mis ojos.


―¿La cualidad de los heteros es no tener una vida y meterse en la de los demás?―dije mordaz.


―¿Qué pasó con ese tal JiMin?―la voz de la única fémina, intervino nuevamente. Aquel nombre extra había llamado su atención completamente.


―A Jungkook le gusta un bailarín de pelo rosa que no sabe de él en ese sentido y le di una pequeña ayudadita. Soy el mejor o ¿no?―caminé hacia la escalera dejando atrás al trío. Quienes, al parecer, habían ido sobrellevando mi salida del closet de la mejor manera, porque parecía que querían saber más. Oí como se quedaron platicando con su hijo mayor mientras yo, simplemente me quería enterrar bajo una roca.


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