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Mi sobre protector hermano mayor por koru-chan

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Capítulo ocho:


Aquel lado desconocido


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Arribamos a un parque que estaba a unas cinco cuadras del campus. Aquella área natural era famosa porque era el único pulmón verde de la ciudad. Además, era un punto de encuentro ya que conectaba todo a un sólo paso dándole un escape a la rutina diaria; era un pequeño oasis en medio de la gris urbe.


El espacio era enorme y este estaba seccionado en varias zonas. Había un lugar de juegos para los infantes. En medio, un sitio inmenso para reunirse en bancas, mesas o en el mismo césped bajo los enormes árboles los cuales eran los protagonistas de la extensa zona. Habían, también, ciclovías, pistas de patinaje, senderos y, casi al final, se encontraba una colina verde en la cual se podía subir y admirar la vista panorámica de aquella ciudad. Ahí mismo, a los pies, había una cascada escondida que alimentaba una oxidada pileta junto a un montón de flora y fauna cuidada. Nosotros nos situamos ahí, junto aquel cerro donde unos árboles frutales rodeaban el pedazo de tierra junto con la fresca brisa. Nos acercamos hacia el árbol más añoso; un manzano que a esas fechas ya estaba cargado de rojos frutos.


Kim posó el trípode mientras JiMin dejaba sus pertenencias tras escena. Se estiró y posó sus manos sobre sus cejas en forma de visera mientras contemplaba el cielo y, al mismo tiempo, se embelesaba con las hojas que brillaban con el reflejo de la dorada luz natural. Vi como sacó su teléfono para capturar un par de fotografías y un par más de autorretratos con aquel fondo vegetal. Sonreí tras apreciar al chico de ojos risueños en el acto. Adoré aquella escena que, inconscientemente, él me regalaba y yo sólo procuré guardarla en mi memoria.


―Minnie, busca en mi mochila una blusa blanca―el nombrado se giró mirándonos a ambos. TaeHyung estaba con su ojo absorto a través del lente mientras configuraba el aparato y disparaba para comprobar el tono. Mientras tanto yo, intentaba concentrar mis neuronas en el presente; en lo que tenía que hacer. Se suponía que ayudaría a mi amigo y luego regresaría a clases. Sólo eso… Haría como si Park JiMin fuera otro y todo estaría bien. Inspiré profundamente asintiendo hacia mi compañero de carrera cuando me había consultado algo referente a la cámara entre sus palmas.


Realmente me era inevitable. Sí, tenía mi cabeza con el dueño de aquella sesión fotográfica, pero también estaba pendiente en las acciones del bailarín… Al mismo tiempo que daba mis puntos de vista al castaño mis ojos vieron como éste se acercaba al bolso mencionado el cual se encontraba aventado en el suelo verde sin cuidado. Lo tomó sustrayendo una tela casi traslucida con volantes y detalles brillantes.


―¿Esto es tuyo?―cuestionó el reciente modelo extendiendo la pieza para observarla con ojo crítico dejándonos apreciar en detalle como los volantes adornaban el cuello y las mangas largas. Tenía botones de perlas que caían por el pecho y sutiles transparencias en las muñecas y cintura―... No parece algo que tú usarías―tras esas últimas palabras admiré la vestimenta particular de Tae. Éste solía usar tonos tierra; el marrón destacaba en sus anchos pantalones. Usaba camisas de corte antiguo las cuales llevaban sutiles estampados geométricos o colores pálidos. También llevaba consigo, suspensores, boinas y un popurrí de complementos que ya eran su sello personal.


―No, claro que no. Por favor, póntelo. Es de mi madre―el pelirosado arqueó una ceja. Pero sin chistar ni opinar sobre el vestuario elegido por el fotógrafo, éste se dispuso a desvestir.


Mientras el castaño a mi lado llamaba mi atención platicándome sobre los planos, la luz y ángulos, JiMin retiró su sudadera seguido de una camiseta holgada...


La tela translucida se deslizó por sus hombros de forma perfecta mientras, de reojo, veía su torso realmente marcado y radiante tras ser bañado por la luz solar… De inmediato me imaginé besando su abdomen al mismo tiempo que sus pequeñas manos abotonaban cada perla con cuidado. Apreté mis parpados negando cuando sentí un cosquilleo ascender por todo mi cuerpo―. Ponte ahí―el fotógrafo inmerso en la pantalla de su cámara me despabiló con su voz y, en automático, me ubiqué en frente del trípode, en medio de un área repleta de manzanas caídas. Disparó observando la pantalla y luego asintió con una sonrisa―. Este lugar es perfecto. JiMin, ¿podrías recostarte en esa zona?―el nombrado entonó un: Okey vivaz y, rápido, tomó mi lugar recostándose mientras con su antebrazo se cubría sus ojos puesto que a esa hora, los rayos del sol estaban en pleno apogeo y aquel deslumbre entre las ramas era cegador. En aquel minuto alcé mis ojos de la anatomía del chico cuando una manzana cayó tras una sutil brisa. Recorrí aquel fondo, detalladamente, percibiendo como algunos frutos estaban malogrando la escena por su aspecto corroído. Caminé alrededor retirando las manzanas de mal aspecto y dejando las más bonitas en posiciones estratégicas y naturales.


―¿Cómo se ve ahí?―le cuestioné al sujeto tras el lente viendo como la cámara hacía clic. Lo observé percibiendo como elevaba su pulgar y en su rostro se tatuaba una sonrisa satisfecha.


―Perfecto―agregó mientras me colocaba a su lado frotando una manzana contra mi sudadera dejándola brillosa. Una vez que vi el cuadro óptimo a través del lente, me acerqué a JiMin y se la tendí. Éste parecía algo somnoliento en aquella posición, pero tras acercarme despegó sus párpados y recibió la fruta con una sonrisa amodorrada.


―¿Qué es lo que tengo que hacer TeaTea? ¿Sólo me quedo aquí acostado?


―Bueno, mi concepto consiste en el inicio sexual; romper con la inocencia y sucumbir a lo tabú, a lo prohibido; el ser tentado por la lujuria y el apetito. El ser corrompido y el dejarse corromper―observé al apasionado castaño. Admiraba mucho a TaeHyung. Me gustaba oír el entusiasmo que tenía con cada trabajo que impartían sus maestros. A veces la carga era excesiva, pero a él todo le entusiasmaba. Era lógico que se dedicaría a aquella área de la fotografía. Él era arte puro y sería reconocido por su innato talento.


Yo era más solitario y la pintura en técnicas mixtas era lo mío. La fotografía me gustaba, pero tantas “reglas” para llegar a un fin, me desesperaba―… Entonces, lo que necesito es una secuencia. Veré cual me servirá al final―me miró y yo asentí―. Tengo demasiadas ideas para este trabajo―enfocó su ojo en el lente mientras la cámara estaba fija y disparó captando un JiMin relajado―. Primeramente, necesito que, acostado, observes la manzana extendida hacia el cielo―el pelirosa comenzó a posar y el fotógrafo se emocionó tomando la otra cámara que yo tenía posada en mi hombro lista para trabajar y se acercó al chico.


Entretenido, detrás de cámara, saqué mi teléfono y comencé a grabar. Primero hice un paneo del área despejada de personas―al ser una zona alejada de los juegos infantiles y del centro mismo de la ciudad, no habían multitudes a los alrededores―. Luego me enfoqué en Tae y rápidamente mi atención se quedó con Park e hice un acercamiento a su rostro y sonreí cuando su mejor amigo le dijo una bobada y el contrario rió. Detuve el vídeo y cambié a modo “cámara” completamente embelesado por la belleza de aquel chico, indiscretamente, creí que iba a pasar desapercibido, pero la cámara sonó y JiMin buscó aquel ruido extra encontrándome con el teléfono enfocado hacia ellos. Podría haberme excusado perfectamente, pero el fotógrafo se giró y me miró con una sonrisa que podría describir hasta como macabra...


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