Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

63. El deseo de Seulong (09) por dayanstyle

[Reviews - 11]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Jo Kwon se sentó en el lado del sofá, viendo finalmente a Seulong cambiar de nuevo a su forma humana antes de despertar. Estaba acostumbrado a ver a su pareja cambiar. Seulong lo había hecho un montón de veces cuando estaba curándose del acónito. —¿Cómo te sientes?

—Como si estrellara mi camioneta contra un tráiler.

 

Kevin había dejado algo de ropa en el escritorio para Seulong, y Jo Kwon estaba agradecido. Su pareja estaba completamente desnudo. El delgado shifter había sido de gran ayuda mientras que Seulong estaba sanando.

—Eli confirmó que los frenos fueron cortados —dijo Jo Kwon, su estómago echo un nudo ante la idea de lo que pudo haberle sucedido a Seulong. Extendió la mano y golpeó el hombro de Seulong—. ¡No me asustes así de nuevo!

Seulong agarró sus muñecas y jaló a Jo Kwon más cerca. — Prometo no tener a un hombre psicótico cazándome.

Está bien, eso se oyó ridículo, pero Jo Kwon había estado aterrorizado de que Seulong hubiera sido asesinado cuando Seung Hyun le dijo sobre el accidente. No quería volver a sentir ese nivel de miedo de nuevo.

Ese pensamiento se estrelló contra Jo Kwon tan duro y tan rápido que casi se cayó de rodillas bajo la angustia de casi perder a Seulong. Presionó su mano contra su pecho cuando no pudo llevar suficiente aire a sus pulmones.

—Respira, bebé.

 

Jo Kwon supo cuando su jefe le habló de Seulong que estaba locamente enamorado del chico. Ya sabía que le había dado su corazón a Seulong, pero no sabía qué tan profundamente enamorado estaba hasta que Jo Kwon creyó que perdió a su pareja.

Jo Kwon se acurrucó junto a Seulong, envolviendo sus brazos alrededor del cuerpo del musculoso hombre. Sus manos se deslizaron a través del negro cabello de Seulong mientras agradecía a quien estuviera escuchando no haber perdido a Seulong.

Gruesos brazos le rodearon cuando Seulong pasó la mano por la espalda de Jo Kwon. —Estoy bien, dulzura —dijo Seulong en voz baja—. Quien sea tendrá que hacerlo mejor. Soy un gato duro de matar.

—No digas eso —le rogó Jo Kwon—. Es la segunda vez que casi te apartan de mí. No debes de bromear sobre eso.

—Oh, dulzura. —Seulong lo apretó firmemente en sus brazos—. Perdona. Tienes razón.

Jo Kwon finalmente se calmó, descansando su cabeza sobre el pecho de Seulong. Se quedaron así durante un tiempo, Jo Kwon inhalando el olor de su pareja, Seulong recorriendo la espalda de Jo Kwon con los nudillos. Quería saber quién estaba tras su pareja para poder matar al bastardo. Jo Kwon por fin había encontrado la verdadera felicidad y no iba a permitir que nadie le quitara eso.

Seulong palmeó su espalda. —Dame la ropa, bebé. Tengo que vestirme y hablar con Eli.

De mala gana, Jo Kwon se apartó. Tomó la pila que Kevin había dejado sobre la mesa y le entregó la ropa a Seulong. Quería ayudar a su pareja a vestirse, pero sabía que la tentación era demasiada.

 

Si se acercaba a Seulong, mientras permanecía allí gloriosamente desnudo, ellos no saldrían de la oficina durante una hora o dos. Cuando Seulong se vistió, entró con Jo Kwon al taller. Eli estaba trabajando en otro carro, ya había terminado con la camioneta de Seulong y envío los restos a la chatarra.

A pesar de que había probado que los frenos de la camioneta de Seulong fueron cortados, ¿cómo iban a acusar a los cazadores de vampiros en la corte? No podían exponer todo lo que estaba pasando en este pueblo. Jo Kwon lo sabía y le enfurecía saber que quien fuera que estuviera haciendo esto no pagaría por tratar de matar a Seulong.

Eli levantó la vista desde debajo del capó. —Me alegra ver que estés de pie —dijo mientras se limpiaba las manos en el trapo que había metido en el bolsillo de atrás—. Fui por tu camioneta.

—Jo Kwon me dijo. —Seulong se acercó y apoyó la cadera contra el carro en que Eli estaba trabajando—. Me encantaría saber quién cortó mis frenos. Ahora que estoy curado, me gustaría tener una charla personal con ellos.

Jo Kwon sabía a lo que se refería con lo de charla personal. Había ya matado a dos hombres hasta donde Jo Kwon sabía. También sabía que no estaba en la naturaleza del fuerte hombre ser violento. Seulong hacía lo que tenía que hacer.

—Zhou Mi dijo que te llevaría a casa y entonces revisarían las cosas allí.

—¿Me estás despidiendo? —preguntó Seulong.

 

Jo Kwon contuvo el aliento. Nada de esto fue culpa de su pareja. Seulong no había pedido ser envenenado ni que cortaran sus frenos. Si Eli lo despedía…

—Infiernos, no. Eres un buen maldito trabajador. Sería un tonto si te dejara ir. Arregla toda esta mierda para que  puedas regresar al trabajo. Las cosas se están acumulando. —Eli dejó el trapo en el bolsillo—. Si me necesitas, llámame o mándame un texto.

—Llamaste a la policía por mí, ¿verdad?

 

Eli asintió, con líneas apretadas en la cara. —Sabía que no podría llegar ahí pronto. Tenía que darte algún tipo de ventaja.

—Te lo agradezco. —Seulong le dio una palmada en el hombro a Eli—. Estaba muy maltratado.

—Debe ser Zhou Mi —dijo Eli.

 

Jo Kwon se giró cuando oyó la puerta de la tienda abrirse y tuvo que volver a ver. ¿Era realmente Gaeko? —¿Qué haces aquí? —La pregunta salió de la boca de Jo Kwon, con un tono de asombro. Jo Kwon no entendió cuando Seulong lo agarró y lo jaló detrás de su imponente cuerpo.

Era Gaeko, el hombre que le había roto el corazón y lo había tomado por tonto. Qué lo hacía estar preocupado. ¡Oh! Jo Kwon vio el arma en la mano de Gaeko.

—¿Lo conoces? —preguntó Seulong.

 —Es Kim Gaeko —dijo Jo Kwon, todavía se sentía un poco extraño ver al hombre después de todo este tiempo. Ahora que estaba acoplado a Seulong, Jo Kwon estaba empezando a preguntarse lo que había visto en el canalla. Él no era tan guapo, y era un poco delgado.

Jo Kwon se había acostumbrado al gran tamaño de oso de peluche de Seulong. Amaba eso, aunque eso le hacía parecer un poco pequeño junto a su pareja, Seulong nunca hizo que Jo Kwon se sintiera como si fuera algo menos que un hombre.

—¡Fuiste tú! —Seulong gritó con indignación—. Eres quien ha estado tratando de matarme.

—¿Qué? —Jo Kwon estaba en shock. A Gaeko no le importaba él. El hombre fue expulsado del pueblo, dejando una serie de amantes atrás. No tenía corazón. ¿Por qué iba a estar aquí? ¿Por qué trató de matar a Seulong?

—Sólo dame a Jo Kwon y nadie saldrá herido. —Gaeko se acercó un poco más, la pistola cerca de su cuerpo.

—¿Por qué, Gaeko? —preguntó Jo Kwon.

 —Porque Seulong es un animal. No voy a permitir que te viole uno de esos.

Jo Kwon estaba totalmente confundido. ¿Gaeko lo había engañado con muchos hombres y ahora a él le importaba lo que le pasaba a Jo Kwon? Él podría haber muerto por oír esa declaración hace meses. Ahora sólo lo ponía enfermo.

Por primera vez, Jo Kwon veía a Gaeko por lo que realmente era, un patético humano. Él no quería saber nada del  hombre.

¿Cómo infiernos había estado cegado por este tipo? —Tú eres el animal —Jo Kwon bufó—. Eres el único que piensa que jugar con los corazones de la gente está bien, que eso no afecta la vida de nadie. ¿Ahora sólo regresas aquí exigiendo estar conmigo?

Los ojos de Gaeko se suavizaron cuando miró a Jo Kwon. — Intenté decirle a Jong Hoon cuánto me importabas, pero él no quiso  escuchar. —Su rostro contraído en una máscara de furia—. En lugar de ayudarme a que regresaras conmigo, hizo que Jongin me pateara fuera del pueblo. Estas bestias inmundas no se saldrán con la suya con lo que están haciendo. El mundo va a saber que existen y luego voy a disfrutar ver que sean borrados.

—Eres un cazador de vampiros —Eli dijo con un gruñido—. ¡Has vivido aquí durante años como un cazador!

Una sonrisa maliciosa se formó en el rostro de Gaeko. — Estaba recogiendo información justo bajo sus narices. Esto sólo sirve para demostrar lo estúpidas que las criaturas realmente son.

—Deja la pistola y te voy a mostrar lo estúpido que soy — amenazó Seulong.

Jo Kwon no podía creer que se había enamorado de un mal tipo. Él quería golpear al hombre por hacerlo lucir como un idiota. Él era un idiota, porque Jo Kwon era un tipo agradable y nunca se habría enamorado de alguien como Gaeko si lo hubiera conocido.

Tenía que pensar en una manera de salvarlos. A Jo Kwon se le ocurrió una, pero Seulong no iba a aceptarla. Se giró hacia su pareja.

—Confía en mí —marcó con los labios.

 

Las cejas de Seulong se fruncieron mientras miraba a Jo Kwon. Se dio cuenta de que su pareja estaba tratando de averiguar lo que Jo Kwon iba a hacer. Jo Kwon no podía permitir que Seulong supiera lo que iba a hacer hasta que lo hiciera y detuviera al gran imbécil.

Jo Kwon rápidamente se alejó de Seulong, dirigiéndose directamente a Gaeko.

—¡Jo Kwon! —Seulong gritó—. ¿Qué jodidos estás haciendo?

 —Impedir que te mate.

 —Qué conmovedor —Gaeko dijo mientras sostenía la mano de Jo Kwon. No quería tocar al tipo—. Debería haberlo matado mucho antes. Veo que ha corrompido tu mente.

Jo Kwon estaba aterrorizado de estar al lado de Gaeko, sobre todo porque él tenía un arma, pero no podía pensar en ninguna otra forma de evitar esto. —Dijiste que dejarías que se fuera.

—Mentí —Gaeko dijo mientras levantaba su arma—. Nunca debiste de haber dormido con él, Jo Kwon.

Oh, Dios. Él iba a dispararle a Seulong. Jo Kwon no podía permitir que sucediera. Saltó a la pistola, luchando con Gaeko para lograr quitarle la maldita cosa de las manos al hombre.

Gaeko no era una presa fácil. El hombre estaba dándole un infierno de lucha. Jo Kwon sabía que iba a tener que luchar y sucio. Tenía que tener la ventaja. Levantando la pierna hacia atrás, Jo Kwon dejó que su rodilla conectara con la entrepierna de Gaeko.

El hombre dio un fuerte gruñido, pero no soltó el arma. La táctica no había funcionado. Jo Kwon se estaba desesperando. Si no conseguía el arma de Gaeko pronto… Se congeló cuando el arma se disparó. Sus ojos se agrandaron mientras jadeaba.

—¡Jo Kwon! —Seulong gritó y se apresuró a cruzar el taller—. Jo Kwon, bebé, ¿estás herido? ¿Te han disparado?

 

Jo Kwon oyó el terror marcando la voz de Seulong. Dio un paso atrás, cuando Gaeko se desplomó en el suelo. La sangre salía del abdomen del hombre. Seulong tomó a Jo Kwon en un férreo control, jalándolo contra su pecho. —No vuelvas a asustarme así de nuevo.

—Prometo no tener a un hombre psicótico cazándome.

 

Seulong gruñó. —No tiene gracia. —Él tomó la parte de atrás de la cabeza de Jo Kwon, besando su cabello—. No era divertido en absoluto.

—Tenemos que deshacernos del cuerpo —dijo Eli.

 —Un déjà vu —dijo Jo Kwon—. Aún no tocaré un cadáver.

 —Sólo que esta vez fuiste tú. No puedo llevarlo a ninguna parte —dijo Seulong antes de besar a Jo Kwon esta vez en la sien.

—No te preocupes —intervino Eli—. Me desharé del cuerpo.

 

Jo Kwon se giró hacia el jefe de Seulong. —Exactamente, ¿qué hiciste antes de ser dueño de un taller? —El hombre era un poco demasiado competente en encargarse de los cadáveres.

Esperaba que Eli dijera que fue dueño de una funeraria o trabajador de la morgue y se sorprendió cuando él contestó: — Dueño de una tienda de tatuajes.

—Entonces,   ¿cómo…? —Jo Kwon  sacudió  la cabeza.

¿Realmente  quería   saber  por   qué   Eli tenía talento  en deshacerse de los cadáveres? No realmente. Cuanto menos supiera de estas cosas criminales, mejor. Su interior aún estaba atado en un apretado nudo y ahora había matado a un hombre.

Jo Kwon sabía que las consecuencias de lo que había hecho no le habían caído completamente en este momento. No podía ser, ya que estaba demasiado malditamente calmado.

El brazo de Seulong nunca dejó su lado y Jo Kwon estaba agradecido. Necesitaba que lo aterrizara.

—Aparte de los cazadores husmeando, creo que es bastante seguro —dijo Eli mientras sacaba su teléfono celular.

—Salgan de aquí. No necesitan saber mis secretos.

 

El hombre sonreía, pero Jo Kwon tenía la sensación de que no estaba bromeando. No quería saber los secretos de Eli. Infiernos, Jo Kwon no quería saber nada. Lo único que quería era ir a casa con Seulong.

Jo Kwon aún no podía creer que era semi-seguro ir a casa. Con todo lo de los cazadores, nunca sería totalmente seguro, pero, en realidad, ¿había algún lugar cien por ciento seguro?

No quería conocer la respuesta. Jo Kwon quería vivir con la ilusión de que estaba a salvo con Seulong. Sabía que estaba más seguro con Seulong en su vida. Sólo esperaba como el infierno que toda la locura al menos fuera menor ahora.

—Wow, Gaeko —dijo Jo Kwon mientras salían de la tienda—. Nunca lo hubiera sospechado.

 —No eres el único —dijo Seulong mientras se dirigían hacia el restaurante. Jo Kwon sospechaba que iban a comer algo antes de ir a la casa de Seulong, o a la suya, en realidad no le importaba en ese momento.

—¿Crees que él fue quien plantó ese dispositivo de escucha bajo el sofá?

—Estoy seguro de que fue él —Seulong respondió abriendo la puerta del restaurante, permitiendo que Jo Kwon entrara primero—. No importa. Jongin tiene mi casa limpia de esos bichos. Parece que el de abajo del sofá no era el único en mi casa. —Seulong se aclaró la garganta—. Nuestra casa —se corrigió.

—Despacio, chico grande. No estoy seguro de cómo se hacen las cosas en el mundo paranormal, pero yo aún creo en las citas y tomarme mi tiempo.

Jo Kwon se deslizó en una de las bancas. Seulong entró a la banca frente a él.

—Me gustaría eso —admitió. También a Jo Kwon.

 Jo Kwon abrió los ojos. La noche estaba en silencio, entonces,

¿por qué estaba despierto? Se giró y vio a Seulong dormir. Apoyando la cabeza entre las manos, los ojos de Jo Kwon vagaban por la montaña de musculosa carne, apreciando la belleza que yacía junto a él. Sonrió al recordar lo tonto que había sido con Seulong la primera noche que lo conoció. Dioses, eso parecía años atrás.

 

Su estómago dio un divertido pequeño vuelco mientras inhalaba el olor de su pareja, su corazón palpitó con el cálido y rico aroma de Seulong Im. Su pareja tenía rasgos de una belleza clásica. Había una fuerza inherente en su rostro. Jo Kwon amaba la sombra de la barba e iba a pedirle a Seulong que no se afeitara.

Añadía fuerza y un aura de masculinidad que encendía a Jo Kwon. También tenía una generosa boca y nariz aguileña. Jo Kwon sonrió mientras miraba detenidamente la mandíbula de Seulong. El conjunto sugería una terquedad que Jo Kwon sabía que Seulong poseía.

—Me estás mirando.

 

Jo Kwon sonrió. Seulong no había abierto los ojos, pero lo sabía. Él siempre sabía. —Lo hago.

Sin abrir los ojos, Seulong se dio la vuelta y se puso cerca de Jo Kwon. Se acurrucó, disfrutando de la sensación de los músculos de su pareja que lo rodeaban, manteniéndolo a salvo. —Te amo, Jo Kwon.

Jo Kwon tragó con fuerza. Nunca pensó oír esas palabras de él. Bueno, excepto del tiempo en el que Seulong estuvo envenenado. Pero eso no contaba. Su pareja había estado febril y alucinando.

Inclinando la cabeza hacia atrás, Jo Kwon miró a los ojos ámbar, ojos que había llegado a amar tanto. Tenía la garganta apretada con emociones y el cuerpo empezó a temblar. — También te amo, Seulong.

Se sentía como si algo hubiera sido puesto en libertad dentro de él una vez que pronunció las palabras en su corazón. Por fin había encontrado a alguien que no iba a lastimarlo y que realmente lo amaba.

 

Seulong tomó la parte posterior de la cabeza de Jo Kwon y capturó sus labios. No sólo los dedos de Jo Kwon se curvaron, sino que estaba seguro de que podía oír a los ángeles cantar... o quizás era sólo la sangre corriendo a través de sus oídos. El suave masaje envió corrientes de deseo a través de él cuando Seulong lentamente movió a Jo Kwon, separándole las piernas. Jo Kwon estaba quebrándose como fino cristal que se había caído con el beso que lo sacudió de la cabeza a los pies.

Seulong pasó su mano por la espalda de Jo Kwon, entonces lo giró y lo acercó más, profundizando el beso con intensa pasión y calor. Jo Kwon amaba que Seulong lo besara como si el acto fuera un arte. No muchos hombres besaban de esa manera.

Sus labios se deslizaron sobre Jo Kwon, su lengua explorando lentamente. El roce de su barba envió emociones a través de Jo Kwon, hasta la ingle.

La mano de Seulong entre las piernas de Jo Kwon y luego sonrió en la boca de Jo Kwon. —Tapón.

—No estaba seguro, así que quería estar listo.

 

Siseó fuerte cuando Seulong comenzó a jugar con él. — Puedo garantizar que siempre puedes estar seguro de que quiero a mi pareja.

Jo Kwon abrió más las piernas mientras Seulong retiraba el tapón —su culo bien lubricado, de cuando lo insertó antes— y deslizó su pene dentro de Jo Kwon como si tuviera todo el tiempo del mundo.

Y lo tenían. Jo Kwon no iba a ir a ninguna parte. Él era el deseo de Seulong, el latido de su corazón, y Seulong era suyo.

 

Fin

 

 

Notas finales:

a continuacion...

 

64. El Cowboy de Changmin (10) Villa Kim


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).