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Quédate Conmigo por Nova22

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Notas del capitulo:

>3< Actualización >3<

Capítulo 5


Sollozos amortiguados, similar a un suave canto melancólico, emergían como un murmullo apagado de aquella habitación, como la manifestación de la soledad misma; como la ausencia y la tristeza


Tan conocido después de un tiempo, tan familiar, sin embargo Kuroo no era el tipo de persona que podría llegar a acostumbrarse a algo como esto, a mirar esa puerta en silencio sin sentir como su corazón se apretaba, como el peso de sus acciones había provocado tal dolor a una persona inocente. Esto era su culpa y no podía hacer más que permanecer impotente. Estaba siendo tan tonto, sintiéndose inútil y un cobarde.


No sabía cómo manejar esto, Kei era alguien diferente a él, no eran personas que debieron haberse conocido, especialmente en la manera en lo que lo habían hecho. Siempre lo supo, desde el momento en el que escuchó su nombre, cuando fue capaz de verlo por primera vez, pero eso no lo había detenido ¿Verdad? Y una sonrisa amarga y culpable adornó el rostro de Kuroo.


No quería dejarlo así, no sentía que pudiera. Este joven muchacho era su familia ahora, Kuroo era responsable de él, de procurar su bienestar y del de la criatura que estaba esperando. Tenía que hacer esto, sabía que tenía que, no porque se tratara de su deber o estuviera obligado a hacerlo, sino porque de verdad lo deseaba, porque nacía de su corazón.


— ¿Kei? — empujó la puerta entreabierta e irrumpió en la habitación toda su resolución, la espalda del chico recostado en la cama se tensó al sonido de su voz — Estoy de vuelta ¿Cómo te sientes?


Kei no volteó de un mediato, Kuroo no supo que hacer, se agitaban los hombros del joven rubio bajo sus discretos movimientos, probablemente limpiándose las lágrimas y se levantó lentamente hasta quedar sentado. Su vientre era un poco más notorio ahora, como una pequeña y adorable curva prominente que él se esforzaba por ocultar bajo su ropa — Bienvenido — él lo miró sobre sus pestañas aún cubiertas de lágrimas, parecía que había hecho todo lo que pudo, sin embargo aún podía ver lo hinchados que esos bonitos ojos dorados parecían — Me dolía la cabeza, pensé que podría ayudar si dormía un poco.


— Claro — respondió Kuroo con una ligera sonrisa nerviosa que el rubio devolvió con timidez. No habían pasado más de dos meses de todo esto, pero aún se sentía como el primer día. Tan tenso y extraño, y de verdad no sabía cómo hacer esto — Hoy...hoy te ves muy bien ¿Sabes? Más lindo.


Kei le regaló una sonrisa triste, era tan duro verlo así. Le preocupaba su salud y la del bebé, su estado de ánimo era muy importante para su desarrollo — Volví a subir de peso...es cada vez más grande y...


— Creo que es muy bonito.


— Todos van a pensar que es feo — los ojos del rubio se llenaron de lágrimas. No, por favor, no otra vez, no sabía qué hacer cuando él se sentía así, no siquiera tenía idea de lo que tenía que decirle — En la escuela dijeron cosas...y cuando me veían ellos...


— No, Kei...— Kuroo se sentó sobre el borde de la cama y sostuvo el delicado cuerpo del rubio entre sus brazos, le dolía el corazón. Esto no estaba bien, no era lo que tenía que suceder, pero los dos estaban aquí — ¿Tú te sientes de esa manera también? ¿Crees que es algo feo?


— No me gusta, lo siento...— él le enterró la cabeza contra el pecho, se aferraba y temblaba, y Kuroo lo abrazó. Tratando de entenderlo, tratando de ser paciente — No quiero que me van así ¿Qué voy a hacer? No quiero que siga creciendo...se siente raro, soy horrible...como una pelota, no me gusta, no me gusta, no me gusta...quiero ir a casa, quiero volver...quiero volver ¿Por qué me está pasando esto? Quiero que termine, no puedo hacerlo...no quiero.


Kuroo apretó los párpados y estrechó a Kei. Deseaba poder encontrar las palabras adecuadas para poder calmarlo, deseaba poder hacer algo más que solo permanecer en silencio, pero era inútil. Quería entenderlo, quería ser paciente por él; se trataba solo de un niño asustado, un niño pequeño y perdido que no conocía el rumbo correcto, uno que había sido forzado a tomar un camino que no le pertenecía. No aún y todo lo que si tenía estaba siendo destrozado lentamente, tenía que verlo desaparecer.


Debía ser frustrante, debía estar muy asustado, quería conocer al menos un poco que era lo que sentía, quería saber qué hacer, pero Kei no hablaba con él. Lo evitaba, lloraba, temblaba, a penas y podía sostenerle la mirada, lo evadía y Kuroo no sabía cómo manejarlo. No sabía cómo acercarse a él, sabía que no tenía el derecho después de lo que le hizo y permanecía en un punto muerto desde el primer día, sintiéndose distante incluso si era capaz de sostenerlo, como un extraño a pesar de que compartían el mismo techo...y como el único causante de su dolor.


— Lo siento, Kei...lo siento tanto...lo siento...


Era el único culpable de esto y aun así quería protegerlo, quería que sonriera y estaba dispuesto a ofrecerle todo.


*****


Kuroo hizo una mueca despectiva y se pasó la punta de la lengua entre los labios, el café de pronto le supo más amargo de lo normal y abandonó la taza sobre la mesa al mismo tiempo que sus ojos volvían a deslizarse sobre las líneas impresas en las hojas de papel en sus manos; una y otra vez sobre un único párrafo incomprensible y sencillo. No podía concentrarse, tampoco tenía mucho apetito y estaba seguro de que él latido incómodo sobre sus sienes estaba destinado a transformarse en un desagradable dolor de cabeza más tarde.


Su humor tampoco era demasiado bueno, todo era más estresante que de costumbre desde que Kei había vuelto, pensaba demasiado en cosas que no debería, cosas sin sentido y que habían quedado atrás hace mucho tiempo. Lo cierto era que lo molestaban y la presencia del rubio en la mesa, justo al frente, no estaba mejorando demasiado su situación.


— ¿No es muy temprano para que estés levantado? — Kuroo lanzó una mirada fugaz al chico rubio que se llevaba un trozo de fruta a la boca. Kei apenas había tocado el pan, parecía que sus viejos hábitos seguían ahí; siempre se preocupó por su peso — Podrías haber descansado un poco más.


— Tal vez, pero...— Kei se cubrió la boca con la mano y tomó un sorbo de jugo después de unos segundos masticando, esa mirada tímida era tan similar a aquel entonces, lo molestó — Hoy voy a acompañar a Mitsuki a la escuela...se lo prometí ayer cuando nos despedimos — Kei sonrió y Kuroo frunció el ceño ¿Cuando había sucedido algo como eso y porque nadie le había informado sobre eso? El hermano del rubio debía haber hecho algo otra vez — Mi hermano va a venir por mí en un momento.


Kuroo ignoró la sonrisa de Kei para volver a una lectura a la que no estaba prestando atención y apretó los papeles en su mano. El hermano de Kei estaba mucho al rededor últimamente, estaba siendo una molestia, no sabía que era lo que estaba diciendo al rubio menor o que era lo que pretendía hacer — Deberías considerar quedarte, te ves cansado, además tus recuerdos...


— Se lo prometí — Kuroo volvió a mirar al rubio, su ceño volvió a fruncirse — No puedo dejarlo solo, debe estar esperándome...y yo quiero verlo, no pude acompañarlo el primer día porque estaba en el hospital y sé que tampoco he podido cuidarlo como se debe en todo este tiempo, pero...


— ¿Puedes pensar un poco más en Mitsuki? — lo interrumpió Kuroo. Kei era el tipo de persona que solo se preocupaba por sí mismo, todo siempre giraba en torno a él. Era egoísta. No entendía porque ahora quería jugar a qué estaba interesado, pero aunque fuera duro, Mitsuki estaba acostumbrado a esa decepción — ¿Cómo crees que va a sentirse si se da cuenta de que no puedes recordarlo? Necesitas pensar un poco más en lo que estás haciendo...él solo es un niño.


— Pero...— el rubio bajo la cabeza — Pero...


— No estás siendo consciente de la situación.


Si Mitsuki se aferraba a Kei ahora entonces iba a ser muy duro de asimilar cuando comenzara perder el interés. Probablemente el rubio solo estaba aburrido, nunca pasaba mucho tiempo en casa. Siempre tenía algo que hacer, dinero que gastar, tiendas que visitar, entrenamiento, sesiones fotográficas, pasarelas, viajes y amantes que pudieran entretenerlo. Inconscientemente él solo debía estar tratando de encontrar algo para pasar el tiempo.


No era bueno para Mitsuki, no quería sentir que estaba tratando de alejarlos, no quería sentir que era el malo de esta historia, pero su pequeño hijo estaba ilusionándose demasiado y ya había llorado suficiente en el pasado. Quería protegerlo, que pudiera sonreír...y que pudiera tener una familia de verdad.


— Se lo prometí, no puedo dejarlo solo — susurró el rubio. Sintiéndose molesto, Kuroo no entendió la expresión de su rostro, no comprendió el por qué sus ojos temblaban de esa manera...el por qué parecía tan indefenso y suplicante — Yo no...no voy a...— bajó la cabeza las manos que se encontraban sobre la mesa se deslizaron lentamente hacia su regazo. Volvió a mirarlo y Kuroo volvió a sentirse confuso — Entiendo lo que tratas de decir, Aki...mi hermano también dijo algo parecido antes, pero él me necesita y yo lo quiero...quiero verlo, por eso...si al menos puedo tener un minuto o tan solo un segundo para estar con él, por favor...voy a tratar de ser cuidadoso.


Por favor. Por favor. Por favor. Mitsuki estaba muy feliz antes, esos ojos tan bonitos brillaban tanto y esa sonrisa era tan preciosa. Estaba tan lleno de ilusión, tan lleno de alegría y dulzura que había sido tan difícil dejarlo ir. No quería imaginarlo poniéndose triste, no quería que llorara, la idea era suficiente para sentir que podría destrozarlo, para apretarle la garganta y el corazón. Hicieron una promesa y esta promesa era muy importante para él, no podría permitirse romperla por nada.


No podía decepcionar a su pequeño hijo, no podía abandonarlo.


— ¿Qué es lo que esperas lograr con esto, Kei?


— ¿Qué?


Kuroo abrió la boca, pero no emitió palabras y se pasó los dedos entre el cabello al mismo tiempo que arrojaba las hojas de papel sobre la mesa. Parecía una idea absurda e irreal que Kei estuviera tratando de recuperar el tiempo perdido con Mitsuki, lo conocía demasiado bien, sin embargo no podía entenderlo y lo molestaba cada vez más. No quería ceder porque eso era lo que había hecho en toda su vida juntos, todo siempre era la voluntad del rubio, siempre eran sus caprichos y deseos egoístas...y todo lo que pudo hacer siempre fue permitirlo y soportarlo.


¿Por qué demonios lo miraba de esa manera? ¿Por qué trataba de atormentarlo? ¿A qué estaba jugando? Tal vez era divertido para él, podía imaginarlo riéndose a su espalda como siempre había hecho, pero también podía verlo...al niño asustado y confuso que alguna vez conoció.


Y lo molestaba todavía más.


— ¿Kuroo?


El moreno se levantó abruptamente de la mesa, golpeando las palmas como un golpe sordo sobre la superficie. El rubio se tensó, casi lo percibió encogerse sobre su propio sitio, notó la alarma en sus ojos y Kuroo volvió a pasarse los dedos entre el cabello. Comenzaba a sentirse en un punto en el que no se entendía mucho a sí mismo. Estaba de mal humor, obviamente, no existían momentos de paz para él, no en este lugar, no con este chico.


— Debería irme ya — le dio la espalda al rubio y volvió a su habitación para tomar su chaqueta, no quería permanecer más tiempo en ese lugar, sin embargo sus emociones inestables lo invitaron a detenerse en medio del pasillo y voltear a la habitación de Kei...entonces una amarga sensación de melancolía latió en su pecho — Esto es molesto.


Todo estaba bien cuando Kei no estaba aquí, cuando no podía sentirlo, cuando se había acostumbrado a no pensarlo. Odiaba el hecho de que pudiera desestabilizarlo de esta manera, de sentir que todavía estaba bajo su poder.


— Kuroo, lo siento...no era mi intensión — volteó, Kei se asomó lentamente al pasillo, no se acercó, guardaba su distancia. Lo miraba con timidez, como si temiera su rechazo, las dedos entrelazados al frente — Entiendo que estés molesto y te prometo que voy a consultar estas cosas contigo primero — le sonrió como una disculpa frágil y temerosa — Tienes razón, no pensé muy bien las cosas, pero ya le prometí que estaría ahí...y va a estar triste si no me ve.


Él también solía disculparse a menudo por todo, todo el tiempo y lloraba.


— ¿Te importa?


— Es...es mi hijo.


El silencio para Kuroo fue como si de pronto volviera el tiempo y sintió que estaba viendo al Kei tímido que alguna vez fue. En esa transparente mirada, vio a la misma persona que le había robado el corazón antes de que lo notara y se preguntó ¿Que había hecho mal? Si le había dado todo lo que tenía, toda la libertad que deseó, todo cuánto pudo.


Se había hecho esa pregunta tantas veces que ya estaba cansado, tanto que solo pudo llegar a una respuesta; nunca lo conoció en realidad y tal vez solo estaba viendo lo que quería.


— Supongo, espero que no lo olvides — le dio la espalda y caminó lo que restaba del camino a su habitación para tomar lo que estaba buscando.


Kei estaba aún ahí parado cuando salió, no estaba diciéndole nada, sin embargo tenía la impresión de que podría ser el caso. No tenía mucho tiempo para desperdiciar aquí de todos modos, probablemente ni siquiera era importante. Tampoco estaba planeando volverse cercano otra vez al rubio y pasó junto a él, lo que alguna vez tuvieron terminó, estaba destrozado. El tema del divorcio seguía siendo importante para él, también necesitaba pensar en lo que iba a pasar con la custodia de Mitsuki. De ser posible quería que esto terminara lo más pronto posible, pero su situación actual lo hacía difícil...no solo para él, sino también para Akaashi.


— Kuroo — detuvo su mano sobre la perilla de la puerta ¿Otra vez? Que molesto ¿Después de todo Kei si tenía algo más para decir? No podía imaginar de que se trataba y volteó esperando terminara pronto, pero no estuvo seguro de que sucedió o de que fue lo que sintió cuando esas confusas palabras se deslizaron delicadamente de los labios del rubio — Espero que tengas un buen día.


Kuroo abrió la boca, pero no fue capaz de responder ¿Por qué ahora? Quería encontrar el motivo oculto dentro de sus acciones, quería dudar, quería sentir recelo y despreciar todo de él, pero ¿Qué era esto? Kei solo estaba mirándolo, solo estaba ahí parado con una sonrisa suave y el moreno no supo que hacer más que devolverle la mirada en silencio ¿Estaba impactado? Tal vez, nada como esto sucedió en mucho tiempo, lo había tomado por sorpresa, sin embargo no tenía que ser nada, no tenía que importarle a estas alturas.


Fue muy fácil llegar a un consenso consigo mismo, ya sabía que era lo que quería y lo que tenía que hacer.


— Claro...


Lo sabía, pero sus emociones eran conflictivas.


*****


Tsukishima liberó una gran bocanada de aire una vez la puerta principal fue cerrada y se apretó una mano contra el pecho,  donde su corazón latía fuertemente. No estaba seguro de si esto había salido bien, había algo importante que quería decirle a Kuroo, pero no había tenido la oportunidad. El desayuno había sido algo silencioso y frío, apenas y tuvo la oportunidad de tomar unos cuantos bocados de fruta y todo intento de conversación había sido frustrado antes de que pudiera dar inicio. Tampoco sintió que hubiera sido muy bienvenido, ya entendía que no se llevaban muy bien, pero había algo que sentía, algo que estaba ahí y que no estaba desapareciendo.


Era mucho más fuerte cada vez que veía a Kuroo.


Jadeó. El cuerpo del rubio reaccionó al repentino sonido del timbre con un ligero respingo, era casi la hora acordada. Sonrió y sus emociones se dispararon. Akiteru ya debía haber llegado y Kei no perdió el tiempo para abrir la puerta. Con ello el entusiasmo que le había robado el sueño volvió para abrazar su corazón.


— Hola — lo saludó, una mano le acarició el cabello como saludo — ¿Estás listo?


— Sí, creo...creo que sí, pero...— volteó en dirección al departamento, todo debería estar en orden, la empleada de servicio ya estaba limpiando la mesa; se trataba solo de un viaje corto y debería estar de vuelta pronto, pero repentinamente sintió una sensación de inquietud, lo hacía cada vez que sus ojos encontraban ese cuadro o el vacío sitio en el que alguna vez estuvo.


Akiteru lo había quitado hace unos días, no estuvo en contra de su decisión, también pensaba que era lo mejor. Resultaba muy pretencioso para él, sin embargo incluso si no estaba más, pensar en él lo hacía sentir extraño.


— ¿Pasa algo?


— No, deberíamos irnos ya...Mitsuki debe estar esperándonos.


Hoy era un día especial para él, la verdad tenía muchas ganas de darse prisa y se lo hizo saber a su hermano mientras se dirigían al auto. Sabía que solo se habían despedido ayer por la tarde, que no habían pasado ni veinticuatro horas, pero se moría de ganas de verlo. A penas había logrado conciliar el sueño por la mezcla de emociones en su pecho. Era la primera vez que hacia algo como esto, sabía que no era nada del otro mundo, pero no podía mantenerse quieto, estaba en todo su sistema, sin embargo eso no era lo único que estaba sucediendo con él.


— ¿Todo bien? Parece que no dormiste muy bien anoche — Akiteru giró el volante y después de un rato, el auto se internó lentamente a una agradable zona residencial, era enorme, sin embargo había muy poco transito al rededor — O ¿Tal vez hay algo más que está molestándote? ¿Quieres hablar?


El rubio menor apretó suavemente los labios, sus ojos se perdieron un momento sobre una persona y su perro caminando sobre el borde de la carretera — Creo que no pude dormir mucho, tuve una pesadilla.


— ¿Una pesadilla? — Akiteru lo miró fugazmente por el rabillo del ojo — Tal vez estás recordando algo ¿Se trató del accidente? ¿Quieres hablar de eso?


— No lo sé, fue algo...— se frotó el brazo con una mano, ese día era más consiente del dolor sobre su hombro, pero también lo era sobre las sensaciones de esa pesadilla — No puedo recordarlo muy bien, pero no se trató de un accidente, era...era...— apretó su agarre, fue oscuro. Todo lo que podía recordar y sentir después de despertar era un terrible sentimiento de temor, opresión. Fue tan real que casi creyó que era capaz de sentir el peso del cuerpo de esa persona, su calor, el aroma de su aliento, la áspera rudeza de sus manos y a si mismo sintiéndose pequeño e indefenso, mientras resistía el dolor, mientras forzaba a su propio cuerpo a responder...e imploraba en silencio porque todo terminara, con toda su desesperación.


Era solo una pesadilla ¿Verdad? Entonces ¿Por qué lo hacía temblar de esa manera?


— ¿Kei? ¿Estás bien? — sus hombros estaban más tensos de lo normal — ¿Recordaste algo? ¿Hay algo de lo que quieras hablarme?


Kei forzó una sonrisa que no convenció demasiado a su hermano, no tenía muchas ganas de hablar de eso o de recordarlo, quería creer no debía ser importante y que podría olvidarlo pronto — Fue solo una pesadilla, no creo que sea importante...solo estoy un poco nervioso, además creo que Kuroo y yo tuvimos una pelea esta mañana y...


— ¿Una pelea? ¿Ustedes discutieron? — Akiteru detuvo el auto abruptamente, habría sido peligroso si hubieran estado en medio del tráfico, sin embargo no fue una experiencia buena para Kei. Los autos lo hacían sentir un poco inseguro — Lo siento...— se disculpó con una sonrisa nerviosa y le sujetó la mano antes de volver a avanzar lentamente — ¿Te dijo algo que te hiciera sentir mal? ¿Te ofendió o fue muy duro contigo? — lo miró fugazmente — Sé que no es ese tipo de persona, pero si pudiera existir la posibilidad de que él hubiera...


— No, él no...no se trató de nada tan importante, pero...— se apresuró a decir — Solo creo que le molestó que no le dijera nada sobre Mitsuki, tomé una decisión sin tomar en cuenta su opinión...Kuroo está preocupado por lo que mi condición pueda significar para nuestro hijo y lo entiendo, sé que podría lastimarlo, él todavía no sabe nada de lo que pasó y...


— ¿Te prohibió verlo? — Kei parpadeó, como si estuviera confundido, sin embargo bajó la cabeza ¿Tal vez? Si tenía que ser sincero, entonces tendría que confesar que no había olvidado la renuencia de Kuroo porqué se reunieran la primera vez. Entendía sus razones y creía que no estaba equivocado, no quería lastimar a su hijo, pero era posible que hubiera percibido algo en sus palabras, como si simplemente no lo quisiera alrededor de Mitsuki. Pero Tal vez solo estaba preocupado, él no era muy conversador y siempre parecía estresado por el trabajo después de todo — ¿Kei? Te dijo algo ¿Verdad?


— No, todo está bien — le sonrió sin estar muy convencido y Akiteru le sujetó la mano — Todo está bien de verdad.


— Oye — el auto comenzó a avanzar más lentamente — No lo dejes solo ¿Si? Tal vez podría ser que pienses que tomar un poco de distancia con él podría ser lo mejor, pero no olvides que es solo un niño y que te necesita...tienes derecho a estar con él y también tienes derecho a amarlo, nadie puede decirte lo contrario.


Esta vez Kei sonrió con un poco más de entusiasmo, no estaba pensando mucho cuando hizo esta promesa a Mitsuki. Él se veía muy triste y quería que sonriera, pero tampoco quería separarse de él, quería tener una nueva oportunidad para abrazarlo. Lo que Kuroo dijo tenía sentido, odiaba la idea de lastimarlo, sin embargo odiaba más la idea de dejarlo solo. Dolía y sentía que no podía permitírselo. Amaba con todo lo que tenía a ese pequeño niño y deseaba atesorarlo con todavía más fuerza, por ese motivo, cuando lo vio ahí, sentado y esperando pacientemente por su llegada sobre uno de los escalones de la puerta de aquella elegante residencia, tuvo deseos de llorar.


Porque no recordaba haber sido más feliz, porque nunca lo sintió tanto en el corazón.


— ¡Mami! ¡Mami llegó! — Mitsuki echó a correr y la mochila a la que parecía haber estado aferrándose todo este tiempo cayó al suelo. No pareció importar mucho a su pequeño, Kei tampoco prestó mucha atención a ello y sus piernas los llevaron tan rápido como les fue posible al encuentro del otro. Aferrándose el moreno al pecho del rubio — Mami si vino.


— Te lo prometí — le acarició el cabello, estaba un poco alborotado y trató de peinarlo tranquilamente, fue un poco complicado al ser algo ondulado y rebelde. Mitsuki sonrió, tenía algunas lágrimas entre esas espesas pestañas. Le besó la frente, su uniforme era muy lindo y Kei se permitió arreglarlo un poco solo para tener la sensación de que era él quien estaba preparándolo para la escuela — ¿Comiste bien? ¿Te lavaste los dientes?


— Si, me comí todo mi desayuno...y me lavé los dientes y luego preparé mi mochila y la abuela me ayudó a cambiarme.


— Bien, eso está bien...lo hiciste bien — lo volvió a besar la frente. Tomó un pañuelo de entre su ropa y limpió un poco el rostro del pequeño así como también su nariz. Mitsuki se dejó hacer y mientras se encargaba de cuidarlo, notó que una mujer mayor salía de la residencia.  No estuvo seguro de la razón, sin embargo su mirada le hizo bajar la cabeza. De pronto ya no estaba tan cómodo, sin embargo la sonrisa del pequeño calentó su corazón.


Esa debía ser la madre de Kuroo. Tenían una mirada similar, ojos que lo miraban sin ningún tipo de emoción. Estaba tan acostumbrado a eso que ya podía adivinar que no le agradaba mucho. Hablaba con Akiteru, como si ignorara su presencia. Kei al menos tenía que decirle algo ¿No? Saludarla, era la persona que estaba cuidando de su hijo, pero antes de que pudiera decir nada, Mitsuki lanzó una increíble exclamación de alegría.


— ¡Papá también! ¡Papá también!


El rubio parpadeó, el pequeño moreno se desprendió rápidamente de sus brazos y corrió hacia el portón, dónde Kuroo se apresuró a cruzar y atraparlo — Hoy estás lleno de energía ¿Verdad? — Mitsuki rió, casi parecía estar dando pequeños saltos de alegría, que apenas era capaz de contener su emoción y respondía alegremente a las preguntas del moreno más alto.


Kei se irguió con dificultad ¿Por qué Kuroo estaba ahí? ¿Por qué no le dijo que vendría? Akiteru también parecía confuso por su presencia. No estaba seguro de como sentirse al respecto, fue irreal, sin embargo su corazón deseaba que también estuviera aquí y fue feliz de verlo sonreírle así al niño de los dos...y ni siquiera le importó que no lo hubiera volteado a ver en ningún momento.


— Se está haciendo tarde, deberíamos salir pronto...la escuela a la que va es estricta con los horarios — Akiteru llamó a su atención apoyando una mano sobre el hombro del rubio, sostenía la mochila de Mitsuki — ¡Mitsuki, es hora de salir! — lo llamó el rubio mayor.


— Tal vez debería saludar primero, no creo que sea muy educado irme sin decir nada.


— Está bien por esta vez, supongo que va a estar ocupada hablando con Kuroo...y ya se está haciendo tarde.


Miró a su hermano ¿De verdad se trataba solo de eso? Akiteru era alguien un poco sobreprotector así que podía imaginar algo distinto. No quería pensar mucho en eso porque su hijo estaba frente a él ahora, sin embargo una sensación permaneció en su pecho como una inquietud que murió lentamente.


— Es verdad — sonrió, la mano de Mitsuki se aferró a la suya, la apretó...era tan pequeñita y cálida — ¿Estás listo para ir? ¿Tienes todas tus cosas?


El pequeño moreno asintió, sus ojos fueron a la mochila que Akiteru sostenía, sin embargo ya no parecía tan animado — Conejito no va a venir...porque Mit-chan ya es un niño grande.


— ¡Oh! — su niño todavía lo quería ¿Verdad? Akiteru había dicho antes que solía llevarlo, pero había algunos niños que lo molestaban. El protocolo de la escuela tampoco lo permitía y también solían regañarlo — Mitsuki también es un niño muy valiente— se inclinó hacia abajo y apoyó una rodilla contra el camino de piedra, ignorando el ligero dolor que este le provocó para acunar el rostro del pequeño — Mami sabe que puedes hacerlo, el conejito va a estar esperándote ¿Está bien? Mi Mitsuki puede hacerlo.


Mitsuki asintió, parecía un poco tímido. Kei jamás podría dejar de contemplar esas mejillas rosadas o esos ojitos tan brillantes, lo habían enamorado. Le besó la frente. Quería hablar un poco más con él, quería estrecharlo, verlo un poco más y acompañarlo a jugar, pero no podía tomar demasiado de su tiempo esta vez.


Akiteru lo ayudó a levantarse y a Mitsuki a ponerse la mochila, tenía algunas estampas de patitos en las correas, él había hablado de como la había decorado ayer. Era linda, algunos tenían sombreros. El pequeño moreno le sostuvo la mano nuevamente, se despidió de su abuela y caminaron lo que restaba del camino hacia el portón, sin embargo él se detuvo abruptamente y para su confusión y alarma, esa otra manita tomó la de Kuroo.


Miró a Mitsuki y agradeció que este fuera capaz de comprender su confusión — Papá dijo que también venía.


Lo primero que Kei hizo fue mirar a su hermano, la tensa expresión de su rostro le decía que, tanto como él, no comprendía las acciones de Kuroo, entonces dirigió la mirada a este. Antes había dicho que iba al trabajo ¿No? ¿Que lo había hecho cambiar de opinión? Quería que le dijera algo, estaba esperando, pero él solo lo miró en silencio, con una expresión en blanco y el rubio no fue capaz de apartar la mitad, siendo lentamente absorbido por este.


— ¿Mami? ¿Papá? — Mitsuki tiró de las manos de ambos y fue como si hubiera conseguido despertarlos — ¿La escuela?


— Claro — respondió primer el rubio.


— Vamos — murmuró Kuroo.


Se lanzaron miradas fugaces, Akiteru se ofreció a seguir con ellos en su auto y le ofreció un poco de ánimo con una sonrisa. Era una situación que resultaba fuera de lo común para Kei a pesar de que no odiaba la idea. Mitsuki parecía muy feliz, estuvo balanceando las manos durante su corto camino al auto y se sentó sobre su regazo una vez estuvieron dentro. No paró de hablar en todo el camino, de verdad parecía muy feliz y Kei agradeció su entusiasmo con sonrisas, lo animó a seguir hablando, incluso recibieron un par de intervenciones de Kuroo.


Era ahí cuando regresaba parte de su confusa tensión.


— Mitsuki, no te duermas...es hora de bajar — Kei agitó con suavidad el cuerpo de su hijo, los últimos minutos en el auto se habían vuelto silenciosos. Mitsuki estaba abrazándolo y antes de que se diera cuenta su voz comenzó a hacerse más apagada y dormitaba — Mitsuki — volvió a llamarlo, esos ojos tan dorados y bonitos se abrieron lentamente — La escuela...


Mitsuki le tocó la cara, lo había tomado por sorpresa a pesar de que se trató de un golpe suave, que siguiera palmeando en todas direcciones de su rostro le pareció curioso, incluso lindo...sin embargo lo que dijo a continuación fue un muy dulce dolor — Mami de verdad está aquí — se acomodó lentamente sobre el regazo del rubio y miró a Kuroo mientras se frotaba uno de los ojos con el dorso de una mano — Papá también — sonrió con ilusión, tan dulcemente que parecía el niño más feliz de este mundo.


Por algo tan pequeño, por una cosa tan sencilla y típica que el corazón de Kei se apretó.


Sintió que lo entendía, que era capaz de ver esa soledad y acunó la pequeña carita de Mitsuki con una mano, depositó un beso sobre su frente y volvió a prometerse a sí mismo atesorarlo como a lo más precioso que tenía, que estaría a su lado siempre.


— ¿Mami también va a venir después? — Mitsuki apretó las correas de su mochila y lo miró lleno de tímida expectativa, detrás de ellos se alzaba un alto portal, risas y murmullos podían escucharse al rededor. Hoy era el día más importante para los dos, quería hacer esto de principio a fin. Le gustó la sonrisa de su pequeño cuando afirmó a su pregunta — ¿Papá también? — miró a Kuroo.


El moreno mayor volteó a ver al Kei por primera vez desde que se habían subido a ese auto y regaló una sonrisa compleja a Mitsuki — Voy a hacer lo que pueda — el pequeño asintió, al rubio le sorprendía lo poco caprichoso que era, cualquier otro niño en su lugar habría actuado de forma diferente...sin embargo sintió que lo entendía, el sentimiento de no querer ser una molestia, de querer hacer lo que fuera para ser amado.


Por una sonrisa.


— Ten un buen día ¿Si? Voy a venir a verte más tarde y podemos ir por un helado — Mitsuki asintió con energía, pero no se movió, muchos niños corrían hacia la entrada, él debería unirse a ellos, pero no parecía tener intensión de moverse — ¿Qué pasa? ¿Quieres decirme algo? — él negó con la cabeza y alzó las manos en su dirección ¿Quería un abrazo? El rubio no estuvo dispuesto a negárselo y se inclinó para estrecharlo, el pequeño lo hizo con mucha fuerza — Ten un buen día — repitió.


Su hijo caminó alegremente hacía la entrada, había una niña pequeña esperando por él junto a uno de los pilares del portón, se levantó de un salto cuando lo vio aproximarse ¿Tenía una amiga? Antes le había dicho que había dos niños con los que tomaba en almuerzo, parecía muy feliz. Estaba preocupado desde que escuchó el asunto del juguete, los niños podían ser crueles a veces ¿No? Tenía que estar más pendiente de él y de todas las señales, sin embargo parecía que estaba bien.


Mitsuki tenía amigos y sonreía con ellos, pero le dolió verlo alejarse lentamente de él, ver lo grande que era, lo mucho que había crecido. Antes era tan pequeño que podía sostenerlo entre sus brazos, era tan frágil que tenía miedo de romperlo, antes era tan indefenso que no supo qué hacer cuando enfermó, pero su llanto era muy fuerte, estaba tan lleno de vida, era tan precioso, ante...antes...antes ¿Antes?


— ¿Kei?


Parpadeó ¿En qué momento se le habían llenado los ojos de lágrimas? Le dolía la garganta, tanto y ese nudo se hacía cada vez más grande, cada vez más doloroso. Se sostuvo la cabeza con una mano, enterrando los dedos entre su cabello y apretó. Gimió. Dolía. Se disparó su corazón ¿Que estaba pensando antes? Había mucho ruido, no podía pensar, lo estaba sofocando. Quería que se detuviera un momento, pero ¿Por qué? ¿Por qué era cada vez más fuerte?


— Kei — Kuroo lo llamó, le sujetó los hombros y Akiteru, quien se había mantenido en su auto corrió en su dirección para llamarlo también.


Kei negó con la cabeza, de pronto su respiración se había vuelto algo pesada. Era difícil, era doloroso. Su cabeza estaba a punto de explotar, le dolía el estómago, el pecho, el corazón. Más ruido, tanto. Ideas y pensamientos que gritaba, había algo ¿Qué estaba pasando? ¿Que era esto? Sus emociones eran un caos, quería gritar, no podía soportarlo, sin embargo remitía lentamente, un segundo, dos, tres y aun así su ansiedad no desapareció. Volvía, algo, eso. Estaba a ahí.


— ¿Mitsuki enfermó? — Kuroo parpadeó, Akiteru hizo lo mismo a sus confusas palabras — Cuando...cuando era pequeño...un bebé ¿Él enfermó? — estaba frenético. Estaba seguro de que había visto algo, de que estaba recordando algo. El llanto de Mitsuki era muy fuerte, su piel quemaba tanto, tenía tanto miedo, estaba tan asustado, se sintió tan inútil, tan impotente — Él enfermó ¿Verdad? ¿Lo hizo?


— Fue neumonía, solo había pasado un mes desde su nacimiento y...


— Lo llevaron al hospital y...y...— bajó la cabeza, su corazón volvió a dispararse ¿Por qué sabía algo como eso? ¿Por qué tan de repente? Jadeó y se cubrió la boca con la mano ¿Esto era en serio? ¿De verdad estaba pasando? Más lágrimas le llenaron los ojos — Dijeron que era muy grave, pasaron muchos días y él no estaba mejorando y...entonces, entonces fue peor y...— sollozó con angustia y el horror lo llevó a desplomarse. Dijeron que no iba a lograrlo, lo dijeron...ellos lo dijeron...


Kei sintió que podría desmoronarse en ese momento. Había sido su culpa, porque no fue capaz de cuidarlo, porque no supo cómo hacerlo, porque era un inútil y lo arruinaba todo. Su Mitsuki estuvo a punto de morir. Había una imagen en su mente, tan terriblemente desgarradora, tan dolorosa, que estuvo a punto de destrozar todo de él. No merecía estar a su lado ¿Verdad? No era apto para cuidarlo, no podía, iba a lastimarlo si se atrevía a tocarlo. Podría hacerlo todo mal, él podría salir herido.


Antes Mitsuki se había caído, eso fue su culpa, debió vigilarlo mejor, debió haberlo cuidado más, pero era tan inútil ¿Que si la próxima vez era peor? ¿Qué pasaba si lo perdía? No podría soportarlo. No. No. No. No a su niño, no a esa pequeña criatura, pero nada le garantizaba que no volvería a suceder, no hacía nada bien, no nunca nada. No podría soportar que algo malo le sucediera, no podría perdonárselo, no podría soportarlo. No. No. No. No.


— Kei, por favor escúchame...te estoy hablando, Kei por favor — Akiteru estaba gritando, tan fuerte, tan lejos. El sonido de su voz era un zumbido apagado y Kei negó a este con la misma fuerza de la desesperación de la que era presa.


Dolía. No podía respirar, quería gritar, pero lo ahogaban sus sollozos, iba a explotarle la cabeza. Temblaba. Todo era un desastre. Comenzó a sentirse atrapado, comenzó a ceder a ese temor, lo carcomía su ansiedad y se escapaba su aliento, estaba consumiéndolo y lo devoraba todo la oscuridad, todo, absolutamente todo con su conciencia.


Tal vez...


Tal vez...


¿Tal vez lo mejor era que se alejara de él para siempre? Entonces nunca podría lastimarlo ¿Verdad?


*****


“De verdad quería verte hoy, lo siento”


Akaashi apretó el teléfono móvil, se sintió como si su estómago también hubiera hecho lo mismo — No, no tienes que preocuparte por eso, yo lo entiendo...es una mala situación y también es inevitable.


“Esto no me sienta bien...”esta vez Akaashi apretó los labios, a él tampoco le sentaba bien, pero ¿Qué más podía hacer? No estaba en posición de exigir nada “Pero, voy a llamarte más tarde ¿Si? Te quiero”


— También te quiero...también — susurró — También — volvió a repetir una vez la llamada terminara y apoyó el cuerpo contra la pared.


Por algún motivo, Akaashi sintió una desagradable sensación de vacío al observar el casi solitario y amplio salón del restaurante. La hora del almuerzo había sido una locura, debería estar feliz por tener un respiro para descansar, también era su turno de tomar algo de comer, pero no tenía tanto apetito como antes. Estaba esperando poder ver a Kuroo hoy, entendía su situación, había sucedido algo que escapaba de su control, quería ser más comprensivo, pero era posible que estuviera decepcionado.


Suspiró. De verdad quería verlo.


— ¡Oh! ¿Todavía estás aquí? Creí que habías dicho que saldrías — Konoha ladeó la cabeza y entrecerró los ojos — No te ves muy bien ¿Hay algo que esté mal?


Akaashi forzó una sonrisa — No, hoy tuvimos mucho trabajo y creo que solo estoy cansado...es tu hora del almuerzo, deberías ir o ya sabes lo que Yukie va a hacer.


— Es verdad, sus platillos son tan buenos que ni siquiera ella misma puede resistirlo, pero...— el rubio chico frente a él hizo una mueca, Akaashi estaba seguro de que estaba a punto de marcharse, sin embargo permaneció parado como si quisiera decir algo más y no se atreviera a seguir — Estaba pasando por aquí y creo que escuché sin querer una parte de tu conversación, lo lamento...no quiero entrometerme en asuntos privados, pero también lo he visto venir una o dos veces y creo que lo noté...el anillo en su dedo, es uno de matrimonio ¿Verdad?


¿Así que lo había notado? Kuroo y él siempre fueron discretos por obvias razones, pero había pasado mucho tiempo desde que comenzaron a frecuentarse y era inevitable que cosas como estas sucedieran, en especial en una relación como la que ellos estaba sosteniendo y siendo el moreno mayor alguien tan difícil de ignorar. Akaashi experimentó un sentimiento amargo — Supongo que debes pensar que...


— No, no, no, no...— Konoha negó al mismo tiempo que agitaba frenéticamente las manos — No estoy tratando de juzgarte, sé que cosas como esa suelen suceder...solo quería saber si todo estaba bien contigo, tu aspecto es...— él forzó una sonrisa nerviosa — No te ves muy bien ¿Hay algo de lo que quieras hablar?


Akaashi lo miró con duda. Konoha debía entender que no era un tema fácil de tocar, no podía solo ir por ahí hablando libremente con cualquier persona, Kuroo era una figura pública, un error podría dañarlo. No podían ser descuidados, apreciaba esa preocupación, pero lo mejor aquí era que soportara todo esto solo — Estoy bien...necesito un momento para respirar, eso es todo.


— Al menos ven a comer con nosotros, en mejor que mortificarte en soledad ¿No?


— Es podría ser verdad...— sin embargo no se sentía tan cómodo después de esta conversación, era todo lo contrario; como su hubiera sido expuesto, pero tal vez mientras más rápido se acostumbrara iba a ser mejor para él. Fue un pensamiento muy amargo — Voy a unirme a ustedes.


El segundo al mando en la cocina debía estar tomando el lugar de Yukie en este momento, el pequeño salón que usaban estaría siendo ocupado solo por tres personas esta vez, los meseros más jóvenes preferían reunirse en el jardín de la parte trasera. Era un lugar agradable y Akaashi pensaba que podría expandirlo en el futuro.


Su pelirroja compañera se había adelantado a ellos y devoraba un plato de pasta, sin embargo incluso con la boca llena de comida ella podía parecer una mujer muy elegante. Sabía que Konoha podría pensarlo también, la miraba demasiado todo el tiempo. Los saludó con un movimiento de cabeza, muchos platillos de apariencia agradable podían verse sobre la mesa, sin embargo Akaashi solo tomó un par de emparedados y jugo, todavía no tenía mucho apetito.


— No te ves muy bien — habló ella al mismo tiempo que servía un poco más de jugo — Creí que ibas a salir — había recibido una pregunta como esa antes y Akaashi estuvo tentado a suplicar con la mirada a Yukie...porque ya podía imaginar lo que estaba a punto de decir — No me mires así, no estaba tratando de decir nada, pero es un hombre atractivo y es difícil no verlo...tampoco es muy difícil ver que tu estado de ánimo cambió después de esa llamada.


— ¿Soy tan transparente?


Yukie negó con la cabeza, Akaashi no supo si estar aliviado por eso — Pero puedo ver que es importante para ti...no voy a hacerte preguntas o a insistir en nada...pero nos conocemos desde hace muchos años, fundamos juntos este negocio y creo que ya sabes que pude haber estado en tu posición una o dos veces antes...así que si algún día quieres hablar, ya sabes dónde encontrarme.


Akaashi miró en silencio el trozo de emparedado en su mano, un bocado era todo lo que había tomado, hasta ahora no sabía si haber decidido venir había sido o no un error, pero también tenía la impresión de que solo habría estado evadiendo algo que ya era inevitable a estas alturas. Las miradas de las dos personas que lo habían acompañado por mucho tiempo no habían cambiado, sin embargo eso no lo hacía sentir más tranquilo. Sus emociones eran siempre complicadas cada vez que pensaba en la relación que sostenía con Kuroo, no era esa la forma en la que lo quería.


— ¿Crees que eso está bien?


— ¿Tu estas bien? — Yukie jugó con su plato de comida, no era usual que ella hiciera algo como eso. Debía tener muchas cosas en mente — Se cómo funciona esto, supongo que no soy tan lista y me dejo engañar muy fácilmente; siempre te dicen que su matrimonio va mal y que van a divorciarse pronto porque no soportan su vida, pero casualmente siempre sucede algo, entonces es una excusa tras otra para algo que ya sabes que no va a suceder...pero que todavía estas esperando porque para él tu eres la persona más especial, porque resulta que eres su alma gemela o lo que sea que te diga para seguir viéndote la cara — ella se encogió de hombros como si no importara mucho, sin embargo Akaashi recordaba haberla visto llorar antes — Con el tiempo aprendes a ver a través, podría decirse que está en sus ojos...y...— abandonó su tenedor — No ha sido mucho, pero he visto como ese hombre te mira...y creo que es sincero, creo que te quiere, pero tú debes conocerlo mejor que yo.


¿Por eso quería saber si estaba bien? ¿Quería saber si confiaba en Kuroo? el amor y la confianza eran dos de uno ¿No? No estaba dudando de sus sentimientos y confiaba en Kuroo, pero también estaba inquieto — Creí que ibas a tratar de persuadirme — o abrirle los ojos a la realidad, pero tampoco se sintió como si estuviera alentándolo.


— Tu conoces tu situación mejor que yo — dijo — Eres alguien sensato y te conozco bien, ya debes estarte torturando lo suficiente como para que yo venga a decirte algo más...todo lo que yo quería que supieras es que él parece diferente a todos los idiotas que conocí y que te ve de una manera que me hace sentir muy envidiosa.


Akaashi no pudo evitar sonreír, Kuroo lo hacía sentir de una manera que era inexplicable. Eran muy compatibles y la atracción que existía entre ellos era innegable, no había dejado de temblar con su presencia y sabía que había mucho más que deseo en la mirada del moreno mayor, era un sentimiento más dulce, más cálido. Podría engañar a su mente, pero no a su corazón o a sus propios sentidos, sin embargo ¿Era suficiente para él? No era más joven o más atractivo que su actual pareja. Había visto las fotos de ese muchacho y era increíblemente hermoso, fino y lleno de atractivo, en comparación, el moreno sabía que era mucho más simple y aburrido.


No quería menospreciarse a sí mismo, pero no era el tipo de persona que ignoraba esa realidad, la figura de ese muchacho estaba en todos lados y era difícil no compararse cada vez que se veía en el espejo.


— Él tiene un hijo, es un niño de seis años...su salud es algo frágil — y estaba muy apegado a su rubio padre de acuerdo a las palabras de Kuroo — También es tímido.


— Debe ser difícil para él.


— Sí, lo es...quiere presentármelo en algún momento.


— Parece una buena señal, es un paso grande ¿Cómo te sientes por eso? 


Akaashi sonrió — Creo que bien.


Kuroo adoraba a su hijo. La verdad era que ese pequeño niño era muy lindo, muy dulce y tenía unos ojos tan brillantes y bonitos que lo cautivaron en un momento. Lo había conocido por la fotografía que el moreno mayor siempre llevaba consigo. El parecido que tenía con él era increíble, no olvidaba lo feliz que estuvo cuando se lo hizo saber, lo adoraba y Akaashi sintió que amaba esa parte suya, ese entusiasmo y sintió que tenía muchas ganas de ver en persona a ese pequeño niño.


Estaba muy emocionado y nervioso.


Inconscientemente se llevó una mano al vientre, tal vez en el futuro Akaashi y Kuroo también podrían...sin embargo ese sueño todavía era eso; una mera ilusión.


*****


Kei percibió una desagradable sensación de pesadez en el cuerpo, le dolía la cabeza, estaba cansado y sus párpados a duras penas fueron capaces de moverse ¿Qué había pasado? ¿Por qué se sentía así? También tenía las ideas revueltas, unas siempre sobreponiéndose sobre otras, latiendo, girando y vibrando. No entendía esto, no sabía que estaba pasando o lo que había sucedido con él, sin embargo si sabía que tenía que despertar.


Rápido, había algo muy importante que tenía que hacer y usó la angustia que aún latía en su pecho para escapar de esa oscuridad, se sobrepuso a esta con todo lo que tenía, la transformó en un impulso y consiguió lo que antes parecía imposible.


La imagen difusa de una habitación ocupó su campo de visión, conocido y distante, no pasó mucho tiempo para que el reconocimiento llegara a él. Gimió. Esta era su habitación y la persona cuyo rostro también estaba frente a él era su hermano; Akiteru.


La última vez también estaba ahí, gritaba su nombre, lo hacía con la misma desesperación que sus ojos reflejaron en aquel momento, con la misma preocupación.


— Hola, Ángel ¿Cómo te sientes?


— ¿Ángel? — lo hizo sentir extraño, como si de pronto el eco de una voz vibrara en su mente — Ángel...


— Si, porque eres tan precioso como uno — los dedos de Akiteru estaban repartiendo caricias suaves sobre su cabello, la otra mano tomaba la suya. Parecía tan cansado, tan desalineado que le dolió — Duerme un poco más ¿Si? Pasaste por mucho hoy...dijeron que necesitabas descansar.


El rubio cerró los ojos. Eso podía ser verdad, volvía lentamente a su mente, trazos de recuerdos, algunos lejanos, otros en blanco y distantes como un eco que latía hasta desaparecer. Había recordado algo importante, había sucedido algo terrible. Esa sensación de sofoco todavía estaba ahí, no tenía energía, estaba tan cansado y aun así no podía hacerlo. No quería, había algo que era más grande que cualquiera cosa para él.


— Mitsuki...mi hijo — se forzó a abrir los ojos, tenía que darse prisa. Su conciencia aletargada se despejaba lentamente, sabía que tenía que ir, sabía que tenía que apresurarse y forzó a su cuerpo a removerse ignorando las preocupadas palabras de su hermano — Mitsuki...tengo que...— apoyó los codos contra el colchón, con toda obstinación, no le importó la fragilidad de sus movimientos, no sentía dolor más allá de ese sentimiento de urgencia — La escuela, tengo que...


Tenía que ir, lo prometió. Mitsuki debía estar esperándolo, no podía dejarlo solo, no.


— Kei ¿Puedes escucharme un momento? — Akiteru lo ayudó a sentarse cuidadosamente, fue mucho más sencillo con su ayuda, sin embargo Kei comenzó a preguntarse cómo podría llegar hasta Mitsuki en su estado. Tendría que encontrar una manera y pronto — Son las cuatro, creo que es un poco tarde para que puedas...


— Pero...pero le prometí...— se le apretó el corazón, sintió que podría llorar. Mitsuki debió haber estado esperándolo, debió haber estado muy triste por no verlo ahí, tan decepcionado, tan solo — Yo le prometí...le dije qué...— se cubrió la boca con la mano, probablemente lo había lastimado. Siempre encontraba una forma para hacerlo ¿Verdad? — Debe estar muy triste.


No importaba lo que hiciera, Mitsuki siempre iba a llorar por su culpa ¿Por qué no podía hacer nada bien? Tal vez solo estaba destinado a herirlo, quizá lo mejor sería que mantuviera la distancia de él, pero ¿Eso iba a hacerlo feliz? Después de ver la sonrisa radiante de su hijo, de sentir lo que sintió, de ver todo lo que vio, ya no estaba tan seguro.


Sin embargo podría ser lo mejor a largo plazo.


— No te preocupes ¿Si? Kuroo fue por él y va a explicarle la situación tanto como pueda — le apretó la mano, Kei sonrió sin mucha energía. Nada cambiaba como se sentía ahora — Te llevamos al hospital después de lo que pasó en la mañana, el médico te dio unos sedantes...dijo que no era necesario que te quedaras, pero que necesitabas descansar al menos por hoy.


— Entiendo — murmuró. Sus próximas palabras murieron en un jadeo suave, había recordado algo que lo había hecho sentir tan vacío, tan estúpido, tan terrible que le carcomía el corazón. Su pequeño Mitsuki casi perdió la vida por su culpa...porque era un inútil — ¿Crees que está bien que yo quiera estar con él? La última vez se lastimó, hoy lo dejé solo y antes, cuando era solo un bebé, por mi culpa...por mi culpa él enfermó — apretó la mano de su hermano — Tal vez no soy bueno para él y estaría mejor si yo no...


— No, no hagas esto...— susurró Akiteru, su mano libre limpió una de las lágrimas que humedecían el rostro de Kei — Nada podría lastimarlo más que tú abandono, nada podría ser más duro para él que eso ¿No viste lo feliz que estaba cuando te vio? ¿No notaste esa sonrisa? ¿No viste sus ojos? Mitsuki te quiere en su vida, te ha extrañado todo este tiempo...por favor, Kei, tú le haces bien y él te hace bien a ti; es tu hijo, es tu familia...no lo dejes solo.


Pero ¿Si lo hacía mal? ¿Si se enfermaba? ¿Si se hería? Tenía miedo, Mitsuki estuvo a punto de morir, por su culpa, porque no supo cómo hacerlo bien. Cada vez que pensaba en eso, que era consciente de que podría no haber visto su sonrisa jamás o escuchado el sonido de su voz, que estuvo a punto de perder la oportunidad de estrecharlo entre sus brazos, lo llenaba de angustia. No quería que volviera a suceder, no podía permitirlo, no podía permitirse lastimarlo una vez más.


— Cuando era pequeño él enfermó por mi culpa.


— Eso no fue tu culpa, Kei...hacías todo lo que podías, pero en tu estado era difícil — le acunó el rostro y volvió a limpiar las lágrimas que no tenían fin con los dedos, Kei sollozaba y le rompían el corazón — Pasaste por una transición muy dura cuando te casaste, el parto fue muy duro para ti y tus emociones...tu no estabas en tu mejor forma, hacías todo lo que podías, estabas esforzándote.


Y aun así no había servido de nada, aun así no fue suficiente ¿Si no lo era ahora? ¿Si no lo hacía bien? Mitsuki era demasiado importante como para hacerle eso.


— Tengo miedo — sollozó, un nudo de angustia le apretaba la garganta, no sabía qué hacer, no sabía que era lo mejor.


— Lo sé, yo sé...— su hermano le besó la frente, sus cálidos brazos lo estrecharon con ternura, como si también tratara de abrazar su pena y dolor, como si tratara de protegerlo del mundo entero — Pero también sé que puedes transformar ese miedo en algo mejor, no te alejes, Kei...no dejes que sea más fuerte que tú, por Mitsuki, porque lo más.


— Lo amo — susurró al mismo tiempo que apretaba los párpados y a si mismo contra el pecho de su hermano. No sé sentía tan fuerte, no creía ser tan valiente. Había recordado algo, pero parte de su vida era un lienzo en blanco, no sabía quién era o a dónde ir, sin embargo había algo que no cambiaba desde el primer momento en el que vio a Mitsuki, desde el instante en el que lo sintió en el corazón; lo amaba...por ese motivo no quería herirlo, por ese motivo se sentía tan incapaz de alejarse de él.


Pero ¿Podría hacer esto bien? ¿Qué le garantizaba que no iba a equivocarse o que no iba a hacerlo mal? Nunca sintió tanto miedo, nunca nada fue tan importante o tan precioso como ese niño ¿Podía ser fuerte? ¿Podía ser alguien valiente?


Quería hacerlo por su hijo y por sí mismo, porque quería estar con él, porque no quería que estuviera solo, porque no quería que volviera a llorar...porque quería sonreír a su lado.


Tenía derecho ¿Verdad?


— Quiero verlo — Akiteru le ofreció un vaso con agua, Kei bebió un sorbo y recibió el pañuelo que este le ofreció después — ¿Crees que mañana también pueda ir? ¿Crees que está bien?


— Por supuesto que sí, Mitsuki va a estar muy feliz de que lo acompañes otra vez.


— ¿No crees que estoy siendo muy pegajoso o sobreprotector? La mayoría van solos a la escuela.


Akiteru le picó la nariz al mismo tiempo que negaba con la cabeza — Deberías tomar esta oportunidad antes de que se transforme en un adolescente rebelde — Kei frunció los labios, no quería que su Mitsuki creciera tan rápido, aún quería mimarlo un poco más — También deberías descansar para mañana, más tarde van a traerte algo para comer — Akiteru depositó un último beso sobre la frente del rubio después de ayudarlo a recostarse — Tal vez no tengas mucho apetito, pero al menos trata de tomar unos cuantos bocados por tu salud ¿Esta bien?


— Me cuidas demasiado.


— Lo hago porque te quiero.


Kei sonrió con un poco de vergüenza, de verdad le gustaba que Akiteru fuera su hermano, de verdad lo quería. Él también era una persona muy especial para él — Hasta mañana.


— Descansa, Kei.


Sentía que podría hacerlo mejor después de hablar con él, sin embargo todavía había una inquietud en el pecho del rubio. Tenía muchas ganas de ver a Mitsuki, quería escuchar el sonido de su voz.


*****


— ¡Oh! ¿Volviste? — Akiteru salió a la sala de estar y encontró a Kuroo sentado sobre uno de los sofás. Estaba impresionado, pensaba que no volvería hasta la noche, no parecía tan preocupado por la condición de Kei, pero si molesto e inquieto, aun así estaba aquí ¿Cómo debería interpretarlo? — ¿Cómo está Mitsuki?


— Bien ¿Kei despertó?


— Quería levantarse, pero le pedí que descansara, todavía está un poco alterado por todo lo que pasó — dijo — ¿Has pensado en lo que vas a hacer?


Kuroo alzó una ceja — Tú estás haciendo lo suficiente, parece que algunos de sus recuerdos están volviendo...tiene una cita programada en unos días, puedes acompañarlo si quieres.


Akiteru lo miró en silencio, se sentía como si hacer nada hubiera sido siempre la respuesta para Kuroo ¿Quién había tenido la culpa de que todo hubiera terminado así? Kei no era un ser inocente, cometió actos terribles, pero ¿Qué tan inocente era alguien que podría haberlo orillado a esto? ¿Cuánto podía serlo alguien que nunca se tomó la oportunidad de conocer realmente a la persona que decía amar? — Nunca estuviste cuando Kei te necesitaba, le diste todo lo que tenías, Kuroo, lo sé...pero jamás lo único que importaba.


— ¿Qué demonios estás...?


— Kei siempre estaba llorando — le interrumpió, en un susurró tan suave, tan doloroso y distante como los recuerdos en su mente — Todo el tiempo ¿Verdad? — el médico lo había diagnosticado con depresión, no podía tomar medicamentos debido al embarazo, fue mucho peor para él después del parto, su madre se había empeñado en que no hubiera cicatrices en su cuerpo, fue muy duro y todo se salió de control después de que Mitsuki enfermó ¿Qué era lo que había hecho Kuroo además de ser un espectador silencioso? ¿Que además de ofrecerle todo el dinero que tenía? No podía siquiera imaginar la magnitud de su desesperación o lo solo que estuvo — ¿Qué tan culpable puede sentirse una persona como para abandonar a otra a su suerte, Kuroo? ¿Qué tan cómodo para ti fue usar esa excusa para no hacer nada?


El moreno apretó la mandíbula, Akiteru estaba insinuando algo que no le gustaba ¿Cómo se atrevía? No sabía nada, no entendía nada. Este tipo solo estaba cegado por el amor que sentía por su hermano, estaba dejándose controlar por esa fragilidad. Para Kei siempre fue muy fácil, todo el maldito tiempo, sin importar cuánto lo intentó o cuánto lo amó, sin embargo responder fue más difícil de lo que creyó  — ¿Así que estás culpándome? ¿Es más cómodo para ti de esa manera? Conozco muy bien a tu hermano...he visto más de él de lo que tú podrías.


— No, no es así...se lo que mi hermano hizo y también se lo grave que fue, no estoy tratando de justificarlo, pero tal vez deberías ver un poco más a tus propias acciones antes de condenarlo como lo peor — mustió él, una sonrisa amarga en sus labios y el profundo rencor que apenas podía ocultar en sus ojos. Después de todo nunca podrían llevarse bien...ya lo sabían — Entonces tal vez puedas darte cuenta de algo que siempre estuvo ahí...y de que nunca lo conociste de verdad.


Otra vez esa misma estupidez ¿A quién quería engañar con eso? ¿Por qué lo molestaba tanto? ¿Por qué lo inquietaba? ¿Por qué lo perturbaba? Estaba bajo mucho estrés, no necesitaba nada como esto, sin embargo estaba obligado a cargar con Kei mientras compartieran el mismo nombre, estaba obligado a verlo, a pensarlo y a recordarlo.


Pero no había nada que pudiera hacerse con algo que ya estaba roto.


— Supongo que vas a estar aquí mañana otra vez.


— Le hice una promesa a Kei, aún no se ha recuperado totalmente y sigue asustado, pero...sé que puede volver a ser alguien más independiente...quiero ayudarlo a recuperarse — caminó hacia la puerta; Kuroo estuvo aliviado por eso — Voy a procurar que mi presencia no sea una molestia para ustedes...ya dije lo que tenía que decirte de todos modos.


Se marchó y Kuroo recibió ese hecho con un pesado y largo suspiro de cansancio. Habría deseado estar en cualquier otro lugar menos en este, las razones eran obvias, pero por algún motivo no se sentía tan molesto como debería. Estaba más ausente de emociones de lo que creía, más apagado; había sido un día demasiado agitado. 


Y como últimamente Kei estaba ocupando gran parte de sus pensamientos. Algo estaba molestándolo desde que lo vio con Mitsuki aquella vez, Kei nunca fue muy apegado a él, pasaba la mayor parte del tiempo ignorándolo y evitándolo.  A penas y lo volteaba a ver y no había nada para apreciar cada vez que lo hacía, sabía que no le importaba, pero ¿Qué había sido eso de antes? Para alguien que siempre fue egoísta y que solo sabía preocuparse por sí mismo, esa ternura, la ilusión que fue capaz de ver era extraña.


No era propio del Kei que conocía y estuvo demasiado confuso como para poder llegar a un juicio, él siempre fue bueno para fingir. Sabia como jugar con la mente de los demás, parecía encontrarlo divertido, pero esas lagrimas no fueron falsas ¿Verdad? Kuroo no quería creer que estaba dejándose engañar otra vez, lo más importante para él era Mitsuki, sin embargo estaba dudando.


Kei siempre tuvo ese poder sobre sus emociones y sentidos.


— Deberías estar durmiendo — giró en dirección al pasillo. Creyó haber escuchado el sonido de la puerta hace solo un corto segundo. Parecía que él estaba usando la pared como un soporte de sus pasos — Fueron órdenes del médico.


— ¿Viste...viste a Mitsuki? Es que...Akiteru lo dijo, pero no habías vuelto...entonces quería saber...— Kei hizo amago de avanzar hacia él, impulsándose su cuerpo hacia el frente. Sus pasos fueron algo torpes mientras lo hacía y no le sorprendió que sus piernas cedieran tras el tercer paso, sin embargo sí lo hizo con la reacción de su propio cuerpo apresurándose en su encuentro — ¿Cómo estaba él? — le rubio le apoyó las manos contra el pecho, Kuroo deslizó una de sus manos alrededor de aquella estrecha cintura, de cerca parecía alguien mucho más frágil.


¿Por qué estaba haciendo algo como esto cuando nunca le importó? Parecer alguien pequeño cuando no conoció a alguien más arrogante y soberbio, lo confundía aún más.


— Puedes imaginarlo — lo llevó al sofá, trató de ser lo más cuidadoso posible, sin embargo tampoco quería prolongar más ese contacto — Mitsuki estaba esperando que estuvieras ahí, pero no es el tipo de niño que lo diría abiertamente...traté de explicarle que no te sentías bien.


Tsukishima bajó la cabeza, podía imaginarlo, sabía que estaría triste — Me gustaría que fuera un poco más caprichoso.


— ¿Caprichoso?


— Si, me refiero a...— el rubio alzó la cabeza, sus manos estaban entrelazadas sobre su regazo — Sé que es solo un niño, pero creo que debe tener algo más para decir...creo que también se frustra y también debe haber algo que quiere aunque siempre sea obediente y tranquilo o aunque siempre escuche lo que decimos ¿No piensas lo mismo? Tal vez estoy en un error, pero...


— No, tal vez...tal vez — murmuró Kuroo al mismo tiempo que se desanudaba la corbata. Quizá podría entender lo que estaba diciendo, Mitsuki era un niño y como tal debía querer tener la atención de sus padres, pero la mayoría del tiempo nunca decía nada. Ayer, cuando se separó de Kei, él había soportado sus lágrimas todo lo que pudo, no pataleó, no gritó...solo se quedó en el asiento del auto sollozando en silencio. No habían pasado más de dos días, pero Kei lo había notado muy rápidamente — Me pidió que te diera algo...algo para que te mejores pronto.


Le dio la espalda y fue en dirección al comedor, esto era lo que lo había traído de vuelta al departamento. Le había prometido a Mitsuki que iba a hacérselo llegar, no podía faltar a su palabra cuando él lo había pedido con tanto entusiasmo. Pensó que Kei podría llorar cuando vio a ese conejo entre sus manos, el cristal empañado de sus ojos destelló con un mar de emociones y lo aferró a su pecho cuando estuvo entre sus manos. Muy fuerte, tanto que Kuroo no pudo evitar sentir.


Esto era el fin, ya debía marcharse. Había perdido valiosas horas de trabajo debido a este incidente, tenía que volver y hacer todo lo que pudiera en la oficina, sin embargo las piernas de Kuroo no estaban moviéndose...tampoco estaban haciéndolo sus ojos, mirándolo obstinadamente.


— Mañana...mañana estaba pensando en ir a dejar a Mitsuki a la escuela otra vez — Kei lo miró, su susurrante y tímida voz se sintió como una súplica silenciosa. Apretó el conejo que yacía en su regazo — Está bien ¿Verdad? También tengo que devolverle esto ¿Estás de acuerdo?


¿Kei estaba tratando de conseguir alguna clase de pasatiempo encargándose de su hijo? Tenía mucho tiempo libre después del accidente, era natural que estuviera aburrido, pero tener que hacer todo esto; levantarse cuando apenas es capaz de moverse, derramar lágrimas, esforzarse tanto...no lo entendía — Si estas lo suficientemente recuperado.


El rubio sonrió — Si, estoy seguro de que todo va a estar bien...todo lo que necesito es dormir — hizo amago de levantarse, sin embargo fue devuelto a su sitio por la fragilidad de su cuerpo. Él estaba inesperadamente feliz...se parecía mucho a Mitsuki cuando sus ojos brillaban así, tan llenos de ilusión y vida — Quiero a llamarlo para decírselo ¿Puedes darme el número de teléfono o contactarme con él? No puedo recordar nada de eso todavía.


Esa emoción era deslumbrante...Kei era deslumbrante.


— Seguro, hoy no tenía clases extracurriculares...puedo hacerlo ahora.


— Gracias...de verdad — la sonrisa que Kei esbozó fue aún más amplia, aún más luminosa, más feliz, casi creyó que podría saltar del sofá si hubiera tenido la fuerza para hacerlo y el murmullo de esa risa alegre, esa tan suave fue una muy dulce canción — Y gracias por haber acompañado también a nuestro hijo, él estaba muy feliz.


De verdad ¿Por qué? ¿Por qué Kei todavía podía desestabilizarlo así?


¿Por qué?

Notas finales:

>3< Gracias por leer >3<


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