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Quédate Conmigo por Nova22

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Notas del capitulo:

>3< Actualización >3<

Capítulo 7


Las calles estaban totalmente repletas de un agradable humor navideño, preciosos adornos llenaban de brillo y color cada escaparate y local a dónde quiera que mirara, colgaban, se agitaban y parpadeaban alegremente en un impresionante espectáculo de luces. Música flotaba en todas direcciones, se mezclaba con los murmullos y las sonrisas de cada pareja y grupo que deambulaba por los alrededores, en una melodía que agregaba un toque chispeante de emoción al bonito ambiente que bañaba la tarde. Y los copos de nieve, esas pequeñas perlas danzantes revoloteaban por todas partes, impetuosamente como graciosas hadas de plata. Era precioso.


Podían verse por doquier los rostros de artistas, deportistas y modelos populares en distintos anuncios fotográficos, en bonitos e impresionantes espectaculares o puestos de revistas. Era increíble y entre todos ellos, había una cara que Tsukishima conocía bien, con una expresión tan natural y distante al mismo tiempo; los mismos ojos, la misma sonrisa discreta, las mismas agraciadas formas que contemplaba cada día en el espejo ¿Cuánto había trabajado para convertirse en el joven rostro de esa marca? ¿Cuán difícil fue? ¿Cuán nervioso estaba? Había sido tan emocionante llegar hasta ahí, estaba tan aterrado que creyó que su corazón iba a estallar antes de entrar a esa sala, sin embargo una vez estuvo frente a esa cámara, algo cambió en su pecho.


No iba a decir que no estaba avergonzado de verse a sí mismo en todos lados, sin embargo le gustaba ese sentimiento; como los demás lo veían, como era el centro de su atención y el motivo de su adoración.


— Te ves precioso.


El rubio jadeó suavemente y apretó la mano que estaba sosteniendo a la suya, el calor de Kuroo fue perceptible aún a través de esos tibios guantes de lana — No necesito de mucho maquillaje, pero las luces y el trabajo de todos...


Kuroo se echó a reír repentinamente, interrumpiéndolo ¿Que era tan gracioso? ¿Por qué lo miraba con tanta ternura? — No me refería a ese anuncio.


Le sonrió, Kuroo no estaba mirando a ese gran espectacular y Tsukishima percibió como sus mejillas quemaban bajo el ardor de la mirada avellana del moreno. Ya tenía diecisiete, no quería avergonzarse así, pero había sido tomado por sorpresa y todo lo que pudo hacer fue tratar de escudarse bajo su gruesa bufanda — Ya lo sé — murmuró, sin embargo estaba feliz.


Su madre siempre decía que tenía que ser más decidido frente Kuroo, estaba tratando de que no lo viera como un niño frágil todo el tiempo, pero no podía hacer mucho cuando lo desestabilizaba de esa manera.


— ¿Tienes frío? — Kuroo besó el dorso de la mando que se mantenía entrelazada a la suya y luego la apoyó contra su mejilla — Podemos volver si estás cansado o tal vez quieras que vayamos a comer algo antes...puedo llevarte al lugar que te gusta.


— Quiero caminar un poco más, esta es la primera vez que vengo en esta época — miró hacía el frente y a los lados con un lento movimiento de cabeza, había muchas personas caminando por esa gran plaza. Solía verlo en televisión cuando era más joven, pero esto era tan diferente, como un ambiente que podía sentirse en la piel y el pecho. Lo emocionaba. Habría sido lindo que Mitsuki también estuviera aquí, pero hacía frío y la verdad prefería que otros lo atendieran. El clima podría ser malo para su salud, fue bueno dejarlo en casa, era lo mejor, él no sabía cómo atenderlo de todos modos. Su madre decía que lo más importante era su carrera y que no necesitaba preocuparse por nada mas — ¿Podemos? Todavía no está nevando demasiado.


Kuroo asintió con una sonrisa suave y se movieron lentamente en pasos tranquilos, él siempre le daba todo lo que quería, era muy gentil y también muy considerado. Su madre decía que era una buena señal y que necesitaba responder positivamente a esas atenciones, ser agradecido. Siempre estaba al rededor para aconsejarlo, pero creía que no era suficiente. Tsukishima tal vez también podría pensar lo mismo, de una forma distinta. Ella decía que necesitaba tenerlo en sus manos, que no podía permitir que se aburriera tan pronto de él, decía que lo necesitaba, que el poder que él tenía y su talento eran lo único que necesitaba en esta industria.


Por su futuro, por su carrera, por su propio bien. Sin embargo Kei solo quería que Kuroo estuviera a su lado, quería monopolizarlo, quería que lo mirara...que no fuera alguien distante incluso si estaban cerca uno del otro.


Quería sentir que era importante para él todo el tiempo y que era solo suyo.


— ¿Quieres jugar a algo divertido? — propuso repentinamente.


— ¿Tienes algo en mente?


El subió asintió y señaló en dirección al alto y brillante árbol de navidad al frente; estaba repleto de adornos y luces de colores que comenzaban a encenderse lentamente. Estaba un poco lejos todavía, pero no era difícil de ver debido a su gran tamaño — Una apuesta — Kuroo alzó una ceja, lo miraba en silencio y con una pizca de curiosidad. El rubio sonrió con entusiasmo — Al primero de los dos que llegue al árbol.


— ¡Oh! ¿Qué es lo que el ganador obtiene?


— Bueno — se desprendió lentamente del moreno y ocultó ambas manos a su espalda al tiempo que se plantaba frente a él. Tal vez él pensaba que se trataba de un juego de niños, tal vez no estaba interesado y pensaba que era una tontería, pero quería mostrarle que podía ser diferente — Todo — respondió con la barbilla en alto, comenzaba a sentirse tan avergonzado como entusiasmado — El que gane tiene que hacer todo lo que el otro quiera por el resto del día.


Los ojos de Kuroo brillaron con un suave ardor al impacto de sus palabras, él ya era un hombre adulto con mucha más experiencia que Tsukishima, así que debía comprender las implicaciones de todo esto. El rubio quería que lo entendiera, que ya no era un niño — ¿Estás seguro?


— Estoy seguro — sonrió. Le gustaba la vacilación de Kuroo, le gustaba como lo miraba, le gustaba tanto todo de él — No tenemos que llegar temprano a casa esta noche, así que...— lo miró con timidez y expectativa, él solo tenía que decir que sí.


— Bueno...supongo que está bien, solo por esta vez.


El corazón de Tsukishima latió intensamente, no pudo evitar balancearse sobre los talones. Lo tenía ahora. No era una distancia demasiado grande y Kuroo ya parecía listo para esto, le gustaba lo serio que parecía, que estuviera entusiasmado con esto a pesar de que también debía tener mucho que decir al respecto. Rió. Tenía la impresión de que alguien quería esto más de lo que estaba dispuesto a admitir. Kei también.


Todo estaba listo, los dos estaban decididos. Parecía una tontería o una ridiculez, pero eran serios y vibraba un anhelo por la victoria. Estaban determinados, sin embargo antes de que la salida pudiera ser marcada, Tsukishima se acercó lentamente hacia Kuroo y le apoyó las palmas contra el pecho. Ya era lo suficientemente alto como para mirarlo a la cara sin problemas. Le sonrió dulcemente y se acercó lo suficiente como para que sus frentes estuvieran unidas, como para que pudiera sentir el calor de su aliento y añorar el sabor de sus besos. Pero resistió y sus siguientes palabras se elevaron como un dulce susurro tímido.


— Si me quieres, entonces no te nuevas de aquí.


— ¿Qué?


Se apartó, quería grabar en su mente el desconcierto en el rostro de Kuroo. Lo tenía ¿Verdad? Él no estaba moviéndose y Tsukishima solo sonrió alegremente mientras avanzaba en medio de pasos tranquilos y traviesos, mientras confirmaba su victoria con una mirada presuntuosa y feliz. Él nunca podría habérselo esperado ¿Verdad? Tal vez era cierto que todavía era un niño, sin embargo quería que él lo supiera, que era solo suyo.


— Eres tan...— murmuró Kuroo una vez obtuvo su permiso para acercarse, entonces lo envolvió por la cintura y Tsukishima le enredó las manos al cuello. Reía.


— Lo soy — susurró, al mismo tiempo que le apoyaba la frente sobre el hombro, la verdad era que estaba asustado, que todavía no lo sabía, que había mucho que no entendía, pero quería creerlo. De verdad quería — Ahora tienes que hacer todo lo que yo diga.


 Se alzaron sus pies en puntillas, estaba feliz, nunca lo fue tanto.


— Ganaste, es verdad — él lo apartó y le sostuvo la barbilla entre los dedos. Si mirada tan encendida como las emociones que evocaban, en su pecho, entonces sus labios aterrizaron lenta y suavemente sobre los suyos, en un delicado contacto que lo forzó a contener el aliento y ruborizarse. Que injusto, que molesto, que dulce — Ahora ¿Quieres decirme que es lo que quieres que haga?


Se mordió el labio inferior. Su corazón estaba latiendo tan rápido que casi estuvo al borde de un colapso, sin embargo sus emociones tormentosas se suspendieron y vibraron lentamente al deseo que había estado abrazando por mucho tiempo — Quiero...quiero que te quedes conmigo.


Kuroo le acunó el rostro, la sonrisa que solo era para él en sus labios y una risa gentil que devolvió el calor a su cuerpo como su abrazo — Tontito, no tienes que pedirme algo como eso...si tú lo quieres y si me lo permites...entonces para siempre — le besó la nariz y Tsukishima buscó los labios del moreno en un roce que selló una dulce promesa.


Su madre decía muchas cosas todo el tiempo, que no podía hacer esto solo, que no podía perderlo, que lo necesitaba y necesitaba mantenerlo encantado, que podría irse en cualquier momento, que no podía confiar en él, que no debía entregarle su corazón, pero Tsukishima solo quería a Kuroo. Lo quería solo a él, a él y a nada ni nadie más que a él y al calor de esos brazos. Por eso iba a escuchar todo lo que ella dijera, estaba dispuesto a hacer lo que tuviera que hacer.


Por eso solo tenía que quedarse con él ¿Si? No tenía que ver a nadie más, no tenía que buscar a otro; podía hacerlo bien por Kuroo, podía ser suficiente. Por eso por favor, solo tenía que mirarlo.


*****


Tsukishima apretó los párpados y gruñó, volvía a dolerle la cabeza después de un tiempo. Se lamentó. Tenía sueño, sin embargo no recordaba en qué momento se había quedado dormido ¿Qué era lo que estaba haciendo? Sus ideas eran más confusas que de costumbre, sin embargo recordaba a su Mitsuki. Había venido de visita por este fin de semana, con mucha tarea tras de sí, por lo que ambos estuvieron ocupándose de eso en parte de la tarde. No tuvo que intervenir demasiado, su pequeño era un niño muy listo, pero se acercaba a él cada vez para mostrarle lo que había hecho.


— Y ahora alguien está profundamente dormido — apoyó la punta de la nariz sobre la cabeza del pequeño niño que descansaba tranquilamente entre sus brazos y lo apretó solo un poco contra él. El calor de Mitsuki era tan dulce como la fragancia que emanaba de su cabello — Mitsuki — lo llamó en un susurro que él respondió con un suspiro.


Sonrió ¿Cuánto tiempo habían estado así? A través de la ventana todo parecía más oscuro y tranquilo,  estuvo decepcionado por un segundo. Significaba que el día estaba llegando a su fina, sin embargo su corazón aún abrazaba la alegría de tener a esa pequeña criatura entre sus brazos, de que esa dulce carita durmiente fuera lo primero que sus ojos veían al despertar. Estaba de verdad feliz de tenerlo, aunque solo se tratara de un par de días.


— Mitsuki — lo llamó nuevamente y el pequeño niño entre sus brazos volvió a suspirar y gruñir suavemente — Mitsuki — le besó la frente, entonces él apretó los parados y agitó suavemente la carita contra su pecho — Necesito ponerte la pijama si vas a dormir ¿Puedes levantarte para que pueda cambiarte?


— ¿Mit-chan se puede quedar con mami después? — alzó la cabeza, los ojos adormilados y una dulce mirada suplicante. Aferró las manos a su pecho, parecía que no quería desprenderse de él, sin embargo le permitió levantarlo hasta que ambos quedaron sentados. Mitsuki nunca protestaba por nada, era un niño muy obediente — Me quiero quedar aquí solo está vez ¿Si? Mit-chan fue un buen niño hoy.


Le sujetó la manita y se la llevó al pecho. Mitsuki era un buen niño todo el tiempo, obediente y tranquilo, nunca se quejaba y Tsukishima deseaba de verdad que fuera un poquito más caprichoso. Quería que le causara unos cuantos problemas de vez en cuando — Mitsuki, puedes tratar de decirme todo lo que piensas de vez en cuando ¿Si? Eso no va a hacerte un niño malo, no me voy a enojar y tampoco voy a dejar de quererte.


El pequeño moreno bajó la cabeza con timidez, esas espesas y largas pestañas oscuras fueron su escudo — Y volver a casa...— susurró, esa manita apretó a la del rubio — ¿Mit-chan puede volver a casa y quedarse con mami todos los días también?


Tsukishima acunó el rostro de Mitsuki con una mano y lo acarició suavemente con el dedo pulgar. Le dolía el corazón. ¿Por qué había permitido que pasara tanto tiempo alejado de él? ¿Por qué estuvo de acuerdo con esto cuando cada vez que lo veía su corazón ardía en anhelo por abrazarlo? El tiempo que pasaban juntos no era suficiente, lo extrañaba cada día, quería verlo cada día, pero por algún motivo también había una parte de él que sentía que no era lo correcto. Tenía miedo de hacer algo mal, no quería lastimarlo.


— Pronto ¿Si? Yo también quiero — Mitsuki sonrió alegremente con las mejillas sonrosadas. Sabía que Kuroo tenía mucho que decir al respecto, que sus puntos eran válidos. Entendía sus temores, pero el cuerpo de Tsukishima estaba mejorando, aunque no podía decir lo mismo de sus recuerdos — Ahora vamos a cambiarte, pero primero...— Tsukishima miró alrededor; lápices de colores, hojas de papel, soldados de juguete, cuadernos y demás objetos estaban esparcidos alrededor de la habitación del rubio — Vamos a ordenar todo esto juntos.


Los dos se levantaron. Había unas cuantas gotas de lluvia impactando contra la ventana, ayer también había llovido todo el día, se suponía que irían de paseo al parque, sin embargo el clima no era bueno. El vuelo de Akiteru también había sido cancelado y reprogramado, por lo que no podría volver a la ciudad hasta mañana temprano. Había sido toda una decepción, sin embargo Mitsuki no se quejó por nada, parecía feliz de poder estar con él. No fue tan malo, incluso Kuroo estuvo alrededor por más tiempo.


Mitsuki estaba encantado y lo invitó a jugar muchas veces.


— ¿Hiciste esto para tu padre?


El pequeño moreno alzó la cabeza, sostenía entre sus brazos una gran carga de bloques perfectamente ordenados. Asintió enérgicamente — Lo hice hoy para papá — él contó hasta tres en un susurro y echó su carga al baúl junto al que Tsukishima estaba parado, entonces se subió a la cama sin mucha dificultad y miró tímidamente sobre el hombro del rubio — Es que está diferente, se la voy a dar para que se ponga contento ¿Crees que le guste?


¿Kuroo estaba actuando diferente? La verdad su actitud hacia él no había cambiado demasiado desde que volvió a pesar de que habían cruzado más que un par de frías palabras últimamente. No podía estar seguro, pero lo observaba a menudo, a veces antes de que fuera consciente de ello, y era posible que hubiera notado que había algo distinto a lo usual. Pensaba que podría tratarse de estrés, notó que Kuroo trabajaba demasiado antes, pasaba la mayor parte del tiempo dentro de su estudio o respondiendo llamadas cuando estaba en casa los fines de semana. Mitsuki era un niño muy intuitivo y listo así que debió haberlo notado, pero Tsukishima también podría haberlo hecho. Algo más.


No podía asegurar que conociera lo suficiente a Kuroo como para atreverse a opinar nada, sin embargo también sentía que era así, desde el principio y la ausencia de sus recuerdos no cambiaba eso. Quizá era ese el motivo por el que su situación le preocupaba tanto.


— ¿Mami? ¿Mi dibujo es feo? — Mitsuki tiró de su brazo, había pasado un rato desde que se había perdido en sus pensamientos, no era su intención haberlo hecho preocupar — ¿A papá no va a gustarle?


— Le gustará — le acarició la cabeza y volvió la mirada al dibujo, estaba lleno de detalles muy interesantes; Kuroo sentado sobre un escritorio repleto de papeles y demás objetos, tenía la impresión de que eso cuadrado en una esquina de este era una computadora y de que lo que estaba sosteniendo contra el costado de su cara era un teléfono. Todo alrededor era una gran oficina llena de objetos y color, delataban a un hombre muy ocupado — ¿Quieres ir a dárselo ahora? 


Mitsuki negó lentamente con la cabeza — Papá está ocupado, no puede.


¿Esa era la forma en la que Mitsuki veía a su padre? Estaba en ese dibujo y realmente no podía decir que la imagen que el pequeño tenía de él tampoco fuera diferente. El dibujo que le obsequió antes era similar al anuncio en el que alguna vez trabajó, estaba en una de las revistas que Akiteru y su madre hicieron llegar para él. Sus dibujos eran pequeñas imágenes distantes y dulces anhelos ¿Verdad? Era todo lo que conocía, como si se tratara de un niño que aún no tenía un lugar. 


— Tu padre va a estar feliz de verte, voy a acompañarte ¿Está bien? — lo animó — Todavía no es tan tarde, pero también podríamos decirle que debería ir a descansar ¿Verdad? Él trabaja mucho y debe estar cansado — Mitsuki todavía parecía renuente, Kuroo nunca lo regañaba, no se atrevería a hacerlo; adoraba a su hijo, sin embargo él debía saber que no era correcto interrumpirlo. El pequeño moreno siempre hacia todo lo posible para no causar problemas así que, naturalmente, se reprimía — Me prometiste antes que ibas a ser más honesto ¿Verdad? — le cunó el rostro gentilmente, quería intentar animarlo aunque no fuera bueno en esto — ¿Quieres darle el dibujo tu padre? — el pequeño asintió — ¿Quieres verlo? — el volvió a asentir — Yo también quiero, vamos juntos ¿Si?


— ¿Quieres ver a papá también?


— Sí, quiero.


Quería verlo todos los días igual que a Mitsuki, no se llevaban bien, pero al menos sabía que Kuroo estaría feliz de ver a su hijo.


— Pero primero mi pijama.


Sonrió. Tal vez había logrado algo muy pequeño aquí, lo tomó de la mano y llevó a su habitación. Esa timidez era una prueba de su falta de confianza ¿No? Tsukishima se había tomado el tiempo para leer unos cuantos libros y ver documentales sobre el cuidado de los niños. Quería entender un poco más a Mitsuki y motivarlo, pero era más difícil de lo que parecía y le asustaba hacer algo mal. Akiteru decía que era bueno, pero la verdad no lo sabía, al parecer su familia no había sido un buen ejemplo. Sus padres nunca se llevaron bien y estaban separados desde hace mucho tiempo; Tsukishima creía recordar escucharlos pelear.


Tenía esa impresión, pero todo eran siempre recuerdos difusos que desaparecían antes de que fuera consciente de ello, dejando solo un pequeño vestigio inútil.


— ¿Estás listo? — Mitsuki apretó contra su pecho el dibujo entre sus manos y miró al rubio. No tenía que estar tan nervioso, él ya debía saber que Kuroo lo adoraba, sin embargo también tenía la impresión de estaba entusiasmado por haber encontrado un pretexto para ver a su padre. Era un niño muy dulce — Entonces ahí vamos — golpeó la puerta y el estómago de Tsukishima se apretó, tal vez su hijo no era el único nervioso aquí, habían pasado unos cuantos días desde que Kuroo lo había llevado al hospital; creía que habían conseguido cambiar algo en ese corto instante fugaz, pero tal vez solo había sido un sueño demasiado optimista — Voy a abrir.


Giró la perilla y empujó la puerta de aquel estudio después de escuchar la voz de Kuroo, la primera parte ya estaba hecha. Lo siguiente era algo que solo Mitsuki podía hacer y que sucedió sin que tuviera que intervenir; el pequeño se precipitó rápidamente a la habitación llamando a su padre, el dibujo aún estaba entre sus manos y una sonrisa brillante le iluminaba el rostro. Aun había un poco de la timidez de antes en ese entusiasmo y en los pasos que lo llevaron hasta Kuroo, sin embargo no se detuvo y como recompensa, el moreno más alto lo alzó sobre su regazo.


Mitsuki, estaba feliz, Kuroo estaba sonriendo y Tsukishima sintió que no debería interrumpirlos; este era un momento solo de los dos. Padre e hijo. Sin embargo no estaba moviéndose, quería verlos un poco más, quería sentir que formaba parte de este momento aunque se tratara de un espectador lejano. Solo un poco ¿Si?


— ¿Eso que tienes ahí es para mí? — Mitsuki asintió y Kuroo se quitó los anteojos que estuvo usando hasta hace un momento, comenzaba a escucharse el suave rumor de la lluvia del exterior. Parecía que esta noche no iba a ser diferente a la anterior — ¿Me lo vas a dar?


— Es un regalo para animar papá — Mitsuki se desprendió del dibujo que aún abrazaba celosamente contra su pecho y lo extendió con una mezcla de orgullo y timidez — Lo hice hoy ¿Te gusta? También escribí algo.


Kuroo sonrió al mismo tiempo que acariciaba la cabeza de Mitsuki, podía ver todo el panorama completo, él incluso había recordado dibujar sus anteojos de lectura. Siempre fue un niño muy observador — Me gusta, es muy bonito — sonrió. Lo contempló un momento y su corazón se agitó alegremente como si cantara. Podía ser una tontería, pero no recordaba haber visto algo más precioso. Estaba lleno de colores y lleno de detalles casi minuciosos, él de verdad se había esforzado en esto — Deberíamos elegir un buen lugar para ponerlo ¿Tienes alguna idea?


— ¿Dónde mami? — respondió él con un saltito urgente. Los entusiasmados ojos dorados del pequeño lo miraron con adorable brillo cubierto de blanca inocencia — Podemos ponerlo ahí ¿Verdad? Con el de mami.


El moreno forzó una sonrisa tranquila. Pasara lo que pasara, Mitsuki siempre iba a pensar en Kei ¿Verdad? Kuroo podía decir casi con toda seguridad que su pequeño hijo lo amaba más que a cualquier cosa y que haría cualquier cosa por él — ¿Puedo preguntarte una pequeña cosa? — susurró, su voz lo suficientemente baja y suave para que solo el pequeño pudiera escucharlo — ¿Él te pidió que me dijeras algo o que hiciera algo?


Miró fugazmente hacía el rubio, este se encontraba aún parado detrás de la puerta, lo notó agitarse cuando sus ojos hicieron contacto. Le sonrió, sin embargo Kuroo no devolvió el gesto y estuvo aliviado cuando lo notó marcharse. Se sentía como si hubiera estado esperando algo, tal vez de Mitsuki; solía pedirle cosas muy a menudo y no quería imaginar que podría estar usándolo...porque nunca lo perdonaría.


— Él no dijo nada, pero si dijo que quería ver a papá — murmuró él pequeño y de la misma forma que Kuroo había hecho, también miró hacia atrás, comprobando que su rubio padre ya no estaba ahí — Es que mami se pone feliz cuando te ve...y quiero que sonría un poco más, él dice que papá le gusta mucho y a papá también le gusta mucho ¿Verdad? Porque es lindo y huele bien y es muy bueno y muy amable...y los papás tienen que estar juntos siempre.


¿Siempre? No supo cómo responder, se sintió como si estuviera contra la pared. Por supuesto que Mitsuki era un niño muy observador, era lógico que tarde o temprano notara que la relación que tenía con Kei no era muy estable o buena incluso si no estaba viviendo a su lado. Era demasiado listo para su edad, sin embargo también era muy inocente, era muy dulce y también muy ingenuo y Kuroo quería que siguiera siendo así. Siempre temió que él conociera el lado más oscuro de su vida, que fuera corrompido o influenciado de una forma negativa. Pensaba que necesitaba protegerlo, que tenía que hacerlo.


No quería que se ilusionara, no quería que sufriera más y volvía a temer.


— ¿Papá, no te gusta mamá?


El pequeño tiró de su camisa con una expresión afligida y Kuroo le acarició la cabeza tratando de calmarlo. Era complicado, demasiado y prefería no pensar en él — Me gusta, si...él es...es lindo — eso fue suficiente para hacerlo sonreír de nuevo y para traer de vuelta su entusiasmo.


— Hoy me dijo que me puedo quedar con él — Mitsuki agitó los pies y dio pequeños saltitos sobre su regazo. No era muy pesado o molesto, pero ya no era un niño tan pequeño y comenzaba a darse cuenta del porque Kei no estaba mejorando tan rápido como debería — Papá también puede venir, pero yo quiero dormir junto a él ¿Esta bien? Te puedes quedar en el otro lado.


— Tal vez la próxima vez, mamá todavía se está recuperando — le besó la frente, su cabello olía un poco a Shampoo — No lo olvides, el otro día se cayó y todavía debe dolerle.


— Voy a ser un buen niño.


Mitsuki bajó la cabeza, sin embargo Kuroo volvió a alzarla tomándolo suavemente de la barbilla.


— Solo se cuidadoso, tú ya eres un buen niño ¿Si? Y...— calló ¿Debería decirle que no escuchara todo lo que Kei le dijera? La verdad también estaba pensando que debería persuadirlo de dormir en su propia habitación, pero tal vez podría permitir esto por esta vez, si había truenos esta noche de tormenta, entonces él iba a necesitar la compañía del rubio. A demás a Mitsuki no le gustaba la oscuridad, especialmente en momentos como este — Descansa, tal vez la próxima vez pueda llevarte al parque.


— ¿Con mami?


Kuroo solo se limitó a sonreír. Besó la frente de Mitsuki y lo estrechó. Su pequeño hijo estaba un poco más alegre desde que tenía más de la atención de Kei, veía su entusiasmo en el brillo dorado de sus ojos. Pocas veces era así de enérgico e insistente, parecía que últimamente quería más cosas, pero todo giraba siempre en torno a su rubio padre. No sabía si estaba bien aunque le gustaba verlo feliz.


Aun así, esa inquietud no desaparecía.


No podía confiar en Kei y no podía estar seguro de cuándo esta ilusión terminaría o cuánto podría lastimar a Mitsuki si permitía que siguiera así. No quería que sucediera, quería protegerlo porque no existía nada más importante que él para Kuroo.


*****


— Voy a volver en un momento ¿Si?


Mitsuki suspiró a la caricia de Tsukishima sobre su cabello y apretó entre sus brazos el conejo de felpa que siempre lo acompañaba a dormir. Le sonrió tiernamente, él había estado muy feliz después de que volvió de hablar con Kuroo, tanto que fue muy difícil hacer que se durmiera. Tuvieron que jugar por otra media hora hasta que él estuvo cansado y el rubio completamente rendido. Aun así estaba feliz y no podía esperar por qué su hijo pudiera volver a casa con ellos.


Estaba impaciente.


— Te prometo que no voy a tardar.


Le dio la espalda con renuencia y abandonó silenciosamente de la habitación, solo necesitaba tomar un poco de agua y podría volver de inmediato. Temía que Mitsuki despertara y no pudiera encontrarlo a pesar de que había escuchado que era difícil que volviera a despertar una vez estuviera profundamente dormido. Akiteru decía que era algo que había heredado de él, Tsukishima no estaba seguro, pero la idea no lo molestaba.


— ¿Kuroo? — se detuvo, la única figura en la oscura sala de estar tenía que ser la del moreno ¿Verdad? Y dudó sobre si debía o no aproximarse. El murmullo de la lluvia llenaba el silencio de la noche. Kuroo solo estaba ahí, parado junto al gran ventanal, su figura siendo recortada por cada haz de luz que atravesaba el cielo, parecía estar perdido en sus pensamientos y Tsukishima sintió que no había un lugar para él ahí — Es tarde ¿Todavía estás trabajando?


Se atrevió a hablar y Kuroo dirigió la mirada en su dirección, una tan ausente de emociones que lo hizo sentir afuera de lugar — ¿Mitsuki está bien?


— Está dormido — se aventuró a avanzar unos cuantos pasos en su dirección — Salí por un poco de agua, no esperaba encontrarte aquí ¿Todo está bien? ¿No puedes dormir?


— Tal vez no — Tsukishima entrelazó los dedos de ambas manos y apretó suavemente, no estaban iniciando una conversación aquí verdad. Tenía la impresión de que Kuroo estaba siendo más frío que antes, también más distante  — Parece que hiciste algunos cambios aquí, supongo que ya encontraste como pasar tu tiempo libre.


— ¿Lo notaste? — Tsukishima sonrió y se aventuró a avanzar un paso más en dirección a Kuroo. Había sido solo algo muy pequeño y Akiteru le había ayudado la última vez que estuvo aquí — Hay algunas cosas aquí que podrían ser peligrosas para Mitsuki, él todavía es un niño y necesita un lugar seguro para jugar...así que pensé que debía tener todo preparado para cuando vuelva a vivir con nosotros.


— ¿Con nosotros? — murmuró él moreno, su voz fue apenas audible a través del murmullo de la lluvia ¿Había dicho algo malo? La expresión de su rostro no era la que había imaginado, pensaba que estaría más entusiasmado — ¿Has pensado sobre tu carrera? Tú sabes que es demandante ¿Verdad? Tu madre y tu hermano debieron habértelo dicho antes, vas a tener que adaptarte si quieres volver...y supongo que no va a ser tan fácil si tus recuerdos no han vuelto.


— Bueno, si...lo he pensado, pero...— apretó su puño. Había visto mucho de ese antiguo Kei en videos y revistas, y era cierto que era impresionante, que todo ese esplendor lo emocionaba y que existía ese anheló en su pecho. No estaba pensando en negarlo, que quería intentarlo una vez más, pero tenía algunas otras cosas en las que pensar — No creo que sea más importante que Mitsuki...y creo que podría encontrar una manera.


— Entonces si estás pensando volver.


— Estoy considerándolo, no quiero sentir que no estoy haciendo nada — tenía una vida muy cómoda, no estaba tratando de quejarse, pero era extraño. No quería solo quedarse quieto viendo el televisor o dando vueltas por una casa que ya estaba perfectamente ordenada, era casi desesperante y Tsukishima no sentía que fuera ese tipo de persona — Pero también quería discutirlo contigo, me gustaría conocer tu opinión ¿Crees que está bien?


Kuroo entrecerró los ojos, tuvo el impulso de avanzar en dirección a Kei solo para reconocer a la persona que tenía al frente. Fue absurdo y extraño al mismo tiempo — Si es lo que quieres hacer — no era como que tuviera el poder de detenerlo de todos modos, Kei siempre hacia lo que quería, pero confesaba que sus palabras habían conseguido desestabilizarlo un poco.


Era una tontería, pero a estas alturas comenzaba a dudar sobre qué era lo que debía esperar de Kei y odiaba la idea de que fuera capaz de hacerlo dudar de esta manera de vez en cuando.


— Mi madre dijo que iba a hacer que mi agente se reuniera conmigo cuando me sintiera listo, estaba pensando que podrías acompañarme también.


— No veo como mi presencia ahí pudiera ser necesaria, podrías pedírselo a tu hermano...él debe estar encantado de seguirte a todas partes.


El rubio bajó la cabeza y forzó una sonrisa, parecía que estaba esperando una respuesta diferente, pero lo lamentaba. Kuroo no tenía ganas de lidiar con la arrogante madre de Kei o con el mismo rubio, pero que esa familia se reuniera tampoco lo entusiasmaba demasiado.


— ¿Tu cuerpo está bien? — el rubio pegó un respingo, no era una pregunta tan extraño ¿No? O quizá en su situación podría serlo, había algo que estaba molestándolo desde que Mitsuki estuvo en el estudio hablando con él — Te caíste hace poco, apenas y podías moverte los primeros días...he visto como es Mitsuki contigo y creo que noté que ha estado lastimándote sin saberlo.


— No, Mitsuki, nunca haría...


— Kei — lo interrumpió Kuroo, alzando un poco la voz por sobre la tormenta en el exterior — ¿Crees que puedes cuidarlo cuando ni siquiera puedes cuidarte a ti mismo? Espero que no creas que lo estás haciendo bien solo mimándolo y dándole todo lo que quiere.


— No, yo no...por supuesto que...— Tsukishima avanzó un paso y apretó los puños, sin embargo bajó la cabeza. Mitsuki solo era un niño que estaba feliz de ver a sus padres después de mucho tiempo. Era cierto que debía ser más estricto, que podría no tener el valor de ser demasiado duro con él, pero era muy injusto. Creía que era cruel después de cómo lo dejaron de lado — Esto es todo lo que puede tener de nosotros, Kuroo — lo miró — Él pasa solo la mayor parte del tiempo, sé que nos extraña, pero nunca dice nada...esta es su forma de hacernos saber lo feliz que está y si Mitsuki puede sonreír...si es feliz, entonces yo puedo soportarlo. Está bien.


Kuroo separó los labios y volvió a cerrarlos, después se pasó los dedos entre el  cabello. Hasta ahora Kei le parecía un niño pequeño y asustadizo, se había vuelto más tímido y callado desde que volvió, también más tranquilo. Incluso él lo había notado, a veces pensaba que podría estar asustado de su presencia, pero estaba mirándolo y mostrándole su frustración y molestia sin titubear. Y odió la idea de que no fuera capaz de responder a la dureza de sus palabras, que esa frágil convicción hubiera agitado su pecho.


Casi había olvidado que Kei no era alguien débil y que era esa agresividad la que lo hacía tan atractivo. Era un manipulador embustero.


— Deberías pensar un poco más en cómo Mitsuki va a sentirse si se da cuenta de eso — suspiró Kuroo al mismo tiempo que se cruzaba de brazos. No estaba tratando de iniciar una pelea aquí, no era un insensato y admitía que parte de lo que Kei dijo podía ser verdad. Su hijo solo estaba feliz, pero él estaba equivocado — Escucha — volvió a suspirar — Si quieres cuidar de Mitsuki, entonces deberías comenzar a cuidar de ti mismo...piensa en tu salud como algo tan importante como él lo es.


— Bueno, creo...— murmuró él rubio, eso podía ser verdad ¿No? No podría hacer muchas cosas con Mitsuki si no mejoraba pronto, pero no quería que se pusiera triste. Él solo quería jugar, Tsukishima también, no le importaba tener que soportar el dolor, no había nada más importante que su hijo. Creía tener esa confianza, sin embargo podría estar siendo más tarco de lo que debería — Voy a intentarlo.


— ¿Solo vas a intentarlo?


Tsukishima sonrió con amargura — ¿Tu podrías hacerlo más fácilmente? Mitsuki es más lindo cuando está sonriendo.


El moreno arqueó la comisura de sus labios, pensar en su hijo tenía un cálido efecto en él y tal vez podría admitir que no sería tan fácil — Solo inténtalo, tus lesiones fueron delicadas...el médico ya te lo dijo.


Tsukishima asintió con una pequeña sonrisa algo entusiasta. Tenía ganas de hablar un poco más con Kuroo, esta debía ser la primera vez que cruzaban tantas palabras en un solo día, pero tenía la impresión de que esto ya se había terminado. El moreno ya no estaba diciéndole nada más y el rubio tenía que volver con Mitsuki de todos modos, aun así estaba esperando algo diferente.


Caminó a la cocina y tomó un poco de agua, su pierna todavía dolía un poco, pero estaba mejorando. Lentamente. Miró de reojo a Kuroo, todavía no se había movido de la sala, tal vez no podía dormir. Él no había respondido a su pregunta de antes, sin embargo sentía que quería decirle algo. No sabía cuándo podría tener otra oportunidad como esta, nunca habían sido fácil hablar con él y la idea de que quizá podría estar molestándolo frenó sus intenciones.


Tsukishima solo quería estar bien con Kuroo. Quería entender que era lo que sentía por él aunque su corazón ya creía tener una respuesta. Akiteru dijo que podría tratar de iniciar conversaciones con él, que podía invitarlo, pero lo veía y de pronto todo en su pecho se salía de control. No estaba avanzando nada y sentía que no quería que las cosas siguieran así, que quería que fueran más cercanos...porque Kuroo era importante para Kei.


— Kei — el rubio detuvo sus silenciosos pasos y giró la cabeza en dirección a Kuroo ¿Cómo podía hacer frente a esa serena expresión? ¿Cómo debería actuar frente a unos ojos tan claros y profundos como la miel? Su mejor idea era evitarlo, por el bien de todos, porque ya estaba cansado y no quería tener que molestarse en tener expectativas — Tal vez deberías venir conmigo mañana a la compañía, el ambiente ahí es similar al que conocías...supongo que tal vez puedas recordar algo; hay personas ahí que te conocen.


— ¿De verdad puedo? — Kei se volvió completamente hacía él y avanzó un par de pasos de vuelta, estupor e incredulidad en su mirada, pero también entusiasmo — Si está bien para ti y no te causa molestias — le sonrió, al parecer no odiaba la idea — Podemos ir primero a dejar a Mitsuki a la escuela ¿Verdad? Él estará feliz.


— Si, por supuesto — murmuró — Entonces supongo que está decidido.


— Si — el rubio hizo amago de marcharse, pero volvió a mirarlo. Separó los labios suavemente y se mordisqueó el inferior antes de atreverse a hablar, estaban brillándole los ojos — Buenas noches, Kuroo...descansa.


El moreno emitió un sonido apagado como respuesta. A veces lo recordaba como ese niño tímido y frágil, a veces parecía que todavía podía verlo ahí. Este Kei era muy lejano y extraño, como si de pronto hubiera vuelto en el tiempo, como si este se lo hubiera devuelto, pero ¿Cuánto esto podría seguir? Kuroo no tenía expectativas, no estaba esperando absolutamente nada y no pretendía ser amable o nada similar con esto.


Solo quería verlo, quería saber cuánto tiempo tomaría antes de que ese mundo volviera a corromperlo y él se diera cuenta de la clase de persona que era.


*****


— Escuche que lo trajiste aquí ¿Pasó algo bueno entre ustedes? — Yaku cruzó despreocupadamente la puerta de la oficina de Kuroo y se sentó sobre uno de los sofás, aún era temprano por lo que parecía más relajado de lo acostumbrado. Como si no hubiera una montaña de trabajo sobre su escritorio — Todos en el piso están murmurando sobre eso...escuché que Kenma también está revoloteando a su alrededor.


Kuroo resopló, no recordaba haberlo visto tan entusiasmado en mucho tiempo. No le extrañaría que todos en el edificio estuvieran haciéndolo, Kei siempre fue una figura muy popular y el ánimo se había vuelto muy extraño cuando ocurrió el accidente. Este día también lo era — Hasta ahora solo ha podido recordar algunas cosas de nuestro hijo, solo estoy tratando de darle un empujón...nosotros no podemos seguir así todo el tiempo, además él está tratando de volver al medio; su madre ha estado buscándolo.


El castaño hizo una mueca, a él tampoco le agradaba, sin embargo cualquiera se resignaría a alabar su habilidad. Su hijo más joven había heredado algo de esa agresividad, se parecían mucho en realidad y aunque Akiteru era más tranquilo y era mucho más amigable y fácil de tratar, también podía ser problemático si se lo proponía — ¿Vas a ayudarlo otra vez? No creo que lo necesite con su talento, pero...


— Solo estoy tratando de apresurar un poco las cosas, no me malinterpretes — Kuroo apoyó el codo sobre su escritorio y la cabeza sobre la mano. Carpetas y revistas se encontraban esparcidas por toda la mesa — Nada está pasando entre nosotros y no quiero nada más que lo mismo que he estado buscando desde el principio — su voluntad no era tan débil como para ser rota tan fácilmente y ese dolor de cabeza era tan grande y molesto como el dolor que aun persistía en su corazón.


Ese mundo roto estaba perdido desde hace mucho tiempo y estaba bien para el moreno, aprendió a aceptarlo hace mucho tiempo y estaba decidido a seguir.


— Por la persona que estás viendo, supongo.


— Por mi hijo — no había suspicacia en la mirada de Yaku, Kuroo ya suponía que había notado que algo estaba sucediendo a pesar de que había decidido no revelar nada a nadie por el bien de Akaashi. Un secreto funcionaba porque nadie más lo sabía, además, conociendo a la familia de Kei, era mejor así — Pero no voy a negar que también puede ser un motivo —  lo era a pesar de que su actual distanciamiento todavía lo mantenía inquieto — ¿Tienes algo que decir?


— No realmente, tu vida es tuya, Kuroo...ya no eres un niño, no voy a decirte como vivirla...siempre y cuando el pequeño esté bien y que entiendas que lo más importante aquí es él.


Kuroo sonrió, podía ser egoísta la mayor parte del tiempo, pero lo sabía. Quería que Mitsuki pudiera sonreír y ser feliz, que quería estar con él. La vida que ellos le ofrecieron no era la correcta, no era bueno para un niño que era cada vez más y más cociente de su entorno, lo había intentado por él. Pensó que podría conseguirlo, creyó que solo debía ser más paciente, que tenía que ser más optimista, pero hubo un instante en el que tuvo que admitir que era inútil y que no podía seguir así.


— No has ido a visitarlo ¿Verdad?


— Lo saludé hace unos días, estaba con tu madre...estaba más feliz de lo que recuerdo y...bueno, ya sabes.


— Kei, supongo — Yaku se encogió de hombros, lo imaginaba — Debe ser lo mismo de siempre — suspiró. No estaba seguro del apego del rubio a su hijo, sin embargo a veces lo hacía dudar un poco. Esta persona difería mucho de la que conocía y al mismo tiempo no, pero lo único que sabía era que estaba causándole problemas — Si quiere volver a este medio entonces, debe ser solo una cuestión de tiempo...estoy tratando de manejarlo.


— Supongo, tú lo conoces mejor que yo — se levantó — Los demás ya están reunidos en la sala, las personas que querías ver también están aquí...hoy tenemos un día muy ocupado — caminó hacia la puerta mientras hablaba, sin embargo se detuvo sobre el portal y señaló algo sobre su escritorio — Es un bonito dibujo, se parece a ti — salió, el murmullo de su risa fue audible tan solo un corto instante  y Kuroo tomó la hoja entre sus manos con una sonrisa melancólica.


— Tal vez solo un poco...


Lo había traído consigo sin pensar, tal vez podría colgarlo en su oficina. Era el sitio en el que pasaba más tiempo y Mitsuki lo sabía, era un niño demasiado consiente de su entorno y le preocupaba. Estaba encantado con ese dibujo, sabía que su hijo se había esforzado mucho en para hacerlo, pero no quería que fuera esta la imagen que tenia de él, no quería este fuera el padre que conociera.


Quería estar a su lado y ofrecerle una vida en la que pudiera ser feliz, y sabíaque ese mundo no estaba con Kei.


*****


Una larga fila de luces comenzó encenderse una tras otra en la inmensidad de lo que parecía ser una gran bodega de blancas paredes, entonces se encendieron todos los colores de las prendas y accesorios que guardaba celosamente, entre estantes y vitrinas de cristal. Era impresionante, todo estaba repleto y Tsukishima estaba sin palabras. Era más de lo que una persona podría usar jamás en toda una vida, prácticamente alguien podría volverse loco dentro de este lugar, sin embargo a pesar de su estupor inicial, el corazón de Tsukishima estaba extrañamente tranquilo. Aun así era inusual. Emociones que se arremolinaban y lo incitaban a avanzar a ese mundo.


— ¿Cashmere? — murmuró esa palabra sin ser realmente consiente al mismo tiempo que sus dedos se deslizaban sobre la manga de una agradable prenda invernal; era muy suave y agradable al tacto. Le gustaba, tenía un color aceptable y una forma discreta que podría resaltar su figura y altura con algunos pocos accesorios — Es bonita.


— Son todas prendas de temporadas pasadas, no vale la pena poner sus ojos sobre ellas a estas alturas...solo las usamos para algunas pruebas o como apoyo.


— ¡Oh! — Tsukishima volteó en dirección al chico que estaba acompañándolo, Kuroo lo había llamado Kenma; era un nombre familiar después de mucho tiempo. El moreno había dicho antes que trabajó muchas veces aquí, por lo que podría ser que fuera ese el motivo por el que no se sintiera cohibido en un lugar que debía ser tan imponente — Tu...eh...debes estar ocupado ¿Verdad? ¿Está bien sí me dejas solo? Kuroo dijo que iba a venir más tarde...después de la junta.


— Está bien, trabajo con alguien que tiene potencial, pero no está ayudándome mucho...necesito un respiro — habló con un tono monótono y libre de inflexiones. Este chico tenía una mirada afilada y penetrante, los diseñadores eran personas especiales ¿No? No resultaba imponente, pero tenía un aire que podía ser llamado intimidante — Acompáñame, creo que Kuroo quería que vieras ese lugar...te llevaré ahí.


Salieron de vuelta al estudio. Había personas muy apresuradas en esta zona del edificio, algunos cargaban telas otros maniquíes y objetos de un lado a otro, parecían que apenas tenían tiempo para respirar, pero extrañamente podían tomarse un momento para mirarlo de vez en cuando. Algunos con curiosidad, otros con sorpresa, admiración o recelo, y por supuesto estaban murmurando. Las recepcionistas hicieron algo parecido antes cuando lo vieron llegar con Kuroo, pero no sintió que importara mucho más allá de su curiosidad.


Salieron. La siguiente sala, le pareció peculiar. Se trataba de un cuarto más cerrado y solitario que el anterior, no había nadie alrededor. La luz era tenue y Tsukishima sintió una agradable sensación arremolinándose en su pecho a medida que avanzaba en su interior.


— Lo usamos solo algunas veces para muestras pequeñas, sé que estás acostumbrado a eventos y lugares de mayor escala, pero es parecido.


Comparado con la bodega anterior, o la sala donde Kenma trabajaba, no era vistoso o impresionante, ni siquiera podía llamarlo colorido, pero tenía algo que lo hizo sentir absorto.


— ¿Hay muchas personas en este lugar? Se siente como...como...— apretó las manos en un puño, tenía una impresión extraña; se sentía como si ese lugar fuera un frenético campo, como si de pronto lejanos ecos de voces se arremolinaran alrededor ¿Tal vez conocía este lugar? ¿Podría ser? Cuanto más veía más sentía que podría ser cierto, que podía ver más de lo que debería a simple vista.


¿Era cierto? ¿No estaba alucinando? Se estremeció su cuerpo, se agitaron sus emociones y comenzó a apretarse su corazón como antes no lo había hecho. Este lugar, estuvo aquí antes. Lo conocía y de pronto algo resonó en su mente vacía al mismo tiempo que le pulsaba las sienes. Había algo aquí, lo sabía.


— La ropa tiene que ajustarse, los accesorios tienen que estar en su lugar, hay cajas que deben ser llevadas, los maquillistas y estilistas también tienen que hacer retoques, los asistentes tiene que estar moviéndose constantemente, los modelos tienen que cambiarse...regularmente lo hacen aquí después de salir de los camerinos principales, es...supongo que es una locura a veces de este lado, puede ser peor cuando también hay reporteros pero...— Kenma se movió tranquilamente con indiferencia por el lugar y alrededor, como fantasmas o una visión lejana, imágenes que no había visto vagaron en todas direcciones y lo golpearon como un Tsunami — Pero esa locura hace posible algo increíble.


Alzó una mano y lo invitó a avanzar por un corto pasaje hacia una larga pasarela. Jadeó. Estaba vacío, pero todo esto. Este lugar, como si pudiera escucharlo, como su fuera capaz de sentirlo en la piel, corriendo por su torrente sanguíneo, lo estremeció, lo hizo de una manera que  agitó el núcleo de su mente.


¿Era posible? ¿Estaba sucediendo de verdad? Este mundo. Una conmoción. Murmullos. Luces y aun así todo al frente brillaba con el banco puro que destellaba frente a sus ojos y se mezclaban los latidos de su corazón con una tenue música, golpes que evocaron innumerables sensaciones, que revelaron ante sus ojos imágenes que se reflejaron brevemente en su mente...sobreponiéndose a ese escenario vacío y llenándolo de vida.


Filas y filas. Un cumulo de ellos. De ovaciones y murmullos. Todos esos ojos enfocándolo, era el centro de atención. Estaban sobre él, sobre cada parte de su cuerpo, esas miradas cayendo como un peso, atravesándolo, adorándolo, alabándolo, envidiándolo, deseándolo con codicia y cayendo por él. Fue como una explosión de euforia en su pecho, de un intenso frenesí corriendo por su torrente sanguíneo con la fuerza de un furioso maremoto, estremeciéndolo en medio de un terrible dolor de cabeza.


Gimió y se enterró los dedos entre el cabello ¿Cómo podía calmar esto? ¿Cómo podía hacer que se detuviera? Seguía resonando en su cabeza, como un zumbido despiadado y Tsukishima no podía detenerlo, no era capaz de contenerlo. Lo golpeaba su confusión, volvían esas sensaciones para sofocarlo y abrumarlo.


No podía soportarlo, no sabía que era todo esto, pero era capaz de sentirlo y cada vez que era consciente de ello también tenía la impresión de que parte de él comenzaba a romperse, que era abrazado por la tenue y fría oscuridad que se ocultaba en medio de esa luz.


*****


— Pedí que prepararan un poco de té para ti, creo que podría ayudarte con ese dolor de cabeza...también traje algunos analgésicos — Kenma cruzó la puerta de la habitación, una joven mujer siguió detrás de él y depositó una pequeña charola sobre el tocador; su mirada era curiosa, sin embargo bajó rápidamente y con timidez una vez notó que los ojos de Tsukishima estaban sobre ella — Kuroo estaba ocupado, pero ya envié a alguien a informarle sobre esto.


— No tenías que hacerlo — Tsukishima se levantó lentamente del pequeño sofá en una esquina y avanzó un paso torpe en dirección a Kenma — Pero gracias — miró la taza de té y las píldoras; todavía le dolía la cabeza y se sentía angustiado, sin embargo no había sido tan terrible como la última vez con Mitsuki — Lamento que tuvieras que cargar conmigo.


— No importa — respondió él, un movimiento de mano envió a la chica fuera de la habitación, él también estaba a punto de irse. Giró y comenzó a caminar — Este también es un lugar que conoces, descansa aquí...tengo cosas que hacer, pero podría venir más tarde y mostrarte más.


Tsukishima lo miró avanzar. Kenma era ¿Inusual? No estaba seguro de cómo llamarlo, solo habían pasado un poco de tiempo juntos, pero el chico lo conocía y el rubio también creía haberlo visto antes. Lo suficiente como para no sentirse incómodo o como para lanzar una pregunta tan repentina — ¿Cómo era yo? ¿Crees que podrías decirme?


El menor volteó, su mano sobre un costado del marco de la puerta y su dedo golpeando la madera de este en un ritmo tranquilo. Quería ser capaz de leer la expresión de su rostro, pero no sabía que pensar, él no estaba permitiéndole ver nada — Bueno, supongo que tenías razones para ser arrogante...pero no era difícil trabajar contigo.


— ¡Oh!


El chico se marchó sin esperar por nada más, si le agradaba o no, Tsukishima no podía estar seguro, tampoco estaba seguro de que sus palabras fueran algo bueno o malo, sin embargo entendía que no era una persona agradable. Akiteru dijo que era difícil de tratar. No ofreció muchos detalles, pero podía imaginar algunas cuantas cosas dada la actitud de Kuroo...el problema era que no se sentía mucho de esa manera, era complicado y a veces no reconocía a la persona frente al espejo, pero si recordaba esa pintura.


Era demasiado difícil de ver. Todo esto.


No creía que pudiera entender nada si no sabía nada y era mucho peor, más desesperante, si no podía entenderse a sí mismo.


Elevó un suspiro suave y melancólico, tomó la taza. El té tenía una temperatura y un aroma agradable, su sabor tampoco era malo, pero no había cambiado demasiado el agridulce sabor en su boca. Este lugar era un camerino ¿Cierto? Era muy amplio y había más sillas y tocadores contra la pared, un aroma similar al fijador de cabello y al perfume flotaba en el aire. Lo hizo sonreír, eso también era familiar. Notó brochas, frascos de crema, botellas de vidrio y bonitas cajas que revelaron un amplio abanico de maquillaje y colores sobre esta.


Se miró al espejo, nunca necesitó mucho de esto ¿Verdad? Tenía esa impresión, su aspecto había cambiado considerablemente desde que volvió del hospital, a un blanco tan puro y lleno de vida como la nieve, parecía tan suave y era tan limpia como la porcelana, y sus labios tenían un aspecto más encendido y jugoso a la palidez de su piel ¿Era ese el motivo por el que Kenma decía que tenía razones para ser arrogante o el porqué era tan fácil trabajar con él? No estaba seguro de que era lo que él había querido decir con eso y sentía que quería descubrir el significado de esa mirada, pero al mismo tiempo le asustaba.


Volvió a suspirar, esta vez sus dedos se deslizaron por la suave silla frente al tocador y sobre la superficie de este. Este lugar lo hacía sentir muy extraño, complicado. Era muy agridulce, pero también despertaba en su pecho una profunda melancolía.


— Kuroo — susurró. Su mente decidió que quería pensar en él y una sonrisa se dibujó en sus labios, tenía la impresión de que podía recordar algo, pero no estaba seguro. Había algo agitándose en su mente, revoloteando y gritando, pero apagándose a medida que ese dolor de cabeza comenzaba a disiparse también — ¿Por qué?


Le temblaron los labios y se abrazó a sí mismo, hasta ahora todo lo que tenían eran unas cuantas emociones distantes, las sensaciones de una persona lejana que distaba de aquel que contemplaba frente al espejo cada día. A veces sentía que era un espectador solitario atrapado en una burbuja, que estaba en un mundo diferente en el que no encajaba y que todo estaba moviéndose de manera extraña.


Sentía que nada era tan estable como parecía y que tenía miedo que se cayera a pedazos...su mundo y él mismo.


— Me dijeron que no estabas sintiéndote bien — ¿Kuroo? Los ojos de Tsukishima lo buscaron y sus piernas avanzaron rápidamente en su dirección, en su búsqueda y al encuentro del calor que su pecho añoraba — ¿Kei? — el moreno le sujetó de los antebrazos y el rubio le apretó las manos al pecho, era inestable, era frágil y todo se volvía un caos. No estaba la calma que estaba buscando desesperadamente, no daba un orden a este mundo extraño, aun así quería que se quedara.


Quería a Kuroo, lo quería cada día aunque sus ojos no lo miraran.


— Lo siento — se apartó. A él no le gustaba su presencia, nunca estaba feliz de verlo, era frío, era indiferente, pero su piel ardía cuando lo tocaba y cuando lo miraba. Quemaba tanto que sobrepasaba sus sentidos ¿Kuroo de verdad lo odiaba? ¿No había nada que pudieran hacer? No lo sabía, pero si era capaz de sentir — Debí haber interrumpido algo importante, no tenías que venir hasta aquí.


— Kenma dijo que era importante — Kuroo alzó la barbilla del Kei tomándolo entre sus dedos, estaba pálido y su aspecto era más frágil, sin embargo no era tan malo como la última vez ¿Había recordado algo? Tenía curiosidad, pero no el tiempo suficiente como para lidiar con esto — Todavía estoy ocupado, pero uno de mis asistentes puede llevarte de vuelta...debes estar cansado.


— Solo un poco, pero estoy bien...— Kuroo alzó una ceja, no podía negarlo. La verdad había venido hasta aquí esperando lo peor, pero solo había obtenido unos cuantos recuerdos amargos de este camerino — Me gustaría quedarme un poco más, si está bien para ti — lo liberó y el rubio alzó una mano para tocarse la barbilla — Kenma dijo que iba a mostrarme otros lugares y también quiero pregúntale algunas cosas.


— ¿Kenma te dijo eso? ¿Él está siendo amable contigo?


— Si, yo creo...— hizo una mueca, todavía estaba tratando de descifrar su actitud — Creo que sí, él es alguien que me conoce ¿Verdad?


— Si, supongo que podría decirse que si...trabajaste antes con él — Kenma estuvo encantado de verlo llegar en la mañana, pero tampoco era como que Kei le agradaba especialmente, tampoco que lo despreciara ni nada parecido. Él era el tipo de persona que basaba su interés en cuan útil o entretenida fuera una persona para él, no estaba preocupado porque quisiera o no favorecerlo, sabía que no era el caso. No sería un problema siempre y cuando no descuidara su trabajo — Voy a pedir que alguien venga a acompañarte, si te cansas o quieres volver antes puedes hablar con él — miró el reloj en su muñeca, la siguiente reunión estaba cerca — También puede explicarte cómo funciona todo aquí, puedes pedirle lo que necesites...te veré más tarde — se dio la vuelta, ya había comprobado él estado de Kei por lo que ya no tenía nada más que hacer en este lugar. 


Necesitaba darse prisa, su asistente podría comprar un poco de tiempo, pero prefería no tener que retrasarse aunque su agenda era más ligera de lo que últimamente este día. Siempre podían surgir imprevistos, tenía que ser precavido.


— Kuroo — pero el rubio lo llamó y sus pasos se detuvieron repentinamente al mismo tiempo que este le sujetaba la mano. Volteó a verlo por impulso, él apretó su agarre; esos ojos tan claros y dorados bullendo en emociones. Tenía ganas de borrar ese inocente rostro, quería desaparecerlo, quería que desapareciera de una vez por todas, lo aborrecía...sin embargo Kuroo se encontró incapaz de hacer nada más que mirarlo en silencio, de hacer nada más que sentirlo — Gracias por venir a verme aunque estás tan ocupado.


— Claro...— murmuró. Liberó su mano y la apretó en un puño tratando de ignorar ese calor y abandonó la habitación con un amargo sentimiento en el pecho y una sonrisa tan apagada como cada latido del corazón del que era más consiente — Claro — repitió.


Miró hacía la puerta, a veces se sentía como si estuviera luchando contra Kei...como si tratara de pelear incansablemente contra algo que, quizá, solo quizá, aún podría ser más fuerte que él.


Era tan absurdo y estúpido.


*****


— ¿Kenma todavía está con Kei? — Kuroo recibió el saludo de uno de los empleados que circulaban por pasillo con un asentimiento de cabeza, ya era el momento en el que algunos comenzaban a marcharse — Lo último que supe de ellos fue que Kenma echó al guardián de Kei porque estaba molestándolo.


Yaku hizo una mueca pensativa — Estuve abajo hace una hora, no los vi, pero los asistentes de Kenma dijeron que hizo que tomaran algunas fotografías con algunos accesorios de nuestra marca...creo que va a tratar de usarlas como referencia — el castaño lo miró de reojo — Vi algunas y, si me permites decirlo, son muy buenas.


— Estamos hablando de Kei después de todo — suspiró él, si quería ser objetivo, entonces no podía negar algo que era verdad.


El rubio tenía ese tipo de elegancia y estilo. Todo lo que Kei usaba lucía de una manera que podría deslumbrar a cualquiera sin importar cuan simple pareciera a simple vista. Tenía el poder de encantar a otras personas, el carisma necesario para tenerlos a sus pies. Era fácil trabajar con él precisamente porque su porte único y su talento lo hacían perfecto para garantizar el éxito de cualquier marca. Todos querían usar lo que él, todos querían verse como él y ser como él...la semana de la moda fue un revuelo por él.


Todo siempre era él, giraba en torno a él, Kei estaba en la cima del mundo antes del accidente.


— ¿Vas a irte más temprano hoy?


— Si, mi madre quiere verme...supongo que está tratando de presentarme a alguien otra vez.


— Suena divertido — Yaku emitió un gruñido bajo, ella estaba siendo mucho más insistente últimamente, sin embargo el castaño se negaba a ceder a su presión. Él ya tenía un hijo de su fallida relación de hace tres años, así que entendía su renuencia — Supongo que está esperando que vayas acompañado de esta nueva persona al evento que está organizando.


— A ella le encanta guardar las apariencias.


— Todo habría sido mejor si no te hubieras enredado con ese oportunista aspirante a modelo ¿No dijo ella algo como eso?


Kuroo lo recordaba bien, Yaku también debía hacerlo, sin embargo se echó a reír como si ese viejo recuerdo fuera un instante agradable de su vida — Escucha tus propias palabras, Kuroo...alguien debió haberte dicho lo mismo también; al menos lo mío no era algo serio.


— Supongo, no voy a decir que no — sonrió con amargura. La mayoría, altos funcionarios y empresarios, los veían como un entretenimiento agradable. Este era un medio agresivo, la cima difícilmente podía alcanzarse solo esforzándose y trabajando duro, no funcionaba así para todos. Se necesitaba de mucho más que eso, garantías y contactos que pudieran darles todos los empujones que fueran necesarios. Había que hacer sacrificios que algunos estarían encantados de recibir, pero si terminabas encantado por su falso amor eras un idiota y Kuroo probablemente era el más grande de todos ellos — Dale mis saludos a tu madre y dile que recibí su invitación...tal vez pueda estar ahí esa noche.


— De acuerdo...también podrías llevar a Kei; estaba interesado en el arte antes del accidente ¿No? Podría recordar algo — dijo — Te veré mañana.


Kuroo se detuvo junto a la puerta de su oficina y Yaku continuó avanzando por el pasillo a la recepción en busca del elevador. El día había terminado sin problemas, aunque aún tenía unos cuantos pendientes por atender, no se trataba de nada urgente y no podía usarlo como un pretexto para trabajar horas extra cuando la persona que quería evitar había venido con él y estaba ahí...justo ahí.


— Así que aquí era donde estabas — empujó la puerta y avanzó al interior de la oficina; había recordado como volver al parecer ¿Desde cuándo estaba ahí? Estaba dormido sobre el sofá, acurrucado en un rincón como un pequeño animalito indefenso y frágil — Kei — llamó a su nombre al mismo tiempo que se acercaba a él. Se inclinó en su dirección, dispuesto a  despertarlo, sin embargo sus manos vacilaron, no se atrevió a hacerlo, no quería y aun así sus ojos cayeron en el hechizo de ese hermoso e impasible rostro durmiente y se atrevió a repasar cada línea y curva delicada sin saberlo.


Una y otra vez, como si eso no despertara la amargura dormida en su pecho, como si no le importara herirse a sí mismo una vez más, como si quisiera hacerlo y sonrió con burla. Siempre pensó que Kei era como la nieve, hermoso, pero traicionero. Era una criatura capaz de deslumbrar a cualquiera con su belleza, de encantarlos y corromperlos hasta la locura. Sabia cuanto le divertía, sabia cuanto lo disfrutaba. Conocía su sonrisa soberbia, fue testigo de esa hechizante mirada arrogante, una víctima de su sensualidad, un preso de la mentira de su fragilidad, su esclavo fiel y probó dulzura de esos labios, se embriagó el veneno de su piel...y lo amó con toda el alma.


Pero no había servido de nada, porque Kei no amaba a nadie, porque a Kei no le importaba nadie más que si mismo, porque era mezquino, soberbio y un mentiroso. Ese era el Kei que conocía, la persona que conoció, sin embargo ¿Por qué estaba vacilando? ¿Por qué dudaba? ¿Quién era la persona que sonreía tan dulcemente a su hijo? ¿Quién? Y ¿Por qué su pecho todavía ardía con su presencia? ¿Por qué podía envolverlo así? ¿Por qué aun no podía escapar de ese hechizo? ¿Por qué? Maldita sea.


— ¿Kuroo? — lo parpados del rubio se agitaron suavemente en medio de un suspiro, despertaba de la misma forma que la urgencia en el pecho del moreno — Kuroo...— se abría lentamente a la vida, ojos claros se encendían como el oro ardiente, llenos de color, llenos de vida — Hola, creo que me dormí un momento —  no quería que le sonriera así, no quería que lo mirara, no lo quería cerca. Lo aborrecía, lo despreciaba, renegaba de él y de todo lo que representaba. Las personas no cambiaban tan fácilmente, tarde o temprano volvería a ser lo mismo, era solo una cuestión de tiempo y Kuroo no estaba dispuesto a quedarse ahí para verlo — Lo siento, creo que estaba un poco cansado.


No iba a pasar por eso otra vez o a permitir que su hijo tuviera que hacerlo, no quería. No tenía ganas de pensar en posibilidades imposibles. 


— Escuché que estuviste ocupado.


— Si, eso creo...— el rubio comenzó a reacomodarse sobre el sofá, lo miró con una sonrisa aletargada — No hablamos mucho, pero me mostró muchos lugares diferentes y me invitó a hacer unas pruebas, también me explicó cómo funcionaba todo...había cámaras y luces, accesorios y tantos colores — Kuroo asintió. A cada palabra la mirada de Kei se encendía y su sonrisa crecía, Mitsuki también era igual cuando estaba emocionado, como si todo su rostro se llenara de luz, como si el mundo de pronto latiera al ritmo de un corazón desbocado y frenético, como si quisiera saltar por todos lados. Así de dulce — Creo que podría haber recordado algo, sentí como si ya supiera que era lo que tenía que hacer...y cuando entre a esa pasarela...algo...pasó algo que fue muy extraño.


— ¿Así sí que lo hiciste? ¿Recordaste?


— No estoy seguro, todavía no lo sé...pero creo que si conozco este lugar y...— se mordió el labio inferior al mismo tiempo que se agitaba sobre el sofá, sus mejillas estaban sonrojadas; Kuroo se cruzó de brazos como una respuesta silenciosa a sus emociones vacilantes y se apretó los antebrazos. Era solo cuestión de tiempo antes de que volviera, para que se transformara en lo mismo, lo sabía, pero ¿Qué iba a pasar con Mitsuki? — Me gusta, todo esto fue...fue emocionante, pero agotador, me duelen los pies y creo que la cabeza también me duele un poco.


Algunas cosas no cambiaban tan fácilmente ¿No? Era natural, este Kei era solo una falsa ilusión de todos modos — Supongo que estás pensando en volver tan pronto como te sea posible, van a empezar a buscarte una vez el anuncio sea hecho y vas a...


— No lo sé — el rubio bajó la cabeza y Kuroo frunció el ceño ¿no acababa de decir que estaba emocionado? Estaba en su mirada hace un momento — Quiero intentarlo, la idea me gusta, pero estaba pesando en Mitsuki...no quiero dejarlo solo.


El rostro de Kuroo se contrajo en una mueca confusa ¿Qué? Su cerrera siempre fue más importante para él ¿Qué rayos estaba diciéndole? ¿Qué estaba insinuando? — ¿Qué es más importante?


— Mitsuki es más importante que cualquier cosa ¿No? — Kei ladeó la cabeza también con confusión, con duda cubierta de inocencia. Sus ojos le decían que era obvio, porque era la verdad, porque Kuroo lo sabía, pero ¿Por qué ahora cuando nunca le importó? ¿Cuánto de esto podía ser real? ¿Cuánto podría durar? — ¿Pasa algo? Te ves diferente.


— Nada — desvió la mirada hacia su escritorio, el dibujo estaba ahí, resguardado dentro de un sencillo marco. Era poco profesional y estaba lejos de la imagen de ese imponente lugar, y tal vez su hijo podría estar un poco avergonzado de esto en el futuro, pero era perfecto para él — Sucede que...— suspiró — Que también estaba pensando en Mitsuki.


— Entonces vamos a verlo — Kei se levantó tan rápido como pudo del sofá y se acercó a él, Kuroo retrocedió por instinto, a lo repentino de sus acciones, a esa cálida sonrisa tímida y al mismo tiempo entusiasmada. Lo desestabilizaba, lo hacía con sus ideas, con sus emociones y el mundo en el que vivía. Lo corrompía como un veneno letal — Sé que lo dejamos en la escuela esta mañana y que estuvo con nosotros todo el fin de semana, pero estoy bien con tan solo unos minutos ¿Si? Dijiste que también quieres verlo.


Conociendo la verdadera naturaleza de Kei, esto debía ser solo un truco. Debía entender que su pequeño era lo más importante para él, que era la ruta más fácil. Siempre fue bajo, fue vil, no dudaba en usar lo que tenía a su antojo y sin remordimientos. Esa era la persona que conocía, esa era la persona que tenía al frente, era la persona que quería ver, pero esta era una persona que no conocía.


— ¿Quieres velo?


— Quiero verlo.


Era dulce, era sincero, era transparente, era honesto y falso, tenía que ser mentira. Tenía que estar jugando, pero si existía una posibilidad, tan solo una pequeña, estaría dispuesto a tirar su orgullo y olvidarse de sí mismo y de su amor, solo para que Mitsuki fuera feliz, para que tuviera la familia que quería, pero no iba a arriesgar a su hijo por algo como esto...no por una apuesta que ya había perdido una y otra vez.

Notas finales:

>3< Gracias por leer >3<


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