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El chico de mar y tormenta por Annie de Odair

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Notas del capitulo:

Okey. Siempre quiero hacer esta aclaración y la olvido: las estaciones del año están cambiadas. ¡Fue sin querer! Yo quería mantener los meses en que las estaciones iban pasando en Japón (es decir, como en el hemisferio norte) pero cuando comencé a escribir el fanfic, lo olvidé. Y usé las estaciones del año como aquí en el hemisferio sur. Cuando me di cuenta, ya estaba casi toda la historia escrita y realmente iba a tener que cambiarla, así que... sí, lo siento, supongo

Para finales de septiembre el incidente ya había quedado atrás. Luffy se había recuperado a los pocos días y sólo durmió dos noches más en lo de Sanji antes de volver a su casa. No supo si Ace y Sabo finalmente se enteraron de su herida. De alguna forma tendrían que haber visto la cicatriz, pero Luffy nunca le contó si hubo repercusiones. Tampoco si les había dicho, por lo menos, de su nariz. Aunque, a luz de los acontecimientos, la nariz rota fue lo menos importante.  Había vuelto a sus clases de fútbol en el Kamabakka más tarde, cuando Ivan y él autorizaron que podía hacer educación física normalmente. Después de todo había pasado un mes.

Estaba seguro que se lo cruzaría ese día en el Kamabakka. Law no solía ir los viernes, sus días de atención eran los lunes y jueves, pero Iván le había pedido cambiar el día porque tenía más horas en uno de los hospitales donde trabajaba.

Law sabía que Iván era un endocrinólogo reconocido y siempre lleno de trabajo. Además de dirigir el Kamabakka participaba en muchas organizaciones sociales, tenía su propio consultorio donde trabajaba con chicas y chicos que realizaban tratamientos hormonales y numerosos hospitales llenos de prestigio que le pagaban lo suficiente para que él pudiera dedicarse a las actividades sociales.

Además, según recordaba, el marido de Iván era un biólogo marino muy reconocido que dirigía la reserva natural de la ciudad. Eran una pareja particular, llenos de ocupaciones y trabajos. Sinceramente no sabía cómo hacían para manejarlo todo. Él con el North Blue y el Kamabakka ya tenía suficiente para su semana.

Tomó un sorbo de café mientras saludaba con la mano a Patty que guardaba sus cosas en la cocina del Kamabakka antes de irse. En el consultorio vio una nota que le dejó Ivan el día anterior con cosas que no llegó hacer. Cuando Law iba los jueves solía tener un gran caudal de gente en el consultorio porque era el primer día de la semana que abrían a la tarde.  

Ahora los jueves le correspondían a Iván y en la nota le había dejado algunos asuntos pendientes. Sonrió mientras reconocía la prolija caligrafía del endocrinólogo. Antes era él quien le dejaba notas sobrecargado con todas las cosas que no había podido hacer. Ahora tendría que sufrir un poco estar de ese lado. 

Le mandó un mensaje a Ace para ver cómo estaba Leo. Desde que denunciaron a Bellamy estuvo en contacto con el hogar de Shirohige, donde estaban los chicos. Leo se había hecho cercano a Ace y amigo de Tama. Luffy le prometió verlo y Law también quiso ir. Se alegraba que Shirohige estuviera ahí para esos chicos. Si un hogar como aquel hubiera existido cuando él era chico, no hubiese terminado en lo de Doflamingo. 

Aunque eso lo acercó a Corazón. Él cumplió ese papel contenedor que lo sostuvo toda su vida.

Recordar a su padre trajo nuevamente esa conversación que tuvieron varias semanas antes. El incidente con Bellamy reveló secretos que Corazón hubiese preferido mantener ocultos y significó para Law desempolvar recuerdos y revivir de nuevo esos momentos tan negros de su pasado. 

Corazón se implicó fuertemente cuando elevaron la denuncia contra Bellamy y acompañó a los niños a declarar. Luffy, Sanji, Zoro y él aún no fueron llamados y Corazón no tuvo que prestar declaraciones de nuevo, lo cual fue todo un alivio. Law estaba seguro que esto le hacía recordar su tiempo ayudando en varias organizaciones de adopción y hogares, cuando recién se habían mudado juntos.

Su celular le vibró en la mano. Ace le había mandado una foto de Leo con sus amigos en el hogar y sonrió. Se veía más relajado. Aún podía recordarlo en la casa de Sanji, todo asustado, sin poder creer que esa comida tan rica era también para él. 

El golpe a la puerta lo sacó de las cavilaciones y se preparó para atender a los vecinos del barrio. Además, tenía las tareas que le quedaron pendiente a Iván. De todas formas, siempre podía dejarle alguna a Marco que se ocupaba de los sábados.

Escuchó gritos, cantos y vítores al final de su turno. Estaba cerrando el consultorio y ordenando los papeles cuando reconoció el sonido del patio del Kamabakka. El comedor estaba vacío y la sala donde practicaban kendo también. Por un momento se sintió descolocado, hasta que recordó el cambio de día con Iván.

Normalmente los jueves se cruzaba con Zoro y su taller de kendo. Los shinai, o sables de bambú, estaban apilados en un rincón de su sala y todo estaba a oscuras. Los viernes Luffy entrenaba con su equipo de fútbol. Había vuelto hacía poco y según sabía los chicos se pusieron realmente felices de ver volver a su entrenador.

Se apoyó contra el marco de la puerta trasera y miró a los chicos jugar. Tama fue la primera que lo vio y comenzó a saludarlo moviendo la mano efusivamente. Esa pequeña distracción le valió que uno de los chicos, sin querer, la barriera al suelo. Luffy inmediatamente tocó un silbato que tenía alrededor del cuello y corrió para socorrer a ambos.

—¿Están bien? —lo oyó preguntar—. ¿Qué pasó?

El niño, Momonosuke, se rascó la cabeza y miró a Tama con un gesto de disculpas.

—No quise tirarte, pensé que me estabas viendo —comenzó, pero ella lo interrumpió.

—¡No te preocupes, Momo! Lo siento Luffy, es que vi al médico Law y quería saludarlo.

Luffy se levantó y se dio vuelta de una forma graciosa. Law pensó que se veía bastante como una publicidad de shampoo si su pelo fuera más largo.

—¡Oh, Torao! —gritó saludándolo. 

No quiso acercarse para no interrumpir. Alzó una mano y lo saludó sin decir nada. Luffy volvió la vista a los chicos y miró si Tama se había lastimado. Tocó el silbato después de inspeccionarla y comenzaron a caminar hacia él.

—¿Se lastimó? —preguntó alarmado al ver que Tama no volvía al juego.

—Sólo un raspón —Tama le mostró su rodilla y se inclinó para verla.

—Te pondré una bandita adhesiva y algo de desinfectante —Alzó la vista para ver a Luffy—. Ya venimos.

Abrió de nuevo el consultorio y desinfectó la herida por las dudas. Sólo era un raspón, pero tenía que seguir las reglas. Tama no parecía adolorida y eso estaba bien. Cubrió la herida con una curita y volvieron. 

—¡Mira, Luffy, tiene ositos! —dijo Tama contenta mostrándole a su entrenador los diseños de la curita. 

Luffy parecía casi tan encantado como ella y Law pensó que era capaz de lastimarse para obtener una también. 

Tama se sentó en el banco mirando el partido de sus amigos y vitoreando cuando hacían alguna jugada impresionante.

—No sabía que venías los viernes, Torao —mencionó Luffy sin dejar de mirar el juego—. Siempre está Iván.

—Me cambió el día porque tiene más horas en la clínica donde trabaja —Law se volvió a apoyar contra el marco de la puerta, a un lado de Luffy—. Normalmente me cruzo a Zoro-ya los jueves. 

—Oh, el taller de kendo es genial. Siempre quiero participar, pero Zoro no me deja usar las katanas… —exclamó con una mueca graciosa.

—No son katanas de verdad, Luffy-ya —No pudo evitar reírse por el comportamiento tan infantil de Luffy, pero así eran siempre las cosas con él—. ¿Cómo está tu herida?, ¿te dolió?

El chico se miró el estómago y levantó la camiseta para ver la cicatriz. Le había quedado una línea en el costado, insignificante comparada con su cicatriz en el pecho. Estaba completamente curado.

—Estoy perfecto, no me duele.

—Podría recomendarte una crema para cicatrices —sugirió pensando que quizá el chico no querría tener otra marca en su piel. Aún se sentía un poco responsable por eso.

Luffy lo miró como si hubiese dicho una locura.

—¿Estás loco, Torao? ¡Es una cicatriz genial! Las estoy coleccionando —espetó volviendo a acomodarse su ropa y sonriendo como si mostrara una herida de guerra cual trofeo.

Law sonrió. No pudo evitar que la sensación tirara de sus labios hacia arriba. Negó con la cabeza y se quitó la preocupación de la mente. Luffy estaba perfecto.

—¡Oh, acabo de recordar algo! —gritó el chico y despegó la vista del partido durante un segundo—. El domingo tendremos una fiesta en la playa para celebrar que Kaya, la novia de Usopp, está en la ciudad.

Arqueó una ceja sin entender qué tenía que ver eso con él. No sabía que Usopp tuviera novia tampoco.

—Kaya vive en el campo, en un pueblo donde Usopp nació. Se conocen de pequeños y son novios a distancia, o algo así. No me quedó muy claro, pero lo importante es que viene a pasar unos días y Usopp organizó una fiesta de bienvenida en la playa para recibirla. 

—¿En la playa? 

—Sí, Usopp me dijo que te invitara. También pueden ir los chicos…

Luffy era malo recordando nombres, pero Law sabía que se refería a Penguin, Shachi y Bepo.

—¿Quieres ir? —preguntó Luffy mirándolo con una sonrisa entrañable. 

—No me agradan las playas, Luffy-ya…

—¡Pero es una fiesta! Franky tiene una súper tienda de playa para la arena, con sillas y sombra. No tienes ni que pisarla si no quieres.

—Los chicos quizá tienen que ir al hospital a trabajar.

Si era honesto, no estaba seguro por qué se negaba. No le gustaba mucho la playa, el sol, la arena, pero tampoco tenía una alternativa mejor, como diez horas de trabajo ininterrumpido. 

—Vamos, será divertido —insistió Luffy—. Dijiste que te gustaban las excursiones…

—En el bosque, Luffy-ya, no en la playa de la ciudad.

—¡Es como lo mismo! También habrá fogón, carne y canciones, tienes que venir.

Law suspiró, hastiado de la insistencia de Luffy, pero tampoco sin una excusa que lo respaldara. No es que odiaba la idea de ir, pero solía evitar los encuentros grandes de personas y todo lo que implicara la palabra fiesta. Excepto que fuera del Kamabakka.

—De acuerdo —cedió—. ¿A qué hora es?

—Empieza a las cuatro para poder meternos al mar, pero si quieres venir más tarde está bien. ¡avísale a los chicos, será genial que vayan! A Usopp le cayeron muy bien.

Sus amigos también la habían pasado bien cuando jugaron al partido de fútbol hacía dos meses. Parecía todo muy lejano, sobre todo con el incidente de Bellamy en el medio.

—Estuve pensando ir a lo de Shirohige a ver a Leo estos días —dijo sin darse cuenta. Sacó su teléfono y le mostró la foto—. Me la mandó Ace hoy.

Luffy inspeccionó la imagen y sonrió al ver al niño contento.

—También me gustaría ir, hace mucho no voy a ver a Ace —comentó devolviéndole su celular—. Ey, ey, ¡esperen, penal para el equipo rojo!

Luffy volvió la vista a los chicos y corrió al centro de la cancha. Sonrió mirándolo dar indicaciones, reírse con los niños y tirarse al suelo cuando Tama le dijo algo que aparentemente hizo reír a todos.

—Torao, ¿quieres jugar? —lo oyó preguntar con medio cuerpo volteado.

Arrugó el rostro y negó efusivamente.

—No, gracias —agregó y se sintió tentado de seguir—. Iré a hacerme un café.

Su horario había terminado, no tenía nada más que hacer ahí. Sin embargo, el Kamabakka le provocaba esa sensación linda en el pecho de querer quedarse siempre un rato más, aunque no hiciera nada y sólo estuviera sentado en el suelo de la cancha de fútbol viendo a los chicos jugar.

Aunque, sí era completamente honesto consigo mismo, no era ésa la única razón por la que se quedaba.

.

.

.

Apenas pisó la arena sintió que había cometido un error. Ya no hacía frío, el calor comenzaba a invadir de a poco los ambientes y el aire. Lo bueno de estar ahí era que no hacía un calor agobiante porque sumado a la playa hubiera sido insoportable para él.

Fue imposible no notar al grupo que buscaba. El ruido se sentía desde las afueras de la playa. Altoparlantes, una megatienda a las orillas del agua y gente corriendo de acá para allá. 

—¡Esto es fantástico! —Le oyó decir a Shachi detrás suyo, con sus lentes de sol negro y el bañador, listo para saltar al agua.

—No te olvides del protector solar, Shachi —mencionó Bepo detrás con el pote en la mano, poniéndose sobre su piel que ya estaba toda embadurnada.

No podía culpado, Bepo era demasiado blanco y se preocupaba mucho por el cuidado de su piel. Shachi también debería, era médico y conocía los efectos del sol. Penguin era el punto medio, más relajado pero tampoco descuidado. Ya se había puesto protector antes de salir y caminaba con lentes de sol, pero a comparación de Shachi, aún llevaba una camiseta. 

Law renegó mientras avanzaba entre la arena y sostuvo más fuerte la reposera que había llevado. Se la había dado Corazón cuando supo que iba a la playa, aunque él deseó no llevarla. 

—¡Ahí está Usopp! —gritó Shachi alzando la mano cuando él se dio la vuelta. Estaba acompañado de una chica rubia, Law supuso que era su novia.

Shachi y Penguin se adelantaron y saludaron a Usopp y Kaya, si no recordaba mal. Cuando Bepo y él los alcanzaron, bajó la silla al suelo y les sonrió con amabilidad.

—Vaya, te quedan bien los anteojos, Law —Lo halagó Usopp—. Creo que no te había visto nunca tan informal. 

Era verdad, porque nunca iba a la playa ni nada. En realidad, su vestimenta diaria era la bata del hospital o el ambo. Hacía pocos meses comenzó a salir más, la mayoría de las veces por el Kamabakka —como la fiesta de recaudación para Tama, las excursiones e incluso las salidas con sus compañeros— pero jamás iba a la playa.

—Ella es mi novia, Kaya —la presentó mirándola con una sonrisa entrañable y ella les sonrió a los cuatro.

—Gracias por venir. Usopp me sorprendió con esta fiesta —Kaya se veía contenta, su rostro estaba rosa, quizá por el sol o por la emoción.

—Bienvenida a la ciudad, ¡esperamos que la pases bien! —dijo Shachi con una sonrisa.

—¿De dónde eres? —preguntó Bepo acomodándose su bolso y agregando más protector—. ¡Eres tan blanca!, ¿no quieres ponerte protector solar?

Kaya se rió de forma encantadora y negó diciendo que ya se había puesto. Les contó del pueblo de donde eran ella y Usopp, una zona rural alejada de la ciudad. Usopp había aprendido el oficio de carpintero con su padre allí, antes de mudarse.

—¿Ya llegaron todos? —preguntó Law mirando detrás de sus hombros. Reconoció a Ivan por ahí—. ¿Vinieron Ivan y Jinbe?

—Invité a todos los del Kamabakka. Marco, Patty y Carne tenían trabajo así que no pudieron venir.

Marco trabajaba en el North Blue como ellos. No se había dado cuenta que para que los cuatro estuvieran libres ese domingo era porque otros médicos estaban trabajando esas horas y Marco era uno de ellos.

—¡Oh, Torao! —El grito vino detrás de Usopp y distinguió a Luffy corriendo varios metros atrás hacia ellos—. ¡Shachi, Penguin, Bepo, vinieron!

Kaya abrió la boca sorprendida y lo miró.

—¿Eres Torao? —Sus ojos enormes se fijaron en él y Law no supo qué responder—. ¡Me han hablado mucho de tí!

Usopp se tocó la cabeza, rascándose la nuca nerviosamente. Luffy aún no los había alcanzado.

—Soy Law en realidad —mencionó serio, pero amable—. Luffy-ya me dice así.

—Oh, sí, es cierto, habla mucho de…

—¡Qué bueno que vinieron! —gritó Luffy cuando finalmente llegó. Se apoyó en sus rodillas respirando rápido—. Al final pensé que no ibas a venir.

—¡Luffy! —saludó Shachi—. ¡Esto es genial, no podíamos perdernoslo!

Luffy se rió fuerte y Usopp comenzó a caminar con Kaya más cerca del grupo. Los siguieron hasta el gran gazebo que Franky había llevado.

—¿En serio lo hizo Franky? —preguntó Law asombrado. Tenía una base de madera donde había sillas y una mesa—. ¿Cómo hizo para traerlo?

—Lo hizo en el taller de su casa —le contó Luffy emocionado—. Y vino en su autobús.

—¿Tiene un autobús? 

—Sí, lo compró casi destruido en una chatarrería y lo restauró. Tardó unos años, pero es como una pequeña casa. ¡Robin y él viajan mucho ahí!

Le impactó un poco saber que no conocía casi nada a la gente con la que trabajaba en el Kamabakka. Después de saber que había restaurado un colectivo, ese gazebo no parecía tan extraño.

Dejó su silla en la base de madera y miró el mar. Nami, Sanji y Zoro estaban por ahí y lo saludaron también. Todos parecían sorprendidos de verlo y se emocionaron con sus amigos también. No entendía cómo podían quererlos tanto apenas conociéndolos, pero no se lo cuestionó demasiado.

Luffy lo arrastró hacia la orilla del agua donde estaban jugando un partido de voleibol con una red improvisada. Zoro, Sanji, Nami, Vivi, Usopp, Kaya y Chopper estaban ahí. Con sus amigos, él y Luffy completaron dos equipos para jugar. 

—¿Las cosas contigo siempre son así? —dijo Law irónico. Luffy lo miro confundido—. Siempre jugando a algún deporte.

Lo vio sonreír cuando entendió y él giró los ojos.

—¡Así es más divertido!

No jugaron mucho, la arena era difícil y Law no estaba en estado físico para aguantar tanto como Luffy o Zoro que hacían sus deportes regularmente. Nami y Chopper también estaban agotados al rato.

Se quitó la camiseta y la dejó en su reposera. Había escogido bien su ropa, los pantalones cortos negros eran frescos y ahora tenía mucho calor después de jugar. Todos los demás estaban igual, y las chicas tenían sus trajes de baño o vestidos frescos.

—¡Wow, esto se puso caliente!—gritó Nami con un chiflido y comenzó a reír cuando Law la fulminó con la mirada—. No sabíamos que tenías más tatuajes aparte del de tus manos.

—Oh —murmuró Usopp asombrado mientras se pasaba la mano por la frente para quitarse el sudor—. Son geniales, Law, se te ven muy bien.

—¿Te gustaría hacerte un tatuaje, Usopp? —preguntó Kaya mirándolo con asombro. 

—No sé si tantos —comentó riendo—. Pero me gustaría uno alrededor del brazo, como un brazalete.

Usopp se tocó el antebrazo y le mostró el lugar a su novia.

—Eso es un montón de tinta —escuchó de parte de Zoro que le extendía una botella de cerveza.

—No, gracias —Alejó la botella y Zoro alzó los hombros, tomándola.

—¡Deben haber dolido mucho! —chilló Chopper mirando sus tatuajes con miedo.

—No tanto —respondió mirando al pequeño chico—. La parte del pecho dolió más.

—Aun así, están muy buenos —aseguró Usopp. La risa de Luffy interrumpió la conversación.

—¡Los tatuajes de Torao son geniales! —exclamó apoyando su brazo sobre el hombro de Usopp. 

Nami se acercó a él con una cerveza en la mano.

—¿Ya lo habías visto, Luffy? —La chica irguió una ceja y miró a su amigo. 

—¡Los vi el otro día, cuando me quedé a dormir en su casa!

Bueno. Eso sonó algo extraño, ¿Luffy se habría dado cuenta?

—¿Ah sí? —Nami sonrió y Law se tapó la cara avergonzado.

—Sí, cuando se quitó la…

—Luffy-ya, cállate —espetó dándose la vuelta. 

Se sentó en el borde de la base de madera, hundiendo sus pies en la arena. A lo lejos vio a Luffy riéndose con Nami y la conversación de sus tatuajes pareció quedar atrás.

Gracias al cielo. 

—Qué bueno que viniste, Law —La voz de Ivan se coló detrás suyo y se dio la vuelta. Estaba sentado bajo el gazebo con Jinbe.

—No iba a hacerlo, pero Luffy-ya me convenció —admitió con una sonrisa—. ¿Cómo están? Hace mucho no te veía Jinbe.

—Estuve trabajando mucho, no pude asistir a los eventos del Kamabakka.

—Pero el otro día te vi en el Noticiero Sekei dando una nota —comentó Law y Jinbe se rascó la cabeza.

—Me llamaron para hablar de la contaminación en las reservas.

Jinbe era un buen hombre y le agradaba. Las pocas veces que lo había visto hablaron de varias cosas, era tranquilo y muy inteligente.

—Luffy dijo que te había invitado, pero pensé que no ibas a venir —mencionó Jinbe.

—Creo que subestimamos el poder de convencimiento de nuestro chico —Ivan comenzó a reír.

—A veces me olvido que ustedes son los padrinos —comentó Law riéndose—. Luffy-ya tiene conexiones con todo el mundo.

Ivan se rió en voz alta y su marido lo miró con una sonrisa cálida, antes de dirigir sus ojos a hacia Luffy.

—Se curó muy rápido su herida, ¿verdad? —preguntó Jinbe con curiosidad y Law lo miró con duda.

—Eres un gran médico, Law —intervino Ivan y se volteó a ver a su marido—. Él curó a Luffy después del incidente.  

—Le quedó una cicatriz igual —agregó él volviendo la mirada hacia Luffy que saltaba y jugaba en la orilla con Usopp y Chopper. Las marcas en su piel sin camisa se podían ver perfectamente.

—No parece molesto —dijo Jinbe—. Cuando llegamos me la mostró contento. 

—Es un chico encantador —respondió Ivan acompañando la mirada de su marido—. Nos tiene enamorados a todos.

Law sintió que Ivan paseó su mirada por él con demasiada intensidad, pero quizá estaba exagerando.

—¡Torao, vamos al agua! —lo llamó Luffy a los gritos desde la orilla—. ¿Quieres venir?

Sintió la mano de Ivan detrás suyo en su hombro, empujándolo hacia adelante y lo miró sorprendido.

—Ve, no te preocupes por nosotros. Dos viejos pueden divertirse solos en la playa.

Avanzó unos pasos a trompicones y caminó el resto hasta llegar a Luffy. Sus amigos se habían metido en el agua también, Robin estaba parada en la orilla, con los pies sobre la arena, charlando con Sanji y riéndose.

—Ven, vamos —le insistió Luffy y lo agarró del brazo.

Le pasaron dos cosas extrañas en ese momento: le sorprendió la confianza con la que Luffy se movía con él, pero más que nada, le sorprendió no molestarse por eso y se dio cuenta que Luffy había logrado meterse entre sus filtros y alarmas para desactivar las alertas del contacto físico. Por eso ahora podía estar tocándolo y él no se sentía mal con eso.

Se metieron en el mar y se dio cuenta que había tenido calor jugando al voley porque el agua lo refrescó bastante. Luffy lo había dejado para tirarse sobre Zoro a molestarlo mientras Nami le tiraba agua a Vivi y a Usopp, que traía a Kaya sobre sus hombros. La chica reía fuerte, con una expresión de completa felicidad.

Se sintió un poco contagiado con toda esa alegría ahí. Sus propios amigos estaban riéndose con Franky e intentando ganar una carrera de velocidad. Comenzó a relejarse y dejar de pensar en todo lo que veía. La playa no era el lugar más cómodo y pensó que esas personas tampoco lo eran. Demasiado alegres y ruidosas. Pero encontró cierta paz estando allí, contemplando esa felicidad que, no sabía cómo, también se le pegaba.

Sus ojos se deslizaron varias veces, aunque intentó evitarlo, hacia Luffy, sus sonrisas y los gestos alegres que hacía con sus amigos y se encontró sonriendo ante las tonterías de ese chico. Las palabras recientes de Ivan aún resonaban en su cabeza y le dieron un pánico que no sabía que tenía.

Aunque sí. Sí sabía, pero poco a poco comenzaba a ver la luz en sus pensamientos y estaba siendo dolorosamente consciente de esas emociones. 

Luffy cruzó la mirada con él y sonrió, nadando hacia su lugar con su risa fuerte y despreocupada.

—¡Torao, estás sonriendo! —le dijo arrojándole agua a la cara.

Law se cubrió, pero no pudo hacer nada con su sonrisa.

—Es un lindo día —dijo para evitar tener que responder algo más serio. Luffy no se dio cuenta de todas formas.

—¡Chicos! —gritó Nami detrás de ellos—. Vamos a comer algo, ¿quieren?

La sola mención de comida hizo que Luffy saliera disparado hacia la orilla y Law sonrió girando los ojos, pero también salió.

La tarde había caído, cuando ellos llegaron eran las seis y ahora que el sol comenzaba a irse, vio a Franky prender fuego en una parrilla pequeña. ¿También la había hecho? Ese hombre era increíble. Comenzaría a ir a su taller de carpintería también.

Había comida y Luffy estaba al lado de la parrilla mirando con los ojos exorbitados. Fue gracioso. Con el sol desapareciendo, comenzó a hacer frío y Law no fue el único que volvió a vestirse. Franky y Sanji, los encargados de la comida, repartieron los sandwiches de carne. Law le entregó el pan a Luffy, que lo miró expectante apenas le habían dado la comida. 

También había snack y papas rústicas cortadas en bastones para agarrar. No había casi nadie ahora que era tan tarde y en esa parte de la playa estaban sólo ellos. Franky agarró su guitarra y cantó con Brook, que se había quedado bajo la sombra casi todo el día. Era un hombre grande, entendía que tenía que cuidarse, aunque a veces pensaba que Brook era más jovial que él.

Usopp y Kaya habían desaparecido, supuso que estarían teniendo un tiempo a solas, caminando en la playa. Law se dio cuenta que la escena se había vuelto romántica hasta en el mismo grupo. Ivan y Jinbe comían a un costado, hablando en voz baja y riéndose. Robin acompañaba a Franky, cantando con una sonrisa en sus labios. Nami y Vivi se habían sentado en el suelo con los pies sobre la arena. La cabeza de Vivi estaba apoyada sobre el hombro de Nami. Incluso Zoro y Sanji compartían comida cerca de la parrilla. 

Sus amigos estaban parados, comiendo y cantando casi abrazados. Bepo era el más tranquilo y sonrió al verlos tan felices. Fue una buena idea haberlos juntado con los del Kamabakka, nunca pensó que se iban a llevar tan bien.

Tomó una botella de agua de una heladera con bebidas que al parecer era de Jinbe y caminó sobre la arena hacia la orilla. Así la playa le gustaba. Casi vacía, con viento fresco sobre su rostro y agua fría en sus pies. Se sentía bien y el aire era puro y refrescante. La arena no le molestaba tanto ya.

Sintió unas pisadas de fondo y no tuvo que adivinar quién sería. Todo el día estuvo jugando con él. Todos esos meses, en realidad. Con miradas, gestos, entregando una confianza ciega y hasta arrastrándolo a locuras que él nunca habría hecho. Era obvio que estaría ahí para terminar con eso.

Sabía que Luffy estaba ahí porque ya era innegable lo que les pasaba. Y el chico no iba lento cuando quería algo.

—Torao, ¿qué haces aquí? —preguntó poniéndose a su lado. Law no dejó de mirar el agua.

—Nada, es lindo respirar el aire de mar.

—Pensé que no te gustaba —comentó Luffy sorprendido y Law sonrió, bajando un poco la mirada para verlo.

—De noche es distinto, es más tranquilo —Los ojos de Luffy brillaban mucho por el reflejo de la luna y el agua—. ¿Por qué viniste, Luffy-ya?

No pudo evitar deslizar sus ojos por el rostro del chico y ver cómo le temblaban los labios. Quizá su pregunta fue muy directa, tampoco quiso sonar así. Él también tenía miedo y no quería hablar del tema frontalmente.

—Es que no te ví por ningún lado —respondió rápidamente. Law sonrió suave, quitando esa carga del aire—. ¿Te divertiste hoy?

Irguió una ceja, pero no quiso interrogarlo y volvió a ver el mar. 

—Me hubiese arrepentido si no venía —dijo simplemente y guardó una mano en sus pantalones cortos—. ¿Tú?

—¡Fue increíble! Me encanta venir a la playa y además Usopp está muy contento con Kaya, ¡me encanta verlo feliz!

Ese chico, tan lleno de buenos sentimientos, de deseos llenos de luz, con su energía desbordante, su lógica sin lógica, y sus toques que le removían cada pensamiento cuerdo, lo desarmaba. 

Lo desarmaba completamente, como si estuviera desnudo en el mar y no pudiera hacer nada contra esa fuerza irrefrenable. Hacía unos meses pensó en él como un mar con olas de imprudencia y una tranquilidad hipnotizante, pero al mismo tiempo como una tormenta que podía romper todo a su paso. Y ese día sentía que había estado en lo cierto.

—También la pasé bien —respondió mirándolo y descubrió que Luffy veía el mar como él. Ese mar negro que la luna apenas divisaba. Ese mar que ahora le recordaba a él—. Gracias por invitarme Luffy-ya.

Lo vio girar el rostro y mirarlo a los ojos. Notó cierta duda, cosa que le sorprendió. El chico era revoltoso y exigente, tomaba lo que quería siempre y nunca dudaba. ¿Por qué ahora parecía tan dubitativo?

Sintió algo cálido en su mano, la que no tenía guardada, y se tensó. Era caliente y suave, pero también grande y fuerte. 

La mano de Luffy.

Giró despacio el rostro para mirar sus manos unidas, cómo Luffy había agarrado la suya en una apretón suave y calentito. Luffy ya no lo miraba, sino que tenía la vista fija en ese mar oscuro. 

Se estremeció, pero decidió ignorarlo y acompañar ese silencio. Movió su mano despacio, muy tranquilo, hasta entrelazar sus dedos con los de Luffy. No supo por qué lo hizo, pero tampoco podía excusarse en que lo hizo sin pensar.

Luffy apretó el agarre con sorpresa y se aferró mejor, como si le dijera que no pensaba soltarlo. Law sonrió ante esa idea.

—Gracias por haber venido, Torao —respondió Luffy. No había esperado que dijera algo más, pero estaba bien.

No hablaron sobre lo que estaba pasando allí, lo que se escondía detrás de las palabras y actos. No hacía falta. Los dos lo sabían y decidieron no ponerlo en palabras porque sus manos unidas lo habían hecho. 

Y sí, Law tenía ese pánico guardado en su pecho queriendo estallar ante ese contacto que sentía tan íntimo, pero logró ahuyentarlo. Aunque sea un rato quería disfrutar de esa sensación cálida y maravillosa. 

Quería disfrutar de ese mar con sabor a sol sobre la piel y dejarse arrastrar por la tormenta que Luffy provocaba en su interior.

 


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