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El chico de mar y tormenta por Annie de Odair

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Notas del capitulo:

Este capítulo está dedicado a Daena por su insistencia en agregar ciertas cosas ♥ Gracias a todos por estar allí.

Había vuelto de un día largo y pesado del North Blue. El trabajo se intensificó por el poco personal, muchos estaban de licencias. Shachi, Penguin y Bepo estuvieron ahí también y los cuatro terminaron exhaustos, tomando más de tres cafés para mantenerse activos.

Cuando llegó a su departamento se quitó la ropa y se recostó en el sillón, cubriéndose con una manta. Apenas había tenido ganas de ponerse un pantalón para dormir mientras tomaba un té y miraba  Grey's Anatomy. 

En ese momento hubiera sido bueno tener un gato o un animal acompañándolo. Se lo imaginaba en sus pies, dándole calor a su cuerpo en ese departamento tan frío. Revisó su celular, leyendo los mensajes de sus amigos que también habían terminado demasiado cansados y ya estaban en sus casas. Se rió con la foto de Bepo tirado en su cama boca abajo.

Un mensaje de Luffy entró y la notificación tapó la foto de Bepo. 

[20/08 11:24 p. m.] Luffy: Torao!

Esto puede sonar extraño pero, estás en tu casa?

No puedo volver a mi casa ahora y estoy cerca de Flavence,

podría pasar por ahí?

Frunció el ceño mientras miraba el texto y se incorporó revolviéndose el cabello. Se arrepentía de desear una mascota.

Luffy ya era suficiente problema.

[20/08 11:30 p. m.] Trafalgar Law: ¿Dónde estás exactamente?

“ Ubicación

¿Puedes llegar solo?

[20/08 11:32 p. m.] Luffy: El gps me guía, estoy a unas cuadras

Baja a abrirmee

Rodó los ojos y se levantó. Buscó una camiseta y se la puso mientras salía de su departamento. En la puerta miró en ambas direcciones y distinguió a un chico corriendo por la acera. Cuando estuvo a pocos metros, pudo verle la cara e identificarlo. 

—Al fin llegué —jadeó agitado, sosteniéndose de sus rodillas.

Law frunció el ceño. Se adelantó y tomó el rostro de Luffy entre sus manos. 

—¿Qué…? —Luffy lucía sorprendido, pero se quedó quieto cuando Law lo inspeccionó.

—Tienes la nariz rota —declaró soltandolo—. Y sangre en la cara, ¿qué te pasó?

Luffy se tocó las mejillas y miró sus dedos, apenas manchados con la sangre seca.

—No me había dado cuenta —murmuró sorprendido.

Law lo agarró de la capucha del buzo rojo que Luffy llevaba y lo arrastró adentro del edificio.

—Te la voy a tener que acomodar —masculló en el ascensor. No sería agradable para Luffy y no tenía anestesia en su casa. 

Cuando entraron a su departamento, lo hizo sentar en una de las banquetas de la pequeña barra de su cocina. Buscó en el baño su botiquín, lleno de varias cosas que excedían los primeros auxilios. Aún así, no tenía jeringas de anestesia porque él no era un anestesista y no estaba tan loco como para intentarlo. 

Sacó un gel anestésico y se lo aplicó con dos dedos en la nariz. Era de venta libre y claramente no sería suficiente, pero no tenía algo mejor. Luffy se dejó pacientemente y cuando terminó, lo agarró de los hombros y lo hizo mirarlo.

—Te va a doler —espetó con la mirada más intensa que pudo— Respira y...

—Hazlo, Torao. No te preocupes —respondió Luffy aferrando sus manos a la mesada de la isla. 

Law le puso un espéculo en la nariz para verla mejor e inclinó su rostro hacia atrás. Se acercó y vio la nariz por dentro. Ya sabía lo que tenía que hacer. Le quitó el espéculo y le puso la cabeza derecha. Aferró su mano en su tabique y la otra a su hombro para que no se mueva.

—Quédate quieto —susurró con concentración.

Contó hasta tres y dio el tirón.

¡Crack!

Luffy se estremeció y apretó las manos en la barra. Law también se había aferrado a su hombro con fuerza y lo soltó. Los ojos de Luffy habían reaccionado por instinto y uno le lloraba. Sacó una gasa de su botiquín para ponérsela en la nariz junto con una varilla que se la mantuviera recta. 

—No te lo saques, ¿escuchaste?

Luffy asintió mientras él terminaba de pegársela. Luego se separó y miró su trabajo. Estaba bien. Iba a servir si la herida no era grave como él creía.

Se recostó contra la encimera de la cocina y cruzó los brazos.

—Ahora, empieza a hablar —espetó como una orden y Luffy frunció el ceño.

—No hables como Sabo —murmuró en voz baja a modo de berrinche—. No fue nada, golpeé a un par de tipos y también recibí un puñetazo. Nada del otro mundo.

—¿Esto te pasa muy a menudo? —preguntó consternado. Luffy alzó los hombros.

Quizá debería redefinir quién era Monkey D. Luffy para él.

—¿Por qué te peleaste y por qué no puedes volver a tu casa?

—No puedo volver y que Sabo me vea así, ¡me haría un escándalo! —exclamó con mucho énfasis. Law probablemente también lo hubiera hecho si fuera su hermano mayor—. Por eso vine aquí en primer lugar. Eres médico y podrías ver si tenía algo.

—Eso explica una parte, pero no por qué sucedió todo.

Luffy suspiró agotado y Law decidió darle un poco de espacio. Se dio la vuelta y puso agua a calentar para hacerle un café.

—También quería venir aquí por eso —respondió en voz baja. Parecía que le costaba decir lo que quería—. Hoy entrenamos con los chicos en el Kamabakka y a la salida llegó un chico. Se llamaba Leo, dijo que había hablado contigo hace unos meses.

Law se dio la vuelta con los ojos abiertos. Recordó al niño en su consultorio del Kamabakka. El pelo rubio y los ojos nerviosos. 

—¿Qué le pasó? —preguntó con cierta ansiedad—. ¿Por qué no vino antes?

—Dijo que necesita ayuda —siguió Luffy sin escucharlo—. Que hay gente que lo está presionando para que venda drogas.

Lo vio morderse los labios y Law creyó que Luffy tenía dificultades para contarle por las similitudes de su pasado. 

—Está bajo órdenes de Bellamy —relató al final. Miró con seriedad a Law—. Un subordinado de Doflamingo que quedó libre cuando lo encarcelaron. 

Se quedó quieto y casi no respiró. Doflamingo. Bellamy. Recordaba al hombre rubio, corpulento, idiota y despiadado. Y cerró los ojos repasando las imágenes de su infancia. 

—¿Y qué pasó contigo? 

Luffy desvió su mirada y quiso hacerse el desentendido.

—Nos quedamos con él hasta que se calmó y se lo llevó Sanji a su casa —le contó volviendo la vista—. Cuando salimos habían venido unos matones de Bellamy a buscarlo y les pateé el culo. 

—Y te quebraron la nariz —espetó Law con desaprobación. Luffy giró los ojos.

—Lo importante es que Leo está a salvo.

—Pero no sabemos qué otros niños pueden estar atrapados como él. Bellamy no es como Doflamingo, es un idiota y no es para nada inteligente. Puede ser peligroso para ellos de otras formas.

Luffy lo miró con una intensidad que casi lo dio vuelta. Parecía como si quisiera hablarle con la determinación de su mirada.

—Lo sé —afirmó—. Y por eso le iremos a patear el culo a Bellamy y a todos los que lo sigan.

—Espera, no puedes hacer eso así nada más. Las cosas no se resuelven dando puñetazos.

—¿Por qué no? —preguntó alzando los hombros—. Es más fácil así.

—Porque puedes ir preso, idiota —Se llevó una mano a la frente y descansó exasperado—. Déjame pensar qué haremos.

Se detuvo un momento cuando recordó el agua y la sacó del fuego preparando un café. Él había tomado demasiados ese día, no quería seguir añadiendo capas de insomnio. Hizo un emparedado con un pan que había dejado Bepo el día anterior en su casa cuando almorzó con él, y se lo entregó a Luffy. Él no solía tener pan porque lo odiaba.

—¡Gracias! —exclamó Luffy con una emoción desbordante—. Me moría de hambre.

Eso podía ser una exageración, seguramente había comido en el Kamabakka con Sanji.

¡Sanji!

—¿Sanji está solo en su casa? —preguntó alarmado—. Si hay gente de Bellamy tras el niño no es prudente que se queden solos.

Luffy negó con la cabeza y se tragó el gran bocado que no había terminado de masticar.

—No, Zoro se quedó con él por las dudas. Dijeron que me iban a llamar cualquier cosa y me mandaron aquí.

¿No había nadie que pudiera curarlo en el Kamabakka? Las franjas horarias del consultorio eran acotadas porque sólo eran tres haciéndose cargo de la parte de salud durante toda la semana, pero era peligroso que no hubiera un médico durante los talleres de actividades físicas como fútbol o kendo.

—Torao, no puedo volver a mi casa así —agregó Luffy señalando su nariz—. ¿Puedo quedarme?

Lo sabía. Desde el momento en que vio la herida de Luffy supo que si no quería que Sabo lo viera, al menos ese día, tendría que quedarse allí.

—Eso no va a sanar mañana —le advirtió—. No puedes sacártelo por unos días. 

Luffy se tocó el vendaje y alzó los ojos.

—Está bien, ya encontraré algo que decirle…  

Cuando terminó de comer Luffy se trasladó, sin permisos ni preguntas, al sillón donde antes había estado Law con su taza de café. La televisión aún seguía encendida y se recostó con la manta sobre él. 

Suspiró mientras veía al chico ponerse como si fuera su casa y le arrojó a la cara una almohada que había sacado de su habitación

—Te puedo dar algo de ropa si quieres —sugirió pensando que no le gustaría que Luffy se pasee por su casa con la ropa con la anduvo en la calle todo el día, y con la que fue golpeado—. Tu buzo tiene un poco de sangre.

Luffy lo miró como si no se hubiese dado cuenta y se lo sacó. Debajo tenía una camiseta de mangas cortas que parecía más bien un pijama.

—Sólo un pantalón, creo que estará bien así.

Law buscó en sus cajones algún jogging o short que no le quedara demasiado largo pero sólo encontró un pantalón de deporte viejo que usaba cuando era más chico. Luffy no tuvo problemas y aunque parecía un poco más grande, no le quedó largo. 

Se preparó un té y se sentó en el suelo, sobre su alfombra, con un brazo sobre el sillón donde Luffy tenía los pies. La mesita de café frente a él.

—¿Tampoco podías ir con Ace? —preguntó tomando su taza humeante con la mirada fija en las expresiones del chico. 

Luffy escribía en su celular y lo puso sobre su pecho para ver a Law.

—Ace es peor que Sabo —respondió riendo—. Se pone loco con cualquier cosa que hago. Cuando era más chico y me peleaba a la salida del colegio siempre lo tenía que soportar a él dándome sermones mientras me curaba las heridas.

Law se rió, porque podía imaginar a Ace siendo sobreprotector con su hermano menor. 

—¿Y Sabo? 

Luffy se giró apoyándose sobre su costado para verlo mejor.

—Sabo es más tranquilo —le contó con una sonrisa—. Él intentaba convencer a Ace que me dejara en paz, pero los dos son muy protectores. 

Había una duda que tenía con respecto a sus hermanos hacía un tiempo, desde aquel momento en que llevó a Luffy a su casa por primera vez y le contó su historia. 

—¿Por qué se fue Ace de tu casa? —preguntó con cautela, intentando ver si era algo difícil para Luffy. 

Y al parecer un poco lo era, porque no respondió rápidamente y se quedó pensando durantes unos segundos. Muy poco tiempo, pero para él parecía ser una inmensidad.

—Realmente… no estoy seguro —dijo al fin, volviendo la vista a Law, pero sus ojos seguían en el pasado, revisando su historia una y otra vez—. Lo único que me acuerdo es que se fue después de una pelea con Sabo y que las cosas entre ellos estuvieron muy mal durante bastante tiempo.

Le costaba trabajo imaginar a Sabo y Ace tan peleados como para hacer que uno de ellos abandonara la casa. Esos tres hermanos parecían quererse más que a nadie en el mundo y cuidar su relación como el único tesoro que les importaba. Además, recordaba a Sabo llevar a Ace acuestas durante la fiesta de Tama y su familia. Podría notar que se preocupaban y cuidaban.

—Ahora parece que todo está mejor, ¿no? El otro día se quedó a dormir en tu casa…

Luffy meditó en silencio y tomó su celular cuando vibró para ver un mensaje. Lo respondió con una sola mano.

—No sé bien qué pasó entre ellos —comentó con la vista en el celular—. Justo me escribió Sabo para preguntarme donde estaba. Le dije que me quedaré aquí esta noche.

—¿Aquí? —preguntó alarmado—. ¿No le parecerá raro?

—¿Por qué? —Luffy lo miró desconcertado y Law se cubrió la cara.

—Nunca viniste antes a mi casa, Luffy-ya y de repente te quedas a dormir. No es tan tonto como para no darse cuenta que algo raro pasa.

Luffy revisó su teléfono y le mostró el mensaje de Sabo.

[21/08 01:15 a. m.] Sabo: ¿Torao?

Ah, sí, Law.

¿Te pasó algo?, ¿estás bien?

—Te lo dije —espetó exasperado. 

—Le digo que vine a planear algo del Kamabakka con algunos chicos más y que se me hizo tarde.

—¿Y te va a creer? —Law sonaba escéptico.

Luffy se alzó de hombros como si no le importara y dejó el celular a un lado del sillón.

—Entonces… —murmuró intentando recordar lo que habían estado hablando—. Ah, sí. Ace y Sabo. No sé bien qué pasó. Antes que Ace se mudara se estaban llevando realmente mal. Se peleaban todos los días y discutían por tonterías. Siempre que uno u otro llegaba tarde, se preguntaban mucho dónde habían estado. Yo pensaba que peleaban como si fueran una pareja casada, aunque no sé bien cómo es porque nunca viví con una, pero eso había dicho Nami.

Frunció el ceño al escucharlo, intentando imaginar a Sabo y Ace reclamándose cosas como si fueran los padres de Luffy y no dos hermanos que no tenían por qué discutir por cosas como esas.

—Un día, Ace hizo la maleta y le gritó que se iba a vivir con Shirohige así Sabo podía hacer lo que quisiera. Yo estaba ahí y… no me gustó. Nunca me gustaba verlos pelear, pero ese día parecía más serio. Como si en serio Ace se fuera a ir para siempre.

Pudo distinguir que ahí hablaba ese pequeño Luffy que vio a sus hermanos mayores pelear, quizá el único modelo de familia funcional que había tenido.

—Al final se fue y hace años que vive en lo de Shirohige, aunque ya no se lleva mal con Sabo. Pasan tiempo juntos y se queda a dormir en casa de vez en cuando, pero no parece querer volver.

Law tomó su té en silencio y lo dejó en la mesa de café frente a él mientras pensaba en eso.

—¿Recuerdas los motivos por los que se peleaban? —preguntó apoyándose un poco más en el sillón. 

Luffy se mantuvo callado intentando pensar. Sus ojos fijos en la pared detrás de Law.

—Sólo me acuerdo esa vez que se fue. Ace le gritó que si tanto le molestaba a Sabo convivir con él se iba y le dejaba la casa para que él… hiciera lo que quisiera con… quienes quisiera.

No quería dar un diagnóstico de lo que les pasaba a las personas como si fuera un procedimiento médico, pero tenía una idea de lo que pudo pasar entre ellos, aunque no estaba seguro que Luffy se haya dado cuenta. El chico parecía despistado y más en esos temas.

—¿Qué crees que les haya sucedido? —Luffy lo sacó de sus pensamientos y cuando lo miró, supo que no podía evadir el tema.

Carraspeó, sintiéndose un poco incómodo.

—Tengo una idea, pero puede que no sea eso. Las personas se pelean por muchas causas y más si viven juntas.

—Sólo dilo, Torao.

Law gruñó y lo miró a los ojos.

—Tengo la sensación que quizá se sentían… atraídos el uno por el otro y no pudieron manejarlo.

Luffy frunció el ceño, aparentemente desconcertado. 

—¿Atraídos? No entiendo.

Law bufó. Se sentó mejor en el suelo y lo miró. No quería ser él quién le hablara de esos temas al chico, pero le había preguntado su opinión y tampoco quería mentirle.

—Creo que Sabo y Ace se gustaban y no pudieron resolver sus problemas porque, al mismo tiempo, también eran hermanos y te tenían a ti. No son dos personas desconocidas, sino que tenían un vínculo anterior que quizá complicó lo que sentían.

¿Por qué él tenía que explicar eso si todas sus semi relaciones anteriores terminaron en fracasos? Y aunque lo dijera en plural, sólo había tenido una relación más o menos verdadera que podía llamar así. No era un experto en vínculos sentimentales, más bien había fracasado en casi todos ellos.

—¿Gustar como… gustar? —preguntó Luffy y sus ojos se abrieron como si hubiera descubierto un secreto—. Oh…

Se quedó en silencio y Law pensó que quizá no fue una buena decisión meter esa idea en su cabeza. ¿Y si le disgustaba? Ahora tendría que lidiar con haberlo puesto contra sus hermanos.

—¿Te molesta?

Cuando volvió la mirada hacia él, Luffy se suavizó. Suspiró hondamente y comenzó a reír. Law frunció el ceño.

—Perdón —murmuró mientras se agarraba el estómago—. No lo había pensado, es que… nunca se me ocurrió que eso pudiera pasar. Pero no, no me molesta. Ellos son libres de hacer lo que quieran y seguirán siendo mis hermanos por más que se quieran diferente.

Sonrió cálidamente al escucharlo, porque ¿cómo se le ocurrió que ese chico rayo de sol iba a odiar a sus hermanos simplemente por quererse?

—Quizá mejoraron su relación y por eso ahora se llevan bien —teorizó Law en voz alta.

—¡Seguro necesitan que yo les diga que está bien, que no me molesta! —exclamó emocionado. 

—No creo que lo necesiten, pero seguramente ayuda —completó sonriendo.

Decidió levantarse y se llevó su taza a la cocina para lavarla.

—Iré a dormir, Luffy-ya, ya es muy tarde —Se apoyó contra el marco de la puerta y miró al chico arropado en su sillón—. Mañana hablaremos sobre qué vamos a hacer con Bellamy, ¿de acuerdo? Tengo que ir al hospital al mediodía, ¿tú tienes algo que hacer?

Luffy negó y se estiró para dejar su celular en la mesa de café, al lado del recipiente lleno de monedas que Law coleccionaba. 

—Tengo clases a la tarde, así que puedo salir contigo cuando te vayas.

—De acuerdo —Law se refregó los ojos. Estaba muy cansado. Miró por última vez a Luffy y sonrió—. Qué descanses.

—¡Buenas noches, Torao!

Cuando se recostó en su cama y miró el techo no podía creer lo que estaba sucediendo. Ese chico en su living, durmiendo en su sillón. Ése que hacía dos meses era un desconocido y ahora se había colado en los resquicios de su vida.

.

.

.

Cuando se levantó, el sol ya había salido. La alarma de su celular lo despertó aunque él no podía mantenerse dormido muchas horas. Se levantó de su cama y salió a hacerse un café. Vio a Luffy durmiendo en el sillón, todo mal acomodado, casi cayéndose y con la manta tapando la mitad de su cuerpo. Le pareció gracioso.

Mientras ponía agua en la cocina y buscaba algo para acompañar su desayuno, leyó sus mensajes en el celular. Tenía algunos de sus amigos y del hospital, pero el que más le importaba era el de Sanji.

[21/08 07:45 a. m.] Sanji Kamabakka: Hola Law, espero que estés bien.

Seguramente Luffy ya te contó algo de lo que pasó ayer.

Estamos con Leo y Zoro en mi casa.

Cuando puedas coordinamos para encontrarnos a ver qué hacemos.

Miró a Luffy en el sillón, durmiendo como si el mundo fuera a esperarlo siempre. Tenía que resolver ese asunto a su manera, porque si lo dejaba a Luffy seguramente haría un gran problema que pondría en peligro a todos.

[21/08 08:56 a. m.] Trafalgar Law: Buen día Sanji, recién leo tu mensaje.

Luffy está acá aún y me contó todo.

Hoy a la noche nos podemos reunir. Pueden venir a mi casa.

[21/08 09:01 a. m.] Sanji Kamabakka: Yo salgo tarde del trabajo y Zoro se va a quedar con Leo en mi casa mientras tanto, ¿podrían venir ustedes?

[21/08 09:05 a. m.] Trafalgar Law: De acuerdo.

El sonido del agua lo devolvió a la realidad y preparó dos cafés mientras buscaba algo que el muchacho del sofá pudiera devorar. Él estaba bien comiendo el onigiri que Bepo le había dejado. 

—Luffy-ya —lo llamó, sentándose en el sillón donde deberían estar sus pies, que en realidad estaban casi en el suelo—. Despierta.

Empujó las piernas de Luffy con las suyas porque tenía ambas manos ocupadas con las tazas. El plato de comida estaba en la mesa de café. 

—¿Qué hora es? —murmuró Luffy sin despertarse aún.

—Las nueve.

—Muy temprano —Se tapó la cabeza con la manta y lo ignoró.

—No es temprano, ¡levántate! —El chico no parecía querer ceder, así que dejó las tazas en la mesita y le puso un onigiri en la cara para ver si la comida lo hacía despertar.

—¿Hay comida? —preguntó saliendo de su refugio y Law giró los ojos.

—Levántate, hay café. 

Luffy se incorporó de a poco, tomando el onigiri y tragándoselo como si fuera un perro muerto de hambre. Hizo una mueca cuando masticó y se tocó la nariz.

—¿Te duele? —preguntó observándole el parche.

—Un poco.

Law le pasó una taza de café y el chico subió sus piernas para cruzarlas sobre el sillón mientras un bostezo cruzaba su rostro. Tomó un sorbo cuidando sus movimientos y sujetando el parche en su nariz.

—¿Por qué despertamos tan temprano?, ¿no nos íbamos al mediodía?

—Sanji me escribió hace un rato —comentó mostrándole su celular y los ojos de Luffy se agrandaron con sorpresa—. Decidimos que nos vamos a reunir en su casa hoy a la noche para ver qué hacemos con el tema del chico.

Luffy acercó la taza a su boca y pensó detenidamente, aunque no estaba seguro qué tanto podía hacerlo.

—Yo salgo de cursar a las nueve de la noche, puedo ir después.

—¿Estás seguro que vas a ir así? —La herida de Luffy no era grave y estaba seguro que en unos días sanaría, pero era lógico que le doliera en ese momento.

—Es eso o ir a casa —respondió el chico terminando otro onigiri—. No quiero que Sabo me vea así.

Suspiró hondamente y sostuvo su cabeza con una mano. 

—Tu universidad era la de Sabo, ¿no? —preguntó Law para estar seguro.

—Sí, la UGL.

Law había estudiado medicina en la UGL con Penguin, Shachi y Bepo. Ahí había conocido a Robin y Sabo en los congresos y dónde estudiaba actualmente Chopper también. La Universidad del Grand Line era la más importante y prestigiosa de la zona, además de ser pública y gratuita.

—El North Blue no está lejos de allí. Yo salgo un poco antes de las nueve si no hay ninguna emergencia. Voy con el auto, te paso a buscar y vamos a lo de Sanji.

Ni siquiera sabía por qué estaba ofreciendo eso, pero le parecía lo más práctico. Además le facilitaba a Luffy evitar a su hermano y proteger el pequeño secreto de la nariz rota.

—Oh, eso es genial Torao —exclamó Luffy con alegría—. La casa de Sanji es muy linda.

Lo único que sabía sobre el cocinero del Kamabakka era que vivía sólo hacía años en un departamento de la zona lujosa de la ciudad. Su familia era adinerada e importante pero él había cortado lazos con ellos y se había conseguido ese lugar trabajando en muchos restaurantes hasta que llegó al Baratie como jefe de cocina y mano derecha de su director, Zeff. 

A veces pasaba un rato por el comedor del Kamabakka tomando un café con Sanji y Nami y habían hablado de la historia del cocinero. Le caía bien, era agradable y tranquilo; el tipo de persona con el que se sentía más cómodo porque no le obligaba a involucrarse demasiado.

Todo lo contrario al chico que estaba sentado en su sofá, devorando su comida y tomando el café recién hecho que él mismo le había preparado. 

Estaba metido en un buen lío.

—Lo único que te voy a aclarar es que no vamos a ir así nada más a ver a Bellamy y golpearlo —espetó Law mirando a Luffy con firmeza—. No somos matones como ellos. Cora-san dedicó mucho tiempo de su vida reuniendo evidencia para llevar a la justicia a esos hombres. 

Luffy giró los ojos ofuscado.

—¡No vamos a estar años en esto, Torao! Así se resuelve más fácil.

—Basta, Luffy-ya, he tratado con esa gente desde que soy chico, sé cómo es mejor atraparlos.

El chico del fútbol soltó un bufido y se tapó la cara como si no quisiera escuchar más nada de su parte.

—Tengo un plan, pero lo vamos a discutir cuando estemos en lo de Sanji.

Se dio cuenta que Luffy quiso rebatirlo, pero su celular vibró y prefirió mirarlo. 

—¿Sabo de nuevo? —preguntó Law levantándose. Tomó las dos tazas y el plato vacío de comida para lavarlos.

—No, mi papá.

Se dio la vuelta antes de llegar a la cocina extrañado. ¿El padre de Luffy? Nunca había escuchado tal cosa ni sabía que el chico tenía uno. O una madre.

—No sabía que tenías padres.

—Supongo que todos tenemos —respondió Luffy. Mordía su dedo ansiosamente mientras apoyaba sus brazos sobre sus piernas pegadas a su pecho.

—¿Algo malo?

Lo vio negar con la cabeza con los ojos sobre la pantalla.

—Me depositó dinero, como todos los meses.

Cada vez era más extraño, pero él no era quién para juzgar una familia poco convencional. 

—¿No vive aquí?

Luffy levantó la vista del teléfono y lo miró.

—No estoy seguro, no sé dónde vive. 

Abrió los ojos sorprendido. No conocía muchas cosas del pasado y de la vida de Luffy, apenas sabía sobre su paso por Grey Terminal, sus hermanos y nada más. En cambio, Luffy sabía casi todo su historial traumático. No era justo.

Él también quería conocerlo un poco más.

—¿Cómo es eso? —preguntó cuando volvió de la cocina y se sentó de nuevo en el sillón, en el otro extremo.

—Es el líder de un movimiento… algo como… no me acuerdo el nombre, pero Sabo también es parte, aunque no lo conoce en persona, sólo sabe quién es.

—¿El Movimiento Socialista para la Liberación? —preguntó Law irguiendo una ceja. Recordaba que Sabo se lo había comentado en una de sus charlas en la universidad. El sociólogo, además de profesor, también militaba en esa organización política socialista. 

—¡Esa, sí! Según me dijo el abuelo, Dragon es un líder importante del movimiento. No tengo muchos recuerdos suyos, vi algunas fotos viejas que tenemos en casa y sé que viví con él hasta los cinco, cuando se fue y me dejó a cargo del abuelo Garp que había adoptado a Ace y Sabo y nos dejó con Dadan, la mujer que nos crió a todos en Grey Terminal durante cuatro años.

Había algo que nunca terminaba de entender de la vida de Luffy y estaba enlazado a su pasado en Grey Terminal.

—Garp fue un militar importante, ¿por qué los dejó allí sabiendo lo difícil que es la vida en Grey Terminal?

—El abuelo conocía a Dadan hacía años. Ella tenía una banda criminal que hackeaba sistemas y cuando la atraparon le ofrecieron un acuerdo y que trabajara para el gobierno. Dadan aceptó pero siguió viviendo en Grey Terminal porque es su barrio —le contó como si fuera lo más normal del mundo y no pareciera sacado de una película de acción de Bruce Willis o Criminal Minds—. Le pasaba dinero por hacerse cargo de nosotros tres. 

—¿Y de Dragon cuando tuviste noticias por primera vez?

—No estoy seguro —meditó con un dedo sobre su mentón, pensando—. Creo que un año antes de irnos de Grey Terminal. Me llegó una tarjeta de crédito a lo de Dadan donde todos los meses recibía una transferencia a nombre de Dragon. Lo acepté porque lo necesitábamos. Dadan usaba el dinero de Garp para mantenernos, pero el de Dragon lo podíamos gastar para lo que queríamos nosotros tres.

—Tu vida parece una película estadounidense —comentó Law asombrado—. Esas que pasan por cable los domingos a la noche.

Luffy se rió a carcajadas.

—¿Y por qué ahora no viven con Garp si se habían mudado con él cuando los buscó de Grey Terminal?

—No me acuerdo —respondió Luffy recostándose contra el apoyabrazos con el ceño fruncido, cansado de pensar—. Se muda todo el tiempo porque lo cambian de ciudad en su trabajo. Creo que ahora vive en Sabaody.

No se imaginaba sin saber dónde estaba Corazón, aunque sí sin saber sobre Sengoku, pero le pareció extraño que haya tanta desconexión entre esos hombres con su eslabón genético. Luffy parecía bien con eso, después de todo, lo que consideraba indispensable eran sus hermanos y ellos estarían para él en cualquier circunstancia.

—Me voy a cambiar y en un rato pedimos algo para comer, ¿te parece?

Luffy asintió emocionado y comenzó a buscar deliverys en el celular. 

Lo dejó allí mientras él buscaba ropa para quitarse su pijama. También tomó un buzo para él.

—Toma —lo llamó arrojándole la prenda—. Tu buzo está sucio con sangre, usa ese y luego me lo devuelves.

Luffy lo miró y sonrió.

—Es lindo —Se lo puso sobre su camiseta y se lo extendió—. Me queda un poco largo.

—Y eso que lo usaba cuando era adolescente. Me lo regaló Cora-san.

Recordaba el día que Cora-san lo llevó a una tienda de ropa a comprar casi todo un vestidor de nuevo. Se había dejado la mayoría de su ropa en la casa de Doflamingo. Comenzar de nuevo significó muchas cosas para Law.

El buzo amarillo le quedaba largo pero no grande. Luffy tenían una estructura de cuerpo similar. Law se quitó la camiseta que había usado para dormir y comenzó a ponerse la camisa que usaba debajo de la bata de doctor.

—¡Wow, wow, Torao!, ¡cuántos tatuajes! —gritó Luffy absolutamente sorprendido.

Se dio la vuelta para mirarlo, con los brazos en el aire y la camisa entre ellos, antes de ponérsela del todo. 

Luffy le había visto los tatuajes de la mano cuando se conocieron, el día del incendio de la casa de Tama cuando lo curó en el consultorio del Kamabakka. Le parecía sorprendente que no supiera sobre los que tenía en el pecho y la espalda, porque todas las personas que él consideraba cercanas conocías todos sus tatuajes y las historias de cada uno.

¿Luffy era una persona cercana?

Sacudió la cabeza y bajó la camisa.

—Me los hice de adolescente —le contó mostrándole el tatuaje de su pecho a través de la abertura de la camisa. El enorme corazón ocupaba casi toda esa parte de piel. 

Los ojos de Luffy parecían a punto de salirse. Podía notar que iba del corazón en el pecho a los corazones más pequeños en sus brazos.

—Muchos corazones —dijo asombrado.

—Fue cuando recién me mudé con Cora-san —Se puso rápidamente la camisa y se sentó al lado de Luffy—. ¿Tú no tienes tatuajes?

—No, sólo una gran cicatriz.

Law irguió la ceja, confundido y Luffy levantó el buzo para mostrarle la cicatriz en su pecho. Parecía una operación importante y una herida muy dolorosa.

—Me la hice hace unos años, en un accidente en auto con Ace, él quedó muy grave y estuvo internado unos meses hasta que se recuperó. ¡No sabes lo preocupado que estaba Sabo!

Law abrió la boca a punto de decir algo pero no podía. Estaba asombrado de la vida de ese chico.

—En serio creo que si prendo Space voy a ver tu vida en una película.

—Oh, lo siento Señor Dealer, ¿yo tengo que poner Netflix y ver El patrón del mal para ver la tuya?

Unos segundos de silencio se asentaron entre ellos antes que Law soltara una carcajada con la mano agarrada al estómago. 

—Eres un idiota, Luffy-ya.

—¡Tú empezaste! —gritó el chico haciendo un puchero como si fuera un niño caprichoso—. No me sorprendería si dentro de un tiempo sale El Joker, la historia oculta de Doflamingo Donquixote. ¿Quién te gustaría que te interprete, Torao?

—¿Y a tí cuando hagan tu película sobre los tres niños hijos del militar que los dejó viviendo en la casa de una hacker en un barrio de emergencia?

Luffy se sentó cruzando las piernas y pareció pensarlo seriamente.

—Creo que me gustaría que Cavendish me interprete, ¡es un gran actor! 

Law no estaba del todo enterado de las figuras del cine y el espectáculo, nunca prendía la televisión en esos canales y cuando la tenía encendida en los noticieros no le prestaba demasiada atención. Sin embargo, recordaba al actor de algunas películas bastante malas.

—¡Es rubio y de ojos claros, Luffy-ya! No tiene nada que ver contigo —dijo riéndose. Estaba muy tentado con la conversación tan absurda.

—De acuerdo, de acuerdo. Entonces, ¿qué te parece Gold Roger? —preguntó con ojos brillantes. Law volvió a reír.

—Tampoco, ese hombre es enorme y tiene bigote. No te veo muy parecido.

—Oh, pero sus películas son increíbles, ¿viste la de los piratas? Ace las odia.

—No me gustan mucho tampoco, suelo ver de otro tipo de películas. 

—¿Cuáles? —preguntó ofuscado.

—Ahora no me acuerdo específicamente, pero me gustan las de crímenes, enigmas y las históricas —Tomó su celular para pedir comida mientras conversaban—. Me gustaba una de del actor Sylvers Rayleigh. La veía con Cora-san siempre.

—Oh, ya sé, El Rey Oscuro, ¿verdad? a Sabo y a mí nos encantaba —exclamó casi saltando del sillón—. La veíamos todos los domingos cuando la pasaban en la televisión.

—Sí, esa me gustaba mucho. También la de Rio Poneglyph, creo que él hace una participación ahí.

Luffy movía la cabeza enérgicamente y Law rió al verlo actuar como un pequeño cachorrito.

—¿Quieres comer hamburguesas? —le preguntó viendo el menú—. Podemos pedirle al bar ese al que fuimos el otro día después del partido. 

—Sí, el Bar de Makino, ¡tiene una comida muy rica! Aunque no tanto como la de Sanji.

Ordenó dos hamburguesas, la de Luffy era extra todo, con papas fritas y gaseosa.

—No suelo comer así, pero no tengo nada en casa, ni ganas de cocinar, así que por una vez puedo hacerlo. Pero tú te comerás el pan, yo no lo quiero.

—Vamos Torao, después de todo lo que pasaste, ¿te vas a preocupar por una hamburguesa?

La boca de Luffy parecía a punto de babear y Law giró los ojos negando, pero una sonrisa se filtró en sus labios.

—No te pases de listo —le advirtió con su tono de asesinato que solía usar con Shachi, Penguin y Bepo, pero él no se vio para nada amedrentado.

De repente tuvo ganas de fumar. La mención de sus antiguos vicios le traía esa añoranza que intentaba enterrar siempre que aparecía o reemplazarlo con cualquier cosa. Se sentía un poco ansioso con lo que Luffy le provocaba cuando estaban así, tan relajados uno al lado del otro, y sus ganas de fumar aparecían como si necesitara calmarse.

Cerró los ojos y procuró olvidar dónde había puesto los cigarrillos en caso de emergencia o desborde de estrés. Contó hasta cinco y cuando los abrió vio a Luffy jugando un juego en su celular, tirado en el sillón todo desacomodado y con la manta en cualquier lado.

La ansiedad bajó un poco y tuvo que sonreír.

 

Notas finales:

Un poco de SaboAce porque es la otp de Daena. A cambio me dio un poco de Lawlu en su fanfic Dysphoria (ups, spoiler), tanto como se puede con un bebé Luffy.


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