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Lionheart por Breil Obrealdi

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Notas del capitulo:

N/A: ¡Muy buenas! Se supone que esto iba a publicarlo ayer, pero la verdad es que con el tema de la cuarenta estoy en un pequeño limbo mental sin tener muy claro en qué día vivo. (?) Nuestro querido Furi no va a tardar en empezar a entender en qué consiste exactamente la vida en el campamento militar... Deseadle suerte.

 

Una mujer de cabello largo y rojizo observaba el horizonte con un deje de tristeza. No lloraba, pero algo en su mirada parecía perdido. Debió percatarse de que no estaba sola porque volteó el rostro en su dirección y su expresión se oscureció. Abrió la boca… pero sus palabras se las llevaba el viento.

— ¿Qué? —trató de acercarse, pero una fuerza invisible se lo impedía.— ¡Repítelo por favor, no te oigo! —habló casi gritando. Un aire ensordecedor se había levantado de la nada.

Sus labios se movieron sin que ningún sonido escapase de ellos. Comprendiendo que no podía escucharla se puso en pie.

— ¡Espera…!






Lo despertó la repentina sensación de estar ahogándose y se incorporó a toda velocidad, con el corazón latiéndole a mil por hora y tosiendo. Estaba empapado hasta la cintura y enseguida pudo entender por qué. A pocos metros de él, unos chicos se reían por lo bajini, sosteniendo un cubo, ahora vacío, entre sus manos. Fantástico, ya tenía su propio club de fans. Pasándose una mano por la cara en un vago intento por secarse, los vio marcharse hacia la tienda principal, que se supone que utilizarían como cantina. Le extrañó no obstante que no hubiesen molestado a ninguno de sus compañeros y echando un vistazo a su alrededor, vio por qué. Estaba solo, debía de haberse levantado tarde, otra vez, y ya habían recogido sus cosas y se habían ido. 

Maldijo por lo bajo. 

Esperaba que eso no significase ser reprendido también aquel día o aquello no acabaría nunca. Sin saber muy bien cómo iba de tiempo, decidió cambiarse e ir directamente en busca del resto de sus compañeros. 

Como se ve que que su mañana todavía no era lo suficientemente mala, trastabilló y se chocó accidentalmente con un chico algo más bajito que parecía salido de la nada, casi lanzándolo a un lado. 

— ¡L-Lo siento! —se apresuró a disculparse, preocupado.— No era mi intención, no te había visto… ¿Estás bien?

El otro lo miró fijamente, los ojos muy abiertos. No sabía qué tipo de aspecto debía de tener, pero debió creerle y perdonar su falta porque no tardó en responderle.

— No te preocupes, me pasa bastante a menudo. 

— Aún así… Debería haber prestado más atención, lo siento. 

Le pareció curioso el azul claro de su pelo, como el del cielo despejado antes de una tormenta. La mayoría de las personas que él conocía lo tenían en distintas tonalidades de marrón o negro y, aunque sabía de oídas que había otros colores muy distintos en el resto del mundo, no había tenido la ocasión de comprobarlo hasta ahora. 

Debía de estar siendo bastante menos discreto de lo que él pensaba, porque de pronto su mirada se cruzó con la del chico que había vuelto su rostro y lo que estaba observando abiertamente. No pudo evitar notar que sus ojos eran del mismo color que su pelo. De donde venía, ¿serían todos como él? ¿Con colores tan llamativos? Notó que enrojecía al haber sido descubierto. 

— ¿Ocurre algo? —le preguntó con la misma voz calmada con la que le había hablado antes.

— ¡No! —respondió apresuradamente.— No-- No es nada.

Apretó los labios, dubitativo, mientras el otro aguardaba pacientemente. ¿No quería hacer amigos? Pues aquel era el momento perfecto, sólo tenía que ser capaz de superar la barrera que su maldita timidez le suponía. Se aclaró la garganta, aunque no le sirvió de nada, pues en el momento en el que abrió la boca su voz murió, y sólo logró murmurar.

— En realidad… —volvió a intentarlo.— En realidad quería presentarme, soy F-Furihata Kouki.

Le extendió una mano tentativamente con la esperanza de que se la estrechara. Para su sorpresa y gozo, lentamente, lo hizo, presentándose a su vez.

— Kuroko Tetsuya, encantado. 

Se le escapó una pequeña sonrisa, feliz por aquel pequeño triunfo personal. Envalentonado, preguntó.

— ¿Te gustaría--? ¿Quieres ir a desayunar?

Casi apostaría que había visto subir, por poco que fuera, las comisuras de sus labios esbozando una diminuta sonrisa, pero no estaba seguro de ello. Empezó a reprochárselo mentalmente. ¿Había sonado muy desesperado? Kuroko debía de estar ya arrepintiéndose. Por favor, era horrible. ¿Por qué siempre hacía lo mismo? Tenía que haber dejado que siguiera tranquilo por su camino y él por el suyo. Unos toques en el hombro lo distrajeron.

— Me encantaría, Furihata-kun. —no sabía muy bien de dónde venía el sufijo, supuso que sería una costumbre de su región, pero lo cierto es que aquella era la menor de sus preocupaciones.— Pero mucho me temo que--.

— ¡Oye! —un grave grito a le impidió escucharlo, provocando que automáticamente volviese el rostro en su dirección.— ¡Renacuajo!

¿Quién…? ¿Se estaba refiriendo a él?

Confuso a más no poder se señaló a sí mismo y balbuceó.

— ¿Yo? 

— Sí, tú. ¿Eres idiota? Quién más si no. —ahora que estaba seguro de haber captado su atención, no parecía que tuviese intención de tomarse la molestia de acercarse más.— Estamos todos esperándote. Me mandan a por ti antes de que el general no eche a todos por tu culpa.

Avergonzado, quiso señalar que aunque Kuroko tenía el pelo azul, bien podía haber estado refiriéndose a él. Pero cuando se dio la vuelta allí no había nadie. ¿Ha dónde había ido?

— ¿Además de imbécil estás sordo? ¿A qué estás esperando? —gruñó el chico impacientemente, resoplando audiblemente.

— No, yo sólo… —no sabía muy bien cómo explicar que estaba buscando a un chico invisible.

— ¿Tú sólo…? —viendo que no reaccionaba, frunció el ceño y avanzó un paso en su dirección.— Chaval, no tengo todo el día para aguantar tus tonterías. Te vienes conmigo o lo haré yo, y puedo asegurarte que no te gustará.

Intimidado, se apresuró en ir a su lado, tragando saliva y mordiéndose el labio ansiosamente. No entendía qué había pasado, pero en el peor de los casos supuso que tendría ocasión de preguntárselo al propio Kuroko la próxima vez que se lo encontrase.

Sin una palabra más, caminaron silenciosamente hacia la tienda base con el alto chico un par de metros delante de él.






Una vez allí, no le pasó desapercibido que su equipo era el único que quedaba y ninguno de los otros estaba a la vista. Podía escuchar todavía a algunos hablar cerca de allí, pero su voz se difuminaba conforme se alejaban. 

— Ya era hora. —comentó uno de ellos bruscamente, los brazos cruzados sobre el pecho.

Si las miradas matasen, él ya estaría varios metros bajo la tierra y siendo pasto de gusanos.

Tres chicos, sin contar al que habían enviado a recogerle, esperaban con expresión malhumorada y expresando abiertamente distintos grados de irritación. Bajo la mirada a su pies, retorciéndose nerviosamente las manos que le estaban sudando.

— L-Lo siento much… —uno de ellos le dio un golpe con el hombro al pasar a su lado.

— No nos cuentes excusas y espabila. —se detuvo antes de entrar en la alta tienda de campaña que habían instalado como base el día anterior.— Si perdemos, sólo te culparé a ti.

Asintió con la cabeza, los hombros hundidos y sin levantar la mirada del suelo. Los demás pasaron a su lado sin decir nada, uno de ellos con pesadas botas negras de montaña se detuvo para escupir en el suelo a un lado.

Fantástico.

Podía notar las lágrimas picándole en los ojos y luchó por aguantarlas. No quería darles el placer de ver lo profundamente afectado que estaba en realidad por sus palabras y gestos. 

Supongo que no soy más que un iluso.

Se apretó las palmas de las malos contra los ojos para recomponerse.

— ¿No vas a entrar?

Oh. Se había olvidado por completo del chico que había ido a recogerlo. O más bien, había supuesto que había entrado con todos los demás y estaba solo. Parpadeó repetidamente, incapaz de ocultar su confusión. Por primera vez, se fijó realmente en él. Era bastante alto, debía sacarle fácilmente por lo menos diez o quince centímetros. Tenía el pelo recogido hacia atrás en lo que parecía unas trenzas. No eran muy comunes en su pueblo, pero ya había visto sobre todo algún viajero o comerciante con ellas. Parecía estar en buena forma, si los músculos de sus brazos y piernas expuestos al aire servían como referencia. Desconocía el material con el que estaba hecho su ropa, pero llevaba una camisa de color oscuro sin mangas y unos pantalones más bien holgados hasta las rodillas.

Lo estaba observando con expresión aburrida, apoyado contra el tronco de un árbol. De no creerlo imposible, apostaría algo a que no estaba más que fingiendo indiferencia y parecía de hecho curioso.

Dada su falta de respuesta, inquirió alzando una ceja.

— ¿Y bien?

— Ah, claro… —se frotó los ojos una última vez para cerciorarse de que no quedaba rastro de su flaqueza.— Vamos.

Entrando a la tienda, el otro lo siguió poco después. En el interior, todo estaba bastante más oscuro y tardó unos segundos en adaptarse por completo a la nueva iluminación. Localizando a su supuesto equipo, imitó su posición colocándose en fila rígidamente con la mirada al frente.

No obstante el tiempo pasaba y allí nadie se movía ni hacía nada. ¿Qué…?

Por uno de los laterales de la tienda, entró el general que les había dado la instrucción el día anterior y tuvieron que saludarlo, llevándose la mano a la cabeza en un saludo militar.

— Veo que ya estáis todos… 

Otra vez no, por favor. 

— Como he explicado esta mañana, complementaréis vuestro entrenamiento físico con otras pruebas de mayor envergadura para poder convertiros realmente en un hombre digno de proteger a quien lo mande el emperador. —estando en la parte de atrás de la fila, no podía verlo, pero sí lo oyó caminando a través de la habitación.— Los otros equipos han tenido la oportunidad de escoger al azar la localización de la prueba que les tocaría esta semana. En vuestro caso, como penalización por vuestra ineptitud, os quedáis con la opción restante sin posibilidad de elección. El río.

¿Aquello era algo bueno? No sonaba especialmente malo. ¿En qué podría consistir su tarea? ¿Pescar?

Viendo los hombros hundidos y tensos a su alrededor, quiso desaparecer. 

Notas finales:

N/A: Espero que os haya gustado, en el siguiente capítulo ya empezará a animarse un poco más la cosa y nuestro desaparecido protagonista puede que entre en escena. ~ ¡Nos leemos! <3


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