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La Flor Maldita por Juliet_Aran_BlackPrince

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El maldito dolor se extendía por todo su cuerpo, sus parpados pesaban y la luz solar que atravesaba las cortinas de las ventanas, era realmente molesta. 

 

Intento mover uno de sus brazos para poder ocultar sus ojos tras estos, más esto no pudo ser posible al sentir como algo lo retenía. 

 

Un segundo intento, y un pinchazo fue suficiente para salir de su sueño. 

 

¿Cómo había terminado en el hospital? 

 

¿Qué había pasado? 

 

Todo era tan confuso. 

 

Las paredes blancas y pulcras, el olor a desinfectante por todos lados y las malditas sábanas que siempre parecían estar rígidas y delgadas, lo que era realmente molesto, tomando en cuenta que la bata que portaba era igualmente de delgada. 

 

El reloj que estaba a su costado izquierdo, le informó lo tarde que era. 

 

Había perdido aquella junta de suma importancia para expandir las fronteras del negocio familiar, y no había deidad alguna que hiciera que los japoneses volvieran a reunirse con él, sin importar cuanto de ese trato los llegara beneficiar a ellos también. 

 

Los japoneses y su mal genio . 

 

¡¡¡ Oh Maldición!!! 

 

Quería gritar, hacer todo un berrinche y maldecir su suerte al tener que estar hospitalizado, precisamente ese día habiendo tantos pero aún así, tenía una reputación que cuidar, y no dar rienda suelta a la prensa amarillitas. 

 

Suspiro con frustración esperando que el médico a cargo de su salud se hiciera presente para que le explicara que rayos le había pasado. 

 

Los segundos pasaban convirtiéndose en minutos que después se transformo en una maldita hora. 

 

¿Acaso los médicos de ese hospital eran tan mediocres que ni cuenta se habían dado que hace más de una hora que estaba despierto? 

 

Llegando al límite de su paciencia, se dispuso a buscar ayuda por su propia cuenta y después levantaría una denuncia por indulgencia médica hacia su persona por no estar al pendiente de lo que les correspondía en su trabajo. 

 

Con sumo cuidado, saco de su brazo aquella intravenosa que era realmente molesto. No quería pincharse o herirse aún más por la impaciencia que brotaba por todo su ser y tener que estar rodeado de enfermeros y escuchar sus replicas y regaños por su estupidez. 

 

Con suma sencillez, dejo todo a un lado, deteniendo el suero que se le estaba siendo aplicado, para tomar las pantuflas que estaban cerca de su camilla. 

 

Para ser un hospital supuestamente de rango medio, estaba realmente vacío, si lo comparaba a otros hospitales que tuvo la desgracia de visitar, a excepción de uno, pero ese era otro cuento. 

 

Con pasos lentos camino por casi todo el recinto en busca de un alma en pena por lo menos, pero nada de nada. Esto ya parecía una película de terror donde el personaje principal estaba abandonado en un hospital y el mundo entero estaba bajo un ataque zombi. 

 

Unas vez más, hizo recato de toda su paciencia y fue hasta donde creía que era la recepción. Realmente ese hospital era extraño. 

 

Horario de comida 

Regresamos en veinte minutos 

Gracias por su comprensión

 

Lo que faltaba

 

Que dejaran a todos los pacientes sin cuidado alguno, o por lo menos, un sustituto para que la recepcionista degustara su comida sin ninguna preocupación pero no, los dejaban solos a su suerte, o por lo menos a él, ya que no sabia si había más pacientes en ese dichoso hospital de cuarta. 

 

Frustrado, volvió a donde recordaba que era su habitación y volvió a la cama, para intentar descansar un rato y después despotricar su ira al médico de cabecera. 

 

•°•°•°•°•°•°•°^^••°•°•°•°•°•°•√°•°•°••° 

 

-Hasta que por fin despiertas imbécil. Tenias a todos preocupados por tu idiotez. Y te dices ser una persona de confianza. Que sandez- un chasquido molesto hizo levantar la mirada para encontrarse con lo más extraño que le había pasado en la vida. 

 

Frente a él, se encontraba un hombre totalmente diferente al que él conocía, aunque al igual se le hacia totalmente conocido. 

 

Para empezar, el tono de su voz, en vez de tener tinte de preocupación inaudita, de alegría y cariño, parecía ser más de pura y clara molestia hacia su persona. 

 

Dos; la bella sonrisa que siempre estaba adornando su rostro, parecía haberse extinguido en alguna parte de su vida y ahora un ceño fruncido era lo primero que estaba presente en aquel rostro. 

 

Lo único que al parecer que no había cambiado, era sus bellos ojos azules y las tres marcas que lo caracterizaban en sus mejillas, aunque a decir verdad, el brillo de sus ojos era totalmente diferente. 

 

-¿Acaso no dirás nada en tu defensa, Charasuke?- preguntó con irritación mientras seguía viendo tras la ventana. 

 

Cuando por fin, su voz parecía haber vuelto tras la impresión y se dignaba a responderle, el sonido de la puerta siendo azotada, llamo la atención de ambos hombres. 

 

-¡Por fin haz despertado! Estaba tan preocupado por ti, que por un momento pensé que estarías para siempre inducido en coma- 

 

La única voz que lo podía irritar más que la de su secretaría Karin, era aquella peli rosada con su excesivo problema de obsesión que tenía hacia su persona, pero aquella obsesión había quedado en el pasado una vez que le había explicado, o bien dicho, gritado, que jamás podrían ser algo porque la encontraba totalmente sin gracia alguna. 

 

De un momento a otro, sintió los brazos de la oji-jade, rodeándole el torso mientras empezaba a sollozar y dar gracias a Dios de que estaba con vida. 

 

La frustración de volver a lo mismo una vez más, lo exaspero, y aunque ese extraño que parecía estar recriminándolo una vez que despertó, parecía más sensato que su amiga, lo primero que encontró al buscar su ayuda, fue el hecho de ver enojo y celos en su mirada para acabar desviando la mirada y retirarse del lugar en silencio. 

 

Ni siquiera Sakura se había percatado de ello, por estar pegada a él, como chicle. 

 

Eso lo hizo recordarlo a él. 

 

-Ya suéltame Sakura, no estoy de humor para soportar esto- se removió con suma molestia al ver que esta mujer no apresuraba el paso 

 

-¿Te sientes bien Charasuke-kun?- secó las lágrimas que aún estaban frescas de su rostro -Nunca me habías hablado así, desde que acepté ser tu novia- 

 

¿Novia? ¿Acaso estaba teniendo una pesadilla y que tipo de tortura era esa? ¿Desde cuando el era novio de Sakura? ¿Y porque Sakura y esa persona se esmeraban en llamarlo Charasuje? O como sea que se pronunciara ese nombre. 

 

Esto debía ser una total equivocación. 

 

Necesitaba ponerse de pie y salir de ese lugar e ir en busca de cualquier persona que estuviera cuerda. 

 

Esto, ya no le estaba gustando nada. 

 

Primero el hospital fantasma, después dos personas que conocía y a la vez no. ¿Qué vendría después?

 

Saber que estaba en un universo alterno y que lo creía conocer es meramente todo lo contrario lo que realmente  pasa en ese lugar y que su cuerpo no es su cuerpo, y que por alguna extraña razón esta perdido en una vida que ni siquiera es suya.

 

Y la cereza de pastel, sería una boda a lo grande teniendo como prometida a Sakura, unos padres aún con vida y un hermano casado y con un hijo? 

 

Por favor, eso solo pasaba en series de televisión y libros de ciencia ficción. 

 

¡¡¡Esto era la vida real!!! 

 

-Primero antes que nada, ¿Desde cuando, según tú, nosotros somos novios? Y, ¿Qué hacia él aquí?- preguntó a la defensiva y con su respectivo tono ácido. 

 

Las facciones del rostro de la chica, empezaban a deformarse en claro hecho que estaba molesta, aunque a decir verdad, esa Sakura parecía más joven de lo que recordaba. 

 

¿Acaso las cremas que tanto empeño se esmeraba por usar, por fin estaban surtiendo efecto? 

 

Lo dudaba mucho. 

 

-¡¿Cómo que desde cuando estamos saliendo?! Eres un completo imbécil, maldito mujeriego de mierda- y de un momento a otro, el repentino golpe lo hizo plantearse, que todo lo que estaba viviendo en ese instante, no era un mal sueño -Y, ¡como quieres que Menma no este preocupado por ti, si fuiste emboscado por los ninjas de la aldea de Sunagakure y estabas casi muerto cuando te trajimos a la aldea! Eres un total desconsiderado, con quienes se preocupan sinceramente contigo- nuevamente las lágrimas se hicieron presentes, después de que ella había cedido ante la ira. 

 

Ninguno dijo nada después de eso, por lo cuál hizo que la chica se replanteara si estuvo bien lo que hizo, pero tan solo recordar las sobrias palabras y el tono que uso el Uchiha, le dio la razón que estaba todo bien. 

 

Sin más, con lo que tenía de dignidad salió de la habitación, no sin antes decirle que el día de mañana le darían de alta del hospital. 

 

…. 

 

Continuará 

 

 

 

 

 

 


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