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La Flor Maldita por Juliet_Aran_BlackPrince

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-El contrato con los inversionistas japonés fue todo un éxito. Están encantados con la propuesta de Sasuke. En esta semana estarán los primeros preparativos para hacer oficial todo el papeleo con sus respectivas demandas y nuestros acuerdos- la llamada telefónica daba nuevas nuevas al matrimonio Uchiha-Namikase aunque el momento no fuera el más indicado - Dale mi saludo a Sasuke y que se recupere pronto. Todo se mantendrá bajo control mientras que el se recupera y un saludo para el pequeño Shisui-

 

-Le daré las noticias a Sasuke, en cuanto despierte y gracias por todo, Itachi- la llamada telefónica llegó a su fin, en cuanto la despedida cordial terminó por parte de ambas partes.

 

El día estaba totalmente soleado, los rayos estaban en su punto máximo y el azul celeste del cielo era totalmente cautivador. Todo parecia ir a viento en popa, más sin embargo no todo era lo que parecía.

 

Hace más de tres horas que su esposo, había llegado en total inconsciencia y ahora se encontraba reposando en cama junto a su pequeño de tres años que no deseaba apartarse de su padre mientras dibujaba su pequeña casa junto a su familia y amigos.

 

Todo era tan sub real, que si no fuera por todos los problemas que afrontaron para llegar hasta ese punto, diría que estaría viviendo en una utopía hecha para él.

 

¿Quién diría que en algún momento ellos, dos personas que decían odiarse que en algún momento floto la amistad y sus caminos parecían más separados, terminarían estando enlazados de por vida?

 

Ni él se lo creía del todo.

 

Una pequeña sonrisa se formó en sus labios, mientras a reudar con el pay de fresas que había quedado a medias por responder la llamada.

 

Aún se preguntaba como es que Sasuke había tenido el accidente.

 

Según lo explicado y con lo que había pasado en la mañana, estaba completamente sano aunque un tanto emocionado por el nuevo reto que abriría nuevas puertas para la expansión de Corporación Uchiha.

 

Tan solo le habían informado que había dictado todas las órdenes del día en cuanto a su agenda que tendría ese día y las juntas importantes que se tendrían de aquí a un año o dos como máximo.

 

Realmente, como odiaba estar entre tanto parloteo de juntas y papeles por firmar, archivar, el flujo de la administración de pasivos y activos en cuanto a la empresa y sus trabajadores. El estar constantemente viajando, estresandose, queriendo matar a medio mundo al final de día. 

No, eso no era para él y era por eso mismo que lo que sus padres le habían heredado, lo manejaba su esposo y sabía que el haría prosperar y multiplicar su dinero así que, ¿para que preocuparse? 

 

-Papi, Papi, Papi, Papá ya despertó, aunque está todo raro- llego corriendo el pequeño niño de tan solo tres años hasta casi chocar con sus piernas. Los ojitos azules llenos de preocupación le hizo sentirse orgulloso de su primogénito y el amor que le tenía a su padre. 

 

Poniendo todo en orden en cuanto el postre para dejarlo dentro del horno, se acuclillo a la estatura del niño. Con ternura acaricio aquellos revoltosos cabellos negros y tomó su manita. 

 

-Entonces vamos a ver que le pasa a Papá pero recuerda que el esta enfermito asi que no vamos hacer mucho ruido, vale- le sonrió cómplice mientras con su dedo índice le hacia la seña de guardar silencio. El niño sonrió mientras imitaba la misma acción que su padre, y retomaban el camino hacia la habitación. 

 

•°•°•°•°•°•°•°•°•°•°•°•°•

 

Lo último que recordaba era la misión que estaban llevando a cabo, el separarse para después encontrarse nuevamente con Menma, una discusión que terminó haciendo llorar a su mejor amigo, una emboscada, su genialidad atrayendo para si los ninjas y después un paso mal dado para caer de un acantilado para ser amortiguado en un montón de flores negras con varios puntitos azules, y lo único que le vino a la mente fue a su compañero y mejor amigo y las lágrimas que el había producido. 

Era un imbécil

 

Después de ello, todo se volvió negro en cuanto una extraña voz que provenía de la neblina que de un momento a otro, empezó a rodearlo. 

 

Y ahora, se encontraba en una gigantesca cama rodeado de almohadas y con una suave sábana color crema, en una habitación realmente extraña con artefactos que nunca en su vida había visto en lo que en su vida respectaba en los dieciocho años vividos pero a la vez muy  elegante que tenía una expectacular vista del amplio cielo. 

 

El punzante dolor de la cabeza lo sustrajo de su expectación. El pitido de su oido parecía hacerse cada vez más fuerte, y en un segundo, se sintió totalmente sofocado, como si el aire se estuviera apartando de sus vías respiratorias. El dolor aumentaba y no parecía que quiziera menguar, un nudo en el abdomen lo hizo encogerse y llevar sus manos a cada lado de su cabeza intentado aliviar el dolor. 

 

Tenía contemplado el hecho que su cuerpo le dolería y que uno que otro rasguño estaría mallugado en su cuerpo pero nada que los ninjas médicos tratarían al instante de ser trasladado al hospital en cuanto sus compañeros lo encontraran de donde cayó. 

 

El sonido de algo rasgando el papel le llamó la atención logrando sacarlo de sus pensamientos e ignorando el dolor que sentía se acerco a la orilla derecha de la cama, para encontrarse a un mocoso de cabellos negros alborotados pintando lo que parecía una casa mal hecha y tres personas que más bien parecían tenedores deformes con pelucas y grandes ojos que no cabían dentro de lo que debería ser el rostro de dicha cosa. 

 

-Hey mocoso, ¿hay alguien a tu cuidado que me pueda ayudar?- el sonido del lápiz rasgando el pedazo de papel se detuvo, sorprendiendolo al instante al quedar enganchado observando aquellos familiares ojos azules. Ni siquiera pudo reaccionar cuando el niño salió corriendo como si alguien lo estuviera persiguiendo. 

 

¿Que rayos había pasado? 

 

Si tan solo había hecho una sencilla pregunta para que ese enano pudiera procesarla y responderle con un si o con un no

 

Y era por ello, que los niños y su genialidad nunca se llevarían bien, muy a parte que los muy descarados siempre se hacían los inocentes frente a los chicas más hermosas que ya sea que estaban de paso o ya vivían ahí en Konoha, la cosa era que solo ponían una carita de cachorrito perdido y las Onesan lo ignoraban por completo dándole mimos a los niños hasta el punto de llagarlos a abrazar si se ponían a llorar para que el muy ingrato enano se burlaran de su desgracia al ser invisible ante la chica. 

 

Minutos después cuando estaba a punto de volver a dormir, la puerta de  caoba de la habitación fue abierta lentamente. 

 

Un muchacho de unos veinticinco años cargando al mocoso se acercaba con una gran alegría irradiando en todo su cuerpo. 

 

Era realmente guapo el tío, y no era para nada extraño ver a dos hombres juntos en el tiempo en el que estaba, dado que los donceles eran continuamente conocidos pero a él no le iban los chicos, o eso era lo que pensaba. 

 

El chico no están nada mal, con aquellos jeans que se ceñian en los lugares correctos y aquella polera anaranjada que le daba un aire más dulce, dado que le quedaba un poco grande para el tamaño del chico, pero aún así, su mejor amigo era más bonito. 

 

-¿Como estas Sasuke? ¿Te duele algo? Los médicos me dijeron que despertaría con dolor de cabeza debido al impacto de caer de las escaleras y chocar con la pared-una risilla salió de los labios del rubio haciéndolo sentir molesto - ¿Te comió la lengua el gato, Sasuke? - 

 

-Yo no... - se vio detenido al sentír otra oleada de dolor infligirse en el lado derecho del hemisferio de su cerebro- con fluidez el ojo-azul se movió de donde estaba a lado de su esposo para bajar al niño y dejarlo sentado sobre la cama y servir un vaso de agua para dárselo a Sasuke junto con dos pastillas blancas. 

 

-Ten, toma. Te harán efecto en un segundo sabes que no tienes que hacerte el fuerte frente a mi. Siempre estaré para apoyarte aunque sea a la fuerza-con gran cariño acaricio la espalda de su esposo mientras veía como se tomaba el contenido del vaso y trataba ambas cápsulas.

 

-¿Estas mejor o quieres un poco más de agua? - preguntó recibiendo el vaso para simplemente dejarlo boca abajo junto a la jarra de agua que estaba en la mesita de noche que estaba a un lado de la cama al recibir una negativa. 

 

-Papi, Papá me llamó mocoso y yo ya no soy un mocoso, ahora soy un niño grande que te ayuda a cuidar de la pequeña Hikari de tío Neji, ¿Verdad que si? - el niño apuntaba al otro pelinegro que había quedado piedra al oír tal acusación verdadera y no sabía que decir para rebatir aquello.

 

El sonido de la risa de Naruto lleno la habitación que había quedado en completo silencio. La risa llamó la atención de ambos pelinegros para que el más pequeño arrugara el entrecejo molesto y el mayor quedará embobado ante aquella melodiosa sonrisa. 

 

-Claro que eres un niño grande Shisui, solamente que a tu Padre le gusta molestarte, de vez en cuando- acaricio nuevamente los cabellos de su hijo para intentar darle forma. - Por qué no sigues con tu dibujo que dejastes a medias para después nos los enseñes a los dos, ya que papá esta despierto ¿Te parece? - eso fue más que suficiente para distraer al niño y volviera a lo suyo, olvidando a ambos adultos. 

 

Con una sonrisa forzada y un aura completamente siniestra se giro hacia su esposo para tirar con fuerza la oreja de su esposo mientras le decía con lentitud que no volviera a llamar asi a su hijo. 

 

-Sabes que a Shisui odia que le llames así. Le gusta sentirse totalmente autosuficiente aunque aún le cueste vestirse solo y hacer la mayoría de cosas que un adulto puede hacer por si mismo- suspiro con agonía, como si hubiese corrido un maraton - Itachi llamó para informarnos que los japonés quedaron encantados con la propuesta que les hicistes y que la próxima semana, se firmará el contrato. Felicidades Sasu- sonriendole con amor a su esposo - Ves lo que te dije, que siempre logras lo que quieres y tu preocupandote por cosas innecesarias-- se acerco hasta su oído para que solo ellos dos pudieran escuchar - En la noche te daré tu premio--se alejo con una sonrisa depredadora y una mirada lujuriosa para alejarse triunfante de la cama y decirle algo al pequeño acusador y retirarse de la habitación. 

 

Eso si que había sido extraño y más el hecho que ese sujeto se pareciera tanto a el, a excepción del cabello rubio pero fuera de, eran casi idénticos quitando la demostrativa actitud del rubio. 

 

Aún estando en shock y cayendo en cuenta lo último que había dicho el ojo-azul salio de la cama para ir junto al niño 

 

-Oye Shisui, ¿Quieres dormir con nosotros esta noche y todas las demás? - le sonrió desesperado rezando a todos los dioses que el supuesto niño grande aceptará 

 

-¿Enserio Papá? Puedo dormir con ustedes hasta para siempre- los pequeños ojitos azules brillaban de emoción mal contenida 

 

-Si, claro que si, no veo el problema-

 

-Si, si, si-parecía que en vez de un niño hubiera un pequeño sabueso negro moviendo alegremente la cola

 

-Estoy en problemas--susurro con preocupación pensando en que jutsu o rito cualquiera pudiera producir dichas azulinaciones tan reales. 

 

Ignorando por completo que debajo de la cama se encontraba la misma flor que había visto antes de que todo se hubiese vuelto color negro 

 

 


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