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Hilo Rosa por Neo neru

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Notas del capitulo:

Recuerden, sus comentarios son muy valiosos. Pueden apoyar a Qraion quien creó a Zurie, Atif y Clare, y visitar en tapas.io su cómic.
Ella y yo somos autores de ambas historias.

 

En este mundo por más clases de personas que creamos que hay, en realidad sólo existen dos: La común quien no es quien aparenta ser, y los extraños unicornios que son lo que dicen ser, sin embargo de estos últimos dudo mucho su existencia, pues hasta la persona más transparente, tiene sus secretos y dolores.

Zurie es de la clase común, y no necesariamente es malo, es decir, es como un huevito kínder…tienes que romperlo, para saber qué hay detrás de ese cascarón, pero para estar realmente cerca de esa persona, tienes que romperlo con cuidado, es decir, por la mitad para que al volverlo a calentar, lo puedas unir.

Él es un joven de apariencia rebelde, cabellos negros que acentúan sus claros ojos y combinan perfecto con aquellas orejas perforadas que sobresalen de su cabeza rapada.

Como todos los alumnos, él caminaba rumbo a su horario para saber en qué salón había quedado; siempre arrastrando sus pies, con la mirada fija al frente y sin parpadear, como un zombie que se resignaba al sistema escolar y a la futura monotonía que le brindaría el nuevo ciclo escolar, o eso deseaba él.

Un grito lo sacó de sus pensamientos, sobresaltándose, y volteando a ver al pequeño rostro que le observaba. Estaba absorto de aquel chane-khe rosado que se hacía llamar Kiki…Sí, con K y H, pues la niña le provocaba un gran: Khé? En el rostro del mayor.

— ¿Son de piel sintética? Si lo son, se ven de buena calidad, no parece sintético. ¡Oh! Y esas cadenas, se ven preciosas…

Zurie miraba a todos lados, preguntándose si esta “mocosa” se había escapado, se le había escapado algún profesor o no encontraba la primaria.

El muchacho optó por apartar su mano y tratar de seguir su camino, sin embargo, Kiki le seguía aparentemente, tomando nuevamente sus cadenas como rienda para no perderse; provocando que Zuri le diese manotazos para que le soltara, aun así, ella volvía a sostenerse.

—Mira, niña. —Se volteó fastidiado, deteniéndose de golpe para mirarla, tomándola bajo los brazos y alzarla al nivel de su rostro para no agacharse—. No soy ningún niñero, y no voy a preguntar por tu mami. ¿Podrías dejarme en paz?—gruñó con cierto fastidio.

—Uh, en realidad vine a ver mi horario. —Rió apenas, pelando los dientes en una dulce sonrisa, señalando a la pared que estaba junto a ellos.

Zuri arqueó una ceja desconcertado, carraspeando mientras resoplaba y la bajaba poco a poco. Se apartó sin decir más, y observó aquellos pedazos de papel pegado, donde clasificaban a los alumnos en diferentes grupos. Sentía la certeza de que estaría en un año superior y no coincidiría con el horario de la enana.

Finalmente Zurie vio su grupo, y se acomodó su mochila para seguir su camino, apartándose del tumulto de chicos de prepa y secundaria que se formaba en el pasillo, para llegar al salón de primer año.

Como si fuera el cliché de algún anime o serie, el solitario muchacho se encaminó hasta la última silla, en la última fila para sentarse a lado de la ventana, aventando su mochila y desparramándose en el pupitre; no faltó mucho para que sacara sus audífonos y mirara al cristal como si la vida no le importara.

Zurie buscaba relajarse un momento, y aunque no escuchaba música, el simple hecho de que nadie le hablara, le parecía un placer único e irremplazable; es decir, era sólo él y sus pensamientos, quienes le permitían cerrar sus ojos y descansarlos, un momento zen que fue interrumpido por un constante taconeo. ”Tap, tap, tap, tap”. Zurie frunció un poco el ceño, reconocía ese eco, ese ritmo…”taptaptaptaptap”, era el sonido que se volvería sinónimo del terror.

— ¡QUEENORMECOINCIDENCIA!—chilló la voz de Kiki.

El muchacho se sobresaltó de tal manera que cayó de su asiento, enredándose con sus audífonos. Tenía los ojos bien abiertos, mientras veía a todos lados a su vez que sudaba frío, temblando y abrazando su mochila, hasta que su mirada chocó con ella.

—Ahora que estamos en el mismo grupo, seguro podremos ser mejores amigos para siempre. —Kiki gritaba sin darse cuenta, pues su emoción era demasiada.

—P-p-pe-pero…—dijo sintiendo cómo no le daba tiempo de responder ni de pensar.

Kiki sin pensarlo dos veces, se instaló en el asiento de a lado, incluso empujando dicha silla para quedar más cerca de él.

— ¿Quieres un Punkesito? —Le ofreció desde arriba un cupcake con glaseado de fresa, y un centro de reducción de vino con Jamaica.

— ¿Te refieres a un Cupcake?—bufó el chico, tratando de no gruñir.

—Por eso, un Punkesito…

—¿Por qué Punkesitos?

—Porque…así se llaman, ¿no?

—Se llaman Cupcakes—sentenció, achicando la mirada para analizar cada gesto de la niña y descifrar si hablaba en serio o le tomaba el pelo.

—Sí, por eso…Punkesitos. —Ladeó la cabeza inocente, con sus ojos bien abiertos, observándole. Parecía un loris perezoso.

—No me gustan las cosas dulces—habló resignado, acomodándose en su asiento. No iba a ceder ante la presión e irse de su lugar.

—Uhm, entiendo—musitó pensativa.

Zuri se le quedó viendo por el rabillo del ojo, observando cómo la nena le colgaban los pies de la silla y su mirada se quedaba fija al frente con un ceño fruncido de lo pensativa que estaba.

(…)

–¿Crees que le esté yendo bien?— Se oyó una jovial voz.

Grimm alzó la vista, recargando su brazo en aquel capote abierto del auto que arreglaba, mientras veía a su amigo y socio Clare, entrar por el gran portón de su taller.

—Llegas tarde, tu descanso terminó…

—Hace cinco minutos, viejo gruñón—se quejó burlón, rodando los ojos—. Me tardé porque te traje tu almuerzo: “Gracias mi amor”—agudizó su voz, al mismo tiempo que le extendía una bolsa de papel.

—Si empiezas con tus homosexualidades, mejor lárgate—refunfuñó arrebatándole la bolsa y abriéndola—. ¿Tiene pepinillos?— Arqueó una ceja al observar la hamburguesa.

—Viene a parte, para que no se remoje tu pan. Son papas grandes, y tu refresco—habló Clare conteniendo la risa por la amargura de su amigo—. ¿Entonces?

—No lo sé, sabes que mi hermana es un poco…

— ¿Linda…?

—Intensa. —Completó tras carraspear, limpiando sus manos del aceite.

—Bueno, tal vez…pero en su anterior escuela la querían mucho, algo hace bien esa niña, y sabes que en las escuelas privadas son un poco más especiales.

—Lo sé, lo sé…—Hizo una mueca, sintiendo cierto arrepentimiento de haberla cambiado—.Tal vez debí dejarla ahí…

—Ten un poco más de confianza en ella, además…la escuela iba a salir más cara, no puedes tú con todo. Ahora dame un beso para animarte, mi amor—se mofó lanzándole besitos.

—Ponte a arreglar esto—refunfuñó Grimm, metiéndole el trapo a la boca para empezar a comer su hamburguesa—. Y apresúrate, hoy iremos por mi hermana y te quedarás en mi casa a cenar.

Clare escupió el trapo, limpiándose la lengua del sabor de aceite. Sonrió de lado al oír la “invitación” y asintió

(...)

Era la hora de la cena, los tres se encontraban en completo silencio, pues Kiki parecía realmente pensativa. Clare y Grimm se vieron mutuamente, para seguir contemplando a la callada niña, lo cual les extrañaba.

—Bien, ¿a quién voy a putearme?—gruñó Grimm, interpretando el silencio de su hermana como el “silencio de los inocentes” una pobre víctima de bullying que empezaba un nuevo infierno.

— ¿Conocen algún postre salado?—habló finalmente, sin escuchar a su alterado hermano.

— ¿Qué?—bufaron al unísono tanto Grimm como Clare.

—Es que hice un nuevo amigo, seguro seremos mejores amigos por siempre y siempre—dijo inocente Kiki. Sus ojos se iluminaban con sólo pensar en Zuri.

—Oh, vaya. Eso suena tan…—comenzó hablando Clare, expresando encanto y dulzura.

— Asqueroso. —Interrumpió Grimm, al oír que su preciosa e inocente hermana, hablaba de un hombre.

—Y ¿cómo se volvieron amigos?—preguntó Clare, tras darle un codazo a Grimm.

—Sus botas, sus preciosas botas son tan…—Suspiró encantada, tomando sus mejillas—. Estoy satisfecha, iré a buscar recetas de postres salados para mi ultra súper mega mejor amigo—gritó emocionada, bajando de su silla y subir corriendo.

Ambos hombres parpadearon confundidos, sin embargo Grimm fue el único que al final mostró alivio de que no fuera nada serio, incluso riendo por lo bajo.

—¿No te preocupan las prioridades materiales de tu hermana?—cuestionó finalmente Clare, un tanto preocupado, dirigiendo sus verdes ojos a su amigo.

—Está mocosa todavía, está bien que siga así y no se ande fijando en otras cosas—respondió Grimm, recogiendo la mesa.

—¿Estás celoso?—Se burló, levantándose para ponerse detrás de Grimm y resoplar en su nuca.

Grimm soltó los trastes en el lavabo, sobresaltándose por el acercamiento de Clare.

—Ya vas a empezar—gruñó con su usual fastidio, pegándole en el ojo con su dedo.

Clare se quejó del golpe, cubriéndose el parpado para comenzar a reír.

—Y no estoy celoso…seguro sólo será una amistad superficial, que no pasará a mayores—respondió finalmente Grimm, despreocupado por su hermana.

—Bueno, pero si sale algo de esto…podemos llamar a lo que hizo tu hermana el zapasentido.

—¿Zapasentido?—Arqueó una ceja Grimm, al oír aquel nombre tan ridículo—. Olvídate de eso y el “zapasentido”, seguro será una de esas tantas amistades que tiene uno en el colegio, que sólo son compañeros con los que tienes una buena relación y ya.

—¿Tú tuviste de esas amistades en el colegio?—Ladeó la cabeza Clare con bastante curiosidad.

—No es por correrte, pero… ¿A qué hora te vas?—refunfuñó, lanzándole la toalla a la cara para evadir su pregunta.

Clare se la quitó, haciéndole un pucherito fingido, mientras sus manos que sostenían el trapo se pegaban a su pecho casi como un cachorro atropellado.

—Esperaba que me invitaras a cucharear contigo—gimoteó, escuchándose un triste violín al fondo.

Grimm le arrebató el celular, y apagó esa molesta música. Clare rio sin poderlo evitar, estirándose un poco para colocar sus manos tras su nuca, sin dejarlo de mirar.

—Hablando en serio, uh…quería preguntarte si me podías dar hospedaje, están fumigando mi departamento y pues…

—Sí, puedes quedarte aquí. —Completó Grimm, mirándole fijamente con esa mueca amarga que ya tenía acostumbrado a tener en su rostro, sin embargo Clare sabía identificar aquella sinceridad de su socio.

—Gracias, entonces…sobre lo de cucharear. —Comenzó Clare, moviendo sus anaranjadas cejas.

—Puedo ponerte periódico en el piso de la cocina, croquetas y agua.

—¿Y ser tu perra? Uh, Señor Gray, no pensara que fuera de esa clase—jadeó dramáticamente, en son de burla. Clare no despegaba sus ojos de su amigo

Grimm se puso rojo, rojo, rojo, MUY rojo, gritando de horror de ver cómo le salió el tiro por la culata, casi literalmente.

—¡Maldita sea, Clare!—chilló horrorizado, provocando la fuerte carcajada de su amigo.

(…)

Era de mañana, Kiki había madrugado y preparado unas deliciosas crepas saladas que había guardado en conos decorados, dentro de una bolsa de celofán con moño y una nota que decía: “Para el mejor amigo del mundo, de Kiki”. El aroma había despertado al par de grandotes, quienes bajaban a la cocina siendo seducidos por el aroma.

—Buenos días—canturreó de ver a los dos, sin sorprenderse mucho.

Kiki acostumbraba a ver a Clare en su casa, pues al ser el único amigo de su hermano, lo invitaba a beber, comer y a veces a dormir cuando se hacía muy tarde; era como su segundo hermano mayor.

— ¿Qué es esto?—Achicó la mirada Grimm algo desconcertado y aun adormilado.

—Es el inicio de mi operación: Haz que el niño de las botas negras, preciosas, divinas, hermosas sea tu súper ultra mega súper mejor amigo—chilló emocionada como cabra, remarcando cada palabra con su mano al moverla en el aire como si formara la oración, mientras miraba hacia arriba visualizando lo que decía.

—Bueno. ¿Y cómo se llama el niño de las botas negras, preciosas, divinas, hermosas que será tú súper ultra mega súper mejor amigo?—preguntó Clare, sentándose frente a la mesa.

Kiki se quedó con la mano extendida en el aire y mirando a la nada. Su sonrisa se quedaba ahí, congelada sin saber qué decir ni cómo hacer contacto visual.

—Es una broma, ¿no?—Rió Clare incrédulo, creyendo que bromeaba pero al notar que Kiki no decía nada, quedó claro que no se trataba de un chiste—. ¿No sabes cómo se llama?— La miró un poco serio y preocupado cuando ésta no le respondió—Kiki. —le reprendió.

— ¡P-perdón!—gimoteó preocupada—. Me deslumbró tanto que olvidé preguntárselo. Pero hoy se lo preguntaré, y seremos mejores amigos para siempre—dijo decidida.

—Dejen de parlotear, y siéntense a desayunar—ordenó Grimm quien comenzaba prender la estufa.

—Ah, no te preocupes hermanito, hice crepas extras para ustedes—interrumpió Kiki de manera cariñosa, tomando la mano de su hermano para sentarlo y darle un besito en la mejilla—.Para los mejores hermanos mayores del mundo.

(…)

Kiki plantó bien sus plataformas en medio del pasillo. Miraba al frente como si pudiese visualizar su meta, estaba decidida de aparecer hasta en la sopa de Zurie para ser su amiga…no sin antes preguntarle su nombre.

Mientras tanto Zurie se encontraba en su asiento garabateando en su cuaderno, tratando de olvidar o encontrar una manera de distraerse para la llegada de la enana, sin embargo, su tortura comenzó cuando el aroma a pastel de fresa se metió por sus fosas nasales.

—Holiiii. —Sonrió Kiki, mirando fijamente a Zuri, sin parpadear…haciendo más incómoda la situación.

Zurie, se espantó, arrinconándose al ver a ese chanque.

—Creo que ayer no empezamos bien. Me llamo Kiki Blumstein, que es un apellido alemán que significa…a-ah no importa, ¿cuál es tu nombre?—Le observó haciéndole ojitos, pestañeando de manera rápida.

Zurie carraspeó muy incómodo, viendo cómo la niña le extendía las crepas.

—Zurie, y te dije que…

—No te gusta lo dulce, sí. No olvidaría algo así de mi súper mejor amigo; entonces te hice crepas saladas.

—No somos amigos…

—Aún—Le animó Kiki, pelando los dientes con una inocente ilusión. En su cabeza podía sonar la canción de: Vengaboys con “We like to party”, al mismo tiempo que en la mente de Zurie sonaba: Uno, Dos Ultraviolento, de los violadores.

El día pasó rápido para Kiki, pero leeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeee-bocanada de aire mental-eeeeeeeeeeeeeeeeento, y perdonen que lo escriba tan explícitamente, pero deben saber que para un alma solitaria como Zurie, esto era una completa tortura, pues Kiki no se limitaba a sólo sentarse a su lado, ya que la pequeña se había enlistado en sus talleres y como su pareja en cada materia en lo que quedaba el resto del ciclo escolar. Y no es como si tuviera otra opción ya que nadie se peleaba por estar con él, mientras que Kiki le seguía en los pasillos, hizo que cambiaran su casillero a lado del de Zurie, le llamó en la cafetería e incluso lo siguió hasta el baño para comer junto con él cuando éste trató de huir.

Para Kiki el día se definía en un: “We like to party”, pero para Zurie era la encarnación de Psychosocial de Slipknot; llegando a un punto en que el muchacho sentía sus oídos zumbar, como cuando tienes a un mosquito que no te puedes quitar de encima; podía jurar que sufriría un crisis por la niña, sobre todo al tratar de comprender porqué ella insistía tanto en hablarle, estar con él, si ella era tan, tan, tan rosa…y él un punto negro , que aunque era alguien aplicado y responsable, tampoco es como si fuera alguien que atrajera a la gente.

Era la última clase, Zurie tamborileaba nerviosamente sobre su escritorio. Miraba fijamente el reloj sobre la pizarra, sintiendo cómo las manecillas del reloj que marcaban los segundos, iban tan lentos como su agotado corazón, ansiaba escuchar la chicharra e irse de ahí.

La campana finalmente sonó, el profesor seguía hablando, recordando las tareas que debían realizar, sin embargo, Zurie sólo se apresuraba en guardar sus cosas y levantarse para casi correr a la entrada, aceleraba sus pasos sobre el pasillo, tratando de no mirar hacia atrás; sentía que en cuanto ella sintiera su miedo, lo seguiría, y casi como si su pensamiento la invocara empezó a escuchar el: “Tap, Tap, Tap” que se convirtió en un “Taptaptaptaptaptaptap”.

—Zurie…yuhu, Zurie, te olvidas de mí—canturreó inocente, caminando rápidamente con un deje de torpeza, tratando de que sus tobillos no se doblaran.

Zurie optó por pararse de golpe, provocando que Kiki chocara con él y se cayera de sentón.

— ¡Ya déjame en paz! ¡Me tienes harto, deja de seguirme! ¡No seré tu amigo, nunca seré tu amigo, deja creer que somos amigos!—gritó fuertemente que las venas de su cuello y sien, saltaban casi vibrando, sintiéndose cómo se quedaría afónico— ¡No quiero que me hables otra vez ni te me acerques, no te me acerques!—sentenció exasperado.

La gente soltó una exclamación con verdadera sorpresa; cubrían sus bocas  y veían a la pequeña sentada en el suelo. Todos, absolutamente todos, sentían sus corazones estremecerse, excepto Kiki.

—Perdedora…—bufó en son de burla, un joven de cabello negro con mechas de colores.

— ¿Estás bien?—Se acercó un muchacho de cabellos pelirrojos y mirada verde, el cual tenía un acento francés.

—Ah sí, es…nuestra primera pelea—chilló emocionada, poniéndose de pie y sacudiéndose—. Esta amistad empieza a progresar, pero debo darle un toque final…

—Atif—se presentó el muchacho, riendo por lo bajo, enternecido por la niña.

— ¿Eres nuevo?—preguntó curiosa, ladeando la cabeza—. AH, soy Kiki—se apresuró de inmediato.

— ¿Se nota mucho?—Rió apenado, tratando de disimular su acento un poco y no parecer un pez fuera del agua.

—No es eso, es que yo también soy nueva y cuando alguien no me dice: “¿Eres nueva?” Es cuando sé que la otra no es nuevo y… ¿eso tiene sentido?—dijo esperando que no fuera demasiado balbuceo.

—Creo que sí. Un gusto Kiki, vamos en el mismo salón, por cierto.— Se atrevió a decir un poco apenado y tímido.

—Uh, cierto…convivir con Zuri no me dejó convivir con nadie más—musitó pensativa, hasta que su celular le interrumpió. Sacó aquel aparato lleno de estampitas y colgantes para ver el mensaje de su hermano—.Me tengo que ir, un gusto Atif…mañana podemos estar juntos y ser el trío de mejores ultra súper mejores amigos. —Sonrió para mover su mano y despedirse.

Atif rio arqueando un poco sus cejas, suspirando aliviado que al menos en su segundo día de escuela pudo hablar finalmente con alguien.

—Hey tú, fransesucho—alzó la voz  el joven de cabello de colores, quien vestía como lo que describirían: “una puta gótica”; con una camisa de red que no dejaba a la imaginación nada, donde sus pezones perforados relucían, unos jeans ajustados de falsa piel con algunas aberturas y unas botas viejas que tenían impregnada el aroma de tabaco y marihuana.

Atif se sobresaltó un poco, volteando para percatarse que aquel rostro pálido lo tenía a pocos cm de su cara. El joven le acorraló, podía apreciar más lo demacrado que estaba y cómo el maquillaje negro y viejo contorneaba sus oscuros ojos a pesar de estar algo corrido. Contuvo la respiración, podía sentir la peste de cigarros y un poco de alcohol.

—H-hola—carraspeó apegándose a los casilleros, mientras que la gente de su entorno seguía en sus cosas para no meterse en problemas.

—Hola…no te había visto del todo, es decir, no hablas mucho…apenas noté ese acento—bufó gustoso, como una hiena que encontraba un pedazo de carne jugoso.

—Ah, sí, sí—vaciló un tanto nervioso, sintiendo cómo empezaba a sudar frío—. Atif, ¿y tú eres…?—jadeó del miedo, tratando de ser amistoso.

—Altair…—El joven miraba al chico de arriba abajo, relamiendo sus labios que modelaban aquella perforación que la atravesaba—.Oye, parece que eres alguien que necesita amigos… ¿Por qué no nos volvemos amigos?

—Cl-claro. —Asintió algo animado, creyendo que tal vez sólo era alguien que no sabía relacionarse y de verdad quería ser su amigo.

—Genial, entonces…ahora como mi amigo, dame tu cartera; anda, apúrate.

Aquella pequeña ilusión se esfumó, intimidado y nervioso de cómo estaba siendo asaltado en la escuela; afirmando, a la vez que sacaba su billetera de manera torpe. Altair se la arrebató, y le sacó cada uno de sus billetes, lanzándole la cartera en el rostro para irse.

Atif quedó pasmado, se abrazó a sí mismo a su vez que se deslizaba por el casillero sin estar seguro de qué había pasado, conteniendo las ganas de llorar.

Notas finales:

Procuraré todos los días subir un capítulo hasta ponerme al corriente. Espero nos visiten en nuestras respectivas páginas de face y apoyen en ko-fi


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