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Deathaura por Brenna_Matsu

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Aquel invierno fue uno de los más duros que había azotado la región en 20 años, las frías temperaturas y las fuertes tormentas no fueron benevolentes con ningún alma en el pequeño pueblo en medio de las montañas. Las cosechas que normalmente sobrevivían las bajas temperaturas fueron diezmadas y gran parte de los animales del pueblo perecieron ante las heladas. La promesa de una primavera fructífera era cada vez más lejana para los pueblerinos.

Con la llegada de los días de sol llego la pequeña desesperación del pueblo, si bien la carne de los animales que fueron sacrificados antes que el frio cobrara sus vidas les permitirían dar de comer a las bocas de los niños y adultos, en tres meses más tendrían que entregar la primera cuota al rey y entregando toda la carne y lana que pudieran no tendrían cosechas si no hasta la segunda cuota dado nada de lo que se había plantado en otoño logro sobrevivir.

Para Akira no solo era preocupante el hecho que prontamente los alimentos podrían escasear para la población en post de contentar al rey, Takanori le había explicado que la tierra no se encontraba en las condiciones adecuadas para poder tener buenas cosechas en la mayoría de los campos por lo que las cosechas que llegarían a nacer para la segunda cuota del rey iban a ser pobres y decadentes. Y para el soldado eso solo significaba una sola cosa: la cuota seria pagada entregando chicos al servicio militar.

Cada vez que no se cumplía con las cuotas del rey se enviaban a los chicos entre los catorce y diecisiete años para que estos fueran entrenados como soldados de baja categoría, en otras palabras, la futura carne de cañón en caso de guerras.

- ¿Hay algo que podamos hacer? – pregunto aquella fría tarde de primavera mientras caminaban hacia la casa del azabache – Si el pueblo no cumple la cuota…

- Seré enlistado y tendré que abandonar el pueblo.

- Suena a que estuvieras resignado…

- En parte si – un largo suspiro abandono los labios del más bajo – no es la elección que quisiera, no quiero abandonar a mi madre y viajar a quien sabe cuántas montañas de aquí para servir a un idiota narcisista que solo piensa en con que rellenara su estómago en la noche.

Akira se rio un poco.

- Suena que describieras mi trabajo en parte.

- Es distinto.

El rubio volvió a reír para tratar de calmar el ambiente que se habían formado entre ellos dos. Esos meses no habían sido en vano y si había algo que él había aprendido era a leer al arisco pelinegro: y este estaba nervioso. El hecho de que mordiera sus labios indicaba que estaba pensando a todo lo que su analítica mente podía, debía existir alguna opción para evitar que él junto a los demás chicos fueran enviados a la milicia.

Aquella noche Takanori no podía conciliar el sueño, por lo que decidió abrigarse y salir a caminar por el bosque para despejar su mente. Tras la caminata con Akira y la ayuda de este para entrar a las cabras al corral había hecho un conteo rápido y ni entregando a todos sus animales, los cuales sobrevivieron al invierno solo gracias al corral que había diseñado y construido gracias al rubio, lograría cubrir la cuota del pueblo.

Sus pasos como siempre lo llevaron a aquel gran árbol, como buscando apoyo y guía de los Dioses del bosque entre aquellas grandes raíces. Se hizo un ovillo abrazando sus rodillas mientras se acomodaba entre una raíz sobresaliente, recostando su espalda en el tronco del Roble. A pesar de los fríos vientos que azotaron la región las grandes hojas del árbol jamás caían o se veían dañadas, al igual que las enredaderas que cubrían la gruesa madera.

- Espíritus del bosque… - murmuro casi para sí mismo- Nunca les pido ayuda, pero esta vez requiero de su guía…

Un fuerte pero tibio viento se levantó en el lugar, moviendo el largo cabello del chico como llamándole. Aquella sería una larga noche.

 

Unos días pasaron y las hambrientas aves atacaban cada cosecha que era plantada por los agricultores, la tierra aun con vestigios de la nieve y el congelamiento no estaba recibiendo adecuadamente las semillas y estas morían secas o devoradas por las aves. La desesperación era palpable en las casas dado que comprendían lo que eso significaba. Las semillas que quedaban empezaban a escasear y ni los árboles que ya deberían estar en flor o dando sus primeros frutos daban alguna esperanza de ello.

Aquella noche, un chico de cabellos grises se levantó en la noche para poder ir al baño, por lo cual se abrigo y se alisto de mala gana para tener que ir a la letrina que se encontraba cerca del campo de cultivo, maldiciendo la idea de su padre de construir dicha habitación pensando más en el trabajo que en la comodidad de su familia.

La noche estaba despejada y la gran luna llena brillaba en el alto del cielo, por lo que no llevo una vela para iluminarse; el sueño aún estaba presente en él cuando un ruido cerca del campo llamo su atención. Evitando hacer ruido se acercó a la valla de madera que separaba los cultivos de su padre con los del vecino y vio como una figura encapuchada caminaba por el huerto de su familia cargando un extraño saco el cual ya se veía casi vacío a la distancia. En un momento la sombra se detuvo y paso su mano por lo que sería su frente y siguió con su trabajo, no se veía ni muy alto ni muy fornido, por lo que el chico se armó de valor para poder ir a por aquel extraño que estaba husmeando en los terrenos de su familia.

Fue cuando aquella extraña figura se acercó a los árboles y esparcía el extraño polvo que tenía en el saco que fue alcanzado por el peligris, atrapándolo contra la dura madera de aquel naranjo que amenazaba con secarse.

- ¡¿Quién mierda eres y que haces en los campos de mi familia?! – grito el chico

- Takeru baja la voz, o vas a despertar a la mitad del pueblo… - Dijo con un deje de dolor el más bajo dado que el mayor le estaba apretando en un ángulo extraño su brazo contra la espalda y el rostro lo tenía contra la madera astillada.

- ¡¿Takanori?!

 

El sol se levantó y con esto el rubio de ojos negros se preparó para su turno de mañana, debía ir a la plaza para relevar a sus compañeros que hicieron el turno de noche y así poder partir el día. Silbando se fue caminando hasta el centro del pueblo pero algo llamo su atención: si bien eran las seis y media de la mañana aproximadamente ¿Por qué había un tumulto de gente tan temprano?

- ¡¡Les digo que estaba maldiciendo los campos!!

- ¡¡Es un brujo!!

¿Qué carajos estaba pasando?

Akira se acercó a la masa de gente y fue cruzando entre ellas hasta llegar al centro. Su corazón se encogió al ver a Takanori en medio de todos, con las manos atadas a la espalda, su cabello suelto y alborotado, de rodillas en el piso y con una clara marca de un golpe en la cara. Takeru, uno de los chicos que siempre molestaba a Takanori se encontraba de pie al lado del cuerpo del azabache y sostenía el saco que usualmente el de ojos grises usaba como saco de abono.

- Ahh Akira, llegaste – Saludo Shiroyama, su compañero de guardia y al que debía cambiarle el turno – Tenemos una situación aquí y la verdad ya estoy harto de los griteríos de estos críos.

- ¡No estoy mintiendo! ¡Agarre a este desgraciado rondando por los campos de mi familia esparciendo quien sabe que mierda en ellos! – grito mientras arrojaba el saco frente al golpeado chico que yacía en el piso.

- Tal vez es el culpable de que la tierra no quiera dar frutos ni recibir las semillas… - se escuchó el murmullo entre los pueblerinos curiosos y morbosos que veían la escena.

- Es simplemente abono para la tierra…

- ¡Si es por culpa de tus brujerías que nos llevan lejos de aquí te matare maldito engendro! – Grito uno de los chicos que acompañaban siempre al peligris, mientras se acercaba peligrosamente a Takanori y le daba una fuerte patada en las costillas al chico de rodillas - ¡Te lo juro!

- ¡YA BASTA! – grito Akira colérico ante el acto de violencia hacia Matsumoto. Dio un fuerte paso hacia adelante y alejo al chico con su sola presencia.

- Akira… - susurro lleno de dolor Takanori.

- ¿Acaso tienen pruebas de que Matsumoto sea un brujo? No, solo son sus tontas creencias de campo.

- Akira cálmate…

- No me digas que me calme Takashima, su trabajo precisamente es evitar que estupideces y agresiones como estas ocurran, así que disuelvan esta muchedumbre chismosa y espero que no se repita una estupidez como esta. ¿No ven que este chico esta indefenso y ustedes no hacen nada?

- Pero fue encontrado por…

- Me importa un bledo Shiroyama, Matsumoto también es un agricultor y posiblemente simplemente tratando de ayudar a esta tropa de ignorantes y ahora es acusado injustamente por algo tan ridículo como brujería ¿Volvimos al siglo pasado acaso? Hagan su trabajo o los reportare al General.

Los dos soldados acataron las ordenes de Akira y comenzaron a sacar a la gente que miraba curiosa el espectáculo.

- Y a ti Takeru, te quiero lejos de Matsumoto ¿entendido?

- Pero…

- no lo voy a repetir nuevamente, ¿entendido o no?

La expresión del rubio era filosa y su mirada demostraba la ira, el chico trago grueso asintiendo con la cabeza y se retiró a su hogar lo más rápido que le permitieron sus piernas.

El rubio se giró hacia el azabache y se agacho para poder desatar sus muñecas.

- Mierda… son cuerdas para caballos de trabajo y las apretaron demasiado, te van a dejar heridas.

- No tenías que meterte Akira.

- No empieces Takanori – dijo mientras terminaba de desatar el fuerte nudo que habían hecho a las cuerdas-Listo.

El menor al sentir sus manos libres por instinto las llevo hacia adelante para poder sobar sus adoloridas y rojas muñecas pero al hacer el movimiento con cierta brusquedad los múltiples golpes que ya había recibido en el torso y abdomen comenzaron a doler como los mil demonios, haciendo que el de ojos grises cayera al piso.

- agh… - trato de callar el gemido de dolor pero fue en vano.

- No estás en condiciones de irte solo a la cabaña, a tu madre le dará un infarto- Se arrodillo dándole la espalda a Takanori- Ven te llevo.

Tras rechistar y negarse, pero al notar que no podía dar ni dos pasos sin doblarse de dolor decidió que debía aceptar la ayuda de Akira. El mayor cargo en su espalda al chico y se llevó consigo el saco del menor a pedido de este.

- No tienes que cargarme todo el camino Akira…

- Takanori, no te puedes mantener en pie, además, solo nos faltan unos minutos y llegaremos a tu casa – Sintió como el azabache suspiraba y se quejó de dolor por esto.

Debido a la hora, la madre de Takanori aún se encontraba durmiendo por lo que, sin hacer ruido, se dirigieron a la habitación del más bajo y con cuidado le ayudo a sacarse la ropa para ponerle el pijama.

- Esto te dejara muchos moretones Taka… - Murmuro Akira al ver la piel nívea del torso de su amigo, la cual ya comenzaba a amoratarse.

- No tengo tiempo para estos males, tengo que cuidar de mi madre y de mis cultivos…

- Yo te ayudare, tu preocúpate de sanar. No vaya a ser que te rompieron una costilla de tanto patearte en el piso.

Otro largo suspiro abandono los adoloridos pulmones de Takanori.

- entre nosotros ¿Qué mierda hacías en la noche? Takeru es un imbécil pero no es un mentiroso.

- Yo… estaba tirando un abono que hice con las enredaderas del bosque en los campos de todo el pueblo, deje la casa de Takeru para el ultimo porque es la que queda más lejos.

Akira arrugo la nariz ante las palabras de Takanori, ¿tal era su desesperación por no ser enlistado que puso en riesgo solo por un poco de abono? Miles de preguntas pasaron fugazmente por la mente del rubio, más sabia que la mejor opción en ese momento era callar y dedicarse a inmovilizar el torso del menor con unas vendas improvisadas con una polera vieja y roída que el azabache le facilito para romper.

Tras el incidente, no se hizo mención sobre el extraño comportamiento del azabache en el pueblo, solo se dedicaron a ignorarlo más de lo que ya hacían a él y a su enferma madre; no comprando los productos que sus animales entregaban. Takanori resignado cada vez fue acudiendo menos al pueblo, dado que gracias a sus pequeños cultivos y la gracia de sus animales no necesitaba grandes cosas para su casa y las que eran requeridas, como velas y ropa, eran facilitadas por Akira.

Los aldeanos por su parte agradecieron a su Dios, dado que la tierra poco a poco fue aceptando a las semillas que comenzaron a germinar dando paso a pequeños cultivos, algunos de crecimiento rápido y otros lento pero en ambos casos saludables. Los árboles comenzaron a dar flores y el ambiente se llenó de insectos que cargaron de polen sus cuerpos trayendo consigo las bendiciones de la miel recién preparada por las abejas de montaña.

Los meses transcurrieron dando paso a un verano caluroso y ameno para las siembras. Las heridas del azabache sanaron con el tiempo, gracias a la ayuda del soldado los campos y los animales del pelinegro nunca habían estado en mejor estado, llamando la atención del mayor más este no quiso mencionar nada: él jamás tuvo dedos para la agricultura y todo lo que tocaba perecía según su hermana pero por primera vez logro comer una verdura cultivada por él y no murió en el proceso.

Aquel día de verano ambos chicos decidieron dar un pequeño paseo mientras las cabras pastaban cerca del lago, por alguna razón había cierto nerviosismo en el estómago del mayor: llevaba pensando toda la tarde hablar de un tema serio con Takanori pero las palabras no lograban salir de su garganta.

- Veo que ya estas completamente recuperado – Dijo Akira mientras veía al de ojos grises agacharse sin problemas para recoger unos hongos comestibles que estaban en la madera de un árbol cercano.

- aha, ya no me duele ni correr.

- ¿Estuviste corriendo?

- se escapó una cabra, tenía que ir por ella.

Una buena carcajada de parte del rubio rompió la quietud del bosque mientras que una pequeña pero sincera sonrisa adornaba el rostro del más bajo.

- Eres increíble Taka- Dijo acercándose al menor y abrazándolo por la espalda, acto que sorprendió pero no incomodo al aludido.

- No lo soy Akira, solo soy un chico como cualquiera – dijo bajando su mirada tratando de evitar el pequeño sonrojo de sus mejillas.

- Takanori… -suspiro apoyando su cabeza en los largos cabellos oscuros- Debo decirte algo.

Ambos se separaron un poco y Takanori se giró para quedar frente a frente. El más alto se veía nervioso pero no apartaba sus oscuros ojos de los grises, los brazos del mayor aún estaban alrededor de la esbelta figura del azabache y este solo podía jugar nervioso con el pequeño saco en el que llevaba las setas.

- ¿Sucedió algo Akira?

- No, bueno si, no es fácil decirlo.

- ¿Necesitas ayuda con algo? Sabes que estoy para ayudarte en lo que pueda.

Akira llevo una de sus manos a su rostro, como queriendo quitarse el nerviosismo que lo invadía.

- No Takanori, no es eso -Suspiró – solo que no encuentro las palabras más adecuadas para decirte lo que necesito.

- Entonces solo dilo, me estas poniendo nervioso a mí también.

 El rubio inspiro profundo y dejo ir el aire lentamente, la mano que antes estaba en su rostro bajó hasta el rostro de Matsumoto y dejo una suave caricia en la mejilla contraria.

- Estoy tratando de no ser aplastantemente directo contigo y tu no estas cooperando- se rio- pero creo que eso es una de las cosas que me gustan de ti – conectó las miradas de ambos chicos mientras sonreía- Me gustas Takanori Matsumoto.

 El azabache abrió sus ojos un poco más de lo normal y solo reaccionar a abrir un poco su boca. La confesión lo había tomado por sorpresa mientras su corazón comenzaba a latir de forma rápida.

- Disculpa que te lo diga así es solo que…

- No Akira, no te disculpes – callo rápidamente al mayor tomando la mejilla de este con una de sus manos- Yo… Akira, tú también me gustas y mucho, pero esto… yo…

- ¡¿también te gusto?!

- Akira ese no es el punto… Hay cosas que de mí que no sabes… Mi familia, Mi madre no es mi verdadera madre.

- ¿Qué tiene que ver eso con que nos gustemos?

- Akira… mi familia biológica es diferente en algunos aspectos…- Bajo la mirada inseguro si seguir hablando- no creo que debas enamorarte de alguien como yo de todos modos.

- Takanori… si quieres rechazarme hay mejores formas de hacerlo – Rio nervioso el rubio.

- No es eso Akira, ya has visto el trato del pueblo conmigo… tengo miedo de arrastrarte conmigo en esta ola de rencor y miedo, la gente ve cosas y sé que un día vendrán…

- Takanori, no tienes de que temer, yo estaré para cuidarte a ti y a tu madre, además eres un chico fuerte.

- Tengo miedo… tengo pesadillas en las cuales vienen con antorchas y reclaman buscando al chico sin nombre… y sé que si eso llega a suceder quien tenga el amor de esa persona ya no estará seguro. Si algo me pasa no es para tanto, pero si algo te llega a suceder a ti… - la desesperación en la voz del menor era palpable.

Cuando Matsumoto levanto la mirada encontrándose con una gran y sincera sonrisa de parte del rubio, el cual levanto sus brazos hasta los hombros y rostro del azabache, el cual le miraba sin entender el accionar del mayor. Cuando las duras manos del soldado acariciaron con suavidad el rostro de Takanori, este supo que sus palabras no asustarían al hombre que tenía frente a él.

- Taka, si quieres alejarme, deberás tener algo mejor para decir – Dijo suavemente mientras acercaba su rostro al contrario.

- No quiero alejarte… - instintivamente también comenzó a mover su rostro en la dirección del mayor.

- ¿Entonces? - sus labios ya casi se tocaban.

- solo… que si algo me sucede… quiero que sepas…

 

Los ojos de ambos estaban entrecerrados, negándose a cortar esa conexión profunda que tenían sus miradas en ese momento. Antes de que Takanori volviera a hablar fue callado por los finos y suaves labios de Akira, reclamando la boca contraria con ternura. Los brazos del pelinegro dejaron caer la bolsa con setas y rodearon el cuello del rubio, mientras que una de las manos del mayor bajo hasta la estrecha cintura y la otra acariciaba suavemente la mejilla de su ahora amante.

El beso fue largo, había muchas emociones en los pechos de ambos y estos encontraron en aquel suave contacto la mejor forma de expresarse. Cuando el aire escaseo en los pulmones de ambos se separaron un poco lentamente.

 

-hasta que tenga mi paz, seré una sombra...- Dijo en un susurro sobre los labios contrarios el azabache, como sellando un pacto secreto entre ambos.

Aquel verano, fue el más fructífero para la región en décadas.

Notas finales:

Hola a tod@s!

Aqui yo llegando con un nuevo capitulo!!

muchas gracias a la gente que se ha tomado el tiempo de leer esta historia c: debo decir que me esta gustando mucho esta historia.

A lo más le quedan uno o dos capitulos, aun no lo se. pero tratare que esten bien escritos y sean de su agrado.

Bueno, sin nada más que decir, solo les pido que se cuiden en estos tiempos de pandemia.

 

Adios~~


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