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Legado - Harry Potter por Lilit Yuu Jaganshi

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Notas del capitulo:

Notas de la Autora: Hola! Aquí subiendo el sexto capítulo! Espero sea de su agrado!

Lo estoy subiendo hoy, porque tendré un fin de semana algo ocupado, pero para no quedarles mal, prefiero adelantarlo un día!

Y aprovechando, quiero agradecer el comentario de Paolaneko1!!! 

Descargo de responsabilidad: Ya saben que nada de este mundo me pertenece, todo es de la queridísima JK Rowling , yo solo lo manipulo para mi entretenimiento: D

Capítulo 6: Slytherin

 

Sirius, Remus:

Quede en Slytherin.

Harry

Así de escueta era la nota que les había llegado por la madrugada con Hedwig. Remus no supo que decir, y sólo atino a mirar a Sirius preocupado.

Y Sirius simplemente miró la carta con el ceño fruncido, como si no entendiera el idioma en que estaba escrita.

- Voy a Hogwarts – declaro entonces, y se alejó a la chimenea.

- ¡Espera, Sirius! – le pidió Remus, poniéndose frente a él para evitar que terminara de acercarse.

- ¿Qué? – quiso saber con cierta irritación el pelinegro.

- Son las 3 de la mañana – le recordó Remus amable – Mañana puedes ir –

- No, voy a ir ahora. Harry no debe pasar ni siquiera una noche en ese nido de serpientes. ¡Harry no debe estar en Slytherin, seguro hubo un error! – le respondió Sirius con tozudez.

- Pero la carta es clara. No creo que Harry se equivocara al escribirla – refuto suavemente el castaño.

- ¡Quizás sí!, ¡Incluso mira la carta!, ¡Es tan corta que quizás ni siquiera es de Harry! – protesto Sirius molesto.

- Sirius, es la letra de Harry – observó suavemente Remus, armándose de paciencia ahora que veía la molestia del pelinegro aflorar – “Mejor que explote ahora, y no mañana que estemos en Hogwarts” – pensó.

- ¡Aun así puede haber un error!, ¡El Sombrero pudo haberse equivocado!, ¡Esa carta es demasiado corta! – siguió despotricando Sirius con terquedad.

- Tal vez Harry estaba tan asombrado como tú, y no supo que más poner – sugirió Remus – Mañana que vayamos, podremos hablar con él, pero no creo que si el Sombrero Seleccionador lo puso en Slytherin, sea por error –

- ¡Es un Sombrero viejo! – gruñó Sirius - ¡Ya está dando las últimas!, ¡Quizás incluso ya deberían cambiarlo! –

Pese a todo, Remus no pudo evitar sonreír.

- Si bueno, sabes que el Sombrero funciona con magia, Sirius. La magia no envejece, y el paso del tiempo no afecta al Sombrero de esa forma – le recordó.

- ¡Pues se equivocó! – aseguró Sirius con firmeza - ¡En Slytherin sólo están los magos malvados, y Harry no es un mago malvado! -

- Sabes que eso no es verdad, Sirius, que… - pero interrumpió lo demás que estaba por decir, cuando ciertos pensamientos se colaron en su cabeza. Dirigió una mirada aguda a Sirius.

- ¿Qué? – preguntó Sirius a la defensiva. Nunca le gustaba cuando el castaño le dirigía ese tipo de miradas.

- Sirius, no le dijiste a Harry eso sobre estar en Slytherin, ¿Verdad? – le preguntó Remus, mirándolo atentamente.

- No sé de qué hablas… - le respondió Sirius haciéndose el desentendido, pero la forma en que miró hacia otro lado con nerviosismo, le dio a Remus todas las respuestas que necesitaba.

- ¡Lo hiciste! – le acusó, comenzando a sentirse molesto.

- ¡Pero nunca pensé que terminaría ahí! – se defendió Sirius de inmediato - ¡Esa Casa solo está llena de bastardos idiotas! –

- ¡Y tu ahijado está ahí ahora! – le regaño Remus, alzando él mismo la voz - ¡Sirius Black, ¿Cómo pudiste llenarle la cabeza de esas historias?!, ¡No es de extrañar que Harry sólo escribiera esas pocas líneas!, ¡Debe estar todo asustado o confundido, y es por tu culpa! –

- ¡Pero Remus…! – intento defenderse el pelinegro.

- ¡Pero nada, Sirius! – le interrumpió el castaño con firmeza - ¡Sabes que esos son prejuicios!, ¡No todos los magos son malos o unos bastardos por pertenecer a Slytherin!, ¡Mañana vamos a ir a Hogwarts, sí, pero no para hablar con Dumbledore!, ¡Vamos a ir, y vas a hablar con Harry para explicarle que lo que dijiste sobre Slytherin eran sólo tus tontos prejuicios, y que no significa que vaya a ser un mago malvado por estar ahí!, ¡¿Escuchaste?! –

Sirius se removió incómodo. Nunca le gustaba cuando Remus se enojaba así con él.

- ¡¿Escucharte, Sirius Black?! – presiono de nuevo Remus, gruñéndole.

- Si, si, está bien, escuche… - murmuró Sirius, removiéndose incomodo, como niño regañado.

- ¡Bien! – convino Remus, y aún enojado con Sirius, se dio media vuelta y salió de ahí molesto.

 

***

 

A primera hora de la mañana siguiente, Remus y Sirius estaban atravesando la chimenea para llegar a la oficina de Dumbledore, quien ya los esperaba junto con otra persona.

- Quejicus… - masculló Sirius al verlo.

- Sirius, por favor – le pidió Remus con seriedad, y Sirius, mirándolo de reojo, se removió incómodo, asintiendo simplemente con la cabeza. Sabía que Remus aún estaba enojado, y no quería enojarlo más.

Snape sólo lo fulmino con la mirada, pero no dijo nada tampoco. No iba a gastar saliva en ese idiota.

- Por favor, tomen asiento – invito Dumbledore, señalando las dos sillas al otro lado de la habitación.

Sirius y Remus se sentaron.

- Imagino que quieren hablar sobre la selección de Harry en Slytherin – inquirió Dumbledore amable, y Sirius se removió mirando hacia otro lado. Claro que quería hablar de eso, pero sólo haría enojar más a Remus si abría la boca.

- No creo que haya algún error, ¿Cierto? – fue Remus quien preguntó con tranquilidad.

- No – respondió Dumbledore – Yo mismo hable con el Sombrero Seleccionador después. No hay un error, y tampoco es posible cambiarlo de Casa –

Snape bufo. Allí iban sus esperanzas. Dumbledore sólo lo miró de reojo, pero no dijo nada.

- ¿Estará seguro en Slytherin? – quiso saber Remus.

- Debería – respondió Dumbledore mirándolo de nuevo.

- Me preocupa ese “debería” – no pudo evitar comentar Sirius, mirando ahora al mago mayor.

- Es una realidad que Harry estará compartiendo Casa con varios jóvenes cuyos padres llevaron la Marca Tenebrosa, sea por voluntad propia o no – les explicó Dumbledore.

- ¡Es como dejarlo en un nido de Serpientes venenosas! – gruño Sirius sin poder evitarlo.

- Cuida tus palabras, Black, hay Leones que también sacaron sus garras para desollar a los suyos – le siseo Snape.

- ¡Cállate, Quejicus! – le espetó Sirius poniéndose de pie, acicateado por sus palabras.

- ¡Basta Sirius! – le riñó Remus con dureza, y fue todo lo que necesito para que Sirius se removiera y volviera a acomodarse en su silla, negándose a mirar a Snape.

- Estas bien domesticado, Black – no pudo evitar burlarse Snape.

- Evitemos estas discusiones, por favor, Severus – le pidió Dumbledore, dirigiéndole una seria mirada – Hay algo más importante que nos tiene reunidos aquí, que sus resentimientos estudiantiles –

Ahora fue el turno de Snape de gruñir. ¡No eran resentimientos estudiantiles!, ¡El idiota de Black casi lo mataba cuando aún estudiaban!, ¡Obviamente eso debía considerarse algo más que un resentimiento estudiantil! Se cruzó de brazos.

- “Estúpido Black” – pensó con acidez.

- La vida de Harry puede peligrar en Slytherin entonces, si es verdad que Voldemort regresara algún día – murmuró Remus, al ver que los dos magos ya no seguirían peleando.

- Podría, sí – concedió Dumbledore – Por eso trabajare junto con Severus para estar al pendiente de los alumnos de la Casa de Slytherin, pero sobre todo, de aquellos alumnos cuyos padres formaron parte de las filas de Voldemort en su momento –

- Más de la mitad de ellos – se quejó Sirius.

- Entonces estaremos al pendiente de más de la mitad de los Alumnos de la Casa de Slytherin – sentenció Dumbledore con tranquilidad, antes de dirigirle una significativa mirada – A final de cuentas, creo que sabes mejor que nadie, que los ideales de los padres no siempre son los ideales de los hijos, Sirius –

Sirius se removió incómodo, pero no dijo nada, solo se hundió más en su silla.

- Queremos hablar con Harry, Dumbledore – le pidió Remus entonces.

 - Esta bien. Creo que a él le ayudaría escucharlos antes de comenzar las clases – convino Dumbledore, volviéndose a Snape – Severus, por favor llámalo antes de que vaya a desayunar –

Snape asintió con la cabeza, y poniéndose de pie sin decir nada más, abandono ese lugar.  Pronto encontró a uno de sus Prefectos y le ordeno que fuera a avisar a Harry Potter que Dumbledore lo quería en su oficina, y espero cercas del pasillo de la gárgola a que llegara para dejarlo entrar.

 

***

 

Harry no había podido dormir mucho, así que a la mañana siguiente se levantó temprano. Como todavía no se sentía del todo cómodo con sus nuevos compañeros de cuarto, se apresuró a vestirse para adelantarse al Gran Comedor. Ponerse los colores esmeralda fue muy extraño, sobre todo, cuando siempre pensó que usaría los colores escarlata. Trato de anudarse la corbata, pero no hubo caso, y guardándosela en el bolsillo de la túnica, salió de ahí con su mochila al hombro.

Al atravesar la Sala Común, sintió unos ojos que le observaban fijamente durante su recorrido, y al volverse, comprobó que el retrato de Salazar Slytherin le miraba. Su rostro era serio, casi frio e inexpresivo, pero su mirada fija y penetrante, le hacían sentir incómodo. Anoche que habían llegado, también noto que el retrato lo miraba fijamente, aunque no entendía porque. No le dio más vueltas y se apresuró a salir, a fin de cuentas, el retrato no le había dirigido la palabra hasta ahora.

- ¡Potter! – le llamó un joven que venía en su dirección, justo cuando iba saliendo de la Sala Común. Era mayor, y por la insignia y los colores de su túnica, supo que era Prefecto de su casa.

- ¿Qué sucede? – preguntó.

- El Profesor Snape dice que el Director te espera en su oficina – le informó el chico – Vamos -

Harry frunció ligeramente el ceño al escuchar eso, preguntándose por qué razón el Director querría verlo; Hasta donde sabía, no había hecho nada malo. De pronto, tuvo un pensamiento que lo hizo sentir tan animado como no había estado desde anoche: Quizás, el Director quería hablar con él para informarle que todo había sido un error, y sería cambiado a Gryffindor a la brevedad. Asintió con la cabeza y siguió al chico.

Caminaron en silencio, y luego de algunos minutos, llegaron a un pasillo donde pudo ver la alta figura del Profesor Snape, su Jefe de Casa.

- Aquí está, señor – dijo el Prefecto en cuanto llegaron.

Snape asintió con la cabeza.

- Puedes retírate – le indico con voz plana y fría, antes de dirigir su atención al mocoso. Sin duda era el vivo retrato de su padre, a excepción de los ojos… - ¿Qué nadie le enseño a peinarse, Potter? – casi escupió, y a Harry le pareció que su voz sonó más fría que cuando se dirigió al Prefecto, y que pronuncio su apellido incluso con cierto veneno.

- Es imposible, señor – le respondió, aunque de igual forma trato de aplastar su cabello para ordenarlo un poco. Fue una pérdida de tiempo, porque incluso el cabello pareció desordenarse más cuando aparto la mano.

Snape alzó una ceja.

- Debieron haberle enseñado a usar el peine – mascullo, y enterró su mano en el alborotado cabello, para tratar de peinarlo hacía atrás. Esperaba encontrarlo enredado, inclusive desagradable al tacto, pero contra todo, su mano paso entre las hebras con facilidad, y no pudo dejar de notar lo suave que de hecho era.

Fue una acción rápida de pasar la mano por su cabeza, pero en cuanto la aparto, el cabello volvió a desacomodarse, desordenándose incluso más, como si acabara de bajar de la escoba, y Snape apretó ligeramente los labios al ver eso. Siempre le había parecido que el estúpido de James Potter gustaba de llevar el cabello así, para buscar verse interesante, y se negaba a pensar que de hecho su cabello de forma natural pudiera acomodarse de esa forma.

- Vamos, Potter – le ordeno con fastidio, ya no queriendo seguir entreteniéndose en eso, y a Harry le pareció que sonó más frio y venenoso que antes al pronunciar su apellido.

- Sí, señor – respondió de inmediato, siguiéndolo por el pasillo hasta la estatua de una gárgola, donde el Profesor pronuncio una contraseña que no alcanzó a escuchar.

La gárgola se hizo a un lado.

- Entra, te están esperando – le indico Snape – Y no te quiero tarde en tus clases. Si pierdes puntos, obtendrás detención por toda la semana – le advirtió.

- Sí, señor – volvió a responder de inmediato, apresurándose a subir las escaleras para salir de su vista. Algo le decía que no era bueno enojar a ese hombre.

Cuando abrió la puerta de la oficina, se quedó de piedra. No esperaba ver a Remus y a Sirius ahí, y fue incapaz de dar un paso más hacia dentro.

Fue Remus quien rompió el silencio.

- Te queda bien el color de la túnica – quiso decirle, y le sonrió cálido mientras se ponía en pie. Sí, se había sentido impresionado de verlo envuelto en los colores de Slytherin, pero fueron aquellos inseguros ojos verdes, los que le hicieron decidirse. No permitiría que esos colores definieran su sentir por Harry, y Harry no era malo.

- Es verdes… - murmuró Harry.

- Lo es… - confirmo Sirius, y su voz sonó más sería de lo que en realidad pretendía.

Remus le dirigió una mirada dura, y Harry apartó los ojos.

Sirius suspiro pesadamente, y poniéndose de pie, se acercó a su ahijado. Puso una rodilla en el suelo frente a él, para poder quedar a su altura, y tomando su mentón, suavemente le hizo mirarle.

- Lo siento – se disculpó, sonriéndole cálido – Seguramente fue todo lo malo que dije de Slytherin, lo que te tiene inseguro de estar en esa Casa, ¿Verdad? – preguntó, y los ojos de Harry lo miraron atentos, aun cuando en el fondo de esas orbes, pudo ver brillando la inseguridad – Remus tiene razón, fueron sólo mis tontos prejuicios hablando, mi odio principalmente por mi relación con mi familia y por la guerra, pero muchos magos que han servido y aportado a la Comunidad Mágica, han venido de Slytherin, y en la guerra, hubo gente que estuvo en Slytherin y que nos apoyó; Inclusive Harry, el propio Merlín, el mago más poderoso de todos los tiempos, fue un Slytherin –

- ¿En serio? – le preguntó Harry asombrado.

- Si – convino Sirius, feliz de ver otra emoción en su ahijado que no fuera la inseguridad – Slytherin suele ser la Casa que da más magos malos, eso es verdad, pero cuando da magos buenos, estos suelen ser excepcionales, y si el Sombrero Seleccionador te ha puesto ahí, entonces sin duda serás un mago excepcionar, Harry –

Remus se acercó a ellos, poniendo suavemente una mano sobre el hombro de Sirius, feliz y orgulloso de sus palabras. Al ver a Harry mirarle, le sonrió suavemente.

- No creemos que vayas a ser malo, o un Mago Oscuro por estar en Slytherin – le aseguró – Está bien si estas en esa Casa –

Harry los miró a ambos con un nudo en la garganta, y sin poder decir nada, sintiendo los ojos picarle por las lágrimas, se acercó a Sirius abrazándose a él, sintiéndose confortado cuando los brazos de Sirius primero y los de Remus después, le envolvieron de forma cálida y protectora, luego de lo inseguro que había estado desde la Selección.

Ninguno dijo nada durante largos minutos, se limitaron a consolar a Harry como necesitaba, sabiendo que lloraba en silencio, y no se separaron de él, hasta que el mismo ojiverde fue quien se sintió preparado para alejarse. Verlo sonreírles por fin, hizo sentir mejor a ambos, pese a los ojos ligeramente enrojecidos que ahora traía.

- ¿Y la corbata? – preguntó Sirius al notar que no la llevaba.

- No se anudármela… - le respondió Harry apenado, sacándola de la bolsa de la túnica donde también llevaba la varita.

Sirius le sonrió, y pese a que jamás pensó que sostendría una corbata de Slytherin, lo hizo sin querer pensar en eso. Harry era más importante para él que ninguna Casa.

- Mira, debes hacerlo así – le explicó, poniéndole la corbata, para enseñarle paso a paso como debía anudarla, y Harry lo observó atentamente para aprender.

- No te preocupes si no aprendes bien ahora, podemos enseñarte cuando regreses a casa para navidad – le prometió Remus, alborotando su cabello.

- Eso suena bien – aceptó Harry animado, sintiendo entonces que toda esa ansiedad y preocupación que había estado pesando en él, se disipaba por fin.

Recordó lo que el Sombrero Seleccionador había dicho sobre regresar la gloria a la Casa de Slytherin, al igual que las palabras de su padrino sobre los magos buenos que salían de esa Casa. Quizás haber quedado en Slytherin, no era tan malo como había pensado al inicio, y no todos eran malos por estar en esa Casa…

 

***

 

Draco no estaba nada feliz cuando se despertó.

Anoche había estado feliz cuando se enteró que compartiría no solo la Casa con Harry Potter, sino también el cuarto, por lo que se apresuró a enviar una lechuza a cada uno de sus padres para contarles la noticia, junto con la obvia información de que había quedado en Slytherin.

Trato de hablar después con el pelinegro, pero aún parecía aturdido de haber quedado en la Casa de Slytherin y se fue a dormir después de mandar una carta. Obviamente seguía asimilando la noticia, así que por esa ocasión, Draco lo dejo, a final de cuentas, al día siguiente tendrían clases y debían dormir.

Cuando despertó sin embargo, Harry no estaba, ni tampoco sus cosas. Se apresuró a arreglarse para bajar al Gran Comedor, pero no lo vio ahí, lo que comenzó a ponerlo de mal humor.

10 minutos antes de que el desayuno terminara, y cuando estaba levantándose para marcharse, lo vio entrar.

- ¡Por fin llegas! – le reclamó en cuanto lo vio acercarse a la mesa, haciendo que Harry lo mirara confundido.

- ¿Qué? – preguntó.

- ¡Pensé que no llegarías a desayunar! – le siguió reclamando Draco, volviendo a sentarse, e ignorando la confusión en los verdes ojos - ¡Anda, siéntate y desayuna rápido!, ¡Ya casi tenemos que irnos a clase! –

Harry parpadeo confundido, pero se sentó a la mesa para desayunar lo poco que alcanzara, recordando la amenaza de su Jefe de Casa sobre llegar tarde a clases.

- ¡Y por Merlín, Harry, debes hacer algo con tu cabello, no está bien que lo traigas así! – comentó de pronto Draco, y sin saberlo, enterró la mano en aquel cabello como había hecho su Jefe de Casa horas antes, notando con cierto asombro, justamente lo mismo que había notado Snape, pero a diferencia de él, Draco dejo la mano sobre el cabello ante la sorpresa.

- ¡Déjame Draco! – se quejó Harry apartando aquella mano de su cabeza. Con su Jefe de Casa no lo había hecho, pero sin duda lo haría con un compañero.

Draco no dijo nada más, simplemente miró su cabello curioso, preguntándose como rayos si su cabello era suave y estaba desenredado, podía mantenerse así de desordenado con tanta naturalidad… Harry Potter era todo un misterio para él, pero eso no hizo más que hacerle sonreír ampliamente. Le encantaban los retos y los misterios, y más, si eran entorno a un tema que le interesara, y Harry Potter definitivamente era un tema interesante para él. Notaba sus ojos ligeramente enrojecidos, señal de que había llorado, pero no se veía tenso como la noche anterior. Sin lugar a dudas, el humor de Draco había comenzado a mejorar.


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