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Legado - Harry Potter por Lilit Yuu Jaganshi

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Notas del capitulo:

Notas de la Autora: Hola! Aquí subiendo el séptimo capitulo! Espero que sea de su agrado, aunque estoy viendo que es algo pequeño o.o

Lo estoy subiendo hoy, porque el sábado no voy a tener oportunidad, y ya saben que prefiero adelantarme un día que atrasarme varios xD

Ya saben que agradezco comentarios!

Disclaimer: Ya saben que nada de este mundo me pertenece, todo es de la queridísima JK Rowling , yo solo lo manipulo para mi entretenimiento: D

Capítulo 7: El Tercer Piso

Durante aquella primera semana, Harry tuvo que adaptarse a su nueva vida, y no fue nada fácil, porque no sólo era adaptarse a las clases, o a Hogwarts mismo que era un dolor de cabeza, sino a sus compañeros de Casa.

Fue aprendiendo que la mayoría de los Slytherin eran bastante orgullosos de su sangre y de sus riquezas, algo que según ellos los hacía superiores al resto de los magos, pero que a su parecer los volvía arrogantes la mayoría del tiempo, al igual que intratables si no eras parte de su círculo. Eso no le gustaba de ellos, y realmente esperaba nunca ser así, aunque también tenía que admitir que la mayoría de sus compañeros se tomaban las clases bastante en serio. Varios, ya habían ganado puntos para la Casa en alguna clase, y Harry tenía la sensación de que estaban compitiendo para ver quién podía acumular más punto. Las únicas excepciones de alumnos de Slytherin de primer año, que no habían ganado ningún punto, eran Vincent y Gregory, porque inclusive él había logrado ganar algunos puntos en Transformación y Encantamientos, agradeciendo a Merlín la curiosidad que le hizo ojear los libros cuando aún estaba en el número 12 de Grimmauld Place.

Lo que no hubiera creído, era que también ganaría puntos en la clase doble que tenían de Pociones. Era una de las pocas clases que hasta el momento compartían con los Gryffindor, y Draco se había mostrado muy animado, contándole que el Profesor Snape siempre favorecía a los de su Casa. Harry se preguntó, al recordar el cómo pronuncio su apellido, si sería igual con él, porque por alguna causa, tenía la sensación de que no le caía bien al Profesor.

Llegaron puntuales aquella mañana, pues para ese momento conocían mejor las mazmorras, que era donde se impartiría la clase, pero cuando la puerta se abrió de golpe para dejar entrar a al Profesor Snape, nadie pudo evitar saltar en su asiento.

- En esta clase, nadie hará movimientos estúpidos con su varita. Incluso, algunos dudaran que esto sea magia – comenzó a recitar con voz fría y severa, barriendo con la mirada el salón. Como en todas las clases compartidas, cada Casa tomaba un lado del salón, manteniendo de esa forma una separación marcada entre ellos  – No espero que lleguen a entender el arte de realizar correctamente una poción, o el delicado poder de los líquidos que se deslizan a través de las venas humanas, hechizando la mente o engañando los sentidos. Puedo enseñarles como embotellar la fama, preparar la gloria o detener la muerte, claro, si son algo más que los tontos que habitualmente tengo que enseñar – volvió a barrer el aula con la mirada. Todos estaban silenciosos, observándole expectantes, aunque los Gryffindor lo miraban con recelo. Sus negros ojos sin embargo, se enfocaron casi de inmediato en Potter. Era simplemente imposible no identificarlo en cualquier lugar por su alborotado cabello - ¡Potter! – le llamó, y sonrió con satisfacción cuando lo vio saltar en su asiento - ¿Qué obtengo si añado polvo de raíces de asfódelo a una infusión de ajenjo? –

Harry arrugo el ceño, tratando de recordar lo que había leído del libro de pociones hasta ahora, aunque sintiéndose nervioso de aquella pregunta dirigida a él. Comenzaba a pensar que pese a lo que había dicho Draco, el Profesor Snape le odiaba por alguna causa, y no sería amable con él.

- Creo que es… El Filtro de Muertos en Vida, señor… - respondió, aunque poco seguro de estar en lo correcto.

El silencio que siguió por parte de Snape, lo hizo sentir aún más inseguro.

- Bien – dijo simplemente Snape - ¿Y dónde buscaría si tiene que encontrar un bezoar? –

- ¡Oh!, eso en el estómago de una cabra, señor – esta vez Harry respondió de inmediato, porque justo había visto ese dato mientras hojeaba el libro aquella mañana.

Nuevamente, el Profesor Snape no dijo nada, pero esta vez Harry no se sintió inseguro, y Snape pudo notarlo mientras le sostenía la mirada, al igual que algunas cosas más…

- Es correcto – dijo al fin - Cinco puntos para Slytherin, señor Potter. Es bueno saber que no tiene aserrín en la cabeza –

Harry sonrió, satisfecho de no haber perdido puntos, aunque preguntándose si en verdad ese había sido un cumplido. Cuando menos, esta vez no le pareció que su apellido fuera dicho con veneno.

- Bien, Harry, cinco puntos más para nosotros – le susurró Draco palmeándole el hombro, orgulloso como si hubiera sido él quien hubiera ganado los puntos, y Harry no pudo evitar sonreírle.

Mientras, Snape se había vuelto hacía el lado donde se sentaban los Gryffindor.

- Veamos si aquí hay el mismo talento, aunque lo dudo seriamente… - dijo, con voz lo suficientemente alta para que todos lo escucharan – Señor Weasley, me imagino que sabe cuál es la diferencia entre acónito y luparia, ¿No? –

Ron se removió incómodo. Detrás de él, Hermione levanto la mano, agitándola con fuerza, como si de esa forma esperara que el Profesor le diera la oportunidad de contestar. No fue así.

- ¿No, señor Weasley? – presiono Snape, y Harry pudo notar el mismo veneno en sus palabras, que había notado días atrás en su apellido – Parece que no ha abierto el libro ni una sola vez, ¿Cierto? – se burló.

Las orejas de Ron se pusieron tan rojas como su cabello, y volvió a moverse incómodo.

- Parece que Hermione sabe, señor, ¿Por qué no le pregunta a ella? – le respondió con resentimiento, y Snape lo fulmino con la mirada.

- ¡Señor Malfoy!, ¡¿Cuál es la diferencia entre acónito y luparia?! – pregunto con cierta dureza.

- No hay diferencia, señor, es la misma planta – respondió Draco con suficiencia, sin amedrentarse ante el tono de su Jefe de Casa.

- Cinco puntos para Slytherin, señor Malfoy. Es bueno saber que no hay tontos en mi Casa – comentó, mirando con toda intensión a Ron – Y cinco puntos menos para Gryffindor por su insolencia, señor Weasley. Le sugiero que abra de vez en cuando sus libros, antes de entrar a mi clase – agregó, volteándose hacía el pizarrón, para comenzar a dar indicaciones.

El resto de la clase no fue mejor para los Gryffindor, pues Snape se la pasó evidenciando con burla cada error que cometían. A diferencia de los Gryffindor, los Slytherin en su mayoría parecían estar en su elemento, o por lo menos esa fue la impresión que le dio a Harry; Incluso él mismo no tuvo los problemas que temió que podría tener con Snape, y hacer la poción no fue nada complicado, sólo necesitaba seguir las instrucciones detenidamente, leyendo con atención cada uno de los pasos, antes de realizarlos con precisión y cuidado. Jamás había hecho pociones, pero lo encontró hasta cierto punto relajante, un arte tranquilo y meticuloso, y como Draco también era bueno en ello, trabajar con él fue bastante fácil.

Había otra persona que estaba tan asombrada como Harry durante la clase, aunque Snape nunca lo admitiría a nadie. El muchacho parecía tener talento, y en cierto modo era normal; Sabía que los Potter venían de una rama de famosos Pocioneros, incluso el idiota de James no había sido un inepto en pociones, aunque jamás se interesó en ello, pero no era la habilidad de James Potter la que veía en el chico, sino la de Lily Evans. Aquellos suaves y cuidadosos movimientos, la forma en que los verdes ojos se movían estrechándose para confirmaba las instrucciones, antes de moverse meticulosamente entorno al caldero, incluso la forma en que tomaba los ingredientes para cortarlos; Todo eso sólo lo había visto en una bruja hace años, aquella que había sido una de sus más cercanas amigas, y a quien alejo durante mucho tiempo por tonterías infantiles… Jamás pensó que podría volver a ver esas mismas habilidades años después.

Quizás podría descubrir que Harry Potter tenía más de su madre, que de su padre…

 

 

***

 

 

La escuela también les dio muchos dolores de cabeza esos primeros días. Lo que habían escrito en La Historia de Hogwarts, no le hacía justicia al verdadero Hogwarts, o cuando menos, eso pensaba Harry con resignación. Las escaleras cambiantes, los escalones que desaparecían, las puertas falsas o volubles que se abrían sólo si les daba la gana abrirse. Uno debía andar con mucho cuidado, y más de una vez se perdieron él y Draco, quien se había mantenido a su lado todo el tiempo, seguramente, dispuesto a cumplir su palabra sobre ser amigos.

Si era sincero, a esas alturas a Harry no le molestaba. Draco sólo era desagradable cuando estaban con los alumnos de otras Casas, y esa era una plática que ya habían tenido el primer día.

 

***Flash Back***

 

Estaban dando la vuelta en uno de los pasillos para llegar a la clase de Encantamientos, cuando un grupo de Hufflepuff de primer año choco contra ellos.

- ¡Fíjense por donde caminan! – les espetó Draco, mirándolos con desagrado mientras alisaba su túnica.

- ¡También podrías fijarte tú! – le respondió uno de los chicos que Harry pensó recordar que se apellida Finch-Fletchley - ¡Los pasillos no son solo para que ustedes pasen! -

- ¡Agradece que puedas estar en estos pasillos, sangre sucia! – le dijo con repulsión el rubio, y los 3 Hufflepuff jadearon al escuchar eso. Harry sólo se llevó una mano a la cara con resignación, a fin de cuentas, la ofensa estaba hecha.

- ¡¿Cómo te atreves a decir eso?! – soltó el otro chico, Ernie Macmillan, mientras sacaba su varita.

Draco también ya había sacado su varita, y Harry sólo negó con la cabeza al ver aquello. Acomodo su mochila, y rodeo a los Hufflepuff para alejarse por el pasillo.

- ¡¿A dónde crees que vas, Potter?!  - le dijo Finch-Fletchley, sacando su varita también, apuntándole.

Harry se detuvo, pero no se volvió.

- No fui yo quien te ofendió. Lamento el incidente, pero eso debes arreglarlo con Draco. Yo tengo una clase a la cual acudir, y no pienso llegar tarde – explicó paciente.

- ¡No seas cobarde! – le reclamó Hannah Abbott, apuntándolo con la varita - ¡Avis! – llamó, y de la punta salieron aves que se dirigieron a Harry.

- ¡Harry! – exclamó Draco tratando de advertirle, pero antes de poder hacer algún hechizo, Harry ya se había vuelto con la varita en la mano, que agito con suavidad, sin siquiera alzar mucho la voz.

- ¡Protego! – demando, y un reluciente escudo azul plata se materializo frente a él.

Las aves se estrellaron en el escudo y desparecieron en una estela de pequeñas luces. Harry movió nuevamente su varita.

- ¡Expelliarmus! – pronuncio, y la varita de la niña voló de su mano. Harry alzo el brazo y la sujeto cuando cayó en su palma – No vuelvan a atacarme – les advirtió, mirándolos irritado, y tirando la varita de aquella niña al suelo, se dio media vuelta y se fue.

Draco pasó al lado de aquellos Hufflepuff con petulancia.

- ¡Eso estuvo bien, Harry! – le felicitó en cuanto lo alcanzo, sonriendo ampliamente - ¡No sabía que conocías esos hechizos! -

- No habría sido necesario usarlos si no los hubieras ofendido – le reclamó Harry molesto.

- Ellos chocaron con nosotros – se defendió Draco, como si esa fuera excusa suficiente para sus acciones, mientras se encogía de hombros.

- ¡Y fue un accidente! – le reprocho Harry exasperado, deteniéndose para enfrentarlo - ¡Nosotros tampoco los vimos!, ¡Eso no te da derecho a haberlos ofendido! –

- Harry, tiene que entender que hay magos… - pero Harry lo interrumpió con irritación.

- ¡Ahórrate tu sermón de la pureza de sangre! – le espetó – ¡Bien harías en recordar que quien quieres que sea tu mejor amigo, es lo que podrías considerar un “sangre mestiza”, y que mi madre fue lo que considerarías una “sangre sucia”! –

Draco le miró con seriedad, pero segundos después, Harry le miró confundido al verle sonreír tan ampliamente.

- Bien, el resto de los magos y brujas podrán verse beneficiados por esta consideración que hare a mi mejor amigo – aceptó, orgulloso de que Harry estuviera considerando su amistad en un sentido más real y fuerte. Paso su brazo por los hombros del pelinegro – Vamos, vamos, no queremos llegar tarde a Encantamientos, ¿Verdad? –

Harry sólo suspiro. No sabía si Draco era sincero, pero tampoco le dio vueltas. Sólo el tiempo se lo podría decir.

 

***End Flash Back***

 

Al margen de eso, Draco sólo era un niño arrogante y mimado al que le gustaba presumir de su estatus, pero eso no lo hacía intratable, y de hecho, hablar con él era agradable la mayoría del tiempo.

- Es la segunda vez que nos pasa hoy… - mascullo Draco cuando la escalera comenzó a moverse, cruzándose de brazos molesto. Harry sólo pudo suspirar derrotado.

- Creo que las escaleras se divierten con nosotros… - se lamentó, sujetándose a la baranda de piedra hasta que las escaleras se detuvieron – Vamos, antes de que decida volver a moverse – agregó, apresurándose a alcanzar el pasillo.

Draco le siguió.

- ¿Y ahora hacía dónde? – quiso saber una vez que llegaron, observando lo silencioso y solitario que se veía el pasillo.

- No lo sé. Creo que en este pasillo no hemos estado, o por lo menos no me acuerdo - comentó Harry, dando algunos pasos en el interior, para ver mejor el lugar.

- No, yo tampoco me acuerdo de haber pasado por aquí – concordó Draco siguiéndolo.

De pronto, un maullido a sus espaldas les hizo sobresaltarse.

- ¡Es la gata de Filch! – masculló Draco con aprensión al verla.

- Eso significa que Filch debe estar cerca… - comentó Harry, y luego miró a Draco preocupado – Pero no estamos haciendo nada malo, ¿Verdad? – quiso confirmar.

Draco miró alrededor, y luego hizo una mueca.

- Creo que si… -

- ¿Qué? – preguntó Harry mirándolo inquieto.

- Creo que estamos en el pasillo del tercer piso – le explicó Draco aprensivo – Y esta maldita gata está aquí, para vigilarnos mientras viene Filch –

- ¿Quién está ahí, señora Norris? – pregunto la voz del hombre, que se escuchaba que subía las escaleras.

Harry saltó al escuchar su voz.

- ¡Vámonos! – le urgió a Draco en un susurro apremiante, y tomándolo de la mano, lo jalo para correr por el pasillo.

- ¡Filch nos va a colgar si nos descubre! – exclamó Draco preocupado, siguiendo a Harry hasta el final del pasillo donde había una puerta, pero la misma no se abrió cuando lo intentaron.

- ¡Rayos! – exclamó Harry sacando apresuradamente la varita - ¡Alohomora! – en cuanto la puerta se abrió, ambos se metieron, cerrando la puerta tras ellos.

No hicieron ningún ruido, permanecieron con la oreja pegada a la puerta mientras escuchaban a Filch caminar por el pasillo.

- ¿Dónde están los intrusos? – le escucharon preguntarle a la gata, caminando por el pasillo, pero algún tiempo después, lo escucharon que comenzaba a alejarse.

Harry suspiro aliviado, recargando la espalda en la puerta, pero al dirigir su mirada al interior de la habitación, se quedó de piedra.

- Creo que si esperamos un poco más podremos… - Draco no termino de hablar, porque Harry le había puesto la mano sobre la boca.

Los grises ojos se dirigieron al moreno, alzando las rubias cejas en una muda pregunta sobre el porqué de aquello.

Con la otra mano, Harry se llevó el dedo índice a los labios en una señal de silencio, y luego, con la mirada le señalo al interior de la habitación, quitándole entonces la mano de la boca.

El rubio se volvió curioso, pero al ver a aquel enorme perro de tres cabezas que dormía, pegó su espalda a la puerta, jadeando aterrado.

- ¡Shhh! – le recordó Harry en un susurro – Salgamos – y con mucho cuidado, se movió para abrir la puerta. Si Filch seguía ahí, no le interesaba. Lo prefería, a aquel enorme perro.

Salieron lo más silenciosamente que pudieron, y cuando cerraron la puerta, entonces ambos pudieron respirar.

- ¡Sólo a ese anciano loco se le ocurriría tener un animal así dentro del castillo! – se quejó indignado Draco.

- Es Dumbledore, y es el Director de la escuela, Draco – le recordó Harry con cierta censura.

- ¡Pues igual está loco si tiene ese perro ahí! – siguió protestando Draco.

Harry sólo negó con la cabeza rodando los ojos.

- Parecía cuidar la trampilla bajo sus patas – observó.

- ¡También la vi, pero eso no justifica que tengan esa bestia aquí! – refutó Draco - ¡El viejo está loco!, ¿¡Qué tal si ese perro se escapa?! -

Harry tenía que aceptar que no parecía lo más inteligente tener una bestia así en el castillo, así que simplemente se encogió de hombros.

- Vámonos antes de que Filch regrese y nos encuentre – le dijo, decidiendo que lo que sea que estaba ahí, no era asunto suyo.


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