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"Belleza Escondida" por ShineeLuhan

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Notas del capitulo:

Hola queridas lectoras estoy de regreso con el último capítulo de la historia, espero lo disfruten tanto como yo lo hice escribiéndolo. Gracias por leer el finc. Y aún más un sincero agradecimiento a akron, Kitana y Minorous por su apoyo con sus comentarios, muchísimas gracias chicas!!!


Sin retrasarlas más, aquí está el final de "Belleza Escondida"

“EPÍLOGO”

 

  

El huracán, llamado Helen, era salvaje. Tifones de agua se concentraban en el lado del río de la isla. Incluso la zona pantanosa se ondulaba como un espeso jarabe de barro que subía y bajaba con la furia del viento. En la zona marítima las olas alcanzaban ocho metros de altura, y se estrellaban contra la costa, castigando a los isleños que se habían atrevido a vivir tan cerca del mar.

 

A Will le encantaba, pero solo porque se sentía seguro en la enorme mansión de piedra. La lluvia repiqueteaba como clavos y los truenos eran impresionantes. Sabía que las cosas empeorarían, y estaba pendiente de los boletines de la radio. Puertas y ventanas se estremecían con el viento. Habían cubierto los cristales con maderas; en el exterior, habían asegurado las cristaleras del salón con sacos de arena; dentro había toallas y trapos en los umbrales de las puertas, para absorber la lluvia que entraba por debajo.

 

Abigail veía la televisión o jugaba con sus muñecas, mientras Hannibal iba de habitación en habitación comprobando su estanqueidad y asegurándose de que no había goteras en el ático.

 

Will entró en la habitación amarilla. Fue a la ventana y contempló el pueblo vacío. El último barco se había llevado a todo el mundo, menos a la policía, el día anterior. Un relámpago cortó la oscuridad del cielo durante unos segundos, iluminando el terreno que había bajo la casa. Will se estremeció.

 

--Hannibal- gritó- Ven, pronto.

 

--No deberías estar junto a la ventana- dijo el rubio doctor corriendo a su lado- No está sellada.

 

--El viento golpea desde el lado del mar, no desde este lado- dijo Will, con los ojos fijos en el pueblo- Hay gente allá abajo.

 

--¿Qué?

 

--El pueblo se está inundando. Vi el jeep de la policía. Parecía que intentaba llevarlos a un sitio seguro- señaló, aunque no se veía nada en la oscuridad- Tenemos que hacer algo.

 

--Creí que todos habían cruzado a tierra firme.

 

Siempre que había un huracán evacuaban a toda la población, excepto a la policía, y a él. Hannibal no pudo soportar la idea de que sufrieran mientras él estaba a salvo. Sacó el radio transmisor que había estado utilizando para comunicarse con Jack y le contó lo que ocurría.

 

--Saca la camioneta. ¿Aún funciona esa radio de la policía que tenías?

 

--Sí, he estado escuchando los informes. La casa de la señora Demmer está bajo dos palmos de agua, y sube hacia la calle Magnolia- la voz de Jack sonó rasposa por la radio.

 

--Entonces debemos darnos prisa. Ponte en contacto con la policía.

 

--De acuerdo. Les diré que suban aquí.

 

--Vamos- Hannibal se guardó el transmisor e hizo un gesto a Will- Hay que buscar mantas y almohadas- salió de la habitación y fue hacia abajo- Y el botiquín. Habrá que hacer café, supongo- se detuvo en la escalera y lo miró- ¿Tenemos suficiente comida para un par de días?

 

--Sí, y podemos alargarla.

 

--Bien. No sé cuánta gente subirá- siguió bajando las escaleras- Me siento como un idiota por no haberlo pensado antes.

 

--No tenías por qué hacerlo. Creíamos que se había ido todos menos nosotros.

 

--Van a ser un par de noches difíciles.

 

--Mi querido Dr. Lecter, no sabrá lo que es difícil hasta que no intente tener a una cabra contenta en la cocina, sin que se coma los manteles de tu madre- dijo Will, corriendo hacia la cocina.

 

--¿Cabras, Will?- rio suavemente y chasqueó la lengua- ¿Qué pensarían los diseñadores y los fotógrafos sobre eso?

 

--Seguramente me desprestigiarían en el campo del modelaje- replicó el otro, se volvió hacia su doctor y besó sus labios- ¿Crees que me importaría?

 

Hannibal sonrió, le dio un azote en el trasero y Will lo miró con picardía antes de entrar a la cocina.

 

--Hay mantas y almohadas en el armario del vestíbulo de arriba. Saca las de mi dormitorio también. Vi cuatro en el ropero- dijo Will con naturalidad. La anterior semana había cambiado todo de sitio, y no quería que su impaciente doctor se pasara toda la noche buscando- Creo que hay dos en el baúl de la biblioteca; si buscamos lo suficiente encontraremos media docena más- mientras hablaba, preparó una cafetera, sacó unos termos y comenzó a preparar sándwiches.

 

Hannibal fue a buscar velas y linternas. No tenía valor para decirle que tendría que ocuparse de la gente él solo.

 

 

****

 

Will sirvió el café, echando una ojeada a Katharina Schmidt, una deliciosa joven alemana que estaba allí de luna de miel con su esposo. Habían tenido muy mala suerte pero, al menos, tendrían algo interesante que contar a sus hijos. Katharina ofreció su colaboración, y su marido, un marino de Múnich, también ayudó a servir café y bebidas, y a tranquilizar a todo el mundo. Para pasar el rato y empezar a conocerse, jugaron una partida de Rami. En el suelo, pintando con Abigail, estaba Christopher Austin, un niño pelirrojo, cuyas pecas y ojos claros no dejaban lugar a dudas de su ascendencia irlandesa. Sus padres estaban sentados cerca de ellos. Había otras tres personas, incluyendo a los dos oficiales de policía, Steve y Brandon, que salían de vez en cuando a comprobar la situación del exterior. Pero no había nada que ver, la isla estaba vacía exceptuando a los que se encontraban en el castillo.

 

Todos estaban en el salón, comedor o cocina. Excepto Hannibal. Will pensó que esa era su oportunidad. Les había abierto su casa, no serían capaces de ridiculizarlo. Al menos delante de Abigail; nadie sería tan despiadado. Cada minuto que pasaba sin aparecer lo irritaba, y también el que no le hubiera dicho que iba a esconderse.

 

--¿Dónde está el Dr. Lecter?- preguntó Steve Thomson, uno de los policías.

 

--En algún rincón de la casa, supongo- Will se encogió de hombros.

 

--¿Lo ha visto?

 

--Por supuesto.

 

--¿Qué aspecto tiene?

 

Abigail alzó los ojos, miró a Will y luego al joven oficial.

 

--Alto, guapo- Will fue hacia Steve y le llenó la taza- Intente no ser tan burdo, oficial Thomson. No es más que un hombre. Un hombre que, por cierto, le ha abierto su casa a usted y a todos los demás.

 

El oficial se sonrojó y dio un sorbo al café.

 

Abigail dejó los rotuladores, se puso en pie y fue hacia la escalera. Will oyó su voz, y luego el profundo murmullo de Hannibal. Abigail volvió corriendo y se detuvo en seco.

 

--Aquí está- miró por encima del hombro e hizo un gesto.

 

Hannibal no apareció. Abigail volvió hacia las sombras y, un momento después, se adelantó, guiando a su padre de la mano.

 

--Este es mi papá.

 

Hannibal miró a la niña, tan emocionado por su gesto, que le ardía la garganta. Inspiró con fuerza, dio un paso adelante y echó la cabeza hacia atrás, ofreciéndoles una visión de la bestia.

 

Will dejó el termo de café, se puso a su lado y le dio la mano, esperando los dardos, las miradas de repugnancia. No llegaron.

 

--Hola, Dr. Lecter- Steve fue hacia él- Es un placer conocerlo por fin- se dieron la mano, Steve se presentó, y después hizo lo propio con su compañero y los demás. Hannibal sonrió y asintió, preguntándose cuándo empezaría, cuándo llegaría el dolor. Pero no ocurrió nada de eso.

 

Al presentar a los recién casados, Steve se atoró con sus nombres.

 

--Katharina y Adler Schmidt- dijo la joven- Estamos de luna de miel.

 

--Pues menuda recepción, ¿no?- dijo Hannibal y la pareja sonrió.

 

De repente, se oyó el ruido de cristales estrellándose contra el suelo. Hannibal, con rapidez, echó la cortina para cubrir el ventanal roto.

 

--Steve, en la antesala de la cocina hay un martillo, clavos y algunas maderas.

 

El policía corrió por el material y, entre los dos, aseguraron la ventana. Después decidieron que era mejor cubrir el resto de los ventanales.

 

Will barrió los cristales mientras los policías apartaban los muebles. Hannibal se agachó con el recogedor. Cuando se irguió, Will le quitó el recogedor y, sin una mirada o palabra, fue a la cocina a vaciarlo.

 

El doctor frunció el ceño. Algo iba mal, y sintió un cosquilleo de aprensión. Pero no podía hablar con Will a solas, ni siquiera un momento. Había demasiada gente. Hannibal poco acostumbrado a sentirse rodeado, escapó a la biblioteca. Steve estaba en el sofá, leyendo.

 

--Siento haber entrado- el joven policía se puso en pie, sonrojándose- Pero esta biblioteca es increíble- dijo, señalando los libros.

 

--Puedes llevarte prestado lo que quieras, Steve. ¿Para qué sirven los libros si nadie los disfruta?- fue al minibar y sacó una licorera.

 

--Este es una primera edición.

 

--Supongo que al autor le agradaría saber que alguien sigue leyendo su obra- dijo Hannibal echando una ojeada al título. Sirvió una copa de brandy y se la ofreció a Steve, que la rechazó alegando que estaba de servicio.

 

Hannibal se sentó en el sillón de cuero que había tras el escritorio. Durante un instante, recordó la imagen de Will allí, hojeando papeles y medio desnudo. Deseó que pasara la tormenta para poder llevárselo a la cama.

 

--La gente le tenía miedo- dijo Steve.

 

--Lo sé.

 

--No tenían por qué.

 

Hannibal enarcó una ceja. Steve se aflojó la corbata y se desabrochó la camisa, abriéndola para mostrar las terribles quemaduras que cubrían su pecho y hombro, sin llegar al cuello.

 

--Sé cómo se siente- dijo- Tenía curiosidad por saber cuál de los dos estaba peor- añadió.

 

--Creo que andamos por el estilo- Hannibal empujó la otra silla con la pierna y le indicó que se sentara. ¿Puedo preguntar cómo ocurrió?

 

El joven policía se acomodó en la silla, y se abotonó la camisa.

 

--Entonces estaba casado, hacía dos años que había salido de la academia de policía. Estaba de servicio en Oregón cuando nos avisaron que había un incendio en la ciudad de los niños. Es un orfanato para niños con problemas. Fui el primero en llegar y…

 

 

****

 

 

Durante dos días más, el huracán Helen arrasó y destruyó, y por fin siguió hacia el norte, dejando tras de sí la luz del sol y suficientes daños como para tener a todos ocupados mucho tiempo. Los invitados se marcharon y Will supo que había hecho buenos amigos, mientras que Hannibal había establecido un vínculo con Steve, el policía. A la mañana siguiente, Will se despertó y encontró a Hannibal preparándole el desayuno a Abigail. Con un pinchazo de dolor, comprendió que ya no lo necesitaba. Ni tampoco Abigail; la niña estaba vestida y bien peinada.

 

--Buenos días- saludo el doctor, pero su rostro se ensombreció al ver la expresión del castaño.

 

--Buenos días a los dos- exclamó Will, forzando una sonrisa.

 

Abigail se removió en la silla, con un trozo de beicon colgándole de una esquina de la boca. Will se lo quitó, se lo comió y le dio un beso.

 

--¿Has descansado bien?- le preguntó Hannibal, mientras Will se servía un café. Se había dormido en cuanto se acostaron, y por la mañana, como era habitual, había vuelto a su dormitorio.

 

--Sí, muy bien. No sabía que estaba tan cansado.

 

--Estuviste maravilloso con la gente- dijo Hannibal.

 

--Tú también- replicó el otro, mirándolo por encima del borde de la taza. Mientras le servía a Abigail un plato de tostadas, Hannibal se preguntó si era tristeza lo que veía en sus ojos azules.

 

Will se obligó a desayunar, aunque sus maletas ya estaban hechas. No quería irse, no quería decir adiós. Pero Hannibal ya se valía por sí mismo y su trabajo estaba hecho. Freddy Lounds lo había llamado el día anterior con un nuevo contrato.

 

Era hora de marcharse, y se sentía fatal.

 

--Abigail y yo vamos a ir de compras, ¿vienes con nosotros?- lo invitó el Dr. Lecter.

 

--No, tengo que acabar algunos quehaceres y aún estoy algo cansado- se excusó.

 

--Te eché de menos anoche- dijo Hannibal, acercándose hacia él y rodeándolo con sus brazos. Will asintió y a Hannibal lo preocupó su mirada desolada- ¿Algo va mal?

 

--Nada que un buen descanso no cure.

 

--¿Por qué no vuelves a la cama? Solo son las ocho.

 

--Puede que lo haga- dijo Will, incapaz de expresar sus pensamientos.

 

Poco después, Hannibal y Abigail bajaban al pueblo, dispuestos a saludar al resto de la población y acabar con los rumores de una vez por todas. Will fregó las cosas del desayuno, preparó la comida y llamó a un taxi.

 

 

****

 

De pie en el muelle, Will intentaba contener las lágrimas que le quemaban los ojos. Odiaba dejar a las dos personas más importantes de su vida, pero no tenía opción. Parte de él le gritaba que se quedara y siguiera como hasta ese momento. Pero su corazón le recordaba que Hannibal Lecter no le había pedido nada, ni había hablado de futuro, y que quizá le había dado demasiada importancia a su relación. Con Matt eso había tenido consecuencias funestas. Hannibal sabía que su contrato era temporal, y el trabajo estaba hecho.

 

--¿Dónde diablos te crees que vas?- dijo una voz gruesa y profunda a su espalda.

 

--A casa- respondió, sin volverse.

 

--Creí que estabas en casa- el enfado de su voz era patente.

 

--No, Hannibal. Vine a ayudarte con Abigail, a integrarla en tu vida para que fueras su padre.

 

--¿Y eso es todo? ¿Me dejas?

 

--Tengo que hacerlo- dijo Will, conmovido por el tono lastimero en la voz de su amado doctor.

 

--¿Por qué?- preguntó Hannibal, agarrándolo del brazo y obligándolo a girar.

 

--He terminado. Mi trabajo está hecho.

 

--¿Qué éramos Abigail y yo? ¿Una maldita obra de caridad?

 

--¡No!

 

--Así que apareces en nuestras vidas y luego desapareces. ¿Tan mala opinión tienes de mí? ¿Una pobre alma destrozada que necesitaba de tu ternura?- se inclinó y bajó la voz- ¿Era eso lo que sentías cuando me dejabas tocarte, amarte?

 

--Claro que no- se le escapó una lágrima y la dejó caer.

 

--Entonces, ¿por qué haces esto?

 

--¡Porque nunca sabré si lo que sientes por mí es mera gratitud o algo más!- casi aulló de dolor.

 

--Dios santo Will, concédeme un poco de crédito- lo soltó y dio un paso atrás- Soy un hombre adulto y sé lo que quiero, y te quiero a ti.

 

El castaño negó con la cabeza y alzó los ojos. Hannibal se estremeció al ver sus lágrimas.

 

--¿Cómo puedo saber que no es una simple transferencia de emociones? Estabas solo, escondiéndote. Ahora eres libre, tienes a tu hija y puedes ser su padre. ¿Cómo puedo saberlo?

 

--Porque ya no necesito apoyarme en ti. No necesito tu ayuda. Y sigo sintiendo lo mismo- el ojiazulado parpadeó. De pronto, Hannibal casi se le echó encima- ¿Cómo puedes no saberlo? No necesito una muleta, Will, mi corazón te necesita a ti…solo a ti- le frotó los brazos, mirando fijamente sus ojos azules- Siempre te necesitaré. Me quedo sin aliento solo con pensar que puedas irte. No puedo vivir sin ti. Quédate, Will.

 

El castaño lloró en silencio y las lágrimas surcaron sus pálidas mejillas.

 

--Te amo- tomó su rostro entre las manos- ¡Te amo!- gritó Hannibal con fiereza- Desde el momento en que te vi. Te quise cuando me gritaste por esconderme, cuando abrazaste a mi hija y la consolaste y seguiste haciéndolo cuando yo no podía. Te amé cuando peleabas conmigo y me insultabas- sus ojos marrones se enrojecieron- Estaba en una prisión, Will, amarte a ti es mi libertad.

 

--Hannibal...- Will susurró su nombre, viendo en sus ojos el futuro que tenían ante ellos- Te amo- le dijo también él.

 

--Gracias a Dios- cerró los ojos y soltó un suspiro de alivio- Cásate conmigo, sé mi esposo, mi amante, mi mejor amigo. Toma mi apellido, ten hijos míos y hazme el hombre más feliz del mundo. Te necesito, amor mío- Will miró sus brillantes ojos marrones- Di que sí- pidió Hannibal besándolo.

 

--¿Lo exiges o lo pides?

 

--Lo imploro.

 

--Ah, bayetas y súplicas, eres mi hombre- Hannibal soltó una risotada- Te amo, Hannibal Lecter- susurró contra sus labios. Segundos después se perdió en uno de esos besos húmedos y lentos que lo hacían perder el sentido.

 

--¿Ha dicho que sí, papá? ¿Lo ha dicho?

 

Will se apartó y vio a Abigail correr hacia ellos desde el coche. Hannibal la alzó en brazos y los dos miraron a Will.

 

--¿Ahora vas a ser mi otro papá?

 

--Sí, preciosa- le acarició la mejilla y miró a Hannibal- Creo que sí.

 

--¿Ves, papá?- Abigail esbozó una sonrisa deslumbrante- No tenías que ir al fin del mundo a buscarlo.

 

Will sonrió, y lloró de alegría cuando Hannibal lo abrazó.

 

--No, princesa. Pero hubiera ido. Sin dudarlo.

 

 

 

Un año después

 

 

Will estaba cerrando la galería de arte Lecter- Graham, cuando Hannibal lo llamó. Sonrió al verlo bajar del coche e ir hacia él.

 

--Hola, cariño. Pareces cansado- su amado esposo lo besó con dulzura.

 

--Huy- le agarró el brazo- Llegó la hora.

 

--¿Qué hora?

 

Will le lanzó una mirada tipo “Eres un desastre de hombre” y se señaló el abultado vientre con ambas manos.

 

--¿Ahora mismo?- Hannibal lo miró asombrado.

 

--Considerando que llevo teniendo contracciones todo el día, yo diría que tenemos unos treinta minutos.

 

--Santo cielo, Will- Hannibal sintió pánico- ¿Por qué no me has llamado?

 

--¿Para qué? ¿Para estar en casa mientras tú me mirabas? ¿Con mi madre y mi hermano encima de mí?

 

En eso tenía razón, pensó Hannibal. Tantas personas a su alrededor era difícil de sobrellevar.

 

--¿Puedes caminar?

 

--Claro. Y bailar, ¿ves?- meneó las caderas y dio unos pasos.

 

--Dios, ¡no hagas eso!- lo detuvo. El castaño se rio de su pánico.

 

--Vamos a buscar a Abby.

 

--No, no, primero al médico. Jack puede recoger a Abigail del colegio.

 

--Pero se lo prometimos.

 

--Tendrá que entenderlo. Vamos- Hannibal lo tomó del brazo, pero Will clavó los talones en el suelo- No me digas que vas a discutir conmigo ahora- gruñó- No, por favor. ¿Ahora? ¿Es en serio Will?

 

--Se lo prometimos.

 

--Cielo santo, Will, vas a tener a mi hijo. A nuestro hijo. Tenemos que irnos.

 

--¿Algún problema, Dr. Lecter?- preguntó un tendero, riendo.

 

--Va a dar a luz y ¡no me deja llevarlo al médico!- señaló a su castaño esposo con el dedo acusador- Tus hermanos me matarán.

 

--Iré. Tampoco es tan urgente- un segundo después se dobló con una contracción- Oh, vaya, quizás sí. Dios, tu hijo es tan obstinado como tú, Hannibal.

 

Hannibal ignoró sus palabras, y decidió él mismo tomar la iniciativa; lo levantó en brazos y lo metió al automóvil. Desde el otro lado de la calle, Steve Thomson se acercó en la moto.

 

--¿Hace falta escolta policial, Hannibal?

 

--Gracias, Steve- con manos temblorosas, Hannibal se sentó al volante.

 

--Oh por Dios, ¡no sean ridículos!- dijo Will, sin saber si avergonzarse o reír cuando Steve encendió la sirena y los escoltó las dos manzanas que había hasta el consultorio. Amigos y vecinos se asomaron a decirles adiós y desearles buena suerte.

 

Menos de una hora después, Hannibal tenía a su hijo en brazos. El pequeño angelito tenía la piel blanca como la nieve. El pelo rubio y los ojitos marrones. Después de una exitosa cesárea, Will estaba sentado en la cama, con Abigail acurrucada a su lado. Le puso al niño en brazos y se subió a la cama con ellos. Abigail contó los deditos de su hermanito.

 

--Te amo- susurró Hannibal, besándolo- Gracias- deslizó un anillo en su mano derecha. Tenía un aro formado con las gemas de nacimiento del niño, y al lado otro de gemas azules.

 

--¿Qué significa el segundo aro?- le preguntó Will.

 

--Es el de Abigail.

 

Con los ojos llenos de lágrimas, Will besó a su esposo, susurrándole su amor y su felicidad. Todos sus sueños se habían hecho realidad.

 

Hannibal abrazó a su nueva familia. Su vida no tenía nada que ver con aquellas noches oscuras paseando por la casa a solas. Había sido un hombre amargado y desolado, encerrado en una torre; Will Graham había atravesado el muro, resucitando su alma y obligándolo a vivir en su mundo, demostrándole su belleza. Viendo a su familia, comprendía la grandeza del amor, y daba gracias a Dios por el día en que ese maravilloso y hermoso castaño de ojos azules entró en su jaula y lo despertó. Amándolo era libre, la bestia rescatado por el bello, y premiado con su enorme y noble corazón.

 

 

 

FIN

 

Notas finales:

Y bien, espero que les haya gustado mucho la historia y como termino todo la tormentosa y apasionada relación de Hannibal y Will. Y su bebecito tan bello salió igual que su papá Hanni esta vez. *_* Y fueron una familia dichosa y feliz, ambos se lo merecían después de tantas penurias por la que tuvieron que atravesar. 


Quiero informarles que subiré otra historia HanniGram llamada "Llevados por la pasión" espero la apoyen de igual forma como esta que acabo de finalizar. Subiré el primer capítulo mañana así que ya saben cuando empezaran a leerla.


Y bueno, sin más que decirles muchas gracias a todas aquellas que leyeron y disfrutaron con la trama y mucho más a las personitas que comentaron en el transcurso de la historia. Felices Fiestas y un Propero Año Nuevo!!! ^_^


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