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Sasuke card captor por shiki1221

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Notas del capitulo:

Ahora que ya resubí lo anterior borrado por la plataforma a actualizar como se debe :D Agradezco a quienes lo siguen igual pese a la resubida XD 

 

Cap 16: Profecía

Yo tuve un sueño. Creo que sería mejor llamarlo por lo que era: una pesadilla. Una visión inevitable y condenatoria. Mi destino había sido trazado varios siglos desde antes de mi nacimiento, pero no lo sabía. Fui ingenua y pequé de la arrogancia de pensar que podría hacer algo. Fue la disposición del mago Clown, yo simplemente debía cumplir mi papel y acatar lo que me deparaba. Fui rebelde e intenté cambiar ese sueño. No deseaba que se cumpliera. No podía quedarme de brazos cruzados mientras mis preciados hijos se batían a duelo para determinar al sucesor de Clown, amo del mazo mágico. Uno terminaba cubierto de sangre. El otro tenía dos expresiones distintas e iguales. Reía y lloraba, se arrepentía y lo celebraba. Eran las dos caras de la misma moneda, compartiendo una pérdida y reaccionando de maneras opuestas.

―Lo siento ―se disculpó Charasuke observando la figura de la carta Laberinto sentada mirando hacia un enorme lago.

Estaban en la dimensión creada para la carta laberinto. Gracias a la ayuda de “Sueño” lograron encontrarse en ese sitio, pese a estar sellados en barajas diferentes. La distancia física no era problema cuando se contaba con los sueños, aquel pasaje que conectaba los corazones de todos. Pocos magos sabían cómo invadir los sueños de los demás. Mas, una ventaja de ser una carta era que sus almas fácilmente podían desprenderse y viajar lejos. Imaginaba que sería de esa manera el lugar ideal de la mujer de cabello azabache; cielo azul, aguas cristalinas y praderas de color verde. Un lugar sumamente hermoso, justo como ella. Los ojos negros de Charasuke no podían apartarse de aquella silueta. Se acercó lentamente y la rodeó con sus brazos antes de abrazarla mientras seguía repitiendo sus disculpas por haberle fallado.

―No te disculpes, querido ―dijo ella dándose vuelta lentamente para mirarlo con una sonrisa cálida―. Yo sabía que no podría detener mi destino ―consoló sujetando suavemente ambas mejillas del menor.

―Yo debí poder decir algo, hacer más… ―susurró arrepentido sujetando la blanca mano que le brindaba aquel cariñoso toque.

―Supongo que las cosas suceden por un motivo ―respondió la mujer atrayendo su cabeza hacia su pecho.

―Es ridículo dejarse llevar por el “destino” ―protestó Charasuke sintiendo una paz embargar su alma. No oía los latidos del corazón que debía residir en aquel pecho, pero los recordaba. Tenía grabado en su memoria el sonido correspondiente.

―Hay cosas que no se pueden cambiar y otras que sí ―explicó la fémina dejando su mano deslizarse entre las hebras oscuras del cabello del menor―. Lo importante, cariño es que consigas discernir cuál es el momento de luchar y cuando de observar ―instruyó con una voz dolida. Él lo sabía, ella no estaría de acuerdo con lo que acontecería.

―Pero… ―intentó protestar. Haría cualquier cosa por verla sonreír, incluso si tenía que romper las reglas del mago Clown, algo haría por ella.

―Shhh ―silenció cerrando los ojos mientras su dedo índice cubría los labios de Charasuke―. Ya has estado mucho tiempo aquí, debes volver con ellos creo que ha llegado el momento ―avisó elevando su mirada hacia el cielo. Una lágrima se deslizó por su mejilla y cayó directamente en la frente del menor.

―Lo siento… ―dijo agachando la cabeza apenado en signo de derrota―… madre ―completó avergonzado por no poder cumplirle su deseo.

Charasuke apareció nuevamente en aquel lugar abandonado que compartía con Itachi. Ese sitio donde había sido sellado por él, pero con su magia más repuesta, era capaz de volver a salir sin ser llamado. Su mirada se posó en la pequeña e incompleta baraja de donde sobresalía una posible solución. Aun no comenzaba el duelo definitivo entre ambos hermanos. Alzó la mirada hacia el frente, él podía, no, debía detenerlos. Así tuviera que tomar medidas drásticas no dejaría que aquel profético sueño se hiciera verdad. Él desafiaría al destino de ser necesario. Rompería el ciclo a como diera lugar, incluso si debía poner en riesgo su existencia. Tomó aquel mazo entre sus manos y buscó algún espejo en el lugar. Fue al baño donde bien sabía que había uno bastante alto colgado cerca del lavamanos. Sin embargo, al llegar allí no vio nada. No estaba aquel objeto que siempre usaba para transportarse de un lado al otro y volver a donde quisiera.

―¿Buscas el espejo del baño? ―preguntó Itachi apareciendo a sus espaldas.

―¡Te lo llevaste! ―acusó de inmediato mostrándose furibundo por tal acto en su contra mientras se volteaba encarándolo.

―¿Qué estás haciendo, Charasuke? ―cuestionó con el ceño fruncido mientras lo examinaba de arriba abajo con la mirada.

―Detener esta locura ―contestó sin ninguna duda. El menor apretó las cartas en sus manos y las llevó hasta su propio pecho como protegiéndolas de Itachi.

―¡Se supone que ya habías entendido! ―reclamó el mayor intentando arrebatarle las cartas por la fuerza.

―No la harás llorar ―susurró con su flequillo cubriendo sus ojos. Elevó la mirada exhibiendo unos ojos de color rubí en vez de los oscuros que poseía normalmente―. ¡Espe…! ―gritó sin lograr terminar su hechizo.

Un certero golpe desde atrás lo arrojó al suelo soltando las cartas por inercia. Charasuke se dio vuelta buscando ver a su atacante encontrándose con alguien a quien no esperaba. Giró la cabeza viendo las cartas dispersas, intentó juntarlas deprisa, pero Itachi le aplastó la mano con su pie. El recién llegado sin darle tiempo a reaccionar atravesó la espalda de la carta espejo usando un báculo. “No debería ser filoso”. Pensó el herido botando algo de sangre por su boca. Itachi se arrodilló para quedar a la altura del menor. Sujetó su mentón con delicadeza y lo obligó a mirarlo, una sonrisa se dibujó en los labios del azabache de cabello largo. El rostro de Charasuke se contorsionó en sorpresa y miedo. Intuyó sus palabras y sus acciones, sabía lo que sucedería gracias a la carta Laberinto, o más bien, gracias a su madre.

―No evitarás que le robe toda la magia a Sasuke ―dijo de manera firme dibujaba unos kanjis en el aire usando su dedo índice―. Será mejor que descanses en tu propia carta hasta que todo termine ―comentó antes de murmurar unas palabras antiguas.

―¡No te dejaré hacerlo! ―advirtió pese a no poder siquiera moverse a causa del dolor―. ¿Y tú que demonios le dijiste? ―interrogó a su atacante.

―Sólo le conté cuál era el verdadero deseo de tu corazón ―respondió con una sonrisa cínica.

―¡Hijo de puta! ―exclamó lleno de cólera removiéndose furioso. Cada movimiento acrecentaba sus heridas, pero le daba igual en esos momentos―. No debes oírlo, Itachi. Yo puedo… yo…

―He tomado mi propia decisión ―contestó mirándolo con seriedad antes de terminar de recitar su hechizo―. Regresa a la forma humilde que mereces, carta Clown ―ordenó.

No tuvo más tiempo para seguir protestando pues su cuerpo comenzó a desvanecerse. Esta vez era diferente a la anterior. Cuando lo obligó a dormir, fue como si de un arrullo tierno se tratara, en cambio esta vez sintió como si fuertes cadenas lo arrastraran de regreso a su propia carta. No era un sello normal y cuando vio al acompañante de Itachi entendió la razón. Eso lo explicaba. Una cosa era sellarlo sólo con las palabras de un mago novato y otra aprisionarlo con ayuda del espejo de Clown. “¡Te maldigo una y mil veces!”. Exclamó en su mente mirando al responsable. Siempre estuvieron en los lados opuestos de la batalla, pero no podía creer que fuera capaz de jugar tan sucio y darle un golpe así de bajo. Sólo esperaba conseguir liberarse nuevamente antes de que sucediera una tragedia. Estaba seguro que él envenenó aún más la mente de Itachi y no quería suponer lo que habría hecho con Sasuke durante sus días recuperándose.

Ajenos a todos esos asuntos quienes también estuvieron recuperándose eran el card captor y los guardianes. Sasuke era el menos herido, pero eso lejos de ser causa de alivio lo hacía sentirse más culpable. Sus amigos resultaron heridos y él apenas si tenía unos rasguños, como el mismo los llamaba. El pelirrojo era quien seguía siendo el más comprometido. No sería tanto el problema si contara con su magia para acelerar la recuperación y hacer menos complicado el trabajo para los doctores carentes de la misma. Sin embargo, Uchiha sabía que ese retraso era a causa de la magia corrompida en Charasuke. Cuando él mismo fue herido por la carta lluvia, le había costado un poco sanar. Tuvo que purificarse a sí mismo e implementar sus conocimientos sobre la curación antes de permitir que un médico examinara sus quemaduras. Quiso entrar e intentar sanarlos por su cuenta, pero era difícil entrar a cuidados intensivos. Pasó largos horas simplemente esperando a que todo mejorara. Se le pidió quedarse en una habitación para observaciones y según las sugerencias de Minato, por el momento era mejor no hacer nada arriesgado.

―¿A dónde habrá ido Minato-san? ―preguntó sentado en su cama mientras observaba hacia la ventana.

―Es costumbre suya desaparecerse de la nada ttebayo ―respondió Naruto entrando por la puerta estando vendado aun en su cuello y con algunas curitas en el rostro.

―¡Usuratonkachi! ―regañó Uchiha levantándose para ir hasta él y ayudarlo a caminar hasta la cama―. No deberías salir de la cama si aún no te dan de alta ―riñó yendo a cerrar la puerta para que no lo descubrieran.

―Yo me siento muy bien ―afirmó con los brazos detrás de la cabeza mientras se recostaba en la cama del otro―. ¿Qué decías de Minato? ―interrogó con un tono de voz frío al referirse a su progenitor.

―Hace unos días que no lo veo ―explicó Sasuke acercándose con preocupación notando como el rubio evitaba mirarlo cara a cara―. Se fue cuando necesito descansar y no eran horas de visita, pero…

―Murió, ¿cierto? ―preguntó con un brazo ocultando su rostro en esos momentos.

―¡No digas eso! ―exclamó Uchiha quitando los brazos del guardián para verlo cara a cara.

Uzumaki tenía los ojos cristalizados en lágrimas retenidas. No quería llorar y su voz fingía una indiferencia imposible de exhibir en unos ojos tan honestos. Los orbes oscuros de Sasuke lo captaron de inmediato. Esa tristeza inundando un alma inocente que se negaba a aceptar una realidad demasiado injusta. Habiendo perdido con anterioridad a su madre, perder ahora a otro ser amado, hizo que Sasuke recordara como era él mismo cuando perdió a su familia. Repentinamente sintió los brazos del guardián rodear su cuerpo y ocultar su rostro en su hombre. La tibieza de esa humedad la reconocía sin necesidad de apreciar la causa de ella. Naruto se aferró a la tibieza del cuerpo del mago como si fuera lo último que le quedaba en el mundo. Su lazo hacia la realidad. Aquel capaz de mantenerlo unido al poco raciocinio restante en su ser.

―Su magia repentinamente desapareció ―afirmó el blondo mordiéndose los labios conteniéndose de gritar―. Sólo los magos pueden manejar sus presencias, eso significa que él…

―No sabemos con certeza qué le sucedió ―intentó consultar el azabache.

No podía soltar promesas vacías, más daño que bien le harían. Si le aseguraba encontrar vivo a Minato y no era el caso, la caída sería tan destructiva como grandes fueran sus esperanzas e ilusiones. El rubio no volvió a decir ninguna palabra, se limitó a llorar desconsoladamente sabiendo que Uchiha no le juzgaría. El card captor lo abrazó con fuerza mientras sus ojos se enfocaban en el techo. ¿Qué podría decirle tras perder a su padre? De primera mano sabía que las palabras de nada servirían. Sintió las uñas del rubo enterrándose en su piel. Tal era la fuerza con la cual lo sujetaba que sentía sus uñas a través de la tela de la ropa del hospital. “Está bien, este dolor no es nada en comparación al suyo”. Pensó el azabache sin emitir sonido. No iba a quejarse por algo tan pequeño, quería acompañarlo en su dolor.

―¡Una presencia! ―gritó repentinamente Naruto alzando la cabeza mientras miraba hacia la ventana―. ¿La sientes? ―preguntó a su amigo mientras volteaba a verlo.

―¡Es Itachi! ―exclamó tras asentir a la pregunta antes realizada―. Está demasiado cerca ―puntualizó preocupado―. Debo evitar que se meta aquí, Gaara y Sai aún están recuperándose ―afirmó decidido sujetando su llave.

―¡Vamos! ―dijo Naruto limpiándose las lágrimas con la mano de manera brusca―. Podría ser una trampa suya ttebayo ―comentó reuniendo su magia.

―¡Espera! ―pidió Sasuke mientras sujetaba la mano que el otro estaba cerrando en puño―. Aun estás recuperándote ―le recordó temiendo lo peor de esa batalla.

―¡Teme! ―llamó Uzumaki sujetando los hombros del otro―. He perdido a mis padres, no voy a perder a otra persona que amo sin hacer nada al respecto ―aseguró mirándolo con una sonrisa triste.

Uchiha tardó un poco en procesar esas palabras soltadas tan a la ligera. ¿Habría quedado vulnerable sentimentalmente? Una parte de él estaba feliz de oír aquellas palabras. Saberse amado por Naruto llenaba su corazón de una dicha indescriptible, pero ¡vaya momento para soltar esa frase! Su hermano estaba cerca, podría tener una batalla de vida o muerte en cuestión de minutos y el idiota le provocaba un revoltijo de emociones. Su parte racional le pedía prudencia. Uzumaki podría estar actuando como los pollitos recién nacidos: al primero que ven consideran su madre. En su caso, teniendo a su madre muerta y su padre desaparecido, existía la posibilidad de que buscara alguien a quien aferrarse para no hundirse en la depresión. Quería meditar más al respecto. Reflexionar si aquellos sentimientos expresados eran reales o no y hasta cuestionarse los propios, pero siendo un momento así de critico tendría que pretender demencia.

―Yo tampoco quiero perderte ―suspiró temiendo por su bienestar―. No sé si saldré con vida de esta pelea ―admitió sujetando con sus dos manos la llave del báculo mágico.

―Por eso iré contigo ―habló el blondo intentando mostrarse animado, pero el desconcierto respecto al paradero de su padre y la inminente amenaza de Itachi no le permitían sonreír―. Volveremos y podrás responder mi confesión o moriremos juntos ttebayo ―prometió.

―Supongo que no me dejaras ir solo por las buenas ―bromeó con una pequeña mueca que fungía como sonrisa.

―Así tuviera que usar la fuerza contigo ―confirmó con una sonrisa un poco más amplia―. Patearía el trasero de Itachi y el tuyo en el mismo día ttebayo ―bromeó mientras se transformaba en guardián.

―Entonces está decidido ―dijo Sasuke mientras liberada el poder de la llave para invocar su báculo―. Pelearemos y venceremos a Itachi sin dudas ―aseguró obteniendo un asentimiento de parte del rubio.

Itachi iba saltando de techo en techo. Había ido al hospital a recuperar el espejo de Clown. Lo había perdido durante su batalla y ese bastardo se lo llevó sin avisarle tras sellar a Charasuke. Lo necesitaba de regreso y pese a la ayuda anterior si no lo devolvía tendría que tomar ciertas medidas. Una buena manera de registrar el lugar en poco tiempo era utilizando un hechizo de localización para saber su paradero. La desventaja de dicho proceso, fue que debió aumentar su magia para expandir su rango. Todo por nada. El espejo no estaba ahí y puso en alerta a su hermano menor. Sin embargo, estando tan heridos ninguno de esos niños podría darle una pelea desafiante. Aprovecharía para ir al templo de su familia y robaría los hechizos de ese lugar para saber cómo demonios se usaban correctamente las reliquias de Clown. Necesitaba ese espejo de regreso a como diera lugar. Charasuke estaba directamente relacionado con el mismo y no permitiría que nadie más lo tuviera entre sus manos. Su camino se vio interrumpido por una distorsión delante suyo.

―Laberinto ―susurró Uchiha viendo los altos muros alzándose armando diferentes caminos―. Supongo que ya recuperó algo de su magia ―suspiró con desgano.

―No podrás salir de aquí sin terminar nuestro asunto pendiente ―afirmó Sasuke apareciendo al final del camino frente a Itachi.

―No tengo tiempo para ti ―espetó antes de utilizar su espada para invocar una carta Clown―. ¡Agua! ―invocó creando una gran ola que inundó el lugar alejando a su hermano al ser arrastrado por la marejada creada.

―¡No irás a ninguna parte! ―exclamó el rubio apareciendo en su forma de guardián por sobre Itachi. Rápidamente cambió a su forma de humano y se dejó caer―. ¡Rasengan!

Itachi sacó una carta de su baraja e invocó a escudo para repeler aquel ataque. Sonrió presumidamente mientras con una mano se acomodaba el cabello despreocupadamente. Esa acción hizo rabiar a los menores. Estaban siendo tomados como una simple burla por el otro. Mas, algo que les llamaba la atención era su rápida recuperación. Si bien todos habían salido bastante lastimados de aquel enfrentamiento, supusieron que a Itachi le tomaría más curarse, debido a los ataques de Charasuke durante la pelea que ellos presenciaron mientras estuvieron atrapados por la carta laberinto. De primera mano sabían que esa carta era poderosa y habiendo sido ofendido por Itachi, seguramente no se contuvo.

―Veo que aún no han podido recuperar del todo sus heridas ―comentó repentinamente el moreno mayor―. Es una pena que no sepas el método por el cual un mago se regenera ―agregó con una sonrisa divertida.

―¡¿De qué estás hablando?! ―preguntó Uzumaki mostrándose enojado―. ¿Qué clase de sucio truco usaste? ―interrogó mientras se preparaba para realizar otro ataque.

El menor de los hermanos Uchiha viendo el agua dispersa se le ocurrió un pequeño plan. Sacó la carta lluvia aprovechando la “entretenida” charla entre el blondo y su hermano mayor. Habiendo visto la carta en la mano de Sasuke, el otro mago reforzó el hechizo de escudo a su alrededor para evitar morir ahogado. Apreció la desesperación de su hermanito por matarlo. Fácilmente podía deducir que aquellos dos estaban dispuestos a morir con tal de vengarse de él. Quizás no sería mala idea meter un poco más de leña al fuego. Una mente fría e imperturbable siempre prevalecería sobre un corazón caótico y sin control. Decidió utilizar a fuego para crear vapor de agua que les dificultara la visión a esos dos. Sonrió divertido al mezclarse entre la misma mientras oía a ambos menores llamarse mutuamente perdidos y preocupados. Podrían tener el control del espacio gracias a laberinto, pero si los cegaba, tendría el control sobre el campo de batalla.

―¿De qué otra forma te podrías restaurar la magia si no es robándosela a otro? ―cuestionó Itachi apareciendo a espaldas del rubio.

Naruto podía ser una persona no muy lista, pero la repentina desaparición de la presencia de su padre y la pronta mejora de Itachi no eran difíciles de relacionar. ¿Ese maldito se había atrevido a…? Pese a no ver donde se encontraban, Sasuke alcanzó a oír aquella conversación y con mayor desesperación buscó a su mejor amigo. Sabía lo mal que se encontraba el rubio y no dudaba que su hermano mayor desconociera aquella información. La estaba utilizando para desconcentrar a Uzumaki y convertirlo en una nueva víctima, pero no se lo permitiría. El card captor utilizó a su carta viento para despejar el aire del vapor. Cuando alcanzó a tener mayor visibilidad del panorama vio a Itachi detrás de Naruto, listo para asestarle un golpe mortal.

―¡Naruto! ―llamó el mago menor mientras buscaba entre su mazo una carta para salvarlo, pero el miedo estaba bloqueando sus ideas.

―Otra muerte en tu conciencia hermanito ―afirmó Itachi atravesando el pecho del guardián.

―¡Narutooo! ―gritó desde el fondo de su garganta sintiéndola arder por la fuerza usada para llamar al otro.

Uzumaki ni siquiera llegó a reaccionar. Nada. No sentía nada desde el momento en que Itachi mencionó aquel método para regenerarse. Tuvo esperanzas de que su padre siguiera con vida. Él era un novato como guardián y un torpe adolescente hormonado, cometía errores. “Como no saber aprovechar el tiempo desde que regreso. No decirle que a pesar de todo… lo quiero”. Pensó mientras se precipitaba hacia el suelo. Todo le parecía moverse en cámara lenta. Sasuke corriendo hacia él con el báculo y las cartas listo para matar a Itachi. Oyó la invocación de trueno como un sonido amortiguado en su oído. El mayor de los hermanos se alejó de su persona y lo dejó allí en el suelo desangrándose. El card captor se llenó de rabia y comenzó a invocar a las cartas sin siquiera pensar.

―Parece que te hice enojar, tonto hermano menor ―habló Itachi mientras sonreía confiado―. No veo por qué te enojas tanto cuando simplemente he hecho lo de siempre ―dijo con un tono divertido.

Sasuke no dejaba de gritar que lo mataría y repetía una y otra vez cuanto lo odiaba. Quería ir en ayuda de Naruto, pero en el momento en el que se agachara a realizar las curaciones, sería asesinado por Itachi. Maldijo haber ido junto al joven de ojos azules. Debió dejarlo en el hospital, pedir ayuda a Sai, usar magia o algo que le impidiera seguirlo. Usó su báculo para atacar a Itachi cuando se cansó de recitar hechizos al azar. Su magia se estaba consumiendo rápidamente y no estaba dando ningún resultado, pues con pocos hechizos Itachi conseguía desviarlos. Comenzó a respirar agitado y a cada nuevo ataque bloqueado, se sentía más frustrado, aumentando sus malas decisiones y así en un ciclo que parecía no tener fin. Empero, que lo tendría cuando se le agotara la magia. Y justo cuando ese momento se vio cercano Itachi decidió que era tiempo de ponerle fin al asunto.

―¡Tiempo! ―invocó Itachi haciendo que el espacio alrededor suyo se detuviera.

El mayor de los magos Uchiha se acercó al otro, hizo unas posturas extrañas con las manos y recitó unas palabras antiguas. Bajo sus pies aparecieron unos símbolos mágicos que formaban un círculo con una estrella de cinco puntos dentro. En cada una de las puntas se veía reflejado el símbolo de cinco cartas en específico, las elementales; tierra, fuego, agua, viento y rayo. Si un mago era poderoso, tenía la habilidad de romper la magia de las cartas, incluyendo tiempo, pues el poder de la carta dependía de la fuerza del invocador. Sasuke no tenía la magia suficiente para romper por completo con tiempo, mas seguía estando relativamente consciente. Era capaz de ver y oír lo que estuviera cerca suyo. No tenía idea de la utilidad de aquel hechizo o lo que fuera que estaba haciendo Itachi, pero debía detenerlo.

El menor de los Uchiha estaba concentrando su magia en su cuerpo esperando romper el hechizo de tiempo. Empero, la desesperación comenzó a crecer en él cuando no lograba hacerlo. Era como estar sumergido en el agua usando una camisa de fuerza. Sin importar cuanto se esforzara en cambiar su situación, más caía en cuenta de lo inútil del esfuerzo realizado. Tras unos momentos luchando contra aquello, terminó aceptando lo inevitable. No derrotaría a Itachi y peor aún, moriría en sus manos. Su mente buscó un consuelo ante lo inevitable. Llegó a la conclusión de que al menos le haría compañía al resto de su familia; sus padres, su maestro… Naruto. Pensando en él, sus ojos lo buscaron viéndolo tirado en el suelo. Pronto le haría compañía en el más allá. Cuando lo hiciera aprovecharía para decirle su respuesta a su confesión:

“Yo también te amo, Naruto”

Con ese último pensamiento, Sasuke cerró los ojos aceptando de frente el golpe final de Itachi. Cuando dejó de recitar aquel hechizo alzó su espada dispuesto a matarlo. Sin embargo, el golpe nunca llegó. Repentinamente su cuerpo fue libre de moverse. Sorprendido y algo temeroso abrió los ojos encontrándose con una escena que jamás habría imaginado. Delante de él se encontraba Uzumaki sujetando la espada de Clown con su mano desnuda. Un aura rojiza rodeaba el cuerpo del guardián impidiendo el ataque de su espada. Su mano ni siquiera se veía afectada por el filo de la hoja. El mago se mostró sorprendido por el cambio del otro. Aquellos ojos anteriormente azules se habían vuelto de un color rojo sangre, sus marcas en las mejillas estaban acentuadas y su aura parecía formar la figura de un zorro envolviéndolo. Sin perder el tiempo Itachi intentó retroceder, pero Uzumaki de un movimiento imposible de seguir con su vista le asestó un golpe mandándolo a volar contra una de las paredes de laberinto.

El mago escupió algo de sangre por el impacto de aquel golpe. Maldijo su suerte, pues no disponía de tanta magia como hubiera querido. Usar a tiempo requería de un esfuerzo mayor al normal. Chasqueó la lengua viendo que también tendría que exorcizar a ese demonio. Aquel sujeto no dejaba de dar problemas sin importar la época en la cual reencarnara. ¿Seguir con su anterior hechizo contra Sasuke o detener al rubio embravecido? ¿A cuál de los dos elegir? Tomó una resolución en ese momento. Alzó sus dedos índice y corazón preparado para redirigir su ataque. Recitó el hechizo especial que mejor combinaba con la espada de Clown. Un fuerte dolor en su pecho le hizo buscar aire desesperadamente. Sasuke gritó horrorizado al ver cómo la espada de Clown atravesaba el cuerpo del guardián de lado a lado. Repentinamente aquella aura rojiza volvió dejó de proteger el cuerpo de Uzumaki cayó al suelo. Dominado por la ira y enceguecido por el odio de la acción realizada el card captor hizo uso de toda su magia.

―¡Trueno! ―gritó concentrando toda su magia en un gran ataque en contra del objeto de su venganza.

Una gran luz iluminó el lugar y el grito de dolor de Itachi resonó en los oídos de Sasuke. Repitió el hechizo una y otra vez queriendo desaparecer de la faz de la tierra a aquel con quien compartía sangre. Las lágrimas corrían por los oscuros ojos al recordar a Naruto siendo herido una y otra vez por su culpa posiblemente muerto. A la par su voz sonaba como un grito de batalla ordenándole al mismo firmamento que le diera fuerzas para destruir a Itachi. Cuando sintió que había agotado la mayoría de su magia se detuvo respirando agitadamente. El cuerpo del mayor de los morenos estaba tirado en el suelo, sólo por desquitar aún más su molestia iba a apuñalar su cadáver, pero la débil voz de Naruto lo detuvo.

―Sasu…ke.

Giró sorprendido por aquel llamado y se alejó del cuerpo de su hermano mayor. Poco y nada le importaba ya si había conseguido su venganza. ¡Naruto aún vivía!a Su voz se lo confirmaba, no era una simple ilusión. Vio con esperanza como el otro lo llamaba a duras penas. Sabiendo que necesitaba de él se acercó y lo abrazó agradecido de que aun respirara. Sin embargo, no podía obviar que sus heridas eran de gravedad. Si no actuaban rápido realmente nada le aseguraba que viviría.

―¡Aguanta! ―ordenó mientras lo tranquilizaba pese a no estarlo él mismo―. ¡Vuelo! ―invocó su carta para llevarlo donde Sai.

El card captor se reprochó así mismo haber gastado magia en exceso. De no haberlo hecho él mismo podría haber sanado a Uzumaki allí. Ahora tendría que rogar que Sai contara con suficiente energía para ayudarle a salvar la vida del guardián. Luego de unos minutos el cuerpo de Itachi se movió levemente. En su cólera, el joven mago no se había dado cuenta de que Itachi estuvo usando a escudo para defenderse. No obstante, el poder de la carta trueno había sido tan destructivo que consiguió herirlo de gravedad. No lo suficiente para matarlo de inmediato, pero a ese paso poco tiempo le quedaba. La oscuridad se cernía sobre Itachi. Sus cansados ojos apenas podían mantenerse abiertos. Parpadeó repetidas veces buscando mantenerse despierto un poco más. Sabía que si los cerraba no volvería a abrirlos. La magia restante en su cuerpo era todo lo que lo mantenía aferrado a la vida. Tosió sangre en su propia mano cuando intentó cubrirse la boca. Sus dedos manchados tocaron la única carta en su poder no utilizada en la batalla.

—Charasuke —llamó débilmente invocándolo frente a él.

—Oye, tienes que... —reclamó con molestia por ser llamado tan repentinamente—. ¡Itachi! —exclamó lleno de horror al verlo.

—No queda tiempo —afirmó débilmente intentando sonreírle.

Los ojos de Charasuke se abrieron llenos de sorpresa al ver su estado. Un mago tan habilidoso como Itachi reducido de esa forma. Estaba al borde de la muerte y temía confirmar la causa. Se acercó a su lado y apoyó su mano derecha en la herida de su pecho. Concentró la magia en su palma aplicando magia curativa. No había avances. La magia oscura neutralizaba cualquier indicio de magia blanca. La herida continuo sangrando de forma acaudalada. La desesperación comenzó a crecer en el interior de la carta. Sus ojos comenzaron a ver borroso. Él tenía prohibido llorar, empero su boca se abría y se cerraba luchando por coordinar palabras con su quebrada voz. En su mente sabía que no podría salvarlo e Itachi sonrió un poco por el gesto. Aun sabiendo lo inútil que era la carta seguía intentando ayudarlo.

—¡No lo digas! —gritó al ver moverse aquellos labios morados por la falta de sangre.

—Es tarde —suspiró Itachi mientras le sonreía tranquilo.

Su rostro reflejaba calma y a la vez resignación. Estaba aceptando la muerte con gracia. No había temor en su ser. Sólo residuos de pesar. Culpa por fallar en su cometido. Sin embargo, sus ojos brillaban esperanzados al mirar a Charasuke. Las manos de la carta se llenaron de sangre y sus ojos se agolparon con lágrimas. Quiso dar palabras tranquilizadoras, pero hasta él conocía el destino que aguardaba al mago. Ese conocimiento le provocó un nudo en la garganta. ¿Cuánto más tendría que seguir con aquel destino lleno de muerte? Desde lo más profundo de su alma rota deseó gritar de la más pura desesperación. En ese momento no le importó la traición de Itachi, el daño causado por sus decisiones, sólo quería que viviera. Darle unos años más de vida. Tenía tanto por cumplir, por vivir y por explicar. Era muy pronto para volver a perderlo.

—¡Itachi! —gritó con la voz quebrada—. Yo... yo… ―repitió mientras sujetaba sus manos―. No puedes mo…

—Prométeme algo —pidió alzando su mano para colocarla en la pálida mejilla de la carta.

Dio un breve golpe en la frente de Charasuke con dos dedos juntos y pronunció unas palabras dedicadas sólo a él. Los ojos de espejo comenzaron a tener gotas de agua deslizándose por su rostro. Había comenzado a llover sobre ellos. La sangre fue cayendo de ellos mezclándose con la cristalina lluvia que parecía desear lavar sus mentiras, pecados y dolor. Con una última sonrisa Uchiha cerró los ojos de manera apacible. Aquella mano fue perdiendo fuerza y los fríos dedos trazaron un camino de sangre en su pálido rostro. Finalmente, Itachi quedó completamente inmóvil. La respiración de la carta comenzó a acelerarse de forma abrupta. Tembloroso movió un poco su hombro provocando que su cuerpo se desplomara pesadamente.

—¡¡Itachi!! —gritó con tal fuerza que su garganta ardió de dolor.

Ni una sola lágrima escapó de aquellos negros ojos, pero no eran necesarias. Sus alaridos al son de sus golpees al suelo bastaban para deducir su sentir. Maldijo una y mil veces a Sasuke por su osadía. Haber matado a Itachi era imperdonable y se aseguraría de hacérselo saber. Y lo haría de la forma más cruel posible. Sus ojos resplandecieron en un tono rojizo. No en el cual usaba con frecuencia, sino uno más maligno. El dolor en su interior estaba alimentando un poder prohibido. Uno que Sasuke se arrepentiría de avivar con su venganza.

—Ojo por ojo —murmuró Charasuke mientras acariciaba los párpados cerrados de Itachi—. La desesperanza canta su réquiem esta noche —recitó mirándole inexpresivo.

Mientras tanto en el hospital Sasuke sonreía alegremente al ver a Naruto fuera de peligro. La reencarnación de Clown había conseguido obrar a tiempo. Ninguno de ellos sabía del sentir de la única carta que se negó a pasar a ser posesión del card captor. Pues tras la derrota de Itachi, por derecho su parte del mazo le pertenecía. Mas, Charasuke tenía otros pensamientos…

 

CONTINUARÁ…

 


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