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¡Es tu turno! ||Sterek|| por Dark_Ness

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Notas del capitulo:

Diosss, ¿cuanto tiempo ha pasado desde que actualicé??? 

 

— ¿Nunca te han dicho que caminas muy rápido?

    Derek volteó extrañado y detuvo su marcha. Le bajó volumen a la música que sonaba por sus audífonos, y miró a su interlocutor.

— No. No hay nadie lo suficientemente rápido como para que me alcance y me diga eso a la cara.

    Su expresión cambió ligeramente cuando el chico sonrió ante su respuesta vanidosa.

— Pero; ¿qué estás haciendo aquí?

    Stiles bajó un poco las comisuras de sus labios ante la pregunta de Derek.

    Era realmente válida, puesto que tenían semanas sin hablarse.

    Dudó un poco en responder, pero tal como su padre le dijo muchas veces, siempre era mejor decir la verdad.

    Aun si Stiles no era muy asiduo a seguir consejos, en especial si eran paternales.

— Yo... Yo... Mm —Stiles se pasó sus largos dedos por el cabello crecido y despeinado—. Yo vengo a hablar contigo.

    Derek alzó una ceja, ahora totalmente intrigado, y se acercó a Stiles.

    Desde la distancia no se notaba mucho, pero el chico llevaba una camisa con largas mangas que estaba comenzando a mancharse de sudor por la carrera que seguramente había echado para alcanzar a Derek. Se veía un poco pálido, pero más recompuesto que la última vez que se habían visto; y, aunque Derek lo negara, estaba feliz de poder oler sentimientos ligeros alrededor de Stiles.

    Debajo de la espesa capa de sudor y aroma masculino, los nervios y la emoción comenzaban a salir. Y Derek, con toda la calma del mundo, utilizó cada gramo de control para no preguntar impertinentemente aquello que quería saber.

— Yo vine a disculparme. —reconoció Stiles después de unos minutos.

    Derek parpadeó confundido.

    ¿Qué estaba pasando?

*

*

    En la mañana, Derek se levantó con la intensión de hacer muchas cosas productivas.

    Era muy extraño que él tuviera la iniciativa de hacer cosas aparte de la manada. Para él, el día a día consistía en levantarse y lamentar estar con vida, por el simple hecho de que sabía que tendría que lidiar con su adolescente manada y sus problemas jóvenes. Pero tras los sucesos ocurridos en cierto lugar con ciertas personas indeseables, ellos habían tenido un crecimiento emocional a base de trauma que los había hecho valorar un poco más lo efímera que era la vida; por lo que no pasaban tanto tiempo con Derek, sino disfrutando (y cumpliendo con sus deberes) afuera del loft.

    Eso le dejó a Derek mucho tiempo para pensar y estar en sintonía con su soledad —con la ligera excepción de Isaac, quien tenía un poco más de tiempo libre ahora que Scott y Allison iban y venían por distintos condados en nombre de Derek para establecer la paz entre manadas—; tiempo que aprovechó para sí mismo en reflexiones, flexiones y cosas que rimaban, pero que no tenían que ver una con la otra.

     Por lo que, esa mañana, no debía ser distinta a las que tenía usualmente; no obstante, lo fue.

    Al abrir los ojos y observar el calmado entorno de su iluminada y espaciosa habitación, las sensaciones de que ese día estaría cargado de emociones lo recorrió de pies a cabeza, por lo que se levantó de un tiro a alistarse.

    No sabía que haría, no sabía cómo comenzaría, pero sabía que algo pasaría.

— ¿Por qué rimas? —Derek preguntó al aire un poco molesto. Él no sabía a quién se dirigía, pero estaba irritado por las rimas que escuchaba en su mente.

    Y sin respuestas a sus groseras y no pedidas preguntas, Derek pasó al baño para empezar el día con el pie derecho.

*

    Quizás fue más rápido de lo que había pensado que sería, pero Derek se alistó y desayunó con minutos de sobra para concluir la hora. Supuso que con el pasar del día entendería por qué la adrenalina lo recorría como un vital combustible, por lo que con prisas, tomó sus llaves y salió del loft.

    El primer sitio que visitó fue esa cafetería en dónde había asustado a una pobre barista que lo había atendido hacía unos meses atrás. Ella aún seguía ahí trabajando, atendiendo a los clientes con una sonrisa cansada en su rostro, por lo que Derek intuyó que el trabajo era de medio tiempo y quizás lo usaba para pagar sus estudios —como el universitario promedio—, por lo que se acercó a ella.

    Derek deseó golpearse por sentir un atisbo de risa cuando los ojos castaños de la chica lo miraron aterrada.

— Buenos días —saludó con la voz titubeante. Derek la observó fijamente—; ¿Desea un café negro?

— No —respondió tajante—. ¿Tiene uno con leche?

    La chica bajó la mirada asustada y asintió. Derek podía oler la ansiedad salir de ella con enorme presión.

— Excelente. ¿Podrías prepararme uno, por favor? —respondió un poco más suave—. Supongo que un café con leche puede aplacar el mal humor.

    Ella asintió un poco menos asustada.

— Pero creo que no bastaría para pedir disculpas por ser alguien grosero. —Derek se sorprendió así mismo hilando más de dos palabras al mismo tiempo.

— ... Tal vez harían falta al menos dos. —ella respondió un poco más valiente. Derek sonrió.

— Que sean dos entonces.

    Y con eso, la muchacha se alejó de la caja registradora y fue a preparar los dos cafés con leche.

    Derek se dio la libertad de observar a su alrededor y se dio cuenta de que la cafetería no estaba tan concurrida como usualmente debería estar una en esa hora del día.

    A pesar de que el sol brillaba en lo alto del cielo y la brisa fresca entraba a través de las ventanas y puertas abiertas, las personas no se detenían a comprar un café. Las mesas pequeñas estaban carentes de clientes, a excepción de dos pares de personas que conversaban en voz baja mientras observaban por los grandes ventanales.

    Derek exploró un poco más con la mirada el lugar y comprendió que era una cafetera bastante corriente. Con un puñado de mesas distribuidas a lo largo del local junto a aquellas que estaban afuera con paraguas para cubrir la luz brillante del sol, la cafetería tenía esa onda de minimalismo que muy pocas veces veía en un pueblo antiguo como Beacon Hills.

    La decoración era bonita. Pero lo que la hacía especial era el hecho de que ahí fue cuando Derek había visto a Stiles con Audrey. El momento en dónde recibió su primera dosis de realidad a su devastador ego que creía que nunca podría deshacerse del amor empedernido del chico.

— Aquí tiene, señor —la muchacha llegó con un par de cafés en ambas manos. Los dejó en el mostrador—. Serían nueve con noventa.

    Derek asintió y le pagó para luego llevarse un café a la boca.

    Realmente sabía muy bien. Pero estaba tan cargado de leche que si no fuera por su alto metabolismo animal, probablemente tendría un accidente estomacal.

— Espero que con este café pueda borrar el mal trato de aquella vez —expresó Derek mientras dejaba una propina extra con el café en el mostrador—. Buen día.

    Y sin esperar respuesta de la muchacha, Derek salió de la cafetería con un café bien caliente en la mano y con el sentimiento de que el día que apenas comenzaba sería muy interesante.

*

*

  Hacer las compras de su casa era algo a lo que Derek no estaba acostumbrado.

   A pesar de ser un hombre que en unos años tocaría la puerta de los treinta, Derek no le gustaba ir al supermercado a comprar. O a hacer cualquier cosa que incluyera pasar mucho tiempo seleccionando algo. Por lo que era más fácil para él simplemente pedir todo a domicilio a su loft y recogerlo.

    Sin embargo, ese día, Derek entró a un supermercado por primera vez en... ¿Años tal vez?; llamando así la atención de un grupo de personas. Aunque la atención rápidamente se disipó, porque en la vida real, nadie está realmente interesado por las acciones de alguien aleatorio.

    Eso le hizo sentirse un poco más en confianza, por lo que Derek entró a los pasillos del súper y se dejó perder entre la inmensa cantidad de productos que podía encontrar.

    Sin darse cuenta, elegir cosas era la nueva actividad que le daría catarsis en el futuro.

— ¿Derek?

    Y a pesar de que Derek sabía que ella sabía que él podía escucharla a la distancia, hizo de cuenta que no escuchó nada y siguió observando una gran variedad de pastas.

— Por Dios, Derek. Sé que me estás escuchando —la voz femenina se acercó más y más a la dirección de Derek, y ofendida, siguió hablando—. ¿Qué haces aquí?

— No sabía que necesitaba un permiso presidencial para hacer las compras de mi casa, Lydia. —respondió un poco sarcástico mientras tomaba tres paquetes distintos de pasta. Pronto sus manos no tendrían espacio para cargar con todo lo que planeaba comprar.

    La chica pelirroja caminó un poco más hasta estar al lado de Derek y lo siguió mirando atónita. El lobo la observó de reojo y camino por el lado contrario para seguir haciendo el mercado del mes, probablemente.

— Sabes a lo que me refiero, Derek —Lydia lo siguió—. Es tan anticlimático verte por aquí. ¿Estás bien?

    Derek se volteó para observarla rápidamente.

— ¿No puedo comprar la comida para mi casa? —Derek cuestionó—. Es increíble lo extraño que son los adolescentes de ahora.

    Las mejillas de Lydia se calentaron levemente por las palabras de Derek.

— No estoy... diciendo eso.

— Pero, en cambio, me cuestionas. ¿Te molesta mi presencia acaso? —Derek se detuvo en el pasillo de los enlatados y observó la obscena cantidad de latas que podían existir en un mismo tiempo y espacio.

— ¡Para nada! —respondió rápidamente—. Esto es incómodo... ¿Necesitas ayuda o algo así?

    Derek no respondió.

    Su día estaba yendo relativamente bien como para ser grosero.

— Yo no quise ser indiscreta —comentó Lydia mientras le pasaba a Derek una canasta para que colocara las bolsas de pasta y las latas—. Me agarraste con la guardia baja. Es la primera vez que te veo en otro sitio de Beacon Hills que no sea el loft o el bosque.

— Estás haciendo esto muy incómodo —cortó Derek—. ¿Lo sabes, verdad?

    Lydia hizo silencio.

— Vale. Hagamos de cuenta que esto no ha pasado. —Lydia ofreció.

    Derek asintió después de tomar salsa de tomate y unos enlatados de ravioles.

    Derek planeaba correr como un desquiciado para quemar la energía suficiente que pudiera recomponer con pasta. Mucha, mucha pasta.

— Ya que estamos aquí, ¿sabes algo de Jackson? —Lydia sacó conversación mientras metía en su carrito de compras lo que estaba en su lista.

    Derek negó.

    No veía a Jackson desde la última reunión en dónde... Stiles se había ido.

— ¿Por qué preguntas? Tú eres su novia, creo. Deberías saber en dónde está él.

— Tú eres el líder de la manada. Se supone que tú deberías saber en dónde están tus betas —Lydia se escuchaba molesta—...

— Eso solo se aplica si estamos haciendo misiones colectivas —Derek rectificó—. De resto, no es como si estuvieran bajo un régimen militar estricto. Cada uno tiene su vida aparte.

    Lydia lo miró con la clara expresión

— ¿Por qué tanto ataque? —Derek se volteó en dirección a Lydia. Ella se veía muy molesta por algún motivo desconocido—. Háblame directamente, Lydia. Nosotros no nos vamos por las cuerdas.

    Lydia soltó un suspiro.

— Jackson se fue hace una semana a San Francisco, y no me ha respondido los mensajes que le envío —la voz de Lydia sonaba preocupada—. Lo que me dijo al irse es que se iría contigo porque ustedes dos habían hablado sobre algo privado, y que tenían que resolver un asunto con otra manada que también tenía lobos como él.

    Derek escuchó todo atentamente antes comprender que es lo que decía Lydia.

— ... Jackson me usó de excusa para irse a San Francisco —concluyó en voz alta luego de unos segundos. Quería reírse, pero se sentía ofendido ante lo que escuchaba—. Ya entiendo tu reacción al verme.

    El humor de Lydia decayó.

    Aún más.

— Pero hasta donde sé ustedes no estaban juntos —Derek caminó con Lydia al lado, está vez recorriendo el pasillo de las carnes congeladas—. O tal vez sí... Ya no entiendo quien está con quién.

— Es complicado —respondió Lydia. Ella agarró una bandeja de pechuga de pavo y la añadió a su carrito—. Pero él y yo habíamos hablado... se supone que nos mudamos juntos a un departamento que mi familia había comprado hace mucho tiempo atrás para empezar nuestra vida de pareja independiente.

    ¿Vida de pareja independiente? «Madre mía», se susurró Derek en la mente, «¿Cuántos años tienen estos niños?»

— Y entonces se fue... no se nada de él desde hace una semana y siento que hay algo que él me está ocultando —Lydia suspiró. Derek se percató de que Lydia se veía muy cansada, algo que usual en ella no era—. Ahora no sé que hacer, porque le dije que no me metería en sus asuntos si él no me invitaba a ellos y ahora estoy...

    Lydia hizo una pausa para mirar a Derek.

    Derek ahora estaba intrigado. Quería saber que era lo siguiente que Lydia estaba a punto de decir antes de que él concluyera sus compras para irse a su casa.

— Supongo que esto no te interesa —exclamó con un cambio de tono radical. Ahora ya no se veía como una persona preocupada, sino como la Lydia de siempre a la cual Derek no le prestaba la suficiente atención por ser... tan ella—. No sé por qué te digo todo esto si es lógico que ni siquiera es algo que tú puedes entender...

— Oh, sí. Debe ser que nunca tuve pareja como para no comprender tu dolor incalculable. —Derek se burló mientras seguía caminando, esta vez para buscar algo de leche.

    Las mejillas de Lydia se colorearon un poco.

— No insinué eso. Lo decía por tu respuesta a que no entendías quien estaba con quien —Lydia se explicó con bastante dignidad—. Es obvio que si has tenido parejas.

— Ahora volviste la conversación extraña, otra vez —Derek observó las cajas de leche. No quería comprar nada que estuviera próximo a vencerse—. Sígueme contando... Puede que te ayude si me explicas bien cuál es tu problema.

    Lydia estaba un poco reacia a seguir con su relato. Pero ya llevaba días con la inseguridad tocando niveles incómodos, por lo que no podía darse el lujo de rechazar ayuda por parte de alguien que quería solucionar su problema sin nada a cambio.

— Lo que pasa es que sospecho que Jackson quiere estar con alguien más —Lydia escogió un yogur dietético que estaba al lado de los cartones de leche que Derek estaba observando—. Y no estaría en contra de sus decisiones si él y yo no hubiéramos hablado de comenzar de nuevo nuestra historia. ¡Por Dios, hasta pedí la casa que mi mamá había comprado para ella hace años!

» Como te decía; creo que Jackson realmente no quiere estar conmigo, pero no tiene la fortaleza para hacerme frente después de que le dije todas esas cosas —Lydia dejó sin explicación aquello a lo que se refería. Pero Derek, siendo el intelectual que era, comprendió que esas cosas eran temas privados de relaciones adolescentes que no le interesaba saber—. Y eso me deja ver que lo estoy reteniendo en lo que sea que él esté pensando... ¿Estoy siendo pesada?, no necesitas responderme... Oh, bueno, puedes hacerlo después de que termine de hablar. Entonces, te decía; tal vez Jackson tiene a otra chica y está viviendo una aventura a mis espaldas y por eso se está yendo con excusas. Y en caso de que eso suceda, todos mis razonamientos son tontos: un enorme problema que me planteo para nada, porque Jackson simplemente hace lo que hacen todos los hombres.

    Derek levantó una ceja.

— ¿Engañar es algo que hacen todos los hombres? —Derek sonó ofendido.

— Sí —Lydia habló tajante—. Hasta tú lo hiciste en algún momento de tu vida.

— ¿Yo? Que confianza tan descarada tienes para afirmar algo así. —Derek le dio la espalda a Lydia. Ahora que tenía la canasta llena de todo lo que quería comprar, se dirigió a la caja registradora.

    Lydia lo siguió sin ningún ápice de pena.

— No deberías sentirte mal por algo que está en tu naturaleza. Pero igual eso no viene al tema —Lydia continuó—. La cuestión está en que Jackson no responde mis mensajes, me está mintiendo y no sé que hacer para corroborar que efectivamente está haciendo algo a mis espaldas.

    Derek colocó los ojos en blanco.

— Deberías confiar más en él, y deberías dejarlo en paz. Acorralar a una persona no es una acción que la lleve a que confíe en ti —Derek respondió mientras dejaba las cosas en el mostrador del supermercado. Al no haber tantas personas, Derek pasó de primero—. Si algo te incomoda, tienes que decírselo directamente en vez de irte por las ramas. Él no es adivino, ni tampoco entiende que es lo que estás pensando. Y si lo espías o lo acosas, o en el peor de los casos, lo controlas, Jackson se molestará y quién sabe que pueda llegar a hacer.

— ¿Y cómo se supone que hable con él si no está y no atiende mis llamadas y mis interminables mensajes? Es, primordialmente, el eje del problema. —Lydia replicó molesta. Su voz no había subido de tono, pero la rudeza con la que se expresaba se afinó.

— Fácil: espera a que regrese del viaje de San Francisco y habla con él —Derek pagó sus compras y las recogió para salir de la tienda—. Mientras tanto, haz otras cosas. ¿No tienes hobbies o algo aparte de Jackson?

    Lydia lo trató de asesinar con sus ojos... o tal vez con sus poderes sobrenaturales.

    Ninguna de las dos funcionó.

— En serio. No deberías dejar que una persona sea el centro de universo. Mira lo que pasa cuando él no está por unos días... ¿Puedes imaginarte lo que sucedería si él decide simplemente irse sin darte explicaciones un día?

    Lydia no respondió.

    Derek salió del supermercado y caminó con sus bolsas de camino a su loft.

    Podría decir sin miedo de que las palabras que había dedicado a su pelirroja amiga —si es que así se podía llamar— eran las enseñanzas que se había inculcado después del tiempo que pasó separado de Stiles.

    No sabía si las palabras se habían formado a raíz de la conversación que había tenido con Isaac, o si realmente ya había sanado la herida que tenía en relación con el alejamiento de Stiles. Pero el origen no le importaba. En especial cuando sabía que lo que en retrospectiva le sirvió fue el significado de estas.

    Derek aún amaba a Stiles.

    Pero ya no era el centro de su universo.

    Y observar a Lydia enloquecer por algo tan fácil de manejar le dio a entender que realmente estaba haciendo bien en llevar su vida por el lado sano.

*

*
  Derek llegó un poco rápido a su loft cargando unas cuantas bolsas de plástico en las manos. A pesar de que era un hombre lobo, y tenía suficiente fuerza como para levantar un carro, sus manos ya no tenían circulación y estaban comenzando a tornarse violeta con el peso constante de sus alimentos. Según había leído hacía un tiempo ya en un portal de noticias, las bolsas plásticas contaminaban un gran porcentaje del bioma marino y asesinaba especies que estaban en peligro de extinción; por lo que, usar bolsas biodegradables o llevar bolsos de tela para hacer las compras era mucho mejor que usar bolsas de plástico.

    Pero Derek no tenía ni uno ni otro; y el supermercado en vez de dar las bolsas regulares de papel marrón, decidió que las plásticas eran mejores.

    Aun así, entre sus cavilaciones sobre por qué estaba haciéndole un daño al medio ambiente y por qué decidió caminar en vez de llevarse su carro, finalmente logró dejar todas las bolsas encima del mesón de su cocina. Sus manos acalambradas recuperaron rápidamente su color y su movilidad; y tras un pequeño momento de estiramiento, Derek observó lo que tenía al frente.

    Se sentía un poco nostálgico por verse como un adulto funcional promedio. Ya hacía sus compras solo, ya pagaba sus servicios, declaraba impuestos y tenía cosas que se había comprado por sí mismo. Su mamá definitivamente estaría orgulloso de él, o en su defecto, Laura.

— ¿Compraste algo? —la voz curiosa de Isaac se escuchó entre el espeso silencio calmado que había en el loft. Derek, por más que quisiera, no pudo sorprenderse ante la aparición casi fantasmal de Isaac—. Nunca pensé que te vería comprando algo que no fuera en una tienda online. ¿Celebras algo?

— ¿Cuándo llegaste? —Derek preguntó mientras era ayudado por Isaac al sacar las compras de sus bolsas.

— Hace media hora, más o menos. Como no había nadie, entré a dormir.

    Derek observó a Isaac. No estaba mintiendo. Pero sus emociones transmitían algo turbio que a Derek no le gustaba del todo.

— ¿No deberías estar en clases o algo así? —preguntó—. Aunque Lydia tampoco lo estaba... ¿Están de vacaciones?

    Isaac se exaltó levemente ante la mención de Lydia. El aroma de ansiedad que emanaba trató de pasar desapercibido bajo lo que parecía ser emoción. Derek se hubiera sentido orgulloso por ver como uno de sus betas colocaba en acción lecciones de aprendizaje, pero eso no funcionaría con él.

— Bueno, teniendo en cuenta que hoy es sábado y que las clases regulares son de lunes a viernes, no es de extrañar que estemos por aquí —respondió Isaac—. ¿Por qué preguntas? ¿Mi compañía no es bienvenida?

— ¿Por qué estás nervioso? —Derek entrecerró los ojos ante el incremento de ansiedad de Isaac. Podía ver como una de sus manos comenzaba a temblar levemente.

— ¿Nervioso? —Isaac sonrió tratando de aparentar calma.

    Hubiera funcionado si: Isaac no estuviera tembloroso, como una pobre hoja que caía de los árboles desnudos por el invierno; y si Isaac no hubiera dejado caer algunas cosas de la compra al suelo cuando Derek le tocó el hombro.

— Creo que es solo frío —se excusó rápidamente mientras levantaba las latas que habían caído—. Tal vez estoy a punto de enfermarme. No es algo de que preocupar.

— Teniendo en cuenta que no podemos enfermarnos, yo diría que si es algo para preocuparnos —Derek acomodó sus compras en los respectivos espacios y encaró a Isaac—. ¿Por qué te alteraste con la mención de Lydia? ¿Estás huyendo de ella?

— ¿Huir? ¿De Lydia? No. Para nada —respondió—. No entiendo por qué hablas de ella... espera... ¿Estás acusándome? ¡¿Lydia te dijo algo?!

    Derek lo miró un poco escandalizado.

    Isaac nunca le hubiera gritado en circunstancias normales.

    Ese era el papel de Derek.

— Sabía que no podía confiar en su palabra —Isaac se llevó las manos a la cara. Se veía muy alterado—. ¡Joder!, ahora Lydia me va a matar. ¿Qué voy a hacer?

— ¿Matar? ¿Lydia te va a matar? Eso es un poco inesperado —Derek reconoció en voz alta—. La historia nos ha demostrado que quienes tratan de matar a Lydia, en ángulo general, somos nosotros. ¿Por qué ella te va a matar a ti?

— ¿Acaso no es obvio?

    No. No lo era.

    O al menos no para Derek.

— ... No lo sabes —afirmó Isaac. Eso le devolvió un poco de color al rostro—. Si tú no lo sabes, eso quiere decir que entonces ella no te dijo nada, lo que quiere decir que ella no sabe... Aún tengo esperanza.

    Y tras decir esas palabras, Isaac subió las escaleras del loft rápidamente. Derek lo siguió meramente con la mirada.

    Se sentía viejo para lidiar con dramas adolescentes. Y aunque tenía ya un buen rato haciéndolo, se podía ser sincero al confesarse que nunca se acostumbraría.

    Sin embargo, unos minutos después, Isaac bajó con un bolso lleno de ropa que ni siquiera podía cerrar por lo mal acomodado que estaba. Si Derek no equivocaba, era el mismo bolso que trajo Isaac cuando decidió mudarse con Derek.

— ¿Te vas? —Derek preguntó. Reírse era algo que estaba entre sus opciones porque el asunto causaba un poco de gracia, pero se mantuvo serio ante la desesperación de su amigo—. No me considero tu tutor como para decirte que tienes que hacer; pero me gustaría saber a donde te irás.

— A un sitio muy lejos de aquí —resumió Isaac—; un sitio que preferiblemente esté lejos de Lydia. Y de Jackson. De ellos dos y de todo lo que tenga que ver con su extraña relación.

    Derek levantó una ceja.

— ¿Qué? —y sin poder evitarlo, Derek soltó una enorme carcajada.

    Isaac arrugó el rostro ante la burla de Derek.

— ¿Te vas a ir de Beacon Hills porque tuviste un problema con ellos dos? —Derek se limpió algunas lágrimas traviesas que se escaparon de sus ojos después de la extraña pero espontánea risa—. Esto es algo muy nuevo para mí. Déjame digerirlo un poco.

— ¡No te deberías reír! Tú también actuaste como un tonto cuando Stiles tenía a Audrey, y nadie se burló de ti.

    Eso fue una mentira a medias. Derek sabía que nadie se había burlado de él per se, pero fue igualmente cuestionado por sus acciones un tanto extravagantes.

— Eso es solo comparable si estás en una posición parecida a la que estuve yo cuando ocurrió eso —la sonrisa de Derek estaba dándole náuseas a Isaac—. Así que... ¿Qué problemas tienes con ese par?

    Isaac suspiró y soltó el bolso que cargaba.

    Se veía muy cansado, por lo que Derek le dejó tomar asiento en uno de los sofás que estaba en el loft. El chico se dejó caer dramáticamente entre el espacio que quedaba por los cojines y se pasó la mano por el rostro, tratando de quitarse la mala cara.

— Hace unas semanas atrás, estaba hablando con Jackson sobre los problemas que estaba acarreando en las cabañas de su familia por... tú sabes que —Isaac empezó—. Comenzó porque me lo topé discutiendo con alguien por teléfono. Se veía muy alterado, y me dio satisfacción la idea de burlarme de él por el más pequeño detalle. Pero cuando me miró, reconocí ese tipo de mirada y se me erizó la piel.

    Derek se sentó frente a Isaac mientras escuchaba su relato.

— Derek, era la mirada que me regalaba el espejo cada vez que me observaba en el cuándo vivía con mi padre —Isaac suspiró—. Su miedo me hizo regresar en el tiempo y me sentí tan mal, y tan pequeño, que simplemente no pude hacer nada más que preguntarle si algo le sucedía.

«Él, por supuesto, me empujó y me mandó al diablo. Jackson no es la persona más abierta, o amable con quien puedes tener una conversación; pero Derek —Isaac miró a Derek directamente a los ojos— el miedo que tenía fue muy real, y yo no pude evitar insistir en ayudarlo. Así que insistí hasta que se quebró y me contó que estaba sucediendo.»

— ¿Se quebró? —Derek cuestionó—. ¿Estás seguro de que estamos hablando del mismo Jackson? Empiezo a creer que te inventaste todo esto.

    Isaac colocó los ojos en blanco.

— Bien... no se quebró. Es mentira. Tuve que recurrir al chantaje para sacarle la información a la fuerza —confesó. Derek, ahora sí, confió un poco más esa versión—. Le dije que si no me decía que pasaba, hablaría con Lydia para que me contara todo. Aunque eso fue algo arriesgado, ya que Lydia y yo no tenemos mucho en común.

    Derek asintió.

— Su desesperación fue tal que terminó diciéndome todo —expresó—. Y para no aburrirte en detalles, él estaba discutiendo con sus padres porque el cuerpo policial aún estaba haciendo investigaciones en su propiedad.

    Eso no tomó por sorpresa a ninguno de los dos.

    Un asesinato es un crimen muy grave como para dejarlo ir fácilmente, aun si la policía estaba de parte de los sospechosos.

— Jackson, como nosotros, se va a graduar en poco y dentro de unos años va a tomar el control del patrimonio de sus padres. Así que ya no puede dormir ni estar en paz sabiendo que el control que tiene sobre lo que le pertenece se ve amenazado —Isaac suspiró—. No puedo evitar pensar que es nuestra culpa, de una u otra manera, y también me atormentó su inquietud.

— Nosotros no matamos a Audrey —exclamó Derek—. Solo para aclarar.

    Isaac hizo un gesto que Derek entendió como «ya lo sé».

— Ok, lo que me estás diciendo tiene sentido; pero no entiendo como se relaciona con el hecho de que Lydia te puede matar —preguntó—. Dudo que Lydia sea tan controladora como para evitar que Jackson hable con sus amigos; o miembros del grupo que ambos comparten.

— Ah... No. Obviamente. No es eso —Isaac suspiró—. Lo que pasa es que Jackson también se siente presionado con la relación extraña que tiene con Lydia y no halla la forma de huir de ahí.

    Derek hizo una mueca que enmarcaba perfectamente todo lo que sentía: Compasión.

    Lydia tenía razón en sus sospechas. O por loe menos, las más cuerdas.

— ¡Lo sé! ¡Yo también reaccioné así!

— Isaac, discúlpame pero, ya estoy viejo como para seguir el hilo de los dramas adolescentes. Así que ve al punto.

— Me acosté con Jackson. Y ahora él está huyendo de Lydia y sus mensajes porque está confundido, y no sabe si quiere estar conmigo o con ella.

    Y eso produjo un enorme silencio incómodo.

    Una vez más, a Lydia nada se le escapaba.

*

*

*

*

     En lo que quedaba de día, Derek observó el cielo pensativo.

    ¿Qué estaba sucediendo?

    ¿Qué le estaba sucediendo a la gente de su entorno que estaban actuando como idiotas?

    ¿Acaso estaba en una realidad alterna?

    Derek no lo sabía. Y, por como eran las cosas en su vida, tampoco hallaría la respuesta inmediatamente.

    Entonces esa tarde salió a trotar por el bosque.

    La propiedad Hale, donde una vez estuvo la imponente mansión, aún seguía perteneciéndole a Derek por ser el único representante vivo que tenía la familia. Sin embargo, los fantasmas que vivían en el recuerdo de Derek no le permitían hacer muchas cosas con lo que tenía; tan solo se dedicaba a cuidar y vigilar los alrededores para evitar intrusos indeseados. Así que, mientras trotaba, supervisaba sus alrededores.

    Pero en ese momento estaba muy distraído. No podía sacar de su mente el relato de Isaac ni tampoco el hecho de que la policía seguía presionándole a Jackson. Y ni mucho menos, la idea de que Lydia era sumamente aterradora y congruente con sus sospechas de mujer insegura.

    Ese tema era demasiado serio como para dejarlo pasar sin pena ni gloria; en especial teniendo en cuenta que los tres tenían la posibilidad de afectar a la manada de la misma forma en como la muerte de Audrey lo hizo. Y cuando un evento potencialmente amenazador se acercaba a Beacon Hills a trastocar la paz, era el deber del alfa enfrentarlo.

    ¿Pero como Derek podía enfrentar una amenaza emocional?

    No podía hacer tal cosa como arrancarle la garganta a los chismes ni a la ansiedad.

    Esos, desde el punto de vista personal de Derek, eran los peores enemigos a los que se podía enfrentar. Pero como todo en la vida, si no podía cambiarlo ni combatirlo, entonces prefería dejarlo correr por su propio flujo. Así que, con la derrota recibida, Derek se colocó los audífonos que había traído para el trote y reprodujo las canciones que tenía guardadas en su teléfono.

    Iba a ser una buena sesión de ejercicios por lo menos.

— ¿Nunca te han dicho que caminas muy rápido?

    Derek volteó extrañado y detuvo su marcha. Le bajó volumen a la música que sonaba por sus audífonos, y miró a su interlocutor.

— No. No hay nadie lo suficientemente rápido como para que me alcance y me diga eso a la cara.

    Su expresión cambió ligeramente cuando el chico sonrió ante su respuesta vanidosa.

— Pero; ¿qué estás haciendo aquí?

    Stiles bajó un poco las comisuras de sus labios ante la pregunta de Derek.

    Era realmente válida, puesto que tenían semanas sin hablarse.

    Dudó un poco en responder, pero tal como su padre le dijo muchas veces, siempre era mejor decir la verdad.

    Aun si Stiles no era muy asiduo a seguir consejos, en especial si eran paternales.

— Yo... Yo... Mm —Stiles se pasó sus largos dedos por el cabello crecido y despeinado—. Yo vengo a hablar contigo.

    Derek alzó una ceja, ahora totalmente intrigado, y se acercó a Stiles.

    Desde la distancia no se notaba mucho, pero el chico llevaba una camisa con largas mangas que estaba comenzando a mancharse de sudor por la carrera que seguramente había echado para alcanzar a Derek. Se veía un poco pálido, pero más recompuesto que la última vez que se habían visto; y, aunque Derek lo negara, estaba feliz de poder oler sentimientos ligeros alrededor de Stiles.

    Debajo de la espesa capa de sudor y aroma masculino, los nervios y la emoción comenzaban a salir. Y Derek, con toda la calma del mundo, utilizó cada gramo de control para no preguntar impertinente aquello que quería saber.

— Yo vine a disculparme. —reconoció Stiles después de unos minutos.

    Derek parpadeó confundido.

    ¿Qué estaba pasando?

    Y volvió a preguntarlo sin cansarse.

    ¿Qué tenía ese día en particular que todos estaban tan activos?

— Pero dame un segundo —Stiles respiró profundamente tratando de agarrar aire después de la caminata—. Necesito recuperarme.

    Derek colocó los ojos en blanco y se acercó lo suficiente como para estar frente a Stiles. El chico realmente se veía agotado.

— Te busqué en el loft hace un rato, pero solo encontré a Isaac viendo una serie... creo que lo agarré en mal momento, porque estaba llorando —comentó—. Supongo que la serie estaba en un punto muy culminante, porque en serio se veía muy concentrado llorando.

    Derek reprimió una mueca.

    Isaac estaba llorando por los capítulos de la serie de su vida.

— Pero como no estabas, me fui a buscarte y... tuve que rastrear tu teléfono para saber en donde estabas. —Stiles reconoció con pena.

— ¿Por qué...? Dios santo —Derek se pasó las manos por la cara—. ¿No pudiste llamarme como una persona normal?

— ¿Y me ibas a responder? —Stiles preguntó de vuelta.

    Probablemente no lo haría. Pero Derek no le daría la satisfacción a Stiles de tener la razón.

— Entonces, prefiero pedir perdón a pedir permiso —expresó—. Y sale bien, porque igual venía a disculparme y...

— ¿Y?

— Y a enterrar el hacha de paz. Para empezar desde cero.

«Sé que es algo absurdo proponerlo así de la nada, más que todo teniendo en cuenta que los últimos escenarios que hemos vivido no han sido los mejores. Pero... realmente no estamos en posición de estar enemistados los unos con los otros. Audrey... ella... su muerte me demostró una vez más que los momentos son muy efímeros; más si estamos enredados en situaciones sobrenaturales. Y no quiero perder a nadie más, o estar enemistado cuando eso suceda... Así que.»

    Derek observó como Stiles extendió su mano derecha.

    A pesar de la primera impresión, Stiles estaba seguro de lo que decía y no había rastro de incomodidad en sus palabras o su posición. Su mirada, triste, pero firme fue un aliento fresco que Derek no se esperaba recibir en el día.

    Iniciar de nuevo...

    Hacer atrás el resentimiento y la incomodidad.

    Sonaba muy idealista.

    Pero Derek estaba cansado, y si una de las soluciones que necesitaba era pasar de página y construir una nueva relación encima de las cenizas, él lo haría.

    Entonces, Derek tomó la mano de Stiles.

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