Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

The True Murderous Intent (Edited) por urumelii

[Reviews - 2]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Ruki sólo contaba con quince años, contaba con varios cientos de órdenes de aprehensión, y más muertes que cualquiera que hubiera conocido. Se había vuelto famoso entre el bajo mundo, el número de personas que lo buscaban para obtener sus servicios incrementaba por semana, también el dinero, también la fama. Lo hacía por el dinero, sí, sin embargo amaba ser famoso, ser reconocido entre mafiosos y delincuentes, la forma en la que sus rostros reflejaban terror cada vez que él entraba a algún lugar. 


Había matado por primera vez a la tierna edad de diez años, como un último recurso ante su padrastro abusivo.  El hombre había matado a su madre a golpes esa noche y nada lo hubiera detenido de matar a Ruki, de no haber sido porque el chico fue más rápido al tomar una de las tantas botellas de alcohol tiradas en el piso. No fue fácil, no era como en la televisión, tuvo que utilizar mucha fuerza para poder cortar la garganta del hombre desmayado a sus pies, quien se había despertado a la mitad de su proeza. Ruki logró someterlo y asesinarlo llenándose de sangre en el proceso. 


Después de matarlo, se quedó varias horas pensando que hacer con ambos cuerpos. Trató de entender por qué no sentía tristeza ante lo que había ocurrido, al contrario, su corazón palpitaba de emoción por lo que había hecho, estar cubierto de sangre debía ser traumático pero él lo vio como un llamado a su verdadera vocación. No se molestó en limpiar nada, solo a él, se cambió de ropa, hizo un pequeño equipaje y huyó de casa. 


Desde entonces, no vivía en un lugar en específico, a veces aquí, a veces allá. Debía ser una sombra si quería conservar su trabajo y por supuesto no ser descubierto por la policía. Tenía mas ordenes de arresto que años cumplidos; además todas con diferentes nombres. Ninguno había sido capaz de relacionar todos sus asesinatos, pues en todos había usado una automática completamente distinta. Ni siquiera su forma de asesinar era la misma dos veces, le gustaba experimentar.


Claro, no era un psicópata. Lo había llegado a pensar, pero si era capaz de entender que lo que había no estaba necesariamente bien y podía sentir empatía por las demás personas. Era por eso que jamás aceptaba un trabajo que involucrara a una persona inocente, él mataba por dinero a rivales de mafia, a asesinos como él mismo, ladrones, violadores. No era un justiciero, aceptaba el trabajo de parte de gente enferma de venganza o con una necesidad de poder y les cobraba por ayudarles. Hacía su propia investigación para asegurarse que nadie inocente saliera lastimado y con ese simple hecho, la gente lo había volteado a ver.  


Era una noche de mayo, caminaba por una pequeña calle no muy transitada, acababa de llover; lo cual significaba que habría menos gente merodeando por ahí. No era exactamente el mejor de los barrios, pero había un restaurante por la zona que amaba y justo le apetecía ir a cenar ahí. Conocía incluso a los dueños, un malhumorado viejo y su callada esposa, quienes siempre lo recibían con una sonrisa y comida caliente. 


 Entró sacudiéndose el cabello de algunas pequeñas gotas de lluvia que aun caían, fue bien recibido, como siempre. Él no era de muchas palabras, así que se limitó a saludar con la cabeza y sentarse en su mesa favorita. Esperó a que la mesera de siempre llegara, esta vez fue un chico quien se acercó a atenderlo, nunca lo había visto antes y jamás lo olvidaría.


 —Soy Nao —se presentó con una alegre sonrisa—. ¿Ya sabes que vas a ordenar?


 —Me dicen Ruki —contestó con una sonrisa.


 


-x-


 


 —Lo siento  —Ruki escuchó decir a Kai, quien se sentó a su lado en el piso mirando hacia el jardín—. No pretendía que tuviéramos poco menos que una discusión de pareja  —sonrió ante la ocurrencia—. Es completamente válido que pienses que el amor es una estupidez, si es lo que piensas, adelante. No tenemos nada, ni pretendo que lo tengamos, no me mal entiendas. Sólo que de alguna forma a mi sí me gusta pensar que podemos enamorarnos de alguien y tener ese final medianamente feliz  —se alzó de hombros.


 El rubio lo miró apagando el cigarro bajo sus pies, asintió—. Yo tampoco quería que eso pasara, es lo que pienso y no cambiaré de parecer. Tampoco voy a tratar de hacer cambiar de parecer, debo admitir que encuentro extraño que pienses así, supongo que cada quien habla con base en su experiencia —contestó con voz seria.


 Kai vio detenidamente a Ruki, hablaba en serio cuando decía que no estaba interesado en tener una relación con él. El rubio sin duda le atraía, pero lo encontraba demasiado cinco y desinteresado para enamorarse de alguien así, no que tuviera algún control, solo que a pesar de haberle tomado afecto al chico y a Aoi, no parecía pasar de una buena amistad y gran sexo. 


Tampoco significaba que estuviera buscando una relación, estaba demasiado ocupado por el momento tratando de encontrar a su hermano, que siempre había postergado esas cosas del amor. Tal vez era por eso que el tema últimamente parecía estar en todos lados, una vez que encontrara a Shinji podría seguir adelante y estaba tan cerca de encontrarlo. 


Se preguntó a qué se refería el rubio al decir que cada quien hablaba de acuerdo a su experiencia. ¿Sería que tal vez Ruki había sufrido de un corazón roto y por eso tenía esa opinión? De ser así, era evidente que no quería hablar al respecto y no pretendía preguntarle, había aprendido que con Ruki era mejor dejarlo ser que presionarlo. 


—Aoi debe pelear hoy —se decidió a desviar el tema mirando al frente.


Ruki se giró—. No he hablado con él —se arrepintió de pronto. Toda esa peleíta entre él y Kai lo tuvo de mal humor por casi una semana. Por lo que se había paseado evitando a todo el mundo incluyendo a su amigo—. ¿Contra quién pelea? —Preguntó verdaderamente interesado.


 —Contra un tal Tora, es un de lo sirvientes de Yoshiki —explicó.


 —Lo sé. He hablado con él, no parece mala persona —meditó.


Kai asintió—. Dicen que pelea muy bien, sobretodo que es muy ágil —entrecerró los ojos sumergido en sus propios pensamientos. Sabía que lo ágil podía ser una clave para encontrar a un Amano, nadie podía igualar la velocidad de su familia—. Creo que a Aoi no le cayó bien la noticia —chasqueó la lengua, balanceaba en el aire sus pies.


 —A Aoi no le cae bien nada —Ruki hizo una mueca pensando lo enfadado que estaría el pelinegro cuando se acercara a hablarle nuevamente.


 


-x-


 


Tora estaba seguro que el destino le había jugado mal, ciertamente no quería pelear contra Shiroyama. ¿Por qué él y no Reita? Sería más fácil vencer a su mejor amigo que a un Shiroyama, tan simple como eso. Tal vez solo había pasado una ronda pero Aoi había demostrado estar a la altura de su apellido y Tora estaba mas que seguro que ese chico era el único capaz de vencer a Yoshiki; había crecido aferrado a esa posibilidad. Sin mencionar que se traía un juego con Uruha, eso no lo había planeado, ni lo había visto venir, pero tal vez, si se enteraba de toda la verdad, le podría dar más propósitos para vencerlo. Para lograr eso, él no podría ganarle a Shiroyama, ni con todo el esfuerzo del mundo. 


—Tora —escuchó una vocecita llamarlo desde la puerta. No se sorprendió ver al castaño en kimono parpadeando, lucía confundido e incluso un poco avergonzado. El pelinegro le hizo una seña para que entrara, cosa que el menor hizo de inmediato con pasos tranquilos—. ¿Estás ocupado? —siguió hablando bajito con miedo a que alguien lo escuchara.


Vio hacia la puerta para ver si alguien lo seguía o para entender por qué andaba de paranoico—. Estaba entrenando. Supongo que ya sabes que me toca pelear contra tu amorcito —dijo sarcásticamente dejándose caer sobre el piso.


Uruha hizo una mueca de incomodidad al mismo tiempo que un sonrojo aparecía en su mejillas—. De hecho, de él quería hablarte —siguió en voz baja—. Aoi no me habla desde hace días —suspiró sentándose con dificultad a su lado, recargó su cabeza en el hombro de Tora. 


Tanto él, como Uruha y Reita habían crecido juntos; tenían casi la misma edad; por lo que era inevitable que se llevaran tan bien. Con sus debidas excepciones los tres solían jugar, estudiar y entrenar a la par, eran como hermanos de cierta forma. Sobretodo para Tora, Uruha era ese hermano menor que había perdido cuando era un niño, lo quería como tal y lo protegía sobre todas las cosas, sabiendo el único secreto que podría destruir a toda su familia. 


—¿Le dijiste la verdad? —Tora le acarició el cabello al castaño, quien en verdad lucía desilusionado. Uruha negó, escondiendo su rostro—. ¿Entonces? ¿Pasó algo? —Alzó una ceja.


Comenzó a jugar con sus dedos aun mas nervioso—. Nos besamos, y luego… —movió las manos para darle a entender a Tora lo que quería sin necesidad de decirlo.


 —¿¡¡Lo hicieron!!? —Preguntó mas alto de lo que hubiera querido, separándose bruscamente del otro.


Uruha movió las manos aun mas—. Shh, claro que no —volvió a usar su tono bajo—. ¿Cómo se supone que vamos a hacerlo si cree que soy una chica? —bajó su mirada avergonzado y un poco triste.


Tora negó sin decir nada, le había prometido a Aoi que no le diría al castaño que sabía la verdad. Si se habían besado significaba que Shiroyama iba muy en serio; le pareció un poco irónico la posición en la que se encontraban. Se suponía que la familia de ambos eran enemigas, estaban enfrentadas por el torneo pasado; aún así se habían encontrado y se habían atraído como una cruel ironía. Si Yoshiki se enteraba el desastre caería sobre todos. 


—Oye, yo sé que te animará —prefirió animarlo de otra forma, darle vueltas al asunto de Shiroyama sólo pondría en peligro su secreto. Uruha lo miró como niño pequeño—. ¿Quieres entrenar conmigo? —Le guiñó el ojo. El castaño abrió y cerró la boca sin decir nada con cara de espanto—. Vamos, no le diré a tu padre y adivina quién tiene tu arma —sonrió mientras se levantaba seguido del castaño bastante emocionado. Uruha no pudo evitar dar saltitos, Tora abrió el enorme armario, el único mueble en el salón de entrenamiento. Sacó un enorme baúl—. No puedo darte el arma completa, requiere demasiada preparación y si tenemos que ocultar que estabas entrenando, no lo lograremos —explicó, a lo cual el menor estuvo de acuerdo.


El pelinegro le pasó lo que parecía a simple vista como una barra de metal excesivamente gruesa y larga, se la aventó sin cuidado y Uruha la agarró sin ningún problema con una sola mano. El menor movió la muñeca ligeramente y la barra dio la vuelta sobre su brazo.


—Te extrañaba —Uruha acarició el borde de la barra con ternura.


Tora sonrió al verlo—. Nunca entenderé porque tu padre no quiere que pelees, debes de ser de los mejores peleadores que hay por aquí —comenzó a estirarse.


El castaño sonrió de lado—. ¿En serio crees eso? —Se había sonrojado ligeramente ante el comentario.


—Eres mejor que Reita y que yo —aseguró.


—Eso mi padre no lo sabe. Me he pasado muchos años fingiendo que soy peleador, aún así no imaginé que me prohibiría pelear —chasqueó la lengua—. Mucho menos que tendría que usar este estúpido disfraz —bufó. Una vez mas le dio vuelta a la barra como si se tratara de un simple palo de escoba. En un chasquido la barra se abrió en un enorme abanico con aristas de metal dobladas, no permaneció abierto por mucho tiempo, Uruha volvió a girar la muñeca y el abanico volvió a cerrarse en una barra—. Tora, Aoi tiene que ganar —dijo rápidamente.


Tora lo miró con seriedad—. Lo sé, pero no puedo ser tan obvio, tengo órdenes Uru —dijo en voz queda.


—¿Lo vas a retar a pelear a muerte? —Preguntó preocupado sabiendo que por muy altanero que fuera su padre, no dejaría que un Shiroyama llegara hasta el final, no si podía evitarlo. 


—No, se supone que debo matarlo haciéndolo ver como si no hubiera querido hacerlo. Ya sabes un accidente — explicó girando los ojos.


Uruha volvió a mover su arma, hubo un segundo chasquido, esta vez no se abrió el abanico, únicamente una de las aristas salió como si fuera una navaja suiza de gran tamaño, dejando ver un enorme cuchillo—. Eso es deshonesto —Tora asintió sin decir algo mas—. Aoi tiene que ganar —repitió.


Tora lo miró fijamente, analizó su expresión. En realidad podía decir que jamás había visto a Uruha actuar así, tan decidido y valiente en cuanto a algo, apretaba con fuerza su arma como si estuviera decidiendo algo—. Uruha, ¿qué es lo que realmente estás sintiendo por Shiroyama? —Le preguntó.


El castaño se quedó estático ante la pregunta. Atracción fue la primera palabra que cruzó por su mente, una extraña sensación en su pecho se instaló entonces. Quería protegerlo, quería protegerlo de su padre, que no se metiera en ese enorme vórtice que era la mafia y su familia.   Y al mismo tiempo quería conocer todo de él, hablar por horas, sentirse seguro todo el tiempo como se sentía a su lado. Quería verlo ganar el torneo, que matara a su padre, verlo feliz, tranquilo, quería estar a su lado…


—Tora —apretó el arma con fuerza, temía que si lo decía en voz alta terminaría por sellar su destino, pero no había otra forma de expresarlo, era la verdad—. Creo que me estoy enamorando de él —dijo con voz temblorosa.


-x-


Yoshiki paseaba de un lado hacia otro, parecía león enjaulado; sin mencionar que la expresión en su cara lograba que se viera aun mas amenazador. Reita era quien lo veía ir y venir, aterrado de lo que pudiera estarle ocurriendo a su jefe. Pocas veces lo había visto tan enojado como en ese momento y de algo estaba seguro, alguien iba a pagar por eso. Lo más probable es que fuera él. 


—Dime una cosa, Reita —dijo Yoshiki por fin recargándose en la orilla de su escritorio, sonreía de forma siniestra—. Soy buen padre, ¿no es cierto? —El rubio asintió sin atreverse a decir algo—. Soy buen jefe, buen peleador, buena persona —por todos los enunciados recibió una respuesta afirmativa de parte de Reita—. Además, los he tratado como a mis propios hijos, a ti y a Tora —se separó del escritorio acercándose a él, le acarició la mejilla con cierto cariño—. Entonces explícame, ¿cómo llegó eso ahí? —la caricia se convirtió en cachetada.


—Señor Yoshiki, le aseguro que no tengo ni idea —trató de decir, pero otra cachetada le impidió seguir hablando.


El mayor lo tomó por el cuello acercándolo a su rostro—. Escúchame bien lo que te voy a decir, tuviste suerte que fuera yo y no Uruha quien vio esto —lo soltó señalando un sobre amarillo que estaba en el escritorio—. De haber sido así, ya estarías muerto. ¿Me escuchas? Ahora, quiero que me expliques cómo es que alguien pudo entrar a la habitación de mi hijo sin ser visto, siendo tu su guardaespaldas y vigilante —su voz volvió a ser calmada.


Reita negó—. No lo sé, le aseguro que no he descuidado a Uruha. Incluso cuando estoy entrenando, Tora está con él. En cuanto a su habitación, es imposible que alguien haya entrado sin ser visto —tragó saliva, no tenía idea de lo que contenía el sobre pero había sido suficiente para hacer estallar la furia de Yoshiki. Tampoco estaba diciendo la verdad completamente, Uruha se le escapaba de su vista en muchas ocasiones; no era a propósito era solo que tenía que vigilar al menor de los Amano, hacer sus deberes y entrenar para el torneo, no podía estar en todos lados al mismo tiempo. Era de esperarse que alguien pudiera colarse en la habitación del castaño, aunque eso no tenía porque saberlo su jefe. 


Yoshiki sonrió maléficamente—. Me queda claro que no es imposible, creo que no entiendes la magnitud de lo que pudo haber encontrado Uruha —dijo alzando el sobre—. Hay muchas cosas que mi hijo no conoce, verdades sobre el último torneo que no hay necesidad de que las sepa. Alguien quiso que lo hiciera, ¿sabes lo que eso podría ocasionar —Su voz volvió a sonar furiosa.  


De pronto Reita sintió mucha curiosidad a lo que se refería, sabía que había muchos secretos alrededor de Uruha, pero jamás había podido descubrir nada; su jefe era muy bueno guardando silencio—. Pudo haber sido Shiroyama —trató de adivinar, sea lo que fuera estaba seguro que ese apellido estaba involucrado. 


La mueca de su jefe le hizo saber que se había equivocado—. Ese niño es tan estúpido que cree que su padre lo abandonó, no sabe nada de lo que en realidad pasó. Al parecer Yuri nunca le dijo la verdad y planeo que así siga —sonrió.


El menor no entendió, parecía que Yoshiki estaba hablando más consigo mismo que con él. No entendía el por qué de su odio contra los Shiroyama, tampoco entendía por qué lo había obligado a entrar al torneo si no quería que llegara a la final. Las órdenes que le había dado a Tora lo dejaba más que claro. Era como si solo quisiera hacer desaparecer a todo aquel que tuviera ese apellido por mero capricho. 


—Si no fue él, significa que alguien más que está tratando de llegar a Uruha —dijo Reita tartamudeando—. Puedo preguntar, ¿qué contiene el sobre?


Yoshiki lo miró—. No creo que pudieras entenderlo —declaró.


Reita quería insistir pero no lo hizo, tal vez podía arriesgarse a que Yoshiki lo castigara. 


—Tora peleara contra Shiroyama —desvió el tema rápidamente, no quería darle vueltas al asunto o llegaría a conclusiones que probablemente no le gustarían—. Yutaka Amano estará ahí, se ha vuelto muy amigo del chico. 


—Ya veo, Tora no tiene ni un rastro de la técnica familiar Reita —sonrió magníficamente.


Reita se revolvió incómodo—. Yo vi pelear a Yutaka, la agilidad que tiene. Sólo se compara con la de Tora, con un Amano —explicó rápidamente.


Yoshiki hizo una mueca—. ¿Entonces qué esperas para evitar que el pequeño entre a la pelea? —Cuando terminó de decirlo, Reita ya estaba encaminándose a la salida—. Y, Reita —el otro paró en seco aun dándole la espalda a su jefe—. Si encuentro otro regalito cerca de Uruha, tú pagarás las consecuencias —Reita asintió y salió de la habitación.


En cuanto el rubio salió, Yoshiki volvió a mirar aquellas fotografías que había encontrado sobre el escritorio de su hijo, era mas que obvio que el castaño no las había visto, sino un verdadero escándalo ya se habría armado. Miró las fotografías y las rompió sin ningún cuidado en miles de pedazos hasta que quedaron irreparables. Las tiró al fuego de su chimenea y se sentó en su escritorio, mirando fijamente el portarretratos que adornaba el mueble, la foto de su pasado. Sin embargo no se veía a él mismo mas joven, miraba con odio la fotografía; a las dos personas que mas odiaba en el mundo, a pesar de que ya estaban muertos. Una de ellas se había atrevido a ser mejor peleador que él y la otra, le había robado al amor de su vida.


 


-x-


 


A pesar de que ya había hablado con Kai, Ruki aun se sentía raro de haber tenido una pelea como esa. Siempre trataba de no involucrarse con sus conquistas, aunque con Kai había roto una pequeña regla: no ser amigo de la conquista. Tal vez porque no había pensado en tener sexo con el castaño oscuro en un principio, lo había tomado bastante desprevenido. Tampoco  sentía algo parecido a amor, sin embargo no podía creer que incluso le estaba tomando cariño, si es que así se le podía llamar a lo que sentía tanto por Kai como por Aoi. 


Nunca se había atrevido a decir en voz alta que sentía algo parecido a aprecio, para él, su amistad con Aoi era más bien una necesidad. Los dos eran unos desquiciados que se necesitaban el uno al otro. Kai no era un desquiciado, aunque bien podría serlo, nadie podía sonreír tanto sin tener horribles intenciones detrás.


De todas formas no era suficiente para hacerlo sentir más interesado de lo que ya estaba, no lo estaba planeando en lo absoluto. Jamás se daría el lujo de volver a sentir algo por alguien. 


—Disculpa —lo llamaron, se giró y puso la mano sobre su arma de forma superficial, en caso de necesitar un ataque rápido. Frente a él se encontraba el mismo chico que se había encontrado en un pasillo, el tal Tora, esta vez no se notaba cansado. Incluso sonreía ligeramente de una forma que a Ruki se le hizo familiar pero no supo por qué—. Tú eres  Ruki, ¿verdad? —se acercó. El rubio no quitó la mano del arma, la sonrisa de Tora se amplió al notarlo—. No te voy a hacer nada —dijo con calma.


 —Tal vez o tal vez yo te haga algo —le contestó con una mueca, le llamó la atención la manera en que las mejillas del pelinegro parecieron sonrojarse—. ¿Necesitas algo? Tora —le dijo finalmente acentuando ligeramente su nombre, le gustaba cómo sonaba. Retiró la mano del arma y alzó una ceja


Tora asintió—. Eres amigo de Shiroyama, ¿no es cierto? 


Ruki no pudo mas que hacer una mueca, Aoi sí era su amigo, pero no lo iba a aceptar frente a nadie, precisamente eso era lo que no quería, crear vínculos afectivos con nadie o que sus enemigos pensaran que tenía una debilidad tan vana como una pareja o un amigo.


—Lo conozco —contestó un poco molesto tratando de salvar un poco de su dignidad.


Tora alzó la ceja—. Si eso te funciona —su tono sonó sarcástico—, necesito que le digas algo de mi parte, se lo diría yo mismo —se adelantó antes de que Ruki lo dijera—. Pero si me ven hablando con él podrían sospechar, él sabrá que lo que digo es cierto —el rubio se quedó parado esperando a que continuara—. Dile que tengo ordenes de matarlo durante la pelea y hacerlo parecer un accidente. Tiene que ganarme sobre todas las cosas, la única forma de lograrlo es alejándose de las esquinas.  


—No me sorprende que Yoshiki se valga de cualquier cosa para ganar pero, sigo sin entender, ¿por qué odia tanto a Aoi? —Ruki se quedó pensativo, sentía que hacer trampa siendo el organizador del torneo era ir demasiado lejos. 


 —Nació en la familia equivocada —respondió Tora seriamente. Los dos se miraron fijamente unos momentos—. Dile también que Uruha estará ahí, mas vale que no esté jugando. En fin, gracias, lamento haberte importunado —hizo una pequeña reverencia. 


—Hazlo cuando quieras —respondió Ruki sin querer. 


Tora no contestó, sólo sonrió despidiéndose con la mano. El rubio no pudo evitar mirarlo mientras se alejaba, ese muchacho tenía algo que le gustaba.


 


-x-


 —Hola chiquita —saludó Ruki sentándose junto a él en el comedor.


 


Aoi alzó la vista y sonrió burlón—. Mira quien decidió aparecer, ¿ya dejaste de hacer berrinche? —ni siquiera se molestó en quitarse cuando recibió el golpe del puño del mas bajo en el brazo.


—Fue un pequeño desliz —se trató de justificar mientras jugaba con una pelotilla de hule.


-—Tuviste una pelea de pareja —se burló.


—¿Podrías superarlo? O, ¿quieres morir en medio de otro comentario de mal gusto? —Puso la pistola sobre la mesa. Aoi giró los ojos—. Además, no he sido el único desaparecido. ¿Dónde has estado? —Arrugó la nariz.


El pelinegro se alzó de hombros—. En ningún lugar importante, ocultándome —frunció el ceño. 


Ruki tomó una de las papas fritas del plato de Aoi—. Supongo que tiene que ver con la tal Uruha —dijo como si nada—. Te gusta, ¿no es cierto? —se comió la papa.


—No está mal.


El rubio comenzó a aplaudir—. Bravo por el comentario mas falso que he escuchado últimamente. Mira, tu puedes hacer de tu vida un papalote, si te quieres coger a la hija de tu peor enemigo, adelante —hizo un ademan con la pelotilla—. Sólo no lo hagas por venganza, eso sería muy bajo hasta para ti —ensombreció la voz.


Aoi dejó de comer y lo miró molesto—. ¿Crees que estoy jugando? Para empezar no me quiero coger a nadie —contestó.


—Entonces si se te presenta la oportunidad y quiere que se lo hagas le dirás que no —dijo sarcásticamente, sabiendo la respuesta—. Vamos, hasta yo le diría que sí y me gustan los hombres —le robó una segunda papa.


—Eso es porque eres un puto.


Ruki lo miró ofendido—. No, una cosa es ser coqueto y otra que ande de puto. Es totalmente distinto —pronunció muy seguro de sí.


 —Tú haces las dos —terminó Aoi, robándole una carcajada al otro—. Sí me gusta —admitió resignado—, solo que estoy consciente de que no puedo dejar que me distraiga. Tengo que matar a Yoshiki y esa es mi única meta —volvió a su comida.


El rubio lo miró detenidamente, tal vez iba a proferir otro de sus discursos de por qué el amor era lo peor del mundo—. ¿Por eso la estás evitando? —Preguntó verdaderamente interesado. 


Aoi torció la boca—. No lo sé, debería pensar en mi venganza, no en ella —procuró no delatar a Uruha. 


El pelinegro no pudo evitar sentirse terriblemente mal, es decir, había pasado los últimos días evitando al castaño. Pensando que así se olvidaría de él, pero en realidad el efecto había sido el contrario, lo cual no entendía. Todo el tiempo se encontraba en sus pensamientos, quería verlo, se preguntaba lo que estaba haciendo, pensó en miles de formas de decirle que sabía que era un chico. Quería verlo sonreír y hacerlo feliz, liberarlo de la horrible prisión que representaba su padre. Tal vez, sólo tal vez estaba sintiendo cosas que no estaba dispuesto a aceptar.


—Odio ser el romántico —dijo Ruki—, pero el único problema es la distracción. Si puedes balancearlo no le veo lo malo. 


—¿Quieres que te cuente por qué entré al torneo? —Por mucho que hubieran evitado esa plática, eran los suficientemente amigos como para hablarlo, no había persona en la que confiara mas que en Ruki y en realidad sabía que al contárselo podría tener una opinión objetivo. 


El rubio se recargó en la mesa—. ¿Cuándo nos volvimos tan cercanos? —Suspiró esperando a que Aoi continuara. 


 


 


 


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).