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Omega por Mon18Zu

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Notas del capitulo:

Hola, hoy hay actualización!!

Espero que les este gustando.

Dean respiró profundamente mientras estiraba sus brazos y su piel se sentía bien rozando las sábanas tibias. Estiró las piernas con gusto, deleitándose con el complaciente clima de la recámara. Después se quedó quieto unos segundos y su mano cayó lo más lejos de su costado, donde las sábanas se arrugaban y guardaban una cálida temperatura.

 

Dean abrió los ojos y distinguió las sábanas plegadas y los destellos plateados de las fundas de las sedosas y blandas almohadas, donde reposa su cabeza. Se dio cuenta de que yace solo en la amplia cama y que reina un silencio pacífico salvo por el leve sonido del canto un pájaro en el fondo de la recámara. Pensó que entonces encontraría una ventana.

 

Se volvió sobre sí mismo, colocándose boca arriba, y observó el techo delante de él y el elegante candelabro de cristal que pendía de la cubierta blanca. La habitación no estaba a oscuras; la luz de la mañana se filtraba desde una amplia ventana tras unas delgadas cortinas gris perla y le confería a la recámara un aspecto deleitable.

 

Pasó ambas manos por su rostro, frotando levemente sus párpados al mismo tiempo que experimentaba un profundo y pesado hueco en el estómago. Dean se preocupó un poco porque Sam no estuviera con él, preguntándose en dónde se habría metido, pero más que preocupación se sintió turbado por estar solo. No quería estar solo y el hambre comenzaba a devorarlo por dentro.

 

Sus ojos se posaron en la puerta de la habitación de baño mientras recorría con la mirada la habitación, sin embargo, Dean dudaba que Sam estuviera ahí. Parpadeó y se sentó sobre las sábanas. La camisa que cubre su cuerpo se arrugó sobre su abdomen y expuso sus muslos con facilidad. No obstante, Dean ignoró ese detalle y bajó de la cama.

 

Sus tibios pies rozaron el frío y deslizante piso de la recámara, y lo pensó un segundo antes de ponerse en pie. La camisa se deslizó por sus glúteos y los cubrió por completo. Luego Dean caminó hacia la puerta de la habitación y posó una mano sobre la perilla metálica antes de echar un último vistazo a la recámara. Observó la gran cama de su hermano y recordó por un segundo aquella mujer pelinegra que su hermano intentaba ocultar a sus padres. Se preguntó porqué.

 

Abrió la puerta de la recámara y dio un paso al frente, en el pasillo. Se aseguró de cerrar la puerta tras él y observó por un momento el corredor, no estando seguro de en qué parte de la mansión Winchester se encontraba. Después se dirigió a su propia recámara e ingresó en ella, presionando el gatillo de la manija dorada.

 

Su madre no estaba ahí. Dean no supo porqué esperaba aquello, pero así fue. Pudo oler su aroma por la pieza y lo guió hacia su propia cama. Sus sábanas grises apenas están arrugadas pero guardaron perfectamente el olor de su madre. Dean sintió el roce de la colcha en sus rodillas mientras Dean se inclinaba sobre la cama y tomaba entre sus dedos de la mano izquierda un pedazo de sábana. Lo acercó a su nariz, buscando deleitarse con la bergamota y el sándalo. Su nariz olfateó el sándalo fuertemente impregnado y mezclado también con su propio olor, limpio y fresco después de un laborioso baño. Aferró la suave tela a su piel y la sujetó igualmente con la otra mano. Cerró los ojos un momento y quedó cautivado, rememorando su primer encuentro con su madre.

 

Por un instante, el hambre se fue.

 

Abrió los ojos con lentitud y recordó lo que Sam le dijo la noche anterior mientras caminaban por el bosque.

 

Papá se tomó la molestia de tomar lo que él creyó es importante para ti

 

Dean volvió su mirada por la recámara atentamente. Apreció el par de sillones de una sola pieza de color melocotón del otro lado de su lecho, así como los burós de noche y el gran armario sobre la pared opuesta, y finalmente reparó en el elegante tocador completo de color blanco y tonos plateados, acompañado de un bajo y plano, pero acolchonado, taburete con cubierta de encaje.

 

La intensa luz de la mañana se filtraba por las telas de las cortinas de la gran ventana detrás de él, iluminando la habitación en su totalidad. Soltó las sábanas de sus dedos y caminó hacia el mueble, observando su reflejo en el espejo, pero puso más atención en el par de objetos sobre la superficie. Uno de ellos es un grueso arcón cerrado que no está sellado y que es la primera vez que veía. Se detuvo, sus pies rozaron una fresca y suave alfombra, y tanteó con los dedos de su mano derecha, rozándola apenas, la pequeña caja de madera de 20 centímetros cerrada con un pequeño candado plateado a un lado del arcón.

 

Sintió nostalgia y pensó nuevamente en Azazel; en sus ojos ámbar y en sus duros y rasposos labios sobre los suyos. Después vino a su memoria la pequeña llave que procuraba siempre llevar consigo....en sus pantalones. Ni siquiera le confió esto a Azazel y lo hizo más por lógica que por desconfianza. Un alfa no se resistiría al presente que Dean guardaba con tanto recelo en esa pequeña caja; más de una vez vio a Azazel tomarla entre sus manos y observarla con un claro deseo y capricho en sus ojos cuando estuvo en su departamento. Afortunadamente, Azazel siempre respetó sus deseos y le dio tiempo y espacio. Pero al final, él jamás puedo entregárselo en persona, tal como tenía planeado.

 

Planeaba dárselo a una semana de su celo.

 

Observó los pequeños y finos detalles labrados en la madera, y pasó sus dedos a través de las líneas y los rasgos de la cubierta. De alguna forma, le sorprendió que su padre hubiese reparado en que justo este objeto es tan importante para él. Debió ser el candado o los elegantes detalles de la caja lo que lo hicieron llegar a esa conclusión. Y lo que es más, le agradó bastante que su padre no hubiese intentado abrirlo; la caja está intacta.

 

Tiene que salvaguardar la llave que atesora tal obsequio. Se alejó del tocador, se volvió y caminó hacia la puerta del cuarto del baño con algo de morosidad, esperando que sus pantalones siguieran en el cesto de la ropa sucia. Por suerte, así era.

 

Dean se inclinó sobre el cesto, dejando la puerta del cuarto abierta tras él, y el aroma a tierra y musgo embargó sus narices, indicándole que nadie se había acercado lo suficiente. Hurgó entre la ropa hasta que localizó los bolsillos de sus pantalones, sin importarle el olor. Introdujo sus dedos en el primer bolsillo y tomó una fría y gruesa pieza de su interior. Parpadeó, sorprendido de encontrarse con aquello que extrajo. Retiró la mano y la colocó a unos palmos de su rostro. Las pupilas de sus ojos se dilataron durante su inspección.

 

Apenas lo recordaba. Azazel se lo había entregado esa misma mañana....la mañana del día de su muerte. Azazel le dijo que desearía que él se lo guardara como un símbolo de compromiso. Y Dean se lo guardó en el bolsillo derecho de su pantalón sin pensarlo dos veces, justo antes de salir de su departamento y bajar al bar.

 

Dean suspiró y ladeó un poco la cabeza, tratando de despejar esos pensamiento. Tiene que superar a Azazel.

 

Tengo que superarlo, se dijo a sí mismo, cerrando los ojos un momento. Apretó en su puño derecho esa gruesa llave dorada y por un instante deseo deshacerse de ella, sin embargo, lo meditó mejor. Decidió que debía guardarla...decidió que la guardaría como un vago recuerdo de su primer amor. Tal vez la amarraría a un cordón y se la colgaría al cuello. Solo esperaba que eso no le molestara a su padre.

 

Mientras pensaba en ello, volvió a abrir los ojos, hurgó en el segundo bolsillo y extrajo la pequeña llave plateada que buscaba en principio. Luego se puso en pie y salió del cuarto hacia el dormitorio.

 

 

 

......

 

 

 

-¿Puedo quedarme un momento más?.- Preguntó Sam en voz baja. En serio le interesaba estar presente en el interrogatorio de su madre. Se posicionó a un costado de su padre, en dirección al centro de la sala.

 

-Haz lo que quieras.- Le dijo su padre sin dedicarle una mirada, ya que tenía toda su atención en Mary Winchester.- Pero Dean ahora es tu responsabilidad.- Decretó su padre. Sam apartó un momento la mirada del consejo y de la lustrosa y dura silla colocado en el centro de la sala, donde su madre acababa de tomar asiento. Se dio cuenta de que su padre le otorgó un mandamiento y una advertencia al mismo tiempo. Tragó saliva y su mirada se tornó dubitativa por un par de segundos, antes de que el interrogatorio comenzara. No se percató de que Gabriel tenía puesta discretamente su mirada en él.

 

-¿Es cierto que usted, señora Mary Winchester, ejecutó al acusado Azazel?.- Sam colocó sus ojos en el interrogador y en la cabellera rubia de su madre. La voz del alfa se alzó por sobre los bajos murmullos del resto, quienes guardaron silencio enseguida. Él sabe que su padre en realidad funge como apaciguador de su madre. A veces, su madre podía ser mucho más impulsiva que él.

 

-Así es.- Respondió Mary, la vista en el interrogador. El consejo se compone de seis alfas longevos. Los seis alfas están sentados en un alto escritorio compartido sobre una tarima en la parte norte de la sala de audiencias, y solo hay una silla en el centro. Los invitados o espectadores están de pie frente a las paredes de la sala.

 

Mary se mostró desconcertada al principio. Creyó que su interrogador sería el hombre de traje negro sentado a un lado del interrogador de Sam, un vetusto alfa de tez morena y facciones delgadas cuya piel se pega a los huesos, no ese viejo alfa con un par de verrugas en el rostro. Así no es como funcionan las cosas, aunque solo podía pensar en Jack Kline detrás de las rejas de la celda mientras ese alto y delgado alfa de traje negro lo miraba desde el lustroso y alto mueble atentamente, con ojos oscuros, acusadores y penetrantes. Aún no había podido hablar de Jack con Michael, quien por cierto, no está presente en la audiencia. Ella miró por el rabillo del ojo hacia su derecha y distinguió a la joven Jo Harvelle con un semblante curioso y conmovido, junto a su serena y segura madre.

 

Mary no puedo evitar que sus facciones denotaran una ligera pero inmutable amenaza, detalle que John se molestó en tener en cuenta; conoce mejor a su esposa de lo que ella se conoce a sí misma.

 

-¿En que circunstancias ocurrieron los hechos?, si puede ser explícita, el consejo se lo agradecerá.- Preguntó el interrogador amablemente. Mary desvió la mirada hacia su derecha, tragó saliva y abrió los labios. Se abstuvo de intercambiar una mirada con su marido. El consejo solo quiere escuchar su versión de los hechos.

 

-Después de que Sam atacara a Azazel intenté llegar a él, pero me entretuve algún tiempo.- Dijo, poniendo atención a cada palabra suya sin mirar directamente a los ojos a nadie.- Cerca de seis alfas me cerraron el paso, sin embargo, Castiel Novak logró evadirlos y llegó un minuto antes de que yo lo hiciera.- Respiró hondo antes de continuar con su relato, pero otra pregunta se hizo oír.

 

-¿Asesinó a esos seis alfas?.- Mary parpadeó, sorprendida por la interrupción.

 

-A todos.- Asintió. Su vista se desvió.- Lo hice.

 

-Continúe.- La invitó el longevo alfa como si no se hubiera dado un intermedio. Mientras dijo aquello, su interrogador observó los papeles sobre la superficie de la mesa. Al parecer, verificando información, mientras que su compañero no le quitaba los ojos de encima y Mary percibió un matiz de irritación en sus ojos negros.

 

-Logré asirme del cuello de Azazel y posicioné mi espada en su garganta.- Continuó ella.- Lo debilité hasta que finalmente logré que se arrodillara. Pero lo solté, me descuidé, y saltó hacia mí.- Dijo con lentitud.- Fui tan rápida como él y lo decapité con mi espada.- Finalizó. Por alguna razón, no se sintió culpable por mentir. Al contrario, se sintió aliviada de que las palabras salieran de su boca con tanta facilidad y convencimiento. Observó al taquígrafo que se encargaba de escribir todo lo que se decía en la audiencia, justo en una esquina de la sala.

 

Sí, logró someterlo. Lo hizo mientras Castiel se recuperaba de los fuertes golpes en el abdomen. Hizo que se arrodillara frente a ella mientras lo amenazaba con la espada en mano. Y, entretanto lo miraba con fiereza, le hizo una pregunta.

 

 

 

Azazel estaba de rodillas frente a ella con una mirada medida entre la sorpresa y la irritación. Sus dedos estaban manchados de sangre, sus uñas se rompieron al rasgar la piel de Sam, sus brazos sangraban y aún hay vidrios enterrados en su gruesa piel bronceada, desde la base del codo hasta la muñeca. Sus ojos brillan con un intenso color ámbar y la piel alrededor de sus cuencas se tensa, arrugándose, mientras mira la furia en los ojos de Mary. Luego sonríe. Sus labios se curvan hacia arriba y ella puede ver sus dientes blancos. Escupe un poco de saliva antes de decir con furor:

 

-Los Winchester.- Expresó. Luego río con sorna y sus anchos hombros se movieron.- Debí imaginarlo. No era normal encontrar a un omega tan bello solo, sin manada.- Inclinó un momento la cabeza, decepcionado. Los Winchester son dueños de este Estado, él lo sabe. Luego volvió a alzar la mirada y su semblante se puso tenso.- Él tiene tus ojos.- Susurró, pero Mary ignoró esas palabras.

 

-Él tiene una manada.- Dijo ella, con los dientes apretados. Sus dedos presionaban su espada con tanta fuerza se volvieron blancos. Azazel río nuevamente, esta vez, burlándose. Mary ladeó la cabeza hacia un costado y lo observó con detenimiento. Entretanto Castiel se ponía en pie, con una mano sobre su abdomen mallugado y la camisa arrebujada. Sam yacía sobre el piso a unos pasos de ellos y no se movía. Amenazó otra vez a Azazel con su espada, clavándola sobre la piel de su garganta. Azazel alzó la barbilla y apretó los dientes, mostrándolos.

 

-No vas a matarme. Me necesitan.- Dijo, poniendo énfasis en cada una de sus palabras.- El consejo y muchas familias me necesitan.- Mary parpadeó y frunció el entrecejo. Castiel intercambió una rápida mirada con ella. A Mary no le importaba quién necesitara de él.

 

-Dime que no lo tocaste.- Mary dio un paso al frente y enterró unos milímetros más la espada. La sangre salió de la herida y escurrió por su clavícula hasta perderse debajo de la camisa. Los labios de Mary se fruncieron y sus mejillas se tensaron. Sus manos temblaron y sintió el corte de su pómulo causado mientras intentaba someterlo. Azazel tosió y sus ojos denotaron miedo por un instante.- ¡¿Lo hiciste?!.

 

Mary no creyó gritar de aquella forma y la asustó al principio, sin embargo, funcionó.

 

-Lo hice.- Respondió. Mary vio su lengua moverse.- Y él me dejó hacerlo.

 

La vista de Mary se emborronó por un par de segundos y le dio un fuerte pero breve dolor de cabeza. Respiró hondo y, después, sus brazos se movieron.

 

Recuerda haber escuchado el golpe sordo que dio su cabeza al caer al piso, seguido del fuerte borboteo de la sangre y luego, de su enorme cuerpo al caer sobre las tablas de madera. Cerró los ojos, aún con la vista nublada. Sostuvo su espada con la mano derecha, la cual cayó a su costado, y colocó la mano izquierda sobre su frente caliente, tratando de frenar sus emociones. Luego se percató de la sangre que manchaba sus pantalones, humedeciéndolos con abundancia. Dio un paso atrás y se dio media vuelta.

Notas finales:

Pronto tendremos participación activa de Michael. Por fin Dean va a conocerlo.

Esperen el siguiente capítulo.


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