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Sunflower por rkivexxxv

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Eclipse

—¿Estás bien?—el tono preocupado, mezclado con extrañeza y al mismo tiempo curioso lo despertó de su ensoñación. Era Suigetsu, que le miraba como si fuera una especie de fenómeno o algo parecido.

No, absolutamente no. Deseó haber podido responder y decir que estaba bien, pero ni siquiera llegaba al medianamente bien de lo que Sasuke consideraba normal en su escala de ánimo.

—Es obvio que no lo estás, mírate—Suigetsu se sentó frente a su computadora y chistó—. Tienes mucho papeleo ahí, de haber estado bien ya habrías acabado.

El peliblanco achicó los ojos y le miró de forma acusadora—. ¿Tienes problemas amorosos?—de pronto, su tonito pasó a ser de esos que usaban las amigas de su madre cuando iban a visitarla para "ponerse al día".

—¿De qué hablas?—el azabache por fin le dedicó una mirada.

—Vamos Sasuke, es imposible que estés así por lo de-

Uchiha gruñó por lo bajo y le miró impaciente, dejándole claro que no quería saber nada sobre eso.

—Bien... puedes fingir que no pasó—se calló un rato y pestañeó los ojos acercándose a él con sed de curiosidad—. Pero al menos dime quién es la persona desdichada a la que amas.

Sasuke lo miró con los ojos entrecerrados; pensando, calculando, imaginando y todas las palabras que encajaran. El peliblanco sonreía inocentemente, esperando a que el amargado Uchiha que tenía por compañero se abriera por una vez en su vida.

—Puedes confiar en mí, lo juro—selló sus labios en promesa—. Puedes golpearme si llego a faltar a mi palabra.

El azabache suspiró. Más allá de esa insaciable curiosidad de Suigetsu, podía notar la evidente seriedad con la que le decía las cosas. Sasuke regresó la mirada a la pantalla de la computadora y empezó a teclear rápidamente.

—Se llama Naruto.

Hozuki se tapó la boca aguantando la emoción, las ganas de molestarlo y, sobre todo, calmar a la bestia del cotilleo que vivía dentro de él. Quería hacerle saber que indudablemente podía hablar con él sin miedo.

—¿Ya le dijiste? ¿Son cercanos? ¿Ya le hablaste siquiera?

Él carraspeó algo incómodo con la lluvia de preguntas. Por dios, apenas le acaba de decir quién es. Sasuke no respondió y continuó presionando su teclado con más rapidez.

—Ya sé que eres un poco hosco e insociable, pero no debes huir de alguien que te hace bien.

Sus dedos pararon abruptamente y se giró hacia él con auténtica sorpresa—. ¿Que me hace bien?

Estaba de acuerdo, Naruto le estaba haciendo más que bien a su tétrica vida, ¿pero es que acaso era tan evidente como para que alguien como Suigetsu lo notara?

—Siempre estás solo, huyes de las personas y es como si una nube gris estuviera sobre ti todo el tiempo—se sinceró y luego se encogió de hombros—. Pero en cuanto Naruto llegó, esa arruga en tu frente desapareció.

Le parecía tan molesta la forma tan sabionda de decirlo, pero le molestaba más que tuviera razón.

—Naruto ha de ser increíble, como para aguantar tu humor de mier-

—Oye.

—Sólo date una oportunidad.

Le palmeó el hombro y regresó a su escritorio. La hora de almuerzo acabó, los clientes empezaron a llegar y la tarde continuó de esa forma hasta la hora de salir. No intercambió más palabras con Suigetsu y el tema murió, pero estaba seguro que tarde o temprano, él volvería a sonsacarlo.

Una oportunidad, eso es lo que más quería. Lo que estaba buscando; desde el momento en que supo cómo se sentía por él, sabía que debía encontrar una forma y no escapar como usualmente haría.

Llegó al complejo residencial como cada noche después del trabajo, suspirando mientras deshacía poco a poco el nudo de su corbata, caminaba perezosamente hasta la entrada. Echó un vistazo de forma cautelosa y encontró pase libre al ver que, como había dicho antes su rubio, Kabuto desaparecía a la hora que llegaba normalmente.

—¡Sasuke-kun!—pero el grito que provenía de esa voz femenina ahuyentó esa poca paz que tenía.

Los cabellos rosas aparecieron de la nada y por instinto terminó retrocediendo un par de pasos. Sakura parecía estar agitada, trataba de apaciguar su acelerada respiración y tan pronto como se compuso, inmediatamente enderezó su espalda.

Sasuke pensó lo peor.

—Necesito decirte algo—fue tan directa que incluso escaneó el lugar buscando la salida más cercana.

Pero entonces recordó lo que Naruto le dijo tiempo atrás, poco después de haberse visto en Ichiraku Ramen. Ahora mismo, sus palabras cobraban sentido por sí solas. Si no aclaraba las cosas con ella, todo se volvería más complicado.

—Desde hace tiempo—comenzó diciendo con ese tono avergonzado, mientras evitaba verlo a los ojos—. Tú me gustas.

Listo.

Esta vez no tenía a dónde irse, ni excusas con las que evitar la conversación. Parecía una maldita estatua, cuyo nombre empezaría por la palabra incomodidad y todos sus derivados. Sabía que lo diría y ahora no tenía idea de qué responder exactamente.

—Sí, tú me gustas—confirmó reiteradamente.

Sasuke exhaló ruidosamente y acarició el puente de su nariz, teniendo cuidado con la elección de sus palabras.

—Sakura...

—¡Yo entiendo!—exclamó fuertemente, sorprendiendo al pelinegro—. Entiendo perfectamente que no te gusto, pero, de todas formas, quería decírtelo... no deseaba quedarme con ello por siempre.

Ella apretó los labios y sonrió con sinceridad—. He visto la forma en que observas al vecino del trecientos dos, y sé que no puedo competir contra eso.

Alzó una ceja, y, confundido, la miró.

¿Sakura también lo pudo notar? No era sólo Suigetsu quien sabía lo mucho que le gustaba Naruto, sino también ella con su extraña confesión. Algo parecía poner mucho empeño en hacerle saber que no era secreto para nadie que le gustaba el tonto estudiante de medicina.

Sakura colocó sus brazos por detrás de su espalda, dándole una actitud de confianza—. Debes darte prisa, Naruto parece ser del tipo que no se da cuenta de nada.

Sasuke asintió aliviado y al mismo tiempo con un extraño sentimiento de gratitud, y aunque intentó darle una sonrisa sincera, sólo pudo formar una línea lo más parecida a una mueca extraña.

—Encontrarás a la persona indicada—a pesar de los pocos gestos, sus palabras eran honestas.

Después de eso, ella sonrió más animada y regresó por donde vino. Sasuke sintió lo extraño, pesado y cansado del día sobre sus hombros, como si de una manta se tratara, todo al mismo tiempo. Con fatiga subió al ascensor y no dudó en presionar el botón que lo llevaría hasta la terraza.

Estaba tan sumido en sus pensamientos que no le importó la fuerte ventisca de los cielos nocturnos de Osaka, el escalofrío en su cuerpo y el sentimiento de quererse abrigar fue opacado por el golpeteo de su corazón, porque al parecer, el destino también necesitaba que él tomara una decisión.

Se encontraba de espaldas, así que no podía ver bien su expresión. Mantenía sus manos resguardadas del frío entre los bolsillos de su pantalón corto, incluso observó esos cabellos rubios agitarse por el aire; la curiosidad invadió a Sasuke y sin vacilar se acercó hacia él.

—¿Estás bien?—preguntó, ganándose un pequeño sobresalto por parte de Naruto.

—Oh-ohh sí, sólo... —notó el nerviosismo en su voz y los pequeños temblores debido al frío, pero al instante sonrió cambiando de tema—. La ropa que usaste ayer... la he lavado, puedes llevártela hoy.

Sasuke se colocó a su lado queriendo evitarle, aunque sea un poco, el terrible frío que calaba—. Eres muy amable, considerando que soy la persona que te trajo problemas ayer.

Hizo ese adorable puchero—. ¿No puedes simplemente dar las gracias?

—Gracias.

Él le regresó la mirada, desconfiado.

—Lo digo en serio—posó sus ojos expectantes en él, esperando una reacción—. Aunque no lo creas, estaré eternamente agradecido contigo.

Naruto achicó los ojos, aún más confundido que antes—. Sasuke, sólo lavé tu ropa.

Uchiha sonrió divertido, tal y como pensaba, él no entendería lo que trataba de decir. Quizás para algunas personas resultaría molesto, pero a él le parecía cómodo. Sin sentirse forzado a actuar de una manera, podría pasar una vida entera con él y estaría feliz por eso.

—¿En qué estabas pensando?

—Vine aquí para ver el atardecer—dijo rápidamente—. Pero no llegué a tiempo, la luna ya estaba aquí.

Sasuke apartó sus ojos intrigado por el horizonte, lo que Naruto tanto veía a los lejos. Más allá de los robles viejos, los postes altos de cableado eléctrico y las luces de los automóviles en la carretera lejana; el panorama sería opacado por las escasas vallas publicitarias de no ser por lo extrañamente brillante que se miraba el cielo esa noche.

—Me recuerda a ti—dijo repentinamente, con una sonrisa en su rostro—. La luna.

—¿La inspiración de muchas personas te recuerda a mí?—Sasuke preguntó por lo bajo—. La luna es más armoniosa de lo que yo puedo ser.

Naruto infló las mejillas tímido, balanceándose sobre sus pies y buscando una forma de explicarse mejor.

—Pareces triste todo el tiempo al igual que ella, y a veces las personas pueden pensar que eres muy frío, pero...

Sasuke lo miró, toda su atención estaba puesta en sus palabras; en su voz, su rostro y esos cabellos que se movían levemente.

—La luna también puede hacerte feliz y brindarte calidez, y aunque desde acá parezca algo melancólica, puede ser el confort de muchas otras personas.

Un pequeño silencio, como el latir del corazón o el aleteo de una mariposa—. Naruto—dijo firmemente, poniéndose frente a él.

El rostro tan serio de Sasuke le hizo sentir confundido, asustado, nervioso y expectante al mismo tiempo. Un sinfín de emociones, unas diferentes de las otras. Sentía su estómago revolverse alocadamente; ¡no eran mariposas y tampoco las fuertes pisadas de un elefante!

Era una maldita licuadora dentro de él.

—Si sigues diciendo cosas como esas...

—¿¡Vas a golpearme!?—gritó del susto tratando de alejarse, pero el pelinegro le tomó de la mano rápidamente.

—¿Cómo haces para decir cosas tan tontas en momentos como estos?—cuestionó en un susurro, divertido por la situación.

Abultó sus labios, cual niño regañado—. Yo, es que yo... sólo...

—¿Cómo debo interpretar lo que acabas de decir?—seguía sin soltar su mano.

—¿Por qué preguntas eso?—estaba de los nervios—. ¡Puedes tomarlas como quieras!

—¿Una confesión entonces?

—¿De qué hablas?

A este punto, lo único que estaban haciendo era susurrarse entre ellos, con sus rostros cada vez más cerca del otro. Y aunque el silencio fue largo, había seguridad en sus ojos y en su tono de voz.

Esta era su oportunidad.

—Me gustas, Naruto.

Sasuke había imaginado de muchas otras maneras este momento; ese pasillo donde se vieron por primera vez, sus departamentos, la horrible mesa de picnic, el elevador... incluso Ichiraku Ramen, pero terminaron en la azotea, muriéndose del frío.

—Sasuke, yo-

—Espera, aun no digas lo que tengas que decir—el pelinegro soltó su mano, se paró firme frente a él y suspiró desganado, maldito karma.

—Todavía no he terminado.

Podía entender lo que Sakura tuvo que pasar cuando hizo exactamente lo mismo que hacía él ahora. Y a diferencia de ella, no sabía cómo expresarse correctamente; ni cómo empezar y qué decir. Tomó un par de bocanadas de aire, diciendo lo primero que se le vino a la mente.

—Mierda.

Frunció el ceño—. ¿Qué...?—Naruto estaba nervioso.

Sí, sabía perfectamente que ahora no podía salir corriendo y escapar de sus sentimientos, tampoco quería dejarlo desconcertado y hacer como si nada hubiese pasado.

—No sé cómo empezar—explicó.

—No tienes que hacerlo si no quieres-

—Pero quiero hacerlo—lo interrumpió—. Siempre eres así, odiosamente considerado; torpe, despistado y naturalmente ingenuo.

Su frente se arrugó inmediatamente, un enfado que resultaba enternecedor—. ¿Cómo se supone que debo responder a eso?

—Estoy diciendo las cosas que me gustan de ti.

Naruto tragó en seco, sentía que su cuerpo temblaba y que su corazón golpeaba fuertemente contra su pecho. Ahora mismo, desmayarse en los brazos de Sasuke le parecía una excelente idea.

—Tú me sigues pareciendo un inadaptado social con problemas para hablar—lo dijo tan rápido que se trabó un par de veces al decirlo.

La pequeña confesión le hizo arrugar la frente, era el turno de Sasuke de estar confundido—. ¿Qué?—fue lo único que pudo soltar.

—Siempre tienes cara de pocos amigos, todo el tiempo dices cosas que pueden enojarme—calló por una milésima de segundo—. ¡A-además no te gusta el ramen! Y sin embargo...

Sasuke esperó pacientemente, como era usual en él; ese silencio que le indicaba a Naruto que podía proceder con lo que su alocada mente estuviera pensando, esa misma curiosidad con la que siempre esperaba lo que sea que tuviera que decir.

—Eso es lo que me gusta de ti.

Sasuke suspiró.

—Voy a besarte.

De repente dejó de respirar, no estaba seguro de haber escuchado bien—. ¿Que tú qué?

—Voy a besarte si sigues diciendo cosas como esas.

Sin titubear, soltó su pequeño maletín y se acercó a él lo suficiente como para mirarse fijamente a los ojos. Sasuke llevó cuidadosamente su mano a la mejilla de Naruto, se sentía cálida al tacto pese a lo helada que pudiera estar la noche. El ambiente era silencioso, porque ninguno de los dos se atrevía a decir algo al respecto.

Sasuke deslizó su pulgar por el contorno de los labios de su vecino, acariciándolos con vehemencia. Se aproximó un poco más, que incluso las puntas de sus narices se tocaban levemente. Y aunque tuviese muchísimas ganas de probar esos labios, no se movió ni un centímetro más, pensando en si estaba haciendo lo correcto; preguntándose si Naruto también quisiese hacerlo.

Pero toda esa inseguridad se esfumó en cuanto sintió aquellas manos sujetarse fuertemente de sus hombros; estar cerca de Naruto se sentía como la absurda magia a la que Suigetsu tanto se refería. En realidad, no sabía cómo describirlo exactamente, pero era lo más cercano a despertar de una pesadilla y ser capaz de hacer cualquier cosa.

Entonces fue el rubio revoltoso quien acabó con la distancia, ambos suspiraron en el momento en que sus labios hicieron contacto. Sasuke terminó deslizando sus manos por su cuello, pasando por sus brazos y acariciando su espalda para reposar las manos sobre su cadera, la cual atrajo hacia él por la emoción del momento y porque desde hace tiempo, quería saber cómo se sentía tenerlo entre sus brazos.

Sasuke sonrió entre besos, suaves y descuidados, así eran los labios de Naruto.

Se movían con lentitud, queriendo alargar el momento y prolongar el oxígeno en sus pulmones, pero eso era casi imposible, porque no se dieron cuenta en qué momento respondían con más ansia el uno por el otro. Sasuke saboreó a Naruto, mordisqueando sus labios una última vez antes de separarse y juntar sus frentes en un breve descanso.

—Si yo soy como la luna...—susurró, rozando cariñosamente su nariz con la contraria—. Entonces tú eres como el sol.

Se miraron fijamente de nuevo.

—A dondequiera que vayas parece que te acompaña una ridícula luz a tu alrededor, eres cálido y energético—sonrió al notar las sonrojadas mejillas de su vecino—. Y aunque puede que muy en el interior estés cansado, siempre habrá una sonrisa en tu rostro y estarás dispuesto a ayudar a los demás sin esperar algo a cambio.

Y así, unieron sus labios una vez más bajo el cielo estrellado, olvidándose del frío que calaba hasta los huesos y de los nervios que ahora pudieran tener.

Naruto sonrió avergonzado cuando se separaron, pero el brillo curioso en sus ojos hizo que el pelinegro se preparara para cualquier cosa.

—¿Ya me dirás por qué bebiste hasta caer medio muerto al suelo?—preguntó en voz baja.

Sasuke le dio un golpecito en su frente y Naruto frunció los labios mientras le veía.

—No lo sé, déjame pensar—él se hizo el interesante, mientras miraba hacia el cielo como si estuviera pensándolo—. Quizá otro día…

Naruto estuvo a punto de hacer un escándalo, pero sus palabras murieron en cuanto sus labios fueron amortiguados por los dulces besos de Sasuke.


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