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Sunflower por rkivexxxv

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Una vida nueva

Era temprano por la mañana, faltaba al menos un par de horas antes de ir a trabajar. Sasuke se levantó como nunca antes lo había hecho, los rayos del sol que entraban por su ventana eran cálidos y no molestos como lo fueron en el pasado. Sin dolores extraños en alguna parte de su cuerpo como si fuera un hombre de la tercera edad, sin ganas de odiar todo y todos en el mundo.

Se duchó y alistó con una paz que no había sentido en los últimos siete años de su vida, se sentía como tomar un descanso de una carrera sin sentido. Preparó el desayuno, algo tradicional que pudiera llenar el estómago hasta que llegara la hora del almuerzo. Suspiró mientras masticaba y leía el periódico digital, nada interesante como era usual.

Y a pesar de que el mundo seguía estando como hace dos meses, Sasuke no podía evitar pensar lo tanto que había cambiado. La situación con Itachi, que fue constantemente una sombra detrás de él, se quedó en el pasado; como un simple recuerdo de mal gusto y que no valía la pena siquiera mencionar que había sucedido. 

De pronto la lectura en el celular se le hizo demasiado aburrida y se concentró en su comida, frunció el ceño al verla. Saboreó con lentitud su desayuno y observó todo a su alrededor. Un escalofrío recorrió su cuerpo y soltó los palillos.

¿Estas eran las consecuencias del amor recíproco? 

Era repugnantemente rosa y fantasioso. Se estaba volviendo el idiota enamorado que evitó toda su vida, incluso Itachi pareció tener una época romántica muy fuerte cuando conoció a su prometido. 

Hizo cosas que jamás pasaron por su mente, menos cuando la mayor parte del tiempo estaba lamentándose porque no soportaba su trabajo, a su familia y lo que un adulto implicaba ser. 

Nunca desayuna y ahora gustosamente se preparó la comida, no despertó con dolores musculares y no hay día que no sufra con dolores de cuello o espalda. La luz mañanera era cálida y no espantosamente insistente como siempre que despertaba. Incluso podía jurar recordar que su alarma había sonado como el mismísimo canto de los ángeles, y no como el sonido estridente rompe tímpanos al que estaba acostumbrado cada mañana.

El suave golpeteo en su puerta lo sacó de su pequeño estado de shock, y aunque estuviera un poco confundido por ello, se levantó y abrió la puerta encontrándose a la razón de su pequeña crisis existencial.

—¡Sasuke!—le sonrió alegremente, y su rostro pasó a la preocupación en cuestión de segundos—. ¿Estás bien?

Le restó importancia y asintió un par de veces, buscando ordenar sus palabras. 

—Estoy bien—lo vio a los ojos y suspiró más calmado. 

Ahora que estaba ahí, frente a él, todo estaba bien. 

Naruto sacudió la cabeza cuando cayó en cuenta de la razón por la que estaba ahí—. Ah sí, ya recordé—susurró para sí mismo y Sasuke puso especial atención a ello—. Pensé que te gustaría venir a comer después del trabajo, ¡y antes de que me molestes, prometo que no será ramen! 

Le costó mucho salir de su departamento y decir aquello cara a cara. No sabía cómo debía actuar frente a Sasuke, tenía claro que estaban saliendo... o algo así, bueno, en realidad no quedaron en nada, pero ahora eran una pareja... ¿cierto? Pero Sasuke era Sasuke y a veces era muy callado, como ahora, que se había quedado en un profundo silencio, mirándolo de forma extraña. ¿Qué? ¿Acaso era muy raro viniendo de él? ¿Por qué rayos le estaba viendo de esa forma? Le estaba poniendo los pelos de punta.

—¿Por qué no dices nada?—era ridículo el nivel de nerviosismo que le generaba.

Naruto le echó un vistazo a su pulcro y aburrido traje de oficina, porque era más interesante que sentirse acribillado por su intensa mirada, y, además, no se sentía capaz de verlo a los ojos.

Sólo era una invitación a cenar por el amor de Dios...

Entonces el rubio achicó los ojos al fijarse, dio unos cuantos pasitos y le miró con el ceño fruncido, muy cerca de su rostro—. Pierdes toda la fachada de hombre misterioso, mira—de nuevo, como aquella noche, encontró un grano de arroz en su camisa—. Pareces un niño cuando comes.

Otra vez estaba siendo hipnotizado por él y esos ojos similares al zafiro que brillaban cada vez que le hablaba. Era increíble la forma en que perdió los sentidos en el momento en que escuchó decirle tímidamente que lo invitaba a cenar, y ahora le sonreía de esa forma como si supiera de los estragos que eso provocaba en él. 

Naruto ni siquiera tuvo tiempo de reaccionar en cuanto Sasuke lo atrajo hacia él; sus manos lo sujetaban fuertemente de su espalda baja, mientras presionaba sus labios con los propios en medio de un desespero inexplicable. Estaba claramente sorprendido, pero dejó de tomarle importancia cuando lo arrastró dentro del departamento.

Sasuke cerró la puerta y acorraló al rubio revoltoso entre esta y su cuerpo. Repartió besos a lo largo de su mandíbula y regresó a sus labios con la intención de hacer el momento un poco más lento, dejándole respirar de nuevo, una vez que terminó de deleitarse con ellos.

Naruto tomó una bocanada de aire, sintió que su cara ardía de la vergüenza y de nuevo no sabía qué hacer cuando Sasuke actuaba así... tan Sasuke.

—¿Y eso por qué fue?—susurró.

Aun mantenían sus cuerpos muy cerca del otro. Sus respiraciones eran irregulares, pero no deseaba separarse de él y el pelinegro no pretendía que eso pasara.

—No pude resistirme.

—¿No pudiste resistir?

—Es tu culpa, Naruto.

Él alzó una ceja e intentó alejarse, pero Sasuke reafirmó su agarre.

—Es tu culpa porque eres adorable.

Nunca pensó que terminaría diciendo semejante colección de frases y palabras empalagosas. En algún momento de su vida creyó que terminaría solo, viviendo por el trabajo y envejeciendo hasta parecer el verdadero hombre cascarrabias de las películas que en su momento pensó que era.

Aún más loco que la vieja Chiyo, de ser posible.

—¿Cómo si quiera eso es mi culpa?—alegó, su frente se arrugaba y sus labios se abultaban.

—Ya te lo dije, eres adorable… además, me gustas cuando te enojas.

Otra vez, diciendo cosas como esas.

—¿Quieres que te bese de nuevo?—murmuró cerca de sus labios.

Y así fue hasta que Naruto lo obligó a irse, porque había perdido el tiempo dándole mayor atención a esos labios que muy probablemente se hincharían por su atrevimiento. Aunque claro, Sasuke no lo llamaría una pérdida de tiempo. Naruto estaba tan ruborizado cuando se despidió de él que ni siquiera tuvo tiempo de molestarle con ello porque lo ahuyentaba con prisa. Aun así, logró aceptar su invitación a cenar. 

Su jornada en el banco transcurrió agradable, de hecho, era irreal que llegase a pensar que lo era. Porque a pesar de los malos tratos que algunos clientes tuvieran hacia él, Sasuke logró ser más paciente de lo normal. Incluso Suigetsu estaba impresionado por el nivel de productividad que estaba manejando ese día, y eso que ya lo consideraba un hombre bastante capaz en el trabajo. 

—Tienes una cara de enamorado que nadie puede quitarte—escuchó al peliblanco decir—. Dios, aunque alguien viniera a lanzarte un golpe directo a la cara, no podrías borrar ese rostro que tienes hoy. 

Claramente no respondería a ese comentario. 

—Pero me alegro por ti—dijo feliz. 

Bueno, quizás Suigetsu no era tan malo como pensaba.


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