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Sunflower por rkivexxxv

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Las primeras veces

Llevaba más de cinco minutos pensando en cuál de las dos bandejas de carne llevar. Su frente se arrugaba ligeramente y parecía muy concentrado en su tarea. Pero la persona a su lado no estaba contenta, le miraba impaciente y al mismo tiempo con una expresión de aburrimiento.

—Por el amor de Dios—exclamó en un pequeño susurro—. ¿Ya nos vamos?

—Oye, Shikamaru...—Naruto, además de ignorar su pregunta, persistía en su toma de decisión—. ¿Cuál crees que sea mejor?—le mostró sus opciones.

Ahí estaba, ignorando de nuevo sus quejas.

El chico le miró con una mueca de confusión—. Es la misma marca, Naruto.

—¿La misma?—susurró mientras veía de nuevo la carne.

Shikamaru lo observó por un rato y resopló—. De todos modos, ¿por qué estamos aquí?—el rubio tonto seguía sin tomar una decisión—. Además, tú ni siquiera cocinas.

—Tienes poca fe en tu amigo—Naruto hizo un puchero.

Estaba seguro que había mejorado en las artes culinarias.

—¿Si sabes que nos estamos saltando el último periodo de clases verdad?—le decía, intentado que entrara en razón—. Y siempre andas diciendo lo mucho que te aterra Yamato-sensei.

Naruto dejó caer sus hombros y de repente esos ojos que brillaban de tristeza lo hicieron suspirar, sintiéndose culpable de alguna forma.

—Oye, no me quieras chantajear con esos ojos de perrito.

—Vamos, no seas mal amigo—Naruto le miraba así, otra vez.

Simplemente no podía negarse.

—Bien bien, como sea, deja de ser fastidioso—se acercó a él y tomó una de las bandejas—. Lleva esta, se ve fresca y el precio es razonable.

En realidad, él sí sabía por qué estaban ahí, desperdiciando horas de clase en un supermercado, comprando carne y verduras. Hace unos días, Naruto se había acercado a él y le había contado emocionado que su misterioso vecino y él parecían tener una especie de relación amorosa. Así que no podía simplemente dejarlo solo, no cuando parecía tan feliz.

Naruto por fin se despegó de la sección de carnes y satisfecho hizo su compra. Estaba nervioso porque no sabía cómo iba a reaccionar Sasuke ante el intento de cena que estaba por hacer; quería preparar algo sencillo, pero que fuera delicioso y se viera decente. No olvidó agradecerle a Shikamaru por haberlo acompañado, prometiéndole que estaría en deuda con él. Tomaron caminos separados luego de recordarse mutuamente de no hacer enojar a Yamato en la próxima clase, y que debían preguntar sobre las tareas asignadas en su curso.

El rubio cargó sus bolsas y caminó emocionado hacia su departamento, estaba seguro que Sasuke todavía no llegaba a casa y eso le hizo pensar que tenía tiempo de sobra para preparar todo con sumo cuidado, aun si eso significaba meter la pata a la primera.

Y mientras él se desvivía en la cocina, Sasuke estaba sumido en sus propios pensamientos. La tarde había caído por fin, lo que significaba que los clientes en el banco disminuyeron y sólo tocaba hacer cierre.

Suigetsu lo vio jugar con su lápiz, pasándolo entre sus dedos y de una mano a la otra, como si eso de alguna forma lo lograra calmar mientras contaba lo poco que quedaba para salir de ahí.

¿Acaso es la primera vez que sale con alguien?

Ese pensamiento fugaz cruzó por su mente. Y ahí estaban, las ganas de convertirse en el insoportable amante del chisme corporativo que siempre ha sido.

—¿Por qué tan ansioso?—él sabía por qué, sólo necesitaba empezar la conversación.

Sasuke, de nuevo, en un eterno silencio le miró. Tratando de buscar sus dobles intenciones. Pero por un momento se dijo que estaba bien, ya que Suigetsu mantuvo su promesa de no comentar nada al respecto. Así que podía darle un poco de información para regocijarse.

—Él me invitó a cenar.

Con eso estaba bien, lo sabía porque el peliblanco aplaudió de la emoción y se levantó de su silla.

—¡Ese es mi muchacho!—le dio palmaditas en los hombros mientras sonreía como padre orgulloso, o algo así.

—No olvides llevarle algo, seguro se alegrará—le recomendó, haciéndose un poco el experto en el romance.

—¿Algo?—Sasuke lo pensó un rato, pero no tenía idea de lo que hablaba—. ¿Algo como qué?—repitió.

Suigetsu bufó y puso los ojos en blanco—. Es evidente que no tienes experiencia en esto.

Uchiha le hizo mala cara. No era culpa de él haber estado más ocupado en su trabajo en los últimos diez años de su vida, además, todo el tiempo escapaba de aquello que resultara agotador para él y sus destrezas sociales. Rehuir de su familia, de todos los empleados en el banco —aunque claramente eso no funcionó con Suigetsu—, incluso los vecinos del edificio lleno de graffitis...

El romance estaba en el último peldaño de su pirámide de necesidades, exactamente al lado de las cuestiones familiares y demás actividades similares. Era sólo él, junto a la soledad que lo acompañaba, desde los días más soleados hasta los inviernos más silenciosos.

Algo patético, si lo pensabas. Y Sasuke lo sabía mejor que nadie.

—Que deprimente te ves, no pongas esa cara—Hozuki comentó—. Yo te ayudaré.

Sasuke exhaló de mala gana y se cruzó de brazos mientras le veía—. ¿Y cómo se supone que harás eso?

—Asumiré que es su primera cita—explicó como un sabelotodo—. Con algo me refiero a una sorpresa, un regalo.

Y por más que quiso ignorarlo, las palabras de Suigetsu estuvieron sonando en su cabeza durante todo el viaje de regreso a casa. Bajó la ventanilla de su vieja camioneta, esperando que la brisa nocturna le ayudara a refrescar un poco sus pensamientos.

La brillante luz roja del semáforo iluminó su rostro, echó un pequeño vistazo a los locales de su lado, fue entonces que un llamativo puesto llamó su atención por unos segundos.

Luego de esa corta parada, Sasuke por fin llegó al sombrío complejo departamental, entre sus brazos llevaba su pequeña sorpresa; no era para nada creativo y a primera instancia era algo que le resultaba muy básico. Sasuke quiso haberlo hecho mejor, pero prometió hacer su mayor esfuerzo a la próxima. Subió al ascensor mientras intentaba calmar su creciente emoción, lo que por un momento le sorprendió.

Después de todo, él no estaba acostumbrado a la rutina del agridulce romance.

Se abrieron las puertas y el tintineo se escuchó como si fuera un eco alrededor de él. Recorrió ese pasillo bien conocido y se plantó frente a la puerta de aquel que fue su vecino hasta hace unos días. Tocó un par de veces y no tardó en escuchar los apresurados pasos al otro lado.

—¡Sasuke!—gritó al abrir la puerta, con esa enorme sonrisa.

Su ropa desaliñada, su cabello espeso y sedoso; incluso más desordenado que esa mañana cuando llegó a visitarlo.

Ahhh... era como si el tiempo se detuviera, o como si entrara a una dimensión diferente. Sólo sabía que Naruto era el único capaz de hacerle sentir así.

—Pasa, por favor—el rubio lo arrastró hacia dentro—. Déjame ayudarte con eso—susurró mientras tomaba su maletín y la gabardina que colgaba en su brazo.

Sasuke observó a Naruto otra vez, como si las anteriores veces no hubieran sido suficientes. Dejaba cuidadosamente sus cosas en el perchero que estaba junto a la puerta.

¿Así se sentía tener a alguien esperando tu regreso?

Sacudió la cabeza cuando se dio cuenta que estaba imaginando cosas extrañas.

—Ahh, yo traje esto para ti—Sasuke llamó la atención de esos curiosos ojos azules—. No es la gran cosa.

El pelinegro extendió el pequeño arreglo, y Naruto no pudo evitar sentirse conmovido—. ¿Girasoles?

Sasuke asintió—. Me dijeron que representan felicidad, calidez...—lo pensó por un rato—. Los vi y supe que debía traerlos para ti.

—Es la primera vez que me regalan flores—sonrió tímidamente.

Le devolvió la sonrisa—. Es la primera vez que regalo flores.

El rubio bonito se acercó rápidamente y tan pronto como se puso de puntillas, le plantó un beso en la mejilla. Él le sonrió otra vez, haciendo que su corazón se sacudiera en su pecho, como si estuviera listo para salir de ahí e irse a esconder a alguna parte.

—No te quedes ahí parado—le dijo, mientras hacía un mohín y lo arrastraba de nuevo con él—. Ven a sentarte, esta vez preparé yo la cena—dijo con un tono orgulloso.

Su pequeña mesa era decorada por diferentes platillos que acompañaban al principal. Sasuke se sintió curioso, hambriento y al mismo tiempo enternecido.

—¿Tonkatsu?—preguntó, lo supo en el momento en que lo vio—. Pensé que no sabías cocinar.

Infló las mejillas—. ¿Por qué pensaste eso?

Sasuke sonrió, listo para empezar a molestarlo.

—La primera vez que vine aquí, tu sala parecía el imperio del ramen instantáneo—hizo una pausa para verlo—. Además, eres tan despistado que ni siquiera te diste cuenta que la nevera estaba llena, o que incluso tenías espárragos.

Un sonrojo apareció en sus orejas—. He estado aprendiendo por mi cuenta.

—¿Por tu cuenta?—ahora estaba más que interesado.

—La primera vez que viniste—repitió sus palabras, haciendo énfasis—. Preparaste la cena para ambos.

Él desvió la mirada—. Sólo pensé que me gustaría hacer lo mismo.

Sasuke sentía como si pudiera suspirar internamente. No podía creer lo jodidamente adorable que podía ser Naruto. Era injusto, muy injusto.

Para él y su corazón.

—¿Me dejas besarte?

—¿¡Otra vez con eso!?—se sentía avergonzado cada que vez que decía ese tipo de cosas.

—No te preocupes—dijo suavemente, como si fuera un secreto—. Dejaré que comas primero.

Naruto metió a su boca un trozo de carne con enfado, pero enfado porque no sabía cómo lidiar con las palabras de Sasuke. A veces era tan callado y otras, el sólo parecía...

—Oh, esto...—Sasuke saboreó la col mezclada junto a la salsa y la carne.

—¿Qué sucede? ¿Sabe mal?—se preocupó—. Soy mejor con los postres—admitió en un susurro.

—Está delicioso.

—¿De veras?—sus ojitos brillaron.

Sasuke se inclinó y tomó la mejilla de Naruto, presionó sus labios con los de él. Era un beso tierno, movimientos lentos y livianos.

—Dijiste que terminaríamos de cenar—abultó los labios y Uchiha no pudo evitar robarle otro pequeño beso.

Y él sólo supo sonreírle.

Estaba nervioso, pero la actitud amorosa y despreocupada de Naruto, le hacía sentir menos ofuscado por todo aquello que no entendía sobre estar enamorado, o lo que debía hacer cuando estaba en una relación. Si venía de él y su deseo por ver esa sonrisa, todo iba a estar bien.

Cuando encontró el pequeño puesto de flores y ese llamativo color amarillo se pronunció ante a él lo supo de inmediato. Lo de Naruto había comenzado con admiración y después, aquello se convirtió en amor. Los girasoles simbolizan el camino hacia la felicidad y la constante búsqueda del sol. Y él sabía perfectamente que, a partir de ahora, su atención giraba alrededor de Naruto, que, así como el girasol, él siempre se giraría hacia él.

Eso es lo que Naruto significaba para Sasuke, y quería atesorarlo para siempre. 


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