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Sunflower por rkivexxxv

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Propuesta

Sasuke besó nuevamente esos descuidados labios, mientras acorralaba a Naruto contra el mesón de la cocina. No había tenido tiempo para pensar en lo que le pedía con más antelación, y hubiera deseado muchísimo haberlo hecho de mejor forma, pero ahora sólo podía dejarse llevar por sus desenfrenadas emociones.

—¿Mudarnos? ¿Juntos?—la voz de Naruto era apenas audible, gimoteaba entre sus labios tratando de formar palabras. Procesando lo que Sasuke le estaba pidiendo.

Su mano se coló traviesamente por debajo de ese jersey azul que, pensándolo bien, le quedaba mejor a Naruto; acarició la piel bronceada que se escondía detrás de tantas telas, que ahora mismo resultaban un estorbo.

El mandil rosa se encontraba olvidado en alguna parte del suelo, Sasuke asintió ansioso—. Me gusta despertar a tu lado—confesó, lo observó por un segundo, aguantando el querer besarlo de nuevo—. Y ese espantoso aroma del ramen instantáneo que haces por la tarde...

—¿Qué tienes en contra del ramen?—refunfuñó.

—Lo que quiero decir, Naruto—sus manos envolvieron la cintura del rubio—, es que me gustaría compartir los días y las noches contigo.

Sasuke no iba a decirlo frente a su madre, pero es que antes de que ella tuviese la maravillosa idea de preguntarles sobre vivir juntos, él ya había pensado en compartirle dicho pensamiento a Naruto. Aunque, claramente, la mención que hizo Mikoto y sus propias intenciones escondidas en el fondo de su corazón, lo hicieron emocionarse a tal punto de hacer lo que ya muchas veces antes se había recriminado.

Actuar sin antes pensar en lo que diría, o en las consecuencias que habrían después.

Y eso era algo que llevaba haciendo desde que conoció a Naruto. Desde que decidió ir a Ichiraku Ramen, hasta el momento en que lo invitó a comer por primera vez. Todo eso lo había llevado a este punto.

Sasuke podía ver la sangre subir por el rostro de Naruto, así como sentir la calidez de su cuerpo y el alocado palpitar de su corazón acoplándose al suyo. Y por mucho que quisiera escuchar su respuesta, pegó sus labios una vez más a los de él, sintiendo nuevamente el frenesí del momento. Trastabillaron unas cuantas veces hasta llegar al dormitorio, rieron al escuchar la cama rechinar bajo de ellos al caer precipitadamente.

Y entonces una prolongada secuencia de miradas empezó, hechizándose el uno al otro, tratando de no ceder tan rápidamente al deseo.

Sasuke acercó sus labios a ese cuello, comenzando a besar lentamente la suave piel de ese lugar. Sintiendo cómo el cuerpo debajo de él se estremecía ante la expectativa del momento. Besó cada tramo, sin prisa, hasta llegar a su clavícula; disfrutando el sabor de la nada y del todo de aquella bronceada piel.

La timidez de la primera vez como pareja había desaparecido con el tiempo, después de compartir la cama en varias ocasiones sin llegar a nada. Todo el tiempo que pasaron juntos en esas cuatro paredes consistía en intercambios sutiles, besos, toqueteos y abrazos.

Pero ambos estaban seguros que esta vez sería completamente diferente.

Naruto subió inconscientemente las manos, hundiendo sus dedos en aquellos oscuros cabellos. Suspirando por el contacto de esos labios succionando su piel, sabiendo perfectamente que Sasuke dejaba esas pequeñas marcas rojizas con toda la intención del mundo, lo que sólo hizo que el sentimiento de emoción e impaciencia acrecentara.

La agitación de sus respiraciones era lo único que se escuchaba dentro de esas paredes, sin mencionar aquellos lujuriosos sonidos que hacían cuando sus labios se encontraban. El bonito jersey azul desapareció, dejando expuesta una camisa blanca con botones. Sasuke arrugó la frente levemente, era extraño ver a Naruto usar algo que no fueran esos pantalones cortos y las camisas con estampados simples.

—¿Por qué tan formal hoy?—preguntó en un susurro.

—Solicité empleo—dijo, en un murmuro apenas audible.

No podía concentrarse en una charla normal, no cuando los escurridizos dedos de Sasuke iban quitando botón tras botón, o cuando sus besos húmedos iban de su mandíbula a sus labios. Uchiha estaba curioso por la respuesta, su mano bajó con calma hasta el cierre del pantalón.

—¿En dónde?

Naruto suspiró—. En una veterinaria—colocó sus manos sobre los hombros de Sasuke, con firmeza los apretó dedicándole una mirada desesperada—. Sólo cállate y bésame, ¿quieres? ¿por favor?

Y eso fue lo que hizo.

En esa noche estrellada, yacieron en la tranquilidad de aquella habitación, cuando las prendas dejaron de ser un obstáculo, cuando la pálida luz de la luna se colaba tímidamente por la ventana. En medio de caricias, de miradas, de suspiros y pequeños quejidos que a lo largo se hacían cada vez más fuertes.

Y la noche culminó cuando sus miradas se congelaron por un instante, mirándose con todo aquello que en ese momento no podían decirse, porque simplemente no existían palabras que pudieran explicar lo que sentían uno por el otro.

Esa mañana, Naruto se removió tratando de despabilar cualquier rastro de sueño, pero al intentar levantarse no pudo. Sasuke lo abrazaba con afán mientras posaba la cabeza sobre su torso, un lejano dolor punzante se acentuaba en alguna parte de su espalda baja.

Acarició las hebras oscuras, con la intención de despertarlo.

—Sasuke—murmuró—, despierta.

Escuchó un gruñido perezoso.

—¿Qué hora es?—Naruto se giró, buscando el reloj de la cómoda, sin lograr ver nada.

Sasuke alcanzó su celular y bostezó mientras revisaba la hora—. Son las diez de la mañana.

Pese a lo entumecido que pudiera estar su cuerpo, Naruto se levantó de un salto—. No me jodas—buscando su camisa en el suelo.

—Ya lo hice.

—¡Sasuke!

—¿Qué pasa? ¿Por qué pareces tan apurado?—rascó su cabeza, aun cansado y con sueño.

—Los pastelillos que hice con tu mamá—dijo, caminando de un lado a otro de la habitación, siendo observado por los atentos ojos del azabache—. Son para los niños de la casa hogar, le dije a Tsunade que llegaría temprano.

—Déjame llevarte—Sasuke hizo una pausa—, hoy tengo el día libre.

Naruto asintió—. Me iré a bañar.

—También iré contigo.

El rubio le lanzó una mirada de reproche.

—Será más rápido.

Luego de su (por supuesto) rápido reencuentro en la ducha, tal y como las palabras de doble sentido de Sasuke prometieron, ya se encontraban de camino a la imponente casa; que, si bien se veía antigua por el paso de los años, no estaba para nada en mal estado.

El aire fresco de esa mañana entraba por las ventanillas de aquella vieja furgoneta y, a medida que se acercaban al fangoso camino arbolado, el olor a tierra mojada se hacía más fuerte, señal de que había caído una pequeña brisa de lluvia por la madrugada.

—Ten cuidado al pisar—Sasuke lo ayudó a bajar, llevando consigo una de las canastas de pastelitos.

Recorrieron ese estrecho camino lleno de baches, tratando de evitar el lodo y los accidentes. El sol brillaba en lo alto, sin llegar a ser molesto.

—¿Obtuviste el empleo?—Sasuke preguntó en un tono curioso.

—¿Qué?—iba distraído, pero inmediatamente recordó de lo que hablaba.

—Anoche dijiste que habías solicitado empleo en una veterinaria.

El recuerdo lo hizo enrojecer.

—¡Ah, sí! El empleo—exclamó en medio de un titubeo—. Kiba me pidió empezar el lunes.

El silencio se prolongó algunos segundos.

—Kiba es el encargado, Shikamaru me contó sobre él.

El apellido Inuzuka era bien conocido dentro del mercado de cuidados médicos para los animales, contaban con varios establecimientos en diferentes partes de Japón, por lo que necesitaban personal en el nuevo local que estaban por abrir en Osaka.

Y Shikamaru sabía bien que Naruto buscaba un empleo a tiempo completo, las tardes en la biblioteca de la facultad estaban volviéndose aburridas, además, necesitaba adquirir ya de experiencia en su profesión.

—Sé que lo harás bien.

Sasuke le dio una pequeña sonrisa. Esas que guardaba especialmente para Uzumaki.

Las carcajadas de los niños se escuchaban con más claridad conforme caminaban, Tsunade se encontraba arreglando algunos cuantos clavos sueltos de la fachada, mientras Jiraiya cuidaba del pequeño huerto en donde cultivaban algunas verduras y legumbres.

—¡Abuela Tsunade!

—¡Naruto!—su alegre rostro pasó a ser a uno enojado—. Dijiste que estarías aquí antes de las diez.

—¡Lo siento, de veras que sí!—un sinfín de disculpas salieron de su boca.

—¿Por qué llegaste tan tarde?

—Me quedé dormido.

—Puedo imaginar por qué.

La suspicacia en su voz no era dirigida precisamente hacia el rubio, sino a Sasuke, quien en un principio había visto toda la escena desde la comodidad de la lejanía, y que ahora mismo se sentía más nervioso que la primera vez que se conocieron. Era como si hablase con los mismísimos padres de Naruto.

—Ah, yo... lo siento—dijo sin saber realmente qué decir.

—¿Y tú por qué te disculpas?

Exactamente por qué estoy disculpándome, pensó rápidamente.

Aparte de no dejar descansar a Naruto, no había hecho nada malo. Aunque eso no fue enteramente su culpa, no era él quien lloraba entre gemidos y arañaba desesperadamente pidiendo por más. No, él sólo hizo su trabajo —cabe aclarar que, con todo el placer del universo— de mimar y cuidar a Naruto.

—Vamos, Tsunade, déjalos en paz.

La voz de Jiraiya hizo suspirar a ambos de alivio, no tenían por qué continuar con la charla que cada vez se ponía más incómoda. Y, a decir verdad, Naruto sabía que tanto Tsunade como su esposo, estaban al tanto de su relación con Sasuke Uchiha.

Naruto aclaró su garganta y cambió de tema, diciendo que había traído un regalo para los niños; Tsunade y Jiraiya les permitieron encantados el quedarse un rato más, mientras el sol se ponía y la brisa fresca de la tarde empezaba a bajar. El pasto de un verde brillante se movía al compás del aire, todo el campo estaba lleno de pequeñas flores amarillas, las cuales decoraban todo el panorama frente a ellos.

Observaban la escena, sentados bajo la sombra de un frondoso árbol. Los pensamientos de Naruto en ese momento estaban un tanto revueltos debido a todo lo que había pasado desde que regresó. En todo el tiempo que había pasado lejos de Osaka, Naruto pudo sanar sus heridas del pasado, junto a la ayuda de sus padres adoptivos y de su propia voluntad. Los niños corrían con enormes sonrisas, jugando y saltando de un lado a otro. Miró a Sasuke, cuyo rostro se mostraba sereno, pero las apenas visibles arrugas en su frente denotaban cierto nivel de preocupación, lo sabía perfectamente. Así como también sabía a qué se debía esa fingida paz mental que su rostro apenas podía mostrar.

—Mañana es el almuerzo previo a la boda de tu hermano—comentó.

Pudo notar como las manos del pelinegro se entrelazaban entre sí, formando un puño como si estuviera conteniendo sus inquietos pensamientos. Naruto colocó su mano sobre estas, evitando que cualquier cosa negativa que estuviera pasando por esa cabeza, se detuviera.

—No tengo idea de cómo resultará todo, son dos días—dijo con pesar.

—No te preocupes, me dijiste que las cosas con tu hermano y tu madre marchaban más que bien—intentó consolarlo—. Además, yo estaré a tu lado.

Sasuke sonrió, una sonrisa que venía desde el fondo de su corazón—. Tienes razón, todo estará bien.

Porque siempre estás ahí.


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