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Sunflower por rkivexxxv

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Invitación

Los sábados los ocupaba para despejarse de la semana laboral, Sasuke mentiría si dijera que los usaba para irse a divertir a esos barrios bajeros que visitaba Suigetsu, o los elegantes bares a los que Itachi y su familia estaban acostumbrados. Era gracioso, porque era precisamente ahí donde estaba.

Su madre, de nuevo, era la causante de que abandonara la comodidad de su departamento. Miró al camarero poner el jugo de naranja frente a él, se miraba como en los comerciales de lo frío que estaba. El restaurante era bastante visitado por gente con un enorme poder adquisitivo; sus elevados costos en comida y bebidas eran como para desmayarse, pero estaba seguro que su único atractivo era la imponencia de este por estar al aire libre.

—... sólo quería arreglar lo que pasó la última vez que llegaste a casa—escuchó a su madre decir apenada.

No le gustaba verla así, llevaba mucho tiempo recriminándose las cosas que Fugaku hizo y dijo en su momento. Mikoto Uchiha no tenía nada que ver con los problemas que Sasuke y su padre tenían.

—Mamá—sostuvo su mano por encima de la mesa—, no tienes que disculparte por lo que dijo y mucho menos venir en nombre de él.

Vio la tristeza surcar por el rostro de ella y suspiró.

—Sé que deseas mucho vernos a todos reunidos como antes, pero...

—Ya lo sé, tu padre es un idiota.

Ambos sonrieron.

—Si no me echara en cara todo el tiempo la forma en que decidí vivir, quizás no me molestaría ir más seguido—hizo una pausa y vio a su madre con los ojos entrecerrados—. Pero sé también que tú no estás muy feliz que digamos.

Ella resopló—. Sí, pero soy tu madre y aunque me provoque cierta... inquietud, no significa que vaya a dejarte de apoyar, eres mi hijo.

Sasuke estaba agradecido por eso, y una sonrisa ligera decoró su rostro. Últimamente le resultaba más sencillo hacerlo y su madre se dio cuenta de eso.

—Trabajar en el banco no es lo que hubieses querido para mí, pero estoy bien—bajó la mirada y sorbió un poco del zumo de naranja, dulce y frío—. Itachi está haciéndolo bien en el concesionario.

Su madre hizo una mueca y le miró con seriedad—. En cuanto a Itachi...

Sasuke sabía lo que su madre le estaba pidiendo.

—Sólo prométeme que al menos harás un esfuerzo por llevarte bien con él.

—No me llevo mal con Itachi, mamá—su madre le miró como si hubiera dicho la mentira del año—. Bien, lo intentaré—se desparramó sobre la silla y actuó con indiferencia.

¡No estaba mintiendo, en serio que no! Él sabía perfectamente que al igual que Mikoto, su hermano mayor no tenía por qué dejarse llevar por las diferencias entre él y su padre. El problema no era llevarse bien o mal, era que Itachi ignorara las claras comparaciones que Fugaku hacía entre ellos y que, por cierto, le encantaba resaltar.

Si tan sólo no fuera tan repulsivamente obediente y fingiera tanta demencia hacia los tratos de su padre, resultaría muchísimo más fácil de hablar con él; pero siempre parecía querer aparentar ser el ejemplo de hermano mayor y ser la mismísima definición de la perfección. De alguna forma, siempre que intentaba tener una conversación con Itachi este siempre terminaba pidiéndole volver a casa, trabajar con él e ignorar todo como siempre.

Sasuke sólo quería que Itachi fuera un poco más auténtico consigo mismo.

Como Naruto...

Él bajó la mirada hasta el dorso de su mano y sólo encontró una pequeña cicatriz.

—Hijo—Mikoto lo despabiló—, ¿estás bien?

—¿Por qué lo preguntas?—se reacomodó en la silla.

La mujer intentó buscar las palabras correctas, porque sabía que si iba directo al grano Sasuke se opondría y se cerraría cual caparazón.

—Sólo te veo algo distraído, ¿está todo bien en el trabajo, en casa?—ella se encogió de brazos—. Incluso te ves más risueño, hablador... menos apagado que antes.

La evidente preocupación y el desconcierto en el tono de su voz hizo que Sasuke se cuestionase lo mismo, un poco sorprendido por escuchar lo que dijo de último. Hablador y risueño, ¿él? 

¿Estoy bien?

Ya te dije que no debes preocuparte.

Esa tarde se despidió de su madre satisfecho; en mejores términos de los que pudo haberse imaginado esa mañana cuando salió de casa. Hablar con ella sin estar tanto a la defensiva le sirvió para pensar, tenía claro que debía buscar una forma de conversar con su hermano y hacerle ver lo bien que le resultaba vivir sin el dinero de los Uchiha.

Y, sobre todo, pedirle que dejara de ser tan correcto y que viviera menos preocupado por lo que su padre o la familia dijera. Estaba a punto de casarse, y aunque Sasuke no fuera un experto, sabía que había bases fundamentales como la comunicación en una relación, y una de esas era la honestidad.

El pelinegro llegó al edificio y suspiró agradecido de no encontrarse a Kabuto, esperó pacientemente a las puertas del elevador y tranquilamente subió al tercer piso. Justo cuando estaba por abrir la puerta de su apartamento, notó que la punta de un sobre se dejaba ver en el pequeño buzón de correo, extrañado los sacó de allí.

Por lo general, lo único que llegaba eran facturas del agua y del teléfono, tal vez algunos panfletos sobre puestos de comida callejera; era imposible que tuviera tanta correspondencia.

Empezó a revisarlos uno por uno y como supuso desde el momento en que los vio, era una equivocación. Al menos 5 de esos sobres eran de su vecino de ojos azules; pensó por un momento en dejarlos por debajo de su puerta, pero desechó esa idea al recordar la torpeza de este.

Sasuke se paró frente a la entrada y tocó un par de veces, esperó unos segundos y cuando pensó en irse la puerta se abrió dejando ver a un rostro nuevo, eso lo sorprendió.

—¿Si... quién eres?

Un hombre de tez bronceada y con el cabello en una coleta le miraba expectante. Tenía una pequeña marca sobre su nariz y los ojos cafés seguían esperando por una respuesta de su parte.

—¿Está Naruto?—preguntó, la ceja del contrario se alzó y sabía por qué—. Soy Sasuke, su vecino—señaló la puerta de al lado.

—Ohhh—murmuró, se giró a sus espaldas y dijo en voz alta—. Naruto, tu vecino está preguntando por ti.

Tragó duro en cuanto escuchó el ahora voy papá de la escandalosa voz del rubiecito, ¿tenía en frente al padre de Naruto?

—¿Sasuke?—preguntó en cuanto lo vio.

¿Quién más? Quiso responder, pero prefirió no decirlo en voz alta y observar a Naruto como siempre hacía.

—Toma, el cartero se equivocó—le entregó los sobres.

—Oh, lo siento, gracias.

—No te disculpes, torpe—lo último lo susurró y el rubio frunció los labios con molestia.

En cuanto iba a retirarse escuchó una tercera voz, un poco más grave que la del hombre de coleta.

—Naruto, dile que puede quedarse a cenar—pidió la voz del fondo.

Su vecino tartamudeó un poco en cuanto lo miró de regreso—. ¿Tienes hambre?—preguntó al final.

Sasuke podía notar los destellos de súplica en sus ojos azules, pidiéndole que declinara la oferta; ¡pero la verdad es que tenía hambre! Y más ahora que nunca, parecía mucho más fácil hacerlo molestar.

Una sonrisita ladina se marcó en su rostro; no sabía de dónde venía tanta socarronería de su parte, pero era divertido ver los labios abultados de Naruto expresando molestia en ese rostro ingenuo.

—En realidad, vengo muerto del hambre—expresó con fingida inocencia.

—Voy por un plato extra a la cocina—escucharon al fondo.

Naruto suspiró—. Gracias, te odio—le dejó pasar.

—No hay de qué—con una expresión divertida miró los abultados labios de su vecino—. Y tú no me odias—afirmó con un tono seguro.

Naruto rechistó con burla—. Que arrogante—murmuró.

Sasuke sólo pudo sonreír otra vez, y en cuanto entró al departamento sintió una oleada de calidez que incluso llegó hasta su corazón. Era como si gran parte de sus problemas hubieran desaparecido como por arte de magia, no supo cómo pasó aún después de cruzar la puerta de Naruto y tampoco después de que él le mirase con esa linda sonrisa, una vez más.

¿En serio estoy bien?

La misma pregunta colisionó de nuevo contra él; pero estaba mejor que nunca y eso lo sabía.


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