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Mes del amor por shiki1221

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Día 3: Amor familiar

Era año nuevo y Menma no podía imaginar otra manera de pasar su día. Oh espera, sí podía hacerlo. Tuvo diversas opciones contempladas el día anterior; desde sus amigos invitándolo a reunirse hasta quedarse en su habitación jugando sus videojuegos o incluso podría terminar los libros pendientes. Había comenzado a leer varias historias, pero las dejó a medias por aburrimiento. La portada y el prólogo prometían, mas con el pasar de las páginas, ―al no ser atrapado lo suficiente como para continuarlas de inmediato―, las relegaba para después. Según las reseñas y recomendaciones que leyó “se ponía bueno después”. Se dijo así mismo que les daría una oportunidad en otro momento, sólo para poder dar una opinión concreta cuando se le preguntara. No estaba dispuesto a aguantar comentarios del tipo “no puedes opinar si no lo leíste completo”. Si no lo leyó completo era por una buena razón, no atrapaba a lectores como él y punto. Sin embargo, ahora estaba acompañando a sus padres y a su hermano a un tonto festival. No le era difícil adivinar la razón de su presencia allí: cuidar a Naruto.

―Escuchen, niños ―llamó la pelirroja de nombre Kushina―. Deben portarse muy bien hoy, ¿sí? Habrá muchas personas en el lugar y podrían perderse.

―Descuida, mamá ―habló el menor de sus hijos alzando el puño con determinación―. Yo cuidaré de Menma-nii para que no se pierda ttebayo.

El mayor de los hermanos simplemente rodó los ojos con una sonrisa divertida. Desde siempre el pequeño rubio había sido hiperactivo y solía meterse en muchos problemas a menudo. Tener el ojo sobre él no era suficiente, siempre aprovechaba el más mínimo parpadeo para hacer algo imprudente. Como cualquier hermano mayor, Menma se hizo el ofendido a modo de juego y abrazó por el cuello al menor mientras le despeinaba el cabello para posteriormente hacerle cosquillas. Debido al abrigo era complicado hacerle reír, pero sus manos frías junto con el aire helado colándose entre sus ropas era suficiente “castigo”.

―¿A quién va a cuidar un pequeño mocoso como tú? ―preguntó el mayor de ojos claros con burla viendo a su hermanito retorcerse queriendo evitar sus dedos fríos.

―¡Mamá! Menma me está molestando ―dijo con dificultad huyendo de sus garras.

El aludido lo había liberado para que se acomode las ropas rápidamente. Su pequeña broma no podía prolongarse demasiado o el frío podría hacer enfermar al rubio más joven. Metió sus manos en sus propios bolsillos buscando calentarlas, pero no sin antes dirigirle una mirada burlona a su familiar.

―¡Niño llorón! Corriste con tu mami ―dijo en tono cantarín para enfatizar su burla.

―¡No soy llorón, dile, mami! ―pidió mientras la mirada con ojitos llorosos por la risas.

―No, no lo eres ttebanne ―afirmó ella atrapándolo en un abrazo―. Tu hermano sólo está jugando, él es igual de consentido y a veces incluso más.

―¿En serio? ―interrogó Naruto sonriendo al saber a su hermano pillado.

―Claro que lo es ―aseguró la pelirroja mientras volvía a caminar―. No se parece en nada a Itachi-kun ―divagó al recordar al hijo mayor de su amiga.

―Es verdad ―secundó su esposo mientras caminaba junto a Menma cuidando que no se separara mucho de ellos―. El hijo de Fugaku es increíblemente serio y responsable para su edad. Además de que siempre habla como todo un adulto.

―No es la gran cosa ―interrumpió Menma teniendo el ceño fruncido―. Ese chico es demasiado perfecto. Algo anda mal con él, lo sé.

El hijo mayor del matrimonio Namikaze-Uzumaki asistía a la misma escuela que el primogénito Uchiha, por lo mismo sabía algunas cosas sobre su persona; buenas calificaciones, hábil atleta, popular entre los maestros, capaz de enamorar a la mayor parte de la población femenina y poseía la admiración y envidia de los hombres. Sin embargo, nunca cambiaba de expresión. Siempre lo veía serio, calmo y cortés. Ese nivel de manejo de emociones no era normal. Todas aquellas características encajaban con los psicópatas de sus libros de misterio favoritos. Si alguien dijera que Uchiha Itachi era un asesino en serie, nadie lo creería por su imagen intachable, pero Menma lo creería culpable por lo mismo.

―Itachi es agradable no como el Teme de Sasuke ―mencionó Naruto interrumpiendo de improviso.

―¡Naruto! ―regañó su madre mientras Menma se reía por lo bajo―. ¿Qué es esa manera de hablar? ―preguntó ofuscada antes de girar su vista a su otro hijo―. ¿Y tú de qué te ríes? Más te vale que no descubra que fuiste tú el que le enseñó ese lenguaje ―advirtió haciendo detener las risas.

―No lo hice ―se defendió rápidamente el mayor señalando a su padre―. Una vez papá nos contó que de jóvenes Fugaku era todo un Teme. ―Se lavó las manos con premura dirigiendo la mirada furiosa de su madre hacia el rubio mayor.

“Pequeño traidor”. Pensó Minato viendo mal a su primogénito antes de cambiar su mirada a una asustada por la molestia de su amada esposa.

“Lo siento, padre. Eras tú o yo. Y yo tengo una larga vida por delante”. Pensó Menma desviando la mirada haciéndose el inocente.

―¿Y bien? ―interrogó la fémina con las manos en sus propias caderas―. Más te vale darme una buena explicación ―exigió mirando a su esposo mientras hacía sonar sus nudillos como cuando era llamada “el habanero sangriento”.

―Se me escapó esa palabra cuando recordé la actitud que solía tener Fugaku ―admitió finalmente el rubio―. No pude evitar decir eso cuando mirábamos unas fotos viejas.

La mujer lo miró con los ojos entrecerrados. Eso claramente olía a mentira, después de todo, Minato siempre había sido muy calmado y sobre todo educado. La palabra más fuerte que había oído de su parte era “malo”. Literalmente hasta estando furioso sólo decía “eres malo” haciéndolo sonar infantil y hasta adorable. Al imaginarlo intentando decir “bastardo” comenzó a reírse olvidándose poco a poco de su enojo anterior. Menma mantuvo sujeto a su hermanito tapándole la boca cuando su madre les dio la espalda. Ciertamente a quién se le salió la palabra “bastardo” fue a Menma y cuando su hermanito preguntó por su significado y por qué le decía así a Itachi, su respuesta fue que era por ser demasiado engreído y creerse perfecto. Esa descripción encajaba con Sasuke. El “pequeño bastardo” con el cual compartía el salón de clases. De allí le nació el mote, pero no era algo que fuera a admitir en voz alta. No se arriesgaría a ser castigado y su padre tuvo que cubrirlos para no regresar a la casa. De no ser por el castigo que podría esperarle al volver, habría asumido la responsabilidad con tal de regresar a su cómoda habitación.

―Te soltaré, pero si guardas silencio te compraré algo en el festival, ¿de acuerdo? ―preguntó Menma en un susurro.

El menor no era tan tonto como solían decir, por lo cual supo reconocer la oferta. Su silencio a cambio de algo de su elección. Le gustaba eso. Y en caso de verse traicionado expondría a su hermano con su mamá y se burlaría del castigo que le caería. Probablemente ambos terminarían mal parados, pero se cobraría el favor de una u otra forma.

―¡Mami, mami! ―llamó el pequeño blondo cuando se vio libre de las manos de su hermano―. ¿Podemos ir ya? Nos perderemos los fuegos artificiales si llegamos tarde ttebayo ―mencionó jalando la ropa de su progenitora.

―Oh es cierto ―concordó ella sujetando su mano antes de retomar la marcha―. Debemos darnos prisa.

El matrimonio continuo avanzando junto a sus retoños hasta la entrada. Nada más llegar distinguieron ciertas cabelleras oscuras bien conocidas por ellos. La pelirroja logró ver a Itachi caminando de la mano con los gemelos alejándose en dirección a los comerciantes. Entretanto Mikoto y su esposo avanzaban en dirección a ellos. Sonrió alegremente antes de saludar con su típica animosidad.

―¡Feliz año nuevo, Mikoto, Fugaku! ―saludó ella abrazando a su amiga azabache.

―Muchas felicidades para ti y tu familia también, Kushina ―respondió la morena entre sus brazos.

―Un gusto verte, Fugaku ―saludó el rubio más grande―. Ha pasado tiempo desde que no te veía.

―He estado ocupado, ¿y tú? ―correspondió el saludo.

―¡Hola a todos soy Uzumaki Naruto! ―gritó el más joven de los presentes captando la atención de todos.

―Mucho gusto, Naruto-kun ―saludó la matriarca Uchiha colocándose en cuclillas para poder hablarle a su altura. Luego dirigió la mirada al mayor de los hermanos―. Has crecido mucho, Menma-kun, ¿cómo has estado? ―preguntó sonriéndole maternalmente.

―Muy bien, ¿y usted? ―preguntó por educación.

―Feliz de verlos luego de tanto tiempo. ¿Saben? Tengo hijos de sus edades, seguramente podrían ser buenos amigos ―sugirió de manera amistosa.

Menma meditó un poco cómo responder a aquella propuesta inocente. Estaba seguro de que la azabache no tenía malas intenciones al sugerir eso, pero no podía dar una respuesta apresurada. Si decía que le encantaría corría peligro de que le concertara un encuentro con ese potencial asesino serial y si decía que no, podría ser considerado grosero. Por él no había problema, pero su madre no estaría del todo de acuerdo. Sin embargo, no tuvo tiempo para terminar de formular una respuesta no comprometedora cuando su hermano menor habló.

―Intenté ser amigo de Chara, pero el Teme no me dejó ―se quejó Naruto haciendo un puchero―. ¿Por qué su hijo es tan bastardo?

―¿Qué? ―Fue lo único que atinó a responderle.

―¡Naruto! ―regañó con dureza la pelirroja viéndolo enojada―. Lo siento, Mikoto ―se disculpó muy apenada mientras sus mejillas se sonrojaban.

―Descuida, no creo que Naruto-kun sepa bien el significado de las palabras que usa ―aseguró de manera comprensiva―. Mi hijo Chara en ocasiones es igual de inoportuno al hablar ―consoló sonriéndole.

―¡Eres tan linda! ―gritó la pelirroja abrazando con fuerza a su amiga―. Menma lleva a tu hermano a divertirse al festival, nosotros les alcanzamos en un rato ttebanne ―pidió queriendo evitar otro comentario desatinado.

El menor de sus hijos se veía emocionado de ir a explorar el lugar. Él no podría soportar estar mucho tiempo quieto y en silencio. El primogénito por su lado tampoco veía como algo divertido presenciar una conversación de adultos durante largos y aburridos minutos. Sinceramente, prefería llevar a Naruto a los juegos y demás puestos. Si tenía suerte podría encontrar algo que comprarse para sí mismo. Con el permiso de su madre, ambos hermanos comenzaron a caminar cerca uno del otro. Al llegar a los primeros puestos cada uno iba viendo por su lado. Por ejemplo, Menma se detuvo a ver algunos libros usados siendo vendidos junto a otras chucherías. Por su lado, Naruto miraba los puestos de comida. Siguieron avanzando de la misma manera, cada uno metido en las cosas de su propio interés y con el mayor viéndolo de tanto en tanto.

―¡Hey, Naruto mira lo que gané para ti! ―llamó el mayor con un peluche de gato negro en su mano―. ¿Naruto? ―preguntó al no obtener respuesta.

Observó a su alrededor viendo a varias familias junto a sus hijos, pero sin rastro de su hermano menor. La última vez que lo había visto estaba viendo los peces dorados y a la espera de su turno, o al menos eso supuso. De inmediato comenzó a caminar entre las personas preguntando por el menor. No obstante, a medida que la cantidad de negativas aumentaba, su nerviosismo también. Comenzó a correr por todos lados preguntando y buscando. En su cabeza lo primero que cruzaba era que algo le hubiera sucedido. “Dios, por favor que aparezca sano y salvo”. No quería ser fatalista, pero él estaba a cargo de Naruto y todo lo que le sucediera sería por su culpa. De pronto oyó el llanto de un niño y se ilusionó pensando que se trataba del rubio menor.

―Si quieres podemos llevarte donde tus papás, pequeño ―dijo un hombre adulto con un tono de voz algo sospechoso.

―No, yo estoy con mi… ―negó antes de correr hacia Menma abrazándolo con fuerza―. ¡Nii-san! ―gritó aferrándose a él.

El joven de ojos azules iba a negarse al ver las claras diferencias entre ese mocoso y su hermano. Sin embargo, esa mata de cabello negro aferrado a él estaba temblando y no se necesitaba ser muy listo como para saber que esos tipos no eran de fiar. Sujetó entre sus brazos al pequeño y miró con dureza a los adultos frente a él.

―Qué bueno que te encuentro, hermanito ―exclamó Menma en voz alta―. ¡Mamá, papá lo encontré! ―gritó girando su cabeza un poco hacia atrás.

De reojo logró vio a esos tipos alejándose al creerse su mentira. “Así que sí querían llevarse a… espera, ¿quién es este mocoso?”. Pensó soltando un largo suspiro al darse cuenta que se desvió de su objetivo.

―Muchas gracias ―habló el pequeño moreno entre sus brazos―. Oh eres el Dobe grande ―dijo sonriendo alegremente.

―¿Qué? ―cuestionó con el ceño fruncido.

―Nii-chan le dice “Dobe” a Naru-chan ―dijo sonriéndole inocentemente―. Así que te dice “Dobe grande”.

―Oh eres uno de los Uchiha ―dijo el blondo al reconocer al niño.

No es que tuviera mucho trato con él o los otros dos, pero sí podía reconocerlos de vista al menos. Cerró los ojos al caer en cuenta de que no podría dejarlo solo y a sabiendas de la clase de tipos que andaban rondando. Eso último disparó las alarmas de que SU propio hermano podría estar en peligro.

―Ven ―dijo Menma sujetándolo de la mano para que no se le perdiera otro niño―. Me ayudarás a buscar a Naruto y luego iremos con nuestros padres, ¿entiendes?

 

―Sí ―asintió con las mejillas sonrojadas. Aun le quedaban vestigios del llanto anterior, pero ahora se sentía feliz de tener a alguien tan confiable como su nii-san para guiarlo y cuidarlo de hombres malos como los que se topó.

 


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