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Mes del amor por shiki1221

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Día 5: Chocolate

Nunca creyó que un programa infantil lo hiciera sentirse tan identificado. Mas aquella mañana cuando su hermano se sentó a mirar en la televisión “Bob esponja”, encontró una gran verdad en una frase “chocolate, dulce, dulce chocolate… como lo odio”. Una frase graciosa como parte de un chiste. De haber sido un día normal, quizás habría sonreído y no le habría dado más vueltas al asunto, pero viendo la fecha sabía que no podría escapar. Era 14 de febrero. En otras palabras, el día de San Valentín. Siempre recibía muchos chocolates junto a declaraciones de amor. Esto generaba envidia en el pequeño Naruto quien quería el chocolate gratuito. No tenía mucho interés en gustarle a las niñas, sólo le fastidiaba ver a su rival y compañero, Sasuke recibiendo tantos cada año cuando a éste ni le gustaban. Siempre que llegaba esa fecha el pequeño rubio gritaba a todo pulmón “Ese Teme siempre recibe regalos, no es justo ttebayo”. Menma sólo reía al oírlo. Cuando creciera vería lo complicado que era lidiar con chicas buscando tu amor aun cuando ni las conociera como era su caso. Había algunas de sus pretendientes completamente desconocidas para él y siempre tenía la duda de ¿qué las llevó a declararse? ¿Esperaban que se hiciera su novio por un mísero regalo?

―¡Oh, Mikoto-chan! ―Oyó a su madre gritar.

El primogénito de los Uzumaki dejó de lado el libro en su mano y se acercó a la entrada siguiendo a su hermanito, quien dejó de ver la televisión y salió corriendo. La curiosidad sí que era poderosa. El mayor sólo pudo negar con la cabeza por haber tenido que abandonar el cómodo sofá de su sala, sólo para ver que su hermano no se metiera a interrumpir a su madre mientras atendía a la visita. Conocía bien a la pelirroja y solía hablar mucho casi sin respirar, siendo Naruto un caso semejante. Cuando ambos estaban juntos solían aturdir a las personas normales o aquellos que no estuvieran acostumbrados a ellos. Ahí entraba él mediando para lograr una conversación saludable. Al llegar a la puerta principal, se sorprendió de ver allí a los Uchiha. La señora Mikoto y los gemelos.

―Buenas tardes, Kushina ―saludó educadamente la azabache mientras le sonreía.

―¿Qué te trae por aquí ttebanne? ―preguntó Uzumaki mientras le daba paso a la invitada y sus vástagos.

―Vine aquí a disculparme en nombre de mi esposo e hijo mayor ―respondió Mikoto algo apenada al recordar el acontecimiento durante año nuevo―. Chara me explicó lo de las cosquillas y el malentendido, pero mi esposo e hijo siguen tercos y no quieren dar su brazo a torcer. Creí conveniente venir sólo nosotros viendo su postura.

―¡No te preocupes! ―exclamó de inmediato la pelirroja antes de atraparla en un fuerte abrazo―. No estoy enojada contigo y mis hijos tampoco. Si el amargado de Fugaku no quiere dar la cara allá él ttebanne.

―En serio lamento mucho las molestias que les cause a ti y tu familia ―dijo la morena como pudo, pues el abrazo era bastante fuerte―. Mis hijos también lo sienten.

―Dejemos ese asunto en el pasado ―dictaminó la dueña de casa mientras se llevaba las manos a la cintura―. Qué tal si dejamos a los niños jugando mientras nosotras vamos a la cocina a beber té y ponernos al día ―propuso emocionada mientras jalaba el brazo de Menma―. Mi hijo cuidará de los niños mientras tanto.

El aludido estuvo a punto de negarse. Lo último que le apetecía en esos momentos era ser el niñero de los tres infantes. Suficientes problemas tuvo aquella vez cuidando a uno y terminó horriblemente mal. Y casi como un acuerdo involuntario con el mayor de los rubios, Mikoto tuvo pensamientos similares. A sabiendas de la mala experiencia de Menma prefería evitarle revivir aquel asunto que intentaba zanjar. Por otro lado, tampoco quería rechazar la propuesta de la pelirroja, pues temía verse demasiado reacia a confiar en los cuidados ofrecidos. Ella no veía con malos ojos al hijo de su amiga, pero no quería causarle nuevos problemas. Soltó un pequeño suspiro cuando terminó con sus cavilaciones. El tiempo que le tomó reflexionar para conseguir alguna solución a su dilema fue aprovechado por los más pequeños. Los tres niños ya habían desaparecido de la vista de todos.

―Creo que ellos ya decidieron ir a jugar juntos ―dijo Kushina entre risas mientras empujaba a su hijo con un fuerte golpe con la mano abierta directamente a su espalda―. Ve a cuidarlos, Menma ―ordenó sin darle opción a réplicas.

El afectado soltó un gruñido por lo bajo. Aquel golpe, aunque sin intención, había dolido bastante. Su madre tenía la mano bastante pesada y no era buena midiendo su propia fuerza. Comenzó a caminar en dirección a la habitación de su hermano menor suponiendo que estarían jugando allí. Al asomarse a la puerta comprobó que sus sospechas eran ciertas. Sasuke estaba sentado abrazando el dinosaurio verde con el que había llegado en primer lugar, mientras Naruto y Chara miraban los peluches del rubio acomodándolos en una fila. No entendía qué querían hacer o a qué jugarían, pero no le interesaba mientras estuvieran tranquilos. Cerró la puerta nuevamente con sigilo y se regresó a la sala donde lo aguardaba su libro. Los niños no habían notado su presencia, así que les echaría un ojo de vez en cuando en lo que reflexionaba acerca de las pistas de esa obra de misterio. Por el momento no había pasado del primer capítulo y sólo sabía que en cada escena de asesinato había un cuadro junto al cadáver. No había más información al respecto y la protagonista de la obra se involucró en el caso por el asesinato de su marido en el cual se usó el mismo modus operandi. ¿Realmente fue un asesinato al azar o era un mensaje para ella? Debía seguir ese libro y averiguarlo.

Abrió su libro con tranquilidad y se sentó retomando la lectura donde había quedado. No pasó de página antes de ver por el rabillo del ojo un gato de peluche sobre el borde del sofá. Veía una mano blanca moviéndolo mientras se acercaba a él lentamente. Soltó un suspiro intuyendo al invasor. Se hizo un poco para atrás y observó a Charasuke escondido detrás del sofá a espaldas suya. Colocó el marcador para no perder la página y se acercó rodeando el sofá hasta sujetar al niño cuando le vio intentando huir despavorido.

―¿Qué haces aquí, mocoso? ―preguntó Menma viéndolo seriamente mientras él otro se sacudía.

―Venía a jugar en la sala ―confesó cuando se dio cuenta que no podría escapar del agarre al que era sometido (pese a no ser doloroso).

―¿No estabas jugando con tu hermano y el mío? ―interrogó confundido.

Menma hasta temía que el rechazado de los gemelos fuera Sasuke, pues lo vio sentado en silencio mientras los otros dos jugaban juntos. ¿O había interpretado mal la situación?

―Sasuke nii-chan y Naru-chan comenzaron a hacer esa cosa rara entre ellos ―respondió con un puchero ofendido.

―¿Qué cosa rara? ―preguntó extrañado.

―Empezaron a pelear, pero no a de veras―mencionó intentando explicar algo que ni él entendía del todo.

―¿Cómo? ―No es como si Menma pudiera comprender aquello tampoco.

―Ellos empiezan a insultarse y decirse “Dobe” y “Teme”, pero se ríen y siguen jugando, pero si yo digo algo parecido se enojan conmigo y ya no me hablan ―dijo mirando hacia abajo con sus ojos oscuros bastante tristes―. Además cuando empiezan con eso tampoco me hablan mucho. No lo entiendo, pero me siento mal ―agregó demostrando lo incómodo que le resultaba esa situación.

No es que a Charasuke no le gustara jugar con los otros dos, es sólo que nunca podían estar los tres juntos al mismo tiempo. Siempre se volvía un juego de dos entre Naruto y Sasuke, fueran esas discusiones infantiles o juegos reales con los muñecos y esas cosas. Aun si no era con intención, Charasuke quedaba como una tercera rueda, el sobrante. No entendía del todo la razón, sólo se sentía mal estando con ellos de esa manera. Se sentía forzado e incómodo. Así que prefirió salir de esa habitación, ―cosa que ni siquiera fue notada por los otros niños quienes siguieron en lo suyo―, y llegó hasta la sala donde vio que podía jugar sin molestar a nadie. Después de todo Menma sólo leía. Cosa que su hermano Itachi también solía hacer. Estaba acostumbrado a jugar mientras su hermano estudiaba, siendo esa la manera más eficiente que tenía el primogénito de los Uchiha para estudiar y vigilarlo.

―Yo puedo hablar con ellos si quieres ―ofreció Menma queriendo mejorar un poco esa situación.

―No, gracias ―respondió Charasuke negando con la cabeza―. Itachi nii-san ya lo intentó y no pasó nada, Sasuke nii-chan sólo se enojó conmigo por ser regañado.

―Yo no estoy jugando sólo esto leyendo un libro ―señaló el mayor con obviedad―. Además no quiero que haya otro malentendido y tu hermano se enoje ahora que está calmado ―mencionó para sí mismo, pero en voz alta.

―Itachi nii-san sigue enojado contigo ―aclaró el moreno mirándolo con confusión―. Cuando mi mamá le dijo que debería disculparse dijo que te podías ir a la mi… pero no terminó de hablar porque lo regañaron ―dijo riéndose como si le contara de una travesura.

El sentimiento es mutuo ¿y quién lo diría? Hasta el perfecto Uchiha Itachi es regañado de vez en cuando”. Pensó Menma con diversión mientras rodeaba el sofá llevándose consigo al pequeño Uchiha para sentarlo en el sofá a su lado.

―Puedes quedarte ahí y ver la tele o algo. Yo seguiré leyendo ―avisó Uzumaki sin querer alargar más el asunto.

―¡¡Muchas gracias!! ―gritó Charasuke dando pequeños brincos de emoción mientras seguía sentado.

―Pero si me fastidias te mandaré al cuarto de limpieza ―amenazó falsamente mientras abría su libro.

Sin embargo, antes de poder volver a sumergirse en el mundo de las letras una barra de chocolate aterrizó en su libro abierto. Primeramente frunció el ceño por verse interrumpido nuevamente. Iba a reclamar, mas antes de hacerlo miró al responsable quien sonreía infantilmente con las mejillas sonrojadas.

―¿Y esto? ―interrogó con la ceja arqueada notando como el menor apretaba el peluche de gato contra su propio pecho.

―Quería agradecerte por haberme ayudado en el festival ―explicó Charasuke algo apenado―. Mi mamá dice que los besitos son cosa de adultos, pero que si quería darte las gracias podía darte chocolate ―explicó viendo que el adolescente no tocaba su regalo―. ¿No te gusta? ―preguntó con los ojos tristes.

Menma quería decirle que el chocolate no era algo a lo que fuera precisamente afín y menos en esa fecha, pero presentía que de decirlo, el niño delante suyo iba a romper en llanto. Pensó en lo más obvio, agradecerle educadamente, prometer comerlo después y cerrar el asunto como con todas las que se le declaraban ese día.

―Muchas gracias. Me lo comeré luego ttebayo.

―Hazlo ahora ―exigió el menor viéndole seriamente.

―Sería de mala educación comerlo yo solo delante de ti cuando no tengo uno para regalarte ―mintió intentando justificarse.

―Prueba mi chocolate ahora o gritaré y les diré a todos que volviste a tocarme ―ordenó Charasuke sacando a relucir su lado Uchiha.

“Pequeño hijo de la gran…”. Pensó Menma frunciendo el ceño por ser chantajeado por un niño. Era evidente que el menor no entendía todo lo que implicaba hacer ese tipo de afirmaciones, pero tenía asociado que decir eso lo metería en problemas. Esa parte era la que entendía y era todo lo que necesitaba para doblegar al rubio delante suyo. “No puedo creer que me estoy dejando controlar por un mocoso”. Gruñó para sí mismo. Tal vez podía mandarlo a freír espárragos y dejarle la valiosa lección de vida de que no todo puede salirle a pedir de boca, pero viendo aquel rostro normalmente pálido volverse rojizo mientras sus mejillas se inflaban y sus ojos se ponían llorosos lo puso sobre aviso.

―De acuerdo, de acuerdo, pero vamos a compartirlo ¿sí? ―preguntó el mayor mientras abría el envoltorio y lo dividía en dos partes dándole la más grande al azabache.

―¡Sí, sí! ―asintió el menor frenéticamente―. ¡Me encanta el chocolate! ―gritó mientras comía su parte nada más recibirla.

―Si quieres más tengo algunos, pero te los daré si te portas bien ―mencionó con cierta diversión pensando en tenerlo quieto y fuera de problemas un rato.

―¿En serio? ―cuestionó emocionado mientras lo abrazaba con fuerza―. Te quiero mucho, Menma-chan ―confesó con una sonrisa enorme en el rostro.

El aludido sólo sonrió al ver lo feliz que se ponía por tan poco. Tras terminar su parte del chocolate se limpió las manos y retomó su lectura. El niño Uchiha jugó un rato con el peluche, miró la televisión otro rato y por último le pidió a Menma que le leyera el libro que tenía entre manos. Pese a las negativas del mayor al final terminó obedeciendo a su pequeño chantajista. Como resultado, el menor terminó dormido en el sofá con su cabeza apoyada en el adolescente. El joven de ojos azules sonrió al verlo durmiendo. “Se ve como un angelito cuando duerme y cuando está despierto es un pequeño demonio manipulador”. Pensó viendo el envoltorio del chocolate anteriormente regalado. Se le dibujó una mueca de felicidad al percatarse de que ese era el primer chocolate que le regalaban con cariño, ―exceptuando los dados por familiares―, algo sin segundas intenciones ni a la espera de una respuesta a nada. Sólo había cariño y agradecimiento en el mismo. Con eso en mente depositó un pequeño beso en la frente el menor aun dormido.

 

“Tal vez el chocolate con sabor a chantaje sea una buena disculpa después de todo”

 


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