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Mes del amor por shiki1221

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Notas del capitulo:

Holis, lamento el retraso, pero aquí un nuevo capitulo. Está más enfocado en Naruto y Sasuke. Espero que les guste n_n

 

Día 6: Sonrisa

Sasuke no tenía intención de ir a la casa de Naruto. No le agradaba la idea de tener que ir a disculparse por algo que no había hecho. Él no fue el que le pegó ni insultó… al menos no primero. Lo hizo cuando tuvo oportunidad y luego de haber imitado las acciones de su hermano Itachi contra el Dobe mayor. No sabía que le hizo a su despistado gemelo, pero su hermano mayor y su papá se veían enojados. Por consiguiente, la conclusión lógica era que el Dobe grande era alguien malo. Cuando su madre anunció que irían a la casa del matrimonio Namikaze-Uzumaki supo de inmediato que habrían problemas. Allí estaría el Dobe grande y con Chara allí podía pasar algo malo de nuevo o peor, podría acercarse demasiado al Usuratonkachi. No iba a permitir que sucediera ninguna de las dos cosas. Aun algo rezagado acompañó su madre y gemelo dispuesto a ser el responsable y el fuerte. Quien los protegiera si las cosas se iban a poner feas de nuevo.

―¿Estás emocionado, nii-chan? ―preguntó un hiperactivo Charasuke mientras apretaba el peluche de gato negro con su brazo derecho.

Sasuke giró la cabeza para observar a su hermano, pero se le dificultaba. Su madre iba caminando entre ellos como solía hacer Itachi dándoles la mano a cada uno. A Charasuke lo tenía sujetó de la mano izquierda, mientras a él lo tenía de la mano derecha, siendo su brazo izquierdo ocupado por un peluche verde de dinosaurio. Ese era su juguete favorito y no le gustaba que nadie lo tocara, ni siquiera su gemelo, pero si el Dobe se portaba bien quizás lo dejaría tocárselo. También tenía un chocolate guardado en su bolsillo destinado para Naruto. Su mamá le había explicado que ese era el día del amor y la amistad y debían ser buenos amigos y bla, bla, bla. Esas cosas no le interesaban. Cada vez que llegaba esa fecha era agobiado por muchos chocolates que no pidió. El único feliz era su gemelo que se comía los propios, los suyos y los de Itachi. Todo para después estar con dolor de estómago. ¿Por qué no dejaba esa adicción al chocolate? Aun con su edad, Sasuke entendía que mucho chocolate le hacía daño, era mejor comer poco o nada.

“Charasuke es un tonto”. Pensó con un pucherito el gemelo mayor. “Pero no puedo dejarlo solo con el Dobe grande, ¿y si está enojado por lo que pasó? Podría pegarle o hacerle algo malo cuando mi mamá y la suya no estén viendo. Itachi nii-san dice que siempre hay que vigilar a los pervertidos y no quedarse a solas con ellos. Ese Dobe es malo y no debe quedarse de nuevo con Chara”. Resolvió finalmente.

Era verdad que el pequeño Uchiha no era tan expresivo y alegre como su gemelo. En eso eran muy diferentes. Muchos decían que era engreído y se creía superior a todos los demás. En ocasiones sí que lo pensaba, ¿para qué negarlo? Si le preguntaban respecto a lo académico, Sasuke era el número 1 en todas las materias que le dictaban en la escuela. ¿Qué tenía de malo reconocerse para sí mismo que era mejor que los demás en eso? No obstante, ―y de manera completamente independiente a esas trivialidades―, si había algo innegable sobre los sentimientos del menor, era el amor por su familia. Sasuke sentía mucho respeto por su papá, mucho amor por su mamá, una gran admiración por su hermano Itachi y un cariño incalculable por su gemelo. No era muy dado a mostrarlo, pero jamás dejaría que nadie les hiciera algo malo mientras pudiera hacer algo por ellos.

Si no los amara, ¿qué otra razón tendría para estar en esos momentos a las puertas de la casa de los Dobes? Él sólo iba para cuidar a su mami y su hermanito.

―¡Sasuke Teme! ―gritó el rubio abrazándolo con fuerza nada más entrar a ese hogar.

Bueno. Tal vez sí quería reconciliarse con ese idiota también. ¡Pero jamás lo habría buscado por iniciativa propia!

―Hola, Dobe ―saludó apenas mirando hacia otro lado al ver que no lo soltaba.

―¡Hola, Naru-chan! ―saludó también Charasuke.

El pequeño rubio también se le acercó y ambos se abrazaron alegremente bajo la atenta mirada oscura. Sasuke sintió frío a su alrededor cuando aquellos brazos lo liberaron para rodear a su gemelo. Para colmo esos dos no se soltaban. “A mí me soltó casi de inmediato”. Se quejó mentalmente y apretó inconscientemente al peluche entre sus brazos. Su puchero se acentuó aun más y los otros dos parecieron notarlo. Al menos eso creía por la manera en la que estaban mirándolo tan atentamente.

―Qué lindo trajiste un dinosaurio. ¡Vamos a jugar! ―sugirió Naruto con emoción.

―Ese es el juguete favorito de nii-chan, se enoja mucho cuando alguien lo toca ―susurró Charasuke al oído del otro.

El moreno sabía que a su hermano le encantaba mucho ese juguete y no lo compartía ni siquiera con él. Lo mejor era avisarle a Naruto que se cuidara de no tocarlo o haría enojar a Sasuke y tal vez no pidiera perdón. Si había algo que le sobraba al mayor de los gemelos era orgullo, a pesar de su edad. Y cuando comenzaba con esos berrinches podía estar un largo tiempo sosteniendo una postura. Prueba de ello era que desde año nuevo, Sasuke ni siquiera mencionaba a Naruto. Esta era la oportunidad de reconciliarse y no quería que otro malentendido surgiera. Su mamá le había explicado que nadie tiene derecho a tocar algo ajeno sin permiso y peor aun si hacerlo causaba enojo en el dueño de dicho objeto. Personalmente le daba igual si tocaban sus cosas mientras no las rompieran, pero si Sasuke decía que “no” era “no”.

―Podríamos jugar ―murmuró Sasuke casi entre dientes.

―¡¿En serio?! ―exclamó el niño de ojos claros sin poder creérselo.

―Vinimos a eso, ¿o no? ―preguntó el moreno con ese aire arisco que tanto lo caracterizaba.

Charasuke estaba sorprendido y no entendía esa actitud. Frunció el ceño al oírlo. “Ni a mi que soy su hermano me deja jugar con ese peluche y a Naru-chan sí. No es justo”. Pensó con un puchero en los labios. El pequeño blondo sólo estaba feliz de poder jugar con los gemelos, así que de inmediato los guio hacia su habitación. Sasuke al percatarse de una mirada clavada en ellos, ―una muy distinta a la del Usuratonkachi―, se apresuró a sujetar la mano de su gemelo para llevarlo también con Naruto. “No debo dejar a Chara solo con el Dobe grande”. Pensó decidido llevándose a su gemelo a un “lugar seguro”.

―Tengo muchos juguetes para todos ttebayo ―anunció el niño de ojos azules sacando todos los que tenía guardados para mostrárselos a los demás.

Sasuke se sentó abrazando el dinosaurio verde con el que había llegado en primer lugar, mientras Naruto y Chara miraban los peluches del rubio acomodándolos en una fila. El parlanchín moreno le preguntó por los nombres y cuáles le podía prestar para hacer juego con su gatito. También se pusieron a hablar sobre qué juego podrían hacer. Aunque fueran historias algo precarias dada su edad, no quería decir que no existiera cierto “argumento” en los juegos de los pequeños. Charasuke quería hacer algo del tipo “principe que rescata a la bella princesa” y Naruto por su lado quería hacer pelear a los peluches con ataques de su propia invención. Estuvieron un rato hablando del tema ante los serios y oscuros ojos de Sasuke. Se abstuvo de intervenir o mencionar algo debido a sus propios pensamientos, los cuales eran indescifrables incluso para él mismo.

“¿Por qué me molesta que el Dobe le sonría a mi hermano?”. Era la pregunta que rondaba por la cabecita azabache. No es la primera vez que sucede y no es sólo con Chara, también le había sucedido cuando estaba Itachi. ¿Por qué esa sonrisa le molestaba tanto? No le gustaba que les sonriera a todos con esa facilidad. Sin embargo, cuando le dedicaba ese tipo de gestos a Chara se sentía especialmente mal y nacía en su pequeño corazón el deseo de separarlos. Más que un deseo se atrevía a llamarlo necesidad. Era como una espina en su pecho, la cual sólo podía extirpar sacando a su gemelo del asunto. Estaba mal y lo sabía. Sabía que Chara a veces se ponía triste si era ignorado, pero no podía consentirlo en eso. Podía compartir lo que fuera con el otro; a sus padres, compañeros, juguetes, dulces todo cuanto pudiera cederle al menor no le era problema excepto por Naruto.

―¿Cómo que tu zorrito le puede ganar a mi gatito? ―preguntó enojado Charasuke trayendo de regreso a Sasuke de su mente.

―¡Es obvio ttebayo! ―reclamo el rubio haciendo puchero―. Mi zorro es más grande y feroz que tu gatito.

―Pero el mío tiene una habilidad mágica especial ―rebatió el moreno sin ceder al respecto.

―¡Eso te lo estás inventando, tramposo! ―gritó el rubio con un puchero.

Ambos infantes se miraron fijamente sosteniendo sus peluches delante para “imponer” su punto de vista. A Sasuke le parecía un discusión absurda y decidió ponerle fin con una solución simple. Puso su dinosaurio de peluche sobre el del zorrito de Naruto.

―Mi dinosaurio es más grande. Tu zorrito está muerto ―dictaminó con seriedad.

―¡¿Qué?! ―gritó el blondo sacando su peluche debajo del otro―. Tú ni siquiera estabas jugando.

―Pero ahora mi dinosaurio entró en la batalla y te gané, Dobe ―declaró con una sonrisa prepotente.

―¡No es justo, Teme! ―gritó el niño de ojos claros mientras buscaba otro peluche. Uno de lobito―. Ten, pelea con este y seguro te venceré, Teme ―retó con decisión.

―Hmn como quieras, pero volveré a ganar, Usuratonkachi ―aseguró confiado.

Así fue como se enfrascaron en un juego en el que solamente existían ellos dos. Se habían olvidado por completo de la presencia del otro moreno y ni siquiera se percataron cuando abandonó la habitación. Era en esos momentos en los cuales Sasuke se permitía ser egoísta y pensar en su propia alegría. Siempre que estaba con su amigo rubio era de esa manera. A pesar de estarse insultando y “peleando” ninguno podía evitar sonreír al estarse divirtiendo tanto juntos. Era únicamente en esos momentos cuando Uchiha era capaz de disfrutar de su sonrisa. Cuando no había malestar ni enojo. Nadie interfería entre ellos y se sentía completamente libre de hacer y decir lo que quisiera.

Aunque el pequeño moreno no lo supiera, el otro tenía pensamientos similares. A él le gustaba tener muchos amigos. Socializar era su fuerte y le resultaba especialmente sencillo congeniar con el menor de los gemelos Uchiha. Había intentado ser su amigo, pero Sasuke en ocasiones se había enojado con él por intentarlo. No obstante, cuando estaban juntos como ahora y lo veía sonreír de esa manera tan bonita, cualquier enojo “real” se desvanecía de su pecho. El mayor de los gemelos también podía ser agradable y divertido, pero sobre todo, si había algo que amaba de convivir con Sasuke era sin dudas:

 

“Esa hermosa y sincera sonrisa en sus labios”

 


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