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Mes del amor por shiki1221

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Día 9: Diferencia de edad

La primera vez que vio al más joven de los miembros de la familia Uchiha sólo vio a un niño que necesitaba ser protegido. Era como su hermanito menor y eso no cambió ni aunque le robó un beso. Consideró que simplemente era la travesura de un mocoso imitando algo que vio de otras personas o en la televisión. Itachi no le creía y estaba seguro de que el padre de éste tampoco, pero lo tenía sin cuidado. Él no besó a un niño, no le hizo nada indebido y no tenía ninguna intención de ser del agrado de ellos ni de nadie. Si poco y nada le importaba la opinión de las chicas a las que les rompía el corazón, menos le interesaba lo que esos cuasi desconocidos opinaran. No se arrepentía de haber ayudado al niño, pues al crecer supo con mayor exactitud las atrocidades que pudieron hacerle a Charasuke al secuestrarlo. Además pese a ser algo caprichoso, el malcriado podía ser muy dulce cuando quería.

Cada san Valentín le llevaba chocolate, pese a saber que no era muy fan del mismo. Supuso que era su excusa para pasar el día con él. No se oponía a eso, ya que gracias a él tenía una respuesta a las invitaciones de sus pretendientes. Aun le daba risa recordar una vez en la que Hinata fue especialmente insistente en que saliera con ella por el día del amor y conoció al Uchiha. Había llegado y de inmediato se interpuso diciéndole “padre”. Le siguió el juego sólo por diversión y eso ahuyentó temporalmente a la Hyuga. Charasuke a simple vista se veía bastante pequeño, sus morisquetas y gestos lo hacían ver incluso más aniñado de lo que realmente era. Caso contrario a su gemelo, quien parecía envejecer el doble de rápido cada cumpleaños. Ese niño se veía demasiado amargado para su edad. No obstante, la mentira sólo le duró un rato, pero aunque Hinata sabía que las edades de ambos no cuadraban para ser padre e hijo, el moreno hizo un berrinche lo suficientemente alto como para obligarla a alejarse. Nadie quería ser el foco de las miradas de transeúntes y tener que explicar por qué “hizo llorar a un niño inocente”. Y Charasuke era extremadamente hábil manipulando a los demás para quedar como una blanca paloma.

Soltó un corto suspiro al pensar en el chiquillo. Se le había hecho una costumbre tenerlo cerca. Especialmente cuando los gemelos Uchiha iban a visitar a su hermano menor. Iban a tardes de juegos y/o estudios con Naruto, pero regularmente Charasuke quedaba fuera y las cosas se volvían un asunto de sólo dos. Por lo tanto, terminaba en su cuarto jugando o dibujando en sus cuadernos. En varias ocasiones le leyó sus libros de misterio favoritos y con el pasar de los años el nivel de entendimiento del Uchiha iba mejorando haciendo más entretenido discutir con él teorías sobre el culpable del libro en turno. Siempre leían hasta cierto punto y elegían a su sospechoso antes de leer el desenlace. A veces atinaba uno o el otro y eso lo hacía divertido. Aún era muy malcriado y consentido en varias otras áreas de su vida, pero al menos en cuanto a la lectura de libros le iba bien el razonamiento deductivo. Pronto se acostumbró a su presencia y llegó a considerarlo su amigo, casi como otro hermano menor.

“Pero ¿cuánto tiempo durará esto?”

Menma sabía que él sólo era una novedad para el menor. Alguien a quien molestar o pegarse como solía hacer con el propio Itachi. El mencionado no veía con mucha gracia la cercanía de ellos. En primera, porque nunca le creyó no ser un pervertido interesado en niños pequeños. En segunda, por esos celos casi enfermizos de no ceder a sus hermanos a nadie más. No le interesaba ser aprobado por “la comadreja”, pero se veía reflejado en él. Cuando Charasuke perdiera el interés en su persona lo dejaría tirado igual que hizo con Itachi. Quería arrancarse los cabellos al no saber qué clase de brujería usaba ese chiquillo para encantar tanto a las personas. Él se consideraba diferente a ese montón de babosos que lo dejaban salirse con la suya y satisfacían cada capricho mencionado por esos pequeños labios. “Y soy igual de débil que todos ellos”. Se lamentó viendo una rosa colocada en el florero sobre su escritorio. Sus dedos se acercaron con lentitud hasta que las yemas casi podían rozar los pétalos de la misma.

―Me recuerdan a sus labios ―susurró para sí mismo soltando un suspiro.

“Igual de suaves, puros e intocables. Ahora entiendo porque en los poemas cursis siempre usan la frase: …no tocar siquiera con los pétalos de una rosa”.

―¿Los labios de quién, Menma-nii? ―preguntó el rubio apareciendo repentinamente detrás suyo.

―¡¿Qué haces aquí, enano?! ―interrogó con una seriedad terrorífica al ver a su familiar atraparlo en un momento privado.

Por fuera se veía serio e impasible, pero por dentro Menma moría de vergüenza. “No hay manera digna en este mundo de explicar porque pensé en los labios de un puberto al ver la rosa. ¡Maldición! Tal vez sí soy un depravado”. El menor movió un poco la cabeza mirando detrás de su hermano alguna pista sobre la persona de la que estaba hablando, pero allí no había una foto o algo similar.

―Si no quieres nada vete de mi cuarto ―ordenó el mayor al notar que su hermanito no parecía tener intenciones de hablar.

―Es que tengo… un problema o algo así ―confesó Naruto mostrándose ligeramente sonrojado.

Menma lo vio intrigado por sus reacciones. Y se temió lo peor. Rogaba que no tuviera dudas acerca de la pubertad y los cambios que le sucederían a su cuerpo. Porque en ese terreno no quería entrometerse. Ya era suficientemente vergonzoso recordar la vez en la que recibió la charla. Jamás olvidaría como usaron marionetas improvisadas para explicarle cómo funcionaban órganos que ya conocía. No todos sus libros de misterio estaban exentos de sexo. Siendo lecturas plagadas de asesinatos y torturas, era evidente que el sexo no estaba fuera de los relatos. No por nada eran libros catalogados para adultos. Había asesinos seriales que elegían prostitutas como víctimas por lo poco valoradas que estaban sus vidas por la sociedad. Teniendo en cuenta eso, hubo partes eróticas narradas previamente al crimen. Por supuesto que hubo cosas que no entendía al inicio, pero usando diccionarios y libros de biología solucionó sus propias inquietudes. Mas, no estaba dispuesto a decirle a sus padres “aprendí de sexo con prostitutas ficticias”. No sonaba del todo bien eso.

―Ven, siéntate en mi cama y cuéntame qué sucede ―ordenó Menma acomodándose en la silla de su escritorio para ver de frente al menor.

Aun temiendo lo peor acerca de sus posibles dudas, tampoco podía permitir que su hermano hiciera alguna tontería. Bien sabía de varios conocidos suyos que aprendieron educación sexual por medio de pornografía, relatos de alguien “con experiencia”. Remarcaba mentalmente esas comillas imaginarias debido a los mentirosos que presumían de experiencia inexistente. Sólo “adaptaban” alguna película y decían que era una anécdota propia algo sabido por labios de otro. Algunas veces era difícil saber si era verdad o no, otras era increíblemente sencillo. Nadie con un poco de sentido común diría algo como “le dejé el clítoris como cráter”. En esos casos sólo quedaba reírse del presumido. Eso siempre que no involucrara a su hermanito. Si algún idiota le había metido ideas raras o erróneas al menor, se encargaría de darle escarmiento, luego de corregir a Naruto. No podía permitirse que le sucediera algo al más pequeño y los peligros a los cuales podía exponerse eran muchos.

―¿Qué haces cuando descubres que le gustas a alguien? ―interrogó el blondo más joven.

Menma había estado divagando tanto tiempo en sus propios pensamientos que no le fue difícil al más chico reunir valor para expresar sus dudas

―Si no te gusta lo rechazas y ya ―respondió con practicidad encogiéndose de hombros.

―Pero ¿y si se siente mal con eso?

―Será su problema ―dijo Menma con firmeza―. Agradeces sus sentimientos y todo eso, pero si no sientes nada, le dices que no claramente y cada uno sigue con su vida.

―¡No es tan fácil ttebayo!

―¿Por qué no?

―Porque Itachi y Sasuke-Teme me odiarían de por vida si hago llorar a Chara ―explicó rápidamente.

Los ojos azules del primogénito de la familia se expandieron por unos momentos. Por unos breves instantes incluso sintió que había dejado de respirar. Si le pidieran expresar en palabras lo que le sucedía en esos momentos no sería capaz ni buscando en el diccionario. ¿Cómo podría describir la sensación de que el mundo se terminaba aun sabiendo que no era así? La parte lógica de su cerebro le repetía una y otra vez “es normal que un adolescente se enamore”. Lo sabía, siempre lo tuvo presente. No, mentía. Tenía presente que Charasuke sea aburriría de él. Tanto consciente como inconscientemente obviaba las hormonas. El mocoso no siempre lo sería. Los años iban pasando y cada vez se alejaba más de aquel niño inocente y adorable que conocía. Se convertiría en un chico apuesto que tendría muchas fans como el mayor de los Uchiha. Alguien tendría la suerte de captar su atención y se lo llevaría lejos.

“Siempre lo supe, pero aun así…”

¿Aun así qué? Si no lo volviera a ver, ¿qué hacer? Aun sabiendo donde lo podría ubicar, ¿qué hacer? ¿Decirle que venga a su cuarto a oírle leer libros que él es perfectamente capaz de conseguir? ¡Era absurdo! Por primera vez estaba sintiendo algo nuevo y extraño en él. ¿Tristeza quizás? Pero si volvería a tener tardes tranquilas en las cuales el azabache ya no molestaría. La única verdad en esos momentos era que no se sentía feliz a pesar de saber que recuperaría su espacio personal. ¿Era miedo entonces? Pero ¿a qué le temía?

“¿A perderlo? Pero si no es nada mío.”

―¿Tú qué harías, Menma-nii? ―preguntó Naruto sacándolo de sus pensamientos.

―Primero dime algo, ¿realmente no sientes nada de nada por Chara? ―preguntó el mayor intentando mantener la compostura.

―No lo sé ―confesó jugando con sus manos―. Yo nunca pensé que él sintiera algo así por mí.

―¿Cómo se te confesó? ―cuestionó Menma prestándole atención.

―No lo hizo exactamente ―corrigió el más joven con el rostro completamente rojo―. Iba llegando tarde a clases cuando tropecé con un cuaderno y al abrirlo me topé con varios poemas dirigidos a mí. Luego descubrí que eran de Chara. Y yo al principio creí que eran del Teme ―susurró lo último con decepción en su voz.

―¿Querías que fueran del gemelo malvado? ―interrogó sintiéndose confundido por eso último que sí logró escuchar pese al bajo tono de voz usado.

―Es que… Chara es una buena persona, es lindo y divertido, pero es muy caprichoso y mimado ―se quejó el blondo alzando los brazos―. Incluso Sasuke-Teme lo deja salirse con la suya cada que quiere algo. Y pobre del idiota que le haga algo. Sasuke siempre se venga del infeliz que se atreva a siquiera mirar mal a su hermanito.

―¿Se venga? ―repitió de manera curiosa, pues conocía a los gemelos y el mayor de ellos era el responsable y el bueno para los adultos.

―Sí, conozco bien al Teme y tiene una lista negra de personas de las que desquitarse ―explicó Naruto con una mueca que no se veía precisamente como miedo, sino con una retorcida admiración―. ¿Te imaginas ser novio de Chara? Tener que cumplirle cada capricho, obedecer cada pequeña orden que dé y soportarlo actuando como un rey o algo así. Si le correspondiera, en el mejor de los casos me prohibirían hablarle y en el peor, Sasuke me odiaría a mí ttebayo.

A Menma no le gustó para nada esa pregunta de su hermano menor. No porque tuviera algo de malo, sino por la mala jugada de su mente. Si fuera novio de Charasuke se imaginaba pasando las tardes juntos viendo películas o leyendo los libros que tanto disfrutaban. Irían a pasear a lugares tranquilos. Algo sencillo, pero íntimo. O estarían bajo los cerezos, haciendo un picnic. Realmente Menma no querría llevar a Charasuke a un lugar concurrido. Todavía tenía presente cómo se perdió en aquel festival y hasta se enteró que actualmente estaba incluso peor que antes. Eso de andar siguiendo extraños sólo por ofrecerle tocar mascotas no era precisamente precavido. Eso lo supo por labios del propio Uchiha cuando se quejó de los regaños recibidos por parte de Sasuke. Incluso podrían evitar salir y quedarse jugando videojuegos y quien perdiera debería darle un besito al ganador. Menma se imaginaba a Chara besándolo en la mejilla y diciéndole que prefiere estar con él que salir afuera. Sí, se imaginaba a la perfección cómo sería salir con él.

―¿Te parece peor que Sasuke se enoje contigo? ―interrogó curioso por aquella particular queja.

―Sí, es que él… ¡es mi mejor amigo! ―gritó sonrojado mientras apretaba sus manos―. No sé si querría seguir siendo mi amigo. A él no le gusta que Chara se junte demasiado con nosotros. Creo que nos alejaba y no me dejaba ser su amigo para evitar que fuéramos algo.

El hermano mayor meditó el asunto y barajó las posibilidades. Seguramente Sasuke siempre apartaba a su gemelo para evitar que “lo roben”. En ese sentido tanto Itachi como Sasuke vigilaban mucho al menor. No es que estuviera especialmente feliz de saber que su hermanito podría tener un noviazgo con Chara, pero si esos eran los sentimientos del pequeño moreno, era mejor darle una mano. Iba por buen camino al fijarse en Naruto. Ellos eran parecidos en muchos aspectos y congeniarían muy bien si se daban el tiempo. Además, ellos no tenían una diferencia de edad tan grande como ellos dos.

―Tú mismo lo dijiste, Sasuke solía evitar que ustedes estuvieran tiempo juntos ―mencionó Menma sujetando los hombros de su hermanito―. Primero intenta conocer un poco mejor a Chara. Te puedo asegurar que aunque sea caprichoso y mimado, también es algo adorable cuando le entiendes un poco.

―Entonces, ¿debería ser su novio?

―Prueba ser su amigo, conócelo un poco y aclara tus sentimientos hacia él ―aconsejó el mayor con calma―. Si decides que él también te gusta yo los apoyaré para aplacar a sus hermanos y padre, pero si no te gusta, sé claro y no le generes falsas ilusiones, ¿sí?

―¡Gracias, Menma-nii! ―agradeció Naruto dándole un fuerte abrazo a su hermano mayor.

Menma despeinó de manera fraternal aquellos cabellos dorados idénticos a los suyos. Mantuvo una sonrisa burlona dirigida a picar al menor como el buen hermano mayor que era. Mas, en sus ojos existía un halo de tristeza.

 

“Es lo mejor para todos, Chara estaría con la persona que le gusta, Naruto podría descubrir más de él y yo no iré preso.”

 


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