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La búsqueda: el primer aliado por Cat_GameO

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Notas del capitulo:

¡Hola a todos por aquí!

Espero que se encuentren de maravilla y que la vida no sea tan difícil.

Hoy les comparto el segundo capítulo de esta historia.

Espero que lo disfruten.

Capítulo 2


El demonio de la vergüenza


 


—Podríamos darle su merecido —Manuel dijo presuroso. Iba junto a Emilio y el resto del grupo—, pero dependerá de ti.


—¿Por qué no vamos con la directora primero? —preguntó la chica. Era muy guapa y tenía el cabello castaño. Su nombre era Daniela.


—No —Emilio pidió de inmediato—, no hagamos esto más grande.


—¿Entonces? —Alan preguntó.


—¿Prefieres que nosotros nos encarguemos de esto? —Manuel insistió gustoso.


—Sí. Saliendo de clases —Emilio propuso.


Sin embargo, Emilio no podía creer que seguiría con la farsa de que él era como el resto. Sabía muy bien que si aceptaba la verdad, entonces perdería a sus amigos y sería humillado por toda la escuela. Lo sabía muy bien porque eso había ocurrido con dos estudiantes en el pasado. El primero había sido José. José había sido descubierto por unas fotografías de él y su novio que tenía en su teléfono. Una chica, que había dicho ser su amiga, había tomado el móvil y había hecho públicas las fotos en la cuenta estudiantil de la escuela. Luego estaba el caso de Ferrero. Ferrero había entrado el año pasado y había sido más obvio que José. A diferencia del otro, Ferrero había ido con las uñas pintadas, maquillaje en el rostro y unos zapatos de plataforma muy peculiares. Había sido Manuel el responsable de sobajarlo e incitar al resto del colegio a burlarse de él. Era más que normal que la mayoría siguiera al grupo de los populares y más crueles; en este caso Emilio pertenecía al último.


Del mismo modo, Emilio creía que nadie sospechaba de él ya que había sido siempre muy cauteloso. Su fachada de chico atlético e interesado en el combate lo había mantenido a salvo hasta ahora.


—Descuida, Emi —Daniela habló con suavidad y sujetó el brazo de Emilio—, el nuevo deseará no haberse sobrepasado contigo.


Emilio no dijo nada, ni siquiera expresó en su rostro la confusión y consternación que lo carcomía. ¿Seguiría ocultando su verdadero yo o por fin sería capaz de afrontar la realidad?


 


 


***


El resto del día transcurrió como algo usual. Las clases iniciaron como de costumbre y los profesores ingresaron al salón en el orden que solían tener. Primero Matemáticas, luego Historia, después Literatura y al final Física.


Cuando sonó la campana para indicar el fin del día escolar, la mayoría de los estudiantes salió disparada fuera del aula. Sin embargo, Manuel y Alan se levantaron a toda marcha e impidieron que Einar saliera del salón.


—Oye, maricón, ¿a dónde crees que vas? —Manuel retó.


—Pensaba ir al patio trasero, el que está a un costado de la alberca —Einar replicó con seriedad y pasividad.


Emilio, por su cuenta, pensó que debía advertirle a Einar que se encontraba en problemas. De alguna manera estaba preocupado por él… y, especialmente, por lo que sería capaz de revelar.


—¿Y qué estás esperando? —Emilio compuso con altanería y otra vez se maldijo en silencio. ¿Qué rayos pasaba con él? Se suponía que debía temerle a Einar por lo que había visto en el parque, pero sólo actuaba como un idiota. Además, de algún modo inesperado, estaba consternado por su bienestar. ¿Cómo era posible algo así? Ni siquiera era capaz de aceptarlo—. Vamos a arreglar esto de una vez por todas, maricón.


—Con todo gusto —Einar se burló un poco.


De modo inesperado, Manuel sujetó a Einar de la ropa y lo amenazó al estrujarlo un poco. Justo como Emilio, Manuel y Alan tenían cuerpos musculosos y atléticos; especialmente Manuel por su obsesión por cargar peso como un toro.


—Más cuidado, joto, que con nosotros no te puedes meter —Manuel dijo severo.


Emilio actuó de inmediato y se acercó a la salida. Tocó el brazo de su amigo y lo tranquilizó.


—No aquí, Manuel. Hay cámaras. Vayamos al patio trasero —pidió Emilio.


—Vale, Emi.


Como si hubiera sido una orden, el grupo de jóvenes cruzó por los pasillos y arribó hasta el patio que conectaba con el gimnasio y la piscina de entrenamiento.


Einar había ido con un paso lento y sereno, como si nada estuviera mal. Por supuesto, su actitud solamente causó más molestia en los agresores.


Al momento en que Einar detuvo el paso, movió la cabeza a un lado como si buscara. La mayoría de los estudiantes ya estaba fuera de la escuela, y las actividades extracurriculares no reanudarían hasta después del mediodía. Era una fortuna que la escuela quedara vacía durante la hora de la comida, además las oficinas de la dirección estaban ubicadas hasta la entrada principal del colegio.


—Ha llegado la hora de ponerte en tu lugar —Manuel fue el primero en hablar y arrojar la mochila a un lado.


—¿Vamos a hablar? —Einar se expresó sonriente—. Pensé que deseaban pelear.


—¿Te estás burlando de nosotros? —ahora antepuso Alan.


Sin previo aviso, Manuel se lanzó contra Einar, y Emilio sintió que se ahogaba en una especie de río traslúcido que lo arrastraba hasta una cascada que desembocaba en la piscina. ¿Iba a seguir con el abuso?


Einar se movió con rapidez y esquivó al muchacho. Luego encaró a Alan y también lo evitó. Manuel aprovechó el momento y consiguió golpear el estómago de Einar. Para sorpresa de Einar, Manuel y Alan sabían combate marcial y no eran simples estudiantes de preparatoria.


Emilio observaba petrificado. Aquella pelea entre Manuel, Alan y Einar parecía como lo que él sufriría si decía la verdad. Por un instante se vio reflejado en Einar y comprendió que nada era justo y que todo lo que ocurría estaba mal. ¿Por qué rayos no podía encontrar amigos reales?


Cabrón”, pensó Emilio, “tú mismo los alejaste”.


Era verdad. Él había sido un cobarde y se había convertido en un agresor contra aquellos que eran como él. Él mismo había avivado aquella iniciativa al haber agredido a José y haber sido partícipe de la burla. Él había sido parte del tormento que Ferrero había vivido en la escuela y… se sentía como un completo idiota.


—N-No —Emilio articuló sin fuerza y los ojos lagrimosos—, n-no… no más.


Sin embargo, nadie lo escuchó. La pelea parecía como una escena sacada de una novela de drama juvenil, el tiempo se había paralizado y todo  el ambiente parecía como un infierno cubierto por una sombra anormal. El sol ya no brillaba de forma cotidiana y parecía oculto por las nubes cargadas de una negrura bizarra. ¿Qué estaba pasando? Emilio lo sabía. Sabía muy bien que así lo deseaba porque algo más así lo permitía.


—Es verdad —susurró una voz corrosiva y pútrida—, así lo has preferido. Escondido en tu tormento como un cobarde que repudia su realidad. Te has convertido en el verdugo de aquellos que pudieron brindarte honestidad. Eres repugnante, humano.


Y, como un estruendo en el cielo, una especie de figura se hizo presente en forma de humo denso. Alan fue el primero en notarlo y detuvo el ataque. Manuel fue el segundo y aguardó expectante y confundido.


La silueta se solidificó y por fin el ente mostró su verdadera apariencia. Era una especie de humanoide con las piernas arqueadas como un canguro y los brazos demasiado largos. Su cabeza tenía unos cuernos pequeños al frente y hacían juego con sus ojos blanquecinos. Toda su piel era verdosa y escamosa como la de un lagarto. Tenía alas transparentes como un insecto entre mosca y libélula.


—Vaya —Einar pronunció al limpiar la sangre de su boca y acomodar los lentes de sol—, te tomó mucho aparecer, demonio.


—¿D-Demonio? —Manuel y Alan cuestionaron asustados a la par.


Einar no replicó. Creó una circunferencia al tocar el suelo y consiguió noquear a Manuel y Alan.


—¡Oye! —Emilio notó el movimiento de Einar y renegó—: ¡¿Qué haces?!


—Sólo están dormidos y sus memorias han sido borradas. Ahora, Emilio, concéntrate. Sé que estás molesto y confundido, pero debes tranquilizarte.


—¡Muy fácil para ti decirlo! —reprochó Emilio con suma desesperación al ver que el demonio comenzaba a caminar.


—Todo lo que estás sintiendo, ese enojo contra ti mismo, está alimentando al demonio. Si lo dejas entrar y no eres capaz de aceptar todo lo que te causa dolor, él tomará control de tu cuerpo y te usará como un médium. Si tú aceptas sus convicciones y respuestas ante todo lo que te destruye, él se convertirá en una parte esencial de ti. Si sucede esto, tú y él iniciarán el proceso de ‘alineación’. Tendré que llamar a un sacerdote o sacerdotisa para hacer un exorcismo y eso te hará más daño.


—¿Q-Qué mierda?


—Debes aceptar todo lo que te lastima y comprender que ser tú mismo no es el problema. No puedes cambiarlo. Si lo dejas entrar a tu cuerpo, pero no le permites tomar control sobre tus decisiones, yo podré atraparlo para que deje de atormentar a esta escuela.


Emilio dio unos pasos para atrás. Se había percatado de que el demonio estaba a unos metros de él y extendía sus alas transparentes. Intentó correr, pero algo lo embistió y lo hizo rodar por el suelo. Todo su cuerpo ardía, pues parecía como si algo quemara su piel, sus manos y ojos. Su cabeza palpitaba sin control y su corazón latía tan rápido y fuerte que podía ser percibido en su pecho. Su estómago se retorcía como si algo en su interior expandiera sus intestinos y luego los achicara sin control. Todo su cuerpo temblaba y sentía que estaba por desfallecer.


—¡Emilio, nadie merece ser tratado como basura sólo por su sexualidad! ¡Nadie merece ser señalado! ¡Mucho menos por nosotros mismos!


Emilio suspiró y se sostuvo de rodillas. Aunque escuchaba la voz de Einar, no comprendía lo que ocurría con él. Su mente mostraba un montón de imágenes del pasado. Se contemplaba como un espectador fuera de sí, ya que veía a su yo de la infancia mientras jugaba. Aquella tarde en la que había descubierto que los chicos como él eran muy lindos y las chicas no tanto. Después se veía a sí mismo en la regadera de la casa de sus padres; estaba tomando una ducha y se masturbaba al usar fantasías con otros muchachos. Había sido durante su adolescencia temprana cuando se había dado cuenta de lo mucho que gozaba al contemplar a otros chicos como él. Ahora se hallaba frente a sus padres y su yo de casi cuatro años atrás. Él lloraba y no comprendía por qué sus padres lo llamaban como a un enfermo. Estaba confundido y aquella vez había sido la primera de muchas. Había sido la primera vez que se había odiado tanto a sí mismo. Había tomado los comentarios de sus padres como la verdad y se culpaba por ser un ‘rarito’. A partir de esta escena, las demás aparecían como ventanas de humo que iban y venían. Eran las memorias de todas las veces en las que se había hecho daño y había sacado su furia para herir a otros que eran como él y que eran capaces de aceptarse.


—¡No! —Emilio gritó con lágrimas en los ojos—. ¡No más! ¡Por favor! ¡No puedo seguir así!


—Entonces, matémoslos a todos —susurró la voz rasposa y fría como un eco sin orden.


—¿M-Matarlos?


—Sí, pequeño humano, matarlos. Déjame mostrarte cómo será todo si los matamos. No tendrían control sobre ti, nadie más se burlaría y por fin podrías estar feliz.


—Emilio, el demonio miente. Solamente se alimentará de ese odio y de esa tristeza que te consume. Su propuesta sólo te hará más daño y se encargará de convertirte en un asesino y en un maldito desquiciado… —Einar insistió al mantener su posición.


—El niño no está diciendo la verdad, Emilio.


Emilio se puso de pie y contempló a Einar. No podía controlar las lágrimas y su expresión de dolor.


—Dime, ¿te dio asco? ¿Te sentiste mal cuando te besé? —Einar compuso con cautela.


—No lo escuches, Emilio. Él desea usarte —insistió el demonio.


—Yo… —Emilio dijo con la voz quebradiza—. No lo sé… Tú… ¿Por qué me besaste?


—Tenía que provocar una situación así. Si no me daba prisa no conseguiría cazar a este demonio —Einar reveló honestamente—. Además, la Iglesia no tarda en venir y prefiero enfrentar a un demonio sin dueño que a los perros entrenados por una institución así de peligrosa.


Emilio suspiró y dejó de llorar. La revelación de Einar no tenía sentido, pero había sido capaz de robar su atención de todos aquellos recuerdos que lo dañaban.


—¿La… Iglesia? —Emilio dudó.


—Sí. Es el grupo terrorista más grande del mundo. Yo soy un simple cazador que estorba en sus planes —Einar ofreció con una sonrisa.


—¿Y cómo hago para que salga de mi cuerpo?


—Lo estás logrando.


—¿Por qué?


—No lo sé con exactitud. Conozco poco de tu vida. Supongo que algo de nuestra conversación te hace sentir en una especie de lugar seguro. Nadie cuestiona tu apariencia, ni tus gustos, ni tu sexualidad. A mí no me interesa hostigar a una persona como yo.


—¿C-Cómo? —Emilio inquirió atónito. Los dolores de cabeza y estómago se habían detenido y su cuerpo ya no temblaba.


—Sí, yo también soy gay. Pero ser gay no me define como persona. Primero soy Einar, luego soy un cazador y al final soy un hechicero que puede meter demonios y ángeles en pequeños ‘arcones’.


—Eso quiere decir que yo…


—Que tú eres Emilio, ¿pero qué más te define?


—Eh… Soy… luchador de artes marciales.


—Bien —aceptó Einar con interés—. ¿Qué más?


—Eh… Soy Emilio… y soy un cazador. No como tú, pero puedo cazar animales. También puedo… yo… Soy Emilio, el chico que quiere ser un militar en algún momento de su vida.


De pronto, Emilio sintió su cuerpo liviano y tranquilo. Estaba un poco avergonzado por el momento, pero estaba feliz. Concluía que las personas no podían ser definidas por algo tan natural como el color de su cabello, o su origen de familia, ni mucho menos por su sexualidad. Comprendía que él era mucho más que una etiqueta impuesta por sus padres, que era mucho más que sólo un gusto o placer. Él, así como todos los demás, era alguien que sobrepasaba aquello que era trivial y parte de su naturaleza.


Sin levantar sospechas, Einar inició con sus manos en el aire una especie de circunferencia compuesta por cuadros perfectos que se entrelazaban. Creaba una especie de runas extrañas y una estrella de cinco picos que resaltaba como un dibujo trazado por alguna tinta de color neón. Había pasado la circunferencia por el cuerpo de Emilio y había conseguido materializar al demonio. El hechizo funcionaba debido a que Emilio había abandonado aquellos pensamientos negativos hacia su persona y había iniciado un proceso de perdón y arrepentimiento.


De una manera pronta, el demonio apareció como un molde de arena azul y fue introducido en una botella oscura y encerrado por un corcho morado. Por fin había sido encerrado y su poder no pudo manifestarse más.


El cielo se esclareció y Emilio se tranquilizó por completo.


—Buen trabajo, chico —Einar pronunció con pasividad. Había sacado un cigarrillo y comenzado a fumar—. Con un poco más de entrenamiento y podrás convertirte en un target tan poderoso como el famoso Lucky.


—¿L-Lucky? —Emilio pronunció inseguro y con algunos errores fonéticos.


—Sí, Lucky —Einar insistió con una pronunciación natural—. Él es el blanco fácil más famoso en el mundo de los cazadores de demonios y ángeles. Se dice que trabajó para la Iglesia por muchos años, pero ahora es parte del grupo de cazadores más grande. Es el mejor target y se dice que ha dominado a demonios y ángeles de la más alta categoría. Es el mejor.


—Y… ¿yo puedo ser un target? —Emilio titubeó.


—Lo eres. Naciste con un don para percibir cosas que otros no pueden. Tú puedes percatarte del poder que alguna entidad demoniaca o angelical pudiera manifestar en cualquier situación. Debido a esto, tu alma y cuerpo son muy adaptables y te da la capacidad para aceptar a una de estas entidades sin perder la consciencia. El resto que no es un target perdería de inmediato su capacidad para racionalizar y se convertiría en un títere. Estas personas sufren mucho y son llevadas hasta el límite de un exorcismo. Un target no es tan vulnerable. Entre más fuerte sea la persona, tendrá mejor control de la situación. Fuerte no es quién pelea físicamente. Me refiero a sus emociones. Los target son personas con la capacidad de aceptar emociones y actuar en base a ellas sin perder la cordura. Se dice que son muy inteligentes.


—Suena agotador.


—Sí, quizás lo sea. La verdad es que no hay muchos como tú, pero no puedo obligarte a desarrollar algo que parece muy ajeno a ti. Ni siquiera crees en la existencia de demonios, así que supongo que tampoco eres religioso.


Emilio arrojó una mueca de disgusto.


—¿Y tú crees en la religión? —Emilio preguntó.


—Por supuesto que no. Sé cuál es el objetivo de la Iglesia y conozco las bases de esa religión, pero no me interesa seguir las creencias como reglas. Son solamente parte de mi mundo, ya que sirven para comprender las intenciones de los líderes de la organización.


—Entonces, los demonios son reales.


—Sí. Siempre han coexistido con nosotros junto a los ángeles. No sé por qué entraron a nuestra dimensión, pero se han convertido en herramientas de destrucción. En la actualidad valen mucho dinero —reveló Einar sin interés— y yo los vendo a un buen precio.


—¿Estás diciendo que son como alienígenas que habitan la tierra?


—Si así lo comprendes mejor, entonces sí.


Hubo un silencio prolongado.


Emilio contempló a sus compañeros y sintió una tristeza profunda.


—¿Estarán bien? —Emilio preguntó.


—Sí. Sólo están dormidos. Sin embargo, lo que ocurrió hoy no cambiará nada en ellos. He borrado sus memorias de este día, así que tampoco recordarán nuestro beso.


Emilio levantó la mirada y observó a Einar con detalle. El beso entre ellos dos había sido sólo un motivo de provocación, pero se había sentido muy bien y casi como si fuera necesario repetirse. Emilio no estaba molesto con Einar. Al contrario, creía que de algún modo este muchacho había demostrado más empatía y honestidad que sus supuestos amigos.


—Lamento que tus amigos sean personas destructivas —Einar repuso y dio unos pasos rumbo a la izquierda—; ellos también han sido abandonados, hostigados y atormentados por sus familias y la sociedad.


—E-Espera —pidió Emilio a toda prisa—, ¿a dónde vas?


—Yo he terminado mi tarea. Tengo al demonio que viene a buscar aquí —Einar agregó al mostrar la botella donde se hallaba el demonio recién atrapado— y ahora debo salir de la ciudad. Tengo que entregar la mercancía antes de que la Iglesia se percate de mi presencia. Nosotros somos fugitivos de la ley divina ya que cazamos y traficamos ángeles y demonios.


—P-Pero…


Por unos segundos, Emilio se quedó en silencio y apacible. Veía a Einar alejarse del sitio y a la par sentía una desesperación apilarse como una montaña de lodo sobre sus hombros. Si se quedaba aquí, en la escuela, tendría que enfrentar a sus padres y abandonar todas sus esperanzas por obtener su libertad. Además, sentía que ya había perdido a sus amigos después de todo lo que había vivido en este día.


—Einar —Emilio dijo seriamente—, si… si voy contigo, ¿qué pasaría?


Einar detuvo el paso y guardó una sonrisa de satisfacción. Dio una media vuelta y encaró a Emilio. Como un gesto amable, tocó el hombro del otro muchacho.


—Serías un gran target con el entrenamiento adecuado. Yo podría ayudarte, pero no puedo forzarte. —Einar sonrió con empatía y agregó—: considera, también, que no volverás a ver a tu familia. Ser un cazador implica que tu vida ya no podrá ser como antes. No podrás disfrutar del anonimato, ya que la Iglesia te clasificará como un enemigo. Estarás violando la ley sagrada y estarás expuesto a peligros inminentes. El día en que desees regresar a la realidad ordinaria, tendrás que hacerlo bajo un montón de condiciones.


—E-Espera… ¿De verdad me estás diciendo que es así de fácil?


—No, no lo es. Como un target serás hostigado por demonios y ángeles de manera constante. Tus padres creerán que has desaparecido y tu abuela también lo pensará así.


Emilio suspiró y agachó el rostro. Su abuela había sido la única persona que lo había consolado hasta ahora.


—¿Puedo despedirme de ella?


—Sí, por supuesto. Debo entender que quieres ser nuestro target, ¿verdad?


—¿Nuestro?


Hasta este instante, Emilio recordó la voz extra que había escuchado la noche durante el parque. Había provenido de un radio comunicador, por lo que, tal vez, Einar cargaba con algún dispositivo de comunicación de medio rango. También recordaba la conversación de la mañana.


—¿Dave?


Einar sonrió con picardía y relajó la postura. Bajó los brazos y asintió con la cabeza.


—Sí, Dave y yo somos un equipo. Él es mi maestro de máquinas y experto en reliquias de la Iglesia y otras religiones. Fue un sacerdote y teólogo del seminario más grande de Thermos.


—¿Thermos? ¿Y tú? No eres de aquí.


—No, no lo soy. Yo nací en Cadenas.


Emilio no inquirió más. El acento de Einar no era de una persona de Cadenas. Conocía un poco de la cultura del continente tropical del oeste del planeta y sabía que estaba constituido por países como Thermos, Islas Sakura, Islas Canarias, Cadenas, Bow y otros. Cada uno tenía sus propias lenguas, y Bow era el único que hablaba el mismo idioma que Redden y el resto de los países del continente del sur.


—¿Emilio? —Einar preguntó con calma.


—Dame una hora y media, por favor. Regresaré a casa y tomaré lo más importante. Quiero despedirme de mi abuela antes de convertirme en un target.


—De acuerdo. Te esperaré en el parque cerca de tu casa. En una hora y media nos veremos ahí.


—Gracias.


Acto seguido, Emilio extendió la mano y Einar aceptó el gesto como si cerrara un trato.

Notas finales:

¡Gracias por leer!

Editado al 05 / 05


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