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Nació para ello por dark-angel

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Notas del capitulo:

Tiene descripciones "gráficas" de daño y seudo tortura, pero sinceramente, a mi ver, es muy leve. Advierto de igual modo.

Restando la introducción, los titulos estarán conectados unos con otros, como verán, hasta ahora forma la frase: "Eramos máquinas y nos rompimos"

Que su hermano se presentará en su apartamento era irracional, desde que se fue ese fatídico día jamás se han vuelto a ver; sí, ha seguido todos los movimientos oficiales (y los que sus fans o personas chismosa), pero no han hablado en más de veinte años. Claramente no esperaría ni en mil siglos cruzarse con él a menos que alguno se esté muriendo, no, tacha eso, ni en ese momento ni nunca (como bien comprobó la última vez que rozó la muerte). Así que, milagro, milagro, el fin del mundo se acercaba. Durante una fracción de segundos pensó en cerrarle la puerta en la cara, pero sus acciones fueron muy lentas y su hermano lo previó mientras lo empujaba dentro del apartamento y dejó que dicha se cerrara tras sus cuerpos. Gav se tambaleó, sintiéndose febril tanto por la irrealidad como por la presunta enfermedad, y se alejó cayendo al suelo de su propia sangre, como si el simple contacto quemara, y lo hacía. Y Dios, como cortó su piel y se impregnó en sus músculos. Elijah había tenido la grandiosa idea de querer evitar la caída y lo sujetó del brazo. Hubo un grito, el detective no está seguro si fue de su parte o no. El pánico invadió su mente, ¿esto era una clase de pesadilla vivida? ¿cierto? Él aun descansaba en su sofá y esperaba a que mañana sea un mejor día, nada de visitas sorpresas y claramente no hermanos ausentes en vivo. Pero si esto era verdad, su sueño parecía tener la necesidad de acosarlo un rato más, aun así, tuvo la decencia de soltarlo y parecer avergonzado de crearle tal malestar a Gavin, mientras retrocedía unos pasos y lo miraba en espera de tener algo que le permitirá auxiliarlo.

 

Elijah no entendía porque su hermano parecía haber visto un jodido fantasma, no, espera… peor aún, sí lo hacía si debía de confesarlo. Era su culpa, claro y llano, sin más que agregar. Y aun así dolía, en especial saber que su presencia parecía trastornar tanto a Gavin, y él sólo quería ver que estuviera bien. En todos estos años jamás leyó un pedido de días de su hermano, verlo actualmente fue alarmante y no pudo evitar pensar lo peor; falta de registros en el hospital cercano sacó la posibilidad de que estaba muriendo otra vez. Y temió que con esta revuelta fuera atacado por un desviado corrupto, no todos lo estaban, él lo sabía mejor que nadie, pero con la suerte de su hermano seguramente uno de ellos intentaría esconderse en su apartamento y tomarlo como rehén; porque era completamente algo que le sucedería, él casi podría apostar que había al menos un 80% de probabilidades de ello y eso era mucho. Esto mismo le llevó a salir de su escondite, de asignarle a sus Chloe que se escondieran y estuvieran seguras en la habitación de pánico mientras él, estúpidamente, recorría medio Detroit para ver que su hermano respirase; como si fuera común. Y ahora allí, presente y mirando a Gav retorcerse sobre sí mismo, como si todo su cuerpo doliera de sólo estar en la misma habitación que él, le hacía preguntarse qué salió tan mal para que terminasen así (y él sabía la respuesta, quiera aceptarlo o no). El rostro enrojecido del menor, su respiración desigual y sus ojos brillantes le suplicaban algo, algo que prefería ignorar hasta que las palabras llegaron a sus oídos, tan bajas y húmedas, suplicantes.

 

— Por favor —Rogó, sin saber que pedía realmente. ¿Qué se fuera? ¿Qué lo ayudara? ¿Qué jodidamente le hablara y le dijera que todo estaría bien, mientras lo mantenía entre sus brazos como cuando eran niños? Difícil saber cuál de todas era, lentamente Gavin se sentó en el suelo, acurrucando su brazo “dañado” mientras miraba cada centímetro de la habitación como si quisiera descubrir donde estaba, y él sabía que era su sala, pero no se sentía así. Con cuidado se puso de pie, con ayuda de los muebles cercanos, y se apoyó contra la pared. Se sentía agitado, su respiración acelerada como si hubiera corrido un maratón de ida y vuelta, su rostro demasiado caliente y su mente como algodón, esponjosa y difícilmente procesable.

 

— Déjame ayudarte Gav —La voz de Elijah se rompió, pese a que su porte seguía igual de estoico que siempre, mientras extendía su mano hacia el nombrado. Apenas podía mantenerse de pie y Eli no podía soportar verlo tan vulnerable, su hermano no lo era; nunca lo fue. Él fue el fuerte, Gavin era el único que los dos que podría soportar una tormenta de pie, mientras que él debía de cerrarse completamente para poder sobrevivir a una pequeña lluvia. Era doloroso verlo resumirse en un pequeño niño perdido, igual que cuando estaba en el hospital, perdido entre las sábanas blancas y las maquinas, demasiado roto. Era difícil ver eso, comprender que esa era la verdad y que la fantasía de que todo estaría bien para el menor no era nada más que eso, una fantasía estúpida que se creó para sentirse menos culpable. Como si eso fuera posible. Y quería tan mal arreglarlo todo sin darse cuenta que no era una taza que podría ser reparada, que no importaba cuantas piezas recolecte y quiera encajar en su lugar, el agua aún se filtraría por las rajaduras y no volvería a ser lo mismo (inútil, proporcionó su cerebro, pero decidió que era tonto creer que la utilidad de medía por la cantidad de capacidad para contener agua cuando puede contener otras cosas dentro). Apenas reaccionó cuando, terco, su hermano caminó pasando a su lado y arrastrándose hacia su cuarto, tambaleándose y casi cayendo más de una vez, pero ‘Lijah siempre detrás preparado para sujetarlo si caía (como debió hacerlo y no hizo durante toda su vida, le recordó viciosamente su cerebro).

 

No compartieron dialogo, Gavin prefirió ignorar al Elijah de su sueño, demasiado amable y cariñoso para su gusto, mientras se arrastraba bajo las mantas de su cama y esperaba poder seguir durmiendo (¿pero no lo estaba haciendo ya?). La cama se hundió minutos más tarde que él se acomodara en un bulto caliente en medio de esta, sintió una mano temblorosa pasearse por su húmedo cabello y una parte de él se preguntó si realmente estaría muerto. Sintió ganas de llorar, hacía años que nadie lo tocaba tan dulcemente, no desde Marie cuando estuvo enfermo en su adolescencia, y eso fue hace décadas. Traicioneramente las gotas se resbalaron por sus mejillas mientras un suave sollozo se escapaba de entre sus labios, intentó reprimirlos, acurrucarse más en su lugar y morder su labio inferior, pero era imposible cuando la caricia se volvió firme y tan cariñosa. Dolía, dolía que fuera una ilusión y no real, estar tan desesperado para imaginarse esta clase de amor. Decidió que, si así sería el final de su día, entre fantasías y necesidades, bien podría rogar cualquier cosa y sentirse seguro sólo unos minutos antes de caer en la inconciencia; la fiebre podría ser una perra, pero no la culparía si le dejaba algo tan agridulce como esto.

 

— Eli, cuéntame una historia.

 

— ¿Una historia? Sabes que no soy bueno para ellas —El contacto se detuvo unos segundos junto a la sorpresa del nombrado, para luego reanudarlo con cuidado, raspó su cuero cabelludo y masajeó suavemente. Notó, mientras ingresaban al cuarto, como si hermano vivía insípidamente, sin nada personal a la vista y solamente un colchón en el suelo con un montón de almohadas y frazadas que conformaban su capullo (era doloroso observar cómo ni siquiera quería aferrarse a algo tan mundano como su “hogar”, haciéndolo propio, dejándolo tan vacío como probablemente se sentía (y esa revelación hacía que el cerebro de Elijah se congelara)); estaba enfermo, concluyó con facilidad por la información recolectada y se pateó mentalmente por darse cuenta tan tardíamente, eso explicaba todo. Cuando Gav se había zambullido entre sus pocas pertenencias en busca de calor, recordó brevemente a su madre proporcionarle consuelo cuando era pequeño y estaba enfermo (Gavin nunca lo había experimentado, ella se había ido mucho antes de ser posible). Sus agiles dedos se pasarían por su corto cabello, murmuraría palabras de consuelo y lo mantendría cerca, seguro. La necesidad de impartirle tal ritual a su hermano fue abrumadora y antes de darse cuenta ya estaba sentado junto al cuerpo sudoroso de dicho y pasando su mano por el cabello corto. Podía sentir pequeñas protuberancias bajo de este, heridas sanadas, donde su propio padre fue el percutor o ganadas en su trabajo; era doloroso creer que ni su cabeza parecía salvarse de la brutalidad del mundo. Apenas percibió cuando su hermano tarareó afirmativamente y se dejó pensar que sería lo mejor para contarle; de niño nunca supo inventarle fantasías a su hermano, no era bueno, y en general todas las historias dichas eran sucedes del día enmascarados por personajes de ficción y guiadas por este. Irónico saber que su capacidad mental superior le limitaba a algo tan mundano como la inventiva creativa de cuentos.

 

— ¿Chloe siempre fue la primera? —La voz de Gavin fue amortiguada, sacando un tema que le daba curiosidad, sabiendo que de otro modo Elijah no podría encontrar un tema que decirle (demasiado indeciso). ¿Chloe fue el primer androide que construyó? Era sabido que fue la primera en pasar la prueba, ¿pero siempre todo fue por ella? Y esa pregunta claramente se traducía a un: ¿Lo abandonó por ella? Claro que su hermano no llegó a esas conclusiones, ¿por qué lo haría?

 

— No. En realidad, es una historia peculiar, pero lo que te diré quedará entre nosotros —Lo último fue un murmullo, un poco ansioso, y eso hizo que se despertara completamente el interés de su hermano—. Mi primer prototipo fue RK100, luego trabajé en las diversas versiones de Chloe hasta llegar a la adecuada y perfecta —Hizo una pausa, su mano libre sin poder evitarse se movía mientras hablaba y recordaba a su primer prototipo, con amargura—. Él fue el primer desviado —Confesó, demasiado bajo—. RK100 rompió sus parámetros de programación y comenzó a matar, se volvió un asesino serial, jamás fue capturado. Fue llamado Hannibal, porque siempre faltaban órganos o partes de sus víctimas, se creía que los comía, ¿lo recuerdas? Fue bastante controversial, creo que eras cadete para esa época —Su voz se rompió brevemente, mientras reía demasiado bajo y errático. Gavin asintió recordando el nombre del asesino y como abruptamente había desaparecido, 18 víctimas, todas mujeres, entre veinte y treinta años, el resto era indiferente, era lo único que tenían en común—. No lo noté hasta que un día encontré uno de sus “premios” de caza, tenía una maldita pierna de mujer en el medio de mi cocina —Y definitivamente se río, hueco y corto, sin darse cuenta presionando el agarre del cabello de su hermano, pero a Gavin no le importó, centrado en la historia preguntándose si debería de dejar de leer los libros de Hannibal Lecter antes de dormir—. Se suponía que sería doméstico, de ayuda al hogar, y terminó cazando a los humanos como si fuera animales y me hizo la cena con ello. Tuve que desmantelarlo, destruir cada prueba que había de él. Si alguien se enteraba de lo que hizo todos mis esfuerzos serían inútiles y hoy no habría androides en las calles... quizás fue lo incorrecto, ¿no? Al final creé una nueva raza sin querer —El silencio reinó tras ello, por unos momentos el mayor creyó que su hermano se había dormido, con cuidado continuó acariciando su cabello dudoso de dejarlo o no. Sea como sea, no se iría hasta mañana en la madrugada, según las notificaciones de su móvil la ciudad estaba en medio de una revolución bastante ajetreada. Se preguntó cuántas posibilidades habían de que Markus ganara la simpatía de la sociedad, por lo visto parecían altas, aun así, primero debían de caer para luego levantarse. Muchos morirían, más de los que ya había, todos lo sabían. Solo con muerte la humanidad entiende.

 

— ¿Por qué los creaste? —La pregunta silenciosa de Gavin le hizo sobresaltarse, mientras que su voz salía sofocada por el sueño, claramente no había llegado a conciliarlo. Soltó un resoplido bajo, sin poder evitarlo, Elijah, intentando de pensar una respuesta corta y satisfactoria para la mente febril del menor. Era sorprendente como parecía ignorar completamente la confesión dada, pero estaba más que seguro que creía que todo era un sueño simplemente una mentira, precisamente por ello lo confesó, porque no lo recordaría o lo descartaría como real al final.

 

— Creo que quería crear algo que pudiera amar y nunca lastimar. Los humanos siempre lo hacen, no importa cuánto amen, siempre lastiman. ¿Pero los androides? No importa que les hagas, ellos saben perdonar, ellos te pondrán antes que sí mismos, su dedicación y amor incondicional. Yo quería eso, así que lo cree. 

 

— ¿No era suficiente? — Y la ensoñación y el orgullo de Elijah se volvió algo horrible y pesado con esas simples palabras. ¿El amor de su hermano no era suficiente? Era una pregunta válida, nunca lo pensó si debía de confesar, porque él fue el que les arrebató aquello. Cualquier sentimiento similar a cariño, él lo destruyó cuando se fue, se encargó de hacerlo para que sea más fácil para sí mismo. Egoísta. Ahí estaba un claro ejemplo de lo que dijo, amaba tanto a su hermano que lo lastimó. ¿No era eso irónico? 

 

— Oh, Gavin —Su voz se rompió, mientras se inclinaba en su lugar para poder llegar más a su hermano y darle un muy incómodo abrazo, su cabeza se posó sobre la del otro, y cariñosamente intentó de acunarlo. ¿Cómo responderle eso? No se atrevía decirle nada, no quería, no podía decirle nada porque no sabía cuál sería la verdad tras esa cuestión. ¿No lo fue? ¿O sí? No lo sabía, no lo sabía. Y mientras él se guisaba en su propia miseria, Gavin sólo se dejaba llevar a la deriva, porque mañana se despertaría y la verdad de que todo esto fue un sueño lo golpearía, y estaría bien, siempre lo estaba. Debía de estarlo.

 

.

 

Eran las tres de la tarde cuando al fin recobró la consciencia y se sintió meramente humano, adormecido se dirigió hacia el baño, lavó su cara y bebió agua del grifo antes de atreverse a ver su reflejo; parecía un muerto viviente (y se sentía como tal), con grandes círculos oscuros bajo sus ojos y piel demasiado pálida, sus mejillas huecas y no había vida en sus ojos, tan muertos como su corazón. Se arrastró hacía la cocina, sólo porque su estómago estaba revuelto, en busca de alimentos, aunque sean ligeros, y con manos torpes buscó entre los gabinetes galletas saladas. Consiguiendo las galletas, levemente húmedas, se sirvió el poco jugo de naranja que le quedaba y se recostó en el sofá. Apenas reaccionó para nada más que masticar y tragar mientras su mirada se perdía, llegado al punto donde se sintió más persona, decidió mirar su móvil. No había mensajes, ni llamadas perdidas ni mails, a nadie le importaba si respiraba o no. En un pequeño lapsus de idiotez la imagen de su hermano se filtró en sus recuerdos, aquel extraño sueño con una confesión delirante sobre canibalismo. No pudo evitar sonreír, su mente era jodidamente activa. Disipando sus pensamientos, desbloqueó el teléfono y navegó entre las últimas noticias, casi se le cae el aparato ante la noticia despampanante que marca todos los sitios. «Revolución Android», «los androides viven», «Desalojo en Detroit, los androides toman la ciudad», etc., etc. Se durmió en medio de una maldita revolución, joder. 

 

Pasó pesadamente su mano por su cara, frotando sus ojos y soltando un suspiro largo, sintiéndose cansado. Bloqueó su móvil con malestar, mientras lo lanzaba hacia un lado y decidía que hacer. Aunque no se sentía tan mal como el día anterior, no tenía ánimos de nada, y dado que había pedido el día por enfermedad decidió que bien podría descansar hasta la muerte. Se obligó a levantarse, enjuagar el vaso sucio, tirar el paquete con un par de galletas restante (que realmente no eran aptas para consumo, pero tampoco iría a conseguir nuevas hoy). Limpiando apenas su entorno antes tomar una botella de agua sellada de la heladera, notando que no había nada más allí aparte de un medio limón y otra botella cerrada; anotó mentalmente la tarea de pasar por el mercado mañana tras su turno. Se arrastró hasta su habitación, dejó la botella junto a su cama y se metió bajo de sus sabanas. Al menos hoy ya no ilusionaba con su hermano, pese a que realmente hubiera deseado que fuera real. Acurrucándose en una pequeña bola dejó que el sueño lo reclamara.

 

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Regresó al trabajo dos días de la revolución, el recinto estaba terriblemente tranquilo y desprovisto de personal, hasta Sussy, el androide que estaba como recepcionista las 24 horas del día los 7 días de la semana, ya no estaba. Claro, presumió que esta se desvió y se fue a correr junto a sus hermanos en busca de la tan deseada libertad, no podía culparla después de haber estado postrada tras el escritorio desde siempre. Actualmente uno de los androides policiales que solían servir como apoyo se encontraba haciendo la tarea, al parecer también un desviado por su círculo de humor que iba a rojo de vez en cuando al no comprender del todo su tarea asignada; cooperativo, sí, pero inútil cuando no sabía realmente qué debía de hacer. El resto del personal, bueno, era difícil saber dónde estaban. Según se enteró él mismo, más de diez oficiales pidieron cambio fuera del estado, ya que Detroit era la fuente y el primer lugar donde reconocían las maquinas como vivas; la gente imbécil, o simplemente temerosa, prefería irse lejos y esperar que el resto de los estados del país no sucumbieran. Malditos ingenuos. Gavin personalmente les daría una patada en sus traseros y los dejaría sin empleo, por cobardes y más que nada, por estúpidos (aunque admitirá que él era uno de ellos, posiblemente hace menos de unas semanas estaría armando berrinche, ¿pero ahora? Podía caer un maldito meteorito que le daba jodidamente igual). Por otro parte, gran parte de los empleados Android o habían sido ejecutados en el momento previo a la manifestación que llevó a la revolución o habían decidido que la vida era más que estar en este trabajo, así que se fueron, sin adiós, solo idos. Por ende, Gavin había sido sacado de su castigo, ya que había casos por resolver y no tenían más persona, mismo Fowler le aclaró que sólo era por eso. Y fue asignado con Anderson, para su maldita suerte, pero al menos le dará crédito al viejo, este hacía de cuenta que no existía y eso era mejor que la hostilidad; preferirá mil veces ser una basura bajo su zapato que ser su saco de boxeo, gracias.

 

Él lo había intentado, realmente lo hizo, quiso que la cooperativa entre ambos fuera amena, pero Anderson parecía estar dispuesto a todo lo contrario. La hacía insufrible, por decirlo menos, claramente marcando cualquier error de Gavin y diciendo: “Connor lo haría mayor”, ¡y él lo sabía! ¡Connor era un puto androide y claramente lo haría mejor! Pero al menos él lo intentaba, miraba las pruebas presentes, inspeccionaba y formulaba teorías que serían descartadas o avaladas por las pruebas posteriores presentadas por los CSI. Él miraba la escena, mientras que el borracho sólo se posaba en una esquina y lo observaba aburrido, esperando que cometiera un error y criticarlo. ¡Lo estaba intentando! Mordiendo las respuestas agresivas, evitando empujar el cuerpo viejo de su compañero sobre los cadáveres para que él mismo mirase y no estuviera esperando que él hiciera todo el trabajo. Gavin se formó una paciencia que jamás se creyó poseedor, pero era humano y los humanos se quiebran. Resolvieron un solo caso, un maldito asesinato que fue cometido por el sobrino de la mujer en un acto desesperado por robarle dinero para pagar su maldito hielo rojo; el imbécil intentó de enmascararlo con un asesinato Android, ¿acaso no sabía que las maquinas no dejaban huellas digitales como él? Al parecer no, pues juró mil y un veces que había sido “Elliot”, el androide de su tía, quien había robado sus huellas digitales e hizo pasar el homicidio como suyo. Vamos, podía ser tonto, pero no tanto. Y al final de la semana sólo quería regresar a su casa y dormir hasta el próximo lunes, esperando y rezando porque Connor decidiera volver, porque si no mataría al viejo o se suicidaría. El lunes llegó, RK800 no volvió, fueron asignados a un nuevo caso.

 

.

 

Si tuviera que contar como es que terminaron en la situación actual, sinceramente, no tendría ni puta idea como comenzar. No puede estar muy seguro que los llevó a estar en ese cuarto abandonado de algún edificio que se estaba cayendo a pedazos, él sujeto por detrás en lo que presumía una estufa, mientras que Anderson estaba apenas sujeto por un brazo a una vieja cama pocos metros más lejos. Él recuerda haber ido a investigar un homicidio múltiple, este indiscutiblemente fue realizado por un androide, en especial por el hermoso mensaje que decía: “Ojo por ojo” escrito perfectamente en la caligrafía de Cyberlife con la sangre de las víctimas. Eran en total cuatro cuerpos, jóvenes, masacrados y molidos a golpes con tal brutalidad que era inhumano, Gavin se sintió enfermo al observarlos mientras que Hank soltaba una maldición. En medio de la investigación y entrevista de testigos, llegaron al conocimiento de que al menos dos de estas personas (un tal Matthew Andrews y Kyle Hopkins) tenían androides en su poder previo a la revolución. Al parecer estos compartían piso y uno de estos androides había desaparecido un día, los vecinos nunca supieron que pasó, tampoco les importó. El asumir que había sido atacado por sus dueños y obtenido un final similar al actual de ellos no sería extraño, contrariamente, Reed apostaría toda su paga del mes en ello. Su siguiente punto, tras su insistencia, fue buscar al otro androide ya que era el presunto agresor en este caso; simplemente porque si estaba cobrando venganza sería de alguien cercano, ¿y quién mejor que aquel con el que compartió vivienda? La investigación lo llevó a un barrio bastante carenciado, donde los drogadictos de hielo rojo solían ir a morir o esconderse. Se suponía que el AJ700 había sido visto allí, pero claro, considerando la gran cantidad de AJ que había por las calles libres era difícil saber si era o no realmente el que buscaban, flotaba Connor, que pudiera afirmar si era el mismo modelo o no. Pero no importaba, revisar no los iba a matar, ¿cierto? Y allí estaban, con un fuerte dolor de cabeza y sometidos por un divergente errático, amoroso día.

 

El AJ, designado como Karen, tenía una maldita cierra entre sus manos y se paseaba de esquina a esquina mientras murmuraba palabras que no lograba comprender del todo. Apenas definió entre tanto murmullo algo similar a: “se lo merecían” y “Lana (¿Lara?) estaría feliz” o algo así, sinceramente no comprendía del todo, y su cabeza aun retumbaba del golpe recibido. Miró de reojo al viejo, aun sumido en el mundo de Morfeo, y revisó su entorno. No había una salida próxima, tirando de su atadura –se dio cuenta que estaba encadenado con sus esposas- notó que la maldita cosa vieja aún estaba muy firmemente arraigada a la pared; la ventana estaba rota, entraba un frío bastante molesto para su cuerpo que fue desprovisto de su chaqueta (qué hablando de esta, ¿Dónde demonio estaba?). Su nariz picó y realmente intentó no estornudar, llamar su atención, pero por mucho que escondió su rostro contra su hombro y mordió su labio inferior para evitarlo, un estornudo resonó en el lugar. El androide paró su caminar, también se quedó en silencio, mientras sus fríos ojos azules se clamaban en él, la sonrisa torcida manchó todo su rostro; mierda, eso era aterrador.

 

— Detective, bienvenido —Movió la cierra en círculos demasiado amplios mientras se acercaba a él, la sonrisa no vaciló, contrariamente parecía tener un pequeño tic en la comisura derecha. Ella se acercó, sin emitir sonido alguno al caminar, y se posó frente a él, inclinándose para estar a su altura y posiblemente escaneándolo. Gavin tragó duro sin poder evitarlo, intentó mantener su mirada en ella, pero dios, estaba desquiciada.

 

— Sí, sí, corta esa mierda, ¿por qué nos secuestraste? —Si hubiera tenido sus manos libres, las hubiera movido restándole importancia al argumento del androide y tontamente asegurándose un golpe por parte de este; su tono era aburrido, demasiado plano, pese a sentir su corazón martillar contra su pecho.

 

— Son un medio para un fin —Si fuera posible, su sonrisa se ensancharía más— Bueno, el teniente lo es, Connor vendrá por él, ¿pero tú? Eres mi entretenimiento hasta que llegue —Y dicho lo último extendió su mano libre para rozar la mejilla del humano, mientras reía histéricamente y retrocedía dando saltitos. Definitivamente encontraron a la loca, no había mucho más que agregar. Gavin podría sentirse ofendido si no fuera porque realmente tiene aceptado que si cualquiera los rescatara sería por Hank, si hubiera sido “secuestrado” solo, actualmente, se pudriría esperando que alguien notara su falta. Debía de darle crédito, la niña había hecho su tarea y sabía cómo atraer a su objetivo principal, ¿pero para qué lo quería?

 

— ¿Por qué querrías a Connor? Hasta donde sé ahora es como un semi dios entre los de su clase, bendecido por robo Jesus y todo —Masculló intentando de sacarle información, aunque de mucho no serviría si aún se quedaban allí, quizás podría manipular su defectuosa programación. Miró de reojo al teniente, quien estaba despierto y atento a todo, pero en silencio, hombre inteligente. Volvió su mirada al androide que le daba la espalda, hurgando en un viejo mueble y tarareando, sin responderle—. ¿Qué hizo el hombre de hojalata? ¿Robo tu ultima botella de jugo azul? ¿Se burló de tu circulo de humor? —Omitió preguntar si había matado alguno de sus amigos, ya que era lo más probable, después de todo Connor era un cazador de desviados. Pero estas preguntas sin sentido llevaron a que su secuestrador se girase, reemplazó su cierra por un cuchillo, genial.

 

— Por su culpa Luna está muerta —Se encogió de hombros, un acto demasiado mecánico para ser confundido por humano, y se acercó al detective. Con movimientos demasiado rígidos se sentó en el suelo junto a él, Gavin se preguntó su patearla sería fructífero o no, considerando el estado de su atacante… no. Se mantuvo quieto, los perversos, como le enseñaron en la academia, eran dictados por el sufrimiento (o muestra de debilidad) de sus víctimas. Quizás, y sólo quizás, ella estaría imitando tal fallo psicológico y entonces funcionaría igual—. Ojo por ojo y el mundo quedará ciego —Citó a su mesías mientras inclinaba su rostro un poco, alzaba el cuchillo y Gavin temió lo peor. Puede que no lo haya perdido con el desgraciado de su padre, pero al parecer su visión estaba indiscutiblemente ligada a ser arrancada de él.  Tuvo la tentación de cerrar sus ojos, no lo hizo, su personalidad no lo permitió, y mantuvo su mirada fija en la mujer mientras ella movía el elemento. Un quejido fue librado de entre sus labios, pese a intentar no hacerlo, cuando la afilada hoja atraviesa su carne. Rojo, el rojo se filtra fácilmente mientras extrae el elemento y lo posiciona frente a sus propios ojos azules. Era una sensación de picazón que recorrió el cuerpo de Reed cuando el instrumento se clavó y sacó metódicamente en sólo unos segundos de su muslo derecho. La sangre manchaba sus jeans, eran sus favoritos, joder. De fondo se escuchó la maldición de Hank—. Bienvenido teniente.

 

El androide ni siquiera se había dignado a girarse y enfocarse en su real víctima, bastante entretenida con su juguete adicional, mientras volvía a bajar el arma y clavarla sólo a unos centímetros de distancia de su anterior herida. Fue tan rápido y limpio como el primer corte, apenas tuvo tiempo de morderse el labio inferior para omitir emitir sonidos, Gavin, mientras mantenía un juego de miradas fijas con el androide en cuestión. El movimiento se volvió rutinario, inserta, saca, mueve dos centímetros y repite la acción. No está seguro cuantos cortes hizo antes de que algunas lágrimas comenzaran filtrarse por sus ojos, parpadeó enojado consigo mismo, este dolor no era nada comparado con otros que tuvo que sentir. No significaba nada e intentó de transmitirle eso a su atacante, sonriendo un poco tembloroso y desafiándola con la mirada. Karen (¿Karin?) juntó sus sintéticas cejas y esta vez clavó el cuchillo más profundo, giró su muñeca con este aun insertado y excavó dentro de su musculo. Reed vio las estrellas, no pudo reprimir el grito de sorpresa y dolor que se filtró por su cuerpo y luchó, incesantemente, con sus ataduras para escaparse del percutor. Sus piernas se movieron, con espasmo, mientras inclinaba su rostro hasta su pecho e intentaba reprimir la oleada de nauseas que subió por su sistema mientras ella seguía girando el instrumento dentro de su carne.

 

— Por el amor a todo lo santo, para de una puta vez —La voz ronca de Hank se filtró en la húmeda habitación, por unos instantes ella paró mientras que Gavin sentía una calidez filtrarse en su sistema—. Sus lloriqueos me están dando jaqueca —Y murió tan rápido como llegó, Reed no podía asegurar si las lágrimas que cayeron fueron pro el dolor residual o por la decepción. Por parte de Hank, él solo quería parase, escuchar al menor lo estaba volviendo loco, quería tan mal detener su dolor que se estaba volviendo casi físicamente imposible quedarse donde estaba, pero sabía, él sabía (o quería creer) que un intento de ayudarlo activo sería peor. Era mejor si ella asumía que no le importaba y no lo usaba como palanca para su supuesto plan maestro. Lo tenía a él para manejar a Connor, no quería que tuviera al detective para manejarlo a él, con suerte su hijo llegaría pronto y la tortura del castaño terminaría y sería olvidado, para bien. 

 

— Tiene razón teniente, es realmente molesto, tendremos que hacer algo al respecto —Su voz, levemente distorsionada por un mal funcionamiento, fue igual a la de una madre decepcionada. Reed sintió un escalofrío recorrer su cuerpo ante aquellas palabras, él realmente no quería saber que tenía planeado ella para hacerlo callar, gracias, pero no gracias. Tarareando, ella dejó el cuchillo clavado en su lugar, con un golpecito final en la empuñadura, se levantó de un golpe y felizmente saltó saliendo del lugar. Prefería tratar con un psicótico humano todos los días que, con un androide, era definitivo. Con cuidado, esperó hasta que ella estuviera lejos antes de intentar de retraer sus piernas hacia su cuerpo, moviendo que tan cerca podría atraer el mango a su boca, Gavin miró de reojo al viejo.

 

— Si logro darte el cuchillo, ¿crees poder salir? —Su voz salió demasiado baja, ronca y cansada, demostrando el dolor constante que sus heridas llevaban al resto del cuerpo. El anciano asintió, mientras miraba escépticamente al muchacho. Gavin lo sintió un reto, mientras contorsionaba su cuerpo hasta llegar al mango y lo sujetaba con sus dientes. Tuvo que hacer al menos tres intentos antes e agarrarlo, esto lo llevó a moverlo de su lugar y una nueva oleada de dolor recorrer su sistema, tragó, respiró profundamente un par de veces y tiró tanto su cabeza como piernas lejos unas de otras. El arma fue arrancada con dificultad y dolor adicional, nada de lo que él había prevenido, pero no importaba demasiado. Escupió está en el suelo y pateó, torpemente, el arma hasta dejarla cerca de los propios pies del teniente. El acto fue demasiado lento y para cuando el arma llegó a manos de dicho, el androide había vuelto con un… ¿balde con agua? Ella lo deposito ruidosamente junto a Gav, mientras este rebalsaba y tiraba charcos a los costados. Se volvió arrodillas, al parecer ignorando la falta del cuchillo clavado en su carne y alcanzó ambas manos hacia el rostro del detective, pasando sus dedos por su cabello y si no fuera porque era una maldita maniática, el castaño se hubiera apoyado al tacto dulce.

 

— Siempre he querido saber cuánto tiempo los humanos pueden sobrevivir sin aire —Comentó con voz acaramelada, acariciando la nuca del detective, mientras que una maldición baja del teniente se filtraba por detrás. Gavin no tuvo tiempo de ponerse al día cuando su cuerpo fue empujado con brutalidad hacia adelante y abajo golpeando su frente contra el borde del elemento y su rostro hundiéndose en la helada agua. Intentó no jadear de sorpresa, dado que quitaría el aire que contenían sus pulmones, mientras luchaba por liberarse, era instintivo, no podía parar. Sus pulmones ardían cuando fue levantado de su tortura, no sabe cuánto tiempo fue, pero el suficiente para respirar desesperadamente apenas fue quitado del líquido. Ella lo observó, con una expresión de disgusto antes de volver a sumergirlo sin advertencia alguna. La secuencia se repitió, no sabe cuántas veces, solo que en un punto estaba demasiado desorientado, cansado y ya no podía estar seguro si estaba intentado respirar o simplemente se había resignado. Su cuerpo completo estaba entumecido, perdido en una bruma casi similar a la que le darían los fuertes analgésicos. Ni siquiera se dio cuenta que estaba sonriendo entre jadeos hasta que vio a Karen mirarlo con curiosidad y sonreír ella misma. El toque en su cabello volvió, suave como el que su ilusión de Elijah le otorgó hacia unas semanas, antes de ser abandonado por completo.

 

Una conmoción fuera se formó, ruido fuerte proveniente de algún lugar del edificio donde estaban, que atrajo toda la atención del androide. Soltó a Gavin, para alivio de Hank, y tomó su primera arma mientras salía del cuarto mientras pedía: “Pajarito, pajarito, ¿Dónde te escondes tú?”. Anderson no perdió tiempo, mientras cortaba el precinto con el que fue sujetado en la cama –dañándose en el proceso, pero poco importaba-. Se levantó de su lugar, bastante rígido por el frío y la humedad, antes de precipitarse hacia Gavin, el niño parecía drogado y no podía culparlo, la falta de oxigenación de su cerebro debía hacer cosas graciosas en este; rebuscó cerca algo con que detener el sangrado de su pierna, quitar el cuchillo había sido una terrible idea, fue la herida más grave y al parecer profunda que adquirió, sangrando demasiado. Tomó la descartada chaqueta de este, porque era lo más cercano, y aplicó presión. Observó una forma de sacarlo, pero sin una herramienta propia o las llaves de las esposas sería complicado, maldijo bajo, mientras tomaba el rostro de este entre sus frías manos –aunque la piel del niño era hielo- intentando obtener su atención.

 

— Reed —Llamó, sin obtener ninguna reacción de este, palmeó su mejilla y volvió intentar enfocarlo en sí—. Gavin —Sus ojos desenfocados se clavaron en él, mientras sonreía tontamente, Hank se mordió la mejilla interior con fuerza para no hacer ningún comentario fuera de lugar y para reprimir las ganas de abrazarlo allí mismo, joder, él realmente necesito gran fuerza de voluntad para decir y hacer lo próximo—. Iré a buscar ayuda, necesito que te quedes despierto, ¿puedes hacerlo chico?

 

— Claro papá, me quedaré despierto hasta media noche.

 

El término de “papá” proveniente de Gavin produjo un vuelco en el estómago de Anderson, no lo había llamado así desde una de sus últimas navidades antes de que comenzara a salir con Michael, a pesar de que ambas veces fueron dichas con burla, algo dentro de él se sentía extraño cada vez que lo escuchaba. Era similar a cuando Connor lo dijo la primera vez, esa sensación tanto de felicidad como enfermedad se mezclaron dentro suyo, pero no importaba demasiado hacer análisis actualmente. Le dio una palmada en el hombro al detective, se obligó a levantarse y salir del maldito lugar, contactaría con Con si este aún no había llegado y sacarían al desgraciado de aquí, vivo o vivo. No hizo falta mucho, apenas caminaba entre los pasillos cuando se cruzó con su androide, cual casi le da un susto de muerte, y este le informaba que la situación había sido atendida. No pudo evitar soltar un suspiro de alivio, llevando una mano a su corazón y agradecerle a cualquier deidad que envió a este ángel. Con un poco de tardanza le contó a Connor sobre Reed, quien rápidamente se puso en contacto con los paramédico y se dirigieron a la habitación para socorrerlo. Él estaba inconsciente… el pánico creció dentro de Hank.

Notas finales:

Les juro que estoy muy tentada a dejar ciego a Gavin en algún momento del fic, o al menos tuerto (?)
Lo de Elijah es muy probable que sea sólo un sueño, para Gavin no es la primera vez que se lo imagina y mucho menos en una situación de ese indole, él realmente está necesitado de amor (??). Juro que en el proximo cap comienza a desarrollarse relación de Con y Gav, y también a darle una patada a Hank. I promesssi (?)


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